viernes, 17 de agosto de 2018

No hay verano sin Leyendas (Leyendas del Rock 2018, Jueves 09-08-18, Villena)

Pese a que en la media jornada del miércoles nos llevamos algún que otro susto respecto al clima, al final no llegó la sangre al río y la cosa se quedó en cuatro gotas mal contadas. En cualquier caso, y en vista de las poco esperanzadoras previsiones, el jueves iba a ser el único día que nos íbamos a librar del temporal casi con total seguridad. No es algo que me asuste el que se ponga a llover en un festival, porque hay que ir a muerte siempre, pero claro, acojona el hecho de que se pueda joder el equipo o se puedan cancelar actuaciones. Por el contrario, el calor de aquella tarde era casi insoportable, y aliviaba pensar que el Leyendas del Rock es el único festival al que acudo año tras año en el que los propios escenarios están tan bien dispuestos que a partir de primera tarde ya empiezan a tapar el sol y así uno se olvida de este problema. Una razón más para pedir que el festival nunca se marche de Villena. El primer día “completo” pintaba muy pero que muy bien, sobre todo por las bandas que figuraban en el cartel, que lo convertían en el mejor de todos para mi gusto. Nombres como Dragonforce, Kamelot, Bonfire y sobre todo, Mr. Big, que llevo media vida tras ellos y era prácticamente un sueño poder verles en directo (¡¡GRACIAS Leyendas!!). Así es muy fácil comenzar el día cargado de energías y buen karma, deseando estar ya desde primera hora dando caña en medio de la gente con todo el ambiente tan único que se crea en el Leyendas todos los años. Un cartel fantástico en el que según el running order personal que nos hicimos, predominaba el Hard Rock y el Power Metal.

Puntuales, quedamos en el punto habitual de encuentro para emprender el viaje hacia Villena, los cinco guerreros embutidos en mi coche y cargados de buen rollo. A pesar de que el rollo más melódico se adueñaba del cartel del jueves, empezábamos muy fuerte, con un concierto que creo que nos satisfaría a todos. Los gallegos Bloodhunter se están convirtiendo en una de las bandas revelación del panorama nacional dentro del Death melódico, están recorriendo toda la geografía a pasos agigantados y conquistando todas las costas. Parte de su éxito reside en su virtuosismo, sus brutales ritmos y su vocalista Diva Satanica, imagen y frontwoman de la banda, que desprende carisma y un vozarrón que tira p’atrás. Tenía cantidad de ganas de verles, ya que me los perdí tanto en el Rock Arena como en el Metal Lorca (a donde finalmente no fui). Su carta de introducción fue una Let the Storm Come, un tema directo y afilado como un hacha oxidada, es decir, perfecto para comenzar. La oscura voz de Diva, junto a la técnica de Fenris fueron ganándose rápidamente al público, bastante numeroso para el escenario y la hora, por cierto, señal del éxito que están cosechando. El sonido, gordo y potente, también jugaba a su favor en temas como Eyes wide open y The queen beast, cada vez más agresivos, rápidos y contundentes. Esta última fue dedicada por la vocalista a una colega suya, de una banda pionera en hacer Black Metal con formación femenina. La batería de Marcelo fue pura brutalidad, también en All These Souls Shall Serve Forever, y es que hay que ser jodidamente bueno para meter tantos cambios de ritmo, de hecho, hasta 3 o 4 por canción llegué a contar, lo que es otra marca diferencial del grupo. La actitud, desde luego, impresionante, conquistando a todo el mundo sin esfuerzo mientras su vocalista gritaba: ¡¡quiero que con este tema os partáis todos el puto cuello!! Y otro argumento para hacerlo recibía el nombre de Possessed by myself. Aunque me quedé con muchas ganas de más, esta última canción marcó para mi chica y para mí el fin del bolo, ya que en el escenario principal esperaban los Dragonforce

… que como he dicho al principio, eran una de las principales atracciones del día, y no solo porque me encantan y me lo paso de miedo en sus conciertos, sino porque además el Leyendas tenía otra gran deuda con ellos y con su público. Es cierto que no tuvieron la culpa de que su vocalista fuese ingresado de urgencia momentos antes de su concierto, y que la persona que le sustituyó lo hizo francamente bien, pero creo que todos estábamos deseando ver como se las gastaban con la formación al completo. Marc Hudson es ‘el hombre’. Cuando llegamos, ya habían empezado, siguiendo la fea costumbre que parecía ser tendencia este año de comenzar los bolos antes de tiempo. Por suerte (comprobado) todavía llegamos a ver el primer tema enterito salvo unos segundos, Ashes of the Dawn… y Marc no estuvo perfecto, pero se esforzó mucho y combinó sus grandes dotes de frontman para dar una imagen inmejorable… pero que temazo, que melodía señores, ¡¡¡acojonante!!! Una buena muestra de cómo han ido evolucionando a mejor en este aspecto, aunque las de los primeros discos ya eran la hostia, como la del Operation ground and pound, del “Inhuman rampage”, una de las pocas que repitieron de su anterior venida a nuestro país. Con temas tan largos, el hecho es que daba la impresión de que iban a tocar muy pocos, así que había que disfrutar al máximo del talento de los componentes del grupo, comenzando, por supuesto, por el inconmensurable Herman Li, siguiendo por Sam Totman, un guitarrista excepcional que poco o nada tiene que envidiar a su compañero mucho más reconocido, y terminando por Gee Anzalone, que fue el último miembro en incorporarse al grupo y que aporta a los temas su propio estilo. No esperaba que la peña estuviese tan dispuesta a aquellas incómodas horas de la tarde, pero con tan solo hicieron falta unas pocas palabras del vocalista para poner a toda la peña a saltar con Judgement day, que terminó, junto a Three Hammers, con una buena dosis de ovaciones por parte del público, oeoes incluidos mientras la banda ponía el trasfondo musical. Continuaba esperando con ilusión algo del “Sonic Firestorm” que por desgracia nunca llegó, pero al igual que la última vez que pasaron por aquí, nos hicieron levantar los puños a saco con el guerrero estribillo de Cry thunder, en la que Herman Li volvió a demostrar lo sobrado que va con la guitarra, y que además de ser un fuera de serie también es todo un espectáculo visual, levantando la guitarra, zarandeándola de aquí para allá, tocando de espaldas… es un súper músico solo por el cual ya vale la pena acercarse a ver un concierto de la banda. Y todavía no había dicho su última palabra, ya que con Through the fire and flames tuvo tiempo de sobra, a lo largo de sus casi 7 minutos, de desquitarse a gusto, de mostrarnos toda su velocidad y técnica y tocar todos los palos y registros posibles. ¡¡Un auténtico tema bandera del Power Metal ultra-acelerado con el que todo terminó en clave de fiesta!!

El jueves había comenzado de forma muy distinta al anterior. Los colegas nos habíamos dividido por grupos, ya que nuestras preferencias eran bastante distintas, desde el Metal más extremo hasta el Hard Rock más suave. Ya sabéis de sobra mis preferencias, así que no os sorprenderá si os digo que, en principio, pensaba pasar olímpicamente de los Suicidal Tendencies, que nunca me han llamado especialmente la atención salvo cuando pasaron por su época más thrasher incluso la más punk

De hecho, decidí relajarme en una zona despejada, ya que el día iba a ser muy duro y largo. No obstante… tras la inicial You can’t bring me down, muy acorde al estilo que suelen tocar actualmente, comenzaron a ponerse el plan burrote con temas como I shot the devil, sorprendentemente temprano y con mucha más furia de la que imaginaba, sonido al que seguramente contribuyó en directo su flamante batería actual, el mismísimo Dave Lombardo (casi na). No esperé ni a la mitad de la canción para ponerme en pie de guerra. ¡A tomar por el culo el descanso! Ya reposaré cuando palme. Entre la energía de su bajista chileno Ra Díaz, que no paró quieto no para respirar y se comunicó en castellano durante todo el show, la tralla de Lombardo y  el carisma e incesantes movimientos de su vocalista Mike Muir (el único músico que queda de la formación original) era casi imposible permanecer indiferente, pese a que algunas como Lost Again se me hicieron un tanto pesadas, después llegaban otras como la divertida Clap like Ozzy o de nuevo rozando el thrash de pura cepa con Freedumb que mi temperatura corporal fue subiendo exponencialmente. Ra Díaz de nuevo parecía el frontman de la banda, superando en presencia casi al mismísimo Mike Muir, dando ánimos, lanzando mensajes incendiarios (continuamente gritando ¡S! ¡T! en inglés) y dejándonos a todos flipados con su bajo de 5 cuerdas que tocaba de una forma acojonante, mientras el propio vocalista no paraba de bailar continuamente, haciendo más quilómetros parado que en una maratón corriendo jeje. Lo que siguió a continuación estuvo francamente guapo, Trip at the brain y War inside my head tuvieron ritmos provocativos, imparables, y ya eran temas que todo el mundo conocía. Sobre el escenario se vivía el desfase. Uno corriendo por aquí, otro danzando por allá… muchísimo movimiento y buen rollo con el público, que llegó a su cúspide en Send me your Money y sobre todo en Pledge your Allegiance, genial, en la que indiscriminadamente comenzaron a invitar a la peña a que subiera al escenario hasta que se convirtió en una fiesta salvaje, pudimos ver al guitarrista enganchado del hombre con un fan, a Mike practicando boxeo con otro… ¡¡la hostia!! Sin duda uno de los conciertos que más me sorprendieron en todo el festival. A veces hay que dar oportunidades incluso a las bandas que a priori no te dicen demasiado… porque más sabe el diablo por viejo que por diablo.

Volviendo de nuevo a mi terreno, y con muchísimas ganas de verles tras un largo paréntesis de unos años desde la última vez (en uno de mis últimos Wacken, si mal no recuerdo), los semi-americanos Kamelot visitaban por primera vez (y esperemos que no por última) el Leyendas, con un gran disco como es el “The shadow theory” en el que vuelven a recuperar ese espíritu 100% Kamelot, esas melodías que habían ido perdiendo un poquito de fuera en sus anteriores trabajos. Probablemente hablamos de su mejor disco desde que marchó Roy Khan al que, sinceramente, no eché demasiado de menos porque Tommy Karevik se marcó un conciertazo de aplauso. Él ya hace mucho tiempo que dejó de ser ‘el nuevo’, pasando a ser uno de los músicos fundamentales de la actual formación y que es capaz de cantar tanto los primeros temas como los más recientes con una elegancia y un estilo soberbio. Así lo demostró desde el principio, cuando comenzaron a caer  Phantom divine (Shadow empire) o la más compleja Rule the world. Al sonido de la batería de Johan Nunez, el novísimo fichaje del grupo, se le dio una potencia extra en directo, que a su vez otorgó una fuerza inusitada a temas que ya todos conocemos. Insomnia fue una buena muestra de ello.  Muchos nos percatamos de la presencia de la corista, que no era otra que Lauren Hart (Once Human), otro motivo para no perdérselos… aunque fue una lástima que en la primera mitad su voz no luciera como merecía. Por ejemplo, su trabajo en The great pandemonium quedó un tanto escondido, aunque en When the lights are down su labor en los coros, especialmente en el estribillo, comenzó a apreciarse junto a la de los otros músicos, apoyando a Tommy en las voces, quien nos dijo en un momento dado que sonriéramos y saltáramos a más no poder, que íbamos a salir en su próximo DVD en directo. El momento en cuestión fue Amnesiac, uno de los temas que cayeron de su último trabajo, muy recomendable como digo. Y deberían haber seguido grabando… ya que con Veil of Elysium se montó una buena y fue una de las más coreadas de todo el concierto. Pero sin duda, con la que a mí y a mi chica nos explotó la cabeza fue con Center of the universe. Hubiese apostado que no iban a tocarla, pero cuando empezó su orquestación disparada, menudo subidón colegas. Puedo decir que especialmente la voz de Tommy brilló con luz propia, y que los coros de Charlotte adquirieron mucho protagonismo. Claramente llegábamos ya al sprint final, y tras un intenso solo del nuevo batería, March of Mephisto y Forever nos pusieron a más de uno los pelos de punta, esta última con intro de teclado incluida y alargada con la colaboración del público. Inesperadamente fue Liar Liar (Wasteland Monarchy), con un Thomas Youngblood, verdadera alma de la banda, muy entregado y teatral, la escogida para poner punto y final al bolo, aunque algun@s, como mi colega Tere, echó en falta la habitual Karma. Aun así, estuvimos ante uno de los grandes conciertos del día.

Precisamente con Tere y Ramón estuvimos un breve ratillo comentando el concierto… ¡¡y lo que todavía nos quedaba!! (seguro que estaban con los dientes largos esperando ya para Nightwish jeje). Pero más allá de Kamelot, incluso más allá de las estrellas finlandesas… para mí se acercaba el momento MÁS esperado de todo el festival, estando tan solo en la primera jornada completa. Y es que, por mucho que les he escuchado y admirado, por mucho que les he perseguido… nunca antes he podido coincidir, ni en concierto ni en festival con la súper-banda americana Mr. Big. Y os juro que lo he deseado y he lanzado plegarias por doquier, y cuando me enteré de que les confirmaban… joder, casi me caigo de rodillas. Aunque ya estaba convencido al 100% de la asistencia a este Leyendas, Mr. Big no hizo más que elevar al infinito mis ganas de que llegara el día. Y ahora que les tenía delante, que comenzaban a desfilar por el escenario el reputado Matt Starr, Paul Gilbert, el colosal Billy Sheehan y por último Eric Martin… sencillamente no me lo podía creer. Pero todavía más increíble fue observar que, en comparación con otras bandas grandes del día, el recinto estaba medio vacío pocos segundos antes de arrancar su concierto. No me cabe en la cabeza que la gente prefiera ver a Nightwish o a Kamelot antes que a estas bestias sagradas de la música, es que no le encuentro lógica. Pero en fin… mirándolo por el lado positivo, mas espacio vital para nosotros, porque al menos yo pensaba volverme jodidamente loco en cada tema y sudar hasta la última gota. De hecho, hablaba con mi chica planeando la agenda de aquí a final de año cuando, distraído, comenzó a sonar Daddy, Brother, Lover and Little Boy (The Electric Drill Song), pillándome desprevenido, y mi reacción fue tirar a la mierda todos los papeles que tenía entre las manos y empezar a saltar como un descosido. Quedé bastante perplejo ante la pasividad general, todo el mundo muy parado, mientras yo vibraba viendo a Paul Gilbert ejecutar el solo del tema con una taladradora en lugar de con los dedos. ¡¡¡BESTIAL!!! Oh, momento soñado…

De momento la cosa empezaba fuerte, con Rock’n’Roll Over y la apasionada Alive and Kickin’, con Sheehan dando vueltas con su bajo y Eric… bueno, como si sencillamente no pasasen los años por él. Nos faltaba Pat Torpey desde hace unos años a la batería, y el vocalista quiso dedicarle Take Cover a modo de merecido homenaje (recordemos que falleció en febrero de este mismo año). El feeling y la acojonante técnica de todos y cada uno de los músicos embargaban el recinto del Leyendas para crear un universo a parte, un mundo paralelo en el que todo era rock’n’roll, clase, virtuosismo y buen rollo, y no pudo haber mejor continuación que Green-Tinted sixties mind, uno de mis temas favoritos de la banda. Estaba claro que el “Lean into it” iba a tener un gran protagonismo, pues es uno de los discos que más prestigio les ha dado. Pero por supuesto, también pudimos disfrutar de algunos cortes de su más reciente obra, llamada “Defying Gravity”, de una de mis favoritas además, Everybody needs a Little trouble. Pero como no tienen disco malo, tenían que ofrecernos muchos más clásicos de todos sus discos, como la contundente y rockera Price you gotta pay (que empezó con Billy tocando la armónica). A partir de aquí, si la parte musical no había sido lo suficientemente ostentosa, se desató la locura, con un Paul Gilbert estratosférico y asombrosamente perfecto, metiéndose un solo de guitarra con decenas de registros diferentes que nos dejó a todos con los huevos en el suelo… aunque vamos, no creo que nadie sea tan estúpido como para discutir que estamos hablando de uno de los mejores guitarristas del mundo. Tremendo. La coordinación entre este mismo y su compañero Billy, un auténtico espectáculo de músico fue especialmente palpable precisamente en otro de los temas nuevos, en este caso Open your eyes, donde virtuosismo imposible y feeling se dieron la mano una vez más de forma inseparable. De nuevo el guitarrista protagonista junto al bueno de Eric Martin, se colgaron sus acústicas para comenzar la qué, según el cantante, es una canción que siempre llena el aire de buen rollo, y esa es su versión del Wild world, tema conocido por heavys, rockeros, poperos y hasta gente que suda de la música.

Vi, en general, mucha compenetración entre todos los músicos, vi a un Eric grandioso, que se cargaba la banda a espaldas a la hora de animar al gentío, de cantar maravillosamente bien con sus posibilidades actuales, con muchísimo soul, y de lucir tan joven como si hubiese viajado al pasado. Un auténtico monstruo del escenario. Y por supuesto, vi a un Billy Sheehan desmesurado, incontenible, colosal… cualquier adjetivo con que intente describirlo se queda diminuto. Comunicativo y amable, fue otro de los grandes alicientes del concierto. Tocando es un Dios vivo, y no veáis como se defiende con los coros (por ejemplo, en Around the world). Su técnica, su velocidad, su precisión y su elegancia le convierten también en uno de los mejores del mundo con su instrumento, sencillamente incomparable. Jamás volveré a lavarme los ojos después de haberle visto tocar. Continuaba la fiesta con Undertow, con la gente un poco más movidita, aunque ni de lejos con la emoción que llevaba yo en el cuerpo. Dos seguidas del “What if…”, por cierto. No sé a qué esperaba todo el mundo para explotar. Después de un BRUTAL solo de Billy (lo que me faltaba por ver… impresionante…) a quien se unieron Matt y Paul, siguió ese torbellino llamado Addicted to that Rush. Si a vimos a Eric cantándola en el espectáculo Rock Icons hace un par de años, no podía faltar aquí con su banda principal. Otro subidón que me puso la tensión a mil por hora. La sudada que llevaba encima era para hacerme un retrato. Estaba casi deshidratado, así que me vino de perlas algo más relajado como To be with you. Aquí sí que todo el mundo puso sus voces a disposición de Eric. ¿Qué deciros? Que fue un momento… mágico, donde incluso alguna lagrimilla se escapó. La culminación, tras este paréntesis de sensaciones extra, llegó con Colorado bulldog, y todavía hubo menos aplausos de los que los americanos se ganaron. Virtuosismo, elegancia, mucho rock’n’soul y unos temacos con un feeling de infarto. El mejor concierto de todo el festival junto al de Saxon. Alzo el puño en son de victoria y grito… ¡¡¡¡¡POR FIN!!!! Nada más que añadir.

Salí completamente baldado, pero extasiado de aquel ansiado concierto, y estaba seguro de que cualquier banda que viniera a continuación me iba a saber a poco, incluidos Nightwish, cuyo concierto tampoco esperaba con mucho ahínco. De hecho, prefería bastante antes reservar fuerzas para ver a una bandaza como Bonfire, ya que los pies empezaban a doler cosa fina. La cuenta atrás en la enorme pantalla que guardaba las espaldas de la banda empezó a descontar un minuto. Decidí, finalmente, verles sentado durante algunos temas. Así que… podéis imaginaros el incontenible subidón que me dio escuchar End of all hope de forma tan inesperada, un tema que creo no haberles visto tocar nunca. Un tema lleno de recuerdos, de significado y una de las mejores melodías que han compuesto. Sin pensarlo dos veces, salté de mi reposo (una vez más jejeje) y me acerqué tanto como pude, a punto de sonar otras grandes como I wish I had an angel. Por suerte, no solo centraron su setlist en temas típicos de su carrera. Me sorprendieron bastante en este sentido, incluyendo algunas como 10th man down o la melódica Come cover me, dos temas antiguos pero no estrictamente Power Metal, que es lo que hacían en sus inicios. Muy bien seleccionadas y traídas al directo. La cosa cada vez pintaba mejor, todo adornado con chorros de fuego, chispas y unas imágenes de ensueño transmitidas por la pantalla que cubría todo el telón trasero. Un show impresionante a nivel visual, sin olvidar los grandes músicos que forman la banda, como el virtuoso Emppu Vuorinen, uno de los fundadores, con sus clásicos despatarramientos y solos tan eléctricos. Troy Donockley fue otro de los músicos que dio un color extra a las melodías en directo, tocando por ejemplo la flauta en Gethsemane o la gaita en la posterior I want my tears back. Élan entró perfectamente para definir las dos mitades del concierto, aunque ciertamente su último trabajo me ha costado un poco de entrar y no tuvo excesiva representación. La antes mencionada época más power quedó excelentemente plasmada con Sacrament of wilderness, otro de esos temas que cayeron como una sorpresa, con toda la fuerza del doble bombo de Jukka Nevalainen unido a los teclados de Tuomas Holopainen, líder de la banda. Y es que una formación tan estable a lo largo de los años da sus frutos en directo. Se notaba lo compactos que sonaban, la uniformidad en el sonido y el empaque que tenían cada uno de los temas. Sabía que también la tocarían, era cuestión de tiempo, pero por alguna razón, casi la había olvidado, esa grandiosa melodía de Amaranth fue un soplo de aire fresco en un momento que me pilló algo distraído y cansado, una inyección de energía extra en la que, sin embargo, y por extraño que parezca, eché mucho de menos la voz de Anette Olzon, esos agudos tan afinados, el timbre más natural… no sé, es como si le hubiese faltado fuerza. Sin embargo, esto es lo más negativo (y siempre a nivel personal) que puedo decir sobre la vocalista actual.

En cuanto la anunciaron como voz oficial, lo dije: Floor Jansen es la cantante definitiva para Nightwish. Su amplio rango, su capacidad de adaptación y su incomparable encanto en directo la hacen casi todopoderosa, como muchos pudimos comprobar aquella noche. Las partes líricas, que sonaron algo ‘débiles’ al principio, fueron cogiendo cuerpo, y su desbordante belleza y simpatía hicieron el resto a la hora de conquistar a todos sus fans. Tuvimos, en seguida, otra buena dosis de Power Metal sinfónico y oscuro con Devil & the Deep Dark Ocean, también de su segundo trabajo “Oceanborn” (¡del que más tocaron, de hecho!). A temas como este me refería cuando decía que la elección del setlist me sorprendió bastante, sin olvidar por supuesto grandes hits híper conocidos como Nemo, que se sirvió de las voces de la peña para sonar más alto todavía. Respecto a esto, quizá no le hubiese venido mal un poco de volumen extra a la banda para acabar de sonar perfectos. Aluvión de recuerdos, de nuevo, con Slaying the dreamer, en la que Floor estuvo espléndida, sobre todo en los tonos altos, sin perder esa encantadora sonrisa y moviéndose con una gracia infinita. La cosa iba tocando fondo, y Marco Hietala nos dedicó unas palabras, también a la hora de presentar los temas. Lo que muy pocos imaginaban es que a estas alturas aun fuese a caer The Greatest Show on Earth. No tocaron sus más de 20 minutos, obviamente, pero sí al menos un par de capítulos. Como colofón escogieron un tema de su “Once” llamado Ghost love score, que la peña se conocía de pe a pa. Al final, un espectáculo digno de ver, para mi gusto un tanto largo porque hace muchos años que Nightwish ya no me emocionan como al principio (con toda la mierda y la salsa rosa del tema Tarja se transformó bastante en una banda fanboy, y se han ido comercializando mucho con el tiempo) pero aun así, creo que el mejor concierto que les he visto, quizá salvo aquel en 2003 con la vocalista original.

Entre pitos y flautas (nunca mejor dicho respecto al concierto anterior jajaja) en todo el día no había tenido ni 5 minutos seguidos para sentarme a descansar y me estaba empezando a pasar factura, sobre todo por la espalda. Muchas horas seguidas y mucho calor al pie del cañón. Pero… vaaaaaaya, que mala suerte, una de mis bandas favoritas del día  (100% imprescindibles) iban a tocar en muy breves y no podía permitirme apalancarme. Qué se le va a hacer. Corriendo al Mark Reale, pues, a ver a estos Bonfire, que hacía nada menos que trece años (si, 13) que no veía en directo desde aquel mítico Atarfe Vega Rock del 2005. Aun llegamos con tiempo suficiente para ponernos de palique con mi primo David y Dani, que también vinieron con nosotros, mientras tomábamos un rico kalimotxo. Al poco rato, estos se piraron y me quedé solo frente a frente con los alemanes, que comenzaban a salir saludando a su público. Supongo que el primer tema en sonar, Temple of lies, dejaría descolocados a aquellos que no hayan seguido la última trayectoria del grupo, ya que es, probablemente, el tema más Heavy que han compuesto en sus más de 30 años de carrera, que se dice pronto. Como presentación de su actual vocalista, Alexx Stahl, no pudo ser mejor, desde luego. El tío nos dejó a todos con sus bestiales agudos y su aguante hasta el final, con una potencia inusitada. Perfecta también para presentar su último trabajo, que da título al tema. Había muchísima gente viéndoles. En este caso, entiendo que fue una sustitución de última hora… pero Bonfire tienen estatus de sobra para tocar entre los más grandes de los escenarios principales. Un tirón de orejas para el Leyendas por esto, aunque como digo en este caso se puede entender (no en el de Freedom Call, que os contaré en la crónica correspondiente). Aunque el primer tema fue cañero a saco, bajaron un poco el ritmo y fue cuando la gente empezó a responder de verdad, con Never mind o Don’t touch the light, temas mucho más clásicos dentro del Hard Rock tradicional. El buen rollo general se hacía notar, creo que no fui el único encantado con el cambio, a pesar de que probablemente la banda haya perdido mucha atención por parte de sus fans debido a los múltiples cambios de formación, incluyendo la importante desbandada en 2015 y 3 vocalistas distintos en los últimos 4 o 5 años. Hans Ziller es el único superviviente desde los inicios, aunque sorprendentemente no se hizo mucho de notar, más caña en el escenario dio su compañero Frank Pané y sus fulgurantes solos. Tony’s Roulette fue sin duda uno de los temas de la noche, con un rollazo impresionante, puro hard rock americano de finales de los 80 pero desde Alemania. Comentaba con gente que tenía a mi lado, vaya pedazo de banda, mientras nos relajábamos un poco al ritmo del medio tiempo You make me feel. Lo cierto es que, pese a ser en el escenario cubierto, el sonido era más que decente, realmente bueno, con unos coros muy destacados y fuertes, algo básico en el sonido de la banda e imprescindible en temas con los que todos nos desmelenamos: Praying 4 a miracle y aquella que compusieron en su día Paul Stanley y Bruce Kulick junto al productor Desmond Child, una garantía de éxito comercial, llamada Sword and Stone. Seguimos al rollo, disfrutando del estilazo de su batería y de un buen sonido. A pesar de las horas y de la coincidencia con Watain, la gente continuaba entregada a saco y es que Bonfire tampoco son demasiado fáciles de pillar por aquí. Hora, por cierto, de ir desgranando ya los grandes clásicos, empezando por American nights (buaaaaahhh) o Sweet obsession. Son este tipo de temas los que te proporcionan una inyección de energía en vena, aunque lo cierto es que el bolo en general llevaba un ritmo trepidante, y por suerte la gente sabía apreciar lo bueno. Grandes coros de nuevo en S.D.I. y esencia ochentera a piñón, mucho guitarreo y solos con mucha actitud, y sobre todo mucha sensación de hermandad con Champion, una de las más esperadas, donde la gente se puso a saltar sin parar y de nuevo otro vistazo al “Fireworks”, para muchos su mejor disco con Ready 4 reaction, gran broche de oro para cerrar por todo lo alto, y eso que eché en falta algunos temas como Stand or fall, Crazy over you o Daytona nights. ¡¡Pero es que Bonfire son puta ley!!

Entre grupo y grupo, paramos para ver un ratito de Warcry, por distraernos más que nada, mientras sonaban Contra el viento, Nuevo mundo o Cobarde, nada que no hayamos escuchado ya decenas de veces en sus conciertos. Supongo que otras serían del último disco, que todavía no he escuchado, pero a pesar de conocer todo lo anterior al dedillo, siento cada vez más que es un grupo que ya no puede aportarme absolutamente nada, y más viendo como se ha puesto en los últimos años el panorama nacional dentro del Heavy Metal, el Power o el Hard Rock, prefiero prestarle más atención a estas nuevas bandas.

Qué extraño fue lo de Celtibeerian / Ankhara… Antes de celebrarse el festival se comentó algo sobre que intercambiaban posiciones, después se puso un aviso en la puerta con el horario, y finalmente se quedaron como estaban al principio. Me hice un lio de la hostia. Pero finalmente, tocaron Ankhara, y es algo que me jodió bastante, porque podría haber visto un buen cacho más de su actuación de haberlo tenido claro; me encanta esta banda. De todas formas, fuimos a darnos un voltio por el mercadillo, al lado del escenario cubierto, y ahí nos enteramos, mientras sonaba No mires atrás, y esto significaba que entraban en la recta final con uno de sus temas más emblemáticos. Al llegar corriendo, vimos que un número bastante aceptable de personas estaban viéndoles. Me alegra ver que hay gente entregada a ellos hasta tan tarde, ya que mucho me temo que, a pesar de haber sacado un buen trabajo después de la friolera de 15 años sin novedades discográficas y de tener grandes músicos en su formación, va a ser un grupo que va a tener que trabajárselo incluso más que muchos para continuar progresando. En cualquier caso, lo importante era disfrutar de lo que quedaba, y por suerte arremetieron con uno de los mejores temas de su reciente Sinergia, Sigo en pie, que sin tirar por lo fácil, tiene un estribillo con mucho gancho. Por cierto, ya se adivinaba desde lejos, pero aquella noche Pacho estaba pletórico de pulmones. Alberto Marín, como siempre, hecho una furia sobre el escenario, metiéndole al headbanging y mirando con mala leche mientras le da cera a la guitarra con sus poderosos riffs… y es que Ankhara siempre fue SU BANDA y se nota que quiere luchar por ellos. Sobre todo me llegó la voz de Pacho en Océanos de lágrimas, con unos agudos muy potentes, y me gustaría haber escuchado Te toca sufrir, porque tela las exigencias vocales de esta última… Lo del escenario pequeño este año fue algo muy grande. A parte del nivel de las bandas que tocaban en él, el sonido mejorado a años luz de otras ediciones, se respiraba un buen ambiente de esos que se nota al respirar, con toda la peña gritando y saltando, animando, dando palmas, headbanging… algo que se pudo ver claramente en Hasta el fin, en la que nos pidieron que pusiéramos toda la carne en el asador. Cecilio, como siempre, rápido y mortal, da gusto verle tocar. El propio Alberto se despidió de nosotros no sin antes mostrarse muy agradecido y obsequiarnos con su tema más querido, Acordes mágicos, que sigue siendo la única que pude escuchar de aquel “Sombras del pasado” que redescubrí hace unos años y tanto me mola. Naturalmente, aunque fue un intervalo muy cañero, me quedé con muchas ganas. Pero siguen fuertes.

Si antes hablaba de bandas nacionales emergentes dentro de nuestro rollo, de sangre nueva y fresca, hablar de Xtasy es dar en el clavo. De no haberles conocido poco tiempo antes de este Leyendas, mi running order habría terminado en Bonfire o en Ankhara como mucho. Pero habiéndome machacado en poco tiempo los dos discos que esta gente tienen ya rodando por ahí, no podía obviar el hecho de que… me encantan, y tenía que verles aunque tocaran a las santas 3 de la madrugada, cuando yo ya estaba hecho puré de patatas. Al menos habían conseguido tocar en el escenario pequeño, que ya es mérito para una banda con tan poca historia. Algo me decía que iban a dar un buen concierto, porque aptitudes tienen de sobra en estudio. Tras una pequeña intro, Jorge, Chema, David y Gari, acompañados por la guapísima Silvia salieron a escena, sin armar mucho jaleo ni exigir más de la cuenta, conscientes de la hora y del cansancio acumulado de la peña, y sin embargo, dispuestos a dejarse el cuello y los dedos a base de tocar y darlo todo, caiga quien caiga empezando con Broken heart y One in a million, que se me quedó grabada en la cabeza para el resto de la noche. Y es que esta gente, aparte de tocar de puta madre, tiene en las melodías pegadizas y efectivas su mejor baza, en ese rollo compositivo tan guapo que al mismo tiempo puede evocar los años 80 de Bon Jovi o Vixen o mirar a la nueva ola de bandas de Hard Rock suecas. Y no es para nada extraño, ya que ha sido Erik Martensson quien ha producido sus dos discos, “Revolution” y “Second Chance”. Esto solo puede significar una cosa: otra banda para seguir y que si consigue ser escuchada lo suficiente, van a acabar siendo grandes. Su vocalista presentaba los temas y no paraba de dar palmas, intentando levantar los ánimos de las primeras filas con una mirada encantadora y lo más importante, cantando de lujo, ya fuese Under the gun o la esperadísima (mi favorita) Said and done, probablemente la más comercial pero vaya gancho que tiene. Mientras tanto, David al bajo se volvía loco por momentos, con una forma bastante chula de tocar (muy de los 80) y sin parar de desmelenarse, haciendo un gran dúo con su compañero Chema, en temas como Speed of light o Second Chance, donde se les unió Jorge y los tres se pusieron, chulería al máximo, a tocar juntos, codo con codo. Los que resistimos ahí hasta última hora vimos nuestra paciencia recompensada con un buen puñado de temas y melodías guapísimas, aunque un sonido algo rebotado y confuso (a veces costaba unos segundos identificar los temas), pero el grupo tenía claro que venían a por todas, y algunos temas como el primer single que sacaron, Stronger, aun estaban por sonar. La atmósfera que creaban, pese al mejorable sonido, era fantástica y con cada tema: Into the fire, con un punto que trae a mi mente bandas como Lullacry, Never surrenders (imparable Silvia a la voz) y claro, Revolution, perfecta para decir adiós y arranque final de todo el mundo para saltar y gritar con la poca voz que nos quedaba ya. Os lo aseguro, si os mola este rollo, 100% recomendables y con mucha perspectiva de seguir creciendo.

Así, dimos carpetazo al segundo día (primero completo) de este Leyendas 2018, aunque aun nos entretuvimos un rato en el campamento base que teníamos montado en la zona de caravanas, esperando que esta noche no hubiese monos haciendo control y con ganas de joder la marrana. La verdad es que el día había sido muchísimo más intenso de lo que pensaba, y miedo me daba pensar en los dos que quedaban, porque menudo cartelón de no parar… Pero como pasa siempre, al final uno ni se da cuenta y ya ha pasado lo mejor del año, así que después de un buen descanso, al día siguiente me encontraría otra vez como nuevo.

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