domingo, 14 de octubre de 2018

Cuadruplete (4/4) La noche con voz de mujer (Female Metal Voices Fest 2018, Domingo 07/10/18, Sala Caracol, Madrid)

La numeración que pongo al lado del título de las crónicas de estos días ya hace spoiler por sí solo, pero en aquella mañana de domingo, ni yo mismo tenía claro lo que iba a suceder. Con el lunes libre, teníamos aun un par de días para disfrutar de nuestra visita a Madrid, visitando a peña y lugares. Pero en el tema de conciertos, en teoría, ya habíamos cumplido. El más llamativo de aquel domingo, evidentemente, era el de Europe en La Riviera, y era el que en principio pensábamos ir para completar el ciclo, pero el abusivo precio de su entrada nos echó para atrás casi de inmediato, y más después del agujero en el bolsillo que supusieron los anteriores. Sin embargo, mi colega Pedro me aconsejó acudir a un festival llamado Female Metal Voices Festival 2018, que precisamente también se celebraba allí, esta vez en la Sala Caracol, y en el que actuaban cinco grupos que, salvo en el caso de Kobra and the Lotus, eran unos completos desconocidos para mí, aunque por supuesto esto último no me ha frenado nunca. Ya se iba tejiendo el gran plan, el del gran cuadruplete de fin de semana. Sin embargo, no las tenía todas. Un ‘personaje’ extraño con el que nos cruzamos a la salida del metro, nos aseguró convencido que las entradas para dicho evento estaban completamente agotadas, lo que me hizo entrar en tensión (no puedes prometerle un caramelo a un niño y luego no dárselo jejeje), por lo que bastante rato antes de que abrieran puertas, ya estaba yo allí como un clavo, en las puertas de la conocida sala, haciendo la larga cola para salir de la duda que podría convertir un domingo normalucho tirando a malo en otra velada maravillosa de concierto (independientemente de quiénes tocaran).

El festival reunía a cinco bandas, pero al mismo tiempo, a todo un espectro de estilos y tesituras con un mismo pretexto, una misma condición: todas ellas tenían que estar comandadas por una vocalista femenina al frente. Ah, y otra cosa más: todas dieron un espectáculo para quitarse el sombrero y se dejaron los cuernos en el escenario, esto fue otro denominador común. Así pues, definitivamente, me enfrentaba a una velada épica, larga e intensa con muchas bandas y horas por delante. Como he explicado antes, llegamos a la cola con tiempo de sobra, y cuando llegamos a las puertas de la Caracol… como ya supuse desde un primer momento, la historia de las entradas agotadas era totalmente falsa, y el portero casi se rió cuando le pregunté si aún quedaban. Ese fue el momento en que sabía que iba a ser una tarde/noche grande, y fugazmente solté los 25 pavos y (solo) me metí en la oscuridad de la sala.

Un telón muy vistoso tapaba completamente el escenario, con una imagen guapísima proyectada sobre él con el cartel oficial del festival. Todavía tuvimos que esperar un buen rato hasta que pudimos ver en acción a la primera banda. Mientras tanto, me dediqué a buscar a algún colega que anduviera por allí, a darle un vistazo al merchan… etc. No es que me aburriera, pero así aprovechaba mejor el tiempo.

El siempre delicado lugar de apertura lo ocuparía la formación italiana Asphodelia, aunque no fue tan traumático como pueda parecer, ya que la sala afortunadamente ya registraba una buena entrada. Una alegría ver como la peña no solo se iba a preocupar de las dos últimas bandas y realmente venían a verlas todas; esa es la actitud, y para eso era un festival, para disfrutar de todo mientras durase. Se abrió el telón de par en par y ahora sí, Asphodelia abrieron fuego con el primer tema de su único disco, titulados ambos por igual Welcome Apocalypse. Por suerte, mi idea inicial de encontrarme con un clon de los desaboridos Evanescence se esfumó poco a poco, aunque sus riffs machacones y contundentes seguían teniendo cierto regustillo a estos. Sus dos guitarristas, Ruggero y Gianni le dieron bastante color: a pesar de que solían tocar riffs toscos y apagados, siempre hubo tiempo para algún solo o algún ‘dibujo’ guitarrero particular. Continuaron con su última composición, Cassandra, que por la ovación del público, debe ser ya más conocida, y me encontré con unas guitarras bastante más Heavys, aunque su tempo es muy variado. Su estilo es básicamente un Metal sinfónico con potencia en sus bases y una vocalista que se mueve entre registros limpios y, en menor medida, líricos, pero que sobre todo, se movía y actuaba de una forma excelente, ganándose a la peña a los pocos temas. Seguían cayendo riffs crudos y sólidos con Alive o Heroes, a pesar de que esta última apostaba mucho más por la melodía, y fue una de las que más me gustó por su estribillo. La bella Samuela seguía mostrándonos sus recursos sobre el escenario sin dejar de bailar, de gesticular y de cantar sorprendentemente bien, con una voz muy preparada, continuaban dando cancha al disco que tienen con Mirror Mirror y, en opinión de un servidor, su mejor tema, llamado Flowers of evil, con una melodía guapísima y encantadora, que fue subiendo en intensidad sin abandonar ese puntito comercial. A decir verdad, me vinieron a la mente bandas como Stravaganzza o Ebony Ark al escuchar alguno de estos cortes. A destacar, por supuesto, el trabajo de su bajista, con un instrumento de 8 cuerdas y una buena técnica, aunque algo tímida en el plano escénico. Deduzco que, por algún motivo, reemplazó al anterior bajista, Davide. El sonido fue bastante bueno, aunque la voz sonaba algo distorsionada, y se echó de menos algún teclista ‘real’ en la banda. Con un solo tremendamente rápido (y de los más destacados), The Show sirvió para decir el adiós definitivo a los poco más de 30 minutos que tuvieron disponibles. Genial concierto para empezar.

Sin esperar nada especialmente grande de ellos, ni haberles escuchado en mi vida, con Ignea llegó la gran sorpresa de la noche y, junto con Kobra and the Lotus, la actuación que más me gustó. La verdad es que me dejaron casi boquiabierto. Son una jovencísima banda que venían desde Kyyiv, Ucránia, con tan solo un disco y un EP en su corta carrera (aunque sus miembros tienen experiencias anteriores) pero que para mí supusieron un auténtico torbellino, tanto en lo musical como en actuación. Con la intro de su disco “The sign of faith” sonando, la banda se plantó ante nosotros parados como estatuas, sin mover ni un solo miembro ni pestañear, pero la situación se invirtió radicalmente cuando comenzó a atronar el riff de Sputnik. Unas guitarras que golpeaban en toda la cara, un bajo que se te clavaba y sobre todo, una batería muy contundente, con riffs directos y lacerantes, mientras su cantante Helle Bogdanova, daba las primeras notas ataviada con una bonita bata roja muy llamativa. El cambio estilístico apenas se notó hasta el momento, pero quién iba a decirnos que Helle, tan pequeña y poquita cosa como parecía en el escenario, iba a sacar esa voz tan monstruosa y flipante, una de las más graves que he visto en una cantante femenina. En Alexandria sucedió al revés, primero guturales y después limpios, con una melodía que me enamoró inmediatamente, un tema con un potencial enorme al que sacaron todo su jugo en directo... ¡¡mi cuello sacaba humo con ese riff!! Y empecé a captar el principal valor diferencial de la banda, esas melodías orientales tan cautivadoras, mezcladas con una potencia demoledora. Si hablamos de músicos, ‘calité’ a saco, lo necesario para incluir esos toques sinfónico-progresivos por los que también destacaron. Los exóticos bailes de la vocalista acompañaban nuevos cortes, como Queen dies (lo último que han hecho hasta la fecha), y con la que el mastodóntico teclista Evgeny Zhitnyuk abandonó su puesto para ponerse a hacer headbanging en las primeras filas; fue uno de los momentos más espectaculares del show, que continuó con Halves rupture y Şeytanu Akbar, cantada en contra de toda forma de terrorismo. El batería se estaba pegando la sudada de su vida, pero hacía bien en aprovechar el momento, ya que su instrumento era sin duda el que mejor sonaba, aunque en general iban mejorando poco a poco todos ellos. El de las guitarras me recordó a bandas como Hamlet o Messhuggah, por poner dos ejemplos distintos muy graves pero también muy orgánicas. Tal vez Helle no fuese la cantante más comunicativa, pero tenía encanto y tablas para parar un tren, con sus bailes, aprovechando la bata, o soltando alaridos como si no hubiese mañana, como hizo ya con su último tema, Leviathan, que a su vez es un cover de una banda llamada Ultra Sheriff. No sé, por decirlo de alguna forma, tuve una compenetración con este grupo que no volví a tener con ninguno más, me atraparon sus toques orientales, el saber estar de su vocalista, la técnica de sus músicos y su gran personalidad… Sencillamente brutales y 100% recomendables.

Me acerqué a la salida por ver qué tipo de estrategia utilizaban para controlar al personal y la respuesta fue sencilla: ninguna. Salí de la sala, quedé con mi chica que volvía de tomar unas copas por ahí, y volví a entrar sin mostrar sello, ni entrada, ni ‘na de na’, supongo que ficharían a la peña por el jeto, jeje. Sea como sea, la estancia en la sala Caracol fue muy agradable. Un ambiente muy familiar, muy de buen rollo, con gente con muchas ganas de ver Metal y descubrir nuevas bandas, un buen sonido en general y espacio para respirar pero sin sensación de vacío, entre otras cosas también porque la sala es bastante pequeña pero al mismo tiempo perfecta para un evento de este tipo y en domingo. Cuando vi a mi colega Jorge, se acabó el estar solo durante los conciertos. En seguida me uní a él y empezamos a darle a la “sin hueso” sin parar (y es que es un placer poder hablar de Metal con alguien de ese nivel), también con Natalio y otro colega suyo que apareció poco después. Por supuesto, un abrazo para todos.

Cuando Jorge me comentó que Skarlett Riot hacían algo similar a un Hard Rock melódico, me impactó bastante su comienzo, con una rapidísima y cañera Tear me down, en la que sin embargo sí se dejaban entrever ciertos toques de Hard Rock, eso sí, de la parte más moderna, lo que me dejó un tanto descolocado. Esperaba un rollo más, digamos, Eclipse o incluso Crashdiet, por decir, algo que se fue difuminando especialmente en los siguientes temas, como The Storm o Empty Inside. Skarlett era el nombre de la vocalista de pelo verde que hacía también las veces de líder y portavoz de la banda, y se empeñó en demostrarnos con sangre, sudor y lágrimas que se las sabía todas sobre el escenario, usando técnicas de lo más simpáticas como dar la mano, sonrisa perpetua y mucha comunicación para agradar, convencer, y finalmente, conquistar al público, que estuvo bastante volcado con ellos. Especialmente en algunos temas como Closer se hacía más patente la vena más popera y moderna del grupo, empezando por la voz de la propia Skarlett, y los ritmos más saltarines y entrecortados, recordando a bandas como Lullacry en ocasiones, y acercándose a bandas que detesto como Bullet for my valentine o Asking Alexandria. De todas formas, por suerte la música no era sencilla, y hubo pasajes bastante técnicos, especialmente para su bajista Martin Shepherd, quien por cierto, también se encargó de los coros con solvencia. Pero aquí no hubo guturales, no fue un concierto orientado hacia la brutalidad, más bien hacia sonidos más actuales, especialmente cuando caían temas recientes de su último “Regenerate”, que, por lo que he escuchado, ha cambiado bastante el estilo inicial del grupo. En la batería los contrastes y los contratiempos eran marca de la casa; diría que fue el músico que más me gustó de aquel rato, tocando casi sin respirar y al mismo tiempo dándole a la melena, como sus compañeros en Calling, que fue de lo más movidito, o The Wounded, extraída de su EP “Sentienced”. Y es que hablamos de una banda proveniente de Reino Unido bastante más experimentada que las dos anteriores, y eso se notaba en algunos detalles. Sí es cierto que noté, sobre todo a última hora, algunas idas y venidas en la afinación vocal, pero que Skarlett suplió perfectamente con el público ya en su bolsillo. Para rematar la faena, no se les ocurrió otra cosa que bajar, tanto Skarlett como Danny y Martin, abajo del escenario, entre la gente, para interpretar el último corte de la noche, Warrior, así que imaginaos el rato de fiesta final… ¡Más cerca de ellos no pudimos estar!

Kobra and the Lotus seguramente sería una de las bandas más deseadas de la noche, aunque contaban con el curioso hándicap de haber visitado la capital tan solo hacía unos meses, en su gira en solitario. Probablemente, de no haber estado incluidos en el pack de este festival la afluencia de gente habría sido mucho menor, ya que incluso coincidieron en la misma sala. Para mí, por fortuna, era una oportunidad perfecta para verles, además, por primera vez. Por eso os digo que aquella fue una noche de descubrimientos en directo, aunque a estos sí les conocía de hace tiempo… de hecho era la banda que más ilusión me hacía, en principio. Y desde luego, salí de todo menos defraudado, porque en mi opinión dieron un conciertazo de agárrate y no te menees. De nuevo, el telón se desplazaba lentamente hacia los laterales, dejándonos ver ya a los instrumentistas y, por último, a la imponente Kobra Paige, verdadera alma de la banda, aunque sin menospreciar la enorme calidad de sus compañeros. Tras una introducción con carácter bastante terrorífico, la potente batería de Marcus Lee dio el pistoletazo de salida, sin más preámbulos, con Losing my humanity, tema que representó muy bien lo que iba a ser el concierto. Ms. Paige fue calentando su voz (y haciendo lo mismo con el personal, en el mejor de los sentidos) y para Triggerpulse ya se la veía ‘on fire’, pisando fuerte, plantándose en el mismo borde del escenario desafiante, y cantando como Dios, con unos picos de agudos realmente espectaculares y llenos de fuerza. La batería de Marcus fue uno de los instrumentos que más destacó de principio a fin, particularmente bestial en Specimen X (The mortal chamber), atronadora y voraz, con unos golpetazos por parte del músico que se notaban en el pecho. En general, se percibió una clara subida de nivel en cuanto a sonido.

El único tema que se salió de la tónica general, ese Heavy Metal con algún amago de Death melódico y claro estilo americano, fue Light me up, un medio tiempo cargadito de feeling que la banda, especialmente los guitarristas, interpretaron a la perfección, juntándose estos dos últimos en el solo para un resultado más espectacular. A parte de sus movimientos y de su carisma, Kobra también quería poner su granito de arena a la hora de ‘salirse’ de lo habitual, e hizo la gracia de pasar su móvil personal al público para que nos grabásemos mientras lo rulábamos hacia su mánager, que estaba al final de la sala (mientras la vocalista bromeaba: ‘por favor, no me robéis el móvil’ jeje). Esto sucedió mientras sonaba Let me love, uno de los cortes más comerciales que han compuesto, pero que en directo sonó de auténtico lujo, más fuerte y con más garra incluso. Aunque extraño, otra pequeña introducción en mitad del concierto dio paso a Hell on earth, que inauguró la recta final. Como alguno ya habrá intuido, su segunda venida a Madrid en este 2018 fue para presentar, de forma exclusiva, sus dos partes de “Prevail” en directo, no hubo nada más. Ninguna objeción por mi parte, ya que creo que es de lo mejor de su carrera, aunque eché en falta algo del “High Priestess”. Se nota que tiraron por lo fácil, singles, videoclips y temas más conocidos, pero la cosa les salió muy bien y triunfaron de lo lindo. Kobra, como digo, cantó de puto lujo, con solidez, afinación y cuerpo, y con unos agudos flipantes que no la cansaban lo más mínimo. El bajista Brad Kennedy, con sus patillas, fue uno de los más activos del concierto, y un homenaje vivo al Dios Lemmy. My immortal fue el único momento que me pareció algo monótono, pero remontaron con Velvet roses, con un ritmo más cañero y motivador, y con la propia vocalista pidiendo ánimos y movimiento. Hay algunos que aseguran que el show fue algo ‘soso’, pero no se escucharon en toda la noche tantos gritos con nombre de banda como con Kobra and the Lotus, especialmente al terminar You don’t know, todo un pelotazo a la que, seguidamente, sucedió Gotham, una de mis favoritas y probablemente la mejor de todo el concierto. Para mí, junto a Ignea, los grandes ganadores de la noche. Y aun así, algo me dice que aun podrían dar más en directo. Deseando volver a verles pronto.

Y del mayor triunfo, a la mayor decepción. Pero antes, mientras esperaba el cambio, estuve hablando largo y tendido con mis colegas sobre el festival en sí y las actuaciones en particular. Salí a echar un cigarrito, cuando ya era completamente de noche, y los componentes de Ignea también estaban allí a las puertas. Cuando empezaba a helarme, volví dentro cuando ya faltaban escasos minutos, que se me pasaron muy despacio esperando, deseoso, a que comenzara el concierto, para ver qué podían ofrecerme estos renombrados Butcher Babies, a los que por cierto, no había escuchado ni un solo tema, lo cual me pareció raro… porque además unas cuantas noches antes ni siquiera les había oído ni nombrar. El inicio fue verdaderamente explosivo, y ya con el primer tema, pusieron a la sala entera a botar, aunque el sonido todavía no era todo lo potente que llegaría a ser. Muy cañeras y tirando de una batería muy acelerada para arrancar, siguieron desfilando temas como Burn the Straw man, Monster ball, o la (de nuevo) rapidísima y mortífera The Butcher, aunque también al poco rato… llegó el sopor. A pesar de la cantidad de breakdowns, del inmenso poderío escénico de Heidi y Carla, sin duda reclamo principal de la banda, esta música, por mucho que lo intenté, no me llegó ni lo más mínimo. Mucho salto, mucha voltereta y mucho berrido, pero me estaban aburriendo poco a poco. Y es que, lo que dudé al principio, se convirtió en puro chandaleo ultra-moderno a base de breakdowns gratuitos, ritmos súper cansinos y voces planas y saturantes.

Sinceramente, no creo que dos ex modelos de Playboy (y me sabe mal decirlo, pero es así) puedan tener mucho crédito a la hora de montar una banda de Metal (aunque esta no lo era, claro). Eso sí, buenas estaban que tiraban p’atrás, muy atléticas, saltando continuamente (especialmente Heidi) y tirando de molinillos, como Carla. Intenté buscar algún motivo para disfrutar en los músicos, en algún detalle, pero no me transmitían. Todos los temas me sonaban igual, desde Headspin a Grim sleeper, hasta llegar a Pomona, un tema totalmente infantil, lleno de ‘mothefuchers’ y ‘fuck’ multiplicado por 100 pero sin ninguna gracia. ¡Oh! ¡Por fin un solo de guitarra en el tema Dead man walking! Un atisbo de luz entre tanta oscuridad. Decir también que Jason Klein, bajista, no estuvo nada mal, rápido y preciso en sus movimientos, aunque por desgracia su instrumento quedaba muy bajo en volumen. La rapeada e insufrible They’re coming to take me away provocó grandes cicle pits, al igual que Oceana, momentos en que la gente se volvió absolutamente loca… pero a mí solo me entraban bostezos. De hecho, de no ser porque el concierto ya estaba terminando, me hubiese largado con viento fresco. Tan solo Look what we’ve done y Magnolia Blvd. Supusieron la última bomba incendiaria encima y debajo del escenario, aunque hay que decir que la afluencia de gente era mucho menor que en Kobra and the Lotus, incluso que en alguno de los primeros grupos. Hacía tiempo que un concierto no se me hacía tan largo y pesado, pero he de decir que, a nivel de espectáculo, fue una bestialidad, Heidi y Carla se dejan la vida sobre el escenario, saltando, juntándose espalda con espalda, alternando gritos… eclipsando a los músicos que llevan detrás aunque estos tampoco estén precisamente parados. Pero en cuanto a música y en cuanto a actitud… para mí una y no más, sinceramente.

Con este pequeño e inesperado sinsabor, pero rendido de cansancio al fin y al cabo, abandoné la sala, despidiéndome del personal (muy amables, por cierto) y de los colegas, y encontrándome con mi chica y su prima, que me guardaron las sobras de su cena para que no muriera por inanición. Nos fuimos a tomar unas últimas copas al bar de la esquina y rápidamente para casa, que yo estaba como para que me enterraran xD.

Ahora sí (aunque os juro que no por ganas) daba por concluido este cuadruplete brutal de jueves a domingo, en el que los conciertos fueron parte fundamental, obviamente, pero también la gente con la que los disfruté, y obviamente, mi chica que me acompañó en alguno de ellos. La lista es muy larga, pero agradezco a todos ellos la compañía, las risas y las conversaciones que siempre son un tremendo aliciente a la hora de ir de bolos. Al día siguiente, volvimos a casa a media tarde, saciados de Metal y con ganas de descansar… pero solamente hasta el próximo, dentro de muy poquito.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

P.D. Las fotos de Asphodelia y de Ignea son cortesía de Jorge. ¡¡Muchas gracias tronco!!

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