viernes, 27 de julio de 2018

Rock en la plaza (A Cop de Rock, 20 y 21 de Julio, Tarraco Arena, Tarragona)

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VIERNES 20/07/2018
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Yo a mi rollo. Siempre que me toca salir de viaje, tengo una máxima: a donde fueres, busca los conciertos que hubiere, jeje. Porque un viaje, o cualquier cosa en general, con conciertos de por medio, siempre mola mucho más. En este caso, las circunstancias nos forzaron a subir precipitadamente a Reus, a una visita casi de urgencia. Por suerte, este verano está repletito de festivales por doquier, y así casi sin quererlo, encontramos el A cop de Rock, que se celebraba los días 20 y 21 de Julio en el Tarraco Arena, en donde por suerte, el retrogrado nombre de “plaza de toros” ya queda muy lejos de allí. El cartel, a grandes rasgos, era más bien normalito, más indicado para seguidores del punk melódico de carácter más relajado con algo de hardcore. Pero mirándolo con lupa, sorprendentemente, encontrábamos nombres que se desmarcaban de la tendencia general, bandas punteras cada una en su género que han escrito unas cuantas páginas en la historia de nuestro Rock / Metal patrio. Solo por esas bandas, léase en menor medida Sôber y Gatillazo (que por estilo encajan menos en este blog), pero sobre todo por Angelus Apatrida y Hamlet, ya mereció sobradamente la pena pagar la entrada, que venía a costar 30 euritos por los dos días, además de ofrecer la organización una descabellada promoción, nada menos que un 3x1 en entradas. La ocasión la pintaban calva, y tras la decepción por la cancelación de AngelusApatrida en Valencia no hace tanto, y una nueva oportunidad de ver a mis idolatrados Hamlet en un momento tan cercano a la publicación de su nuevo disco, no lo pensé ni un segundo más y me hice con la citada promoción, para incluir a mi chica y a cualquiera que quisiera aprovechar la tercera pulsera.

Por la escasa cantidad de bandas que vi, voy a incluir los dos días en una misma entrada para facilitar su lectura. Y es que este mini-festival que nos pegamos fue corto, pero intenso y fogoso hasta reventar, directo a las sienes. La fantasiosa promoción de regalar dos entradas por la compra de una me sonó tan extremadamente raro que intuí que algo extraño sucedía con el festival, aunque no quise sacar conclusiones precipitadas. Nada más llegar, se confirmaron mis sospechas: parecía ser que el festival, a pesar de un amplio cartel, un recinto bastante bueno y un precio más que asequible (y presentado por Mariano Muniesa, nada menos) no había vendido, ni de lejos, la cantidad de abonos que tenían previstos, a raíz de la escasísima asistencia ya pasadas unas cuantas actuaciones y en una hora en la que ya debería haber ido todo el grueso de la peña. Mal fario por esa parte, pero la verdad es que para nosotros significaba mucho más espacio y más comodidad a la hora de ver los bolos.

Nos acercamos a la barra, a ver qué se terciaba por allí. Comida y bebida, variedad muy moderada y… precios de auténtico escándalo. Como desgraciadamente suele ser cada vez más habitual, un verdadero robo, una desvergüenza para aquellos que solamente queremos dar unos tragos, refrescarnos e hidratarnos sin ánimos de pillar un pedal. ¿Cómo se atreven a cobrar 8 euros por un puto mini de cerveza o kalimotxo? ¡¡8 euros!! Está claro: no tienen alma ni escrúpulos. La botellita de agua a 2 euros. Otra estafa. Prefiero beber agua del wc. Al final, nos pillamos un cubalitro de vodka por 10 pavos que era lo que más rentable salía. Pero manda cojones, en serio… me alegraría bastante si el festival hubiera palmado pasta en este sentido.

Empezamos, como no, por los madrileños Sôber, incorporados casi a última hora al cartel y sustituyendo a los Inconscientes de Uoho, quien por lo visto padecía algún problemilla de salud. Desde luego, por mí (y aunque Sôber tampoco me emocionen a saco) mucho mejor por el cambio. Lo que son las cosas… años y años sin verles y después, en un mismo mes, les veo dos veces. Ya por pedir, deseé que el setlist variara, aunque estaba claro que iba a mantenerse dentro del marco del tracklist que dicta el disco ”Paradÿsso”, al que hacen su particular homenaje, aunque sin orquesta esta vez, desgraciadamente. La parte positiva es que también pudimos disfrutar de temas de otros discos que me trajeron grandes recuerdos. Con aquel ‘bienvenidos al infierno’ que reza el tema Sombras, abrieron el show, con todavía muy poca gente. Seguro que hacía tiempo que no tocaban para una audiencia tan pobre… Sin embargo, lejos de darse por vencidos de primeras, siguieron ofreciéndonos muestras de su buen hacer, llámese Animal, Vulcano o la comercial Oxígeno, una de las más cantadas por sus fans y los que no lo éramos tanto.

Carlos Escobedo se mostró espléndido de principio a fin. Sonriente, dando palmadas y manejando su bajo con fuerza, acercándose a nosotros y muy hablador a la hora de presentar los temas y contar anécdotas. Así da gusto. Durante Cenizas, o Blancanieve, que ya pudimos ver también en su actuación del Rock Fest Bcn, el resto de músicos, que habían estado un tanto distantes, fueron calentándose también poco a poco, para empezar a dar los primeros saltos y las primeras torceduras de cuello, y terminaron poniéndose al nivel de su vocalista. No es para menos. El sonido estaba a su favor, y no éramos demasiados, pero la mayoría estábamos muy contentos por verles de nuevo en acción. Las guitarras sonaban gruesas, potentes, y la batería de Manu Reyes excelente, fantástico en conjunto, a pesar de que ya habían cerrado las compuertas del techo. Tanto Carlos, su hermano Jorge y Antonio al bajo, estuvieron tan cercanos que incluso se les vio posar en varias fotos. Una actitud sencilla y reconfortante. Ahora, con cada tema que presentaban, la gente iba respondiendo más y más. Lejos marcó el comienzo de la recta final, y El hombre de hielo fue muy bien acogida, con tímidos saltos y poca cooperación pero con visible alegría. Pero Diez años se llevó la palma, con ese estribillo 100% Sôber que se metió a la peña en el bolsillo gracias sobre todo al buen hacer vocal de Carlos y la energía de sus músicos. Durante un interludio musical a base de bajo y batería, el vocalista fue presentando a sus compañeros de grupo (haciendo cada uno una incursión con su instrumento) hasta llegar a Manu, que hizo un pequeño solo de batería, para encarrilar la recta final con Arrepentido, para jolgorio de todo el mundo. Pero no se despidieron hasta que, por fin, cayó una de mi añorado “Morfología”, Loco con la que disfruté bailoteando a saco. A pesar de la ausencia de orquesta, el aire tan simpático, cercano y familiar que tuvo el concierto y los músicos, y el gran sonido, hicieron que el concierto me gustase casi más incluso que el de hace unas semanas en el Rock Fest Bcn.

La mayoría de las bandas participantes reivindicaban el hecho de que las plazas se utilizaran para hacer conciertos y no para servir de escenario a viles y repugnantes torturadores y asesinos de animales. ¡Qué les jodan a todos! ¡Las plazas son para el Metal! Incluso los siguientes, que normalmente no hablan de política, hicieron el comentario, alegando que siempre han sido de izquierdas y que “eran más punkies que heavys” jejeje.

Antes del concierto de Gatillazo, y a partir de este momento (las 21:00 aproximadamente) entraba en vigor una de las políticas más absurdas que he podido ver en un festival. Prohibido salir y volver a entrar a partir de esa hora. Los motivos me siguen resultando un misterio insondable.

Con Angelus Apatrida, yo lo sé, vosotros lo sabéis, todos lo sabemos: es matar o morir. Los de Albacete son crudos, no muestran ni el más mínimo atisbo de piedad en sus directos. Haya más o menos gente, cerca o lejos de casa, en grandes pabellones o en festivales más humildes como este. Tienen una máxima, y es no dejar un cuello recto en todo el recinto. Para ellos conseguirlo es un juego de niños. Tienen actitud, grandes temazos, y conectan con la peña. Así se demostró aquella noche, tras un gran concierto (todo hay que decirlo) de los Gatillazo, que también  brillaron con luz propia haciendo un buen recorrido por toda su discografía y me dejaron hecho tabaco, con unos chorretones de sudor que me nublaban hasta la visión. Después de una intensa sesión de saltos, empujones, gritos y esquivar golpes, no me veía sobreviviendo al torbellino manchego. Justo antes de comenzar, se abrió el techo de la plaza de toros, propiciando un mejor sonido incluso que el que tuvimos en Sôber. O al menos igual, pero con toda la intensidad que destila la música de estos titanes del Thrash, Immortal fue ya un puñetazo en la cara de esos que uno no espera, que te dejan descolocado por la contundencia de su pegada, pero en unos segundos, ya me encontraba metido en circle pits y movidas variadas. De hecho, se montó uno de los mayores círculos de todo el festival, con gente muy encabronada girando frenética, patadas, golpes y empujones por doquier, una locura que tuvo su continuación natural con Of men and tyrant, clásica e infalible en sus directos. El desfase llegó hasta el extremo de que incluso un grupo de gente, entre carreras y caídas, se sentó en el suelo y se pusieron todos a remar. ¡¡¡La de Cristo, colega!!! Y que calurón que hacía… Guillermo sudaba la gota gorda, al igual que su hermano José, especialmente motivado y enrabietado con su bajo.

No podía esperar a ver como sonaban en directo los temas de su último disco. Un trabajo llamado “Cabaret de la guillotine”, que pese a incluir algunos aderezos y novedades en cuanto a música, sigue sonando tan asesino como siempre, como bien indica su título. Y quizá la mejor muestra fue Sharpen the guillotine. La peña se volvió bastante loca pese al poco tiempo que lleva rodando el tema en sus directos, y de verdad, funciona a base de bien, con esas partes limpias que en ocasiones me recuerdan a los alemanes Rage. Por el simple hecho de llamarse Room 237, este tema siempre me ha encantado (también se acordaron de sus primeras obras) haciendo clara referencia a esa obra maestra que es y será siempre El Resplandor, y haciendo a su vez de nexo hacia el siguiente tema del “Cabaret de la Guillotine”: The Hum. Aquí sí que vimos Thrash 100% violento, cargado de coros a cargo de todos los músicos y mucha, mucha manteca que sufrimos todos en nuestras carnes. Lo único que se puede criticar en cuanto al sonido de su bolo fue el poco volumen de la guitarra de David, a cuyos solos les faltaba protagonismo, y es una lástima, porque es un jodido maestro junto a Guillermo, ambos turnándose los solos, haciendo que cada nota fuese una bala en nuestras sienes, y por supuesto, aunando rabia, mala leche y muy buen humor para con su público. Si no recuerdo mal, Downfall of a Nation fue su tercer y último tema del nuevo disco, que presentaron con mucho énfasis; y es que en verdad, después de habérmelo trabajado bastante, se nota que hay mucho esfuerzo detrás, tanto a nivel de producción como de composición. El resto del concierto fue un poco de aquí y un poco de allá. Clockwork, si no me equivoco, continuaba con la “emisión” de su sonido tóxico y mortal. Pese al mortal calor y a la intensidad con la que la peña vivía el momento, nadie quería quedarse parado (y ojo, que no se enterara Guillermo, que en seguida nos hacía ponernos las pilas a base de provocaciones)… aunque con Give’em War o You are next, que cerraron el setlist, esto fue prácticamente imposible, a pesar del dolor de cuello y la grandísima sudada, siempre había tiempo para más headbanging. Y por cierto, por fin pudimos ver de nuevo a Víctor recuperado y metiéndole fuerte a su batería… ¡qué gustazo, joder!

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SÁBADO 20/07/2018
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Si el viernes (la noche anterior) había tres bandas marcadas en el horario, como fueron Sôber, Gatillazo y Angelus Apatrida, el cartel del sábado era, para mi gusto, mucho menos atractivo, pero destacaba una banda que es capaz de hacer por si sola que me cruce el estado en busca de sus actuaciones. Esos son, nada menos, que los infalibles Hamlet. Al mismo tiempo, su inclusión en este cartel resultaba un tanto fuera de lugar, no tanto por la predominancia del Punk, sino por que pensaba que todavía estaban inmersos en la grabación de ese próximo disco que se llamará Berlín y             que espero como agua de mayo. Sea como sea, nada de esto me preocupaba lo más mínimo porque, insisto, son infalibles. Tras un tiempo sin verles, y dadas las condiciones, me preguntaba con qué setlist atacarían esta vez. Iba un poco bebido y necesitaba algo fuerte para ponerme en órbita. Y la respuesta a mi petición mental no pudo ser más dulce y tentadora. Tras la salida poco a poco hacia el escenario, el bajo de Álvaro Tenorio, ese que tanto me encanta, comenzó a sacar las notas de El mejor amigo de nadie, algo olvidada desde hace un tiempo. ¡¡¡Brutal!!! De repente, recordando viejos conciertos de aquella mítica gira, me vi metiendo cabezazos y saltando como un descosido, embargado por la fuerza del momento. A pesar de esto, parecía que la gente se había vuelto sorda… o loca… porque la reacción a mi alrededor fue mínima. Siguieron en lo suyo, sin salir de “El Inferno” con Vivir es una ilusión, y Molly empezando a hacer de las suyas, bajando al foso a dar la mano a sus fans y a seguir calentándose la garganta a gritos, super enérgico, lleno de ánimo y ganas. El movimiento fue notándose poco a poco y fue sin duda Denuncio a Dios la que dio el gran pistoletazo, un gran hit que sonó muy temprano (y tan necesario como siempre). Llegué a pensar que harían un especial “El Inferno” y ya me estaba frotando las manos esperando un ¿Por qué? o un Mi nombre es yo, pero la dirección fue distinta, aunque nunca dejando de buscar en el baúl de los clásicos, explotó sobre el escenario una bomba llamada Muérdesela, provocando unos saltos tremendos por parte de Luís Tárraga y Ken HC, haciendo cantar a la peña y liándola petarda, con un wall of death mortífero en la parte más frenética del tema. Se formó un gran círculo de vacío que hizo más fácil respirar y moverse, teniendo en cuenta las insufribles temperaturas que alcanzaba la plaza. Limítate no hizo sino enfervorizar más todavía a la peña, otro de los grandes momentos del festival. Con cada tema que caía, los ánimos se iban caldeando más y más, incluso en canciones más melódicas como Antes y Después.

Temas llenos de orgullo en sus letras que nos hacen levantar la cabeza y el puño. Debido al telón con la tipografía del nuevo disco, estaba deseando que presentaran algún tema nuevo, pero no tuvimos esa suerte. En cambio, si hicieron una incursión entre tanto clásico de “La Ira” con Imperfección. Molly estuvo pletórico, electrificado, y se pegó los gritos más salvajes y desgarradores de toda la noche, sin cansarse, sin parar, pateando el escenario hasta reventarlo. Es impresionante cómo está este hombre físicamente, imparable. Recordando de nuevo aquel disco de 1998 (época en donde les vi por primera vez), Tortura Visión fue una sorpresa enorme, e incluso la gente que estaba detrás más apalancada tuvo que acudir a las primeras filas para meterse una buena dosis de headbanging. Me dio la impresión de que Tárraga disfrutaba especialmente con los temas de este disco, rasgando a muerte su guitarra y apisonando las tablas del escenario. Muchísimo fuego y calor, arriba y abajo del escenario, que continuaban avivando con temas tan brutales como la siguiente Egoísmo, en la que se regocijaron al ritmo de la batería destructiva de Paco, a toda hostia. La parte del solo le quedó a Luís perfecta, me encanta este momento en particular de sus conciertos. Y ya me extrañaba a mi que no cayera Tu medicina, en donde siempre el ritmo de la gente va creciendo conforme lo hace la intensidad de la canción. Molly, una vez más, insuperable, y como siempre, animando al personal con dos pelotas. Es cierto lo que dijo Mariano Muniesa al presentarlos: Hamlet es una banda por la que podemos y debemos sentirnos orgullosos. Normalmente es una fija, pero esta vez no hubo presentación, cayó como una colleja en toda la nuca. Irracional provocó la locura máxima y un wall of death en el que nos “palpamos” las costillas a base de bien, esta vez sin interludios ni parones, directa a la yugular, y casi empalmada con JF. Cuando sonó el comienzo guitarrero, manos levantadas, y en la parte más rapeada, las voces sonando como truenos. Su letra sigue siendo hoy tan válida como en el 96. Pero, cuando con una sudada de infarto, satisfechos por la paliza, pensábamos que todo había terminado, la banda no se despidió… algo venía detrás. Y es que puestos a recuperar temas… ¿porque no volver a tocar Habitación 106? Os aseguro que cuando identifiqué el riff… se me multiplicó la adrenalina x 1000 y volvimos todos a las andadas, a disfrutar saltando y destrozándonos la voz al límite. ¡Qué puta gozada! Y que de puta madre se lo montaron Luís y los suyos. Brutal. La hora y diez minutos que duró el concierto pasaron como un suspiro, y es que ya se sabe… a más disfrute, más cortos se hacen los momentos. Lo he dicho siempre y seguiré diciéndolo hasta que casque… ¡Qué GRANDES son, hostia!

Con un dolor notable en los gemelos y en las cervicales, salí medio ranqueando del festival. Un evento que ha sido bastante bien resuelto en líneas generales, pero con muchas cosas a mejorar. La asistencia, por algún motivo (y a pesar de la oferta del 3x1) no fue ni mucho menos la esperada. Es necesario que habiliten algún parking exclusivo y a ser posible una zona de acampada (ya que el festival es de 2 días). El sonido fue bastante bueno y fuerte en la mayoría de los bolos. Los precios de la bebida claman al cielo. El año que viene pienso colar varias petacas llenas de alcohol para no gastarme ni un duro dentro. En cualquier caso, espero que repitan en los años siguientes y vayan mejorando poco a poco en cuanto a organización y cartel.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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