jueves, 13 de agosto de 2020

Nuestra movida agoniza

A pesar de que la gran mayoría de publicaciones que he escrito para este blog desde hace más de quince años han consistido en crónicas de conciertos (nunca pretendí más, sinceramente), en esta ocasión me gustaría dejar constancia de varias opiniones respecto a cuál es la situación actual de la escena en España, cómo pinta el porvenir, si se está haciendo justicia con nuestro rollo, cómo lo estamos viviendo algunos entre los que me incluyo a nivel personal, alternativas, proyectos, medidas… etc., y tampoco es mi intención descubrir nada nuevo, simplemente casi todo lo vertido aquí va a ser opinión pura y dura, y se puede estar o no de acuerdo, pero siempre con respeto. Como cualquier aficionado al Metal y al Rock debería saber (porque si no ya… apaga y vámonos…), este pasado fin de semana se llevó a cabo el llamado European Metal Festival Alliance, un “festival” exclusivamente online organizado por trece de los más importantes festivales europeos de tamaño medio de Europa, muchos de ellos pertenecientes a la United Festival Force (alianza establecida hace poco menos de dos años entre festivales como Motorcultor, Summer Breeze, Brutal Assault o nuestro Leyendas del Rock) y otros que se agregaron para hacer más fuerza como Metaldays, Party.San, Dynamo Metalfest u otro de los nuestros, el Resurrection Fest. El festival consistió, básicamente, en un pase de videos inéditos durante doce horas al día entre el 7 el 9 de este mes mediante un portal creado para ello siguiendo un horario determinado, y en donde pudimos disfrutar en streaming de actuaciones de varios tipos, desde aquellas grabadas en exclusiva para este evento (algunas con más calidad y medios que otras, la verdad) a otras que se inmortalizaron en video en pasadas ediciones de estos grandes festivales pero hasta ahora nunca habían visto la luz en ese formato.

No fue nada sofisticado, nada de varios canales simultáneos o “salas”, o alternativa de cambio de festival como imaginé en un primer momento, sencillamente actuaciones con un promedio de una hora de duración de bandas más que consolidadas junto a otras no tanto, a las que se les dio la gran oportunidad de ser vistas por miles de personas desde el sillón de su casa. Decir simplemente que las emisiones alcanzaron picos de unas 2600 visualizaciones simultáneas (dependiendo de hora y grupo) y estas son las que más me gustaron, a parte de los bonus que vi como Harakiri for the Sky, Battle Beast, Napalm Death, Demolition Hammer o Grand Magus:

Primordial
Rotting Christ
Amenra
Evergrey
Legion of the Damned
Unleash the Archers
Angelus Apatrida
Evil Invaders
Gutalax
Dead Lord
Kissin Dynamite

Para mí sería algo absurdo hacer una crónica como tal de un evento como este, ya que por muy buena que fuese la intención de todos los organismos, festivales y promotores involucrados, todo esto apenas tuvo los elementos mínimos para parecerse a la sombra de un festival por motivos más que lógicos y normales. Falta el calor. Faltan las luces iluminandonos. Falta esa emoción del momento de anticipación. Faltan los guiños con el público (aunque algunos, como digo, fueron grabados con gente). Falta el gritar como locos, sudar, quedar exhaustos… y sobre todo, falta ese volumen brutal estallándote en los tímpanos y ese ambiente insuperable de un concierto de verdad, y eso es algo que jamás se podrá transmitir a través de una pantalla, por muchos medios o ilusión que se ponga en el intento. Un festival así, en este formato, NO es una solución, ni siquiera es una alternativa. Y lo siento, pero no me vale aquello de “al menos… tenemos esto, que algo es algo”. Ese argumento ni me motiva, ni me convence, ni me alegra. Un concierto o festival es, en esencia, un conjunto de sensaciones que para algunos de nosotros son mucho más intensas que cualquier otra que nos pueda dar la vida, y que van mucho más allá incluso de la propia música. Algo imprescindible, ineludible e inimitable que nadie nos va a poder igualar con ningún otro formato, ni audio, ni video, ni streaming, ni nada. Pero ojo, totalmente contrario a mi intención el menospreciar el trabajo realizado con este evento, eso que quede claro. Porque no se puede desdeñar el trabajo de montaje, coordinación, producción… etc. que se hizo en este European Metal Festival Alliance para que todo quedase “chapeau”. Pero al igual que digo esto, también digo que no voy a continuar apoyando eventos como este por mucho tiempo. De momento, es la única forma de propuesta. Pero con el tiempo esto tiene que cambiar por una vía u otra. No se puede fomentar esto como “la solución a largo plazo”. El futuro del Metal y el Rock, ni es online, ni está en los aparcamientos, ni hostias en vinagre, está en las salas, en los recintos, y en los pabellones. Y es que afirmar que el único festival al que muchos hemos asistido este verano ha sido a través del televisor de nuestro salón… francamente, es para echarse a llorar de rodillas.

¿La experiencia? Pues hombre, qué queréis que os diga. Un evento así puede servir para paliar de forma muy escasa la inmensa tristeza y desesperación que muchos de nosotros sentimos ante la negación y prohibición en todos los ámbitos de seguir con nuestro modo de vida. Puede servir como excusa para hacer una quedada de colegas y pasar un buen rato, pero en realidad, no es nada distinto a lo que yo por ejemplo suelo hacer los fines de semana, que es atiborrarme de actuaciones en directo a través de la pantalla para intentar evadirme de la oscura y mierdosa realidad que estamos viviendo y que nos va a tocar sufrir durante muchísimo tiempo. Tal vez demasiado. Tal vez sea insoportable.

Y creo que por 6,66 cochinos y miserables euros, cualquier Metalhead que se precie de serlo debería haber apoyado. Sí, aunque no viese ni un puto concierto. Solo poner su granito de arena en una escena que está siendo devastada por la situación y no solo por las prohibiciones, sino por las negativas continuas de aceptar posibles soluciones, cerrando nuestros gobernantes los ojos por completo ante una parte importantísima de la cultura: la música en directo. La más reciente víctima (pero no será la última), ha sido una más que interesante propuesta: el Resurrection Fest Estrella Galicia XS, un ciclo de conciertos que se iba a celebrar entre el 21 y 30 de Agosto en el recinto del mítico festival y que adoptaría todas las medidas de seguridad aceptadas, mascarillas, distancias, aforo reducido, control constante… etc. Pero ni por esas. De nuevo la cobardía, la ignorancia y la imposición han podido con nuestro rollo, al leer escasos días después que la brillante iniciativa había sido tumbada. Una vez más, hay que sacar a relucir esa triste frase de “el Heavy no interesa”. Y esa es parte de nuestra puta realidad.

Las salas agonizan. Las promotoras, si sobreviven, van a acusar pérdidas brutales en un sector como el nuestro que ya de por sí es de carácter underground. Las bandas que viven de ello (poquísimas en España) a nivel económico y anímico van a resultar muy afectadas, pero también aquellas que hacen Rock y Metal por el simple amor al arte, por perpetuar contra viento y marea un ESTILO DE VIDA (y no una simple afición o un capricho) como es el nuestro. Y que no venga ningún listillo diciendo que los organizadores de estos festivales son multimillonarios y que además van a tener todas las pérdidas cubiertas por el seguro, porque no es así. Para empezar, varias de las compañías aseguradoras (uno de tantos buitres que existen en este sistema podrido) incluyeron desde el mes de enero de este año clausulas explícitas y artimañas varias, excusándose en el puto virus, para que este no sea un motivo a la hora de hacer efectivo el cobro por cancelación de los eventos. Esto, y el miedo generalizado, pueden suponer la estocada de gracia para nuestro rollo. Festivales cuyo apoyo viene prácticamente desde el underground, como el Keep it True o el Up the Hammers, fueron cancelados (el último, pocos días antes de su celebración, produciendo unas pérdidas financieras acojonantes), y solo por citar unos pocos ejemplos. ¿De verdad alguien cree que estos van a salir de rositas de la situación como si nada hubiese pasado? Y eso por no hablar de las cientos de giras canceladas, que no voy a tratar de recopilar aquí porque son muchas y, sobre todo, porque es demasiado doloroso pensar en ello. Demasiado frustrante y triste. Respecto a la otra cuestión, me gustaría rescatar una frase de una entrevista que leí no hace mucho a Isaac Vivero (gerente de la Garaje Beat Club): “El que se mete en la música para ganar dinero, dura dos días”. Y si hablamos de España, esto es peor todavía. Y si incidimos en el Rock y el Metal, ya es la hostia. Esa es otra parte de nuestra puta realidad.

En vista de la negra situación que se avecinaba, muchas salas hicieron de tripas corazón, y comenzaron a idear nuevas medidas para no tener que cerrar. Mascarillas, delimitación de la sala, mobiliario… Con mucha suerte, el mes pasado pudimos acudir a un concierto que se celebró en Valencia, y que se acogió a todas estas medidas, resultando un evento relativamente seguro, mucho más seguro que viajar en tren con los vagones a reventar de gente, o que estar en un bar, donde la gente está sin mascarilla como sardinas en lata. Todo esto fue posible gracias a una bandaza como Jolly Joker y a una pedazo de sala como la 16 Toneladas, que le echaron cojones al asunto y contra todo pronóstico, fue una noche inolvidable de pura felicidad en donde nadie salió perjudicado. Al día siguiente, hicieron su actuación los chicos de Hysteria (desde Gandía), con las mismas condiciones y resultados. Pero desgraciadamente… ahí quedó la cosa. Volvió el miedo. Volvió la represión, y lo que es peor, empezaron a tumbarse eventos que tenían sólidas garantías de seguridad. La cosa volvió a ponerse, más que oscura, negra para el tema de los conciertos. Y más si hablamos del último mono, como es el Rock y el Metal. Y así seguimos. Apretando los puños de rabia. Comiéndonos nuestra frustración con patatas. Y lo que es peor, mientras otros eventos, como conciertos de mierda para pijos o fiestas de asesinos de animales se siguen celebrando, por lo visto, con muy bajos niveles de seguridad. Pero claro, eso sí que da dinerito, especialmente lo segundo, una tradición anclada a los tiempos más rancios y penosos de un país que, a veces parece haberse quedado atrasado para toda la eternidad respecto al resto del mundo. En Europa sí hay eventos de nuestro rollo, reducidos, con protección, pero los hay. Claro, que la visión respecto a nuestra música (y a la cultura en general) es muy distinta en Alemania o Suecia que en España, y como tal se actúa. Aquí les pueden dar por culo a los greñudos.

Con todas estas prohibiciones, y las funestas perspectivas (los macrofestivales no van a volver, al menos, en dos años, y si no tiempo al tiempo…), la vida se ha convertido para muchos gradualmente en un pozo de mierda. Respecto a los conciertos, se puede, pero no nos dejan. Lo que sí nos están dejando es en una posición desesperada (básicamente, porque les importamos una mierda), sin nuestro modo de vida y sin esperanzas a muy largo plazo. A los que solían ir a un concierto cada tres o cuatro meses, todo esto se la pela en gran medida, nunca lo van a sentir con la misma intensidad que aquellos que peleábamos cada fin de semana prácticamente en primera línea, y nos está machacando emocionalmente. Y recordemos, la salud mental también es salud, que nadie se equivoque, sobre todo aquellos que se les llena de mierda la boca diciendo: es que la salud es lo único que importa. A parte de que solo hablan de salud física, les diría que a muchos nos importa la salud, pero nos importan también muchas cosas que siempre han formado parte de nuestro modo de vida, y no las podemos dejar atrás, ni a las buenas ni a las malas. Pero seguiremos peleando. El Rock en directo se muere, pero antes de esto pasará por encima del cadáver de muchos. Según alguna que otra referencia que tengo, mucha gente ya ha empezado a maquinar (y de hecho, ya se han dado lugar algunos) para celebrar conciertos de forma ilegal. Y que todo el mundo lo tenga claro, a la primera oportunidad que tenga, yo estaré ahí apoyando, y lo demás me la va a traer floja. Si ofreciendo garantías, voluntad y sacrificando muchas cosas no se nos permite respirar, tendrá que ser por las malas. Porque para muchos de nosotros, obviando el detalle de que ya es demasiado tarde para cambiar, ni queremos ni vamos a renunciar a nuestra forma de vivir, pase lo que pase, nos cueste lo que nos cueste. Yo ya no tengo ningún miedo, así que de perdidos, al río. Y el que no lo entienda… ¡que eche a correr!

En principio, ni siquiera iba a publicar este artículo. Se iba a quedar simplemente en una hoja de texto como otras tantas que se quedan por el camino. Solo iba a ser una ventana abierta para expresar toda la rabia y la frustración que llevo acumulando durante muchos meses. Pero ayer precisamente tuve un par de conversaciones muy interesantes que me subieron bastante el ánimo, y me ayudaron a darle la forma final a todo este montón de palabras. Sé que somos muy pocos los que pensamos así y que, incluso para mucha gente del rollo, la pérdida de los conciertos solamente ha sido un pequeño agujerito casi imperceptible en sus vidas. Pero quisiera mandar un mensaje de ánimo para todos aquellos cuya existencia, desde que los conciertos han desaparecido, tiene cada vez menos luz. Ahora es cuando nos toca estar más unidos que nunca y apoyar lo que sea, cuando sea, donde sea y como sea. Pero sobre todo, que sean conciertos de los de verdad, que no nos impongan sus formas. Me gustaría poder haber sido más positivo. Pero cada día que pasa, me quedan menos motivos.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!