domingo, 29 de marzo de 2015

Alquimia de Vida y Azar (Alquimia + Beethoven R, 14-Marzo-2015, Sala Garaje Beat Club, Murcia)

He de reconocer que, tras un año bastante lleno de mierda como fue el 2014 en general, estoy viviendo una época casi pletórica en todos los aspectos tras haberme deshecho de  muchas de las cosas que sobraban en mi vida y, habiendo transformado mis desgracias en mi fuerza y mi orgullo, he retomado el buen rumbo que nunca debí abandonar. Pero sobre todo, lo que más me importa es que estoy en plena racha de casi empalmar conciertos un fin de semana tras otro, que es lo que más vida es capaz de darme. ¡Y que no pare la juerga, señores! Porque aun queda mucha carrerilla. Noche tremendamente especial, tanto por lo esperada como por lo que realmente terminó siendo, la de hace dos sábados, una noche que llevaba ya meses marcada en mi agenda del Metal. Cartelazo que reunió en una misma sala a una de mis bandas nacionales fetiche, los siempre grandes Beethoven R (de hecho, si me hice muchos más kilómetros, pudiendo haber visto a Alquimia en Valencia, fue exclusivamente por ellos) con uno de los grupos revelación para mí desde hace bien poco, los Alquimia del genio Alberto Rionda. Tal evento era algo que no pensaba perderme pasara lo que pasara, y al final terminó siendo una noche de las que dan mucho más de lo que se espera de ellas. Nueva sala a conocer, dos bandas con las que iba a disfrutar como un maldito cerdo, una cenita estupenda con mi gran amigo Rafa y su chica Gema, y viejos colegas a los que hacía tiempo que no veía, como Opi, Sergio y Gloria. Por otra parte, un placer poder asistir a lo que al mismo tiempo fue fiesta oficial de presentación del Leyendas del Rock, apadrinada, como no, por el incomparable Marcos Rubio, uno de los grandes artífices de esta movida.

Para empezar, como ha dictado siempre la sagrada tradición de los conciertos en Murcia, poco antes de entrar en la sala me reuní con mis colegas de allí, a los que tenía ya ganas de ver, disfrutando de unos calimochos (otra tradición intocable jejeje) y conforme fluían las conversaciones, nos íbamos animando. Al llegar la hora de la verdad, entré solo a por mi entrada y tiré de barra fija para pedirme un litrito a caraperro bien fresquito y encender un poco más ese fuego que representaba las ganas que tenía de que empezase esta gran fiesta del rock. Cuando vi que era algo inminente, en el momento en que Rafa Basa tomó el escenario junto a los Beethoven R, me instalé para quedarme definitiva entre las primerísimas filas. Tras un rato de cháchara, presentación de las bandas y del concierto en general, los madrileños acapararon el escenario para descargar un concierto para el recuerdo, al menos para el mío. Tenía tantas ganas de juerga y cachondeo, que en ese momento no podía imaginar una banda que pudiera llenarme más. Con su eterno optimismo y la diversión que siempre ha sido marca de la casa, No Somos Nada trajo por primera vez aquella noche el sonido del rock a mis tímpanos, perfecta para abrir pero también para que los músicos se fueran calentando, sobre todo Alberto García, con esa subida progresiva de tonos al final. Quien irá a por ti soy yo me sentó como una bomba, el cóctel perfecto entre uno de mis temas favoritos y los efluvios del alcohol en el momento más idóneo, y aunque la viví como si fuese el último tema, vi que la gente a mi alrededor estaba bastante parada ante una banda que lo estaba dando todo sobre las tablas. Antonio Alcoba le metía duro a los palos junto a su compañero fundador, insustituible José Luís Sáez, capaz de aunar clase y macarrería bajo un mismo atuendo. Cachondeo máximo con Yo Me Pierdo, letra 100% Beethoven R y un ritmo adictivo arrancó los primeros ánimos “reales” que pude ver, la cosa se iba encendiendo poco a poco, y siguió con Siempre Unidos al Rock’n’Roll, todo un himno de un disco normalmente dejado de lado como es “El Legado de Judas”. Fantástico como la voz de Alberto se adapta a todos los registros que le echen por delante. Y es que, si nada más entrar en la banda tuve poca fe en él, ahora me doy cuenta de que es un gran cantante que puede con todo, incluso con registros altísimos que seguramente ni Kiko Hagall ni Iván Urbistondo serían capaces de alcanzar a día de hoy. Y sobre todo, importantísimo, sabe ganarse a su público, siempre respaldado por esa alegría que transmite el Moreno, que a estas alturas ya se siente como en casa, haciendo el cabra y cantando todos los temas en silencio.

Eso sí, el tema que me dejó absolutamente K.O. nada más presentarlo fue Viejo Corazón de Acero, di saltos de alegría mientras sonaba al mismo tiempo que la adrenalina no paraba ante uno de mis temas bandera. La primera vez que lo veía en directo y casi no podía ni gritar de la emoción jeje. Increíble solo y una actuación soberbia de Alberto y del miembro más reciente de la banda, Javier Oliva, quien tuvo grandes momentos interpretando algunos solos realmente complejos con una sencillez pasmosa. Un guitarrista al que se le adivinan registros más heavys pero que encaja a la perfección en esta banda de hard rock. Sangriento y Mortal y Salvaje Como un Huracán supusieron quizá el momento de mayor calma entre la gente aunque yo los disfruté mucho, ya que son temas que hace relativamente poco que forman parte de su setlist, y particularmente me encanta ese aire místico de la primera de ellas. Y es que Beethoven R no es solo alcohol y follar (que ya mola lo suyo jeje). Cuando se ponen filósofos, son capaces de componer letras y canciones tan geniales como Hay Algo Más, que no motivó especialmente al público pero a mí me llegó al alma, porque es uno de mis temas favoritos del último trabajo de estudio y porque me recuerda a días tristes de una forma ya lejana pero latente (lástima que no tocaran del mismo disco Lejos de ti (mi destino es perfecto), porque ese tema SÍ que me trae grandes sensaciones personales jeje). Y bueno, por supuesto, si “Hay Algo Más”… también hay Un Poco Más, el tema que definitivamente puso la sala patas arriba comparado con la quietud inicial, un tema que me pone de lo más burro por lo macarra que es y por ese aire de perdonavidas en su letra, llamando a las cosas por su nombre sin tapujos ni gilipolleces. Divertidísima y perfectamente interpretada, con gestos de lo más ordinario incluidos jajaja. La verdad es que hasta ahora el setlist me tenía encantado, dejaron temas que llevaban mucho tiempo tocando y que yo siempre hubiese cambiado por otros (como Ja, ja o Que no que no) y añadieron mucha savia nueva al meollo, como Da Igual (instrumentalmente de aplauso) o Larga Vida, un TEMAZO alegre, fresco, fiestero y lleno de pasión por nuestra movida. Recordando continuamente (incluso ovacionando) el cumpleaños del vocalista (y de la madre de José Luís jeje), el rollo que llevan entre ellos parece que nunca haya cambiado a pesar de tantas y tantas modificaciones en su formación. Mas Sexy es ese tema que a todo el mundo le gusta escuchar, muy coreable y de cachondeo fácil, pero fue El Guardián de tu Piel con la que todo el mundo se desmelenó como si fuese el fin del mundo… y es que a ver quien es el chuleras que se resiste a los encantos de una de las mejores canciones compuestas en la escena nacional. Yo la viví con especial intensidad, porque estaba seguro de que era el gran final y porque siempre fue tremendamente especial para mí.

Aunque actuaron en calidad de “teloneros” (aunque para mí aquella noche no había tales), mucho se lo iban a tener que currar los Alquimia para superar un bolo en el que, a parte de calidad y pasión, hubo buen rollo y diversión por un tubo. Yo personalmente me lo pasé como un niño en su primer concierto, pero como estuve todo el concierto con la chupa puesta, salí de allí sudando a chorros en busca de algo refrescante que echarme al gaznate.

Tras otro ratito de palique aguardando el cambio de bandas, con unas cuantas risas de por medio, volvimos de inmediato al meollo. Y fue justo en este momento, nada más entrar a la sala, que sonaba ya la introducción que presenta el nuevo y único disco de la banda que más gente esperaba, los Alquimia de Alberto Rionda, un maestro de los pies a la cabeza que ha sabido retomar el camino que abandonó hace ya mucho tiempo, el del power metal sinfónico, con esta nueva banda que está teniendo un ascenso fulgurante. Y no es fruto de la casualidad, ya que con semejante artista al frente, la calidad está más que garantizada. Todo esto se reflejó sobradamente en el magnífico concierto que dieron aquella noche. Y ya han pasado un par de semanitas (joder, como pasa el tiempo…) pero todavía puedo recordar sin esfuerzo y con detalle y claridad cada uno de los grandes momentos que viví en el Garaje Beat Club de Murcia. Desafortunadamente, el hecho de entrar con el tiempo pegado al culo nos dejó situados muy lejos del escenario, casi en la parte trasera de la sala junto a la barra, lo que personalmente me deslució un poco un comienzo tan prometedor con dos de mis temas favoritos de la banda, El Lobo y el Arca y Dama Oscura, composiciones geniales donde las haya que me recuerdan a los mejores tiempos de los Avalanch que apostaban por el power metal guerrillero pero con mucho feeling. No fue esto solo, también el sonido presentaba grandes problemas al principio (algo extraño, cuando Beethoven R sonaron muy bien de principio a fin), el teclado sonaba demasiado alto (incluso me dio la impresión que el teclista fallaba bastantes notas al principio de El Lobo y el Arca) y había mucha descompensación entre el volumen de los instrumentos. También os digo que desde la posición en la que estábamos tampoco se podían apreciar todos los detalles detalles, ya que con la distancia el volumen general era bastante moderado tirando a bajo.

Otra cosa muy distinta ya fue la actitud de la banda, muy entregada, Alberto y Rubén en la línea de frente mientras la infinita voz de Israel Ramos se abría paso hacia nosotros con una solidez y potencia verdaderamente envidiables. Ya con Dama Oscura el sonido comenzó a estabilizarse (repito, JODIDO TEMAZO) pero no llegó a quedar perfecto. De hecho, el tema que sonó a continuación ni siquiera lo reconocí hasta pasados unos segundos, y mira que lo habré escuchado centenares de veces, e incluso sin haberlo conocido aun, automáticamente se me pusieron los pelos de punta. Cuanto tiempo sin escuchar El Ángel Caído en directo, pero esta vez me gustó muchísimo más aun que cuando la interpretaba Ramón Lage en Avalanch. Una pasada, un montón de recuerdos y sensaciones y un concierto que a nivel de setlist comenzaba de una forma inmejorable, con un Israel pletórico de fuerza al que el escenario se le quedaba a todas luces pequeño. Sin embargo, si algo podía redondear todavía más este reluciente principio, sin duda era La Divina Providencia con ese ritmo machacón e hipnótico que tanto me gusta, esos aires sinfónicos y sobre todo, esa letra que roza lo celestial, toda una lección de vida y destino. Otro de mis temas favoritos. El problema es que tocaron todas estas muy pronto, por mí deberían haberlas repartido, ya que mucha gente los considera los mejores temas. A partir de aquí, con la banda ya totalmente caliente y suelta, siguieron sonando temas de su disco como Aliento o una de las mejores baladas que ha compuesto nunca el Sr. Rionda (que además tocó muy emocionado): Claro de Luna, que comienza con un fragmento de la famosa sonata compuesta por Beethoven. Un sentido momento sin duda, y cantada maravillosamente una vez más por Israel. Volvió esa máquina llamada Leo Duarte a funcionar a pleno rendimiento y a toda hostia con un trallazo de la talla de Pelayo, doble bombo a piñón rememorando ese gran disco que fue “Llanto de un Héroe” haciendo temblar la sala. Momentazo de intensa tempestad casi empalmada con La Cuna del Arce (que le dio un vuelco neoclásico al concierto con esos teclados a cargo de Chez García) para volver de nuevo a la calma con un pequeño interludio acústico en el cual interpretaron El Príncipe Feliz y la que verdaderamente me puso de nuevo los pelos de punta, Cambaral, clavada y perfectamente adaptada por Israel Ramos a su tono de voz, alcanzando los puntos más agudos con una sutilidad deliciosa y siempre con su contagiosa sonrisa hacia nosotros. Si estos minutos (aunque fueron realmente emotivos) ya relajaron bastante el concierto, fue a continuación cuando hubo un momento dedicado a repartir premios y felicitaciones sobre el escenario que quizá se alargó demasiado y llegó a cortar el rollo a mucha gente. Progresivamente, La Fuente Dorada fue cogiendo fuerza con su power metal rápido y sinfónico y ese estribillo fantástico. Me fijé mucho en Rubén, excelente trabajo en este tema sin duda, que precedió a una de las más esperadas, Xana, otra pequeña gran maravilla de “El Ángel Caído” y que nos tuvo a todos cantando con plena energía pese a no ser un tema precisamente guerrillero, todo el mundo la conocía y todo el mundo la disfrutó muchísimo.

Los bises comenzaron de forma poco habitual. Mucha gente, entre la que me considero, se sintieron un tanto extrañados al presenciar dos temas instrumentales consecutivos como Cábala XIII, pero sobre todo Santa Bárbara (sí, esa canción que cierra “El Ángel Caído”) que nunca llegué a ver interpretada en directo. Pero luego lo volvieron a clavar del todo con La Morada del Alquimista, otro de mis temas favoritos del “Alquimia”, sinfónica, filosófica y muy cañera, con unas melodías geniales y obligando a Israel a utilizar cada uno de sus registros. Y de nuevo lo bordó, que talento tiene este hombre, para mí un miembro totalmente insustituible en la banda, que aúna lo mejor de Víctor y Ramón en una sola voz. Para cuando sonaron los primeros teclados, la peña ya llevaba un buen rato reclamándola, y es que está claro que Torquemada es pura insignia de todo lo que haya hecho y haga Alberto Rionda, composición inmortal que nunca puede faltar en un directo suyo. Así, todo el mundo estaba preparado para la guerra, y se formó un barullo de aúpa. Nunca se cansa uno de escucharla, pero si es en directo y con músicos de esa calidad, la cosa mejora notablemente. Nuevamente, Israel hizo la mejor interpretación que he visto de este tema, pero no se quedaron atrás el resto de miembros, los teclados ya sonaban perfectamente y tanto Rionda, Leo y Rubén pusieron toda la carne en el asador para un tema que tiene trozos realmente complejos. Y al igual que hicieron en el Leyendas del año pasado (otro bolo inolvidable) dejaron para el final Sacrificio que, si bien no es mi tema favorito, reconozco que tiene mucho gancho y no desmerece ese puesto. Desde luego la gente dio todo lo que le quedaba, sobre todo en las partes más cañeras.

Las cartas para esta noche eran realmente buenas, y fueron bien jugadas para dejar atrás una velada que siempre estará en mi recuerdo y lo más importante, un conciertazo doble con el que me evadí como hacía tiempo que no conseguía. La vuelta se me hizo algo larga, aunque con música a volumen explosivo de los Judas Priest la paliza fue mucho menor.

Esta vez la cámara se quedó en casa y no hay fotos, se siente, aunque me hubiese gustado.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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