jueves, 12 de abril de 2018

Scream it high! (Astral Experience + Sailing to nowhere + Secret Sphere, Sábado 07/04/2018, Sala Paberse Matao, Sedaví, Valencia)

Una maravilla esto de tener una sala relativamente cerca de casa que no para, finde tras finde, de hacer conciertos y movidas dentro del Metal como la Paberse Matao, que con el tiempo se va convirtiendo, como le comentaba a un colega, en el equivalente de hoy en día de aquella mítica Sala Guadaña donde acudíamos sin falta todos los sábados en busca de guitarreo cuando solo éramos unos pipiolos. Sala muy pequeña, sí, puede que el sonido normalmente deje que desear, pero con un rollo y unas ganas de mover el culo que ya quisieran otras salas con diez veces más renombre. Y además, con bastante frecuencia, nos ofrece joyitas de conciertos como la del sábado pasado, una cita ineludible para los que disfrutamos y entendemos el Power Metal como un estilo que ha guiado nuestras vidas y lo seguirá haciendo siempre. Acompañados por los valencianos Astral Experience y los también italianos Sailing to nowhere, Secret Sphere y su reciente disco “The nature of Time” venían a presentarse como ejemplo de banda que ha sabido mantenerse a flote a pesar de los reveses y los drásticos cambios de formación que ha sufrido desde sus inicios, y también como prueba de una evolución musical en el mejor sentido de la palabra, técnica y elegante, algo de lo que no muchas bandas pueden enorgullecerse, ya que solo unas pocas lo consiguen (Dark Moor es otro gran ejemplo), otras sencillamente aniquilan toda su esencia vendiéndose a estilos más modernos. Pero más allá de estos tres nombres, más allá de una noche que era un valor seguro, había un gran nombre que fue mi imán aquella noche: el inconmensurable Michele Luppi, casi un ídolo para mí y uno de mis vocalistas favoritos de todos los tiempos.

Sin embargo, antes de llegar al plato fuerte, teníamos una guarnición de primerísimo calidad, dos bandas relativamente desconocidas para mí, aunque esto no me iba a echar atrás a la hora de disfrutarlas. Ambas dejaron el listón bien alto defendiendo sus estilos musicales.

Gran noche la del sábado junto a mi chica, que comenzó a media tarde. Aprovechando la cercanía del polígono comercial, fuimos con tiempo de sobra a dar un rodeo y a pillar alguna buena oferta y para variar un poco. Todo sabiendo que íbamos sobrados de tiempo, y que al llegar a Sedaví nos encontraríamos con Popi y sus colegas para echar unas cuantas birras antes del concierto, pero esta vez con mucha más tranquilidad que de costumbre. Fue un rato muy agradable en el bar, calentando motores y con muchas ganas de que el espectáculo diese comienzo. Entramos a la sala un poco “achispaos”, pillamos la entrada y nos pedimos la última para que la espera no se hiciera tan larga. Al poco rato, los chicos de Astral Experience hicieron su aparición sobre el mini-escenario de la Paberse Matao ante un número de personas, todo hay que decirlo, más que respetable, y es que a veces jugar en casa se nota. La introducción fue de lo más original, un video en el que su logo/mascota (llamada José Luís ¿?¿?¿?¿) nos habló en directo, en clave de humor, presentando a la banda. La contundencia fue la nota dominante desde el principio, un tema llamado Allá donde estés, con ritmos aplastantes y bastante “gordos” hacía las delicias de sus fans (que los tienen, a pesar de su corta carrera de momento).

Noté que el sonido de la batería era sorprendentemente bueno al principio, algo peculiar incluso, con una caja muy sólida, tras la cual se encontraba Fran Carrasco dándole manteca y de vez en cuando soltando algún alarido para calentar el ambiente. Por lo demás, el talento y las ganas de actuar de la banda suplían un sonido que no era realmente bueno. La melodía tan limpia de Ego, por ejemplo, quedó algo deslucida a pesar de que Ovidi a las voces hizo un trabajo fenomenal, como en la mayoría de canciones que sonaron. Incluso Héctor Sierra se animó a sacar su keytar y a ponerse en la línea de frente del escenario. La sala daba muy buen rollo en estos momentos, prácticamente llena pero con espacio para respirar y toda la peña muy movida. Era el punto clave para que Lazy Lane (de los Jolly Joker, que por cierto, que putas ganas tengo de volver a verles…) se subiera junto a la banda a cantarse una versión acelerada y muy fiel de Kill the King, donde ambos vocalistas se compenetraron de puta madre y destacó el trabajo del teclista, pero sobre todo y en todos los temas, el de la formidable pareja de guitarristas formada por Rafa y Rubén, que alternaron unos solos guapísimos, rápidos, originales y bastante técnicos a la velocidad del rayo. Una vez más, lástima que el sonido no acompañase demasiado, porque una de las guitarras apenas se escuchaba y se pasaban por alto grandes solos como el de No hay cadenas. Cada vez parecía escucharse más y más saturado.

Aunque rara vez mira directamente al público, Ovidi mantiene siempre la concentración en un grandísimo nivel vocal, con un timbre muy agradable y Heavy al mismo tiempo, y un buen rango en tonos medios y altos. Por momentos, especialmente en las partes más agudas, me recordó ligeramente a Ignacio Prieto (ex-Atlas) y eso ya es todo un cumplido. La dinámica Renacer (otro punto para Ovidi, que bueno como frontman y cantante) dio paso a un cover de lo más curioso, incluido en su último trabajo “Emovere” y no es otro que el I drove all night, de Cindy Lauper, que según escuché fuera una vez terminada su actuación, es bastante habitual en sus setlist. La experiencia astral, pues, fue bastante interesante.

Y directamente llegados desde la bella ciudad de Roma, unos italianos que siguen a sus compatriotas Secret Sphere en esta tentadora gira por nuestro país. En el descanso, salimos fuera a echar un piti y a reencontrarnos con la peña. Este sábado no tuvo nada que ver con la magnífica noche que hizo en el pasado concierto de Angra. El fresquito se hacía cada vez más incómodo, aunque más de uno ya había solucionado el tema tomándose alguna copa de más jajaja. Sin demorarnos más, enseñamos el sello y nos volvimos a “colar” en la sala para encontrarnos un panorama bastante desolador. A pocos minutos de empezar el concierto, éramos muy pocos los que esperábamos al grupo, cuatro ratas mal contadas. Y es una lástima, porque los de Sailing to nowhere tenían mucho más que ofrecer de lo que se podía pensar. Salieron a escena sin preocuparse demasiado por la poca afluencia de peña (bastante alarmante, creedme) y poniendo toda la carne en el asador desde el principio.

Y vaya propuesta más original. Lo suyo se podría encuadrar dentro del mal llamado sub-género Pirate Metal, pero sonaba fresco y original, sin tener poco o nada que ver con otras bandas representativas como Running Wild, Alestorm o Swashbuckle, sin tirar de speed metal o toques folk (al menos, no con instrumentos), simplemente conservando la jerga en sus letras y las vestimentas, algo que dio mucha vida al escenario con motivos de época, sombreros y también pinturas de guerra. Comenzaron a caer temas de su último álbum “Lost in time”. Scream of the world y Ghost city consiguieron ir animando poco a poco al personal y eso que había más de uno con horchata en las venas. Su música resulta muy pegadiza, sin grandes alardes técnicos pero con mucho gancho, y con una base claramente powermetalera. Uno de los aspectos clave de la banda se centra en sus tres vocalistas, el frontman Marco Palazzi junto a las dos bellezas Chiara Tricarico y Sara Tiezzi, encargadas de las voces líricas (primera) y otras más sólidas (segunda), y fueron en gran parte las responsables de que el concierto pasara de cero a cien en pocos conforme avanzaban los temas. De la indiferencia inicial, la gente se fue animando con el contoneo de ambas vocalistas y con la firme presencia de Marco, que no paraba de moverse recorriendo el escenario, y presentando los temas, en este caso Fight for your dreams. A su diestra, uno de los músicos que más llamó la atención, el jovencísimo guitarrista Francesco Ciancio, quien pese a no tener la mejor de las técnicas (le falta rodaje tal vez) en los solos, cargó con la mayor parte de estos durante todo el concierto, y poco a poco consiguió acaparar las sorprendidas miradas del público, incluso el vocalista lo cogió en brazos mientras este seguía tocando, frenético. La verdad es que el chaval estaba completamente metido en el concierto, todo un crack.

Bromearon diciendo que seguidamente saldría Fabio Lione a cantar Apocalypse (supongo que porque colabora en el tema de estudio jeje) aunque lo cierto es que este tema fue el punto de inflexión para terminar de poner a tono al personal (junto a las copas de más anteriormente mencionadas). Ya más de uno daba saltos casi en primera línea del escenario, y no era fruto de la casualidad, ya que la banda entera, empezando por el batería y terminando por el guitarrista líder Andrea Lanzillo, sudaban la gota gorda, dejándose la piel y transpirando simpatía. Las muchachas dieron el do de pecho en los coros iniciales de la sinfónica New Life, que quedaron espectaculares, y terminó siendo uno de los temas más cantados (¡aun la tengo en la cabeza!) y es que de melodías y estribillos pegadizos estos italianos saben un rato largo. Fue Chiara quien nos introdujo en el tema You won’t dare, con mucha sensualidad por una parte y un brutal agudo al pronunciar la última palabra que nos dejó a todos descolocados. Por cierto, el teclado era una parte bastante importante en la mayoría de los temas, pero no recuerdo ver a ningún músico con este instrumento. Para dar finiquito a la fiesta, Sailing to nowhere fue quizá la más conocida del setlist, y llenó la sala de jolgorio, saltos y voces, tanto arriba como debajo del escenario (incluso Marco se dio un rulo entre el público mientras cantaba). La peña pasó de la apatía inicial a terminar pidiendo más temas aunque como dijeron, ya no daba tiempo a más, pero eso dice mucho a favor de una banda.

La hora de los italianos Secret Sphere había llegado. No llegan ni a la sombra del renombre de otras como Rhapsody, ni siquiera de Vision Divine o Lacuna Coil (si hacemos el enorme esfuerzo de considerar Metal a estos últimos, claro), pero los que les conocemos sabemos que técnicamente es una banda puntera, con grandísimos discos y canciones en su haber, dedicada y que ha peleado a lo largo de muchos años para mantener su estatus nunca bien reconocido. Sin embargo, el mejor acierto de su carrera, tras las desmotivadotas fugas de músicos en los últimos años, fue fichar en 2012 a Michele Luppi, un vocalista absolutamente supremo, grandioso, con una voz dorada que sin duda es un auténtico regalo de los dioses del Metal. Con él, el resto de nuevos músicos de una calidad intachable y la perseverancia de Aldo Lonobile y Andrea Buratto (los dos únicos miembros que quedan de la formación original), aquí les teníamos esta noche dispuestos a disfrutar como putos enanos, y mi chica y yo en primerísima fila para no perdernos ni un segundo.

Pero la cosa en cierto aspecto no pintaba nada bien. Si en Sailing to nowhere ya “padecí” por los pobres músicos ante la descorazonadora asistencia, lo de Secret Sphere ya fue de auténtica vergüenza ajena. Con Aldo, Andrea y el teclista Gabriele sobre el escenario, éramos, contadas a dedo, unas 15 personas las que estábamos esperando con verdaderas ganas la actuación. El resto fuera, pasando el rato, o apalancados al fondo de la sala con más horchata que sangre en las venas (yo desde luego, para esto no voy a un concierto). Cuando empezó a sonar la intro, ya no había vuelta atrás: Secret Sphere tendrían que lidiar con el lastimero panorama con todas sus fuerzas. La banda ya empezaba a tocar los acordes de la magnífica The Calling, uno de los mejores temas que han compuesto en su carrera, cuando por sorpresa apareció Michele Luppi por debajo del escenario para subir a este por delante, ante la incredulidad de los que estábamos allí. Y es que este tema lo tiene todo, una melodía de alucine, aires progresivos, un apartado técnico impecable… y además su ascendencia rítmica es perfecta para dar comienzo a un show. Lo mejor de todo es que casi todos los temas de este novísimo álbum llamado “The nature of time” cumplen esos parámetros, una auténtica delicia para el paladar auditivo como Love, que no es exactamente una balada como su título puede hacer pensar, aunque tanto los teclados como los arpegios de Algo le atribuyen un aire muy místico. Algo similar sucedía con Kidness, otro medio tiempo con un gran estribillo de single que comenzó a colocar a la gente en su sitio, aunque a trancas y barrancas, una lástima que Luppi no cogiera la guitarra en esta última, pero desde luego su labor, a estas alturas, ya estaba siendo absolutamente brillante, como cabía esperar, con mucha sutileza al cantar las partes más calmadas y sin cortarse a la hora de subir de tono con toda facilidad. Entre medias Courage quedó algo deslucida, y no por el altísimo talento de los músicos, sino por la inexistencia de movimiento entre la peña y mira que estamos hablando de un TEMAZO, ahora sí 100% power, rápido, y con un estribillo portentoso. Lucimiento especial en cuanto a virtuosismo de todos los miembros, pero especialmente de Marco Lazzarini, con esa estruendosa batería y de Gabriela al teclado.

Canciones positivas, llenas de colorido musical que forman un disco muy completo, maduro (en el mejor sentido) y maravillosamente virtuoso en ciertos fragmentos. Honesty comenzó a subir el ritmo, la intensidad y el calor, con aires ligeramente progresivos y con un Luppi en tesituras más agresivas y ásperas. El vocalista se empeñaba a toda costa en animar el cotarro, animándonos a apretujarnos en las primeras filas (donde me encontraba yo), con el sentido del humor que siempre le acompaña, aunque a veces un poco tontorrón jeje. Poco a poco lo iba consiguiendo, aunque la pasión del público seguía brillando por su ausencia. Algo de headbanging ocasional, algún cuerno y poco más. Algo muy triste teniendo en cuenta (y solo por citar un aspecto) que estábamos ante el que es, hoy por hoy, uno de los mejores vocalistas del mundo. Incluso habiéndole visto en decenas de videos, con otras bandas, etc. no deja de sorprender la voz tan increíble que tiene este hombre, capaz de alcanzar unos tonos absolutamente imposibles para el resto de mortales, con un timbre natural predispuesto a este género y a pesar de que no es el mejor frontman del planeta, como vocalista es una auténtica joya, mucho más desconocido de lo que merece, y a quien yo equiparo, sin ningún tipo de duda, a vocalistas de la talla de Michael Sweet, Kiske o Tony Moore. Y por supuesto, los que no lo conocían hasta ahora quedarían pasmados con la fuerza que desprende en las siguientes Faith y Reliance, que fueron los dos últimos temas en caer aquella noche de su más reciente trabajo, el cual vuelvo a recomendar escuchar encarecidamente.

A partir de aquí, llegó la segunda parte de la noche, podríamos decir, con temas anteriores aunque no precisamente antiguos, algo que quizá algunos echamos un poco de menos. Eso sí, no estuvieron todos los que son, pero fueron todos los que estuvieron, y como muestra, un botón llamado Legend, un himnazo (quizá el más clásico de aquella noche) con un Luppi de nuevo pletórico, maravilloso, SOBRADÍSIMO en cuanto a agudos y soberbio en cuanto al control y modulación de su voz, un profesional como un castillo que borda con oro todos y cada uno de los temas, sin dejar de ser amable incluso con alguno de esos pesados insufribles y borrachos que nunca sabe cuando darse por enterado de que está haciendo el ridículo. Le llegó el turno, en esta selección por su discografía, a Lie to me, y os juro que en cuanto empezaron las primeras notas se me pusieron de punta hasta los pelos de los huevos. Que estribillazo, y que pasión por parte de Luppi, ideal para desgañitarse cantando puño en alto. Una excelente elección que, como siempre, nos brindó la oportunidad de ver a Aldo Lonobile ejecutar esos solos tan personales, tan limpios y tan bien traídos al directo, con la calma que desprende su persona y el genio que se esconde en su interior. Si el sonido hubiese sido mejor, habría sido un momento apoteósico, pero se quedó muy cerca. Por mucho que nos pesara a algunos (incluido al bajista Andrea Buratto, que se lo estaba pasando de muerte, blandiendo su bajo con actitud y siempre con una sonrisa), la recta final casi comenzaba ya con Union, también de mi disco favorito hasta la fecha, el “Portrait of a dying heart”. Nos retiramos a un lado de los altavoces, y nos situamos más hacia el centro sin abandonar la primera fila, ya que debido a la excesiva distorsión del sonido tenía los oídos a punto de estallarme. El mismo Luppi nos dijo que precisamente aquella noche era su cumpleaños, así que quería celebrarlo con unos taponazos de tequila / limón junto al resto de la banda. Parece mentira, pero le caen 44 tacos ya… y sigue teniendo un vozarrón que es inalcanzable… impresionante, casi al mismo nivel que su simpatía, lanzando besos y saludos a la peña continuamente y bromeando con sus compañeros en plan cachondeo. Sin duda fue el HOMBRE de la noche.

Parece que los chupitos le animaron más a la hora de arrancarse con The scars that you can’t see, también presente en su reciente directo en Tokio, con un riff muy sólido y potente y grandes teclados, lástima una vez más el regulero sonido. Y es que el Paberse… ya se sabe, no se le puede pedir más, aunque por calidad, Secret Sphere debería estar tocando en el más grande de los festivales. Cuando anunciaron Lady of Silence, el vocalista se despidió de su público, soltando unos gritos impresionantes capaces de reventar los cristales de toda la sala, y es que no para, ¡¡no para nunca!! Menuda voz de puro acero. Cuando se iban, me alegré de ver como ya todo el mundo les aclamaba y reclamaban algo más que pusiera el punto final. Fue entonces cuando tocaron un último tema que hacía la friolera (según dijeron, vaya) de tres años que no tocaban. Ahora sí, tras el foto finish típico, dijeron adiós, pero prácticamente en unos minutos estaban entre la peña, saludando, firmando, haciéndose fotos con muchísimo entusiasmo… Me llegaron algunos comentarios de que las partes más agudas eran pregrabadas, o que los músicos son bastante divos… pero la verdad, sencillamente no me lo creo por varias razones. Luppi es un vocalista que siempre va sobradísimo, y no solo en disco, sino en todos y cada uno de los directos que ha grabado, un verdadero monstruo intocable. Por otra parte, como ya he dicho, los músicos estuvieron incluso vendiendo su propio merchandising, hablando con los fans y dedicándoles su mejor sonrisa a pesar del arduo concierto. Yo por mi parte, pude estar un rato hablando con Michele Luppi, comentándole cuánto le admiro y hacerme una foto con él, algo que me terminó de alegrar la noche. ¡¡¡Por fin!!!

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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