tag:blogger.com,1999:blog-48967801549364710162024-03-19T01:19:37.399+01:00El Antro Del Metal (Crónicas Desde El Infierno)Mi vicio, mi pasión. En este blog podréis encontrar crónicas de los conciertos de Rock y Heavy Metal, tanto de la zona como de más allá, siempre con el máximo rigor posible.JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.comBlogger425125tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-70900651807497036112024-03-19T01:00:00.000+01:002024-03-19T01:00:48.942+01:00Gatillo Fácil (Supersuckers + Frank Suz, Sábado 09/03/2024, Loco Club, Valencia)No son precisamente
novatos en la capital valenciana, pues ya nos visitaron, entre otras ocasiones,
en 2014 y 2017. Y sin embargo, aquel pasado sábado en ‘la terreta’, todos
volvimos a recibir con los brazos abiertos al trío más gamberro, malhablado y
alborotador de Tucson, Arizona. Efectivamente, los <b>Supersuckers</b> visitaban aquella noche la Loco Club de Valencia, y
muy poca gente quiso perdérselo. Personalmente, hacía meses que tenía la
entrada (por suerte, ya que de otra forma, seguramente me habría quedado fuera)
y les tenía mogollón de ganas, ya que iba a ser la primera vez que les veía en
directo. Ya me quedé con ganas cuando vinieron por última vez como parte del
cartel del Motorbeach Festival 2023, junto a Quireboys, entre otros, y en esta
ocasión, tan cerca de casa, no podía decir que no, acompañado también por mi chica.
Eso sí, para nosotros fue, aparte de un gran concierto, una prueba de resistencia.
El día anterior justo regresábamos del Monsters of Rock Cruise, después de seis
días intensos de festival, y todavía nos faltaban muchas horas de sueño y reposo,
con un cansancio bestial, notando aun el ‘jetlag’ y las ‘sea-legs’. Así pues,
decidimos hacer esta parada de camino a casa, que todavía no habíamos pisado.
Sin embargo, el concierto era un valor seguro para mantenernos bien despiertos.
Además de <b>Supersuckers</b>, cartel
estaba completado por el siempre infalible <b>Frank
Suz</b> y su escuadrón del infierno, así que la caña y la adrenalina estaban
más que garantizadas. La entrada en la ciudad, que ya se preparaba para las
fallas de turno, fue caótica, aunque no tanto como esperábamos. En esas
condiciones, intentar moverse y aparcar por la zona del Loco es poco menos que
una odisea, así que, como siempre, tiramos directamente del parking Aspas, para
seguidamente, buscar un sitio para papear algo.<br><br>
<a name='more'></a>
Llegamos
con el tiempo bastante justito, pero por suerte, la cena (y los pertinentes
cubatas) fueron rapiditos para llegar al Loco cuando todavía no se escuchaba
nada, salvo los dichoso petarditos de los cojones que los chavales tiraban en
la puerta. Apuramos las colillas y entramos dentro, con una sala no del todo
abarrotada (aún), pero que presagiaba un llenazo casi absoluto. El escenario se
mostraba ante nosotros ya con el teclado del gran <b>Frank Suz</b> preparado para dar guerra. Nos apalancamos un ratito para
coger algunas fuerzas extra, y antes de darnos cuenta, la banda al completo ya
pisaba el escenario. En esta ocasión, como gran aliciente, les acompañaba el
maestro Francisco Hickowski a la trompeta, con lo que los temas iban a tener un
sabor muy cercano a los del estudio.
<br><br>
<b>Frank Suz:</b>
<br><br>
De
hecho, el mismo Hickowski tuvo su primer momento de gloria nada más empezar con
la intro <u>Il Triello</u>, adaptación de la obra de Ennio Morricone, durante
la que estuvo fabuloso. Con ella, que precisamente abre el disco “Reza Todo lo
que Sepas”, dio comienzo la fiesta. Ahora sí, la sala estaba muy llena, y los
primeros compases de batería con los que arrancó <u>No es País Para Viejos</u>
ya nos pusieron, a banda y público, a meter headbanging, con esas primeras
poses de Yannick que iban calentando el ambiente todavía más. Pero aún pisarían
más el acelerador con <u>Íncubus (El Depravado)</u>, en donde Frank, alternando
sus funciones como frontman, cantante, teclista y además, tocando las maracas,
daba un paso al frente, pidiendo palmas que rápidamente le fueron concedidas
por toda la sala, sonando de fondo los coros de Rafa y Yannick, que daban
solidez a la melodía principal. Ya se preveía que el concierto iba a ser corto,
por eso cada uno de los músicos puso toda la carne en el asador desde el primer
segundo, haciendo lo imposible para mantener el fuego encendido hasta el final,
y disparando cortes a destajo como la trallera <u>Reza Todo lo que Sepas</u>,
en donde la trompeta de Hickowski volvió a sonar de perlas, haciendo incluso
sus pinitos de improvisación, y acompasándose con las teclas de Frank en ese
final tan desmadrado. Un híper motivado Insidious al bajo, sin dejar de mirar a
sus compañeros y metiendo cabezazos continuos, pisaba sus cuerdas con ganas, y
las armonías vocales seguían siendo fantásticas.
<br><br>
<u>Mambo
Voodoo</u> me sonó
muy especial aquella noche, con un tono más relajado en su inicio (¿puede que
faltasen los coros?), mucha tecla, y una voz con cantidad de soul por parte de
Frank. Como es habitual, dirigiendo y contando con sus compañeros, se curró una
parte instrumental casi jazzística, desde lo más sutil hasta lo más intenso, y
el último estribillo nos volvió a poner hasta arriba de energía, con la batería
golpeando a toda castaña, y Yannick ofreciendo también ese espectáculo visual
tan intrínseco en él. Uno de esos momentos en los que salta a la vista la
calidad de todos y cada uno de los músicos. Para continuar, la banda se lucía
con unos cuantos temas seguidos, casi enlazados, del genial “Reza Todo lo que
Sepas”, el gran protagonista en su setlist. <u>Hombre Lobo</u> contiene una de
las melodías más originales del disco, y en directo, Frank se soltó la melena
con ella, dejando aparcado su teclado hasta más tarde, y volviendo junto a su
público, quienes cantábamos a tope el estribillo. Yannick, con su espontaneidad
habitual, no solamente clavaba riffs y solos, sino que se venía arriba con sus
pasos y gestos, sus vueltas, y su siempre infalible ‘paso del pato’. Igualmente, Rafa
interactuaba con la peña, aportando las imprescindibles armonías corales para
este tema, y Hickowski ensalzaba la parte más colorista del tema con su
instrumento. A continuación, se sacaban un par de ases de la manga que son un
auténtico valor seguro en directo, comenzando por <u>El Sol Nació Para Arder</u>,
a todo trapo. De una carrera, Yannick se arrimaba al saliente para regalarnos
su solo de bien cerca, eléctrico y con un feeling que poseen muy pocos
guitarristas en este país. También los punteos de Nando destacaron, sobre todo,
en la parte central.
<br><br>
La
segunda gran bala en la recámara fue <u>Bloody McKenzie</u>… ¡¡y menuda cera
que dio!! Un single destinado a quedarse siempre en el setlist, a la vista del
ajetreo que monta, y por supuesto, otra ocasión de lucimiento para los músicos.
La épica que le insuflaban las melodías de Hickowski encajaba a la perfección
con esas intrépidas baterías y la dureza extra en las guitarras de Rafa y
Yannick. A estas alturas, claro, ya me había dado cuenta de que no era Dani
quien estaba tras las cajas, sino Diego, el nuevo batería de la formación, que
con solo dos ensayos a sus espaldas, hizo todo un papelón. El mismo Diego abría
para <u>En Babilonia</u>, y tan pronto llegó su estribillo, el vocalista
comenzó a exaltar al personal. Su voz sonaba un pelín cascada, pero hay que
remarcar los santos cojones que tuvo de subirse ahí, en pleno catarro, y no
solamente cantar de puta madre, sino dar el callo físicamente al 100%, sin
parar quieto ni un solo segundo, y pateando la tarima con el explosivo nervio que
le caracteriza. Y como caramelazo final, y con el teclado ya ‘desterrado’ del
escenario, todo un hit como es <u>Inferno</u>, con las trompetas dándole aires
renovados, pero tan potente y afilada como siempre. Diego lo hizo realmente
bien en ella, y a modo de guiño de despedida, Rafa nos ‘fusilaba’ con su
instrumento, con cara de gran satisfacción.
<br><br>
Durante
el descanso, salimos a tomar el aire y por suerte se habían acabado ya los
truenecitos de los coj… (y lo digo sin el menor ánimo de ofender a los
valencianos, pero no puedo soportar las fallas). Al contrario de lo que suele
ser habitual en los intermedios, en la sala entraba más peña de la que salía,
por lo que era fácil deducir que, ahora sí, no cabría ni un puto alfiler en el
Loco. Y aunque esto representó un agobio considerable, da gusto ver cómo la
gente invierte el sábado por la noche apoyando a las salas y a las bandas.
También ahí tuve el placer de felicitar por el espléndido concierto a mis
colegas de <b>Frank Suz</b>. Sin dormirnos
en los laureles, entramos rápidamente a la sala, que estaba hasta la bandera.
Si no colgaron el cartel de Sold Out, sería por bien poco.
<br><br>
<b>Supersuckers:</b>
<br><br>
¿Entramos
ya en órbita? Porque es donde nos mandaron los americanos con su potente y desatado
directo, con más de 20 temas a degüello, la mayoría de ellos sin parar ni para
coger aire, mostrando siempre una actitud de lo más gamberra y, al mismo
tiempo, bromista y cercana. No hubo demasiados preámbulos a la hora de abrir
fuego, al igual que no hay demasiados adornos técnicos ni florituras en sus
canciones: esto es Rock’n’Roll de corte guarro, desenfrenado y con olor a
aceite de motor, que nos iba a poner bien calientes desde los primeros temas.
<br><br>
Algo
serios al principio, pero sin dejar de pedir la colaboración del respetable,
ahí estaban, en formato trío, los autoproclamados como ‘la mejor banda de
Rock’n’Roll del mundo’, embistiendo de primeras con la tremendamente bailable <u>Pretty
Fucked Up</u>, que ya nos sonsacó unas cuantas palmas, y <u>All of the Time</u>,
con el gran Eddie Spaghetti, como siempre, al frente de la formación. Su voz
aguardentosa ha sido santo y seña de la banda desde sus mismos comienzos, y
aunque para mí sonó un poco distorsionada durante todo el show, demostró un
aguante muy digno hasta el final. <u>Rock-n-Roll Records (Ain't Selling This
Year)</u>, dinamita de mecha corta, con coros muy desgarrados por parte de
Metal Marty, y <u>The Evil Powers of Rock’n’Roll</u>, convirtieron la parte
delantera de la sala en un auténtico hervidero, sobre todo, cuando bajista y
guitarrista se colocaron en esa mini-pasarela que tiene el escenario, casi
mezclándose con los asistentes en una auténtica orgía de Rock’n’Roll y
bravuconería. A todo esto…. ¡vaya pedazo de repertorio! De broma no iban, desde
luego. En la primera media hora del show ya cayeron algunos de mis temas
favoritos de toda su discografía, y además, a ritmo imparable. Algunas de ellas
me parecieron incluso más aceleradas que en disco. Se presentaban con todas las
de la ley: ‘Muchas gracias pendejos, somos <b>Supersuckers</b>,
la mejor banda de Rock’n’Roll del mundo’, así, con toda la cara dura que lucieron
durante todo el concierto.
<br><br>
El que
fue el primer tema del primer disco de su carrera, <u>Coattail Rider</u>,
atronaba a un ritmo para tirarse de los pelos, invadiendo la sala con los
sucios bajos de Eddie Spaghetti y la ametralladora automática que era la
batería de Chris Von Streicher. Aunque este quedó en un plano ligeramente más
discreto a veces, se puede afirmar rotundamente que se dejó la piel en cada
tema. Continuaban empalmando tandas de cuatro o cinco temas, directos al
cuello, como la bien acogida (y muy cantada) <u>Get the Hell</u>, donde
precisamente los redobles de Von Streicher sonaron atronadores, <u>Ain't Gonna
Stop (Until I Stop It)</u>, con mucha vacilonería por parte de Metal Marty, y <u>Mudhead</u>,
que me gustó especialmente, híper acelerada y con un final ruidoso que te
cagas, algo que sería costumbre en la mayoría de cortes. Sus movimientos eran
cada vez más descocados, a la vez que aumentaba la comunión con el público, y
sabían aprovechar al máximo cada centímetro del escenario. Eddie apuntaba que <u>Roadworn
and Weary</u> era la canción favorita de su padre (también una de las mías, por
cierto), tocando en directo la versión 6/6/6, incluida en su EP “Paid”, mucho
más guitarrera y movida. Pasado un rato, escucharíamos también una de las que
más me sorprendieron del setlist, esa <u>History of Rock n' Roll</u>, canalla a
más no poder, en donde Metal Marty se hacía el dueño del escenario, iniciándola
a golpe de cuerdas, situándose delante en el solo, e incluso lanzando algún que
otro alarido. Y a todo esto, había que añadir la contundencia con la que
sonaron las baterías. La parte negativa la pusieron esos acoples, que casi nos
trituran los oídos.
<br><br>
Suerte
que fue algo muy puntual. En el siguiente tema, hasta un espontáneo se subió al
escenario para tirarse abajo, señal del vuelo que estaba cogiendo la cosa. La Loco
lucía espectacular, ardiente, y todavía quedaba mucho rollo por delante.
Brindando Metal Marty con el personal, birra en mano, la emprendieron a
continuación con <u>Dead Inside</u>, siendo esta vez Eddie Spaguetti el
protagonista, con su bajo, en cuanto a sonido, mientras el batería se
desmelenaba por completo. Temas como este beben innegablemente del sonido de
bandas como Social Distortion, y son los que más me molan, con ese punto
melódico, no demasiado exagerado, pero muy adictivo. Tras la macarrería
desorbitada de la que alardearon en <u>Rock You Ass</u>, dedicaban unos minutos
a presentarse, con un buen humor que se reflejó también en el descojone
popular. Ahora se les veía muchísimo más sueltos que al principio, y no me
extrañaría que estuviesen bastante hechos polvo. La gira que han hecho por
España, ha sido poco menos que una maratón, con 11 fechas en 11 días, siendo
esta nada menos que la penúltima. Y además… ¡con un setlist bastante diferente
en cada una de ellas! Algo que muy pocas bandas hacen en estos casos. Aun así,
a pesar de la tralla que llevarían encima, siempre mostraron su mejor cara, y
su mejor actitud, lo cual fue merecedor de nuestros más sonoros aplausos.
Decidieron incluir en el setlist algunos temas provenientes del disco en
solitario de Metal Marty (que creo que también estaba a la venta en el puesto
de ‘merchan’).
<br><br>
Ahora
era él mismo Marty quien tomaba las riendas de las voces en la enormemente
rockanrolera <u>Workin' My Ass</u>, <u>The Locals</u>, y también en la versión
del Rock and Roll de Gary Glitter, titulada como <u>Idaho, Baby!</u> para la
ocasión. Ni que decir tiene, que esta última dio mucho juego en cuanto a coreografías,
y fue una de las grandes cantadas de la noche. Continuaba el imparable derrame
de temas con <u>Sleepy Vampire</u>, con un Von Streicher muy machacón, y Eddie
y Marty chuleando a saco en primera línea al final, con el que enlazaron la
cachonda <u>I Want the Drugs</u>, que fue otra de las grandes triunfadoras. A
partir de aquí, aparte de los pepinazos sonoros que nos tenían preparados para
el final, también nos presentaron dos temas inéditos (y creo que hubo varias
más en algún momento del concierto, que no reconocí). La primera de ellas, <u>How many turns will it
take to unscrew it up?</u> (aúpa con el nombrecito), nos entró como la seda, provocando numerosos
bailes, y <u>Rocket 69</u>, también fue aderezada con algunas voces de Metal
Marty. <u>Supersucker Drive-By Blues</u> fue una de las imprescindibles para
subir el ritmo final hasta límites explosivos, macarra y desvergonzada (tanto
como los movimientos de los músicos), y tras un agradecimiento, y un saludo
especial a la banda de <b>Frank Suz</b>,
lanzaron el último proyectil con la ramoniana <u>Born With A Tail</u>, en la
cual, la banda se regodeó a tope por el escenario, pidiendo ‘middle fingers’ en
alto (como el que figuraba en el parche del bombo), provocando con gestos, y
armando un follón tremendo hasta el mismo momento del adiós.
<br><br>
No hubo
bises, se vaciaron de golpe y bien a gusto, y nos dejaron a todos con una
sudada del copón. Lástima que, debido a la masificación, tuve que ver parte del
concierto desde atrás, aunque conforme pasaba el tiempo, me fui acercando
bastante. Si os soy completamente sincero, en cierto punto se me hizo un poco
cuesta arriba, pero eso, más que a la actuación en sí, fue debido al brutal
agotamiento que llevaba a cuestas, porque lo que viene a ser el ritmo general
que tuvo el concierto, fue absolutamente demoledor. Imposible esperar un mejor
final para una noche así, que quedarnos charlando un rato con Suzuki, Nando, su
chica Marta, Yannick, Dani… y un saludo también para Benja, a quien igualmente me
alegré mucho de ver por allí. La «crème de la crème», oigan. Gente de putísima
madre con la que espero volver a coincidir muy pronto.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHeuwDVurf6aAlO4GFV8al0bJt5Z56z1feBCLiVAM6ygMjbsAWRqnyQC6BFO8Cx220k2rilncCwb67t-puF2lNDIIHR_pz_gyRZui_G2ameMrM8XftFhfWjVteShxSdir21fNNbQa-3UYpY-YMF4dlz6ziUTgDaGF-mY7msk-dEnhBDJ6mpoJMWiu20VQ/s1600/Supersuckers%20%2815%29%20OK%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1680" data-original-width="3200" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhHeuwDVurf6aAlO4GFV8al0bJt5Z56z1feBCLiVAM6ygMjbsAWRqnyQC6BFO8Cx220k2rilncCwb67t-puF2lNDIIHR_pz_gyRZui_G2ameMrM8XftFhfWjVteShxSdir21fNNbQa-3UYpY-YMF4dlz6ziUTgDaGF-mY7msk-dEnhBDJ6mpoJMWiu20VQ/s1600/Supersuckers%20%2815%29%20OK%20Portada.jpeg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/rKH5QP0" ><a href="//imgur.com/a/rKH5QP0">Supersuckers + Frank Suz (Sábado 09-03-2024, Loco Club, Valencia)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Carrer de l'Erudit Orellana, 12, Extramurs, 46008 València, Valencia, España39.471216900000009 -0.387016411.160983063821163 -35.5432664 67.781450736178854 34.7692336tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-40577972597000655022024-03-18T11:37:00.001+01:002024-03-18T11:37:46.246+01:00Let's get CRAZY!! (Monsters of Rock Cruise 2024, 5ª Jornada, miércoles 06/03/2024, Independence of the Seas)El tercer día de crucero, con la parada en Cozumel,
la excursión contratada, y el madrugón que me dejó hecho puré a la hora de
soportar toda una dura e intensa jornada de conciertos, fue en sí mismo una
contundente lección que aprendí por las malas. En esta quinta, y por desgracia
última jornada, nuestro viaje se detenía el puerto de Nassau, capital de las
Bahamas y principal centro cultural de las islas. La oferta de visitas y
excursiones era abundante y ciertamente apetitosa, como visitar un santuario de
tortugas marinas, entre muchas otras. Sin embargo, temiendo que me sucediese lo
mismo que con la excursión del tercer día, y teniendo siempre presente que mi
única prioridad absoluta en los festivales es ir a ver conciertos, y no
permitir que nada interfiera en ellos, cancelé mi parte de la excursión
programada. No quería correr el más mínimo riesgo que pudiese comprometer mi
resistencia en aquel último día, donde el cansancio acumulado, además, ya era
lógicamente considerable. Además el hecho de que el primer día pospusieran la
actuación de mis amados <b>Firehouse</b>
hasta primera hora de este último, fue definitivamente lo que me hizo tomar la
decisión. Así pues, dediqué la mañana a holgazanear y tocarme los huevos todo
lo que pude. Tras un reconfortante sueño (el más profundo de todo el viaje),
bajé tranquilamente, sobre las 11:00, a por el desayuno, el último, con el que
me pegué una hinchada bárbara. Imaginaos que, en el buffet, al ver cómo estaba
mi plato de lleno, un tipo que estaba a mi lado me dijo, con cierta
preocupación en su tono de voz: ‘you are eating too much, man…’ (estás comiendo
demasiado, tío), a lo que le contesté que estaba hambriento como un perro
callejero. Después, fui otro ratejo a estirar las piernas al camarote.<br><br>
<a name='more'></a>
Para despejarme un poco, fui a por mi segundo café
de la mañana, y con toda la pachorra del mundo, me acerqué hasta el Deck 4, uno
de los pocos sitios donde se puede fumar en el barco, y me lo tomé con calma
(aahhh, esto sí que es vida, joder). Allí tuve la suerte de conocer a Roberto,
del fanzine de Hard y Heavy ‘Sounds Like New’ y Dioses del Metal, con quien fue
un enorme placer conversar y compartir experiencias, conocimientos y recuerdos.
Tal como imaginaba, mis compañeras todavía no habían regresado de la excursión,
faltando apenas unos minutos ya para el concierto de <b>Firehouse</b>. Entonces me alegré más que nunca de la decisión tomada,
porque habría maldecido aunque me hubiese perdido un solo minuto de la intro.
<br><br>
<b>Firehouse:</b>
<br><br>
10 minutos antes del comienzo, ya me encontraba entre
las primeras filas del Studio B, afortunadamente no demasiado concurrido, con
un millón de ganas de volver a disfrutar de ellos. Su primer bolo me gustó
tantísimo, a pesar de la ausencia de C.J. Snare, que no tenía la más mínima
duda de repetir. Sonaba ya la introducción pregrabada del primer CD, la de
antes de Rock on the Radio, y no obstante, la banda salió a escena con <u>Rock
you Tonight</u>, del “Hold Your Fire”, con Nate Peck en último lugar,
recibiendo copiosas ovaciones. Los bajos, como fue nota común en ese escenario
durante el día anterior, sonaban bastante molestos al oído, y esperaba que eso
no me fastidiase el concierto, pero con el paso de los temas, fui
acostumbrándome. Por unos instantes, se quitaba la gorra Nate para empezar a
cantar, con la calidad que ya demostró en el primer concierto, la súper venta <u>All
She Wrote</u>, con gran soltura. A lo que gozamos con ella, hay que añadir esos
punteos extra que se curró Bill Leverty, siempre infalible, y con una presencia
creciente, corte a corte. Como dice la letra, <u>Shake & Tumble</u> me hizo
perder ya el control, viendo sobre todo el castigo que el batería Michael
Foster propinaba a su batería, un músico que no ha perdido un ápice de espectacularidad
a pesar de los años. Nate Peck se presentaba ante nosotros, siempre con mucha
humildad y recalcando que estar allí con una banda tan admirada por él como <b>Firehouse</b>, era todo un sueño.
<br><br>
<u>Oughta Be a Law</u> fue una de las que más le
pusieron a prueba, pero no contento con bordarla, todavía metió algunos agudos
extra que dejaron a las claras su impresionante rango, apoyado por los coros de
Allen. Si nos fijábamos un poco más atrás, las virguerías con los palos de Michael
Foster eran casi continuas, girando y haciendo formas con estos a cada golpe.
Empalmaron sin descanso la guitarrera <u>Lover’s Lane</u>, que, salvo por el
molesto sonido del bajo, sonó clavada al disco, tras la cual, también Leverty
nos dedicaría unas breves palabras de todo corazón. <u>Home is Where the Heart
is</u>, por su parte, sonó todavía más potente, con el doble bombo aplastante
de Foster en la parte del solo que le dio una fuerza explosiva, y nos subió
todavía más los humos, mientras Peck niquelaba la parte vocal sin ningún
problema. Todo en aquel concierto fue tremendamente fluido, temas sonando de
lujo, músicos muy coordinados y un orden del set bien escogido para que cada
canción nos pusiera más a tono que la anterior. De verdad que me cuesta
expresar con palabras cuantísimo disfruté de esta actuación, y lo intensamente
que viví cada minuto. Y eso por el momento, que aún quedaba mucho. La
terriblemente sensual <u>Don’t Walk Away</u>, con paso firme por parte de Peck,
y un solo fantástico de Leverty, nos llevó hasta mi gran favorita, la demencial
<u>Overnight Sensation</u>, una jodida burrada de tema, ardiente y súper cañera
que me subió peligrosamente el pulso, sobre todo con ese flipante solo
intercalado de Leverty, que de nuevo, se salió por los cuatro costados.
<br><br>
Y para bajar un poco el ritmo cardíaco y
enternecernos un poco a todos, ahí estaba <u>Love of a Lifetime</u>, su balada
por excelencia, en donde los coros cobraron mucha importancia (muy bien
realizados). Aunque ya hace muchos años que Perry Richardson abandonó el grupo,
he de decir que me encantó esa actitud tan imparable de su sustituto, Allen
McKenzie. Tal vez la mayor sorpresa, por lo inesperado, fue la única
composición que sonó de su “Firehouse 3”, <u>Love is a Dangerous Thing</u>, que
además, empalmaron con la anterior, creando un gran contraste de ritmo y
subidón que ya no se detendría hasta el mismo final. Allen y Leverty juntaban
hombros para el solo, y seguidamente, apostaban por su “Firehouse” con uno de
sus mejores temazos como es <u>Don’t Treat me Bad</u>. Lo cierto es que Peck se
tomó pocas licencias durante los temas, siguiendo estrictamente las líneas del
disco, con cada mínimo detalle, lo cual, porque no decirlo, también fue un
placer. Durante una de las últimas estrofas, su voz se quebró ligeramente, algo
por lo que incluso pidió disculpas (totalmente innecesarias, en mi opinión), y
aun así, se llevó una merecidísima ovación. El joven cantante se ganó nuestro
corazón con su increíble voz, su simpatía y su siempre humilde comportamiento,
y pese a que mentiría si dijese que no eché de menos en algunos momentos a C.
J. Snare, Peck no pudo hacerlo mejor. Incluso tengo mis dudas de que el
vocalista original pueda sacar los temas, actualmente, como lo hizo este
chaval. Para la definitiva <u>Reach for the Sky,</u> volvió al 100%. El empleo
de las luces, además, fue fantástico en esos punteos de Leverty, y con una
presentación de la banda a mitad de tema, nos dejaron con un final im-pe-ca-ble,
que volvió a hacer estallar en aplausos al público.
<br><br>
¿Les volveré a ver alguna vez? Tal vez sí, tal vez
no. Pero os aseguro que estos dos conciertos que viví en MORC, se quedan
conmigo para toda la vida. Ya con el equipo ‘Dinomorquers’ al completo (Meri,
Elena, y un servidor, jejeje), nos acercamos un ratillo a la piscina para ver
el final de <b>Bad Marriage</b>, una banda
que me ha transmitido muy buenas vibraciones, tanto en disco, como en el
cachito de concierto que les disfrutamos el primer día a bordo.
<br><br>
<b>Bad Marriage:</b>
<br><br>
En aquel escenario, parece que el clima que se
respiraba era todavía mejor. La gente estaba rebosante de ganas de fiesta, y la
banda no dejaba de echarle leña al fuego, ya en los últimos compases de su
actuación. La fogosa <u>Knock 3 More Times</u> era la protagonista, con gran
ajetreo, y un cantante, Jonny Paquin, con un hambre exacerbada por comerse el
escenario, pateándolo a diestro y siniestro, y acercándose a sus fans sin cesar.
Con voces más graves, iniciaba <u>Old School Stereo</u>, que se reveló como el
tema ganador. La chulería, sobre todo de sus tres guitarristas, Mike, Ian y el
ex–Tesla Tommy Skeoch, hacían que el escenario pareciese más pequeño de lo que
era… headbanging, golpes al aire, pisotones a los monitores… ¡vaya energía!
Durante el tema, subió, como invitado espontaneo, un músico rubio a compartir
voces con Jonny, aunque no recuerdo quién fue. El vocalista continuaba
tremendamente inquieto, adelante y atrás, a izquierda y derecha, quemando
nervio, y cantando fenomenal, mientras el guitarra solista, productor y
compositor Mike Fitz tampoco le iba a la zaga, luciéndose con toneladas de
desparpajo en la última del concierto, la versión <u>Little Suzi</u>, que se
metió al público en el bolsillo. Ahora empiezo a entender el porqué la gente
les volvió a reclamar con tantas ansias para esta edición del MORC. La próxima
ocasión que tenga, me encantaría ver su concierto íntegro. Un gran
descubrimiento.
<br><br>
Y es que, siendo este el sexto día de marcha
continuada, era día de descubrir lo que quedase ya, pero también de revisionar
a todas esas bandas que me habían hecho tan feliz en sus primeros conciertos, y
que consideraba imprescindibles.
<br><br>
<b>Treat:</b>
<br><br>
<b>Treat</b>,
sin ninguna duda, era una de esas bandas. Con la inmensa calidad que
demostraron el domingo, su atractivo setlist, y su capacidad para conectar con
el público, estaba cantado que íbamos a repetir, y además, que lo íbamos a
pasar de escándalo. Además, teníamos el aliciente extra de ver los dos o tres
primeros temas que se nos escaparon la otra vez. Y qué a tiempo, porque la
primera en caer, <u>Skies of Mongolia</u>, es de mis favoritas del “Coup de
Grace”, que a su vez, me parece un disco extraordinario. En ella, ya me di
cuenta de lo bien que canta y afina su vocalista en todo momento. Sin tener una
voz realmente espectacular, es muy solvente, y la modula a la perfección. Tras
el subidón inicial, y sin dejar de llevar detrás el pie de micro, volvía a
mostrarnos sus dotes de frontman en <u>Ready for the Taking</u>, destacando
también en ella el bajista, con buenos punteos y sonido contundente. Tal vez
demasiado, pues volvía a adolecer del problema de la saturación que padecimos
los últimos días en ese escenario. Pero esto no fue impedimento, en absoluto,
para seguir pasándolo teta con <u>Papertiger</u>, volviendo de nuevo a mi
queridísimo “Coup de Grace”, el más representado. Cañera y precisa, la banda
pedía palmas y coros a su público, devolviéndonos como agradecimiento ese solo
de Anders Wikström a tan solo unos metros de nosotros. Este mismo, se marcó
unos punteos, petadísimos de feeling, para arrancar la casi folclórica <u>Home
of the Brave</u> y su tono hímnico (que por supuesto, triunfó de pleno allí, en
Estados Unidos), y a continuación, abría con esas maravillosas teclas Appelgren
para <u>Soul Survivor</u>, todavía más bienvenida. Ernlund reflejaba alegría en
su rostro, y su sonrisa se nos contagiaba rápidamente, estando muy bien en esos
tonos más altos, y aprovechando para presentar a la formación al completo. Påhlsson
y Borger tejieron unas bases rítmicas muy empastadas sobre las que se asentó la
más comercial <u>Freudian Slip</u>, además de unas teclas bastante presentes,
aunque yo las habría subido un puntito.
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De nuevo una gran interpretación vocal, sobre todo
en la escalada del estribillo, dio paso a una de esas partes en las que atesoré
cada segundo y cada nota. Las luces se atenuaban con esas aterciopeladas y
subyugantes notas, la ambientación ganaba en intimidad, y el público respondía
por completo a <u>We Own the Night</u>. Rollazo bestial, elegancia
sobrecogedora… y ensoñadora como pocas gracias a esas oscilaciones melódicas. A
placer, alargaron la última parte incluyendo un gran solo, en un tema que me
hubiese quedado todo el día cantando. Ojalá nunca la quiten del setlist, porque
para mí fue el momento álgido del show. Pero con <u>Rev it Up</u>, de su “The
Pleasure Principle”, Borger volvía a pisar el pedal en su batería, y los coros
volvían a brillar con luz propia. El mismo Borger nos volvió a flipar con uno
de esos finales tan espectaculares, golpeando a toda hostia y cruzando las
manos que parecía un pulpo. En cuanto a contundencia, sin duda <u>Roar</u> fue
una de las que más pegaron. Borger y Påhlsson volvían a salirse formando
equipo, pero también me moló el que formaban este último y Wikström a la
guitarra, cuando se acercaban el uno al otro. Un sonido bastante Heavy que
cambió de tercio en <u>Get you on the Run</u>, curiosamente registrada en dos
de sus discos (“Scrath & Bite” y “Organized Crime”). Imposible no dejarse
llevar y cantar ese estribillo, con sabor a radiofórmula ochentera, hasta que
nos doliera la garganta, a petición del carismático Robert Ernlund. También
fue, para mi sorpresa, lo único que pudimos catar de su tercer álbum, al que
eché bastante en falta. Desde “Organized Crime” atacaban con <u>Conspiracy</u>,
con la que además de vociferar, también nos hicieron castigar el cuello a base
de bien, y esos coros tan gordos le dieron el toque de gracia. Y si todavía nos
quedaban ganas de cantar (y doy fe de que así era), <u>World of Promises</u>
sació nuestro apetito. ¡Hasta el solo cantó la peña! En sus últimos compases,
nos dieron otra muestra de cercanía, mirándonos fijamente, y poniéndose todos a
saltar al mismo tiempo. Absolutamente fantásticos. Uno de mis grandes
alicientes para intentar volver este año al Lion Rock Fest de León.
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Puesto que me los tuve que perder el tercer día, por
estar fuera del barco en el horario en que tocaban, aguardaba con muchas
esperanzas la actuación de los <b>Heaven’s
Edge</b>, banda de Hard Rock fundada en 1987, Philadelphia, que era otra de las
grandes exclusividades que nos brindaba este Monsters of Rock Cruise 2024, al
menos, para quienes no podemos ni oler ese tipo de bandas en nuestro país.
<br><br>
<b>Heaven’s Edge:</b>
<br><br>
Su concierto suscitó opiniones muy contrastadas, en
general, al igual que pasó con otros, como <b>Ace
Frehley</b>. Yo, personalmente, me quedo en medio de los dos extremos. Fue un
concierto que disfruté bastante, apreciando cada uno de los temas, incluidos
los de ese reciente “Get It Right”. A nivel escénico me pareció genial, con
mucha actitud, movimiento y esfuerzo por agradar. Luego, en la parte, digamos,
más técnica, y en cuanto a ejecución, ya creo que hubo más altibajos, aunque
por otra parte, pienso que no llegaron a ensombrecer de todo el concierto.
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No me esperaba un Studio B tan vacío, la verdad, pero
así podría verlo todo más ancho y moverme más. En seguida, el bajista Jaron
Gulino, que sustituye al fallecido George Guidotti desde hace unos pocos años,
se plantó delante del escenario, repasando los trastes de su instrumento y levantando
bastante ruido, y el resto de <b>Heaven’s
Edge</b> saltaron a escena mientras ya rebotaba a gusto la batería de Dave Rath
en el tema escogido para abrir, <u>9 Lives (My Immortal Life)</u>. Tirando de
ventilador, los componentes de la banda lucían palmito y melena, con un ánimo
creciente a cada riff y golpe de bajo, y el setlist que nos tenían preparado me
iba a dejar más que contento. Como única representante de su “Some Other Place
- Some Other Time”, caía <u>Rock Steady</u>, que por su mejor reconocimiento,
levantó mejor las ganas del público de echarse los primeros bailes, al tiempo
que Mark Evans, siempre llevando a cuestas su pie de micro, nos repasaba con la
mirada. De momento, se le notaba la voz bastante fría, aunque supuse que esto
mejoraría con el paso del show. Viéndole en persona, y habiéndole dado tantas
vueltas a su último trabajo, pensaba que estaría en mejor forma vocal. Eso sí,
en cuanto a saber estar sobre el escenario, era una auténtica flecha. <u>Had
Enough</u> conservaba en directo esa dureza en las guitarras característica de
la banda, en este caso, empuñadas por la pareja Steven "Steve" Parry
y el gran Reggie Wu. Este último representó, con mucha diferencia, lo mejor del
concierto, con su enorme pasión al tocar, y los constantes pasos y gestos que
te obligaban a fijar tu vista en él.
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En general, también en sus compañeros, una actitud
muy americana, y ochentera. Reggie Wu nos dio, también, un pequeño anticipo a
las teclas en <u>Come Play the Game</u>. Mark, paraba un ratito a saludar, con
una amplia sonrisa, y sin hacerlo demasiado largo, proseguían con <u>Gone Gone
Gone,</u> que parece que no terminó de entrar (aunque yo seguía pasándomelo de
puta madre). De nuevo, y a riesgo de sonar pesado, el sonido de los bajos fue
un completo desastre en aquel concierto. No sé qué coño le pasaba por la cabeza
al técnico de turno de este escenario, pero si quería destrozarnos los
tímpanos, a buen seguro que lo estaba consiguiendo… Y según me contó mi amigo
Aitor, el sonido que tuvieron el lunes en el Pool Stage fue vergonzoso. Desde
luego, tenían la negra. Pero a su favor, debo insistir que me pareció una actuación
bastante enérgica en la que los músicos tuvieron un gran comportamiento, sobre
todo Reggie Wu, que continuaba dejándonos locos con su velocidad y su inmensa
soltura, digna de un videoclip. <u>Up Against the Wall</u> nos trajo
espectaculares coreografías, con vueltas simultaneas por parte de todos y Mark
terminando de rodillas junto al bajista Jaron Gulino, y en verdad, estas fueron
uno de los aspectos que más me motivaron del concierto. <u>Bad Reputation</u>
arrancó con bases de teclado por parte de Wu, y nos puso a cantar a todos su
estribillo, lo cual disimuló las innegables carencias de Mark en los tonos
altos, con algún gallaco que otro. En esos momentos, David Rath se venía
arriba, tanto, que se ponía de pie sobre su batería. Una de mis mayores
alegrías en cuanto a temas llegó con <u>What Could've Been</u>, del “Get it
Right”, que me parece súper inspirada. Vale, es un sonido muy ‘typical Frontiers,
pero su melodía atrapa, y en directo sonó cojonuda, con coros bastante buenos.
También me resultó curioso que Mark sufriese tanto en ella, eso sí, sin parar
de corretear por el escenario.
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Ya empalmaban la seguidilla con temas clásicos,
centrados en su primer “Heaven Edge”, con <u>Skin to Skin</u> para empezar, y
ese ‘kick it out’!! sonando alto y claro, más coreografías, y más actitud a
raudales por parte de Reggie, que se imponía como la gran estrella del show. La
enlazaba el batería, sin perder un segundo, con <u>Play Dirty</u>, y poco
después, llegaría el sorpresón mayúsculo. Porque si me tengo que quedar con un
momento del show, lo haré siempre con la subida del gran astro Brian Forsythe,
y del no menos talentoso Keith Roth, ambos con su propia guitarra, para
interpretar nada menos que el <u>Cold Blood</u> de KIX… joder, jodeeeeer, ¡¡qué
gozada señores!! A Mark, tengo que decir que le quedó muy grande cantarla, pero
a su lado tuvo también a Cassandra Carson como apoyo, vocalista de la banda
Palandra, que se lució con este pequeño papel. Ya para terminar, de un salto se
bajaba el cantante Mark al foso para chocar los cinco con la peña, al mismo
tiempo que Reggie Wu nos acercaba hasta el borde el virtuoso solo de <u>Find
Another Way</u>, y el bajista Jaron Gulino daba unas cuantas patadas al aire,
para poner el puntito final de espectacularidad. Al contrario que a todos mis
compañeros, fue un concierto que me gustó bastante en líneas generales, aunque
tampoco me encendió la sangre como imaginé, a pesar del gran repertorio.
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Pero con lo que venía a continuación, sí podíamos
estar tranquilos al 100%. Para mí, ya era la cuarta vez frente a ellos, con
tres auténticos conciertazos de órdago a mis espaldas. Y esa constancia y
altísimo nivel son más que suficientes para saber que tendría que suceder una
catástrofe para que <b>Winger</b> errasen
el tiro.
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<b>Winger:</b>
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Exactamente igual que sucedió en 2022, tras su
concierto en el Royal Theater, se reservaban el segundo para el Pool Stage, en
plan más refrescante y veraniego, y al amparo de la noche que ya estaba
terminado de caer. El concierto, como curiosidad, empezó en plan humorístico,
con un desliz de Reb Beach en el inicio del primer tema, que se tomaron a
cachondeo. Ahora sí, restallaba a todo trapo <u>Stick the Knife in and Twist</u>,
muy contundente, con la banda dando un aspecto de estar al 100%, grandes coros
armónicos y un solo compartido entre Beach y John Roth. Todavía me daba la
impresión de que faltaba algo de volumen en las guitarras, pero fue algo que se
solventó rápidamente. Y si bien no llegó a sonar como en el Royal Theater, el
resultado general fue fantástico. Durante <u>Down Incognito</u> se respiraba un
ambientazo de lujo. <b>Winger</b> nos
sonreía, señal de que todo iba como la seda, y hasta los teclados estaban en su
punto perfecto. Roth nos mostró otro solo, de los muchos que él ejecutaría
durante el concierto. Todos alineados, dieron caña con una pequeña parte
instrumental de aires bastante rockabilly, y seguidamente, cambiaron
radicalmente de tercio, tocando Paul Taylor las primeras notas de piano en la
etérea <u>Miles Away</u>, que me volvió a enamorar otra vez. Además, Kip estuvo
espléndido en ella, alcanzando todas las notas, transmitiéndonos con su cálida
voz todo el feeling del tema, e incluso acercándonos el micro para que se nos
escuchara mejor a nosotros, el mar de voces que la cantábamos.
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Momento casi idílico, al que sucedió la mucho más
contundente <u>Time to Surrender</u>, destacando ahí, a muerte, esos golpes de Rod
Morgenstein a la batería, y saliendo con una tercera guitarra Paul Taylor,
juntando hombros con total chulería con los otros dos guitarristas. Mientras la
banda se tomaba un minúsculo descanso, Reb Beach se encargaba de dejarnos
embobados con su enorme habilidad, pero rápidamente volverían a ponernos a mil
con un bombazo como <u>Seventeen</u>, cuya parte más progresiva sonó de
auténtica locura, y justo entonces les pudimos ver, a todos ellos, alineados en
primera línea de ataque. Lo que vino a continuación, fue un pasote de la
hostia. Un medley que incluyó temas de bandas donde, en mayor o menor medida,
han militado todos los músicos de <b>Winger</b>,
o les han influenciado de algún modo. Así, cayeron fragmentos, magistralmente
encajados, de <u>Billion Billion Dollar Babies</u> (Alice Cooper), <u>Jane</u>
(Jefferson Starship, con una interpretación vocal de John Roth que me dejó
pasmado), <u>In My Dreams</u> (Dokken, a tres voces), la divertida <u>Any Way
You Want It</u> (Journey), un pequeño fragmento instrumental de <u>Cruise
Control</u> (Dixie Dregs), <u>I Wouldn't Want to Be Like You</u> (The Alan
Parsons Project) y como bofetada final, nada menos, que <u>In the Still of the
Night</u> de Whitesnake, cantada también por Roth… y se quedaron tan
tranquilos… y nosotros, con cara de éxtasis total. Y no contentos con haber
demostrado esta aplastante superioridad instrumental, todavía se marcó, el
batería Rod Morgenstein, un pedazo de solo increíble, siguiendo una base
progresiva disparada que nos puso más calientes todavía. Un subidón que no
quisieron que amainara, puesto que en seguida volvían a la palestra con <u>Headed
for a Heartbreak.</u> A Morgenstein, por lo visto, le sobraban ganas,
volviéndose a lucir con esos potentes redobles, y esos teclados a cargo de
Taylor imbuyeron al tema con la esencia perfecta.
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Entre los guitarristas, veíamos agarrones y gestos
de compañerismo, mientras Reb apoyaba a <b>Winger</b>
en sus labores de vocalista, que ya de por sí, cantó estupendamente. Un músico
por el que, sin duda, el tiempo ha pasado con una dignidad en todos los
aspectos que ya quisieran otros. Por su parte, el concierto mantenía un ritmo
imparable que no nos dejaba ni respirar, empalmando literalmente la anterior
con <u>Easy Come Easy Go</u>, tan divertida (esas coreografías de la gente en
ella me volvieron a poner una sonrisa) como bien plasmada en directo, y el
bueno de John Roth, asomándose a nosotros desde el escenario. Desde hacía un
buen rato, el viento que azotaba la cubierta del barco se había vuelto poco
menos que insoportable. Por suerte, el espectacular final, a todas luces, que
nos ofrecieron <b>Winger</b>, nos hizo
olvidarnos de él. Muchos empezaron a pirarse de allí, en vista de que iba a
caer una buena, pero nosotros tan solo nos alejamos unos pasos para terminar de
disfrutar por todo lo alto de <u>Madalaine</u>, de cantarla a piñón, y de esos
lucimientos de cada uno de los músicos, justo antes del momento de la
despedida, especialmente de Kip, con esos tonos elevadísimos. Segundo
concierto, y segundo sobresaliente alto para <b>Winger</b>, quienes por cierto, visitarán nuestro país el próximo 9 de
Junio, en la sala Riviera de Madrid. Habrá que pensárselo seriamente.
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Y si antes menciono lo del paso del tiempo y la
dignidad, antes nos llega un artista, el protagonista del siguiente concierto,
que es un caso de auténtico diccionario en este sentido, el descomunal <b>Glenn Hughes</b>. Todavía no me he quitado
el asombro por lo que pude ver allí aquella noche…
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<b>Glenn Hughes:</b>
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Por una parte, era fácil adivinar que iba a ser un concierto
absolutamente ganador, con un setlist centrado en la época en la que el bajista
y cantante fue componente de Deep Purple, es decir, algunos de sus mejores
discos como el “Come Taste the Band”, el “Stormbringer”, y esa obra maestra
llamada “Burn”, que fue uno de los primeros discos de Rock que escuché en mi
vida, cuando tenía prácticamente… 0 años. Así pues, ya os podéis imaginar el fuerte
componente emocional que tendría este concierto para mí. El hecho de poder ver
todos esos temas que ya son leyenda de nuestra música, cantados por su
vocalista original, era uno de mis puntos álgidos, ya no de la jornada, sino de
todo el festival.
<br><br>
Y para mayor placer, en el Royal Theater, con
espacios individualizados, excelente visibilidad, y un sonido que tiraba de
espaldas. Esto último fue fácil de comprobar ya durante el primer corte con que
la formación nos asaltó. <u>Stormbringer</u>, con Hughes marcando fuerte sus
notas de bajo, sonó mega contundente y al mismo tiempo cristalina, con unas
vibraciones tan increíbles que llegaban directas a mis venas. Mucho wah por
parte del guitarrista Soren Andersen, y gran poderío en las baterías de Ash
Sheehan, quienes completaban una banda que te dejaba con los ojos en blanco de
placer. Y desde luego, una cosa nos quedó clara ya de primeras: <b>Glenn Hughes</b> no iba a cortarse un pelo
con los gritos y agudos más estremecedores. Pero dicho así, queda demasiado
banal, demasiado vulgar para una auténtica leyenda viva de nuestro rollo, un
CABALLERO, con mayúsculas, del Rock, que supura elegancia con cada movimiento,
que con solo un mínimo esfuerzo puede desatar un verdadero torrente de
emociones gracias a su portentoso e infinito chorro de voz, y cuya presencia te
hace inclinarte a sus pies por tal magnitud de grandeza y pasión que destila,
todavía, a sus 72 años. Los primeros teclados del virtuosísimo Bob Fridzema,
que dieron cancha a <u>Might Just Take Your Life</u>… cómo decirlo sin ambages…
casi me hacen llorar de emoción. Un momento de éxtasis de esos en donde el
tiempo parece detenerse, fue todo tan perfecto, tan milimétricamente medido,
que la inmersión en el tema fue total, casi podía notar hasta las alucinantes
baterías de Ash Sheehan golpeándome Y respecto a la voz, bueno… decir
sencillamente que lo de este hombre no es ni normal, ni lógico. Llamarlo
talento desmesurado me parece quedarse corto. Llamémosle magia, alquimia, pacto
con el diablo, o lo que nos venga en gana, pero lo de Glenn Hughes es de otro
universo. Incluso en los momentos entre tema y tema, donde nos dedicaba largas
sesiones de melodías vocales improvisadas, se le ponían a uno los pelos como
escarpias, y os juro que en este caso lo digo de la forma literal posible.
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En su voz está todo el soul, todo el funk y todo el
rock que pueda caber en este mundo, es un espíritu portentoso, más que un
vocalista, es un auténtico prodigio de la naturaleza sin explicación
científica. Muy, muy pocas veces he visto nada igual (por no decir nunca). Pero
al igual que hubo muchos interludios, también hubo partes muy cañeras a
mansalva, como las que nos trajo la majestuosa <u>Sail Away</u> en todo su
esplendor, con el inmaculado solo de Andersen, balanceos incluidos, resaltando
por encima del resto, y por supuesto, con una voz de clase superior. Era la
primera vez que la leyenda se embarcaba en el Monsters of Rock Cruise, y qué
mejor lugar donde hacer homenaje a esos 50 añazos que le caen al “Burn”. Nos
hablaba y contaba anécdotas de cada uno de los temas, y para él, <u>Mistreated</u>
era el tema que mejor concentraba la esencia del disco. El corte fue precedido
de un pequeño pero exquisito solo de guitarra, y alargado con partes
instrumentales, donde para mí, lo más suculento fue ese colchón de Hammonds que
reflejó en directo toda la magia del tema. El sprint final, petado de solos,
ostentosidades en la batería, y duelos de teclas… fue sencillamente para cerrar
los ojos y perderse. Otra descarada demostración de apabullante poder vocal
volvía a hacer callar, sin que nadie lo pidiera, a todo el teatro. No se
escuchaba ni una sola mosca, salvo la voz de Hughes, ni una conversación, ni
una sola palmada, estupefactos como estábamos, volvía una y otra vez a
deleitarnos, alternando gritos y susurros, con un feeling completamente
desbocado. Con una parte mucho más funk (y que parecía improvisada), Glenn
volvió a tomar el centro del escenario, marcándose unas partes de bajo de poca
broma, destacando también como bajista el gran bajista que es. Y dedicando el
siguiente tema a su añorado y admirado amigo Tommy Bolin, lanzaba los primeros
punteos de <u>Gettin' Tighter</u>, del “Come Taste the Band”. Ensalzando ese
rollo funk tan guapo, estaba el gran Bob Fridzema con su Hammond, y desde su
batería, Sheehan metía incontables detalles dignos de ver en vivo y en directo.
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Antes de proseguir, Glenn hablaba sobre historias,
sobre Bolan, sobre su gira, sobre sus fans… repartiendo amor a todo el mundo
con esa bondadosa oratoria que le caracterizó. Pasaba, entonces, a abrir con su
bajo, esa casi espiritual <u>You Keep on Moving</u>, que fue una de las partes
más místicas del show, todo ello, ante esa gigantesca pantalla que nos
iluminaba al fondo del escenario. De nuevo, tuvimos que rendirnos irremediablemente,
no solo ante la grandeza del frontman, sino ante toda su banda, cuyo nivel es
prácticamente insuperable. Otra parte instrumental alargada, con una cantidad y
calidad de virguerías vocales para flipar, arrancó unos aplausos que duraron
varios segundos, con el público poniendo toda el alma en ellos. No es para
menos. Había que estar allí para ver la gran profundidad que alcanzó el show.
Mucho discurso, dirán algunos. Mucha vacilada instrumental, dirán otros. Pero
para mí, poder ver a una leyenda, cuya voz es prácticamente la octava maravilla
del mundo, en persona, y además, mostrándose tan sincero y cercano, fue algo para
no olvidar. Ah, y hablando de olvidar, no podemos dejar de lado esa brutal
explosión final que llegó con una de las mejores canciones jamás compuestas en
la historia de la música: <u>Burn</u>. Los duelos de Fridzema y Soren Andersen
en mitad del tema, la estruendosa, mortífera y fulgurante batería de Ash
Sheehan y esos tonos imposibles, fueron un auténtico derroche de poder divino,
por no hablar de ese kilométrico y electrizante solo de teclado que incluso
nosotros cantamos a viva voz. Solo voy a decir, para terminar, que no le otorgo
el puesto del mejor concierto de todo el MORC 2024 en mi clasificación personal
porque me habría encantado que hubiesen encajado más temas, un Lady Luck, un Lay
Down, Stay Down, o incluso alguna balada como Soldier of Fortune. Aun así para
mí, centrándonos en lo que SÍ hubo, todo llegó prácticamente a los límites de
la perfección.
<br><br>
Todavía conmocionados por tan erupción de talento
vocal y musical, fuimos haciendo marcha hacia el Pool Stage, donde actuarían
los Armored Saint, una de las bandas todavía no vistas que nos quedaban del
cartel. Cuál sería nuestra nefasta sorpresa, cuando al llegar al sitio… ¡vimos
que estaban desmontando el tinglado! Por lo visto, justo al terminar el
concierto de <b>Winger</b>, cayó la de San
Quintín, de hecho, estaba todo prácticamente anegado, y en esas condiciones, no
se podía celebrar ya nada en ese escenario. Una putada, porque eso significaba
que nos quedábamos sin verles. Fue un pequeño desánimo de última hora, pero al
menos, en mi caso, no fue una de mis bandas forzosamente imprescindibles. Para
olvidarnos del trago, dimos un rulo por el Promenade, donde Tyson Leslie,
teclista pluriempleado durante todo el crucero, se tocaba unos temillas ante
una gran expectación. En algunos casos, las miradas de despedida eran
inconfundibles, y es que, en realidad, nos quedaban ya muy pocas horas de
disfrutar de aquel paraíso sobre el mar. Nos dimos un garbeo también por el
casino, donde intentamos fomentar sin éxito nuestra ludopatía, y cuando nos
hartamos, tras ver caer miles de globos a modo de fiesta de despedida, fuimos
tirando hacia el Royal Theater, donde despediríamos este Monsters of Rock
Cruise 2024 con un pedazo de artista como <b>Mark
Slaughter</b>, haciendo acopio ya de nuestras últimas fuerzas.
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<b>Slaughter:</b>
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Y de paso, veríamos su actuación completa,
desquitándonos del poco rato que la disfrutamos el lunes. Con una sirena
disparada, y con Jordan Cannata comportándose ya como un salvaje con su batería,
aparecía <b>Slaughter</b>, con una pequeña
cámara, grabando al ya alborotado público, que parecía querer darlo todo en
este último concierto. Nosotros estábamos igual. Era hora de dejarse la piel,
de cantar a saco, de sudar, de vivir el momento, de convertir aquel fin de
fiesta en algo tan apoteósico que quedase para el recuerdo… ¡¡Vamoooooos
hostiaaaaa, que esto se acaba!! La banda, por su parte, tampoco escatimó un
pelo en ningún aspecto. Salieron todos como una bala al escenario, con las
pilas a tope, y por el momento, Mark tan solo ejercía de vocalista, dejando a
un lado su guitarra para recorrerse con ligereza el escenario, y para empezar, <u>Mad
About You</u> ya nos trajo la mejor cara de todos ellos, con unas ganas exultantes
de fiesta y desenfreno. Para engrandecer todavía más este clima, chorros de
humo brotaban del escenario, y subían aún más el ritmo con <u>Burnin’ Bridges</u>.
Mark, aun con su voz algo cascada, se esforzó a tope por llegar a los tonos
altos, pero en estos momentos, casi era más prioritario el ofrecer un buen
espectáculo visual, y en ello se centraron los músicos. El bajista Dana Strum, de
subidón cada dos por tres, aportaba voces también, y cruzándose continuamente
con Slaughter y Jeff Bland, daba unas carreras maratonianas por el escenario,
buscando también contribuir a esa energía positiva. En verdad, se vivía una
tensión muy especial, extremadamente festiva. No era, para nada, una despedida
triste. El frontman, ya con la guitarra a cuestas, provocaba una lluvia
continua de púas sobre los asistentes, parando solo para marcarse uno de los
punteos del tema. A continuación, este abría con su versión del <u>Immigrand
Song</u> de los Zeppelin, no sin antes brindar con todos nosotros, muy
ilusionado y más contento de lo habitual, y por delante de él, Dana se paseaba
de nuevo por toda la primera fila, haciendo gestos constantes y bromeando con
sus seguidores. Por cierto, también Kenny Leckremo estaba justo a nuestro lado,
disfrutando a tope del bolo.
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Con el escenario de nuevo cubierto por una densa capa
de humo, <u>Eye to Eye</u> entraba con mucha contundencia, y con la energía
todavía por las nubes en el seno de la banda. Dana y Jeff se apretujaban el uno
contra el otro mientras este daba el solo, y la pantalla mostraba imágenes
bastante hilarantes, Cannata se quedaba con su solo, uno de esos de ver, oír y
callar, ante el brutal estruendo y la destructiva forma con la que golpeaba su
batería, pisando los platillos, plantándose encima, y sin parar de hacer
malabarismos con los palos… este tío es increíble. Terminaron el tema anterior,
y lo continuaron con otra de lo más cañero, <u>The Wild Life</u>, en la que <b>Slaughter</b>, casi dejándose las cuerdas vocales
en ella, gritaba como un poseso, y por su parte, guitarrista y bajista se
echaban unos bailes, metiendo unos punteos simultáneos guapísimos. Si el primer
setlist que vimos contó con varios medios tiempos y baladas, tan solo <u>Real
Love</u> (¡bravo!) se quedó esta vez, y la fueron interpretando por partes de
creciente intensidad entre los distintos músicos. El sonido estaba un tanto
saturado, pero en esta ocasión no le dimos tanta relevancia, pues lo que
queríamos era volumen, ruido y fiesta. De esto precisamente fue el concierto.
Con Jordan Cannata de pie en su batería, se tocaban ahora <u>Fly to the Angels</u>.
Todo el mundo desde el público iluminaba con sus móviles, a la vez que el
susodicho Cannata le daba unas hostias exageradas a los parches, y Jeff,
Slaughter y Dana, en fila, lucían su habilidad a la hora de tocar. Solo quedaba
UN tema para cerrar el festival, pero no puedo imaginar otro mejor, en aquel
clima de jolgorio y desmadre, que <u>Up All Night</u>, que cantamos hasta que
nos explotaron las amígdalas, tal como lo hacía Mark, afinando regular, pero
dando el callo a muerte, y por cierto, ¿me lo pareció a mí, o durante esta
última subieron el volumen una bestialidad? Sea como sea, fue un auténtico
momentazo de disfrute y alegría para todos nosotros, que nos despedíamos de
ellos mientras tocaban ese fragmento del <u>Won't Get Fooled Again</u> (The
Who), ya cada uno a su puto rollo, Cannata machacando tambores, <b>Slaughter</b> tocando de espaldas, Dana en
una esquina del escenario saludando a la peña…
<br><br>
Nos fuimos retirando, hechos astillas, hasta nuestro
camarote. Nada de alargar la noche, nada de hacerse los remolones. Al día
siguiente, tocaban diana a las 8, y tendríamos que decirle adiós al que fue
nuestro hogar durante cinco días increíblemente intensos e inolvidables, al
colosal Independence of the Sea. Pensarlo daba cierta tristeza, pero eran
tantos los recuerdos, las sensaciones, y la alegría que habíamos acumulado allí,
que estas ponían freno a cualquier pensamiento negativo. A la mañana siguiente,
tomamos nuestro último desayuno, con las maletas ya empaquetadas, y con una
emoción indescriptible, abandonamos el barco, ya resignados a volver a la
realidad tras este ensoñador viaje al paraíso del Rock. No voy a alargarme más
con la despedida. Espero haber dejado aquí plasmada, con mayor o menor acierto,
toda esta colosal experiencia que nos marcó de por vida.
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P.D. 1: Los que hayáis aguantado leyendo hasta aquí…
de verdad que os merecéis una medalla, y tenéis mi eterna gratitud.
<br><br>
P.D. 2: Muchas gracias de nuevo, principalmente, a mi
chica por haber hecho realidad esta increíble experiencia, y por las excelentes
fotos que han ilustrado las crónicas. A Elena por ser tan excelente compañera
de festival y aventuras varias. A Aitor e Inma por hacer que lo pasásemos
todavía mejor (también por el contrabando de Fantas. No funcionó, pero había
que intentarlo jejeje). Y en general, a toda la gente, como Diego Sixx,
Roberto, ese encantador matrimonio de Utah que conocimos y la amigable pareja
de Madrid, la chica que encontró y nos devolvió el móvil, todos aquellos que
nos dieron o nos cambiaron objetos… allí, todos formamos parte del mismo sueño.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTdSWNmdra79ZI7Q8pEsCIb8MIbKMEQQuQ9m2Lj9SSXpOoExz5uOsfbt7z3l2f2fmrAW5eEhvJu_n14Lo9F9bDNvlHyMN_WFuXJ7gaTPYN7Vxf3BhGTxQGA8hlD-rKepKSIpAQfSrYlE0XAZiYwEC5ALC0U2-lWMWv4PDQHGfGdbVsGtZx76gnQJiyQWs/s1600/Winger%2004%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1050" data-original-width="2000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjTdSWNmdra79ZI7Q8pEsCIb8MIbKMEQQuQ9m2Lj9SSXpOoExz5uOsfbt7z3l2f2fmrAW5eEhvJu_n14Lo9F9bDNvlHyMN_WFuXJ7gaTPYN7Vxf3BhGTxQGA8hlD-rKepKSIpAQfSrYlE0XAZiYwEC5ALC0U2-lWMWv4PDQHGfGdbVsGtZx76gnQJiyQWs/s1600/Winger%2004%20Portada.jpeg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/9ihcd7r" ><a href="//imgur.com/a/9ihcd7r">Monsters of Rock Cruise 2024 (5to día, miércoles 06/03/2024, Independence of the Seas)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Mar Caribe14.5401107 -74.9676365-13.770123136178846 -110.1238865 42.850344536178845 -39.8113865tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-8981375271667007682024-03-16T23:50:00.000+01:002024-03-16T23:50:10.824+01:00Let's get CRAZY!! (Monsters of Rock Cruise 2024, 4ª Jornada, martes 05/03/2024, Independence of the Seas)El cuarto día a bordo ya fue otra cosa muy
distinta por la mañana. Me levanté bastante reposado y por tanto, con mucho
mejor humor, dispuesto a empezar, junto a mi chica y mi amiga Elena, desde bien
temprano la fiesta… no sin antes practicar el noble (y prácticamente
obligatorio) arte de abusar del restaurante de comida libre. Sí, soy una de
esas personas que no les sale a cuenta a este tipo de bufetes. La ‘fartada’,
como decimos en mi pueblo, fue tan monstruosa, que casi salgo de allí rodando
más que andando, pero también imprescindible para soportar el duro ritmo que
llevábamos día tras día. Hasta el momento, estaba siendo un festival
enormemente aprovechado. Ya había visto a muchas de mis bandas favoritas, pero
todavía quedaban muchas más, y concretamente, aquel penúltimo día, <b>Dangerous Toys</b>, <b>Lizzy Borden</b>, <b>Crazy Lixx</b>
y, por encima de todos, otro Top absoluto para mí, <b>Winger</b>. A parte, tenía intención de volver a ver a <b>H.E.A.T</b> (esta vez, concierto completo), que no por haberles disfrutado ya incontables veces, iban a tener menos peso en
el cartel. Vamos, lo que viene a ser otro día completamente abarrotado de
conciertos desde primera hora hasta la madrugada, o dicho de otra forma, serotonina
non-stop a raudales. Pasar tantas horas allí, paseando una y otra vez por los
rincones del crucero, conviviendo con tanta gente del Rock, conociendo a muchos
y encontrándote con colegas, zampando, descubriendo nuevos lugares incluso… son
cosas que hacen que se convierta rápidamente en tu nuevo hogar. Es casi como si
el mundo exterior hubiese dejado de existir desde el primer día en que entras.
Y como uno disfruta tan intensamente, el tiempo pasa muy deprisa, demasiado. Con
esa máxima pues, había que exprimir otra nueva jornada hasta que el cuerpo
aguantase (y más allá).<br><br>
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Había, en particular, un evento que nos llamó
la atención desde el día en que fue anunciado, el <b>Rare Hare</b>. Se trata, básicamente, de un concierto en formato jam,
en el que van participando numerosas celebridades de entre las bandas allí
presentes, echándose unas versioncitas bien a gusto. También era algo que
sonaba muy atractivo por su carácter exclusivo. Por norma general, nunca nos
salimos de la ruta concierto-tras-concierto (aunque esto también lo era), pero
aquella mañana, puesto que no coincidían con nada que nos atrajera más, fuimos
a ver un ratito del show hasta que empezasen los <b>Dangerous Toys</b>.
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Fue verdaderamente entretenido. Al intimidante
solano que ya caía sobre las 12:00 del mediodía, pudimos echarnos unos
cabezazos con temas de sobra conocidos por todos, e interpretados por músicos
de primera clase. En verdad, tampoco tomé demasiados apuntes, pero recuerdo
algunos covers, como el <u>Nothin’ to Lose</u> de Kiss (con Philip Shouse de
Accept sobre las tablas), el <u>Yankee Rose</u> de David Lee Roth, y de AC/DC, <u>Dirty
Deeds Done Dirt Cheap</u> y <u>Shoot to Thrill</u>, que inevitablemente, puso a
bailar a toda la cubierta.
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<b>Dangerous Toys:</b>
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No pudimos quedarnos más a tomar el solecito.
Para mí, entre las dos bandas que coincidían a continuación, la elección estaba
más que clara. <b>Dangerous Toys</b> me
encantaron el primer año que vinimos (en el Pool Stage, recuerdo), y aunque
imaginaba que su setlist sería muy parecido a aquel que vimos, igualmente me
hacía mucha ilusión. Y digo esto porque los de Texas son una de esas
formaciones que han perpetuado su carrera, desde hace casi 30 años,
exclusivamente con conciertos en directo. Esta vez, por tanto, tampoco habría
novedades discográficas, pero el chaparrón de temas clásicos estaba más que
garantizado. En el Studio B, dieron el tiro de salida con la cañera <u>Outlaw</u>,
con un sonido contundente y bastante limpio en las guitarras redoblantes de Paul
Lidel a la rítmica, y Scott Dalhover a la solista, siendo este último una de
las figuras más destacadas del concierto. Al ritmo de <u>Take Me Drunk</u> (por
Dio, que puto rollazo más guapo tiene este tema), empezamos a ver los primeros
bailes a nuestro alrededor. La gente se había levantado muy motivada de la
cama, por lo visto, y muchos ya lanzaban gritos y gestos hacia el escenario, y
en particular, a su carismático vocalista, el gran Jason McMaster. <b>Dangerous Toys</b> conservan una formación
sorprendentemente original, a pesar del paso de los años, y eso se nota cuando
vemos lo engrasada que funciona la maquinaria de la banda. El estilazo que
pasea Scott Dalhover, con ese rollo cowboy, es tremendamente atractivo, pero
también su forma de dar los solos y, en general, de empuñar su instrumento,
moviéndose a paso lento pero firme en temas como <u>Sugar, Leather & the
Nail</u>. Jason se dirigía al público en general para enfatizar lo maravillosa
y única que es esta experiencia del Monsters of Rock Cruise, y él, que lleva un
montón de años asistiendo, los sabe mejor que la mayoría. Sin más dilación
(aunque habría demasiados parones a lo largo del concierto), y a ritmo de
percusión más clásica, arrancaría <u>Gimme no Lip</u>, y el mismo vocalista se
mostraría en buena forma física, con movimientos rápidos y un andar constante
por todo el escenario, pero también vocal, con un aguante admirable en temas
que requerían esas voces más gritonas.
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El bajo de Mike Watson, pieza clave en el
sonido de sus grabaciones en estudio, destacaba también cantidad, y
protagonizaba el inicio de <u>Bones in the Gutter</u>, volviendo de nuevo a su clásico
“Dangerous Toys”, y la súper electrizante Ten Boots (Stompin’), en la que pude
observar continuos detalles en la forma de tocar de Scott Dalhover, siempre tan
apasionado y centrado en sus cuerdas. Paraba de nuevo el cantante para
contarnos el contexto del siguiente tema, para seguir con su perpetuo movimiento.
Desde izquierda y derecha, Scott y Paul se juntaban en uno solo para fliparse
en ciertos momentos, pero también ponían su grano de arena en los coros, muy
importantes en <u>Queen of the Nile</u> y, en menor medida, <u>Pissed</u>, que
fue el único tema del set que se salió de los dos primeros álbumes, más
machacona y pesada. Paul Lidel, con esa cara de eterno jovenzuelo, nos miraba
sonrientes, señal de que lo pasaba tan de puta madre como nosotros. Abría,
ligerita, la batería de Mark Geary, con buena pegada, para <u>Sport'n a Woody</u>,
y con un mínimo gesto, su vocalista ya nos tenía a todos dando palmas a su son,
y más adelante, este mismo se situaría en primera línea de escenario,
pavoneándose ante nosotros. Volvía a hablarnos… presentando de nuevo el
siguiente tema, <u>Line’em</u>, con ese estribillo tan pegajoso que
prácticamente te obliga a mover los pies, y se preparaban ya para esos temazos
con los que hicieron despegar su carrera, a finales de los 80, con continuas
muestras de actitud y fanafarronería, las mismas que mostraron en <u>Teas'n,
Pleas'n</u>. Los buenos coros, esas repeticiones vocales, y el solo, con Paul y
Scott hombro contra hombro, fueron los aspectos que más me molaron, y cómo no,
ahí estuvo también <u>Scared</u>. La banda decidió darlo absolutamente todo en
ella, y levantar los ánimos todo lo posible, pero sin duda, lo que más nos
flipó a todos fue la invitación, a mitad de tema, de Joakim Berg (vocalista de Hardcore
Superstar) al escenario para terminar de cantarla con ellos. Se mostró
pletórico, como si fuese uno más de la banda, incluso nos instó a cantar unas
cuantas veces el estribillo a capela, muestra del subidón que llevábamos con
aquel último gesto. Tras la presentación de los músicos, nos dedicaron un
divertido y efusivo adiós.
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Fuimos a comer en plan rapidito (unos cachos de
pizza, clásico entre clásicos de nuestros MORC) y, como nos sobraba un poco de
tiempo antes de tomar la revancha con <b>H.E.A.T</b>,
fuimos a dar un rulo por las plantas superiores del barco, a ver qué nos
estábamos perdiendo por allí. Y en verdad, fue bastante agradable. A parte de
un arcade (aunque de máquinas modernas, para mi decepción), también pasamos por
un café que metían Rock’n’Roll de los años 50 y 60, algo que me encantó.
Posteriormente, ya en la planta 11, donde íbamos a ver el próximo show, nos
dedicamos a hacer absolutamente nada y a tostarnos un rato al sol.
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<b>H.E.A.T:</b>
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A los suecos, en el escenario de la piscina,
se les veía como en casa. Ambiente tan refrescante como sus temas, y un entorno
tan festivo como lo son sus actuaciones. No se retrasaron en su salida a
escena. Tras la introducción disparada habitual, The Heat is On, primero Crash,
y después el resto de músicos fueron desfilando, y no les hizo falta más que la
devastadora <u>Demon Eyes</u>, que el batería y el teclista Jona Tee abrieron a
ritmo del más fulgurante Heavy Metal, para encandilar a todos los presentes.
Como era de esperar, el inigualable Kenny Leckremo ya estuvo luciendo figurín
en primera línea, dejándose la piel y la melena para incendiar el crucero ya de
primeras, y no contentos con ello, nos estamparon la contagiosa <u>Rock Your
Body</u> en las narices, haciéndonos vibrar y saltar a todos al mismo ritmo al
que Kenny daba vueltas sin parar y se recreaba en su estribillo, cantando como
Dios. No son precisamente nuevos en este festival, pero en el lugar se
respiraban aires de multitudes, y es que nunca se tiene suficiente con ellos.
Rápidamente empezaron a extenderse los bailes sobre el escenario, los
acercamientos entre músicos, y movimientos cargados de estilo y actitud, como
los que daba el bajista y cerebro de la banda Jimmy Jay en la no menos adictiva
<u>Hollywood</u>. Incluso Crush, cada dos por tres, se ponía de pie para darle
bien fuerte a los parches, siempre tan inquieto. <u>Downtown</u>, a pesar del
solano que caía, lo cubrió todo de noche, neón y terciopelo con su excelsa
ambientación, momento perfecto para que Kenny se relajara un poquito (física y
vocalmente)… aunque por otra parte, tampoco se quedaba precisamente quietecito,
trepando por la columna del escenario y liándola parda. Esos embriagadores teclados
nos llevaron hasta el primer paroncete, donde el vocalista nos saludaba y
agradecía de corazón el poder estar allá arriba un año más.
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Volvían a estallar, literalmente, con <u>One
by One</u> (que puta joya es ese disco titulado “II”), con todo el mundo saltando
a su son, Dave Dalone ejecutando el solo junto a los monitores, y Leckremo
presumiendo de melena (cabrón con suerte… jeje). El concierto llevaba un ritmo
arrasador, y más que se intensificaría con la llegada de la rockanrolera <u>Beg
Beg Beg</u>, un auténtico disparo certero a más no poder. Kenny se descamisaba,
porque estaba ya sudando a mares, y durante el pequeño intermedio del tema, nos
animaba y provocaba con sus gestos, nos hacía gritar y saltar, y aprovechando
el momento, sacaron una tarta de cumpleaños para Jimmy, al que le caían ya 38
tacos. Un momento lleno de gestos de compañerismo, que sirvió para volver a dar
caña y terminar el tema, con unos teclados que te metían el ritmo en las venas.
Tras este subidón, bajaron un poco de revoluciones con una inesperada “Cry”, de
su primer álbum, balada que dio para mucho juego a teclados y guitarra, cuyos
artífices se juntaban en su inicio, pero también a grandes melodías de bajo. El
sonido distaba de ser perfecto, en algunos temas se notaba cierta falta de
garra en las guitarras, y bases algo saturadas, pero en general, los
instrumentos eran reconocibles.
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Con otra introducción disparada, que me trae
unos recuerdos enormes, arrancaba <u>Point of no Return</u>, en la que todavía
sigo creyendo ver a Erik Grönwall cantándola, aunque hay que ser justos y decir
que Kenny la bordó con creces, con toda la energía que le invade. Dalone la
culminaba con un solo extra, para mayor espectacularidad, y así, sin descanso,
atacaban de nuevo con <u>Livin’ on the Run</u>. Tanto el griterío, como el volumen
de los bajos, aumentaron desmesuradamente, y estos últimos casi se comían a las
guitarras. Parece que el sonido, en general, iba ligeramente a peor, aunque
todavía era decente. Aún tirándose por el suelo y sin parar de saltar, Kenny
clavó cada una de las notas, lo cual ya tiene su mérito. La recta final fue
auténticamente explosiva, empezando por <u>Back to the Rhythm</u>, con Jimmy
apuntándonos con su bajo de rodillas, gran actitud en el solo de Dalone, y siguiendo
con un pepinazo que ya casi no me esperaba, reservada casi para el final, esa <u>Dangerous
Ground</u>, que fue una de mis favoritas del set, con una energía atómica,
tanto en la batería de Crush, como en los saltos del vocalista. Me moló también
ver cómo el teclista cantaba las armonías para el solo de guitarra. Y como era
de esperar, <u>A Shot of Redemption</u> marcó el final, un acierto con el que
la banda se asegura el que todos saltemos y cantemos, aunque yo personalmente
hubiese preferido muchas otras, como Emergency, Falling Down, Come Clean… o incluso
un final en plan emotivo con Laughing at Tomorrow. Kenny, corriendo como loco
en círculos, y empapado en sudor, nos dijo adiós en nombre de toda la banda.
Aunque esperemos que ese adiós sea un ‘hasta pronto’.
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El próximo objetivo marcado, ya que
prescindimos de ellos en su primera actuación, era el de KK’s Priest, la banda
formada por el mítico KK Downing de Judas Priest y su ex-colega de banda Tom
‘Ripper’ Owens. Cuál fue nuestra sorpresa cuando, tras varios minutos haciendo
cola para entrar en el Studio B, la gente empezó a retirarse, y la palabra
‘full’ (lleno) comenzó a estar en boca de todos. Por lo visto, estaba tan a
reventar, ¡que habían cerrado puertas! Un poco desilusionados, hicimos
retirada, aunque no hay mal que por bien no venga. De esta forma podríamos
disfrutar de una buena parte del segundo bolo de Joe Satriani, que me volvió a
dejar de piedra.
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<b>Joe Satriani:</b>
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La asistencia para ver al astro de las seis
cuerdas era bastante numerosa en el Royal Theater, pero pudimos coger unos
asientos con muy buena visibilidad. Es lo que tiene este escenario, que desde
cualquier punto se ven de puta madre los conciertos. Esta vez con el teclado
bordeando el escenario, y Rai Thistlethwayte tras este, el espectáculo musical,
en su más pura esencia, estaba servido. Joe Satriani andaba completamente
absorto en su mundo, mientras nos regalaba esas ostentosidades guitarreras en <u>Ice
9</u>, con esa melodía que también nos atrapó a nosotros. Una auténtica deidad,
un monstruo de la guitarra que salpicaba pasión, riffs hipnóticos y técnica a
raudales con cada gesto. Un puto privilegio poder verle por segunda vez. Con
unas bases 100% compenetradas, formadas por los increíblemente talentosos Bryan
Beller al bajo, y esa bestia imparable llamada Kenny Aronoff ensañándose a lo
salvaje con los parches, la interpretación de <u>Surfing With the Alien</u>
vino a rozar la perfección de una forma escandalosa, a lo que hay que añadir la
enorme variedad de sonoridades que Satriani añadió a su guitarra, tirando de su
enorme pedalera, entre ellas, cantidad de wah. Acompañándole a las cuerdas, su
compañero Thistlethwayte también destacaba por su pasión y su pulcritud a la
hora de tocar. Un fenómeno que domina las teclas, las voces y la guitarra con
una soltura y talento pasmosos. Aronoff, por supuesto, continuó martilleándonos
el cerebro con su bestial forma de tocar, viniéndose arriba en el último
fragmento.
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El maestro Satriani presentaba a su banda, y
daba paso a otro de esos momentos que nunca, jamás olvidaré. Ante mis
incrédulos ojos, subían al escenario, nada más y nada menos, que dos portentos,
otros dos dioses de la guitarra como son Richie Kotzen y Nuno Bettencourt que,
en conjunción, interpretaron una novedad respecto al anterior setlist, la
clásica <u>Crossroads</u> de Robert Johnson, pero en una versión libre, más Heavy,
y mucho más contundente que la original, emperifollada con cientos de solos, a
cada cual más virtuoso que el anterior, en donde los tres fenómenos se fueron
intercalando para ejecutarlos, y a la que puso voz, con mucha seguridad en sí
mismo, el teclista Thistlethwayte. Fueron momentos que grabé a fuego en mi retina
para nunca olvidarlos, pero no terminó ahí la cosa. Estando todavía estos tres
colosos de la guitarra presentes, volvieron a tocar <u>Going Down</u>, tan
adictiva como coreada por el público, con partes de improvisación para volverse
loco, con algún aporte de Nuno a las voces, y empalmando frenéticos solos,
lanzándose guiños entre ellos… no hacía falta más que ver la cara de Satriani, para
saber que lo estaba pasando en grande, pero tampoco podíamos dejar de mirar
cómo le metía el inconmensurable Aronoff a las cajas… Qué puta barbaridad. En
cuanto terminó, y volví a la realidad (porque aquello fue para salirse del
mundo), prometí no volver a lavarme los ojos nunca más.
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Terminamos el show deshaciéndonos en aplausos,
mientras la banda al completo se inclinaba en señal de reverencia. Todavía
flipando vivos como estábamos, pusimos rumbo a la siguiente parada, pero no sin
antes pasar por el bar de las deliciosas pizzas, donde nos pusimos a gusto (joder,
cómo las echo de menos xD). También podríamos haber pasado a ver a los
Queensryche, pero en este festival preferí centrarme en las bandas de Hard Rock
americano y otras que son prácticamente imposibles de ver en nuestro país. A
continuación, <b>Ace Frehley</b> estaba a
punto de inundar el Studio B con los más clásicos riffs y punteos de toda su
carrera discográfica.
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<b>Ace Frehley:</b>
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El Spaceman, como fue conocido en la era KISS,
fue presentado por el locutor y experto en Heavy y Rock Eddy Trunk, una figura íntimamente
ligada a este festival, que también participó en muchos otros actos. Comenzaron
a tocar el resto de los músicos, y en unos minutos, salió la estrella del
cotarro, el más que reconocido por su talento <b>Ace Frehley</b>, en vivo y en directo. Y lo hizo, además, con uno de
mis temas favoritos de su discografía en solitario, <u>Rip it Out</u>, que
conservó ese rollo 70s a tope, aunque valga decir que el sonido, en los
primeros compases del show, fue un poco desastroso, con unos acoples
perfora-oídos del copón. Con la ayuda de los coros (que tuvieron un papel
fundamental en el concierto)… ¡ahí llegaba el primer solo!. <u>Parasite</u>,
para empezar con los muchos clásicos de KISS que caerían esa tarde, fue un poco
a peor, sonando en general menos compacta, aunque a nivel escénico estuvo bastante
bien, con Jeremy Asbrock destilando chulería y desparpajo, y un pequeño
interludio de batería a cargo de Scot Coogan. No podía tardar en volver a caer
alguna de cosecha propia. De su último disco, que tantas buenas críticas ha
cosechado, y cuya portada adornaba el bombo de la batería, escuchamos la
homónima <u>10,000 Volts</u>, cuyo solo, esta vez, corrió a cargo de J. Asbrock,
un guitarrista que demostró ser la mar de solvente. En cuanto al nivel vocal
del propio Ace, vi una de cal y otra de arena, aunque fue mejorando poco a poco
conforme avanzaba el show. Tampoco en todos los temas consiguió emocionarme con
su performance. Si bien en algunos solos se lució, coronándose como el musicazo
que siempre fue, en otros me costó mucho ver ahí arriba a aquel guitarrista que
en su momento se convirtió en leyenda, considerado por muchos como uno de los
mejores de la historia. En ocasiones, incluso, le vi algo torpe y poco suelto
con las cuerdas, o al menos, esa fue mi impresión. <u>Detroit Rock City</u>,
por supuesto, elevó las cotas de ánimo hasta las nubes, currándose los
guitarristas varias coreografías, y cantada principalmente por el bajista Ryan
Cook, que también tocó con gran habilidad. Tocar repertorio KISS era ir a tiro
hecho, y otras, como <u>Shock Me</u> o <u>Rocket Ride</u>, durante las cuales,
el sonido mejoró un poco (sin llegar a ser bueno del todo), levantaron cánticos
por toda la sala.
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Pero no tantos como el estruendo que se montó
en <u>Love Gun</u>, el gran mega hit de KISS, cantada íntegramente (¡¡y
sorprendentemente bien!!) por Scot Coogan desde su batería, al tiempo que una constante
lluvia de púas caía sobre nosotros, lanzadas por el propio ‘Space Ace’. No
faltó tampoco alguna cover, dejando a un lado las de KISS, como fue <u>New York
Groove</u>, un tema muy habitual en los repertorios de Ace en solitario, donde
Coogan agitaba con mucho ritmo ese cilindro de arena al principio. Insistieron
mucho en levantar palmas a la gente, y en que cantásemos todos los estribillos,
aunque en realidad no llegué a ver una conexión total salvo en ciertos
momentos. Frehley (‘alegremente distorsionado’, ya me entendéis) cambiaba de
guitarra para darle caña al <u>Cold Gin</u>, que fue uno de los momentos más
vividos por el siempre alegre Ryan Cook. Por supuesto, hubo momento de
protagonismo total para Ace, que interpretó un solo largo y variado, sacando un
humo, y lo digo de forma literal, de su guitarra que llenó todo el recinto.
Entre medias, hubo un guiño a la melodía principal de “Misión Imposible”. Otro
cambio de guitarra y de atuendo, con camisa de leopardo, precedió a la exitosa
e infalible <u>Shout it out Loud</u>, y esta vez, era el turno del guitarrista Jeremy
Asbrock para cantarla. La verdad, me gustaron mucho más las interpretaciones
vocales de sus compañeros que las del propio frontman. Scot Coogan mostró
también un gran nivel a las baquetas en <u>Deuce</u>, y posiblemente, fue el
solo en el que más apasionado vimos a Ace, moviéndose de un lado al otro y
disfrutando a tope con él. No sé si fue porque acudí con las expectativas muy
altas, al estar por primera vez ante un nombre tan gigantesco en la historia
del Rock duro, pero el concierto me dejó bastante frío, uno de los que menos me
gustó de todo el festival, y tampoco el sonido, excesivamente embotado, ayudó
demasiado. Aunque según me consta, otros lo pusieron por las nubes. Ya se sabe,
para gustos…
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<b>Crazy Lixx:</b>
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Nos acercábamos ahora a la planta del Pool
Stage, donde pasaríamos a registros mucho más movidos, divertidos y alborotadores,
como los que nos ofrecieron los suecos <b>Crazy
Lixx</b>. La armada sueca de bandas de Hard / Sleazy se va abriendo paso cada
vez más en los carteles del MORC, y con las movidas que llegan a liar, no es
algo que deba extrañarnos. De hecho, ya puedo decir como adelanto que este fue
uno de los mejores conciertos que les he visto dar, siendo esta mi sexta vez
frente a ellos. Mucho mejor, por ejemplo, que el que dieron en el pasado Lion
Rock Fest. Aquí, aparte de tener un sonido mucho mejor, se lanzaron al directo
con mucha más energía y ganas de conquistar, desde el primer segundo, con <u>Whiskey
Tango Foxtrot</u>, que fue la primera en caer, dándonos todo un espectáculo de
coordinación. En primera fila, el dúo de guitarras Jens y Chrisse, junto al
bajista Jens y el excelente vocalista y compositor Danny Rexon, se alineaban,
vendiendo la mercancía, e insinuando: ¡preparaos para la que se os viene
encima!. Varias coreografías animaron en seguida el cotarro para la siguiente <u>Hell
Raising Women</u>, un auténtico petardazo de tema, y una de mis favoritas, que
sonó de la hostia, amparada por el buen sonido del que gozamos en todo el show,
y todo un despliegue de chulería por parte de sus miembros. Este se mantuvo en <u>Rock
and a Hard Place</u>, con esas vueltas de su bajista, y los duros y constantes
golpes de Joél Cirera a la batería. Danny, muy bromista a lo largo del show,
saludaba con alegría y desaparecía del escenario, para volver súbitamente
ataviado con una máscara de Jason y un micrófono reconvertido en puñal. Sonaban
los primeros acordes de <u>XIII</u>, con buenos coros por parte de Jens
Anderson y Jens Lundgren que sonaban reales, no como la última vez que les vi.
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El teclado, eso sí, fue pregrabado antes de meterle a <u>Silent Thunder</u>,
con los desafiantes Chrisse y Jens haciéndose los amos del escenario, y unas
maneras de lo más provocativas, por parte del bajista, en <u>Rise Above</u>.
Todo esto os puede dejar claro que, en cuanto a actitud, hay pocas bandas que
les tosan en directo, cuando ves a los músicos apoyándose espalda contra
espalda, o flipas con esos solos al borde del escenario, melena al viento. La
mayor sorpresa vino, para mí, con la versión de Bonfire (¿o deberíamos decir de
KISS?) <u>Sword and Stone</u>, que nunca les había escuchado, y ligada a esta,
llegó una de mis grandes favoritas como es <u>Blame it on Love</u>… y por lo
visto, de muchísima gente, a la luz de cómo nos dejamos la melena en ella.
Danny agarraba su pie de micro para llevárselo de paseo, pisando fuerte por el
escenario, y en unos minutos, señalaba el anverso de su camiseta, para hacer
referencia a <u>21 Til I Die</u>. Cayó como todo un grito de guerra, con su
letra que es una filosofía de vida en sí misma, y los músicos lo pasaron de
destripe en ella. Para los bises, otra intro grabada (concretamente, un corte de
la banda sonora de la película Transformes, rollo synthwave total), durante la cual
el escenario se llenó de humo y luces azules, y ahí teníamos de nuevo a Danny,
portando una enorme bandera americana en ‘modo <b>Crazy Lixx</b>’, a lo que estaba cantado que iba a caer <u>Anthem for
America</u>, obviamente, una de las más celebradas allí. Muy cañera, pero no
más que <u>Never Die (Forever Wild)</u>, más que digna para poner el broche a
aquel fiestón de Hard Rock, con la cara de felicidad indisimulable en algunos
de los músicos, mientras todos coreábamos el estribillo a viva voz. Si acaso,
faltó un poquito de definición en los instrumentos, en general, pero no me pude
quejar excesivamente en este aspecto.
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Mientras sonaba la divertida outro, el Crazy
Nights de los KISS adaptado, fuimos moviéndonos para tomar un rápido bocado,
antes de uno de los puntos álgidos de todo el festival. Vale, ya he usado esta
expresión muchas veces, pero es que lo de <b>Winger</b>
fue realmente algo excepcional. Como nos sobraba algo de tiempo, pasamos por la
barra del Royal Theater a tomarnos un lingotazo, el especial del día, que nos
supo a gloria bendita.
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<b>Winger:</b>
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Hasta su inicio fue extraordinario. En lugar
de la típica salida a escena, tan solo el batería Rod Morgenstein se sentó en
su instrumento, deleitándonos a todos con un portentoso solo, mientras de fondo
sonaba una base pregrabada de aires progresivos. Un elemento sutil pero casi
constante en la música de <b>Winger</b>,
que le da un sabor único a sus canciones. Ahora sí, con toda la formación (de
auténtico lujo, debo añadir) sobre el escenario, se lanzaron, y con muchísima entrega,
a por el primer corte, <u>Stick the Knife in and Twist</u>, el que más me moló
de su último redondo, “Seven”, muy metalero, y con un Kip al que se veía
pletórico, dedicándose completamente a sus fans con esas carreras de punta a
punta, desplegando unas vibraciones que perdurarían hasta el mismo final. El
Royal Theater estaba bastante abarrotado, ávido de temazos, y <b>Winger</b> nos dieron todo lo que vinimos a
buscar, y más. Se respiraba un ambiente tremendamente cargado de ganas e
ilusiones, y para más inri, se marcaron como segundo tema esa <u>Seventeen</u>,
que terminó de quemarlo todo. Súper enérgica, y con los cuatro músicos (salvo
el batería) pavoneándose, codo con codo, en el centro del escenario, se nota a
kilómetros el rodaje y el empaste entre ellos, después de tantísimos años
juntos. En <u>Can’t Get Enuff</u> deslumbraron las exquisitas guitarras de Reb
Beach, con su solo incluido, aunque por unos instantes, los teclados sonaron
demasiado fuertes. Afortunadamente, fue algo puntual, y luego volvieron a su
sitio.
<br><br>
<u>Down Incognito</u>, único tema que sonó de
su “Pull”, fue una gran representación del sonido de ese disco, de nuevo con
Reb muy inmerso en el concierto, midiendo riffs, punteos y movimientos al
milímetro, y compartiendo armonías vocales con su colega Johnny Roth,
reforzando aún más ese puntito sureño. Ojo también a como aplastaban las baterías
de Morgenstein, uno de los instrumentos que mejor sonaron. <u>Proud Desperado</u>
ya me gustó un poquito menos, aunque en cuanto a ejecución, continuó siendo
impecable, y también consiguió llenar el Royal Theater de coros, tan
entusiasmada como estaba la peña. Llegaba uno de los cortes más emotivos, con Paul
Taylor abriendo para la maravillosa <u>Miles Away</u>. El músico, que alternó
sus funciones como guitarrista y teclista, clavó esas notas que se nos metieron
bajo la piel y que todos cantamos como si nos fuese la vida en ello. Kip, en
las notas más exigentes, falló algún tono (con cierto mosqueo en su rostro),
pero fue algo estrictamente puntual, ya que durante todo el concierto, hizo
gala de una voz muy sólida y versátil. Aún así, obtuvimos una disculpa. Otro
sorpresón, que me subió las pulsaciones, fue <u>Rainbow in the Rose</u>, que no
interpretaron en el 2022. Casi hipnótica, subyugante, con esas teclas de aire
prog de parte de Taylor, y el batería Rod Morgenstein saliéndose de madre en el
plano técnico… fue para mí uno de los momentazos de la velada, aunque en verdad,
hubo mogollón de estos.
<br><br>
Las guitarras de Reb y Johnny gritaban que
daba gusto en <u>Time to Surrender</u>, y a ellos se unió para la ocasión Paul
Taylor, tocando incluso parte del solo, con lo que el tema sonó de lo más
contundente. Aunque para solo, el que se marcó el gran Reb Beach, preludio de
la instrumental <u>Black Magic</u>, un tema registrado en el segundo CD de su
carrera en solitario. Aquí, John Roth asumió el papel de bajista, con mucho
garbo, mientras Kip se tomaba un respiro, preparándose para volver al trote con
<u>Headed for a Heartbreak</u>, portando un micrófono-diadema que le permitió
mayor movilidad. Debo volver a insistir en la brutalidad con la que sonaban
esas baterías, que retumbaban en cada pared del recinto como un trueno. Con <u>Easy
Comes, Easy Go</u> disfruté a lo grande de cantar y bailar. Fue la primera
canción que escuché de la banda, y le tengo muchísimo cariño. También me
divertí mucho viendo como algunos entre el público hacían sus propias
coreografías. El volumen general continuaba altísimo, pero al mismo tiempo,
claro como el agua, algo que terminó de redondear un conciertazo para quitarse
el sombrero. A continuación, Kip nos hacía cantar unos cuantos ‘uouoh’ para
mantenernos ‘on fire’, y dar así el golpe de gracia con <u>Madalaine</u>,
durante la que pudimos ver todo un popurrí de delicias: tres guitarristas sobre
el escenario, solos alternados y simultáneos, buen rollo a raudales entre todos
los músicos, una subida extra de volumen, poses, gestos con el público y por
último, un ensordecedor aplauso de nuestra parte, que se ganaron a pulso. Otro
concierto que fue directo a mi Top de todo el festival.
<br><br>
Por una parte, estuve eufórico durante todo el
concierto, pero por otra, me sentía bastante preocupado por el hecho de que mi
novia perdió el móvil minutos antes de entrar en el teatro (gracias a Aitor por la foto de Winger). Afortunadamente, y
tras preguntar en todos los sitios posibles, un alma caritativa lo encontró y
nos lo devolvió en mano. Consejo para todo el mundo que tenga pensado asistir
alguna vez: es fundamental que en la pantalla de bloqueo del móvil se pueda
leer el número de habitación donde uno se hospeda. Gracias a eso, lo pudimos
recuperar. Thanks a lot, Linda Robinson!! We love you!!
<br><br>
Obviamente, tras haber descansado (por fin) un
número humanamente razonable de horas, hoy me sentía muchísimo mejor que el día
anterior, y no veía el momento de cada próximo concierto. Tan solo quedaba uno programado
para hoy, tras el de Rhino Bucket, y al mismo tiempo que se proyectaba The
Rocky Horror Picture Show. Todo un maestro del Horror, el gran <b>Lizzy Borden</b>, que nos hizo saltar los
plomos a ritmo de Heavy Metal con su espectacular show.
<br><br>
Las incontenibles ganas que tenía de verle en
directo, aparte de porque me flipan sus temas, se remontan al 2010. En el
Wacken de aquel año, vi tan solo unos temas de su actuación, pensando que ya la
vería entera en el próximo Leyendas del Rock, donde también tocaban. Pero si lo
recordáis, aquella edición fue absolutamente catastrófica, con el diluvio
universal dando al traste con numerosos conciertos, entre ellos… el de <b>Lizzy Borden</b>. En resumen, 14 años de
ganas acumuladas, que iba a redimir en este MORC 2024. Casi me da un infarto
cuando nos dijeron que el concierto se iba a retrasar, al menos… ¡¡1 hora!!
Maldita sea con los retrasos de los últimos grupos… Al menos, echamos el rato
en el casino, donde volvimos a coincidir de nuevo con el colega Diego Sixx, con
quien fue un placer intercambiar opiniones sobre música y conciertos, un
auténtica enciclopedia del Heavy / Rock.
<br><br>
<b>Lizzy Borden:</b>
<br><br>
Por fin, ya frente al escenario, y con esa
tormentosa introducción sonando a todo volumen, los angelinos estaban a un tiro
de piedra. Y creo que nadie se esperaba lo que ocurrió nada más comenzar. Un
monstruo de tres caras (digno de una peli de la Troma, jeje) y lleno de cuernos,
abordó el escenario, el mismísimo <b>Lizzy
Borden</b>, que de esta guisa, disparaba su primer cartucho con <u>My Midnight
Things</u>, haciendo de la teatralidad más elocuente la mayor seña de
personalidad de todo lo que vendría a continuación. Un espectáculo en el
sentido más estricto del término (y además, con grandes medios) que continuaba
con <u>Killer Love</u>, aunque más bien me preparaba para escuchar el Be One of
Us, dado que emplearon Tocata y Fuga en Re menor de Bach como introducción. Sea
como sea, Lizzy aprovechó el inicio instrumental de esta para cambiarse de
atuendo, mientras AC Alexander nos entretenía tocando sus riffs y dándose unas
carreras de aúpa. Volvió tras una máscara de demonio plateada, y con sus
teatrales gestos, nos conquistó de nuevo, al tiempo que sus compañeros iban
creciéndose más y más. Me encanta la agresiva forma que tiene AC Alexander de
tocar y moverse, también pintarrajeado para la ocasión. Fue pura adrenalina en
la siguiente <u>Eyes of a Strangers</u>, sin dejar de lanzarnos miradas y
seguir corriendo los 100 metros lisos con una energía pasmosa. Los
inconfundibles dejes rotos en la voz de Borden, esta vez con un traje cantidad
de marciano y ojos iluminándonos, nos recordaban que el tiempo no pasa en
balde, pero aún así, le vi cantar de puta madre, muy afinado y llegando a la
gran mayoría de tonos. Claro que, por el contrario, el tener que cambiarse
tanto de disfraz tuvo la parte negativa de ir cortando demasiado el concierto. <u>Notorius</u>,
con la que disfruté de la gran actitud y contoneos del bajista Colton Seaver, o
la esperadísima <u>Master of Disguise</u> (¿¡tan temprana!?), con intro hablada
incluida, fueron toda una muestra de contundencia sonora y guitarras afiladas
como navajas.
<br><br>
En esta segunda, incluso, el vocalista volvió
a cambiar de vestimentas a mitad de tema. Una lástima que de mi disco favorito,
“Love You to Pieces”, solo tocaran la guapísima <u>American Metal</u>, iniciada
con arpegios de AC Alexander, y con esos ritmos tan currados que nos hacía
llegar el hermano del cantante, Joey Scott Harges, desde su batería. El
espectáculo iba a más, el vocalista salía arropado por una enorme bandera
americana, y dos mozas de muy buen ver subían al escenario con sensuales
bailes. Al final de <u>There Will be Blood</u>, llegó la nota trágica,
mordiendo Lizzy a una de ellas en el cuello, y derramando cantidades ingentes
de sangre (¡MOLA!). Y por descontado, máscaras, más máscaras de todos los
estilos y colores. Un show que, indiscutiblemente, bebe de las fuentes del
maestro del Shock Horror, léase Alice Cooper. El fornido AC Alexander, a quien
era más que evidente que le molaba exhibirse, saltó a primera línea de ataque
para arrancar <u>Me Against the World</u>, a quien se unió el mismo Lizzy con
amenazantes y sinuosos gestos, tras su orgía de sangre. Lo que no vi venir es
esa cover del <u>Pet Semantary</u> de The Ramones… ¡qué pasote!, y si encima le
añadimos más bailarinas que nos ponían a tono, pues mejor que mejor. Con la
batería dando cera de fondo, Lizzy nos invitaba a corear, a capela, el
estribillo de la siguiente y última canción de la noche, <u>Long May They Haunt
Us</u>. Lizzy lo dio todo en ella, vocalmente hablando, y para no desentonar en
cuanto a espectáculo, lanzaron un montón de globos negros, que fueron rebotando
por nuestras cabezas, y rosas del mismo color al terminar, ante un
despampanante solo de batería.
<br><br>
La cosa es… que se me quedó un concierto muy
corto, y me faltaron muchísimos temas que me habría encantado escuchar. Al día
siguiente tendríamos la opción de repetir con él, pero con tan mala suerte, que
coincidía con otro imprescindible como <b>Slaughter</b>.
De momento, dejamos la puerta abierta al ‘ya veremos sobre la marcha’, y
cerramos a cal y canto la de nuestro camarote, buscando el urgente descanso. Al
día siguiente hubo un buen madrugón para algunas (mis compañeras) y una mañana de
exagerada vagancia y hedonismo para otros (servidor), así que, sin ninguna
presión, me quedé frito en cuanto toqué la almohada.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji34hiSqcIjaDvmISruJSclcUiQ6uL6yfjuZkh0OvRR0UYTRsrs2LvclniuySwNpICaBVP_ilSgvxRvbF6sCP4XbzuliJrYD7To4cXcaVzdlBJedAFJuXZxSzizm9q5CbUZl_ibx5MVdHeN3fsFBYLeslmUxSyTd-3uHGntlneouQ23DejrTVk9OUxJPU/s1600/Lizzy%20Borden%2026%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1050" data-original-width="2000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEji34hiSqcIjaDvmISruJSclcUiQ6uL6yfjuZkh0OvRR0UYTRsrs2LvclniuySwNpICaBVP_ilSgvxRvbF6sCP4XbzuliJrYD7To4cXcaVzdlBJedAFJuXZxSzizm9q5CbUZl_ibx5MVdHeN3fsFBYLeslmUxSyTd-3uHGntlneouQ23DejrTVk9OUxJPU/s1600/Lizzy%20Borden%2026%20Portada.jpeg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/IUWHrUt" ><a href="//imgur.com/a/IUWHrUt">Monsters of Rock Cruise 2024 (4to día, martes 05/03/2024, Independence of the Seas)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Mar Caribe14.5401107 -74.9676365-13.770123136178846 -110.1238865 42.850344536178845 -39.8113865tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-62016195456987849562024-03-15T20:02:00.000+01:002024-03-15T20:02:26.060+01:00Let's get CRAZY!! (Monsters of Rock Cruise 2024, 3ª Jornada, lunes 04/03/2024, Independence of the Seas)El día anterior
fue una de las jornadas festivaleras más intensas y, al mismo tiempo,
agotadoras que he vivido nunca. Un empalme continuo de bandas, desde las 11:30
que comenzó la primera, hasta casi las 3 de la madrugada, cuando tomamos el
último tentempié tras <b>Hardcore Superstar</b>.
Como podéis imaginar, estaba literalmente hecho trizas. Apenas me senté a
descansar en todo el día, y disfruté de cada uno de los conciertos con toda
pasión que pude, porque no sé hacerlo de otra forma. A la mañana siguiente, el
crucero se detendría unas horas en Cozumel, México. Dicho paréntesis, que
podría haber sido un placer, terminó siendo todo lo contrario para mí. Al hecho
de que nos acostásemos rondando las 3 (por el dichoso retraso), hay que sumar
que a las 6 debíamos estar en pie, y también el hecho de que solo conseguí
dormir 1 triste hora en todo el rato (puto insomnio…). Cuando sonó el
despertador, estaba hecho una puta mierda. Cogimos un ferry hasta la Playa del
Carmen, cerca de donde visitaríamos las espectaculares ruinas de Tulum. Pero además
de pillarme un mareo de la hostia en el trayecto, en el que casi echo hasta la
primera papilla, llegué a Cozumel tan hecho polvo, que la excursión, a pesar de
ser muy interesante, la viví en tal estado de duermevela por el sueño y el
cansancio extremo, que apenas recuerdo nada. Entre haber dormido una sola hora,
la reventada del día anterior, y lo que iba a ser este (con seis o siete
conciertos obligatorios), las iba a pasar putísimas. Conclusión, y <b>nota a mí mismo</b>: no participar nunca
más en excursiones. Un festival para mí, sea donde sea, es ir a hincharme a ver
conciertos, y punto, no a malgastar energías en ninguna otra actividad, y menos
si puede interferir en ello. Fin de la nota.<br><br>
<a name='more'></a>
<b>Enuff Z’Nuff:</b>
<br><br>
Porque, encima, me
vi forzado a perderme la primera actuación de los Heaven’s Edge, y la segunda y
última de Crashdïet. Volviendo hasta Cozumel, donde estaba atracado ‘nuestro
hogar’ también las pasé bastante canutas. Pero al menos, pude llegar a tiempo,
con mi chica, para ver el tramo final del concierto de mis queridísimos <b>Enuff Z’Nuff</b>, petado de grandes éxitos
y, por supuesto, la siempre encantadora presencia sobre el escenario de Chip
Z'Nuff, que fue lo que primero me alegró la mañana realmente. Con su voz
cazallera, Chip se dirigía al público, nada más entramos en el Royal Theater, con
su siempre amigable y apacible forma de ser, ataviado con un sombrero distinto
al que llevó el día anterior. Y obtuve muchísimo placer de volver a disfrutar
de esa melódica y reconfortante <u>Baby Loves You</u>, que tantas buenas
vibraciones me da, con el añadido de una batería que sonaba bastante cruda y
potente. El frontman, con su bajo de cuerdas de colores en ristre, saludaba a
todo el mundo, incluido a la gente de las gradas altas. También estaba junto a
él, aparte de Jason Camino y Tory Stoffregen a las guitarras, y Daniel B. Hill
a los tambores, Tyson Leslie, que se apuntó también para este segundo bolo, y
le dio un rollo muy guapo a la siguiente <u>New Thing</u>. Buenas armonías de
voz también, gracias a Jason y Tory, que hicieron piña en varios momentos de lo
que quedaba de show… que por desgracia, no era mucho ya. Fueron, de hecho, unos
20 minutos lo que vimos, pero al menos, sonó bastante mejor que en el Pool
Stage, y por cierto, llegamos también a tiempo de gozar con ese cover que me
dejó en babia, <u>With a Little Help From My Friends</u>, en donde Chip
volvió a asumir el papel solamente de vocalista, mientras un amigo invitado se
encargaba del bajo. Otro de esos momentos zen maravillosos con coros, cien
voces al unísono, sensación de evasión total… aunque, si os soy sincero, me
encantaría haber repetido también Fly High Michelle, pero por lo visto ya la
habían tocado.
<br><br>
<b>Quiet Riot:</b>
<br><br>
Lo de <b>Enuff Z’Nuff</b> había sido un momentito, extremadamente deleitable,
pero muy corto. Con <b>Quiet Riot</b>,
comenzaba de verdad la matraca de aquel tercer día de festival / crucero. Se
iba a celebrar en el Pool Stage, y con el calorro que hacía a cielo descubierto
en pleno Caribe, tendría suerte si no terminaba en el suelo sin sentido. Un
hándicap más que se unía al brutal cansancio que llevaba encima. Apenas me
tenía de pie, apoyado en una de las barras que había en la zona. Pero en cuanto
los angelinos prendieron mecha a todo trapo, con <u>Run for Cover</u>, me
volvieron a encender el fuego casi inmediatamente, y de qué forma. Rápidamente,
salí de mi letargo para arrancar con el headbanging al frenético ritmo que
marcaba Johnny Kelly a las baterías, y el monstruoso Rudy Sarzo a las cuatro
cuerdas. Como era de esperar, el sonido no fue tan equilibrado como en su
primer bolo, en el Royal Theater, aunque las pérdidas fueron menores. En <u>Slick
Black Cadillac</u>, el solo se entrecortó en varias ocasiones, pero tampoco fue
una catástrofe. La imparable presencia de Jizzy Pearl, que volvió a ser una de
las grandes estrellas del show, te hacía volverte loco con solo mirarle, al
tiempo que cantaba increíblemente bien, a ratos intentando parecerse al añorado
Kevin DuBrow, y otros tirando de recursos de cosecha propia. El mismo, pedía
caña a la batería para iniciar <u>Mama Weer All Crazee Now</u>, con la que nos
hicieron gritar a todos mientras Sarzo elevaba el mástil de su instrumento, y
sus constantes cruces con el compañero Alex Grossi, carrera arriba y abajo,
fueron todo un espectáculo visual digno de los 80, en temas como <u>Love’s a
Bitch</u> o <u>Condition Critical</u>, ambas tremendamente contundentes. Las cuerdas
de Grossi brillaron con luz propia en esta última, y ese ritmo machacón nos
dejó el cuello frito a todos. Incomprensiblemente, ya apenas había rastro de mi
cansancio. Y es que, con solo verles, uno se viene arriba irremediablemente.
Ahora Sarzo, micro en mano, daba un pequeño discurso, dedicado a la memoria de
su amigo Frankie Banali, sin dejar de ensalzar la figura de su actual batería.
Con un sonido bastante bueno, toneladas de feeling en sus movimientos, y unos
redobles extra que le imprimieron más fuerza, <u>Thunderbird</u> volvió a
emocionarme muchísimo.
<br><br>
Atendiendo a la letra de la siguiente, creo que todos allí lo estábamos
pasando de nunca olvidarlo. Con Sarzo que no paraba quieto (este hombre tiene gasolina
en la sangre), y las bases metiendo tal nivel de caña en <u>Party All Night</u>,
hasta los camareros que pasaban por delante de mí bailaban y movían la cabeza.
Y detalles como este, me subieron todavía más los ánimos. Pero la máxima
expresión de la locura para mí llegó, concretamente, con la interpretación del <u>Blackout
in the red Room</u> de los Love/Hate. Jizzy, como es natural, sacó pecho todo
lo que pudo en ella, cantando de miedo y contoneándose a muerte (y es que es un
jodido TEMAZO), y Kelly, martilleando sin piedad, nos puso la tensión peligrosamente
alta. Seguía el fiestón, con los jacuzzis llenos de gente, con el viento
despeinándonos y con el sol ardiente en la cara. Un entorno idílico con una
banda que se salió de madre por segunda vez, y es por eso por lo que quise
repetir. Sabía que no fallarían ni queriendo, y menos aún con temas como las
siguientes, la cantadísima <u>The Wild and the Young</u>, con un atronador solo
de bajo y batería partiendo el tema en dos mitades, y <u>Let’s Get Crazy</u>,
que incluyó una pequeña parte del Crazy Train de Ozzy, además de un solo
cojonudo por parte de Grossi. El calor nos hacía sudar a mares ante tal
revuelo, y eso que todavía faltaban por sonar dos de sus grandes exitazos. En <u>Cum
on Feel the Noize</u>, me vine arriba, subiéndome a una de las barandillas, y
terminando el concierto ahí, crujiéndome la nuca a base de headbanging, y
uniéndome a esos gritos de ¡¡eh, eh!! casi constantes. Y no fue menos con <u>Metal
Health</u>, para la cual, además, Grossi nos provocaba desde primera línea para
que no parásemos de doblar el lomo. Triunfadora desde los primeros acordes, la
celebramos a lo grande, con saltos, puños y voces en alto, siendo la escogida
para poner punto y final a tan impresionante actuación. Qué puto nivelazo,
colegas…
<br><br>
<b>Richie Kotzen:</b>
<br><br>
Aunque, para nivel, y esta vez en el sentido más técnico, lo que íbamos
a vivir a continuación. Del más aguerrido sonido de Los Ángeles de los 80, a la
más aterciopelada música y voz del inconmensurable <b>Richie Kotzen</b>, un derroche absolutamente colosal y abrumador de
elegancia, virtuosismo y precisión, que nos esperaban en el Royal Theater a
escasos minutos. Lo de este hombre, y por supuesto, de la banda que le
acompaña, es para darles de comer aparte. Uno de esos conciertos que uno no puede
ni debe perderse cuando tiene la ocasión. Hace dos años ya aprendí la lección,
y este año repetí con los ojos cerrados. Si bien en aquel MORC Richie venía
acompañado por baterista Mike Bernett y el excelente bajista Dylan Wilson, esta
vez volvimos a disfrutar de este último, pero de la batería se hizo cargo otro
auténtico maestro, Daniel A. Potruch, que ya ha colaborado en muchas etapas de
la carrera del guitarrista. De nuevo, una banda de 10, en la que el orgasmo
auditivo estaba garantizado. <u>Bad Situation</u> fue el primer corte, ideal
para que Kotzen fuese calentando la voz poco a poco hasta dar el 100%, ya en
esta misma, desplegando esos falsetes tan característicos y cargados de soul. <u>Your
Entertainer</u> fue una de mis preferidas, y no solo por la interpretación a la
guitarra, también por esa soberbia actuación de Dylan Wilson y sus constantes
slaps y virguerías. Durante este festival, las bandas de los solistas han sido,
técnicamente, las más impresionantes. Tanto Wilson como Potruch nos ofrecieron
un recital para quitarse el sombrero, músicos a los que, a continuación,
presentó el guitarrista, al tiempo que nos mandaba un saludo. La emoción iba
creciendo en el rostro de Richie, con esos solos tan sentidos de <u>War Paint</u>
(con la calidez habitual en su voz), o <u>Love is Blind</u>, en donde Wilson,
además de hacer los coros, se retorcía de gusto en esos punteos tan virtuosos y
tan perfectamente encajados. Justo al final, Richie nos dejaba con la boca
abierta con su alucinante poderío vocal. Es otro de los artistas que suelen
repetir por aquí, y viendo su colosal directo, no es de extrañar.
<br><br>
No es precisamente de los de ponerse a saltar o a gritar, más bien, de abrir
todos tus sentidos de par en par y dejarte llevar por tamaña ostentosidad de técnica
y profesionalidad. Hubo temas en donde las partes instrumentales fueron
alargadas a placer, como <u>Fear</u>, todo un show en sí misma. Su intensidad
ascendente, transformaba esas baterías de leve brisa a tormenta destructiva y, con
el paso de los minutos, se iba saliendo de los esquemas hasta alcanzar cotas
ligeramente progresivas que, una vez más, nos dejaron atónitos. Fueron
empalmando casi todos los temas, aprovechando al máximo el tiempo. Richie nos
iluminaba a continuación con <u>Help me</u>, desatándose vocalmente por
completo con todo un impresionante abanico de registros, y el solo de Wilson, a
mitad de tema, le dio un carácter casi ensoñador. Mirases a quien mirases, la
técnica era sencillamente perfecta, y eso a mí me hace volar. De su último
disco, “50 For 50” nos presentaba <u>Dogs</u>. El feeling inicial en la
guitarra, casi susurrante, se transformó en un verdadero aluvión de virtuosismo
exacerbado, y seguidamente, <u>Peace Sign</u> nos trajo una de las partes más
flipantes de todo el concierto, de esas en las que, por mucho que bajase el
volumen y la intensidad, no se escuchaba ni una mosca: estábamos todos
completamente absortos con esa parte de jazz, que Richie, por su parte, también
interpretó con los ojos cerrados. También las bases rítmicas tocaron de lleno
la perfección, como no podía ser de otra forma, con dibujos melódicos en el
bajo y una cantidad infinita de filigranas a la batería. Richie nos dedicaba un
último discurso, bromeando, y confesando que era muy malo confeccionando
setlist (aunque no sé por qué lo dijo), para pasar a tocar <u>You Can’t Save Me</u>.
Posiblemente, fue su tema más reconocido, y el aguante vocal en ella fue para
quitarse el sombrero, lo cual también le coronó como uno de los mejores
vocalistas de todo el festival. Su triunfo, reflejado en la larga tanda de
aplausos que se llevó, fue indiscutiblemente arrollador.
<br><br>
Y tras la relativa calma e intimidad que nos ofreció el suculento
concierto de <b>Richie Kotzen</b>, llegó la
tempestad, y en muchos sentidos. <b>Extreme</b>
eran sin duda, uno de los nombres gordos del cartel, uno de los platos fuertes
del menú. En esta ocasión, nos tocaba acercarnos al escenario de la piscina,
que como digo, este año estaba cubierta… afortunadamente. Y digo esto último
porque, salvo el concierto de <b>KK’s
Priest</b> del día siguiente, que estaba tan abarrotado que ni siquiera nos
dejaron entrar, no llegué a ver en ninguno de los días un concierto tan petado
como el que dieron los autores de la mítica More Than Words. Mientras nos
acercábamos al escenario, coincidí, y tuve el placer de saludar a Ron Finn, ex-vocalista
de nuestros Easy Rider, que muy simpático y dicharachero, me contó acerca del
nuevo trabajo de su actual banda, Wildside, que incluirá seis temas con la
batería grabada, nada menos, que por Vinnie Apice. Un momento muy agradable.
<br><br>
<b>Extreme:</b>
<br><br>
Intentamos hacernos un hueco entre la muchedumbre, pero la cosa estaba
jodida. Tuvimos que empezar a ver el concierto desde lejos, pero igualmente, el
fiestón que montaron, ya desde los primeros temas, como <u>It ('s a Monster)</u>
o <u>Decadence Dance</u> (canela en rama de mi idolatrado “Extreme II:
Pornograffitti”), nos llegó hasta el pecho como si estuviésemos encima del
mismo escenario. ¡¡Vaya descarga de energía más letal!! Esa bestia llamada Gary
Cherone, se presentaba desafiante, cargadísimo de adrenalina, dando saltos,
agachándose, retorciéndose en medio del escenario, lanzando el palo del micro
por los aires y corriendo como si no hubiese mañana… En estos primeros temas,
tal vez le faltó algún tono, pero su actuación, más como showman incluso que como
cantante, nos hizo hervir la sangre desde el principio. Y por supuesto, a su
vera, el grandísimo Nuno Bettencourt, sacando humo de sus cuerdas en cortes
como la más moderna <u>#REBEL</u> (también hubo bastante buen material de su
último “SIX”, que me ha encantado) o <u>Rest In Peace</u>. La banda puso el
alma para incitarnos a cantar y gritar cada uno de los estribillos, acompañados
también por los coros de Nuno y Pat Badger, que sonaban muy compactos, dando
esas armonías, tan inspiradas en The Beatles, a la perfección. Una formación que
se ha mantenido bastante íntegra desde su nacimiento como banda, siendo el
batería Kevin Figueiredo la última incorporación en 2007. Y que por cierto,
demostró sobradamente tener una pegada bestial, y una cantidad de recursos
interminable. <u>Kid Ego</u>, con muchas más locuras sobre el escenario
(Cherone terminó tirándose al suelo para cantarla, después, enganchándose a la
columna del escenario, y más tarde, subiéndose a los bafles), fue directamente
enlazada con <u>Do You Wanna Play?</u> para que no hubiese un solo minuto de
respiro, incluyendo un fragmento del We Will Rock You de los Queen. Estaban
también en plan gracioso Cherone y el genio Bettencourt, lanzándose puyas
amistosas, y dándonos este último unas lecciones de velocidad y virtuosismo,
como cabía esperar, para quedarse loco.
<br><br>
De repente, salieron unos pipas a dejar un bombo y una guitarra
acústica sobre el escenario. El bombo, por lo visto, fue un despiste, pero la
acústica fue empleada por Nuno para darle caña a <u>OTHER SIDE OF THE RAINBOW</u>,
también del “SIX”, a la que se unió, un rato después, el vocalista. Seguramente
el sonido era más que bueno, pero tuvo un hándicap ajeno a la banda: el molesto
viento que sopló durante todo el concierto, y que se llevaba y traía el sonido
de forma intermitente. Una lástima, porque deslució algunos momentos.
Comenzaron, en plan acústico también, con <u>Hole Hearted</u>, con Badger y
Figueiredo marcando fuerte las bases y Cherone haciendo sonar su aro,
acerándose a sus compañeros, más relajado, pero todavía con mucha inquietud por
dentro. Parecía que le costaba contenerse, y de hecho, volvió a sacar todo el nervio
tan pronto como sonó <u>Cupid’s Dead</u>, con un marcado rollo funk, que sus
compañeros continuaron con una parte instrumental, una verdadera delicia,
destacando especialmente las cuerdas de Badger. A partir de ese momento, Nuno empezó
a hacerse el dueño del escenario. Aclamaba al mismísimo Pat Travers como una de
sus grandes influencias, antes de volver al ruedo con <u>Am I Ever Gonna Change</u>.
Salvando algún que otro acople bastante fuerte, sonó de fábula, y entre bailes
y palmas, pasaron página a <u>BANSHEE</u>, dedicada a todas las mamás allí
presentes. Nosotros nos encontrábamos sobre la piscina (ya habíamos podido avanzar
un poco), y recuerdo cómo los fuertes pisotones de Kevin Figueiredo al bombo
retumbaban súper fuertes en el suelo. Volvían a sacar una acústica y un
taburete, con lo que muchos pensábamos que se acercaba ya uno de los momentos
más deseados de la tarde. Nuno se enzarzó en otro de sus discursos (diría que
algo excesivos), pero eso sí, minutos más tarde, nos dejaría con los ojos
tiernos tras su descomunal interpretación <u>Midnight Express</u>, arpegios llenos
de magia, y un solazo de los que me marcaron, con el detalle de que a veces
usaba el pulgar también para pisar cuerdas. Un puto genio, no se le puede llamar
otra cosa.
<br><br>
Al fin, <u>More Than Words</u> nos elevó a todos al paraíso, celebrada
y cantada a 1000 voces, con Nuno sentado en su taburete y Cherone, a su lado, compartiendo
armonías y modulando su voz de fábula para adaptarla a sus posibilidades
actuales. Muchas caras de emoción se vieron en un momento tan colosal como
este, un sentimiento indescriptible, digno de vivir al menos una vez en la
vida. Por la hora que era (ya superaban los 60 minutos habituales) pensábamos
que el show terminaría ya, pero ni de lejos. Nuno nos volvió a deleitar con
otro solo pasado de vueltas, a una velocidad imposible, con el metrónomo
pregrabado, en esa <u>Flight of the Wounded Bumblebee</u>, y todavía sin salir
de nuestro asombro, nos lanzaban en toda la cara, ya a banda completa, ese
torrente de fiesta y desmadre absoluto llamado <u>Get the Funk Out</u>, que nos
volvió a todos literalmente locos. Y otro tanto se puede decir de su vocalista,
que volvía a las andadas, dando vueltas por el aire, con un nervio desbocado,
pateándose todo el escenario (hasta la tarima de la batería) y montando un show
del copón bendito. Estaba tan absorto en el concierto, que ni siquiera caí en
la cuenta de que había caído ya la noche. El final llegó con <u>RISE</u>, con
unas bases poderosísimas que volvieron a hacer temblar el barco entero, y
aunque me desentonó un poquito con el resto, la banda se empleó tan a fondo,
que nos dejaron pletóricos de felicidad… y hechos papilla. Indudablemente, el
concierto más largo (hora y media) que vimos en aquel MORC, y también, para mí,
uno de los cinco mejores.
<br><br>
Teníamos muchísimas ganas también de ver a <b>Slaughter</b>, pero claro, el considerable alargamiento del show de <b>Extreme</b> nos hizo llegar con bastante
retraso, al último tercio de la actuación.
<br><br>
<b>Slaughter:</b>
<br><br>
Y precisamente, lo hicimos en medio de un solo de batería, que después
descubriríamos que era un interludio para el tema <u>Eye to Eye</u>. Durante
este, y dada la forma de tocar del músico, una mala bestia enfurecida que
destrozaba parches y platillos sin ningún tipo de piedad, que se llegaba a
poner de pie sobre su instrumento y cuya pasión era tan desbordante… en seguida
me vino a la mente un recuerdo, el del tercer concierto que dieron los Tokyo Motor
Fist en el MORC 2022. Efectivamente, se trataba del mismo batería, el increíble
Jordan Cannata. Y es que es imposible confundirle. Su agresiva forma de tocar
es una de las más espectaculares, contundentes y mortíferas que he visto nunca.
Actuaba con <b>Slaughter</b> solo de forma
puntual, para el presente tour, pero sea como sea… ¡menudo fichaje! Nos hizo
sudar solo de verle. Tras este subidón rítmico, terminaron Eye to Eye, y
pasaron a la mucho más suave y melódica <u>Days Gone By</u>, del “The Wild Life”,
con la primera parte de esta tocada por <b>Slaughter</b>
en solitario, con su guitarra, en medio del escenario. Una figura no menos
inconfundible, a la que posteriormente se unieron sus colegas. En realidad, según
la parte que vimos, fue un concierto bastante emotivo en cuanto a temas,
baladas y medios tiempos muy bien ejecutados, como la siguiente <u>Real Love</u>,
posiblemente mi favorita, que me llegó al alma. Mark es un músico muy valorado
y querido en ese festival, y los constantes cánticos desde el público apoyaron
su todavía magnífica voz, a pesar de que los años no pasan en balde. Aquí me
encantó todo, las luces, la atmósfera, el humo en el escenario…hasta su bajista
Dana Strum, que lleva en la formación desde sus inicios, ‘atacando’ al respetable
desde primera línea.
<br><br>
Según Mark <b>Slaughter</b>, la
famosa <u>Fly to the Angels</u>, que cayó a continuación, habla sobre celebrar
la vida. Y en aquellos momentos, en medio de tan colosal festival y escenario,
era justo lo que estábamos haciendo. Jeff Bland improvisaba con una gran
cantidad de sonidos en su guitarra, y tanto este, como <b>Slaughter</b> y Dana, se juntaban y se acercaban a sus seguidores,
quienes sustituían los clásicos mecheros por mil luces de móviles. Incluso en
un medio tiempo bastante light como este, Cannata metía unas hostias de órdago
a su batería, como un animal cabreado. Para terminar por todo lo alto, <b>Slaughter</b> cambiaba de guitarra, y nos
movía a todos inmediatamente al son de ese graaaan hito de los 80 que es <u>Up
All Night</u> (una de nuestras canciones bandera del MORC, jejeje). Y aunque la
voz le vino justita, nadie le pudo acusar de no esforzarse al 100%. Junto a él,
el guitarrista Jeff Bland, de rodillas, se marcaba un solo de aúpa, muy
apasionado, en sintonía con el gran fiestón que todos estábamos viviendo en
aquel escenario del teatro. Casi empalmada, y a modo de despedida, vacilándonos
a base de bien, nos obsequiaron con un fragmento de todo un clasicazo de
finales de los 70, el <u>Won’t Be Fooled Again</u> de The Who.
<br><br>
En principio, hoy era el día de estar frente a frente con una de las
mayores leyendas vivas de la historia del Rock’n’Roll, el inmenso e inalcanzable
Glenn Hughes. Sin embargo, horas antes, decidimos hacer una reestructuración de
nuestro horario, y verle mejor el último día, ya que el escenario del teatro,
claramente, siempre ofrece mejores condiciones que el de la piscina.
Aprovechando el hueco que nos había quedado, fuimos a darnos todo un homenaje
al Dinning Room, donde nos trataron como señor@s a pesar de ir hechos unas
piltrafas. Entre esto, y otros menesteres, se nos hizo casi la hora de ver a la
última banda del día. Pero antes…
<br><br>
<b>Black 'n Blue:</b>
<br><br>
… quisimos aprovechar la última mitad del concierto de <b>Black 'n Blue</b>, que me gustaron bastante
cuando les vi hace un par de años. Pocas bandas de la época (al menos, de
cuantas tocaban en el festival) siguen con un aspecto y una actitud tan
ochenteras como ellos, y eso ya es todo un añadido en sus directos. Afortunadamente,
pudimos disfrutar de un buen cacho, empezando por <u>Hold On to 18</u>. La
banda, capitaneada por el siempre incombustible Jaime St. James, conserva una
gran parte de su formación original, junto al bajista Patrick Young y el
batería Pete Holmes, acompañados por los guitarristas Brandon Cook, como
solista, y la más reciente incorporación, sustituyendo a Doug Rappoport (a
quien vimos en 2022), Mick Caldwell. Sonaron en general muy compactos, y muy
coordinados, tanto en el plano musical como en el de las coreografías, dotando
al concierto de un rollo guapísimo. Brandon, cargado de energía, se convertía
en uno de los protagonistas de <u>Wicked Bitch</u>, por su perpetuo movimiento,
visitando a sus compañeros y chuleándose junto a ellos. Puesto que hace dos
años me gustaron bastante (sin tener idea de lo que me iba a encontrar exactamente),
ya iba con tranquilidad de saber que no fallarían. El Pool Stage estaba
moderadamente lleno, y el sonido, pese a no ser excelente, era bastante
potente, y las bases rítmicas de Young y Holmes retumbaban que daba gusto. No
podían dejar de soltar uno de sus grandes temas, y aunque en realidad sea un
cover de Sweet, <u>Action</u> es uno de esos que con el tiempo han hecho suyos.
Añadieron ese condimento extra con unas armonías vocales, y les quedó de
maravilla, logrando que todos levantásemos la voz en el estribillo. Ganándonos
poco a poco, continuaron la marcha con <u>Show me the Night</u>, de su primer
disco (“Black 'n Blue”), bajo un atronador doble bombo.
<br><br>
En verdad, dieron muchísima cancha a este primer trabajo, tocándolo
literalmente entero, para deleite de sus fans de la vieja escuela (y qué coño,
también de la nueva), incluyendo también una sorpresa llamada <u>One for the
Money</u>, que según Jaime, hacía unos cuantos años que no tocaban en vivo. Con
el vocalista aferrado a su pie de micro, paseándolo a lo largo y ancho del
escenario, no permitió que nadie se durmiera, haciendo constantes referencias
al público y cantando con mucho empeño. Subían un escalón más de tralla con la
veloz <u>I’m the King</u>, muy venidos arriba todos ellos en la parte delantera
del escenario, metiendo headbanging a piñón, hombro contra hombro. Y es que las
coreografías también fueron un puntazo en este concierto, como las que vimos en
<u>Chains Around Heaven</u>, con Young, Holmes, Cook y Caldwell siguiendo el
ritmo simultáneamente, y animando más si cabe al personal. De camino ya hacia
el Royal Theater, al tiempo que los <b>Black
'n Blue</b> daban sus últimos temas, me despedí del escenario de la piscina por
el momento, agitando la melena mientras sonaba una de mis favoritas de toda su
discografía, la fantástica <u>Miss Misery</u>.
<br><br>
La razón de tanta prisa, incluso perdiéndonos algún tema del concierto,
era que se aproximaba el momento de uno de mis grandes, grandes favoritos de
todo el festival. Una de esas bandas que, hasta hace tan solo unos meses, nunca
había llegado ni a soñar con poder ver. Sus dos primeros discos, “Firehouse” y “Hold
Your Fire” (pero especialmente, el primero) son dos de mis grandes referentes
en cuanto a Hard Rock melódico americano se refiere. Pero no os voy a engañar.
Encontrándose su vocalista, el gran C.J. Snare, convaleciente de una operación,
su sustituto no me daba muy buena espina. Fue bastante desilusionante, de
hecho, cuando me enteré de la noticia, pocos días antes de tomar el vuelo a
EEUU. Y sin embargo, esta crónica servirá, entre otras cosas, para contaros
cómo mis dudas se evaporaron casi desde el minuto cero.
<br><br>
<b>Firehouse:</b>
<br><br>
Fueron convenientemente presentados, con todos los honores, por el
mismísimo Keith Roth, además de toda una personalidad de la radio
estadounidense, actual voceras y guitarrista en The Dictators (ahí es nada). Nos
dejaba con las imágenes que aparecían por pantalla mientras sonaba la intro de
ese discazo monumental que es el “Firehouse”, para mí, uno de los mejores
discos debut de la historia en este rollo. No se cortaron un pelo a la hora de
arrancar con uno de los mayores hits de toda su carrera, <u>All She Wrote</u>,
que me hizo explotar la cabeza. Mis dudas comenzaban a diluirse a velocidad
exponencial, viendo cómo se las gastaba vocalmente el sustituto temporal de
C.J. Snare, el jovencísimo Nate Peck, que demostró un control, un aplomo y una
humildad que inmediatamente se ganaron nuestros más sinceros aplausos. Así
pues, mi más sentida reverencia hacia él, por hacer sus sueños realidad, como
dijo posteriormente, y también por realizar los de muchos de nosotros, que era
ver por primera vez en directo estos auténticos temazos. Si es que, de hecho,
prácticamente todo sonó como si lo estuvieses escuchando en disco. <u>Shake and
Tumble</u> llegó también como un derechazo en el estómago, con el batería
aplastando los parches a tope, levantando las baquetas en alto a cada golpe (un
rollazo súper ochentero), y el grandísimo Bill Leverty adelantándose para
ofrecernos el solo. El mismo, abría con sus cuerdas para <u>Oughta Be a Law</u>,
con movimientos rebosantes de chulería y estilo.
<br><br>
Tal vez Nate no tenga un timbre tan extremadamente bonito, maleable y
limpio como lo tuvo Snare en su día, pero probablemente, esta sea la forma más
fiel, hoy por hoy, de escuchar estos temas en vivo, sobre todo, por su
impresionante rango, capaz de golpear cada nota que le viniera en gana con
total solvencia. Y esto, fue algo impagable. No se cortó ni un pelo en los
tonos altos de <u>Helpless</u>, ayudado por los coros del bajista Allen
McKenzie y Leverty, con un final que sonó muy Heavy gracias a la potencia con
la que sonaba Michael Foster a la batería, tremenda, e intencionadamente acelerada
en los últimos compases. La gente en el auditorio ya se había soltado por completo.
Con un sonido y volumen acertadísimos, y con ese repertorio, todo el mundo
cantaba a pleno pulmón cada uno de los himnos, levantando las manos, dando
palmas y vitoreándoles en todo momento. Leverty paraba unos segundos para
agradecer al staff de producción, y en general, a todos nosotros, y retomaba el
show con el marchosísimo boogie <u>Lover’s Lane</u> amparado por las bases de
sus compañeros, golpeando durísimo ese bombo de Michael Foster, quien por
cierto, metió un pequeño pero movidito solo de batería en mitad del tema. Nate
Peck, a base de modestia y buen paso sobre el escenario, seguía ganándose
nuestra simpatía, pero sobre todo, a base de cantar maravillosamente bien.
<br><br>
Mientras en la pantalla aparecían imágenes en plan nostálgico de la
carrera de la banda, sonaba <u>Home is Where the Heart is</u>, y Leverty se
acercaba hasta el borde del escenario, reclamando su merecido protagonismo en el
solo, al que prosiguió un fragmento instrumental que nos puso las pilas. Lo que
siguió, fue la HOSTIA, mi tema favorito de la banda. Arremetieron a zapatilla con
esa <u>Overnight Sensation</u> que me volvió absolutamente loco, sonando de
nuevo súper Heavy gracias a los golpetazos y redobles extra que aportaba Michael
Foster… por no hablar de esos varios segundos de grito sostenido con los que
Peck inició el tema, o el solo en plan rockstar que nos ofreció Leverty. Otra
que siempre soñé con ver en directo, aunque me tachéis de moñas, fue la balada <u>Love
of a Lifetime</u>, que me emocionó cantidad. No, no salió nadie a pedir
matrimonio en ella (algo que, por lo visto, ha ocurrido más de una vez en sus
interpretaciones), pero fue auténticamente maravillosa. Saliéndose por primera
y única vez del “Firehouse” en todo el setlist, tampoco podía faltar la cañera <u>Reach
for the Sky</u>, iniciada por Leverty y Foster en solitario, a quienes al
momento se unirían sus compañeros para terminar de bordarla. Insisto, ¡cómo
sonaba ese doble pedal! ¡Devastador! Ya me extrañaba que no fuese a caer <u>Don’t
Treat me Bad</u>, y efectivamente, la relegaron al último lugar del show. Un
poquito desmadrado el ritmo al principio, pero tras normalizarse, volvimos a
escuchar un calco del disco Y sobre todo y ante todo, flipamos con la
entonación de Nate Peck, cuya forma de culminar esos últimos tonos imposibles no
se puede describir de otra forma que PERFECTA.
<br><br>
Ya tenía pensado de antemano repetir con ellos, porque como digo, era
una de mis bandas Top de todo el cartel. Pero después de haber vivido semejante
conciertazo, hacerlo ya era una cuestión a vida o muerte. Además, si existe una
forma mejor que esta de terminar un día completo de juerga y Hard Rock en
directo, al menos yo no quiero saberlo. Lo que todavía no acabo de entender es
cómo aguanté el envite de este tercer día y no caí muerto tras dos o tres
bandas con lo destrozado que estaba. En una de las fotos a continuación, podéis ver la cara de mala hostia con la que amanecí. Aquella noche, eso sí, pensaba sobar hasta que me doliese la espalda, sin prisas ni madrugones.
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_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/jHBnNLT" ><a href="//imgur.com/a/jHBnNLT">Monsters of Rock Cruise 2024 (3er día, lunes 04/03/2024, Independence of the Seas)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Cozumel, Quintana Roo, México20.4229839 -86.9223432-11.866523570608642 -122.0785932 52.712491370608639 -51.7660932tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-49543395296522434682024-03-14T18:38:00.001+01:002024-03-14T18:38:57.551+01:00Let's get CRAZY!! (Monsters of Rock Cruise 2024, 2ª Jornada, domingo 03/03/2024, Independence of the Seas)Como ya comenté al final de la anterior crónica, esta segunda jornada era,
como poco, de las mejores de todo el festival. Ahora, pensándolo bien, tras la
machacada con la que terminé los cinco días, agradezco que este cartel se
celebrara el segundo, porque de haber sido el último, seguramente habría muerto
por extenuación. Una auténtica maratón de conciertazos ineludibles, como los
que dieron <b>Y&T</b>, <b>The Darkness</b>, <b>Enuff Z’Nuff</b> o <b>Hardcore
Superstar</b>, entre muchos otros, que haría babear a cualquier fan del Hard
Rock, con las pinceladas de Heavy Metal que pusieron los <b>Accept</b> y los <b>KK’s Priest</b>
del Sr. Downing. Un día que había que disfrutar obligatoriamente de principio a
final, una jornada en la que, afortunadamente, todo cuadró casi a la
perfección: ni caídas, ni excesivos retrasos, ni decepciones, ni mal sonido.
Posiblemente, fue la que disfruté con mayor intensidad. Ya de muy buena mañana,
escuchamos por megafonía la voz de nuestro capitán de este 2024, Mr. <b>Ted Poley</b>, que también actuaría en
breves horas, dándonos los buenos días y anunciando determinados eventos. Eran
nada menos 10 bandas las que tenía pensado ver en poco más de 12 horas, un
verdadero ‘tour de force’, un listón muy alto que solo con la mayor de las
motivaciones podría cumplir. Y esa motivación insuperable, residía en el mismo
cartel. ¿Cuándo podríamos parar a comer y cenar? Esa cuestión era algo
totalmente secundario para mí. Los primeros en abrir fueron Kaleido, una banda
que escuché por primera vez tan solo unas semanas antes del festival, y que por
su rollo excesivamente modernote, no me gustaron nada, aunque algunos me
hablaron de la gran voz de su frontwoman en directo. Puesto que la movida
empezaría bastante temprano, nos levantamos sin prisa pero sin pausa para
intentar no perdernos nada.<br><br>
<a name='more'></a>
Este segundo día a bordo, el desayuno fue un festín, y en mi caso, más
bien una auténtica guarrería, que se repetiría los tres días siguientes. Hay
tanta oferta, es tan enorme, todo tiene tan buena pinta, y me levanto con tal
gula africana, que yo así no me puedo contener, y como mínimo, cada día caía un
plato con dos o tres capas superpuestas de comida. Ya con la tripa a reventar
(básicamente, era la única comida consistente que íbamos a tomar en todo el
día), mi primer objetivo, digamos, de peso, era el propio <b>Ted Poley</b>, aunque tenía demasiada impaciencia por empezar a ver
bandas. Mis compañeras esperaron el momento en el jacuzzi, pero a mí ese rollo
no me va, y teniendo en cuenta cómo se las gastó en directo, hace dos años, esa
súper estrella de las seis cuerdas que es <b>Pat
Travers</b>, no pude evitar acercarme al Royal Theater a verle. Y sí, volvió a
dar un show de dos pares de cojones.
<br><br>
<b>Pat Travers Band:</b>
<br><br>
Al igual que me pasó en MORC 2022, me encontré el recinto bastante
vacío, aunque esto a estas horas era todo un aliciente. Quería verle tranquilo,
sin mogollones, y apreciar bien cada detalle de él y de esos alucinantes
músicos que tiene a su lado. A pesar de la poca afluencia, la banda tuvo una cálida
acogida. Como se suele decir, éramos pocos, pero bien avenidos. Aplausos para
recibir al genio guitarrista y a sus compañeros de banda, y todos ellos,
visiblemente contentos, arrancaron con <u>Rock 'n' Roll Susie</u>, con la voz
de Travers algo bajita, pero un gran sonido y volumen en el resto de
instrumentos. El formato de power trío les sienta que ni pintado, y la compenetración,
que es más que evidente entre ellos, hace que los temas suenen con un flow tremendo,
como <u>Life in London</u>, en la que el bajista comenzó a regalarnos ya esas
‘chucherías’ técnicas que me iban dejando con la boca abierta. Sí, con ese
apellido y demencial técnica, no sorprende tanto que David Pastorius sea el
sobrino del legendario Jaco Pastorius. Por supuesto, la particular forma de
cantar de Pat, y su inconmensurable talento a la hora de tocar, atraían el
mayor número de miradas. Se emocionaba especialmente con esos temas de rollo
rock’n’blues tan guapo, como <u>Crash and Burn</u>, o rozando el funk, como la
instrumental <u>Off Beat Ride</u>, que nos trajo muchísimos detalles de
virtuosismo, sobre todo por parte de Pastorius y ese auténtico maestro de las
baquetas llamado Alex Petrosky, que sentaron unas bases rítmicas realmente
impecables de principio a fin, con una técnica y aplomo bestiales. Cayeron unas
cuantas versiones, impregnadas con el feeling de Travers, y la primera fue <u>I've
Got News for You</u>, con cambio de modelo para Pastorius, y el guitarrista
metiéndose un solo de aúpa, con su melena siempre ondeante, y con un sonido de
puta madre, casi perfecto.
<br><br>
De su último trabajo nos presentó <u>Ronnie</u>, pero la mayoría de
temas provinieron de sus discos más añejos, con ese sabor 70s inconfundible. Lo
mejor de todo, es que incluso los temas nuevos siguen teniendo ese deje. El propio
Pat iba dando tragos de una copa de vino que tenía preparada en la tarima de la
batería, cogiendo ritmo de nuevo con otra versión, <u>Born Under a Bad Sign</u>,
en la que estuvieron los tres deslumbrantes, brutal esa batería de Petrosky e
incluso por encima, la inconmensurable habilidad de Pastorius, con todo tipo de
punteos, tapping, slaps… que prácticamente te obligaban a centrar tu atención
en él y en su perfecta técnica. <u>Makes no Difference</u>, una de las primeras
canciones que compuso el guitarrista, y otra instrumental de lujo como <u>Racing
the Storm</u> (con otro repaso de maestría por parte de estos tres fenómenos de
la música), nos pusieron calientes para disfrutar a tope de <u>Snortin' Whiskey</u>
(Drinking Cocaine), cuyo final, como la gran mayoría del de todos los temas,
tenía ese carácter único de improvisación, demostrando con hechos su inmenso
talento. Y para terminar, también con la idea de hacer participar a todos los
allí presentes, se marcó un último cover, esta vez de Little Walter, llamado <u>Boom
Boom (Out Go the Lights)</u>, del cual cantamos el estribillo a grito pelao
cuando el maestro de las seis cuerdas nos lo pedía. Si tengo la oportunidad de
volver al MORC, sin duda volveré a acercarme a verle. Solo por disfrutar de su
talento, y la descomunal técnica de sus músicos, ya merece la pena. No exagero
si afirmo que estuvieron entre los mejores de todo el festival a nivel técnico.
<br><br>
Con un cuarto de hora de diferencia, me fui derechito al Studio B
donde, en teoría, era ya inminente la actuación de <b>Ted Poley</b>, que tanto me moló en la pre-party, y que pensaba repetir
con las mismas ganas. Para mi sorpresa, todavía estaba en vigor el concurso de
cocina que se estaba celebrando desde las 11 y pico de la mañana (desde luego,
se lo habían tomado con calma), pero muy pronto empezaron a desmontar el tinglao,
y en seguida me acerqué a las primeras filas, donde me encontré con mi amigo
Aitor, con quien fue un puto placer compartir el bolo. Solo por volver a
escuchar esos temas de Danger Danger que tanto me marcaron, y disfrutar de la
simpatía, soltura y descaro sobre el escenario de su vocalista, ya mereció la
pena esta segundo concierto suyo.
<br><br>
<b>Ted Poley:</b>
<br><br>
Aunque en un principio pensé que la formación que llevaba en este
segundo round era distinta, mirando fotos y buscando info, no resultó ser así.
Seguían presentes el bajista Marc Dube y el batería Paul del Boccio para
asentar esas sólidas bases, y por supuesto, el gran Neil Zaza a la guitarra
para deslumbrarnos con su gran pasión y habilidad. Pero además, había un nuevo
músico, el teclista de Vixen, Tyson Leslie, que fue uno de los músicos más
pluriempleados de todo el crucero. Zaza ya nos esperaba a pie de monitor, tocando
un virtuoso solo antes de que la banda hiciera el opening con el himno
‘oficial’ de este festival, el <u>Monsters of Rock Anthem</u>, que ya desligó
el buen clima entre los asistentes, ante la sonrisa de Poley, que se presentaba
en medio del escenario (algo más que simplemente ‘alegre’, jeje), una erupción
que se desató inmediatamente con <u>Horny S.O.B.</u>, trallazo que me hizo
tirarme los pelos de emoción, y es que siempre deseé verla en directo con su
voz original. Ted derramaba calidez y actitud a borbotones, dando vueltas sobre
sí mismo y correteando sin parar, y ese pedazo de solo de Zaza culminaba ‘el
trato’. El espíritu de los 80 continúa latiendo en Poley, con esos movimientos
y ademanes que pudimos ver en <u>Monkey Business</u>, muy bien cantada por él mientras
daba palmas al micro para que colaborásemos. Sorprendente e inesperada elección
esa <u>Shot o’ Love</u> del “Cockroach” (disco que se grabó en 1993, pero no
fue editado hasta el 2001)… ¡casi no me acordaba de ella! Marc Dube se
descamisaba aquí, tocando siempre con un gran empuje, pero tampoco podemos
obviar el papel que jugó la cantante Theresa Rose, poniendo esos coros rollo
góspel que tan bien le sentaron al corte. <b>Ted
Poley</b> es un profundo amante y defensor de los derechos de los animales,
otra de muchas razones por las que le admiro tanto. En casi todos los
conciertos que le he visto al frente, siempre dedica unas palabras a pedir
ayuda a diversos refugios para animales sin hogar, y eso es algo que siempre me
emociona.
<br><br>
Y además, a continuación llegó precisamente la parte más emotiva del
show. Puede que para muchos fuese excesivamente lenta, pero a mí fue la que más
me gustó. Hubo ahí mucho, muchísimo feeling sobre el escenario, pero sobre
todo, me flipó <u>Feels like Love</u>, que nunca pensé llegar a disfrutar en
vivo. Hubo algún acople en las guitarras, y algún pequeño despiste rítmico por
parte de Del Boccio, pero como digo, para mí fue la mayor sorpresa del bolo. La
siguieron esa cálida balada llamada <u>I Still Think About You</u>, otro
momento para cantar con todas nuestras ganas, y el medio tiempo <u>Don’t Walk
Away</u>, con ese magia ochentera intrínseca. Ted, a quien el escenario se le
quedaba pequeño, se bajó y escaló por las gradas, dando la vuelta a toda la
sala, saludando a todo aquel que se le cruzaba, siempre tan cordial y amable,
volviendo más tarde a su sitio para acabar el tema. Por supuesto, Zaza, Del
Boccio y Dube seguían su fiesta particular, apoyándose entre ellos y lanzándose
gestos de colegueo. Dube con mucha desvergüenza, y Paul del Boccio metiéndole a
saco, se lucieron en ese otro himno de Danger Danger que es <u>Bang Bang</u>,
muy movidita tanto arriba como debajo del escenario, con muchos cánticos, grandes
teclas, y culminada con el National Anthem, interpretado por Zaza, y con Ted,
mano en pecho, celebrando el momento. El concierto se me pasó en un santiamén…
¡ya solo quedaban dos temas! Una de ellas, fue el <u>Purple Rain</u> de Prince,
y Ted quiso darle todavía más punch cogiendo su propia guitarra, con mucho
estilo y soltura, sin dejar de pasearse ante nosotros, y compartiendo, espalda
contra espalda, el solo de Zaza. También los coros de Theresa y las teclas de
Tyson molaron, pero todavía más, en <u>Naughty Naughty</u>, donde esta última
se soltó unos agudos realmente estremecedores, menuda lección de poderío vocal.
Mientras tanto, Ted aprovechó para animarnos a cantar el estribillo y
despedirse de nosotros. Yo al menos, me lo pasé en grande. Lo mismo que dije de
la pre-party: no fue un concierto abrumadoramente espectacular, pero con ese
repertorio (y esos musicazos), me resultó uno de los más divertidos de la
jornada.
<br><br>
Curiosamente, en el día de hoy coincidían en cartel tres de las cuatro
bandas que ya vimos en la fiesta de presentación, pero hablamos de grupos con
tanta clase y/o nivel musical, que en absoluto me importó verlos por segunda
vez. Es más, todos ellos me molaron más a bordo que en tierra. Precisamente,
una de las muchas cosas buenas que tiene este festival, es que normalmente las
bandas ofrecen dos setlist más o menos distintos en cada show, lo cual es un
valor añadido para volver a disfrutar de ellos… si es que da tiempo, claro.
<br><br>
<b>Y&T:</b>
<br><br>
Y en el caso concreto de <b>Y&T</b>,
si en la noche del viernes me fliparon muchísimo, dos días después me dejaron
completamente estupefacto con su show, incluso a pesar de que el setlist me gustó
un poquito menos, e incluso a pesar de que fue un pelín más corto. Además, el
sonido del Royal Theater, rara vez suele fallar, así que ya tenemos ahí el
segundo aliciente de muchos.
<br><br>
Con un pequeño retraso, se presentaban a escena y, sin perder tiempo,
arremetían con <u>Black Tiger</u>, canela fina, con la que la banda al completo
salió con los ánimos y la chulería bastante subidas, desparramando esa clase
intrínseca a sus músicos y temas, rápida y contundente, y como era de esperar,
un sonido prácticamente perfecto en el que cada instrumento brillaba con luz
propia. Vaya nivelazo el de Dave Meniketti. Su sola presencia ya impone, y ver
como se sale del mundo, literalmente, cada vez que ejecuta sus solos, te
transmite un gustazo inmenso. Lo mismo se puede decir de su gran voz, esa que
nos regaló en las siguiente <u>Don’t Stop Runnin’</u>, amparado por esa sección
instrumental infalible que son sus compañeros: Mike Vanderhule, que aportó un
final de lo más espectacular para <u>Struck Down</u>, John Nymann, cuya
guitarra sonaba afilada como un cuchillo, y Aaron Leigh, pletórico de energía,
creando una verdadera muralla sónica con su bajo. 50 años de carrera, nada
menos, venían celebrando, y eso ya de por sí, prometía. La pasión fue la gran
nota dominante desde el minuto cero, y lo mejor de todo es que nos la
transmitían rápidamente, haciéndonos corear, casi sin quererlo, esa genial <u>Midnight
in Tokyo</u> (una de mis grandes favoritas) o <u>Long Way Down</u>, que
continuó echándole leña al fuego que predominaba en el ambiente. Mirases a
donde mirases, la gente bailaba o cantaba cada uno de los temas, disfrutando de
los continuos pavoneos de Leigh, que se lo estaba currando tela, o de esos
ardientes solos de Meniketti, quien entre tema y tema, también nos hacía reír
con su buen humor.
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En la veloz y heavy <u>Mean Streak</u>, y a pesar de que Meniketti se
encarga de la mayoría de los punteos, Nymann también se destapó como el gran
guitarrista que es, imprimiéndole una fluidez de la hostia al tema, al que
seguiría <u>I Believe in You</u>, otro escalón más en cuanto a ostentosidad de
clase y buenas maneras. La sincronía entre ellos, y el contacto con su público,
eran totales, y se respiraba un ambientazo brutal, ante una banda completamente
engrasada que no dejaba de hacer crecer la intensidad a base de dejarse la piel.
De verdad que lo de esta gente es de libro, atiendas a lo que atiendas. El
termómetro estaba arriba del todo, y proseguían con <u>I’m Coming Home</u>, de
su último disco hasta la fecha (“Facemelter”) ante un gran clamor popular, y
qué bien sonaron esas guitarras, y esas partes limpias más relajadas… pero
entonces sucedió lo peor, que todavía no alcanzo a entender. Cuando todavía no
llevaban ni una hora tocando, alguien del staff se dirigía a Meniketti y le
decía que fuesen concluyendo ya su show… ¡¡herejía!! ¡¡profanación!! ¡Con lo
que estaba gozándomelos!… vaya corte de rollo. Por suerte, todavía nos hicieron
un regalazo como último tema, uno de sus hits que más sonó en la radios de su
momento, la monumental <u>Rescue Me</u>, que incluyó esos punteos / arpegios a
dos guitarras, y que Meniketti interpretó, casi en su totalidad, con los ojos
cerrados, antes de que su colega Vanderhule la emprendiera a baquetazos. No sé
con quién debería estar cabreado, si con la banda, o con la organización, pero
la verdad, me habría quedado una hora más escuchándoles tranquilamente. Supongo
que debería atribuirlo al retraso (aunque nada del otro mundo) con el que
empezaron.
<br><br>
Siguiente parada: <b>Treat</b>, que
seguramente, ya habrían comenzado su concierto. No había ni un momento que
perder. Esto más que un día de conciertos iban a ser una carrera de resistencia
jeje. A toda hostia, nos dirigimos de nuevo al Studio B, donde,
afortunadamente, tampoco había una gran cantidad de gente. Y me resultó raro,
por lo queridos que son por estos lares. Otra banda a la que le tenía unas
ganas tremendas y que, por cierto, recientemente ha sido confirmada para
nuestro Lion Rock Fest!!
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<b>Treat:</b>
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Dicho y hecho, por desgracia, ya estaban en plena faena, aunque no debían
llevar mucho rato de concierto. Atendiendo al otro setlist que tocaron en su
segundo espectáculo, tres temas, a lo sumo. Pero me fastidió bastante, lo
suficiente para marcármelos como fijos en la próxima ocasión. Pero por el
momento, me metí a saco entre la peña para estar lo más cerca posible. Una
banda que, independientemente del material y la época que tocasen, estaba
seguro de que me iban a flipar.
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Era <u>Home of the Brave</u> la que estaba sonando a todo trapo, con la
gente ya muy subida de tono, cantando y dando palmas al son de las que nos pedía
su vocalista, que rebosó simpatía durante todo el concierto, y se nos metió en
seguida en el bolsillo. A pesar de que no es el frontman más activo del mundo,
posee gran encanto muy especial que se percibe a la legua. Los pianos estaban en
su sitio, y la batería de Jamie Borger muy fuerte, pero sin merendarse el resto
de instrumentos. Este último, por cierto, terminó el tema de pie sobre su
instrumento, un indicio de que, por su parte, el espectáculo estaba servido, y
ciertamente, se marcó una actuación impecable. <u>Soul Survivor</u> era una de
las más esperadas, y nos dejó grandes imágenes y momentos, como aquel en que Anders
"Gary" Wikström y Nalle Påhlsson se encaraban para repartir caña,
además de aportar unos buenos coros que, al contrario de lo que escuché en
aquel Kalos Festival de Madrid (2017), sonaban más naturales. Volvían a mirar
hacia su último trabajo, “The Endgame”, con <u>Freudian Slip</u>, cuya melodía
fue estupendamente plasmada en directo, cantando Robert Ernlund de fábula, casi
sin esfuerzo, pero sí dándolo todo por el escenario, con el palo de micro bien
agarrado. Para mi gusto, es una banda que, a pesar de haber cambiado bastante
su sonido, han sabido reinventarse y proseguir su carrera con una dignidad que
ya quisieran otras, dando a luz notables trabajos como el mismo “The Endgame”,
“Ghost of Graceland” o el que es sin duda mi favorito, el “Coup de Grace” del
2010, un discazo con mayúsculas del que, por suerte para mí, también cayeron
unas cuantas. Precisamente la siguiente fue una de esas que me puso el brillo
en los ojos, y siempre recordaré ese momento como uno de los más mágicos de todo
el festival.
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<u>We Own the Night</u>, con ese fuerte ramalazo AOR, casi atmosférico,
me volvió loco, y paladee cada segundo de su duración. Maravillosos esos
teclados, los coros de todos los músicos y, cómo no, la performance de Ernlund
en todos los aspectos, que provocaron muchísimos cánticos y manos levantadas
desde un público entusiasmado. Pero no fue la única. La adictiva <u>Rev it Up</u>,
mucho más aguerrida, no solo nos hizo disfrutar a nosotros: a la vista estaba,
en la cara del teclista Appelgren, que lo estaba pasando en grande, bailando
frente a su instrumento, sonriendo continuamente, y dando esos coros con mucho
empuje. Otro detalle que me encantó, y que se puede extender a casi todos los
temas que sonaron: esos estruendosos finales en los que el batería se volvía
loco cruzando los brazos y machacando su instrumento. La más moderna <u>Roar</u>,
en donde los graves sonaron bastante duros, y el mega-hit con sabor a Desmond
Child, <u>Get you on the run,</u> nos hicieron gritar de lo lindo, incluso a
capela, momentos en los que la banda al completo se regocijaba con el gran calado
que tenían los temas. Rompiendo totalmente con el ritmo hasta el momento, llegó
como un trueno la cañera <u>Conspiracy</u>, con bases rompedoras y guitarras
cortantes, solo suavizadas por esas deliciosas teclas que asomaban de vez en
cuando (tal vez les faltaba un pelín de volumen), aunque eso sí, a Ernlund le
costó bastante clavar el tono de la original. Y si hablamos de temas
triunfadores, pocos como la última <u>World of Promises</u>, con toda la sala
cantando a viva voz, manos en alto, y Ernlund tirando de toda su encantadora
personalidad, señalándonos, dedicándonos gestos y acercándose a nosotros cada
dos por tres. Aprovechaba los últimos coletazos del concierto para presentar a
la banda, aportando cada uno de ellos su pequeño momento de lucimiento con sus
respectivos instrumentos, y terminando Ernlund, Wikström y Påhlsson, los tres
en línea, saltando al mismo tiempo, algo que reflejaba también la buena onda de
este temazo.
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<b>The Darkness:</b>
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Continuaba el espectáculo en el escenario de la piscina, y esta vez,
hablo de la palabra espectáculo en su significado más hilarante y desquiciado.
Quienes les hemos visto alguna vez, sabemos que <b>The Darkness</b> es una de las bandas con las que más te puedes llegar
a descojonar en vivo, aunque en verdad, la calidad de sus músicos no es
precisamente cosa de risa. Sus conciertos son una completa locura, y nunca
sabes por dónde van a salirte, pero rara vez van a fallar. Cumplen ya casi 25
años de existencia, aunque con un largo descanso de por medio que les sirvió
para volver al 100% a los escenarios. Esta era mi tercera vez frente a ellos, y
si bien no fue el mejor concierto que he visto, posiblemente fue el que más
ambiente de fiesta levantó, sobre todo, por las locuras y excentricidades de su
frontman, el incomparable Justin Hawkins.
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Abrir fuego, y comenzar el desmadre, fue todo lo mismo. Con <u>Black
Shuck</u> ya dieron muestras de querer comerse cada centímetro del escenario a
cualquier precio, con movimiento perpetuo, carreras, saltos y dudoso trato a
sus instrumentos en algunos casos. También se cumplen ya 21 años de su disco
debut (joder, parece mentira…), aquel “Permission to Land” que hizo pedazos los
límites del éxito mediático al que una banda de Rock común puede llegar, y por
suerte para quienes adoramos con locura aquel trabajo, gran parte del setlist
estuvo basado en sus temas. No pudieron faltar enoooormes hits como <u>Get Your
Hands off my Woman</u> (motherfucker!!), casi imposible de cantar a la
velocidad a la que la tocaron, mientras el siempre cachondo Justin empezaba ya
con su sarta de payasadas, haciendo el pino y agitando sus piernas en el aire,
algo que da a entender que, aparte de conservar una voz envidiable y capaz de
llegar prácticamente a cualquier tono que le dé la gana, también está en una
forma física impresionante. Por soberbias melodías como la de <u>Growing on me</u>
también están donde están, uno de mis temas favoritos, que me dejó encandilado,
casi tanto como la forma de tocar del propio Justin o su hermano Dan a la otra
guitarra. Empezaba el estriptis (literalmente) al tiempo que arrancaba esa
descacharrante <u>Givin’ Up</u>, ante el desmadre generalizado. Frank Poullain,
con ese aspecto tan ‘disco’ en su peinado y sus gafas, se chuleaba por toda la
primera línea del escenario, observándonos silenciosa pero intensamente. Justin
por su parte, combinaba esa sensualidad inherente con una forma muy salvaje de
tocar la guitarra, incluyendo ese solo que tan caliente me puso.
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La conexión con el público iba ganando puntos, a medida que la banda se
iba creciendo y soltando, y es que son especialistas en darle a sus conciertos
ese magnetismo que no te deja apartar la vista ni un segundo. A la batería, Rufus
Tiger Taylor (¡ojo! Hijo de Roger Taylor, batería de Queen) dio muchísima caña
y fue sobrado, con una pegada y una actitud magníficas que fomentaban aún más
el espectáculo ofrecido por los ingleses. <u>Japanese Prisioner of Love</u> fue
una de las más sudadas por él, yendo a piñón, mientras Frank y Dan tampoco se
quedaban atrás en cuanto a entusiasmo. Para ser el escenario de la piscina,
sonaba bastante bien, un pelín amontonado todo, pero más que aceptable. Como
curiosidad, me crucé con la gran Chez Kane por allí, que también disfrutaba de
ellos. Nos fuimos acercando al escenario poco a poco (la verdad, estaba
bastante petado de peña), y el sonido fue mejorando ligeramente para <u>Love is
Only a Feeling</u>. Será una moñada, pero joder, cuántos recuerdos me trae este
baladón… aparte, el trabajo de las guitarras me pareció fantástico, muy
sentido, con el segundo solo a guitarra alzada por parte de Dan, mientras todos
movíamos las manos de un lado a otro. Solo me faltó algún coro más para
redondearla. La cosa subió de revoluciones con <u>One Way Ticket</u>, cantidad
de marchosa y adictiva, en la que Frank se hizo cargo del cencerro durante los
primeros compases, y ahora Justin subía también un paso más en su euforia,
imparable, pisoteando las tablas, y enérgico hasta el punto de que el escenario
se le quedaba muy pequeño. Muy pronto ‘volaría de él’, pero antes, se marcaría
unos tonos absurdamente elevados en <u>Stuck in a Rut</u>, dejándonos con un
palmo de narices, eso sí, soltando su guitarra para concentrarse mejor en
ellos. Se la volvería a colgar al final, para dar el último solo del tema.
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Tan inquieto como estaba, tampoco dudó en coger el keytar en <u>Solid
Gold</u>, siguiendo los cadenciosos movimientos de su hermano, pero también
desmarcándose con infinidad de carreras y saltos por todo el escenario. Una
locura de hombre. El detalle divertido fue, como siempre, cebarse con alguien
del público en plan coña, en este caso, un tal John, cuyo nombre fue incluido
repetidas veces en el tema xD. Acercándonos al final, caía ese gran éxito
llamado <u>I Believe in a Thing Called Love</u>, que dudo que alguien a estas
alturas no haya escuchado ya. El calor del tema se hizo notar entre el público,
y más cuando Dan, Frank y Justin avanzaron hasta el borde del escenario para
ejecutar la parte del solo, desprendiendo un buen rollo total. Algo tramaba el
bueno de Justin cuando empezó a arremangarse las mallas. Vimos a un pipa
acercarse a él para cambiarle el transmisor y, ni corto ni perezoso, en <u>Love
on the Rocks With No Ice</u> se subió a lomos de un miembro de la seguridad
para que le ‘transportara’ hasta el jacuzzi, donde tocó parte del tema, armando
un follón de puta madre, y no contento con esto, a su vuelta al escenario, ¡se
puso a trepar por la columna de este! Extra motivados por el fiestón que
estaban liando, Rufus Tiger Taylor enloquecía golpeando los parches, mientras
Dan y Frank hacían piña en esos últimos instantes. ¡Qué despiporre! Dignos de
ver, oigan.
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Lo cierto es que, a pesar de que las piernas empezaban a pesar un poco,
el concierto de <b>The Darkness</b> me puso
a 100%, preparado para la segunda parte del día, que se preveía también
bastante intensa. En aquel momento, si os soy sincero, no era <b>Accept</b> la banda que más me apetecía. Me
daba pereza cambiar tan radicalmente de tercio, y no porque no me gusten, no
porque no sepa que sus directos son disfrutables a tope, sino porque en aquel
festival preferí invertir mis energías en bandas más exclusivas (esta ya iba a
ser la séptima vez que iba a ver a los alemanes en directo). Por otra parte, no
quería parar el ritmo y apalancarme, así que, para hacer tiempo para <b>Enuff Z’Nuff</b>, nos acercamos a verles al
Studio B. Y ya que el Royal Theater nos pillaba de camino, nos acercamos a ver
unos minutos de <b>KK’s Priest</b>, que nos
atronaron los oídos con la mítica <u>Breaking the Law</u>.
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<b>Accept:</b>
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Ahora, pensando y recordando a tiempo pasado, creo que me habría
arrepentido si hubiese pasado de ellos, porque como siempre, dieron un
concierto absolutamente exquisito, tocando con un sonido y una potencia
bestiales que hicieron temblar el suelo del crucero. Con tres guitarristas
sobre el escenario, entre ellos el gran Wolf Hoffmann como líder y cabeza
visible de la banda, llevaban ya un rato aplastando cabezas, ahora precisamente
con <u>Humanoid</u>, tema homónimo de su último disco que, por lo que leo, era
la primera vez que tocaban en directo (hablando de exclusividades… jejeje), y
además, con una energía descomunal, hasta Christopher Williams golpeaba su
cabeza tras sus parches, muy venido arriba. Intercalaron, casi literalmente,
grandes clásicos con temas de su segunda trayectoria, que sonaron perfectamente
integrados. Nos hicieron sudar a saco con <u>Breaker</u>, luciéndose Wolf y Philip
Shouse al frente del escenario, con esas coreografías tan típicas de la banda.
La peña, todo hay que decirlo, estaba que ardía. Wolf tomó ahora la voz
cantante con las guitarras, resaltándose como el gran protagonista de <u>Shadow
Soldiers</u>, y si la temperatura en general era elevada (y no gracias al aire
acondicionado, que siempre estaba a tope), Mark Tornillo contribuyó enormemente
a subirla más.
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Cada paso suyo era un aluvión de carisma, cada gesto, una incitación a
castigarnos las vértebras, sabe conquistar de sobra, y su voz sonaba tan
poderosa como siempre, arropada en este caso por los coros de Shouse. El
guitarrista, por cierto, se tomará un descanso de la banda, sustituyéndole para
la gira veraniega el mismísimo Joel Hoekstra. Desde luego, el tito Wolf sabe lo
que se hace jeje. El típico inicio de barroco de <u>Princess of the Dawn</u>
nos puso inmediatamente en guardia, al poco rato, la sala estallaría entera
coreando el estribillo, y Mark continuaba hecho una puta fiera, irreductible,
irrefrenable. Aunque nos perdimos algún tema, llegamos para ese núcleo lleno de
clasicazos que nos dejaron el cuello hecho polvo. No os digo nada cuando
arrancó la introducción, proseguida de un rabioso grito, de la grandiosa <u>Fast
as a Shark</u>, que revolucionó tanto el escenario como al público, con los
riffs asesinos de Wolf, Shouse y Lulis cortándonos la piel, metiéndose este
último unos headbanging mortales, y recreándose en ese maravilloso solo que
todos conocemos. Seguían las voces y los estribillos a pleno pulmón en la parte
media de <u>Metal Heart</u>, otra ineludible, otro valor segundo en directo que
de nuevo enloqueció a todo el mundo, siempre bajo la altiva mirada de Wolf
Hoffmann. Tampoco se puede olvidar ese fastuoso solo que puso fin al tema. En
medio de la aplastante <u>Teutonic Terror</u>, que sonó como un tiro entre las
cejas (aplastantes esas guitarras y bajos), fuimos retirándonos hacia la
habitación, mientras agitábamos la melena al ritmo de aquel temarral.
<br><br>
Pero realmente, no llegamos ni a sentar el culo, solo teníamos unos
minutos entre medias. ¡Los <b>Enuff Z’Nuff</b>
nos esperaban en la piscina, y era una de mis bandas top del día! Tocaba
correr… otra vez, pero ya sabéis. Sarna con gusto no pica.
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¡Y llegamos justito a tiempo! Mientras sonaba la introducción de aires
circenses, nos acercábamos a marcha rápida hasta el escenario, que para nuestra
alegría, estaba bastante más despejado de lo que pensábamos. Peor para quienes
se lo perdieran, porque al menos a mí, me pareció un concierto con unos músicos
cojonudos, temas súper emotivos, alguna versión (como no podía ser de otra
forma, tratándose de ellos) y sobre todo, unas vibraciones muy, muy guapas que
sentí con muy pocas otras bandas.
<br><br>
<b>Enuff Z’Nuff:</b>
<br><br>
La mencionada introducción pregrabada no era otra que la de <u>Magical Mystery
Tour</u>, su particular cover del tema de The Beatles, de quienes Chip Z'nuff,
actual líder de la banda y único miembro original en ella, es un fan acérrimo
más que declarado. Yo no es que lo sea tanto, pero sí me gustan y les he
escuchado muchísimo, así que cualquier referencia a ellos ya me va de puta
madre. Tras aquel alegre ‘Roll Up, Roll Up, Roll Up!’ que todos canturreamos, Chip
se situaba en el centro de la formación, con su bajo y sus cuerdas de
colorines, su gorro, sus enormes gafas redondas, y al grito de ‘Good night
motherfuckers!!’, arrancaba de nuevo la maquinaria para <u>Kiss the Clown</u>,
bastante dada a la participación del público, y con un gran comportamiento,
siempre muy fluido, del nuevo guitarrista de la banda, Jason Camino, realmente
impecable, elegante y muy solvente con la rítmica. Esta última, a su vez, fue
literalmente empalmada con <u>The Love Train</u>, mogollón de marchosa, durante
la que nadie paró de bailar, incluyendo a los integrantes del grupo, cuyas
vibraciones positivas se extendían cada vez más. El sonido, no se puede decir
que fuese perfecto, pero sí aceptable, y más tratándose del Pool Stage. La voz
de Chip se escuchaba algo distorsionada, pero reconocible, y las guitarras de Jason
y Tory Stoffrege, bastante furiosas y eléctricas cuando lo requería la ocasión.
En este sentido, hay que destacar varios solos de este último músico, que se
salieron de guapos. Chip, con su inmensa tranquilidad, se movía con cierta
pachorra por el escenario, pero como digo, a mí este hombre me transmite un
buen rollo y una paz de espíritu difíciles de explicar, es como si me resultara
tremendamente familiar cada vez que le veo en directo, e incluso cada una de
las veces que me crucé con él deambulando por el barco, siempre tan cordial con
sus fans.
<br><br>
Claro, por supuesto que a veces se echa de menos la voz de Donnie Vie.
Pero Chip lleva más de 10 años ya encargándose de cantar las letras, y
francamente, lo hace estupendamente. A pesar de que cuando le escuchas hablar
parece que tenga una ronquera terrible, al cantar es otra cosa muy distinta,
como demostró sobradamente con la melódica y preciosa <u>Baby Loves You</u>
(una de esas que esperaba con ansias escuchar), que me sumergió muchísimo en el
concierto, en ese ambiente de optimismo y luminosidad que desprendía (y no solo
por los focos), llegando a marcarse el bajista un alegre bailoteo en ella. Pero
sin duda, lo mejor estaba por llegar. Ya se habían ganado a pulso una buena
ronda de aplausos, y más que les caerían. A las teclas podíamos ver (sí, otra
vez) a Tyson Leslie, que lejos de parecer cansado, estaba rebosante de alegría,
y no hacía falta más que verle tocar para darse cuenta de que también iba
sobrado de energía. Lo de este hombre en este festival, desde luego, fue para
quitarse el sombrero. No creo que le pagasen suficiente para todo lo que hizo. <u>Jet</u>,
una versioncita de los míticos Wings (precisamente Tyson también metió coros en
ella) nos llevó hasta la potente <u>In the Groove</u>, sobresaliendo los
mamporrazos que Daniel B. Hill propinaba a su instrumento. Otro que salió bien
cargado de ganas y motivación, a lo que se veía, y otro gran batería que se
sumaba a la larga lista de los mejores que vimos hoy, un nivel enorme en
general. También vimos virguerías al final, concretamente, a Chip tocando la
guitarra de su compañero desde detrás de él (¡!).
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Pero si había una canción que no podía irme sin ver, esa era <u>Fly
High Michelle</u>. Me parece uno de los temas más bonitos que se compusieron en
toda la década de los 80, así de sencillo, y cuando llegó, me transportó
inmediatamente al edén, con esas armonías casi etéreas y su flipante melodía,
ensalzada todavía más por las teclas de Tyson. Incluso salió un invitado a
cantar los coros. Fue casi hipnótico. Otro momento que va directito a la lista
de ‘los más mágicos’ de este festival. <u>New Thing</u>, otro enorme hit de la
banda y clásico del Hard ochentero arrancó con Stoffregen y Camino amurallando
el escenario y, posteriormente, clavando esas armonías imprescindibles para el
tema junto al gran Chip, que continuaba transmitiendo buen rollo a raudales. El
final fue absolutamente maravilloso, y al menos a mí, me dejó prendado. Con más
invitados encima del escenario (haciéndose cargo del bajo, de la pandereta, y
de los coros), interpretaron la emotiva <u>With a Little Help from My Friends</u>,
mientras Chip se daba el gustazo de cantar a manos libres, fumándose un
cigarrillo. Ese momento, con la noche ya entrada, perdidos en medio del mar,
entre tantas voces coreando el estribillo, y con un viento agradable refrescándonos,
fue una sensación tan intensa, que me la llevaré para toda la vida. Y esto solo
pasa en el MORC. Por cierto, en abril de este mismo año vuelven a visitar
nuestra península, y me está tentando muchísimo acercarme a alguna de las
fechas, aunque me pillen a tomar por saco.
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¡Prosigamos! Porque la jornada estaba lejos de terminar, y nos quedaban
todavía grandes momentos que vivir. A partir de aquí, fuimos picoteando de
varias bandas, en espera de nuestra última meta, que era repetir con los colosales
<b>Hardcore Superstar</b>. Ahora sí, fuimos
a echarnos unos cachos de pizza al gaznate (tenía un hambre que me caía de
rodillas) en la media horita de la que disponíamos, y nos acercamos a ver el
final de <b>British Lion</b>.
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<b>British Lion:</b>
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Vaya por delante que no es un grupo que me mole demasiado. Nunca les he
llegado a coger el punto, y doy fe de que lo he intentado. Desde luego, su
sonido (en cuanto a estilo) es bastante original, ni encaja ni desencaja del
todo en este festival, pero ninguno de sus temas me ha llegado a flipar en plan
salvaje. Tiene un poquito de los 70, y otro tanto de los 90, con melodías un
tanto extrañas para mi gusto. Pero oigan, por probar como sonaban en directo,
tampoco perdíamos nada. Preferimos verles desde las gradas, en plan tranqui,
aunque en verdad, apenas había gente viéndoles de pie. El primer tema que nos
recibió fue <u>Judas</u>, con el cantante Richard Taylor empuñando una guitarra
acústica, quien también moduló muy bien su voz. En ese momento pensaba en la
curiosa extrañeza de estar ante el mismísimo Steve Harris y que no hubiese
miles y miles de personas viéndole. El más que mítico bajista mostró su pasión
habitual sobre el escenario, como tantas y tantas veces le hemos visto en mil
formatos distintos, cantando los temas por lo bajini, y al mismo tiempo,
golpeando las cuerdas de su instrumento. La siguiente, <u>The Burning</u> (que
da título a su segundo y último disco hasta la fecha), tuvo un rollo como muy
folclórico que me recordó a ciertos temas de Dare, con la dureza extra que le
daban las metálicas pastillas del bajo de Harris, y me gustó especialmente la
ejecución de esas armonías de guitarras, por Grahame Leslie y David Hawkins.
También, por sorpresa, presentaron un tema que todavía no han registrado, como
fue <u>2000 Years</u>, disfrutándola a tope David Hawkins, dando headbanging a
tope. Por lo que he podido ver, la banda comenzó con retraso, por las horas que
eran, ya que esperábamos entrar con los últimos temas, y realmente, eran los
primeros. <u>Legend</u>, en la que Taylor trataba de subir los ánimos de su
público con insistencia, fue la que más me gustó (se notaba mucho la mano de
Harris en su composición), variada en ritmos y con un estribillo muy atractivo.
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Dimos el último aplauso, y a continuación, queríamos ir a ver el inicio
de <b>H.E.A.T.</b> antes de dejarnos la
vida ya definitivamente con <b>Hardcore
Superstar</b>. Pero todavía faltaba un ratillo, así que en lugar de acudir al
Royal Theater, nos subimos a la planta 11, al Pool Stage, para ver el final del
show de ‘burlesque’ programado, con estriptis incluido, de la sensual artista Steffi
Scott, que por qué no decirlo, me alegró bastante la vista jeje.
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<b>H.E.A.T.:</b>
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Teóricamente, no teníamos más que unos minutos
para ver los primeros temas, y después, largarnos rápidamente hacia el Studio B.
Ya les veríamos completos en la siguiente vuelta. Eso sí, puesto que siempre me
hacen disfrutar como un animal, quería apurar el tiempo. El vídeo que emplearon
como introducción ya me llegó directo a la patata, una reproducción de las
pantallas de carga de aquellos microordenadores de 8 bits con el nombre de la
banda en medio, tras la cual dispararon la habitual The Heat is On, de Glenn
Frey, antes de irrumpir, y lo digo con pleno significado, con la besssstial <u>Demon
Eyes</u>, un auténtico trueno de Heavy Metal que sonó apabullante desde el
principio, con unos bajos devastadores y una batería de miedo, cañera como ella
sola. Hay que decir que el cansancio general entre el público se notaba
bastante a estas alturas del día (rondaban las 23:00), pero ya se encargaría el
imparable Kenny Leckremo de levantar la tensión, con saltos, con el puño en
alto, y cantando como Dios. Acercándose continuamente tanto a sus compañeros
como al público, saltaba como un poseso con <u>Rock Your Body</u>, mientras la
presencia de dos grandes como Jimmy Jay y Dave Dalone también se hacía de notar
gracias a sus constantes poses y movimientos.
<br><br>
Y efectivamente, la gente se fue viniendo
arriba poco a poco, cada vez que Dalone se marcaba un solo en primera línea, o
cuando Kenny se ‘teletransportaba’ de un rincón a otro del escenario. No se
quedaba corto tampoco Crash, aplastando los tambores para <u>Hollywood</u>, un
temazo de puro directo, y una de mis favoritas del último disco “Force Majeure”.
Imaginaos que, ya a estas alturas, el sudor se iba notando ya en la camiseta de
Kenny, para que os hagáis una idea de lo motivado que salió. Se mostraban en la
pantalla imágenes muy chulas y muy apropiadas para la ambientación que siempre
trae <u>Downtown</u>, tal vez demasiado relajada para el momento, pero ideal
también para observar con calma el enorme talento y soltura de los músicos. En
su cenit, Kenny y Jimmy compartían micro para cantar el estribillo, y
contagiarnos con él en seguida. Sonaban de puta madre y me estaban encantando
(¡cómo no, con esa actitud!), pero nos faltaba tiempo, y nos apresuramos hasta
el Studio B, para librar la última batalla de la noche, que fue de putísimo
escándalo.
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Nos encontrábamos ya haciendo cola cuando,
sorpresa sorpresa, alguien del staff del MORC nos dijo, a las cientos de
personas que esperábamos el concierto, que como mínimo se iba a retrasar media
hora. Esto fue muy frustrante ya que, por una parte, podríamos haber terminado
de ver el bolazo que estaban dando los <b>H.E.A.T.</b>,
y por otra, imaginaos cómo estábamos, después de 12 horas de conciertos,
literales e ininterrumpidas, para que ahora tuviéramos que hacer un apalanque
obligatorio. Menos mal que la incontenible ilusión por ver a mis queridos <b>Hardcore Superstar</b> me mantuvo
despierto, porque la espera se hizo insufrible.
<br><br>
<b>Hardcore Superstar:</b>
<br><br>
Algo me decía que la que se iba a liar aquí
iba a ser jodidamente épica. Al fin sobre el escenario, Jocke, Sandvick y
compañía no iban a dejar piedra sobre piedra, y no iban a permitir que el
cansancio amilanara al personal. Como muestra, un botón, o mejor dicho, un
cañonazo, esa <u>Kick on the Upperclass</u> que subió los humos de 0 a 100 de
un plumazo, en parte gracias a las continuas palmas que pedía su vocalista, su
empeño, su actitud y su energía demoledora, que prácticamente te obligaba a
moverte por muy triturado que estuvieses. Jocke estuvo hecho un auténtico
diablo, saltos y carreras por doquier, y hablando lo justito al principio para
no romper la intensidad, casi empalmando temazos como <u>She’s Ubpeat</u> o <u>Guestlist</u>.
Incluso con el paso del concierto, su voz fue cogiendo más fuerza y rango. En
la parte negativa, de momento, el sonido de los bajos, algo que, en ese
escenario, llegaría a convertirse en un problema el resto del festival.
Demasiado fuertes, muy molestos, avasalladores y dolorosos para el oído. Pero
ya que había aguantado hasta ese momento, no pensaba retroceder un paso de entre
las primeras filas. Había que dejarse la piel, conseguir ese ‘grand finale’ de
jornada con una de las tres bandas más deseadas para mí de todo el cartel. E
hicieron de todo, menos decepcionar. En <u>Last Forever</u>, cantábamos y
bailábamos como posesos, y al guitarrista Vic Zino se le veía la mar de
contento, vacilando en primera línea y tocando de forma muy contundente,
imagino que muy emocionado en vista de los pocos y bailes locos que se montaron
en la brutal <u>Last Call for Alcohol</u>, un puto desmadre sin mesura.
<br><br>
Me sorprendió mucho la invitación al escenario
de un grupo de alrededor de 15 personas (¿amigos? ¿fans? ¿espontáneos?) para
que colaborasen en los coros, y que también se lo pasaron de miedo. Alguno se
resistía a bajar, pero el show continuaba igualmente con <u>We Don’t Need a
Cure</u>, y en ella, me gustó mucho el trabajo de su actual batería, un puesto
que, tras la súbita marcha de Adde, ocupa de momento Johan Reivén. Muy buenos
juegos con los platos y mucha pegada. Y claro, todos cantando ese ‘lalalalalala’
tan siniestro y a la vez festivo. No hay que ser muy avispado para darse cuenta
de que la gente aquí les ADORA. Fue una de las bandas más solicitadas este año,
y se celebró largo y tendido su confirmación. No había más que ver cómo
respondía la peña. La banda, por su parte, prometía un concierto pocas veces
visto, y el mismo Jocke pedía disculpas por el retraso, pero a la vez nos
decía: ‘ya sabéis que lo bueno se hace esperar’. Y qué razón tenía, el jodío.
Con <u>Bang on Your Head</u> subieron todavía más la temperatura, con esos
zamarrazos que metía Reivén a placer, reventando la batería, o esos vaivenes en
la cabeza del bajista Martin Sandvik, que nos miraba de forma entre maliciosa y
divertida. Vic Zino despatarrándose en su solo, y Jocke que no paraba de lado a
lado, me encendieron la sangre cosa mala. <u>Moonshine</u> también sonó
tremenda, con una excelente interpretación vocal, y <u>Into Debauchery</u> nos
dejó punteos muy guapos, tanto por parte del guitarrista como del bajista. Lo
que comenzó como una broma, con Jocke ridiculizando la estatura de Vic Zino, y
este metiéndose con la edad de Jocke, se convirtió en un cachondeo
desternillante que duró el resto del bolo, entre tema y tema.
<br><br>
Tal vez en la segunda mitad, el vocalista se
pasó un pelín hablando, pero cada corte sonaba más brutal que el anterior, lo
cual compensó cualquier parón. Además, Jocke se venía arriba, entre saltos,
agachadas y headbanging, y saltó al foso en <u>My Good Reputation</u> (¡¡qué puto
temazoooo!!), haciéndonos enloquecer, y gritar a muerte, seguidamente, ese Fuck
the law!! en <u>Above the Law</u>, otra de las grandes triunfadoras. Me extrañó
que no tocaran absolutamente nada de su último trabajo “Abrakadabra”, aunque no
me parezca el más inspirado de su carrera, pero en general, hicieron un buen
repaso a su discografía, centrándose especialmente en esa jodida obra maestra
que fue su quinto disco homónimo. Seguía el pique entre cantante y guitarrista,
siempre con el cachondeo por delante, y así por las buenas, nos soltaban el
bombazo <u>Dreamin’ in a Casket</u>, que reventó el Studio B entero, alargando
el final y regocijándose en él. Y es que este tema me la pone como el rodillo
de un panadero. El fiestón seguiría con otra de las más esperadas, babeábamos
por <u>We Don’t Celebrate Sundays</u>, y la respuesta fue monumental, cánticos
y bailes de punta a punta de la sala, con la peña agolpándose en las primeras
filas, Reivén cumpliendo muy bien, y Jocke haciendo el cabra como solo él sabe,
terminando de pie sobre el bombo. No pensaban irse sin bordar el final con <u>Yon
Can’t Kill My Rock’n’Roll</u>, para mí, su ‘House of Pain’ particular,
rebosante de buenas sensaciones y un estribillo que cantamos hasta el infinito.
Con esta, dedicada a todos los presentes, y con el alboroto generalizado
reinante, nos dijeron adiós, sabiéndose uno de los grandes triunfadores de todo
el festival. ¡¡Bravo por ellos!!
<br><br>
Ya no podía más. Pasada la euforia de esta
última actuación, me dio un bajón tan bestia que casi doy con mis huesos en el
suelo de cansancio. No quedaba ya ninguna banda por tocar, y más que andar, me
arrastré hasta el camarote en pos de descansar todo lo que pudiera… cosa que
por desgracia, no pudo ser, y en la próxima crónica explicaré el porqué. No
quiero alargarme más, que ya suficiente tostón he dejado por aquí, pero la
maratoniana jornada del segundo día, así lo exigía. ¡Mañana, más!
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-ceI8OyyuBtle-Advfn7K1R-lVsN0vpZp09EdFfbAVy9VrED9NmB9dD0zznpVIWZDmB7A79JMRMJQvabXvC4KbUtPgISn7LzI4bib67EOL2NYS-NKaF1RJyMIuNYFWknaPDcXEMRXv3VbUsa50_Jv6D30nHWnAEXnzk11FRjCSo2ya4melbRD0kVCXP8/s1600/Y&T%2005%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1050" data-original-width="2000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg-ceI8OyyuBtle-Advfn7K1R-lVsN0vpZp09EdFfbAVy9VrED9NmB9dD0zznpVIWZDmB7A79JMRMJQvabXvC4KbUtPgISn7LzI4bib67EOL2NYS-NKaF1RJyMIuNYFWknaPDcXEMRXv3VbUsa50_Jv6D30nHWnAEXnzk11FRjCSo2ya4melbRD0kVCXP8/s1600/Y&T%2005%20Portada.jpeg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/5vAGKEz" ><a href="//imgur.com/a/5vAGKEz">Monsters of Rock Cruise 2024 (2on día, domingo 03/03/2024, Independence of the Seas)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Mar Caribe14.5401107 -74.9676365-13.770123136178846 -110.1238865 42.850344536178845 -39.8113865tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-13054751741896545832024-03-13T00:35:00.000+01:002024-03-13T00:35:48.860+01:00Let's get CRAZY!! (Monsters of Rock Cruise 2024, 1ª Jornada, sábado 02/03/2024, Independence of the Seas)La mañana en la
que, por fin, íbamos a embarcar en ese coloso llamado Independence of the Seas,
fue un poco estresante. Era hora de dejar la casa donde habíamos convivido
durante cuatro días (adiós futbolín, adiós arcade de Mortal Kombat) y volver a
embutir todos los trastos en las maletas. Lo cierto es que estuvimos muy a
gusto, era una casa fantástica, bonita y bastante bien equipada. Me tocó
madrugar más de lo deseable, pero el subidón, solamente de pensar lo que se nos
venía encima, me hizo abrir los ojos de par en par. De todas formas, tarde o
temprano lo habría hecho la luz de la mañana, ya que por lo visto, los
americanos desconocen la existencia de esas cosas tan extrañas llamadas ‘persianas’.
Hoy era el gran día. O mejor dicho, el primer gran día de muchos. A pesar de la
nefasta combinación de las líneas de autobús de Miami, y la exasperante
lentitud de estos, logramos llegar a tiempo a la zona de embarque, donde
cientos y cientos de rockeros formaban cola para entrar en ese paraíso flotante.
Hacía un calor brutal, y la espera se me hizo bastante larga y estresante, cambiar
trastos de sitio, preparar documentación, etc. Hace dos años tuvimos que dejar
nuestra maleta para que nos la entregasen ya por la tarde, pero en esta
ocasión, conseguimos colarla con nosotros. Al fin nos encontrábamos ante la
puerta de embarque, y traspasarla es una sensación que no se puede expresar con
palabras. Es como cruzar las puertas de la libertad más absoluta, y más cuando,
tras andar unos metros, te recibe el ‘comité de bienvenida’, ofreciendo champán
y birra totalmente por la patilla. No tardamos en reencontrarnos con nuestros
colegas Aitor e Inma, y las ganas de que todo empezara nos hacían subirnos por
las paredes.<br><br>
<a name='more'></a>
Pasamos a por unas
copichuelas, hicimos las fotos pertinentes, nos regocijamos un poco con el exagerado
lujo de nuestro alrededor, y sin perder más tiempo, fuimos directos a nuestro
camarote, que ya estaba bien equipado, para emperifollar nuestra puerta y dejar
los bártulos. La señora de mantenimiento, con la esperanza de ganarse unas
propinejas, nos dio la bienvenida y nos hizo un rato la pelota (muy amable, eso
sí). Pronto sonaría el primer estruendo, concretamente, a las 13:30, y nada
menos que con <b>Quiet Riot</b>, una de las
bandas que más ganas tenía de ver de todo el festival, y precisamente seguida
de otra de ellas, los norcarolinos <b>Firehouse</b>.
Sin embargo, en unos minutos todo se fue al traste. El hecho de que el día
anterior el barco todavía no estuviese atracado en el puerto nos dio mal rollo,
y al pasarnos por la piscina aquella mañana, vimos que todavía no habían
montado el escenario. Parece ser que las instalaciones todavía no estaban
preparadas al 100%, y mientras <b>Quiet
Riot</b> sufrieron un retraso de una hora (debido a lo cual, nos tuvimos que
tragar una cola de… ¡8 pisos!), la actuación de <b>Firehouse</b> directamente se pospuso para el último día. Un mal
presagio que, recordándome la nefasta experiencia de hace dos años, me puso de
muy mala hostia. Aprovechando la eterna espera, nos hincamos unas bolitas de
pollo y unas gambas que estaban de toma pan y moja, y al rato, ya nos
encontrábamos en el Royal Theater, dispuestos, con las pilas cargadas, e
impacientes porque arrancase la movida.
<br><br>
<b>Quiet Riot:</b>
<br><br>
Por suerte, los de
Rudy Sarzo nos disiparon cualquier atisbo de mal rollo en cuanto abrieron fuego,
y lo hicieron a lo grande, con una energía arrolladora de las que,
repentinamente, te insufla unas ganas de fiesta incontenibles. Iniciaron con un
amago de Metal Health, pero metieron la sexta pasando directamente a <u>Run for
Cover</u>, haciendo gala de una actitud monumental, Sarzo y Alex Grossi
cruzando mástiles, corriendo como locos por el escenario… ¡¡flipante!! Pararon
unos segundos para saludar, y dispararon la segunda bala con <u>Slick
Black Cadillac</u>. Contaban con una pantalla de fondo iluminada, aunque
seguramente, todas las atenciones se centraban en Rudy Sarzo. Y es que verle
tocar es impresionante. Cómo agita el instrumento, lo golpea, le da vueltas, se
mete carreras con él a cuestas… es como volver a los 80 en un santiamén. Solo
por verle a él ya mereció la pena el bolo, pero es que además, el puto Jizzy
Pearl se salió de la puta órbita. Todo lo que ha hecho este hombre, lo ha
bordado, tanto a nivel vocal como escénico, y con <b>Quiet Riot</b> no iba a ser menos. La espectacular entrada de Johnny
Kelly con sus palos para <u>Mama Weer All Crazee Now</u> seguía la tónica del
concierto. Primera versión de sus idolatrados Slade, pero como ya sabíamos de
antemano, no sería la última. Los arpegios de <u>Love’s a Bitch</u> sonaron de
lujo, como todo en aquel concierto. Volumen a tope, instrumentos súper
contundentes, definición y potencia, un privilegio escucharles de esta forma, además
de poder disfrutar de un continuo y enérgico movimiento sobre el escenario. De
hecho, con tan solo unos pocos temas, ya tuve claro que, a pesar de ser el
primer concierto del primer día, esto iba a ser muy difícil de superar… ¡si es
que daba la impresión de estar viendo un videclip de los 80! Con Jizzy Pearl
vocalmente inmaculado, <u>Condition Critical</u> sonó de miedo, y todos venga
al headbanging, y venga a las carreras sin parar, con un Sarzo incombustible
que pateaba el suelo con una fuerza indómita.
<br><br>
El bajista cogía ahora el micro, pronunciando unas emotivas palabras de
recuerdo al gran Frankie Banali, que nos dejó hace cuatro años, y regalándonos <u>Thunderbird</u>,
que se convirtió en uno de los momentos más mágicos de todo el crucero. De
verdad, no me la esperaba, y casi me saltan las lágrimas con ella,
especialmente, por la increíble interpretación de Pearl, mientras Kelly, a la
batería, hacía honores a su predecesor. Pero no querían ponernos excesivamente
sentimentales, y volvieron a subir el nivel de intensidad al máximo con ese
desparramen de energía llamado <u>Party All Night</u>. Sin embargo, quedaba una
sorpresa totalmente inesperada, que fue la que definitivamente me voló la puta
cabeza. ¿¿¡¡Cómo hostias me iba a imaginar que tocarían <u>Blackout in the
Redroom</u>!!?? Y además, era la primera vez que la interpretaban sobre un
crucero. Allí me sobraron las sillas y me sobró hasta el techo… ¡Qué locurón! La
más melódica y cachonda <u>The Wild and the Young</u>, partida en dos por furiosos
solos de bajo (que actúa como si tuviera 15 años) y batería (hay que ver cómo
le mete Johnny Kelly, jooooder…) nos llevaron, tras un guiño al Crazy Train de
Ozzy Osbourne y un fragmento del Eruption de Van Halen (o al menos, muy
parecido), a ese trallazo llamado <u>Let’s Get Crazy</u>. Hasta unas notas de
bajo tocadas por la espalda nos regaló Rudy. Para el tramo final, Jizzy
bromeaba, notificando instrucciones de seguridad en el crucero, y ante el
griterío generalizado, arremetían con <u>Cum on Feel the Noize</u>, posiblemente
la más cantada de todo el concierto, y la fogosa <u>Metal Health (Bang your
Head)</u>, con la que el jolgorio llegó a su punto máximo. Con los ojos como
platos, observábamos el nivel de coordinación y ostentosidad de los músicos, con
virguerías continuas, situándose Sarzo, Pearl y Grossi delante del todo para el
desmelene final, mientras todos cantábamos hasta dejarnos la voz.
<br><br>
Puesto que, como
he dicho, los <b>Firehouse</b> se atrasaron
hasta el último día, tuvimos un rato para comer. Nos acercamos a la planta 5,
al bar de las pizzas. La ligereza con la que servían las porciones, lo ricas
que estaban, la energía que daban, y lo rápido que se zampaban, las convertían
en el alimento perfecto para un festival donde uno no tiene un solo minuto que
perder. Lo de dieta más o menos saludable… en esos momentos me importaba un
carajo. Allí iba a lo que iba, y punto. Además, lo que nos esperaba a
continuación era, en sí mismo, un auténtico manjar de cinco tenedores, un
espectáculo de los que se ven pocas veces en la vida.
<br><br>
<b>Joe Satriani:</b>
<br><br>
Joe Satriani no
necesita ninguna presentación, y aún así, incluso después de haberle visto mil
veces en vídeos y demás, en directo me dejó sin habla. No pude dar crédito a lo
que había visto hasta pasado un buen rato después de que terminara. Un
concierto con una calidad técnica impecable, unos músicos nivel Dios, y un
sonido y repertorio que nos hicieron vibrar hasta el límite, comenzando,
además, con dos de mis favoritas. Fue hombre de pocas palabras, directo al
grano, pero no sin antes regalarnos una introducción de las que te suben el
pulso, con el propio Joe tocando con los dientes, y el batería, una puta bestia
parda, martirizando ya su batería como si no hubiese un mañana. No hubo un solo
tema en el que todos y cada uno de los músicos no se lucieran, y lo hicieron a
lo bestia, demostrando ser de la máxima categoría, cada uno en su campo,
totalmente a la altura de una leyenda como Satriani. Tampoco faltaron muchas
partes que parecieron improvisadas, sobre la marcha, como la que pudimos
disfrutar durante <u>Ice 9</u>, la primeras en sonar. Virguerías en el teclado
de Rai Thistlethwayte para parar un tren, dibujos flipantes al bajo de Bryan Beller,
y en ese punteo tan rockanrolero de <u>Surfing with the Alien</u>, el propio
Joe retorciéndose de placer, viviendo el tema a muerte. Más muestras de Rock’n’Roll
en su música percibimos en <u>Scatch Boogie</u>, toda una lección de tapping
que se marcó el artista, y la batería de Kenny Aronoff rebotándonos en el
pecho.
<br><br>
A la segunda
guitarra, intercalando sus funciones con el teclado, tuvimos también a Thistlethwayte,
que la cogió para el anterior tema, y continuó con ella para la más relajada <u>Sahara</u>,
que creó un ambiente único en la sala, reforzada por el particular sonido de
los tambores de Aronoff y esas melodías oscilantes que creaba el maestro
Satriani. Qué gustazo de sonido, además. El bajo de Beller sonaba poderoso pero
cristalino, perfecto para poder apreciar todas esas melodías que se marcaba, y
aunque estuvo siempre en un segundo plano escénico, su participación fue
soberbia. Todo fluía como la seda, las barbaridades técnicas seguían
sucediéndose a cada minuto, era una locura, no podías dejar de mirar a todos
los músicos al mismo tiempo en temas como <u>Nineteen Eighty</u>, con un
excelente uso de los focos, que alumbraban a cada uno de los protagonistas, o <u>Big
Bad Moon</u>, que además, fue el único tema cantado por Satriani, e incluso se
tocó la armónica en toda una demostración de feeling. Temazo con un rollo
southern total, imposible parar de mover los pies, a la que sucedió <u>Always
With me, Always With you</u>. Una vez más, Satriani preciso al milímetro, y
también fantásticos esos platos de Aronoff, que sabe ser de lo más delicado
cuando hace falta. Por una vez obtenía cierto protagonismo escénico Bryan
Beller, situándose junto a Joe, combinando ambos su talento en esa extraña pero
adictiva canción llamada <u>Blue Foot Groovy</u>, en donde las cuerdas de bajo
brillaron con luz propia, con aires ligeramente funkys.
<br><br>
Nos acercábamos al final, pero todavía restaban toneladas y toneladas
de virtuosismo, de magia instrumental, de MÚSICA con mayúsculas. Sonando muy
bien, y muy bien encajados, los teclados de Thistlethwayte contrastaban ahora
con la velocidad imposible de las cuerdas de Joe Satriani, quien se sacó de la
chistera una ingente, casi infinita, cantidad de recursos. Ahora era nuestro
momento, el de cantar y seguir las melodías que ‘pronunciaba’ la guitarra del
genio Satriani, con gritos y con palmas, y también el bajista hizo sus pinitos,
saliéndose de la tónica. El guitarrista cambiaba, por cuarta vez ya, de
guitarra, uno de los modelos más guapos que lució, para una de mis grandes
favoritas del show, <u>Summer Song</u>. De nuevo, dejaba de haber teclados y se
doblaban las guitarras, el brutal Kenny Aronoff se convertía en una auténtica
locomotora de destrucción sin piedad, y Joe nos dejaba en coma con su increíble
virtuosismo. También quiso darnos una buena sorpresa al final, invitando al
mismísimo Joel Hoekstra a subir con él, y marcarse unos duelos de la hostia
como parte del tema <u>Going Down</u> (un cover de Freddy King), otra de las cantadas,
pero esta vez por Thistlethwayte a las teclas, que lo hizo realmente bien en
ambos aspectos… y ojo a esa sacada de polla de Hoekstra, soleando hasta con los
dientes. Ahora que termino la crónica, y he vuelto a revivir el show… me vuelvo
a quedar sin palabras ante tan sagrada maestría. Qué salvajada…
<br><br>
Va la anécdota del día. El siguiente plan era cenar, pero cenar a lo
grande, en el Dinning Room, de etiqueta (en sentido figurado, claro). Lo
teníamos ya todo previsto, con un tiempo razonable para hacerlo tranquilamente
hasta la próxima banda. Desgraciadamente, no salió bien xD. Entre que Satriani
alargó su concierto más allá de la hora, entretenimientos y despistes varios, y
la larga cola que tuvimos que hacer, el tiempo se nos escapó entre los dedos, y
cuando quisimos darnos cuenta, el bolo de <b>Crashdïet</b>
estaba ya a la vuelta de la esquina. Tampoco fueron especialmente rápidos a la
hora de tomarnos nota y servir… así que no podía esperar más, y me levanté de
la mesa sin cenar, corriendo hacia el Studio B Stage, donde los de Estocolmo
iban a liarla parda. E incluso así, cuando llegué ya llevaban unos minutos
tocando. Si es que, con lo grande que es aquello, y con las colas que se forman
a veces, una hora puede dar para bien poco. Pero es lo que hay. Más
vale estómago vacío que concierto perdido. Ese es mi lema.
<br><br>
<b>Crashdïet:</b>
<br><br>
Ahora sí, al turrón. Entré al galope en la sala y me fui directo a las
primeras filas. Me interesaba muchísimo este concierto, era la primera vez que
tenía ocasión de verles y pensaba exprimir y sudar cada minuto. Con <u>Knokk’em
Down</u> recién empezada, el ambiente ya se percibía calentorro, y es que se
nota a la legua que estas bandas suecas gustan especialmente allí, a tenor del
escándalo formado por el público al final de este tema, que continuó con todo
un himnazo (¡menos mal que no me lo perdí!), una de mis favoritas como es <u>Riot
in Everyone</u>, con el batería Michael Sweet (no confundir con el frontman de
Stryper jeje) abriendo con su doble bombo para esos riffs, y ese punch tremendo
que tiene el tema, con coros por parte de todos los integrantes, y un vocalista
muy solvente en los tonos altos más exigentes. Hablando de este último, John
Elliot, su entrada a la banda se produjo tan solo unos días antes de la
celebración de este MORC, pero se le vio muy encajado y con una soltura
encomiable por el escenario. También Michael Sweet es el sustituto, desde hace
muy poco, de Eric Young. Si hasta ahora seguir la trayectoria de la banda era
de lo más mareante, aquí va otro escalón más (¡!), pero a pesar de su turbulenta
historia, sus cambios de sonido y de personal, no hay que olvidar que <b>Crashdïet</b> estuvieron entre los pioneros
creadores de esa escena llamada ‘New Wave Of Swedish Sleaze’, y solo por eso
merecen todo el respeto. A toda hostia, de nuevo, Sweet, se enzarzaba con su
batería para dejarse la piel en <u>Reptile</u>, y al rato, nos tenían a todos
gritando y alzando los puños, pidiendo sangre, antes de <u>Shine On</u>, con un
buen solo por parte de Martin Sweet, que se domina el escenario como si fuese el
salón de su casa, vacilando atrás y adelante, y esparciendo glamur. Su
introducción sureña ya triunfó lo suyo, y es que la brutal <u>Cocaine Cowboys</u>
fue una de las más celebradas, perfecta para echarse unos saltos, al ritmo de
los que daba su vocalista, asomándose al público y cantando de puta madre.
<br><br>
Volvían ahora a su
mítico “Rest in Sleaze” con <u>Out of Line</u>. Peter London a las
cuatro cuerdas y Martin a la guitarra estaban tremendamente activos por todo el
escenario, calentando al personal, y posteriormente, atacando con <u>Native
Nature</u>, que no me esperaba en el setlist (esta vez, sin intro). Durante la
más melódica y moderna <u>It’s a Miracle</u>, el micrófono de Elliot falló a
ratos, con lo que lo escuchamos a medias, y también tuvo un pequeño desliz con
la afinación, pero desde luego, no por ello dejó de dar el callo, encandilando
al personal, a pesar de ser el novato de la banda. En verdad… más que bueno, el
sonido fue, digamos, aceptable. A la guitarra le faltaba algo de fuerza en ciertos
temas, y el bajo era demasiado prominente. Pero ante un público completamente
entregado y de palma fácil, lo tenían a huevo para petarlo, y temas como <u>Chemical</u>,
con buenos coros, y <u>Down in the Dust</u>, con la que por fin se arreglaron
los problemas del micro, continuaron consiguiéndolo. Justo en este momento,
llegó mi cena. Muchísimas gracias a mi chica y a Elena por traérmela, aunque
tuviese que terminar el concierto sentado, haciendo malabarismos con dos platos
y los cubiertos, y comiendo con un hambre canina mientras cantaba y metía
headbanging, todo al mismo tiempo jajaja. Lo cierto es que los bises fueron
directos a la yugular, tirando de grandes singles para terminar de coronarse.
Porque a ver quién es el guapo al que no le sube la adrenalina escuchando <u>Breakin'
the Chainz</u>, o quien no se viene arriba con <u>Queen Obscene (69 Shots)</u>,
que la banda dedicó a todas las mujeres allí presentes, para mayor algarabía,
si cabe. Con London y Sweet coordinándose de perilla, y Michael aporreando que
daba gusto verle, aquello fue la hostia, pero no tanto como <u>Generation Wild</u>,
posiblemente la gran triunfadora del show, cantada a mil gargantas al unísono,
sonido 100% <b>Crashdïet</b> y un
estribillo de esos que te llevas contigo para el resto del día.
<br><br>
Muy grandes, y eso que llegué con el bolo ya comenzado, aunque no más
de uno o dos temas. Me habría encantado verles una segunda vez, ya que me quedé
con muchas ganas de más, pero finalmente… no pudo ser (leer NOTA A MÍ MISMO,
cuando se publique la crónica del tercer día, jejeje). A todo esto, tuve que
sacrificar también el concierto de Black’n’Blue por el tema de la cena, y mi
colega Aitor me dijo que fue la leche. Como digo, aquello es tan grande, y hay
tanto que ver, que a veces, es complicado organizarse y llegar a tiempo a todo.
Afortunadamente, me redimiría unos días más tarde. De momento sigamos a lo que estamos:
<br><br>
<b>Spread Eagle:</b>
<br><br>
Salvo por las escuchas que les di, previas a este MORC 2024, apenas
conocía nada de ellos, por lo que no sabía realmente qué esperar de su directo.
En realidad, no era una de las bandas más conocidas del cartel, pero se nota
que tienen allí una gran aceptación, vista su constante incorporación al
festival. Era nuestro primer concierto este en el escenario de la piscina, que
a priori no es el mejor, ni por la distribución del espacio, ni por el sonido,
que a veces peta más de lo que molaría, pero cuando se trata de bandas menos
multitudinarias y la ecualización se comporta, se puede disfrutar mucho en ese
entorno tan veraniego / americano, rodeados de jacuzzis, toboganes y la
piscina, aunque este año tuvieron la genial idea de cubrir esta última con
superficie sólida para aumentar el espacio habitable.
<br><br>
La introducción disparada, el traqueteo de un tren, nos traía el primer
tema del show, <u>Subway to the Stars</u>. Entre los miembros del grupo,
destaca la presencia del bajista Rob de Luca, miembro fundador y actualmente
también en los legendarios UFO (así como ex–Sebastian Bach) que, al igual que
el resto de sus compañeros, mostró una actitud muy chulesca. El guitarrista Ziv
Shalev tampoco se quedaba atrás en este aspecto, abriendo con un fastuoso solo
el tema <u>Sound of Speed</u>, aportando también los coros para reforzar la
melodía principal, y luciéndose con unas cuantas virguerías a las seis cuerdas.
Pronto me di cuenta que es claramente uno de los mayores valores de la banda,
técnicamente hablando. Todos ellos muy animados e inmersos en el concierto, <u>Devil’s
Road</u> siguió elevando el ritmo, con no demasiada gente viéndoles, pero
bastante entregada. A lo que tardé un poco en acostumbrarme fue al extraño
comportamiento de Ray West, también miembro fundador. A veces, más que una
banda de Hard Rock, parecía un conjunto Funky, a raíz de sus movimientos y
forma de cantar en ciertas partes, pero al mismo tiempo, y debido eso, también se
iba ganando las simpatías del respetable. El batería Rik De Luca también nos
contagió su entusiasmo, tocando cada vez con más empeño y elocuencia visual,
hasta convertir ciertos temas en un espectáculo, como <u>Back on the Bitch</u>,
en donde De Luca mando su sombrero a tomar por culo y se lució con las poses. <u>Switchblade
Serenade</u> es, por decirlo así, su hit por excelencia, por lo que me extrañó
que cayese tan temprano. Eso sí, como punto de inflexión del bolo, vino que ni
pintado, y de regalo, unas estrofas del Love is Like Oxygen, de los Sweet…
aunque sonó un tanto raro. Sea como sea, el tema habla de pasarlo en grande, y
eso era precisamente lo que estábamos haciendo, aunque ya no me enganchó tanto
la más moderna <u>More Wolf Than Lamb</u>, por mucho que me fliparan esos balanceos
constantes de De Luca.
<br><br>
Conforme avanzaba el concierto, los constantes discursos de Ray West se
fueron alargando, y acabaron entrecortando demasiado el ritmo del concierto, pero
por otra parte, presentaba también los temas, lo que siempre es de agradecer. <u>Suzy
Suicide</u>, con ligerísimo regustillo country, pero con un doble bombo a piñón
fijo, fue de lo más duro del setlist, con la chulería de Ziv Shalev por
bandera, bien abierto de piernas, o las carreras y saltos que se darían los
músicos en el siguiente tema. Shalev y De Luca demostraron también estar
coordinados, repartiendo ambos mandanga frente a las primeras filas. El
concierto se fue vaciando, y me acerqué un poco más. Tras <u>Broken City</u>,
Ray West presentó a la banda con mucho garbo, lo que dio pie a cada uno de
ellos a lucirse con sus instrumentos en una especie de Jam, que nos dejó
momentos como ese solazo de Shalev (de nuevo, fantástico, y con mucha actitud),
West palmeando los platos de su colega Rik, o el dúo de cuerdas pasándose una
pelotita entre ellos mientras tocaban. Divertido. Una tanda de aplausos bien
merecida sirvió para encauzar la recta final, de la cual formaron parte <u>Scratch
Like A Cat</u> (muy emocionado Rob De Luca en ella, empatizando a tope con su
público) y una versión de una banda llamada INXS, que por lo visto tocan a
menudo, titulada <u>Don’t Change</u>, con mucha, muuucha caña. El sonido en
general fue un tanto cutre, y los bajos eran de los que hacían daño a los
tímpanos. Pero en mi primer contacto con estos <b>Spread Eagle</b>, y siempre bajo mi humilde opinión personal, le doy mi
beneplácito a su directo, aunque con menos ‘comunicación verbal’ y más acción,
creo que habría ganado algunos puntos más.
<br><br>
<b>Bad Marriage:</b>
<br><br>
No era uno de los objetivos de aquel sábado, pero tampoco les hacía
ascos en absoluto. De hecho, les conocí justamente por su incorporación en el
MORC 2022, una de las últimas confirmaciones que hubo aquel malogrado año. Y a
decir verdad, me mola bastante el rollo que hacen. Me suenan frescos y apasionados
en disco, pero faltaba comprobar qué tal se desenvolvían en directo. Aunque ya
ni de coña llegábamos a ver ni la mitad del concierto, nos acercamos, tras los <b>Spread Eagle</b>, al Studio B, a ver lo que
podíamos pillar. Desde luego, no fue mucho, pero sí que fue un rato divertido
(a pesar de que andábamos un poco cansados del día) para comprobar que saben
moverse bien a gusto por el escenario, y a la vez, ganarse al público con sus
referencias y gestos. De hecho, todo el mundo repetía a gritos el estribillo de
esa <u>Old School Stereo</u>, mientras su vocalista pedía más y más, con mucho
empuje y carisma. El mismo Jonny Paquin se cogía su aro para darle todavía más
rollo al asunto, interpretando a continuación <u>Little Suzy</u>, una versión
de una banda de principios de los 80 llamada Ph.D., tal como hicieran también
los Tesla en su Mechanical Resonance. Por cierto, los tres guitarristas con los
que cuenta el grupo le dan un extra de dureza al sonido, a veces cercano a
bandas como Skid Row. Con un guiño al riff del Metal Health de Quiet Riot, se
despidieron de la gente, que a pesar de las horas, se mostraba bastante
animada.
<br><br>
Poco más pudimos hacer ya ese día, que no había cundido tanto como
esperaba a nivel de conciertos, sobre todo debido al desbarajuste inicial, con
el retraso de <b>Quiet Riot</b> y el
aplazamiento del bolo de <b>Firehouse</b>.
Pero para abrir boca, estuvo cojonudo. Me quedo, sin duda alguna, con las actuaciones
de <b>Quiet Riot</b>, <b>Joe Satriani</b> y <b>Crashdïet</b>,
que me hicieron disfrutar como un poseso, estando las dos primeras,
concretamente, entre las mejores de todo el festival. ¡¡Así da gusto empezar!!
<br><br>
De nuevo, me quedé con ganas de más, pero al día siguiente habría doble
dosis, y para mí, era el mejor cartel de los cinco días. Así que irse a
descansar era la mejor opción para afrontarlo con garantías.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihcy5Lo2d3K889sq2p-TXneZoVGofkRJY2dNJItpTg5T92lC4EQ6DadwhauxvIlDUZulrjVi59SemA8JrJBo05HQsA2KBw7TLs-huuPjEf2Snv22UgExNEOk7Br-vdkI6z-bt0EgCX1ZIc6YtoZsrDGSGJ-7tQhCsnciKme9hM7ZN8LZPIIIKH0UYJ0gQ/s1600/Quiet%20Riot%2005%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="840" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEihcy5Lo2d3K889sq2p-TXneZoVGofkRJY2dNJItpTg5T92lC4EQ6DadwhauxvIlDUZulrjVi59SemA8JrJBo05HQsA2KBw7TLs-huuPjEf2Snv22UgExNEOk7Br-vdkI6z-bt0EgCX1ZIc6YtoZsrDGSGJ-7tQhCsnciKme9hM7ZN8LZPIIIKH0UYJ0gQ/s1600/Quiet%20Riot%2005%20Portada.jpeg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/9vzcyLf" ><a href="//imgur.com/a/9vzcyLf">Monsters of Rock Cruise 2024 (1er día, sábado 02/03/2024, Independence of the Seas)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Mar Caribe14.5401107 -74.9676365-13.770123136178846 -110.1238865 42.850344536178845 -39.8113865tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-60666081561048025542024-03-12T00:33:00.000+01:002024-03-12T00:33:04.842+01:00Let's get CRAZY!! (Monsters of Rock Cruise 2024, Pre-Party, viernes 01/03/2024, Magic City Casino, Miami)Desde nuestra
llegada a Miami, el día 27 de febrero, no paramos quietos un solo minuto,
prácticamente solo para dormir. Durante la primera noche, nos dedicamos a comprar
avituallamiento para el resto de días que íbamos a pasar allí, para no gastar
una fortuna en restaurantes y demás (solamente con los precios de los
supermercados de allí, uno sale ya bastante escaldado…). Todavía siguiendo el
horario español, nos acostamos muy temprano, ya que a las 3 de la madrugada
debíamos estar en pie para nuestra primera visita. Disfrutamos de las vistas
durante un largo trayecto de 4 horas en autobús, más de 180 kilómetros, a
través de esa maravilla de la ingeniería llamada Overseas Highway, que nos
llevaría hasta Key West, donde pasamos todo el día, visitando lugares
emblemáticos y dando un paseo en barco. Pero para mí, lo mejor de todo fue
poder convertir otro sueño en realidad: visitar el Fort East Martello Museum y al
fin poder ver, en persona, a Robert the Doll, cuya figura y leyenda me han
fascinado casi hasta la obsesión durante muchos años. El día siguiente, entre
otras cosas, dimos un buen paseo por Miami Beach, visitando la zona del art
déco, el cementerio de Miami (precioso) por la tarde, y ya cayendo el sol,
tuvimos la “genial” idea de visitar Little Haiti, de donde tuvimos que salir
casi escopetados por el mal rollo que daba la zona. Al día siguiente, prometí
no levantarme de la cama hasta mediodía para ahorrar todas las fuerzas
posibles. La pre-party estaba tan solo a un tiro de piedra, y las ganas
incontenibles iban a hacer de aquella noche algo irrepetible. Para celebrar el
día, ir calentitos a la fiesta de presentación, y ahorrarnos allí los ridículos
precios de los cubatas, nos trincamos en casa una botella de bourbon entre los
tres. Pocas horas más tarde… comenzaba la locura.<br><br>
<a name='more'></a>
El Magic City
Casino, un año más, se alzaba ante nosotros, y el nivel de ilusión estaba en su
máximo esplendor. La pre-party, la fiesta antes de la gran fiesta, el evento
donde todos acuden ávidos del que será el primero de seis días de Rock duro a
lo bestia, una noche perfecta para hacer las primeras amistades del crucero, y
un cartel perfecto para darlo todo hasta la madrugada. A todo esto, cosas de la
organización… no se llegaron a dar en ningún momento los horarios de las cinco
bandas participantes, ni siquiera se desveló quién iba a ser el misterioso
“Surprise Guest”… aunque echando cuentas, estaba prácticamente cantado que iban
a ser los titanes suecos <b>Hardcore
Superstar</b>, por el hecho de ser la única banda (además de las otras participantes
en la pre-party) que tan solo actuaba una vez durante la travesía. Cabe decir
que antes del primer concierto, haría su performance Dj Will pinchando temas de
Rock y Metal, aunque esto ya era menos interesante para nosotros. Lo bueno, lo
fuerte, lo más esperado, si todo seguía un orden lógico, era el concierto del
gran <b>Ted Poley</b>. ¿Qué mejor forma de
empezar la velada que con el que fue designado Capitán para este MORC 2024?
<br><br>
<b>Ted Poley:</b>
<br><br>
Tampoco esperaba
ninguna bestialidad de concierto, simplemente con que tocasen un buen puñado de
clásicos de Danger Danger, ya me iba a dar por satisfecho. Pero yendo con esta
perspectiva, he de decir que me gustaron mucho más de lo que pensé. El bueno de
<b>Ted Poley</b>, que actuaba en solitario
junto a buenos amigos formando parte de la banda, salió hecho un toro al
escenario, tremendamente excitado y dispuesto a no dejar títere con cabeza, a
pesar de sus problemas actuales de salud. Nadie hubiese adivinado esto último,
ya que la energía y buen rollo que este tío desprende, lucían intactos,
impregnándolo todo. Algo que añadía un enorme plus de interés al show era la
participación, como único guitarrista, del más que reputado Neil Zaza,
levantando aún más las expectativas generales. Y para que viésemos que la cosa
no iba de broma, arrancaron, como un tiro, con la cañera y guasona <u>Horny
S.O.B.</u>, precisamente una que me quedé con ganas de ver hace dos años,
cuando el vocalista vino con Tokyo Motor Fist. Acompañándole en esta ocasión, y
sacando músculo, el bajista Marc Dube, y a la batería, Paul del Boccio, aunque
todavía tendríamos otra sorpresa, con la aparición en escena de la corista Theresa
Rose. Mientras tanto, el propio Poley, experto en conquistar a su público, lo
lograba sin esfuerzo durante la irreverente <u>Monkey Business</u>, haciendo
continuos acercamientos hacia nosotros, un par de guiños, alguna de sus poses…
y ya nos tenía comiendo de su mano. También debo recalcar que, pese a las
circunstancias que he comentado, su voz se encuentra en un estado más que
plausible, y ese toque dulzón, casi aniñado en su registro, sigue siendo su
principal seña de personalidad. Visto lo visto, no iban a faltar los grandes
éxitos de Danger Danger, como aquel hit llamado <u>Bang Bang</u>, con Theresa a
los coros ya destacando, y Marc y Zaza mostrando señales de colegueo, o la
ensoñadora <u>Don’t Walk Away</u>, con unos registros más AOR que dieron un
punto extra de calidez a aquella tarde. Durante esta, con total naturalidad,
Ted bajó y recorrió casi todo el escenario entre su gente, dando la mano,
saludando, derrochando tanta simpatía como amabilidad, lo que nos llevó hasta
un fin de lo más emotivo.
<br><br>
Tras esta parte inolvidable… el cantante nos
presentó a su madre desde el escenario y como siempre, se mostró muy cercano y
humano, y es esa sensación que me transmite la que hace que le adore. Sea como sea, uno de los
grandes temazos de toda la velada estaba a punto de caer, esa electrizante <u>Don’t
Blame it on Love</u>, que no veía en directo desde que vi a los propios Danger
Danger (o lo que quedaba de ellos) en el 2008. De hecho, el setlist que tocaron
entonces fue casi idéntico al que vimos aquel viernes. Nos desgañitamos con
ella, y aunque es imposible que Ted la pueda cantar ya en la tonalidad original,
la disfruté como loco, incluido el tremendo solo de Neil Zaza, que se había
aprendido muy bien la lección, e incluso pudimos ver como añadía ciertas partes
de cosecha propia. También los coros cobraron importancia, tanto de Neil, como
de Marc, como de la soberbia Theresa Rose, en esta última y en <u>Everybody
Wants Some</u>, arrancada por la contundente batería de Del Boccio, y con Ted
soportando su guitarra por primera vez. Fue un tema muy dado a la
participación, pero todavía se escuchó cantar más fuerte con el <u>Purple Rain</u>
de Prince. Por supuesto, las luces moradas contribuyeron al ambiente, pero también
el elevado volumen de los instrumentos, y Theresa, que se acercó junto a Mr.
Poley a cantar. Otro hit como <u>Naughty Naughty</u> fue escogido para cerrar
el concierto. Aquí todos los músicos fueron a por todas, Zaza muy apasionado,
luciéndose en sus solos, y Marc dando también unos punteos bien guapos. Pero
fue en el reprís final cuando Theresa Rose se quedó con nosotros, eclipsando a
cualquier músico sobre el escenario, con esa voz celestial, en plan góspel, que
nos dejó con la boca abierta y los pelos como escarpias. Con Ted Poley
anunciando ya una próxima jubilación (aunque cueste creerlo, está ya en los
60), fue un gustazo escuchar, quizá por última vez, esos temas tan entrañables
que tanto han significado para quienes fuimos acérrimos de Danger Danger.
<br><br>
<b>Soto/Bieler:</b>
<br><br>
Era el turno del combo Soto/Bieler, formado, obviamente, por Jeff Scott
Soto (no necesita presentación) y Jason Bieler (Saigon Kick), pero aunque
pensábamos asistir un rato, no llegamos a hacerlo. Los motivos eran varios.
Primero, les vi hace dos años y para echarse unas risas está bien, cachondeo,
birras, improvisaciones, versiones interesantes… mola para pasar un buen
ratejo, pero no me apetecían demasiado en ese momento. La otra razón fue que
tocaron en un rincón de las gradas, en lugar de hacerlo en el escenario
principal, y dicho rincón estaba bastante superpoblado. Desde fuera escuchamos
algunos temas, como el <u>Wonderwall</u> de Oasis (esa no me la esperaba), el <u>Love
is On the Way</u> de Saigon Kick, y algún trozo, si mal no recuerdo, del <u>Just
Between us</u>, de Talisman, mientras ambos vocalistas (Jason con la guitarra)
se lo tomaban con calma, sentados en sus taburetes, todo en plan acústico, y
sin parar de lanzarse amigables puyas. Decidimos también descansar unos
minutillos, porque ahora sí que llegaba un crescendo que daba hasta miedo, con
tres bandazas como <b>Rhino Bucket</b>, <b>Hardcore Superstar</b> (ya se daba por
hecho) y los gigantescos <b>Y&T</b>.
<br><br>
<b>Rhino Bucket:</b>
<br><br>
<b>Rhino Bucket</b> parecen ser uno
de los “eternos fijos” del Monsters of Rock Cruise, ya que han figurado en muchos
de los carteles durante muchos años. Y no es de extrañar. Su directo es de alto
octanaje, disparan a matar desde el minuto cero, y son de los que te ponen las
pilas a presión incluso si ni siquiera les conoces. Ya me dio esa impresión
cuando les vi, hace un par de años, y esta vez me parecieron incluso mejores.
La banda salía a escena, ya entre gritos y ovaciones, para descargar un montón
de temas clásicos de sus primeros álbumes, pasando de refilón por alguno de los
posteriores, yendo a lo seguro para contentar a sus fans de toda la vida. Con
ese sonido AC/DC tan inconfundible (quieran o no, siempre se les va a comparar
con ellos) sonaba, de primeras, <u>One Night Stand</u>, a toda hostia, a un
volumen bastante fuerte, y levantando mucho movimiento y headbanging al ritmo
de sus cortantes riffs, y prosiguieron con la marchosa The <u>Hardest Town</u>.
El año pasado, hubo un cambio muy relevante en la formación. El bajista y miembro
fundador Reeve Downes abandonó el grupo, siendo reemplazado por el polifacético
e inquieto Sean McNabb, que ha militado en infinidad de bandas de los 80, desde
Quiet Riot a Rough Cutt, pasando por XYZ, Dokken o Great White. Lo cierto es
que se mostró muy experimentado y con mucha actitud, siempre apoyando a su
compañero Georg Dolivo (que ya es el único miembro original que queda) en
cortes como <u>Hey There</u>, haciendo también unos buenos coros, o <u>Who’s
Got Mine</u>, despatarrándose en medio del escenario.
<br><br>
Dolivo, aparte de lucir buena voz, con su particular y gritón timbre,
se expresó con mucha simpatía con el público, y también estuvo muy inmerso en
el concierto, tratando de hacer disfrutar lo máximo posible con su guitarra.
Otro instrumento que daba gusto escuchar eran las baterías de Dave DuCey, desde
las que ahora salía un gran chorro de humo. Aporreando sus parches con mucho
ahínco, <u>I Was Told</u> y <u>She’s a Screamer</u> continuaron subiendo la
temperatura, y el subidón que llevaba la peña es un claro indicio del porqué se
les aprecia tanto aquí. Como digo, a mí me estaban gustando más incluso que la
primera vez que les vi, en aquel mismo escenario. Lo único reprobable en cuanto
a sonido fue que, en ocasiones, los bajos estaban demasiado fuertes y quitaban presencia
a otros instrumentos, pero en términos de ritmo, fue un concierto compacto, con
las paradas justas para que Georg agradeciera y bromeara con el personal. Los destacados
solos de otro de los grandes valores que conforman la banda, el elegante y
majestuoso Brian Forsythe, atraían miradas en sus momentos de máximo
protagonismo, como aquel que tuvo en <u>Hammer & Nail</u>, extraída de su
cuarto disco de estudio. Mirando de cerca la evolución de la banda, se nota que
lo suyo no son los cambios de estilo, y eso, en cierto modo, es algo que les
honra. Con la cañerísima y clásica a más no poder <u>Ride the Rhino</u>, Dave
DuCey metía los últimos baquetazos del show, mientras esos riffs tan frenéticos
nos insuflaban las últimas energías para disfrutar a tope del final. Un show
bastante corto que se me pasó volando, y me quedé con ganas de más, incluso de
escuchar algo del “The Last Real Rock N' Roll”, que me encantó en su momento.
<br><br>
<b>Hardcore Superstar:</b>
<br><br>
Y llegaba, al fin, el que para mí era el momento más esperado de la
noche, incluso por encima del de <b>Y&T</b>
(y mira que también les tenía unas ganas brutales): el bolo de los <b>Hardcore Superstar</b> que tanto me flipan.
Hacía la friolera de 11 años que les vi por primera y única vez, pero… aaah sí,
esta vez pensaba desquitarme como un animal frente a ellos. Ya no había duda de
que eran ellos los invitados sorpresa de la noche. Antes incluso del concierto,
era una verdad a gritos, precisamente por los del personal pidiendo su salida. Salieron
más o menos puntuales, y lo hicieron como un puto huracán desbocado, con <u>Sadistic
Girl</u> que atronó el Magic City Casino, la gente se vino arriba
inmediatamente, se agolpaba entre las primeras filas (donde se encontraba un
servidor), siguiendo con las miradas las primeras y galopantes carreras con las
que Jocke Berg se fulminaba el escenario, imparable, demoledor, se cansaba uno
solamente de verle, pero al mismo tiempo, era pura adrenalina en las venas. De
que había unas ganas terroríficas de verles en directo por allí, no cabía
ninguna duda. Los humos iban subiendo con <u>Guestlist</u>, y también el nivel
de actitud de los músicos, incluso el más tranquilote Martin Sandvik al bajo
metía headbanging y pisaba sus cuerdas como un poseso. También en el seno de la
banda ha habido novedades muy recientes. Tras 25 años en esta, hace poco más de
un mes su batería Adde nos decía adiós (o hasta más ver), algo que conmocionó
bastante a sus fans. Eso sí, su sustituto, Johan Reivén, dio el 100% en los dos
conciertos que le vi. Obviamente, se notaba la diferencia con Adde, pero estuvo
realmente espectacular en temas como <u>Electric Rider</u>, súper contundente,
o <u>Have you been Around</u>, dando cera por un tubo, un tema que, por cierto,
no es nada habitual de escuchar fuera de Suecia. Esto nos lo contaba el mismo
cantante, quien se mostró igual de entusiasmado que sus seguidores. Dirigirse a
nosotros y conectar instantáneamente, fue todo uno, cantando y moviéndose con
una actitud abrumadora, como la que demostró en <u>Above the Law</u>, paseando
ese ‘middle finger’ por todo el escenario.
<br><br>
El guitarrista Vic Zino, visiblemente enaltecido también, se asomaba al
público, sonriente, al tiempo que Jocke se retorcía una y otra vez en <u>Hateful</u>,
primera en sonar de su célebre “Hardcore Superstar”. De hecho, pensaba que
caerían muchos más de este, pero se los guardaron a buen recaudo para el segundo
envite, ya a bordo del crucero. Al fin y al cabo, tampoco me esperaba nada del
“Bad Sneakers and a Piña Colada” y ya llegó la sorpresa. Jocke no es solamente
un magnífico vocalista y un gran frontman, también es un entertainer de
cuidado, como demostró entre algunos de los temas. Nos subía la tensión antes
de algunos como <u>Moonshine</u> y, sobre todo, ese pepinazo llamado <u>Last
Call for Alcohol</u> que fue una putísima locura. Carreras, saltos, vueltas, hincando
rodillas… os juro que sudé con ella hasta la última gota, berreando el estribillo
y tratando de no caerme en medio de aquel subidón del público. Y ojo, que lo
más brutal aún estaba por llegar. Ante unos ‘¡¡eh eh eh!!’ casi ensordecedores,
caían los primeros riffs de la incendiaria <u>Dreamin’ in a Casket</u>, y
aunque Jocke se las vio algo apuradas para cantar las notas altas, el griterío bajo
el escenario era tal, que casi tapaba esas pequeñas imperfecciones. Los coros
de Martin Sandvik y Vic Zino fueron importantes para <u>You Can’t Kill my
Rock’n’Roll</u>, mientras, en medio y al frente, Jocke no dejaba de dar botes
bien agarrado al pie del micro. Por supuesto, no podría haber faltado, como la
gran culminación de aquel conciertazo, un himno como <u>We Don’t Celebrate
Sundays</u>. Gamberrismo a tope sobre el escenario, y al mismo tiempo, muy
buena onda entre Vic Zino y el vocalista, que no dejaban de acercarse y
lanzarse miradas de complicidad, terminando el tema este último de pie sobre el
bombo de Reivén, gritando ese “make some fuckin’ noooooise”, y delante del clamor
popular, dando un salto tremendo que puso punto y final a la actuación, un
actuación que, más que cualquier otra de aquella noche, se me hizo
terriblemente corta. Ya me estaba frotando las manos pensando en el segundo día
del crucero, cuando iban a repetir.
<br><br>
<b>Y&T:</b>
<br><br>
Para hacer los honores todavía más grandes y darle más glamour al
asunto, fue el mismo Eddy Trunk quien saltó al escenario, minutos antes del
concierto, para presentar a tan consagrada y mítica formación. No hay ni que
plantearse el por qué <b>Y&T</b> fueron
los cabeza de cartel de esta pre-party 2024. 50 años de carrera y desmesurada
calidad les avalan, Dave Meniketti es una presencia fundamental en la historia
del Heavy / Rock, y gracias a sus temas y a su trayectoria, son una de las
bandas con más clase de este puto planeta. Puedo aceptar que a alguien le molen
más o menos, pero esto último, es un hecho científico. Sea como sea, por la
afluencia que tuvieron, se notaba que era la banda más deseada de la noche. Lo
que íbamos a presenciar era un auténtico derroche de buen hacer y
profesionalidad que no dejaría a nadie impasible. Es increíble cómo pasa el
tiempo, pero de la única vez que les vi, en un Lorca Rock… ¡¡¡hace ya 21
años!!! Joder, qué vértigo… así que, como he dicho antes, os podéis imaginar
las ganas que tenía. Y con la cantidad de discazos en su haber, estaba
igualmente impaciente por conocer el setlist.
<br><br>
<u>Black Tiger</u> despejó un poco mis dudas. Tema tremendamente
clásico y rápido para abrir fuego (aunque, valga la redundancia, Open Fire también
habría sido crema), y además, con un sonido absolutamente exquisito, tal como
merecían. Todo clavado, y si empezaba ya con estas vibraciones, continuaría
todavía mejor. La figura de Dave Meniketti se acercaba a nosotros con su aplomo
habitual, al tiempo que ejecutaba su solo, siempre mostrando esos gestos,
siempre tirando de esa infinita y casi desgarradora pasión con la que toca cada
nota… y a él se unió el otro guitarrista, John Nymann, formando ambos un equipo
de fábula durante todo el show. Dos verdaderos hachas mano a mano que
arrancaron también <u>Rock & Roll's Gonna Save the World</u>, con ese
puntillo 70s que siempre me ha parecido escucharle. Entre el público,
personalidades como Jeff Scott Soto o Reb Beach participaban también del
disfrute de aquella explosión súbita de elegancia que seguiría conquistándonos
sin remisión, y tras unas breves palabras de Meniketti, nos hacían viajar al
pasado con el tema más añejo del setlist, ese <u>Struck Down</u> que,
claramente, sonó más potente que en su versión original, gracias especialmente
al enérgico sonido del bombo, golpeado por el carismático Mike Vanderhule. Las
armonías de cuerdas, y la chulería de Aaron Leigh al bajo nos acompañaron hasta
<u>Don’t Stop Running</u>, que tuvo una aceptación bárbara, o <u>Don’t be
Afraid of the Dark</u>, para la cual Meniketti cambió de modelo de guitarra (¡y
sonó de cojones!), y posteriormente, nos haría corear su melodía. Y Aaron, a su
rollo, con esas maneras de milhombres por el escenario. A estas alturas, con
tan solo un puñado de temas, nos tenían a sus pies, y los gritos de ¡¡<b>Y&T</b>!! que emergían de entre el
público eran la mejor prueba. Cuando les dejamos por fin continuar, <u>Long Way
Down</u>, con ese crescendo al final (y el solo de aúpa, de la mano de
Meniketti) y sobre todo, <u>Midnight in Tokyo</u> fue de lo más triunfal del
concierto, con borbotones de humo emergiendo desde el fondo del escenario.
<br><br>
Algunos temas eran convenientemente presentados. Otros entraban directamente
al trote, como el relámpago <u>Mean Streak</u>, con Aaron Leigh liándola de
lado a lado del escenario, y Meniketti flipándonos con todos y cada uno de sus
solos, sin excepción. Y es que la pasión que este hombre le pone a cada nota es
sencillamente de otro planeta, como se contonea, como cierra los ojos, como
levanta el mástil de su guitarra… para mí, un auténtico genio, un portento de
la música como pocos existen. Y si hablamos de su voz, otro tanto se podría
decir. 70 palos le caen ya, y su voz sigue teniendo ese timbre inconfundible,
casi inmaculado, que te arrastra y te sumerge inevitablemente en sus canciones.
Todo lo dicho, junto con las armonías vocales entre el cantante y John Nymann,
le viene al pelo para describir otro temazo como <u>I’m Coming Home</u>, y
también <u>Winds of Change</u>, cuyos arpegios limpios y punteos (sobre todo,
el primero) me pusieron la carne de gallina. Esta era otra de las que no me
esperaba. No hubo “falsa despedida”, pero Dave ya nos avisaba de que iban a
despegar los dos últimos temas de la noche, que también fueron de aúpa. Una de
ellas, la refrescante <u>Summertime Girls</u>, dio también la ocasión a John
Nymann de lucirse con los coros, además de con sus siempre apurados riffs. Y
después de todo lo dicho, cuesta creerlo, pero para mí lo mejor llegó justo en
el último tema, que no fue otro que <u>Forever</u>, incluyendo esos sentidos
punteos del inicio (a cargo de Meniketti, que se carga a las espaldas la
mayoría de ellos) que me llevaron directo al paraíso. En los últimos compases
del tema, y ya para decir adiós, el frontman aprovechó para presentar a su
banda. Un concierto soberbio, impoluto, incandescente en todos los aspectos.
Vamos, lo que uno espera de una banda de la talla de <b>Y&T</b>…¡¡monstruosamente buenos!!
<br><br>
En verdad, y pese a la intensidad con la que disfruté, sobre todo,
estos dos últimos conciertos, me encontraba bastante fresco, y me habría
‘zampado’ unos cuantos más, pero siendo sensatos, esto no había hecho más que
empezar. A pesar de lo guapísimos que estuvieron los bolos que vi, esto solo
iba a ser un pequeño entrante del menú de lujo y oropel que nos esperaba una
vez a bordo. Incluso las bandas que volví a repetir de esta pre-party, me
gustaron más allí. Como digo, ya compartimos parte de esta noche con nuestros
colegas alicantinos Aitor e Inma, y al final, también el Uber que nos dejó a
cada cual en su alojamiento. Por nuestra parte, tuvimos un merecido descanso,
que nos dejaría 100% dispuestos para a enfrentar la descomunal aventura que nos
esperaba los cinco próximos días. Hasta el momento, por cierto, no más
cancelaciones ni disgustos. Y me acosté con los dedos cruzados para que esto
siguiese así.
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_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyYPIcbbSDoxJKNeIe2ghyphenhyphenK9m8s0b4QSuuySgd44SrCfvQ5k3Ix9-QkVYg9plBwAMAqfFT9YcrPwKJgf0QjWFTDEIINK3jRY3C7RIELM08EIvCWMJMlLBkvWxAfNH8ec5xrLKxpXtumC4oxwQUmdeemCY7LrTX-Gail7NiTH5moBRJf2yfdUyA5bCvt8Y/s1600/Hardcore%20Superstar%2009%20Portada.jpg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="2100" data-original-width="4000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhyYPIcbbSDoxJKNeIe2ghyphenhyphenK9m8s0b4QSuuySgd44SrCfvQ5k3Ix9-QkVYg9plBwAMAqfFT9YcrPwKJgf0QjWFTDEIINK3jRY3C7RIELM08EIvCWMJMlLBkvWxAfNH8ec5xrLKxpXtumC4oxwQUmdeemCY7LrTX-Gail7NiTH5moBRJf2yfdUyA5bCvt8Y/s1600/Hardcore%20Superstar%2009%20Portada.jpg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/vtDJAhF" ><a href="//imgur.com/a/vtDJAhF">Monsters of Rock Cruise 2024 (pre-party, 01/03/2024)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0450 NW 37th Ave, Miami, FL 33125, EE. UU.25.7767796 -80.2569271-6.5127278706086393 -115.4131771 58.066287070608638 -45.1006771tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-70275823160650011672024-03-11T13:38:00.002+01:002024-03-11T13:39:34.665+01:00Monsters of Rock Cruise 2024: Impresiones generales (02 / 06 Marzo 2024, Miami-Cozumel-Nassau)<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFtO4OjJ9WtsOPhPeoQHqLQ6QlOUDxJHGLsrE11dJeAEvSGeO5klGeYJIjf6n0gRJ8nxl3iIBV2r36nEOQfvwD9jMpidnz0Qq42d3Odg4hcFYB6DRDAaLDgjPRcGJkW1YNBRB-GShjhf1CnyanVP1-LAJndBtA66LjAcyVuSPWXNusoiXawolWWhKn0SQ/s1600/Monsters-1600x773.jpg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="773" data-original-width="1473" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhFtO4OjJ9WtsOPhPeoQHqLQ6QlOUDxJHGLsrE11dJeAEvSGeO5klGeYJIjf6n0gRJ8nxl3iIBV2r36nEOQfvwD9jMpidnz0Qq42d3Odg4hcFYB6DRDAaLDgjPRcGJkW1YNBRB-GShjhf1CnyanVP1-LAJndBtA66LjAcyVuSPWXNusoiXawolWWhKn0SQ/s1600/Monsters-1600x773.jpg"/></a></center>
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Aprovechando las muchíiiisimas horas de vuelo que todavía me separaban de casa, he querido empezar a escribir, a más de 40.000 pies de altura, estas líneas que ahora leéis. Pese a estar triturado por el cansancio, desorientado por tanto cambio y madrugón, y con dificultad para mantenerme despierto, este me parece el mejor momento, antes de que pase más tiempo, para hacer un resumen de adelanto de todas las ideas, sensaciones y vivencias que ha dejado plasmadas en mí la increíble experiencia de este Monsters of Rock Cruise 2024. Mirándolo de esta forma, hace tan solo unas pocas horas que nos despedimos de nuestro camarote, de los conciertos, de tantos colegas y nuevas amistades, de la inmensidad del mar del Caribe… y aun así, todavía no estoy del todo seguro que esto haya sucedido de verdad, o sea producto del delirio provocado por el cansancio acumulado, que ahora empieza a vencerme por completo. Han sido seis días de fiesta casi ininterrumpida, de vivir nuestro propio sueño americano, con la música que nos apasiona y nos mantiene vivos, con muchas bandas que aquí en España solo podríamos soñar con ver en directo, y con el pequeño extra de ser ya nuestro segundo año navegando, esta vez, a bordo del Independence of the Seas, una enorme una ciudad flotante, que ha sido nuestro hogar durante cinco días y cinco noches, y que hemos exprimido hasta el límite, con momentos bastante extremos de cansancio, pero en general, con un nivel de disfrute como pocas veces he tenido en mi vida, con el Hard Rock por bandera, recorriendo los lujosos pasillos y salones del barco, prácticamente conviviendo con grandes artistas, gozando de insalubres atracones de deliciosos manjares y de un ambiente insuperable entre gente que, al igual que nosotros, acude allí a hacer de la música en directo una forma de vida.<br><br>
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Pero antes de embarcar y dejarse llevar por el éxtasis y la libertad que solo un lugar así puede ofrecer, hubo unos cuantos meses de preparativos, de papeleo, de cubrir posibles imprevistos para un viaje de 10 días, de mirar excursiones y añadidos al propio festival, buscar alojamiento… desde luego, no es algo que se pueda preparar en una semana. Afortunadamente, la era COVID quedó atrás, y nos ahorramos cosas como los dichosos test de los cojones (que tanto nos dieron por culo hace dos años), certificados, y un largo etc. Esta vez tan solo fueron necesarios los pasaportes, el ESTA, y algún que otro papelajo imprescindible para entrar en los Estados Unidos. Y sobre todo, los horarios bien guardados en el bolsillo que, por suerte, este año se desvelaron con más antelación.
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El cartel, como siempre, fue un auténtico manjar para los paladares más exquisitos, y mayormente exclusivo, mirándolo desde el punto de vista de las bandas a las que podemos acceder por estos lares. Más de 40 grupos, muchos de ellos de Hard Rock americano, a los que iba a ver por primera vez. Este ha sido, muy por encima de todo, y con mucha diferencia, el principal aliciente para volver a realizar este mastodóntico viaje, con la seguridad casi total de que iba a merecer la pena. Confeccionar nuestro running order personalizado fue una de las cosas más divertidas y placenteras que pudimos hacer antes de partir. Puesto que cada banda ofrece dos actuaciones en días y escenarios distintos, contando también la fiesta de presentación, es un auténtico currazo evitar los solapamientos y conseguir ver, al menos, un concierto de cada banda favorita, que en mi caso, eran prácticamente todas jejeje. Joe Satriani, Firehouse, Winger, Quiet Riot, Treat, Heaven’s Edge, Extreme, Hardcore Superstar, Lizzy Borden, H.E.A.T., Slaughter, Dangerous Toys… algunos, nombres tan inalcanzables por aquí que, tan solo de verlos juntos en un mismo cartel, ya me hacían babear cual perro, y frotarme las manos por el fiestón que me iba a pegar.
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Pero el festival tuvo otro gran aliciente: la gente con la que pude compartirlo. Poder vivir esta increíble odisea con mi chica (artífice de la planificación de prácticamente todo el viaje) y nuestra amiga Elena lo hizo todo incluso más frenético y divertido, y tampoco puedo continuar sin mencionar a Aitor Navarro (ex–Hitten) y su colega Inma, que también se apuntaron este año, dos auténticos maestros en este rollo con quienes compartir conciertos y hablar de música en general fue un honor de los que el dinero no alcanza a pagar. También fue también un placer conocer a peña, tanto de allí, como de aquí, como Diego Sixx, un auténtico crack, o Roberto, del magazine Sounds Like New y Dioses del Metal.
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Estar allí, y lo digo sin eufemismos, es estar literalmente en el puto paraíso. Las únicas urgencias vienen marcadas por los propios horarios de cada cual, y si acaso, por las excursiones extra en las dos paradas que realiza el crucero, que en principio, iban a ser Jamaica y Nassau, aunque la primera fue sustituida, debido a la delicada situación del país, por Cozumel (México), que ya visitamos en 2022. Más allá de todo esto, la libertad es absoluta. Comer hasta reventar, a cualquier hora, descansar en tu propio camarote cuando sea necesario, usar baños impecables, visitar la distintas plantas con todo tipo de cafés, restaurantes y tiendas, fumar en las zonas designadas, acudir a los eventos extra (duelos de pianos, cursos de pintura, jams varias, exposiciones, experiencias con los artistas…), llevarte tu bebida por ahí y dejar el vaso donde te plazca (ya lo recogerá alguien), y sobre todo, muy importante, música, música sin parar allá donde vayas, Hard Rock y Heavy Metal en los pasillos, en los ascensores, en los sitios para comer, hasta en los wc y, por descontado, en cada uno de sus cuatro escenarios durante más de 12 horas al día. Cada cual tendrá su idea de lo que es el paraíso, pero para mí, sin duda es esto.
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Este año, la experiencia fue muy, pero que muy distinta a la anterior de hace dos años, si bien tuvimos algún disgusto en cuanto a cancelaciones. Lo de TNT, por una excusa ridícula, dolió, y también lo de Vixen y Bang Tango, esta última, una de las bandas que más ganas tenía de ver. Pero francamente, comparado con la pesadilla que viví en 2022, cuando cada día, por sorpresa y sin previo aviso, amanecíamos con dos o tres grupos caídos del cartel por la puta cara, fue gloria bendita, y casi no me puedo quejar. La organización, para tratarse de un evento tan mastodóntico como este, me sigue pareciendo bastante regulera, con un buen susto nada más comenzar el festival a bordo (que me hizo presagiar lo peor…), muchos retrasos, unas colas de infarto para los conciertos y poca información respecto a ciertos cambios.
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Faltan muchas cosas por pulir en cuanto a gestión, y lo peor de todo, es que parece que quejarse está mal visto por allí, a pesar de la fortuna que hay que invertir ¿?. Por suerte, como digo, todo salió infinitamente mejor que en 2022. El mejor escenario, con diferencia, continuó siendo el del Royal Theater, cómodo, y con un sonido de lujo, seguido del Studio B (el más parecido a una sala convencional) y, por último, el Pool Stage que, en ocasiones, pinchó en el sonido, y no tiene buena distribución. Respecto a este último punto, sin duda, hay una cifra que resume lo mejor de este festival: 3000 o 3500 personas. Esto significa que, salvo en momentos y bandas muy puntuales, nunca, jamás se siente uno agobiado. La masificación es prácticamente inexistente, y tras haber vivido algo así, me pregunto cómo puedo soportar las inmundas ratoneras que son los festivales convencionales de por aquí, con 10 o 15000 asistentes por día.
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Innegablemente, es un festival con un carácter bastante elitista, y no me gusta sacar pecho por ello. No es algo que todo el mundo pueda costearse, y mucho menos un muerto de hambre como yo, por lo que tengo que expresar aquí mi eterno agradecimiento, amor y admiración a mi chica, gracias a quien pude cumplir, por segunda vez, este gran sueño que nunca me atreví ni siquiera a imaginar. Por otra parte, como todo en esta vida, es cuestión de prioridades. Con unos 3000 euros (lo digo para quien esté interesado) y evitando cualquier tipo de excesos, se puede cubrir perfectamente el viaje, el camarote, los transportes por ciudad y la estancia la noche de la pre-party en Miami. Eso sí, respecto al alcohol y comida de pago en el barco, los precios son de espanto. Lo suyo es ir directamente a los buffets libres y pasar a base de agua, café o limonada (gratuitas). Ah, y hincharse a birra o champán en el evento de bienvenida, jeje.
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Por mi parte, el festival no podría haber sido más productivo y aprovechado. Me lo pasé de auténtica locura, y cumplí todos mis objetivos, tal vez, menos el de Armored Saint, que cancelaron su último bolo por causas de fuerza mayor. Nada menos que 42 conciertos vistos, de entre ellos, 10 a medias por tema de solapamientos y 32 completos, muchos de los cuales quedarán para siempre en mi recuerdo.
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Me estoy muriendo de sueño, y mi castigado cerebro ya no da para más. Al final me he extendido más de lo que pensaba, y espero no haberme dejado nada importante en términos generales. Voy a intentar sobar todo el viaje, y contaros lo verdaderamente importante, las crónicas, ya desde casa, tras un obligatorio descanso.
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_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-85988779850297399122024-02-06T22:56:00.008+01:002024-02-07T20:34:24.757+01:00'Terreta' Rockstars (Frank Suz + Corazones Eléctricos, sábado 03/02/2024, Sala Boveda, Barcelona)La más que conocida expresión de “cuando los astros se
alinean…” cobró sentido, en su más pleno significado y forma, este sábado
pasado, en pleno corazón de la capital barcelonesa. Ni en Valencia, ni en
alrededores, había surgido todavía la ocasión de ver, juntas en un mismo cartel,
a dos de mis bandas de Rock favoritas de la ‘terreta’, y tuvo que ser en la
ciudad condal, al amparo de la Sala Bóveda, donde iban a reunirse, por fin,
para que tan magno evento tuviese lugar. Dos bandas de las que ya he hablado
largo y tendido en este blog, de las que voy a hacerlo a continuación, y sobre
las que espero poder seguir escribiendo todas las veces que sea posible, porque
son dos nombres imprescindibles dentro de su rollo y de la escena actual. Ambas
editaron un nuevo trabajo, concretamente, el tercero en sus respectivas
carreras, y para mi gusto, estos se colocaron por pleno derecho entre los
mejores lanzamientos nacionales del 2023. Por una parte, teníamos al ‘nuevo
diablo’ <b>Frank Suz</b>, y su formación
habitual, de auténtico lujo, que llegaba a Barcelona con unas ganas
incontenibles de comerse el escenario a base de espectáculo, cabaret y
Rock’n’Roll, con su flamante disco “Reza Todo lo que Sepas” bajo el brazo, que
me voló la cabeza (y sigue haciéndolo) desde su salida. Por otra, los siempre
infalibles <b>Corazones Eléctricos</b>, liderados
por uno de mis ídolos valencianos, el inconmensurable Pau Monteagudo. Con su no
menos impresionante “De Amor y Rabia”, un disco directo a la yugular y caliente
como el infierno, y un directo demoledor como tantas veces han demostrado, prometían
dejar la Bóveda en llamas. Así de bien pintaba la cosa, un conciertazo de esos
que, de antemano, ya sabes que te van a exprimir hasta la última gota de
energía.<br><br>
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En el cartel correspondiente, figuraban ambos logos, lugar,
y hora de inicio, pero todavía quedaba una incógnita por resolver que no se
anunció intencionadamente, el orden de las actuaciones, para que de esta forma,
todo el mundo acudiese al concierto desde primera hora. Una decisión muy
correcta, aunque a mí, la verdad, era algo que me daba igual, porque sabía que
iba a disfrutar como loco de ambos. Ya en la sala, y tras un viaje algo pesado
(básicamente, debido a las insoportables retenciones que se forman siempre en
la entrada de la ciudad), aparcamos y llegamos a la sala. La batería ya montada
de los <b>Corazones Eléctricos</b> nos daba
una pista, pero también el teclado Hammond de <b>Frank Suz</b> situado al frente. Finalmente, sería esta última
formación la encargada de destapar la velada.
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<b>Frank Suz:</b>
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Sus integrantes se presentaban todos con el mismo atavío,
algo que ya es marca de la casa en la banda, como también lo es su elevado
nivel como músicos. Y por supuesto, en esta ocasión no iban a defraudar. Aquella
noche, el Rock de Valencia conquistaba Barcelona, había que darlo todo para
dejar el listón bien alto, y los de <b>Frank
Suz</b> tenían muy buenas cartas bajo la manga, como ese primer disparo llamado
<u>No es País para Viejos</u>, donde afortunadamente, ya destacó el gran sonido
del que íbamos a gozar durante la noche. Baterías estruendosas, guitarras bien
diferenciadas, bajos notables y uno de los mayores alicientes para mi gusto: el
teclado de Frank justo en su punto, en ecualización y volumen. Todavía no había
mucha gente ocupando la sala, pero eso no fue óbice para que la banda pusiese
toda la carne en el asador desde el principio, revelándose como unos músicos de
primera ley en temas como <u>Íncubus (El Depravado)</u>. A pachas, las
guitarras de Yannick Bonora y Rafa Camós aportaban melodía y dureza en su justa
proporción, y Frank, muy exaltado desde el primer minuto, sacó las maracas para
darle un extra de ‘salsa’ al asunto, y además, puso la guinda al tema con un
solo de teclas al final. El ritmo del tema subió el del propio ambiente, y <u>Reza
Todo lo que Sepas</u>, con la batería de Dani retumbando que daba gusto, lo
mantuvo bien caliente, marcándose también este último unos redobles y golpes
súper acelerados que sonaron aplastantes.
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Con <u>El Huerto del Conejo Muerto</u>, suele llegar uno de
mis momentos favoritos en los bolos de <b>Frank
Suz</b>, y es que me sigue pareciendo uno de los mejores temas de toda su
carrera como compositor. Las bases del gran Insidious y Dani ‘el destructor’
son fundamentales aquí, y por suerte, ambos se compaginan a las mil maravillas,
mientras Frank mete esas notas esparcidas de teclado, aquí y allí. La
atmósfera, las vibraciones, la cadencia que genera este tema son increíbles,
llegando a uno de sus puntos álgidos con la parte de improvisación. Y es que
ver a Yannick y a Frank, mano a mano, hombro con hombro, retándose musicalmente
en el centro del escenario, es un placer de esos que te elevan el espíritu,
pero también esa repentina bajada, con Dani susurrándole a su batería, y el
posterior subidón, que deja a Frank ejerciendo de director de orquesta y encauzando
a la perfección esa crecida torrencial. También hicieron sus pinitos de
improvisación en <u>Mambo Voodoo</u>, otro tema que da mucho juego en este
aspecto, aunque en este caso todo fue aún más enérgico, con los músicos
pateando el escenario a tope, subiéndose Frank a la tarima, y Yannick sacando a
la estrella del Rock que lleva dentro en todo momento, con unas poses y una
clase que se salieron de los márgenes. Habiendo visto a la banda ya en muchas
ocasiones, tanto con sección de vientos como sin ella, la inmensa mayoría de
los temas funcionan igual de bien en ambos formatos, incluso los más
inesperados, como <u>Hombre Lobo</u>. Me encanta su adictivo estribillo, y fue recreada
de fábula, incluso el pequeño problemilla que tuvo Yannick con su guitarra fue atenuado
por la imparable energía de Frank, saltando sobre la plataforma de la batería,
apoyándose en su compañero Rafa (quien, a su vez, se encargó muy bien de los
coros), y obsequiándonos con unas partes de teclado que destacaron
notablemente.
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A partir de este punto, se le empezó a dar más protagonismo
a un disco tan bestial como “Reza Todo lo que Sepas”, que a finales de año
pasado, nos traía un nuevo concepto salido de la mente genial de Frank: un Rock
lleno de pasajes épico-western, desérticos y pendencieros, de los de Smith
& Wesson, ‘saloons’ y ostentosos sombreros mexicanos, pero conservando esa
mordacidad y esas letras inteligentes que son una constante en sus discos. Me
flipó la inclusión en el setlist de <u>De Derrota en Derrota (Hasta la Derrota
Final)</u>, que vuelve a mostrar a las claras la creatividad del autor para elaborar
temas con sabores tan dispares. Solventado ya el traspiés, Yannick lucía a lo
grande, con sus tajantes riffs, en uno de los cortes más oscuros del disco, y
marcando el ritmo a pisotones. Me gustó mucho que Frank conservara ese registro
vocal tan cazallero y roto que escuchamos en el disco, y los coros hicieron el
resto. La banda funciona como una locomotora en las canciones nuevas, y en
gestos como las divertidas miradas entre Insidious y Dani, se aprecia también
el buen clima que se vive entre ellos. Otro detalle muy interesante fue
aprovechar la cadencia de esta última para empalmarla con la siguiente. En
ambos conciertos, hubo momentos muy emotivos, y <u>Mirar a las Estrellas</u>
fue sin duda uno de los que más brillaron. Uno de esos temas que te hace cerrar
los ojos instintivamente para escuchar con algo más que con los oídos. Todo muy
medido, muy cuidado, subidas y bajadas de tono, crecidas de intensidad bien
coordinadas, y guitarras espléndidas, notándose esas tablas tanto en Rafa como
en Yannick, que fueron dos relojes suizos. La asistencia había aumentado, la
gente se había metido mucho en el concierto, y para dar el gran petardazo
final, ya no hubo la más mínima tregua a la caña con los cuatro temas que
quedaban por sonar.
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Para enfatizar esto todavía más, Frank dejó descansar su
teclado para coger total libertad por el escenario, y comportarse de la forma
más gamberra y provocadora posible. Aires punk para esa <u>El Sol Nació Para
Arder</u>, primer single del último disco, con la que definitivamente la sala
estalló, una de las más cantadas y bailadas de la noche, contagiándonos también
Yannick esa gran pasión, tanto en sus movimientos, como en el vibrante solo.
Mucha tralla al final, que pedía a gritos una continuación como <u>Bloody
McKenzie</u>, otro acierto total. Frank se acercaba al borde del escenario, nos
azuzaba el micro, gritaba, se encaramaba a la tarina, hacía piña con sus
compañeros… ¡¡estaba imparable!! Mientras, Yannick no le iba a la zaga, dando
saltos y movimientos con un desparpajo colosal, y todo mientras es incapaz de
fallar una sola nota. Verle así, en estado puro, es darse cuenta de que estás
ante uno de los guitarristas más redondos que existen hoy por hoy en todo el país.
Y qué voy a decir de <u>En Babilonia</u>, ya un verdadero clásico de la banda,
bien encajado como siempre para levantar aún más los ánimos, a base de jugar
Frank con ese ‘nanana’ y hacérnoslo cantar por activa y por pasiva. Aprovechaba
también para presentar a esa gran banda que le acompaña, y continuaba levantando
las manos del público en alto mediante gestos y su gran carisma. Sin perder un
solo segundo, remataban con la ardiente <u>Inferno</u>. Volvía el teclado al
escenario, y la banda al completo se dejaba la piel, empezando por los cabeceos
constantes de Nando, especialmente iluminado en este tema, y terminando por los
tremendos porrazos de Daniele Panucci, que hace honor en todo momento a su
seudónimo ‘destroyer’. En un último brote adrenalínico, Frank cogía su Hammond
y se lo cargaba al hombro, en plan bestia, para marcarse unas últimas notas a
toda hostia.
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La banda gustó muchísimo, por los comentarios que escuché a
mi alrededor, tanto a quienes ya les conocían, como a los que les veían en vivo
por primera vez, y eso para mí es sinónimo de alegría. Que algo tan distinto,
genuino, pero con espíritu clásico, como es la música de <b>Frank Suz</b>, llegue y encandile a un público como el de la Bóveda,
significa que todavía queda criterio musical independiente en este mundo del
Rock.
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<b>Corazones Eléctricos:</b>
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Tras un breve descanso, nos preparábamos para disfrutar de
una actuación que sería, como mínimo, igual de intensa que la anterior. También
fue un auténtico placer volver a encontrarme con mi colega Cristina, después de
tanto tiempo, allí, en la Bóveda, pero esta vez sin sillas ni mierdas que nos
tuvieran reprimidos. Por su parte, los valencianos <b>Corazones Eléctricos</b> nunca fallan en directo, y esto es una verdad
más que constatada. Tuve el privilegio de verles (y ya van unas cuantas) en la
sala Revólver de Murcia, arrancando el tour de su más reciente creación, un
discazo con mayúsculas titulado “De Amor y Rabia” que hace perfecto honor a su
nombre a través de unos temas viscerales, directos y contundentes, plagados de
ambas emociones. Sus directos siempre fueron un huracán en pleno apogeo, pero con
este último trabajo, para mí, el mejor de su carrera, definitivamente han escalado
a otro estatus.
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Según tengo entendido, <u>Canción Urgente</u> es una de las
que más orgulloso se siente Pau, y precisamente con ella comenzó aquella gran
fiesta de Rock’n’Roll, bailes y desmelene a go go. Un inicio que ya nos hizo
entrar inmediatamente en calor, y un final tan apasionado como contundente que
enlazaría a la perfección con el que es uno de mis temas favoritos, retomando
esa esencia de Rock más clásico de sus inicios, <u>Aullar Contigo</u>. Su letra
puede ser una declaración de amor, o puede ser un ejercicio de empatía con todo
aquel que quiera verlo así, pero lo que es indiscutible, es que la infinita
pasión de Pau Monteagudo en su interpretación, algo que es santo y seña del
artista, nos la hizo llegar al alma. ‘Vamos a apretar un poco’, nos dijo, antes
de emprenderla a piñón con <u>Camino al Sur</u>, otro puto cañonazo ‘made in’ <b>Corazones Eléctricos</b>, pura adrenalina
que también vimos liberar a los dos magistrales músicos que acompañan al
guitarrista, el bajista Pete Sala, que nos apuntaba con su bajo mientras
sonaban los punteos, y el tremendo batería Quique Cuquerella, quien se marcó un
concierto realmente impresionante. Hubo varios cambios de instrumentos, a lo
largo del bolo, para adaptar el sonido a las distintas tesituras de los temas. Cada
vez que la escucho me gusta y me transmite más, y <u>En las Estrellas</u> fue
un gran ejemplo, de lo bien que le sentó ese sonido menos distorsionado, aunque
al mismo tiempo, le dio un feeling mucho más poderoso, esas cuerdas limpias y
definidas, perfectamente acompasadas con las de Pete, quien no dejaba de bailar
y pasarlo en grande… un bajista que, valga decirlo, irradia una elegancia,
personalidad y profesionalidad encomiables.
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Precisamente en esto último reside una de las mayores
virtudes de los temas de la banda, en su capacidad intrínseca para llegarte y tocarte muy
adentro. Se detenía la acción unos segundos para hablar del nuevo disco,
bromear, saludar, y presentar el siguiente tema, una oda a la juventud oprimida
llamada <u>Todo por el Aire</u>, llena de redobles y contratiempos por parte de
Quique, cañera e insurgente como ella sola. Sin soltar el “De Amor y Rabia”,
nos regalaban ahora una de las canciones más especiales y distintas, en todos
los sentidos, del disco, llamada <u>Renglones Torcidos de Dios</u>. Desde
luego, hay que poseer muchísima sensibilidad y arte compositivo para crear algo
así. Nos transportó a otro mundo, y supuso otro de los momentos más
emocionalmente intensos de toda la noche, con Pau acariciando su guitarra y
Pete deleitándose con cada nota. Para ella, los dos músicos cambiaron sus
instrumentos, pero en la segunda mitad, Pau regresó a la primera guitarra para
volver a llenar la sala de electricidad hasta los topes. El teclado de fondo,
que sonaba pregrabado, puso el toque definitivo hacia la perfección. Abría
Quique con mucha dureza en sus golpes para <u>Cama de Faquir</u>, mientras, en
algún momento, cruzaba miradas sonrientes con su compañero Pete, creando ambos
unas bases potentes e idóneas, pero sin duda, para mí lo mejor de todo fue la
interpretación vocal de Pau, llegando a cada nota con mucha soltura, fuerza y
naturalidad.
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Actuaciones tan increíblemente enérgicas y entregadas como
la de <b>Frank Suz</b> o esta, ya responden
por sí solas a la pregunta que formulaba el siguiente tema ¿<u>Quién Salvará al
Rock’n’Roll</u>? Pau volvía a cambiar de guitarra, esta vez ostentando una
preciosidad de color azul. La parte media del tema, bordada por Quique con sus
impresionantes partes de batería (también se unió a los coros en esta canción),
nos hizo saltar los plomos de emoción. Otra indispensable en sus setlist. Desde
el escenario, Pau saludaba a su amigo Frank, que andaba entre el público
disfrutando del bolo, y la banda al completo nos regalaba un fragmento
instrumental que fue subiendo de ritmo (mientras Pau cantaba sus propios
punteos con mucho sentimiento al micro), para desencadenar en ese trallera <u>Fuera
de sí</u>, que subió unos cuantos enteros el desmadre entre el público. Los que
todavía no se habían soltado la melena, no tuvieron más remedio que hacerlo en
este punto del concierto, acercándose mucha más gente a la parte del escenario,
con muchos saltos y voces que eran prueba irrefutable del gran ambiente y de la
creciente empatía de la banda con su público. El vocalista, convertido en una
auténtica bola de fuego, nos lanzaba ese fogoso y electrificado solo a la cara,
mientras se deshacía en headbanging, enfrentando a su compañero Pete. Cada vez
nos iban contagiando más y más su impresionante actitud, algo que se reflejaba
tanto en el perpetuo movimiento del público, como en el rostro de Pau
Monteagudo, en temas como <u>Érase una y otra vez</u>, mientras la los parches
de la batería de Quique sacaban humo, primera de un triplete de “De Amor y
Rabia”, y una muestra más de que el nuevo disco suena aplastante en vivo.
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Sus tonos y melodías más pesimistas (o desgraciadamente, más
realistas), salen de las tripas, y llegan al corazón, pero también hay momentos
para reconocimientos y elogios, como sucede con <u>Tú</u>, a la que las
guitarras limpias aportaron más sensibilidad (Pau no dejaba quieta su pedalera),
y el cerrar de ojos de Pete al tocarla hablaba por sí solo. <u>La Destilería</u>
es una auténtica bala tirada a matar, perfecta para el directo, y perfecta para
la recta final, para mantener los humos bien arriba. Un tema en el que Pau se
queda a gusto, tanto a nivel vocal, como a nivel escénico, castigando a saco
sus cuerdas y dejándose el cuello, energía en estado puro que hace explosión,
esparciendo esa furia por toda la sala. Toda una declaración de principios como
también puede serlo, aunque en otros contextos, <u>A Contraluz</u>, que nos
brindó otra interpretación estelar en cuanto a voz, melodías pulidas de bajo, y
unas baterías deliciosamente fluidas y dinámicas. Otro de esos temas que, cada
vez que suena, se me introduce bajo la piel gracias a sus letras cómplices y profundas,
y que también se ha ganado un lugar indispensable en los repertorios del grupo.
Para terminar, y ya con la banda completamente empapada en sudor (lo mismito
que nosotros mismos, desde el público), desataron el que sin duda es su tema
más ‘picante’, esa punkarrada llamada <u>Valentina</u>, otro proyectil de
simple y llana fuerza bruta con la que, junto a los músicos, nos dejamos cada
una de las vértebras, paladeando y viviendo cada nota hasta el final, aun
sabiendo, con tristeza, que esto se acababa.
<br><br>
El concierto en sí fue más corto que el que presenciamos en
Murcia, a finales del pasado año, debido a los estrictos horarios de la sala,
que cerraba puertas a las 23:00 (un poco pronto, la verdad), pero de algún
modo, resultó más compacto y casi más intenso que aquel. Fueron a gatillo, sin
perder tiempo y parando poco o nada, escogiendo algunos de los temas más cañeros
de entre sus tres discos, y dejándonos totalmente exhaustos con su
incombustible energía.
<br><br>
Junto al hecho de que tan solo en momentos muy puntuales se
puso en la sala el aire acondicionado, terminamos con una acalorada que nos
dejó para el arrastre. Pese a las respectivas arrancadas entre mitad y final de
cada uno de los conciertos, siempre me ha dado la impresión de que el público
en Barcelona es, por lo general, algo más frío que el de por aquí abajo, lo que
tampoco quiere decir que no hubiese excelentes vibraciones en el ambiente
durante toda la noche. Por lo que a mí respecta, me alegro muchísimo de haber podido
asistir al evento, y es que a la fuerza necesitaba ver ya a ambas formaciones
compartiendo escenario. Y como comenté con el propio Frank después, una gira
conjunta por toda la geografía sería LA HOSTIA. Tanto <b>Frank Suz</b> como <b>Corazones
Eléctricos</b> (anótate bien estos nombres, si todavía no les conoces) dieron
unos conciertos para quitarse el sombrero, a la altura de lo que ya muchos
esperábamos. Y si ya me sentía orgulloso de poder contar en mi tierra con estas
dos pedazo de bandas, después de lo acontecido el pasado sábado en Barcelona,
después de tan inmensas actuaciones, ese sentimiento no hizo más que aumentar.
<br><br>
P.D. Las estupendas fotos que acompañan la crónica, son obra
de mi chica.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEim4kIEkwedPhfm6Q-VeMbqS55o21IKW_3bD-4ICYp01UL2u7D1TZnqy1z-tTceUm2yCVgY_FCxEM25WTD5lcjDehx-8MkBWNreaFtYYwBju5iHIJAzJsfc46W2aG8uo2mhMFKt3-51WzKkpgKznib8nMD__DjmJjdAlqTIKUa_iIMvZFDwyRnMFWUhNc0/s1600/Frank%20Suz%20%28165%29%20Portada.jpg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="2100" data-original-width="4000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEim4kIEkwedPhfm6Q-VeMbqS55o21IKW_3bD-4ICYp01UL2u7D1TZnqy1z-tTceUm2yCVgY_FCxEM25WTD5lcjDehx-8MkBWNreaFtYYwBju5iHIJAzJsfc46W2aG8uo2mhMFKt3-51WzKkpgKznib8nMD__DjmJjdAlqTIKUa_iIMvZFDwyRnMFWUhNc0/s1600/Frank%20Suz%20%28165%29%20Portada.jpg"/></a></center>
<br>
<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/IfB1zE2" data-context="false" ><a href="//imgur.com/a/IfB1zE2">Frank Suz + Corazones Electricos (Sabado 03-02-2024, Sala Boveda, Barcelona)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Carrer de Roc Boronat, 33, Sant Martí, 08005 Barcelona, España41.3983333 2.19997913.088099463821152 -32.956271 69.708567136178843 37.356229tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-48388355114256692522024-01-21T12:03:00.000+01:002024-01-21T12:03:56.229+01:00Sensaciones inmortales (Hamlet, Viernes 19-01-2024, Sala Rock City, Valencia)Este primer mes del 2024 se está consolidando como uno de
los más prolíficos que recuerdo en cuanto a conciertos. Por los motivos
habituales, he tenido que recortar severamente mi agenda, así como prescindir,
por solapamiento, de otros a los que también me hubiese gustado ir. Sin ir más
lejos, este viernes en la capital valenciana coincidían dos eventos realmente
apetecibles. Uno de ellos era el festival Winter Spell Fest, que como el año
pasado, reunió a un buen número de bandas de Power Metal, más o menos rodadas
en la escena, y se está labrando paso a paso una buena reputación. El otro gran
concierto dentro del ámbito Metal, era el que iban a dar los madrileños <b>Hamlet</b>, en la sala Rock City… y los que
leéis esto y/o me conocéis, sabéis de sobra que eso para mí son palabras tan
mayores como ineludibles. Todo pintaba de puta madre… salvo el clima. Hacía meses
que no diluviaba de esta forma... y tuvo que ser el viernes. Seguramente, más
de uno se preguntaría, ¿Será preciso ir en estas condiciones a un concierto? Yo
me pregunto, ¿será preciso no ir? El resultado: otra noche para el recuerdo,
aunque concretamente en esta, dicha palabra cobró otra dimensión mucho más
amplia y profunda. No solamente porque asistimos a un concierto de esos en los
que terminas con las manos doloridas de tanto aplaudir, no solo por la
impresionante demostración de fuerza bruta, y a la vez, enorme sentimiento que <b>Hamlet</b> nos transmitieron en cada uno de
los temas que arrasaron la Rock City. En este caso, la palabra recuerdo va
mucho más allá de referirse a un concierto que no olvidaremos, y se extiende al
propio repertorio escogido por la banda, unos temas que forman parte
inseparable de muchas de las vidas y experiencias de la mayoría de nosotros.<br><br>
<a name='more'></a>
Junto a mi colega Kurro, y a pesar del amenazante ritmo de
la lluvia, que parecía volverse más intenso a cada kilómetro, nos hicimos la
hora y media que nos separaba de la Rock City, afortunadamente, sin ningún
problema, y con tanta suerte que, llegados al lugar, no solo había dejado de
llover hacía cinco escasos minutos, sino que, además, encontramos rápidamente
un sitio cojonudo para aparcar, a un suspiro de la sala.
<br><br>
Lo cierto es que estaba muy ansioso por que todo empezase.
La gente ya hacía rato que se congregaba a las puertas, mucha más de la que
esperaba, de hecho. Dado que la noche se nos había quedado bastante fresca,
pero sin lluvia, ya no podíamos pedir nada más. Porque esperar que <b>Hamlet</b> diesen un conciertazo de
auténtica reverencia, eso ya se daba por hecho. Han sido ya muchísimas, casi
incontables, las veces que he estado frente a ellos en una sala o festival y
nunca, jamás han dejado de subir el listón. Así pues, por la experiencia que
tengo, el hecho de que sus actuaciones sean toda una garantía de calidad,
independientemente del paso de los años, es, más que una opinión personal, una
verdad irrefutable.
<br><br>
Entramos justo a tiempo, y nunca mejor dicho, ya que el
Misirlou de Dick Dale ya sonaba a modo de introducción. Ante esta, y el logo de
los primeros discos de la banda presidiendo el escenario, los músicos se
subieron a este, haciendo movimientos de calentamiento, como si fuesen a
disputar un duro combate. Y en cierto modo, así fue. La primera parte de <u>El
Mejor Amigo de Nadie</u>, disparada, permitió a J. Molly ir ganándose a su
público, a base de ademanes y miradas, antes de estallar como la verdadera
bestia de escenario que es, moviéndose con una soltura casi hipnótica durante
todo el tema, y lo mismo se puede decir de Luis Tárraga, a pleno rendimiento.
Una apuesta inmejorable para abrir boca, para calentar a un público a quien no
le hizo falta demasiado empuje para ponerse a 100. La sala, completamente a
reventar, era sinónimo de alegría para todos. Un hecho que ya presagiaba una
noche inolvidable. Siguiendo el ritmo con su melena, también Álvaro Tenorio se
venía arriba con <u>Denuncio a Dios</u>, uno de sus grandes hits, que sonó
bastante temprano para algarabía de todos los asistentes, cuyas voces
retumbaron en aquellas cuatro paredes, seguida para completar aquel primer
triplete del “Inferno”, de <u>Vivir es una Ilusión</u>. Al principio del
concierto, los bajos me parecieron un poco elevados, pero ahora todo estaba
ecualizado a la perfección, consiguiendo un sonido duro, compacto y avasallador
en cada nota. Precisamente el bajo fue lo más destacado en esa parte más
calmada, aunque pronto volvería a arder el escenario, con Tárraga dando saltos
y volteretas como un loco, siendo consciente de que estábamos completamente
volcados con ellos.
<br><br>
El calor subía vertiginosamente, y los ánimos estaban por
las nubes, pero todavía se elevaron más con <u>Tortura-Visión</u>, ese temazo
de repulsa a la telebasura, cuya primera parte nos dejó cantar Molly
enteramente. Con temas así, a la gente se la veía muy emocionada, miradas y
gestos de euforia, pero también de grandes recuerdos por revivirla en directo.
Los riffs de Ken y Luis, llenos de furia (mientras batían sus cuellos, frente a
frente), nos transportaron hasta otro trallazo de esos que nos puso la sangre a
hervir, <u>Poseer Bajo Sumisión</u>, y la banda logró que sonara igual de
agresiva y cabreada como en su momento, especialmente Molly, que se metió un
buen curro para seguir el ritmo, llevando su voz al límite. Y ni siquiera en
temas tan exigentes como este, o esa bestialidad llamada <u>Creerse Dios</u>
(otro de los temas más potentes que jamás compusieron), se le vio más parado,
siempre recorriendo el escenario, como una dinamo imparable. Esta última
levantó unos moshpits de mil demonios, y la batería de Paco sonó demoledora,
igual que esos dibujos que salían del bajo de Álvaro, mientras se dejaba la
melena… ¡¡Fueron directas al hígado!!
<br><br>
El vocalista se tomaba un respiro para agradecer y saludar
(siempre con esa forma de expresarse tan suya), tras haberse echado unas buenas
carreras por el escenario que a cualquiera lo dejarían hecho polvo. Preparados
para la segunda tanda mortal de temas, el primero de ellos no fue otro que <u>Dementes
Cobardes</u>, iniciada por la batería de Paco. Siempre es exacta como un
metrónomo, pero es en especial en este tema donde me veo siempre obligado a
fijarme en su impresionante forma de tocar, con movimientos comedidos, pero tan
rápidos y precisos como una cuchilla. Un himnazo que cantamos alto, fuerte y
claro, contra toda esa escoria infrahumana a la que va dedicado. De momento, no
había un solo minuto de relax, y <u>No me Jodas</u> llegó para seguir
reventándonos el cuello. Molly proseguía con ese ritmo imparable, es alucinante
cómo puede cantar de ese modo y, al mismo tiempo, no dejar de moverse, saltar,
dar golpes al aire, encorvarse… su calidad como cantante, y como frontman,
están empatadísimas. Maravillosa esa parte en la que Tárraga prácticamente hace
hablar a su guitarra, levantando el mástil a la vez. Entraban ahora, a saco,
Luis y Ken con <u>Muérdesela</u>, acercándose a primera línea de ataque. Los
brincos y giros de este último, eran un indicio de que estaba pasándoselo como
un chaval. La parte más compleja del tema, fue ejecutada con una precisión
milimétrica, como una máquina que funciona, en conjunto, perfectamente
engrasada. El último reprís vino acompañado de un brutal Wall of Death por
parte del gentío, y posteriores saltos que no cesaban. Así estaba el patio de
movido.
<br><br>
Volvía a dirigirse Molly a nosotros para prevenirnos de que
muy pronto tendremos noticias de ellos, y eso es algo que me ilusiona
muchísimo, porque “Berlín” necesita una continuación a su altura.
Concretamente, el conjunto de temas que vino a continuación supusieron, en la
parte emotiva, mi momento favorito del concierto. Muchos de ellos hacía siglos
que no los veía en directo y me llegaron hasta lo más hondo, otros fueron más
habituales, pero siguen manteniendo esa potencia emocional gigantesca. Y como
ellos mismos dirían, la fuerza del momento fue insuperable. Durante los
primeros compases de <u>Mi Nombre es Yo</u>, Molly se ‘colgaba’ del palo del
micro, pero rápidamente se desató por todo el escenario, clavando el tema con
ese espeluznante alarido que nos regaló al final. Si bien al principio se le
notó más conservador en este sentido (aunque no faltaron tampoco esos guturales
de locura), a partir de aquí se vino arriba a lo bestia, tirando de unos gritos
verdaderamente infernales. Hacía 11 años, nada menos, que no escuchaba en vivo <u>Buena
Suerte</u>, una de las sorpresas más inesperadas de la noche, engalanada por
las parpadeantes luces del escenario, y bordada con esos poderosísimos riffs de
Ken y Luis, seguida de <u>Dónde Duermo Hoy</u>, que tampoco la esperaba, con el
cantante exhibiendo de nuevo su excelente condición física, y que terminó,
curiosamente, con todos los músicos haciendo corro alrededor de Paco, quien le
propinó el golpe de gracia.
<br><br>
De momento, un set impecable, bastante cambiado incluso
respecto a otros conciertos de esta gira tan increíblemente especial, para la
que están recuperando temas de su “Revolución 12.111” e “Insomnio”, pero
también del “Inferno” en esta última etapa, todos juntos, revueltos y bien
encajados, imprimiéndole al concierto una fogosidad demencial. Sin embargo,
como comento, también hubo momentos mucho más profundos, como aquel que arrancó
con <u>No Soy Igual</u>, que por contener una de las letras con las que más
identificado me siento, fue directa al corazón, y levantó muchas palmas desde
el público, al ritmo que Paco marcaba con su batería y esos riffs amargos y
melancólicos a los que Luis y Ken sacaban brillo. Molly, por su parte, le dio
un colorido fabuloso, tirando de todos sus registros vocales. Aunque en este
sentido, <u>El Color de los Pañuelos</u> siempre será, sencillamente,
insuperable. Siguiendo el tono más íntimo que había cogido la actuación, y
destapada por el bajo de Álvaro (quien fue uno de sus protagonistas
indiscutibles), fue todo un viaje en el tiempo, una amalgama de intensas
sensaciones, y un relativo reposo para la castigada voz de Molly, aunque no
creáis que este último se mostró precisamente cansado en ella. El solo de
Tárraga, puro feeling.
<br><br>
Pero aquí se acabaron las concesiones a la brutalidad. La
muralla sónica formada en <u>Habitación 106</u> nos trajo de vuelta a los <b>Hamlet</b> más contundentes y agresivos, de
la escuela de los 90, un pico de intensidad, ante la atronadora batería y esas
guitarras casi hirientes, que se transformó en un monumental desfase de la peña.
He de insistir en la potencia y volumen al que sonaba todo, y en este tema, llegó
a uno de sus puntos álgidos. Para que no decayese la cosa, y casi empalmada,
llegó la devastadora <u>Egoísmo</u>, con la banda al completo, tras los
primeros riffs, provocando al personal, antes de inflamar de nuevo la Rock City
a base de gritos arrolladores, una batería rápida y mortífera que nos golpeaba
en el estómago gracias a su increíble sonido, y un mensaje aplastante contra el
maltrato animal en todas sus formas. Nunca deja de fliparme esa parte del solo
de Tárraga, quien por cierto, se machacó las vértebras a base de bien durante
todo el tema. Molly se despidió de nosotros con una gran sonrisa de felicidad,
sin duda, reflejo de lo bien que estaba saliendo todo.
<br><br>
Los bises no se hicieron demasiado de esperar, y no les
costó nada volver a poner la maquinaria en marcha con <u>No me arrepiento</u>.
He de confesar que ciertas partes del tema me emocionaron muchísimo, y gracias
a temas como este y No soy igual, el “Inferno” es uno de mis discos nacionales
favoritos de todos los tiempos. Pero aún llegarían momentos más sentidos de la
mano de <u>Antes y Después</u>, una melodía ya atemporal, un tema que nunca
debería de sonar en sus directos, y que les seguirá siempre reportando tantas alegrías
como a nosotros. Todos la acompañamos con unos acalorados ‘eh, eh’, cantando
cada estrofa, y esos bestiales saltos de Tárraga fueron su agradecimiento, con
un movimiento perpetuo en todo el escenario ante las luces ahora más tenues. Continuando
con el “Insomnio”, otra que no falló fue <u>Tu Medicina</u>, y es que Molly, de
eso de conectar con su gente, entiende un rato. También sonaron como un cañón
los bajos de Álvaro, que no será el más elocuente de todos, pero a nivel
técnico, para mí es uno de los mejores músicos de la banda. Este último corte
nos dejó completamente empapados en sudor, y es que hacía tiempo que no saltaba
y desfasaba tanto en un concierto. Tenía que ser uno de <b>Hamlet</b>, por supuesto.
<br><br>
Aún quedaba el envite final, que terminaría de dejarnos
machacados, pero no sin antes presenciar ese amistoso abrazo entre ambos
guitarristas. <u>J.F.</u> es, posiblemente, su tema más icónico, y un valor
seguro para cerrar un concierto. Da para que cantemos, da para que Molly se
desgañite a berridos, da para saltos, da mucho juego a las bases rítmicas, y
para gritar desde abajo hasta quedar afónicos. El vocalista, fluyendo de forma
casi etérea por el escenario, nos tenía en el bote con su clase e inmenso
carisma, Ken vivía el momento con sus vueltas y sus alzamientos de guitarra, y encima,
le añadieron esa parte híper-ralentizada en la parte central, que cayó como un
yunque sobre nuestras cabezas.
<br><br>
Se despiden sin prisa, Molly corriendo sus 100 metros lisos
por el escenario y animando, haciéndose fotos, saludando, dando unos saltos da
aúpa, enlazando manos con sus fans, incluso charlando con algunos, posando,
abrazándose, reverenciando…. Más que satisfechos, nos dejaron eufóricos. La
cosa se alargaba. Seguían los aplausos y silbidos vitoreando a la banda y los
gritos incesantes de ‘¡otra otra!’. Normalmente, al cabo de un rato, la peña se
cansa y se pira. Pero aquí todo fue distinto. El empeño fue constante. Y de
repente, como si esa insistencia hubiese dado sus frutos, tras más de 10
minutos que llevábamos asumiendo el final y aclamando al grupo… un gesto de
Molly nos da a entender que… ¡¡van a tocar otro tema!! Y ni cortos ni
perezosos, así, sin más preámbulos y de forma espontánea, van y nos lanzan en
toda la jeta un segundo bis llamado… ¡¡<u>Irracional</u>!! Y joder, hubo que
estar allí para vivir aquella implosión de energía, sumiendo a toda la sala en
una locura sin precedentes, potenciada por el ambientazo y la alegría al poder
disfrutar de un eterno himno de nuestro Metal como es este. Os prometo que,
solamente por vivir este momento, por estos últimos cinco minutos de tralla y
desmadre total, ya mereció la pena pagar la entrada.
<br><br>
<b>Hamlet</b> es una
banda que nunca han dejado de luchar por aquello en lo que creen. En cada
disco, se han esforzado al máximo para ofrecernos un trabajo de calidad, con la
innovación por bandera, pero sin perder un ápice de su esencia, en sus mejores
épocas, y en los tiempos más desfavorables. Nunca han sido de los que viven de
rentas, pero hay que reconocer que la combinación de “Revolución 12.111”,
“Insomnio” e “Inferno” fue absolutamente ganadora, con impagables momentos que
nos devolvieron a nuestra más rebelde y contestona adolescencia, pero al mismo
tiempo, a volver a gritar a pleno pulmón esas letras que, lejos de ser
ornamentales, tanto nos enseñaron, y tantas sensaciones han ido absorbiendo y arrastrando a través del tiempo. Una gira que
ya han prolongado durante unos cuantos años y que está llegando ya a su fin. Mi
colega y yo no podíamos quedarnos sin hacer este tercer acto de presencia en
ella, y finalmente, al menos para mí, este resultó ser el mejor de esos tres
conciertos a los que hemos asistido mano a mano. Prometieron casi dos horas de
concierto, y cumplieron. Prometieron grandes temas que rara vez han tocado
antes, y lo acataron con creces. Incluso nos dieron una última sorpresa muy
difícil de olvidar. Ahora toca frotarnos las manos, ilusionados, por ver qué
nos depara el inminente futuro discográfico de la banda.
<br><br>
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<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5QMZIJr7HmMbvGl1msHKI8Hc43TZjOo_e5JmOic-HsBbfZ2qmmZeNEC0dLMVgtduYRf7nY2riTgM8Y622Khw6FKpSFz3MY4rJc56YFUp9Tjbi91dx6rHp2whZIW5eZ-Y75VCmV3auZDt8iWBqqxujM2JnZZE-gkVbCNupzwYW8AFwruB5inbdSjg_c-4/s1600/Hamlet%2001%20Portada.png" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1050" data-original-width="1931" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj5QMZIJr7HmMbvGl1msHKI8Hc43TZjOo_e5JmOic-HsBbfZ2qmmZeNEC0dLMVgtduYRf7nY2riTgM8Y622Khw6FKpSFz3MY4rJc56YFUp9Tjbi91dx6rHp2whZIW5eZ-Y75VCmV3auZDt8iWBqqxujM2JnZZE-gkVbCNupzwYW8AFwruB5inbdSjg_c-4/s1600/Hamlet%2001%20Portada.png"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/uFnRTf4" ><a href="//imgur.com/a/uFnRTf4">Hamlet, Viernes 19-01-2024, Sala Rock City, Valencia</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-9760991270878103982024-01-14T17:49:00.002+01:002024-01-21T18:56:07.242+01:00Electric Velvet (Francis Sarabia, Sábado 13/01/2024, Sala Euterpe, Sant Joan D'Alacant)Arranca
el 2024, y lo hace con mucha fuerza, con una agenda de conciertos superpoblada
ya en este mismo mes de enero, para deleite de aquellos que no cambiamos,
aquellos que necesitamos mantener la música en directo en nuestras vidas a
cualquier precio. Grandes eventos ya anotados a fuego que se multiplican a cada
día que pasa, y eso sin salir de esta zona de Alicante / Murcia / Valencia, lo
cual a un servidor lo llena de ilusión y ganas de acudir a cuantos más sean
posibles (o en su defecto, a los que permita el presupuesto jeje). Sin embargo,
el noble arte de la improvisación también cuenta, y en ese terreno fue donde
nos metimos esta pasada noche del sábado, con una cita de la que me enteré casi
a última hora, pero que era demasiado irresistible para no acudir. Y además,
fue una noche de estreno en muchos aspectos. Primer concierto de la temporada en
la Sala Euterpe de Sant Joan d’Alacant, una de esas salas que, a pocas veces
que se haya visitado, se le coge un cariño inmenso. Un garito de esos de luces
tenues, ambiente extraordinario, íntimo, casi familiar, independientemente del
número de personas que acuda cada noche a sus actuaciones, y sobre todo, muy
auténtico, siempre empeñados en defender el mejor Rock clásico y derivados. De
hecho, la edad media de quienes allí se congregan en cada evento, y la entrega
con la que todos se vuelcan con los artistas, hablan por sí solas. También era
noche de estreno para el que suscribe. Primer concierto del año, y qué mejor
forma podía tomar, que mi primera vez frente al gran <b>Francis Sarabia</b>, que presentaba el que, además, es su primer disco
en esta nueva andadura en solitario de la que, por fin, ha tomado las riendas.<br><br>
<a name='more'></a>
No creo
que el nombre de <b>Francis Sarabia</b>
necesite demasiada presentación. Aparte de ser sinónimos de voz privilegiada e
inconfundible, su carrera como cantante ha estado ligada, sobre todo, al
inmenso guitarrista Santi Campillo, con el que ha grabado un buen puñado de
excelentes canciones, pero también se ha visto involucrado en incontables
proyectos musicales, como Black Mojo, Tijuana Road, Los Lunáticos, Tribu del
Groove o Doctor Voltaje, junto al no menos grande Frank Suz, colaborando además con formaciones tan célebres y dispares como
Asfalto, Los Rebeldes, Raimundo Amador, Mägo de Oz… incluso el mismísimo Steve
Emery de Eric Clapton. Con esta dilatada y productiva trayectoria, no es
extraño que, con el tiempo, se haya revelado como toda una personalidad de
nuestro Rock. Pero fue en 2022 cuando dio el paso que le quedaba por dar: crear
su propia formación para un proyecto en solitario, que seguramente, y a tenor
de la enorme calidad que destila su primer trabajo “Francis Sarabia”, promete
ser el definitivo.
<br><br>
A lo
largo de los meses entre medias, nos fue presentando algunos de los singles que
formarían parte del disco, y mediante ellos, nos íbamos haciendo una idea de cómo
iba a sonar… o tal vez no, ya que cada uno de ellos (Sabe Mejor, Bienvenido al
Mundo, o Mamíferos), tiene su propia personalidad, su propio estilo, y claro,
sus propias influencias. Al final, este primer “Francis Sarabia” ha resultado
ser una amalgama de todo ello, de la música que vio crecer al artista, de
aquello que le ha motivado para llegar hasta donde está, y en conjunto, es una
experiencia para degustar con los oídos bien atentos, con los complejos bajo
tierra, y a corazón abierto, tal como se nota que fueron escritos todos y cada
uno de los cortes. Hoy, El Antro del Metal se viste de Rock’n’Roll, de Soul, de
Rhythm and blues, e incluso de Funk, para hablaros del intenso (en muchos
aspectos) y suculento concierto que Sarabia nos regaló a todos aquellos que nos
encontramos en la Sala Euterpe.
<br><br>
El
vocalista (grandísimo músico, y aunque cueste de creer, todavía mejor persona),
me comentaba, segundos antes de comenzar la movida, que era su primera vez en
solitario sobre aquel escenario, y que le hacía muchísima ilusión el poder
estar allí arriba tras tantos años como espectador. Pues bien, creedme si os
digo que esa ilusión se transformó, desde el primer minuto, en pura pasión, en
ganas de gustar, en un talento gigantesco, en habilidad para llegar, y en un
aplomo indiscutible. También fue una muestra de hasta qué punto Sarabia conecta
con su público, ese gran aplauso que recibió, ya junto a su banda en el
escenario, por parte de toda la sala, incluso antes de arrancar con el primer
tema, que para el caso, fue <u>Bienvenido al mundo</u>. Elección atrevida, con
un inicio tan sosegado como bien recibido, marcando feeling a tope, coros por
parte de Juan Alarcón y Monty (guitarristas) y muchos arreglos vocales
improvisados del cantante, demostrando ya de primeras su impoluto dominio de
las armonías. Al final del tema, formaron un corro alrededor del batería, que
supuso el alzamiento definitivo de los ánimos. Con estas increíbles
vibraciones, nos presentaron el tema más rockero del disco, ese single llamado <u>Sabe
Mejor</u>, para el cual Monty hizo un buen uso de su slide metálico. Juan
Colmenar, a la batería, se ponía firme con los cambios de ritmos, y en el
espectacular fin de tema, Sarabia de nuevo despuntó con su impresionante voz,
soul desde la misma alma. Esto nos llevó a la primera versión de la noche.
<br><br>
No fue
otra que <u>Day Tripper</u>, de The Beatles, iniciada por Colmenar, y
poniéndonos a todos a bailar y a cantar, elevando todavía más el buen clima que
estábamos viviendo entre aquellas cuatro paredes, con Monty especialmente animado
en ella. Pasábamos a tesituras más ‘bluesy’ con <u>Siempre en el mismo lado</u>,
rítmica y adictiva, imposible no mover el pie chulamente a cada compás, imprimiéndole
un rollazo tremendo gracias, en gran parte, a las guitarras de Juan y Monty,
con una interpretación de libro. Y es que lejos de ser meros acompañantes del
artista principal, la banda que le acompaña destaca por una calidad y un
talento fuera de toda duda, en cualquier ámbito o tesitura. Francis se dirigía
a nosotros entre temas, tan simpático, elegante y cercano como siempre. También
hubo, por supuesto, espacio para esas baladas del disco, que encajaron a la perfección
en el setlist. <u>Donde hubo una llama</u>, en la cual, se nos pidió que
sacásemos los mecheros, fue el mejor ejemplo. Las armonías de Juan al micro
dieron todavía más vida a la sensibilidad con la que Sarabia bordó el tema (cerrando
sus ojos durante el solo), y ese efecto reverb en las guitarras fue pura magia.
Una de mis grandes favoritas del disco ha resultado ser <u>Tu Final</u>, tanto
por su letra, por su distinguida cadencia y sobre todo, por su genial
estribillo y cambios de tono, algo que, lejos de suponer un problema para el
vocalista, hizo que se saliese todavía más, tirando de pasión y melodías muy
apuradas, a veces clavadas al disco, otras, improvisadas con mucha gracia.
Redondearon la apuesta con varios fragmentos de temas clásicos, como fue el
Chain of Fools, de Don Covay, durante el cual, se nos invitó a todos a cantar,
mientras Francis seguía dejándonos de piedra con su gran clase y su perfecta
entonación.
<br><br>
Hubo
más versiones a continuación, como <u>Loco</u> (Luz Casal), en donde la banda,
además de conservar ese calor que desprende el tema original, le dio un puntito
extra de electricidad, especialmente en su última fase, con Juan Colmenar
martilleando su batería a gusto. Un tema que levantó muchos aplausos y silbidos…
señal de triunfo que también se hizo de notar en <u>Cama y Hostal</u>,
probablemente, una de las más personales del disco, que como otras, cuenta una
historia que podría ser la de cualquiera. No sé a vosotros, pero a mí me puso
los pelos de punta esa subida de tono, ya cerca del final, y esas vibraciones
soul que Sarabia nos hizo llegar a través de su aterciopelada voz. Él mismo
pedía un gran aplauso para el personal de la sala, señalando que hace falta
mucha más gente como ellos para que siga vivo el Rock’n’Roll underground. A
todo esto, dejar bien claro que gracias a una pulida ecualización, el concierto
sonó prácticamente idóneo en todo momento, cada guitarra lucía su propia
personalidad y destacaban las bases, todo de forma, por así decirlo, muy
orgánica y limpia.
<br><br>
No
podía faltar el que es el tema ‘funky’ por excelencia, esa disfrutable y
bailable <u>Mamíferos</u>. Con gran actitud, piernas separadas en medio del
escenario, Sarabia volvió a poner todo el mimo posible en su interpretación,
pero también me llamaron muchísimo la atención otros detalles, como las
cuidadas armonías vocales de Juan, y esos pedazo de solos de Monty, vibrantes,
fogosos, al tiempo que agitaba su guitarra. También los magníficos dibujos al
bajo de Paco Espada destacaron de sobremanera, en uno de sus más brillantes
momentos. Un pequeño fragmento (cantado por toda la sala) de la divertida Sing
A Simple Song, de Sly & The Family Stone, vino que ni pintada, y en
detalles como este, se notaba el curro tras el setlist, no simplemente hacer
covers, sino incrustar fragmentos de estas en temas con el ritmo adecuado para cada
una. Justo lo que también sucedió tras <u>No te importa nada</u>, cuya dulzona,
pausada y casi melancólica melodía (que me flipa) fue la base perfecta para
incluir un trocito del Hey Jude, de los Beatles, otro momento de esos que
propició que, entre el público, todos fuésemos a una, y la cantásemos a pleno
pulmón. Y puestos a subir la intensidad, ¿qué mejor que todo un temazo de los
AC/DC? La gloriosa <u>Hell ain’t a bad place to be</u> fue todo un chute de
alta tensión, que Sarabia adaptó de fábula a su tono vocal, contando con el
enérgico solo de su compañero Juan.
<br><br>
Hicieron un amago de despedirse… pero la noche era demasiado
joven y estábamos demasiado acalorados para aceptarlo, por lo que no dejamos de
pedir a gritos más canciones. Lo que vino a continuación fue un chorrazo de
feeling en vena. Tan solo Francis y Juan Alarcón subieron al escenario,
portando este último un taburete y su guitarra acústica, siguiendo los cánones
perfectos para entonarse un buen blues, y esta vez fue el turno de <u>Trae
Contigo tu Amor</u>, que en realidad, es una reinterpretación (incluida en el
disco) del <u>Bring It On Home To Me</u> de Sam Cooker, pero no sin antes
incluir una parte del Mercedes Benz, de Janis Joplin. Todo un recital de la
escala del blues a las cuerdas de Juan, con cantidad de improvisaciones vocales
no menos geniales, en donde Sarabia sacó a desfilar todo su rango vocal y espontaneidad.
Pero ni por esas les dejamos marchar. Por suerte, todavía nos tenían reservadas
un par de sorpresas, y sin ocultar su gran amor por los Rolling Stones, se
curraron dos temas, <u>Beast of Burden</u>, y a continuación, <u>Bitch</u>, que
coronaron la actuación de una forma inmejorable. Durante ellas, no dejaron de
infundir ánimos al público, a pedir que cantásemos, y al mismo tiempo, brillar
con mucha luz en el escenario, y dichos ánimos se extendieron hasta la última
gran y merecida ovación que recibieron de nosotros. Y sí, a mí también me
encantó ese comentario desde el público que gritaba ‘¡gracias por no hacer
tributo!’
<br><br>
Pensé que sería un concierto más bien enfocado a disfrutar
en plan tranquilito, con una birra en la mano y apoyados bien a gusto en la
barra, pero desde el primer tema, todo transmitió unas vibraciones y energía
tan fuertemente positivas, que fue imposible dejar de bailar en ninguno de los
temas, sonando más eléctricos y moviditos de lo que imaginaba (es lo que tiene
la música en directo y el sonido en vivo), y creo que la banda en su conjunto,
conquistó sobradamente a tod@s aquell@s que optamos por cambiar una aburrida
noche de sábado por todo un recital del mejor Rock’n’Roll y todas sus
variantes. Si tenéis la ocasión, y mentalidad amplia para la música, no os perdáis
ni su disco ni su directo, porque enganchan cosa mala.
<br><br>
P.D. Mil gracias a mi chica por las estupendas fotos.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOzqYACZP0e-XLk8Yl8VsHmiWUrmVI2kBvIiFKTZW-nDJ-mWeBf87nCDSW0lgVC8DPGW-louHs8eISUO_blb2vj5a4UXG6WG8tn7drvuiekdfmrz-4joW767yF9opNVGTXJ1FXIBCAK_liDR__2VxQkPh58JncEr47EqWj9r1bu6LMoLG2HACZ7KAIP94/s1600/Francis%20Sarabia%20%288%29%20portada.jpg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="2100" data-original-width="4000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjOzqYACZP0e-XLk8Yl8VsHmiWUrmVI2kBvIiFKTZW-nDJ-mWeBf87nCDSW0lgVC8DPGW-louHs8eISUO_blb2vj5a4UXG6WG8tn7drvuiekdfmrz-4joW767yF9opNVGTXJ1FXIBCAK_liDR__2VxQkPh58JncEr47EqWj9r1bu6LMoLG2HACZ7KAIP94/s1600/Francis%20Sarabia%20%288%29%20portada.jpg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/jezgTak" data-context="false" ><a href="//imgur.com/a/jezgTak"></a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Bajo, Calle Dr Ivorra, 34, 03550 San Juan de Alicante, Alicante, España38.3966753 -0.432870310.086441463821153 -35.5891203 66.706909136178837 34.7233797tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-52087016531200235002023-12-05T13:33:00.002+01:002023-12-09T13:45:51.526+01:00Music in my Soul (Warcry + Dark Moor, Sábado 02/12/2023, Live Las Ventas, Madrid)Siguiendo
la tónica general de lo que suelen ser mis conciertos últimamente, lo de este
pasado sábado en Madrid fue un auténtico locurón, y con ello no solamente me
refiero al grado en que disfruté de ambos conciertos, sino principalmente al
hecho de que todo lo referente a la asistencia al evento fue decidido en las
últimas 48 horas antes de celebrarse, y es que dos días antes, ni siquiera
había valorado la posibilidad de asistir, como siempre, debido a temas de pasta
y escasos medios… aunque me muriese de ganas de ver, ante todo, a mi banda nacional
favorita de todos los tiempos, los grandiosos <b>Dark Moor</b>. Antes de continuar, me gustaría mandar desde aquí un
profundo, sincero y eterno agradecimiento a Sara, de Heavy Mettle, y a Rubén de
Conciertos Por Madrid (donde también podéis leer esta crónica), sin cuya
inestimable ayuda, me hubiese sido sencillamente imposible estar allí, sobre
todo, con tan poco tiempo de antelación. Así pues, intentando que el viaje
fuese lo más ‘low cost’ y exprés posible, hicimos maletas, buscamos alojamiento,
preparamos papeo, y el mismo día 2 salimos de buena mañana hacia Madrid, con
una ilusión casi indescriptible. El pasado sábado, la capital vibró a ritmo de
Heavy Metal con una de las bandas más queridas y exitosas de nuestro rollo en
este país, como son <b>Warcry</b>, cuyo
triunfo fue aplastante, aunque sería injusto no aclamar, como mínimo al mismo
nivel, el soberbio conciertazo que también se marcaron <b>Dark Moor</b>, que aunque actuaron en calidad de invitados, para el que
suscribe fueron el auténtico plato fuerte de la noche. Una banda injustamente
infravalorada que, sin embargo, derrocha una calidad inmensa en cada uno de sus
trabajos, tanto en estudio como en directo, y que aunque solo sea por lo
difíciles que son de ver, ya fue un auténtico privilegio tenerles sobre aquel
enorme escenario.<br><br>
<a name='more'></a>
<b><u>Dark Moor:</u></b>
<br><br>
Obviamente,
les correspondió a ellos destapar aquella caja de intensas emociones que fue la
noche del sábado. Las temperaturas en Madrid eran bastante bajas, algo que se
percibía incluso en el interior de la carpa montada en el interior de la plaza,
aunque la música de Rainbow, Heart, Manowar… amenizaba la espera y nos hacía
entrar poco a poco en calor. Pero nada como ese poderoso inicio de los
madrileños para conseguirlo definitivamente. Puntuales como un reloj suizo,
fueron a por todas con su más reciente single, la remozada versión del <u>Mio
Cid</u> cantada castellano. Con la batería de Carlos complementando esa
introducción, y toda la banda ya en escena, aparecía ante nosotros la
majestuosa silueta del gran Alfred Romero, sin duda uno de los grandes
protagonistas de la noche, para deleitarnos con la exquisita profundidad de
esos tonos graves, secundados por los coros del maestrísimo Enrik y Javi Diez,
incorporado al teclado para la ocasión, que le dio al concierto un toque
todavía más distintivo. Igualmente, el violinista Óscar Calvo destacó
enormemente en los últimos compases del tema. Presentaba Alfred brevemente <u>Birth
of the Sun</u>, a la que las armonías entre Enrik, Javi y Óscar aportaron un
color ligeramente distinto al original. Este último, se mostró especialmente
motivado durante todo el concierto, bailando y moviéndose sin parar, y Alfred,
con ese vozarrón, nos ofreció una interpretación de auténtico 10.
<br><br>
El público
todavía se mostraba, por desgracia, algo estático, y el sonido no era el que
merecían, con la batería de Carlos adquiriendo demasiada presencia, aunque poco
a poco iba ganando nitidez. Para mí, y creo que para muchos, la mayor sorpresa
en el repertorio fue <u>El Último Rey</u>, absolutamente maravillosa, que me
puso los pelos como escarpias. Gran actitud por parte de la banda, Dani
apoyando el pie sobre el monitor, desplegando contundencia en su forma de
tocar, y Enrik acercándose a sus compañeros para crear ambiente. Para variar,
la impresionante voz de Alfred, sólida y apasionada, repitió protagonismo,
marcándose también unas palmas hacia el micro para añadir aires folclóricos al
final. Dedicada a la memoria de Diego de León, disfrutamos también de ese “Ars
Musica” de la mano de <u>First Lance of Spain</u>, uno de sus muchos temas
históricos, y una de las más celebradas, que Óscar abrió con gran sentimiento,
y Enrik bordó a las seis cuerdas, con gran cantidad de cambios y virguerías que
merecía la pena pararse a observar. El mismo, se adelantaba, puño en alto, a la
parte delantera del escenario, antes del solo, mientras las luces parpadeaban a
toda velocidad.
<br><br>
La
melódica y dulzona <u>And For Ever</u> puso el punto más emotivo a su
actuación, con esos registros folk típicos de su “Origins” perfectamente
plasmados en el directo. Alfred se colgó en ella su guitarra acústica, pero no
fue algo que restase en absoluto poder a su increíble voz. Al fin parecía que
todos nos arrancábamos desde el público a colaborar con ellos, a base de palmas
y coros bien fuertes. Tal vez no fue la elección perfecta para un concierto tan
breve, pero no es más que una muestra de que <b>Dark Moor</b> siempre se han caracterizado por hacer lo que les viene
en gana, sin depender de factores ajenos, y a la vista estuvo de que fue muy
bien recibida. Aunque me costaba mucho asumirlo, el concierto estaba ya
llegando a su compases finales, pero no podían despedirse sin regalarnos ese
single que tanto me ha gustado, <u>Héroe del Mar</u>, esta vez inspirados por
la figura de almirante Blas de Lezo. Su letra, una gozada escrita por el
poeta y letrista habitual de la banda, Francisco J. García, fue cantada de una
forma magistral por Alfred, que además, le dio mucho matiz teatral, en una
demostración palpable e indiscutible de que es uno de los mejores vocalistas
que tenemos aquí. Las bases de Dani y Carlos rebotaban a gusto en las paredes
de la carpa, y al final, todos acabamos cantando esos coros a pleno pulmón.
<br><br>
Alfred volvía a tomar su acústica, y un amago de la clásica
‘In the Hall of the Mountain King’ por parte de Enrik, nos transportó, junto a
la carretera que aparecía en la gran pantalla de fondo, hasta <u>The Road Again</u>,
otro de sus hits del “Ars Musica”, que es fijo en sus directos desde hace
tiempo, con las teclas sonando de fábula y aportando mucha vida al tema. Dani, ostentando
actitud y presencia, pisaba el monitor al frente del escenario, y esos tonos
vocales más elevados me llegaron hasta el tuétano. Pero si realmente hubo una
gran destacada en el concierto a nivel de participación, esa fue sin duda <u>La
Canción del Pirata</u>, su carta de despedida por todo lo alto. Triunfal desde
la primera nota, empezamos cantando el estribillo a capela junto al frontman,
hasta que todo fue invadido por esas potentísimas baterías de Carlos Delgado,
cuyo trabajo, particularmente en este tema, fue inconmensurable, con cambios
continuos, ritmos cruzados, y doble bombo a piñón, una sobrada de talento, sin
desmerecer la ejecución del maestro Enrik García, que no solo clavó sus riffs,
solos, y coros junto al teclista, sino que incluso se marcó unos bailes con su
compañero Óscar. Con un sonoro ‘¡Os queremos, Madrid!’ y la pertinente foto de despedida,
dieron su concierto por finalizado entre cuantiosas ovaciones.
<br><br>
Un concierto que se me hizo terriblemente corto, a pesar de
la intensidad con la que lo disfruté, pero que me dejó unas sensaciones
inmejorables. Puede que no tuviesen el mismo impacto que <b>Warcry</b>, ni el mismo nivel de asistencia, y me da bastante rabia no
poder verles con más asiduidad en directo, porque son un verdadero tesoro
nacional, pero mi alegría al comprobar que siguen en tan espléndida forma (y
con un nuevo disco en gestación), ya fue recompensa más que suficiente por
haberme desplazado hasta la capital.
<br><br>
<b><u>Warcry:</u></b>
<br><br>
Aunque no
se estaba muy bien, que digamos, salimos fuera a tomar el fresco, y a charlar sobre
lo acontecido y sobre música en general, con varios compañeros de prensa. La
gente llegaba en manadas, sin parar, hasta el punto de generarme dudas sobre si
el recinto podría acoger a tal multitud. Efectivamente, tras unos minutos de
despiste, me giré, y ya no se podía ni entrar por la puerta.
<br><br>
Avanzando
unas filas, uno ya podía percibir el ambientazo y las ganas incontenibles que
predominaban bajo la carpa, que a los asturianos se les quedó pequeña a todas
luces. El escenario se inundaba de humo, y el griterío desbocado al apagar las
luces y mostrar el vídeo en pantalla de fondo, fueron tan solo el preludio de
una pasión desbordada que se encendió definitivamente con <u>A por ellos</u>,
con unas baterías desmesuradas en volumen que adolecieron del mismo problema
que las de <b>Dark Moor</b> al principio:
excesivo rebote y presencia. Víctor salía al escenario, más comedido que otras
veces, pero con muchas ganas y empuje, y aunque se le notaba una ligera
ronquera en la voz, levantó a todo el mundo casi sin proponérselo. Nuestras
palmas seguían a las del vocalista, que saludaba, y rápidamente volvía a
meterse en faena con <u>Que Se Vaya</u>. Aquí las guitarras sí tuvieron más
brillo, especialmente en el solo, pero la batería continuaba siendo implacable
a la hora de ensordecernos, algo que, por fortuna, fue mejorando con el tiempo.
Con dos temas de su “Daimon” despertando tantas voces y palmas, era lógico
adivinar que los del “¿Dónde está la luz?” lo pondrían todo patas arriba, y así
fue en <u>Nuevo Mundo</u>, con la que los saltos del respetable fueron
automáticos.
<br><br>
Ante la
demoledora respuesta, Víctor nos dejaba cantar a nosotros cada dos por tres, y tanto
Pablo como Roberto se adelantaban para lucirse en el centro del escenario.
Recordaba Víctor la última vez que pisaron ‘la capi’, en aquel festival
pre-covid y pre-separación temporal, llamado Escena Rock, y de paso, presentaba
la próxima <u>Contra el Viento</u>, otro valor garantizado en directo, con esos
asomes de teclas y más humo invadiendo el escenario. El vocalista nos conquistaba
a fuerza de carisma y gestos constantes, mostrando una comunión impecable con todos
nosotros en temas como <u>Alma de Conquistador</u> o <u>Perdido</u>, pero
también Roberto se ganaba nuestro respeto a base de actitud, con su melena
siempre al viento y sin parar un solo segundo quieto. Pablo se encargaba, junto
a su compañero Santi a las teclas, de los coros de apoyo, algo que en más de
una ocasión ayudó a la consistencia vocal. Los vídeos, en la enorme pantalla,
contribuían al espectáculo, a veces con videoclips enteros, otras con imágenes
de lo más evocador, pero también la iluminación tuvo un gran papel, como
sucedió en temas como <u>Desde el Dolor</u>, arropando esa cadencia casi de
réquiem con tonalidades mucho más tenues, y encendiéndose de rojo cuando Santi
Novoa se quedó solo en el escenario.
<br><br>
Tocando
unos fragmentos de Luz del Norte o Nana, se le unieron sus compañeros, con el
terreno ya preparado para atacar con un <u>Ardo por Dentro</u> a todo gas. A
estas alturas ya se notaba cierta mejoría en el sonido, y otra cosa que no se
podía pasar por alto era lo exageradamente abarrotado que estaba el recinto.
Los gritos de ¡<b>Warcry</b>! ¡<b>Warcry</b>!, entre tema y tema, eran una
señal inequívoca de triunfo, incluso en aquellos más recientes como el himno <u>Quiero
oírte</u> o la bonita melodía de <u>Siempre</u> (que a la broma, ya cumplen 10
años…), extraídas ambas de su “Inmortal”. Buen trabajo de Víctor, salvo algún
gallo muy puntual, que con una sonrisa perenne en su rostro, se paseaba desde
el teclado de Santi hasta la batería de Rafa, y volvía a encararse con
nosotros, tan imparable e inquieto como siempre. Chispas, columnas de humo e
imágenes seguían combinándose para hacer de aquel concierto algo todavía más
especial.
<br><br>
Era
ahora Pablo quien se dirigía al público, pidiendo el aplauso para Fernando, uno
de los técnicos que no pudo estar allí esa noche, y ni corto ni perezoso, se puso
a tocar, junto al batería Rafa Yugueros, unos cuantos fragmentos de grandes
clásicos de la historia, desde el Master of Puppets al Highway to Hell, pasando
por Crazy Train o Wasted Years. Fue algo curioso, divertido, pero también se
notaba que estaban haciendo tiempo. A continuación llegó una de las partes que,
a nivel personal, menos me gustaron, pero no por la falta de pasión en los
músicos, sino por la selección de temas. <u>Cielo e Infierno</u>, curiosamente
la única en sonar de su “Donde el silencio se rompió...” dio paso, sin demasiada
repercusión, a <u>Cobarde</u>, su particular grito de guerra contra la
violencia de género, en la que Pablo nos regalaba esas impagables caras que
siempre pone al ejecutar sus solos, y con la batería de Rafa cabalgando a
muerte, e imprimiendo un extra de potencia a la canción original. <u>Coraje</u>,
que es una de mis favoritas de toda su carrera, representó todo un reto para
Víctor, cuyo fuelle aguantó justito, pero lo mejor, más allá de su maravilloso
estribillo, fue sin duda ese punteo inicial de Pablo, cargadito de feeling. <u>Para
Siempre</u>, iniciada desde las teclas de Santi, nos dejó algunos evidentes
gestos de complicidad entre este y Roberto, y volvieron a pisar el pedal a saco
con <u>Huelo el Miedo</u>, que a su vez, volvió a entusiasmar a las masas, acompañada
por ese fantástico videoclip dirigido y protagonizado por el gran Christian
Gálvez.
<br><br>
No
siempre los temas rápidos fueron los grandes vencedores. También la tierna
letra y melodía de <u>Devorando el Corazón</u> nos hicieron sentir a tope. Me
sonó algo rara la armonía del principio, pero rápidamente se destapó en toda su
esencia gracias a las teclas de Santi y la entrega de Pablo con sus cuerdas.
También Víctor la disfrutó mucho, al frente, pidiendo palmas y sin parar de
agitar la melena. Hasta la misma recta final continuaron dando cancha a temas
más actuales, tal como hicieron en su concierto del último Leyendas del Rock,
lo que para muchos supuso altibajos de intensidad. <u>Condenado</u> contó
también con esos espectaculares dibujos tipo cómic de Miguel Feliu en pantalla,
y sobre todo, un importante mensaje en contra del Bullying, y <u>Capitán
Lawrence</u>, como era de prever, volvió a poner Las Ventas patas arriba, con
mogollón de ‘¡eh, eh!’ desde el gentío. La nieve cayendo tras el cristal de la
pantalla, y las gélidas luces en los focos fueron muy apropiadas, aunque la voz
de Víctor, ya completamente en caliente, fue lo que más pasiones desató.
Bestial esa forma de machacar la batería de Rafa hacia el final. Víctor
resumía, en unas breves palabras, el destino de la banda: ‘pase lo que pase, siempre
volvemos’, para proseguir con otro de esos himnazos capaces de dejarnos sin
voz: <u>Tú Mismo</u>, dando guerra en sus setlist desde que salió aquel añorado
“El Sello de los Tiempos”.
<br><br>
Con la
tontería, la actuación alcanzaba ya las dos horas, pero los ánimos todavía
estaban muy candentes, y ávidos de más temas, sobre todo después de este
último… pero <u>Solo Sé</u>, que nos llevó hasta el descanso previo a los
bises, no me terminó de encajar ahí. Su letra me parece bastante simplona,
aunque tengo que reconocer que su estribillo engancha cosa mala, y los
innumerables cánticos que se escuchaban en el aire, me dan la razón. Con los
últimos temas, tuve sensaciones encontradas. Por una parte, el frenético ritmo
de <u>La maldición del Templario</u> (con introducción incluida) me
chocó excesivamente con <u>La Vida en un Beso</u>, pese a ser una gran balada, pero
tal vez fuese un contraste intencionado para lo que llegó a continuación. <u>El
Guardián de Troya</u>, con la que saltaron chispas (literalmente), nos hizo
revivir a lo bestia, dejándonos las gargantas ante la emocionada mirada de
Víctor. Para mí, lo mejor fue la interpretación íntegra de esa parte más progresiva,
la velocidad de Pablo, y el agudo final del cantante. Liando un desmadre de mil
demonios, con la arrolladora <u>Hoy Gano Yo</u> (<b>Warcry</b> en estado puro), nos dijeron adiós tras dos señoras horas y
media de concierto, que nos dejaron bien empapados en sudor, a pesar del frío, y
sobre todo, extenuados, como si de una maratón de Heavy Metal se tratase. Miles
de papelitos dorados caían sobre nuestras melenas justo antes de que
abandonásemos el recinto.
<br><br>
Al contrario de lo que me sucedió con <b>Dark Moor</b>, y pese a haber tenido momentos muy sentidos y fogosos,
el concierto de <b>Warcry</b> se me hizo un
tanto largo e irregular, pero no se puede negar que la banda se vació de pleno,
poniendo toda la carne en el asador desde el principio. Tocaron material de
todos sus discos, olvidando por completo tan solo “La Quinta Esencia”, y la recepción
por parte del público fue extraordinaria, incluso en los temas menos populares,
algo que incita a pensar que a los asturianos todavía les quedan muchos años
por delante para hacernos disfrutar.
<br><br>
P.D. Las impresionantes fotos de ambos conciertos son obra de mi chica, posiblemente las mejores que nunca se han mostrado en este medio. Podéis ver más en las crónicas publicadas en <a href="https://conciertospormadrid.com/cronicas/cronica-concierto-warcry-y-dark-moor-en-live-las-ventas/" target="_blank">Conciertos Por Madrid</a> y <a href="https://heavymettlemagazine.wordpress.com/" target="_blank">Heavy Mettle</a>.
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE4wV3Fd3ghQzb-ls2hRsstQXz_nNocE_Lg1rU9Z9JiRBGqWNoBJbRoqcLM8dv0dzqaG8FEX6XrBvXnknzSiTAGndc40O1xw-mKGFwjjTEdrL4J1ZVR7c1psaynKaorCT9ts-BuFNWs2UasNaEhV225TU8TuFfrOSUtmTx7ZgDk5E2ktEefOeMh1PB4cg/s1600/DarkMoor%2008%20Portada.jpg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1178" data-original-width="2244" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjE4wV3Fd3ghQzb-ls2hRsstQXz_nNocE_Lg1rU9Z9JiRBGqWNoBJbRoqcLM8dv0dzqaG8FEX6XrBvXnknzSiTAGndc40O1xw-mKGFwjjTEdrL4J1ZVR7c1psaynKaorCT9ts-BuFNWs2UasNaEhV225TU8TuFfrOSUtmTx7ZgDk5E2ktEefOeMh1PB4cg/s1600/DarkMoor%2008%20Portada.jpg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/BZkO1Br" ><a href="//imgur.com/a/BZkO1Br">Warcry + Dark Moor (Sábado 02-12-2023, Las Ventas, Madrid</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Ventas, Madrid, España40.425977499999988 -3.651564412.115743663821142 -38.8078144 68.736211336178826 31.504685600000002tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-20309302866986272162023-11-19T19:16:00.000+01:002023-11-19T19:16:16.945+01:00Hacia los Acantilados (Los Zigarros, Sábado 18/11/2023, Sala The One, Alicante)El
fiestón de Rock’n’Roll que ofrecen <b>Los
Zigarros</b> cada vez que se suben a un escenario es algo digno de ver en vivo
y en directo. Ya lo he comprobado en multitud de ocasiones, pero este año
todavía no había tenido mi dosis correspondiente. Afortunadamente, nunca
olvidan pasar por Alicante en sus giras, o más concretamente, por Sant Vicent
del Raspeig y su The One, la única sala existente cerca de la capital que puede
albergar la magnitud de sus conciertos y la masiva asistencia de público que
son capaces de congregar. Precisamente, el motivo por el que aún no había
podido verles este año ha sido su retirada de los escenarios hasta hace bien
poco para gestar lo que ya han parido como su cuarto larga duración, un
“Acantilados” que ha hecho correr ríos de tinta, como era de esperar, y también
ha generado multitud de las más diversas opiniones por su controvertido y
drástico cambio de sonido, seguramente influido, en gran parte, por haber
contado con otro productor distinto al de los tres primeros, pero también por
haber plasmado en los temas un abanico muchísimo más amplio de influencias
musicales, algunas dentro del Rock… y otras no tanto. Un paso más en la
evolución de la banda… y si esto es algo positivo o negativo, dependerá del
juicio de cada cual. A mí, personalmente, y después darle unas cuantas vueltas
al disco, me han terminado gustando la mayoría de temas, porque al fin y al
cabo siguen siendo cuatro músicos extraordinarios, pero siento que está a mucha
distancia de sus anteriores trabajos, demasiado blando y falto de electricidad para
mi gusto. No me cabe duda de que con él van a perder a muchísimos fans de su
primera etapa, pero también estoy convencido de que van a ganar otros miles.<br><br>
<a name='more'></a>
Sea
como sea, el sábado una cosa quedó bien clara, que su atractivo sigue
prácticamente intacto, y la prueba más evidente es que volvieron a conseguir
petar la The One hasta la bandera, una sala con un aforo de casi 1000 personas,
colgando el cartel de ‘sold out’, no tan rápido como en otras ciudades, pero ya
es un mérito de cojones. Una verdadera rabia que aquella noche coincidiesen dos
conciertos tan cerca y tan interesantes dentro del rollo como este y el de los
Corazones Eléctricos en el Loco Club de Valencia (cuyo reciente disco, por cierto, me ha
gustado muchísimo más que el de <b>Los
Zigarros</b>). A veces no se puede tener todo.
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Sabiendo
ya por experiencia cómo se pone el cotarro cuando los valencianos llegan a la
ciudad, salí de casa con dos horas de antelación para buscar aparcamiento y
sortear las largas colas que a buen seguro se iban a formar en el acceso. Llegar
fue sencillo, lo jodido fue aparcar, pero tras vueltas y vueltas a la manzana,
¡Eureka!, conseguí dejar el coche justo enfrente de la entrada. Todavía quedaba
una hora para el inicio, así que me lo tomé con calma, cervecita de lata,
cigarrito, fisgonear en conversaciones ajenas… esas cosas. El lugar se iba
petando a velocidad de vértigo, así que media hora antes, decidí buscarme ya un
sitio entre las primeras filas. Con el fuego todavía en la sangre (aunque más
templado que otras veces, todo hay que decirlo), os cuento lo que allí se
terció.
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Pero antes,
una crítica. No sé por qué cojones a los de la sala se les ocurrió poner el
aire acondicionado en pleno noviembre. Vale que no hacía un frío polar, pero me
quedé tieso con la espera, durante la cual, por suerte, disfrutamos de buen
Rock clásico, desde AC/DC hasta los Zeppelin. El escenario se iba inundando
poco a poco de humo, y sobre este, veíamos ya un teclado dispuesto. Siempre
dije que si incluyeran un teclista en directo, sería la hostia, y aunque no fue
exactamente así, os aseguro que el instrumento dio mucho juego.
<br><br>
El
arranque fue absolutamente explosivo, aunque tirasen de su último disco, ya que
sacaron de primeras la artillería pesada, abriendo fuego con una frenética <u>Rock
Rápido</u> que muy pocos esperábamos tan temprana, con lo que esto conllevó, un
inmediato crecimiento exponencial de los ánimos del público, cantando a pleno
pulmón la letra. Ovidi, por primera vez, metió unas teclas al tema sin
descolgarse su guitarra, sobre la marcha, que quedaron de muerte. Sin respirar,
continuaron con <u>No Pain No Gain</u>, puro buen rollo que me recuerda a los
primeros M-Clan. Los movimientos de Ovidi fueron tan vacilones como esas
guitarras, agachándose, flipándonos a todos con esa clase y desparpajo, y los
coros del bajista, como en la mayoría de canciones nuevas, fueron
fundamentales. Tras ese grito de ‘Bona nit Alacant!!’, <u>Aullando en el
desierto</u>, que fue el primer single que escuchamos del “Acantilados”, también
gustó muchísimo, con ese rollo a lo Tom Petty tan marcado, y Álvaro empuñando
una guitarra de doble mástil que luciría a posteriori en más ocasiones. Con
ella, interpretó parte de los teclados del disco, y de la otra, se encargó su
hermano. Pero los que estaban deseando algún gran hit de la banda, tuvieron a
continuación, posiblemente, el mayor de todos, <u>Hablar, Hablar, Hablar…</u>,
con la cual todo despegó definitivamente como un cohete, un estallido de tamaño
nuclear que nos hizo enloquecer a todos, tal como le sucedía a Álvaro, al que
veíamos agitarse sin control. La batería sonaba como un puto cañón, y de
Adrián, destacar ese contratiempo en el tema que me puso la sangre a hervir, y claro,
a cantar junto al resto de la peña.
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En
general, la diferencia entre la respuesta a los temas clásicos y nuevos fue
bastante pronunciada, algo que se volvió a notar durante <u>Cayendo por el
Agujero</u>. Interpretación casi redonda, incluso mejorada del disco (perfecta,
de no haber sido por ese pequeño desliz en la letra), con cantidad de wahwah y
actitud, y hasta Natxo Tamarit se ponía a 100 con ella, retorciéndose sin dejar
de desparramar elegancia a las cuatro cuerdas. La también cantadísima <u>Resaca</u>
(indispensable), con Álvaro adelantándose para regalarnos su solo, dio paso,
literalmente empalmada, a <u>Voy a Bailar Encima de Ti</u>, casi al mismo
tiempo que Álvaro y Natxo se coordinaban para dar el salto. Esto sí fue pura
energía 100% <b>Los Zigarros</b>, y es que
desde luego, si algo sabe esta gente, es darle impulso a los temas. La batería
de Adrián, como siempre, se salió del puto mapa, sobre todo con esos
estruendosos redobles entre parte y parte…¡¡Qué barbaridad de tío!!
<br><br>
Se
tomaban un descansito para saludar al público, y para que Ovidi presentara a
sus compañeros con la brevedad habitual. De hecho, de las cuatro veces que les
he visto, esta fue en la que más a piñón fueron, parando lo mínimo, dejando de
alargar partes, y enlazando varios temas para no romper el ritmo, y compensar
así el descenso que provocaron algunas de las nuevas canciones. Me gusta <u>Con
Solo un Movimiento</u>, pero me encanta sobre todo en directo por la potencia
extra que en este le imprimen, guitarras mucho más gordas y una batería que
continuaba sonando demencial, también sobresaliendo (a veces, incluso demasiado
en la mezcla) los imprescindibles coros del gran Natxo Tamarit. Uno de los
momentos más íntimos de la noche llegó con <u>Barcelona</u>, balada que inició
Ovidi al teclado para, posteriormente, unírsele sus compañeros. En el solo,
entre teclado y guitarra, se notó la enorme compenetración musical que existe
entre los hermanos Tormo, para mí, la mejor parte del tema. Llegaba el momento
de otro de sus singles, quizá el que más polvareda ha levantado, aunque es
innegable que <u>100.000 Bolas de Cristal</u>, con ese rollete disco, resulta irresistible,
con mucho gusto por la buena melodía (saliéndonos ya de géneros), y lo cierto
es que fue una de las más bailadas del concierto, con Álvaro dándole el toque
maestro con el pedal de wah. La The One estaba colmada de un buen rollo
tremendo, eso era algo que se podía casi palpar.
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Hacían
otro paroncete para saludar a los amigos que estaban en el palco, sobre todo, a
Carlos Tarque, que les acompañó como público (¡ya podría haberse bajado a
cantar algo con ellos!), y reanudaban la fiesta mirando hacia el “Apaga la
Radio” con otro de sus temas ‘distintos’, en este caso, <u>No sé lo que me pasa</u>,
y además, encargándose Ovidi de meter teclas mientras las guitarras de su
hermano soportaban el peso del tema. Le imprimieron una movida muy fresca que
me encantó, sin perder esa esencia funk, eso sí, con la melodía vocal muy
improvisada… y un pedazo de solo de Natxo en donde se pudo apreciar la gran
fluidez que posee al tocar. Sin duda, un bajista de 10, más que digno de una
banda de tal estatus. El rugido de las guitarras y riffs de <b>Los Zigarros</b> en su máximo esplendor
volvían a primera línea con la electrizante <u>Dispárame</u>. Ovidi y Álvaro
siempre demuestran una gran energía con este tema, pero esta se disparó (valga
la redundancia) todavía más en la parte del solo, dejándose ambos la piel, pero
no solo ellos, también entre la multitud ondeaba esa gran excitación, mirases
donde mirases. Tal vez el público no estuvo entregado de una forma tan
homogénea como en otras ocasiones, pero el ambiente seguía siendo casi
insuperable. Por esta última, se ganaron un sonoro aplauso, de los muchos que
llegarían a continuación, ya traspasando el ecuador del show a lo grande con <u>A
Todo que Sí</u>, temazo ganador de antemano que Ovidi abrió parafraseando el
Ragdoll de los Aerosmith, y tras ese bestial repaso de batería que nos ofreció
Adrián ‘Cachorro’ Ribes, bajaron el pulso con una triada de temas, empezando
por <u>Cómo Quisiera</u>.
<br><br>
No sin
antes hacer partícipes del concierto a todos los técnicos de la banda, el gran
Ovidi se sentaba de nuevo frente al teclado. Las luces fueron perfectas para
ambientar ese clima tan único que creó el tema, el sonido añejo de la guitarra
fue clavado al del disco, y los bajos de Natxo fueron unos de los grandes
protagonistas del corte, al que sucedió la siempre bien recibida <u>Desde que
ya no eres mía</u>, con Álvaro flipándose de nuevo con su guitarra de dos mástiles, siempre con una sonrisa de oreja
a oreja, disfrutando a saco, y, en esta ocasión, encargándose Ovidi del solo.
Nota con nota, la empalmaron con otra de las que ha terminado siendo una de mis
favoritas del “Acantilados”, <u>Mis Ojos</u>. Puede que se aleje bastante del
rollo al que nos tenían acostumbrados, acercándose más a bandas como Leiva
(productor del disco, por cierto) o Sidecars, pero como melodía, me parece
soberbia, inspiradísima y adictiva como pocas han compuesto. Afortunadamente, y
al contrario de lo que suele hacer, Ovidi respetó al 100% esa melodía vocal
original… aunque no todos parecieron disfrutarla al mismo nivel que yo. Y sin
salir de terrenos más melancólicos, <u>Tenía que Probar</u> nos hizo, como dice
la letra, bajar a los infiernos, ambientados metafóricamente con esas luces
rojas que oscurecieron el escenario. También pudimos disfrutar en ella de esos
caóticos movimientos de Álvaro, del rasgado de cuerdas de Natxo y de toneladas
de humo que terminaron de redondear aquella atmósfera tan inmersiva. <u>Acantilados</u>,
con ese estribillo tan refrescante y canalla que te incita a cantar sin parar,
sonó como un trueno (entre otras cosas, gracias al poderoso bombo de Adrián),
triunfó casi más que ninguna otra del disco homónimo, y sirvió de primera
despedida.
<br><br>
Pero
todos sabíamos que era demasiado temprano para el fin de fiesta, y quedaban
demasiados temazos por sonar. Mientras tanto, Tarque, desde el palco, acaparaba
todas las atenciones, bromeando con lanzarse. Pero no tardamos mucho en volver
a girarnos hacia el escenario. <b>Los
Zigarros</b> habían vuelto, y esta vez, dispuestos a quemar los últimos
cartuchos. Antes de meterse de lleno en la vorágine de sus grandes clásicos,
Ovidi volvió a ponerse a las teclas para interpretar, él solo, y en toda su
duración, <u>El Monstruo</u>. Los pianos quedaron geniales. La letra… no tanto,
porque se le olvidaron varias partes que, sin embargo, improvisó con gracia. Esta
sirvió de primer escalón para el estallido final, compuesto de cuatro temas,
que ya hasta el final, elevaron la tensión hasta su máximo apogeo, tomándose un
taponazo los del grupo, y atacando con <u>Apaga la Radio</u>, que
instantáneamente levantó manos y voces desde el público, para seguir
reconquistándonos con el riff rocanrolero de <u>Malas Decisiones</u>. Volvía a
entrar en ebullición toda la banda, con la fuerza esperada y deseada, y con la
compenetración habitual, pudiendo verse esas miradas cómplices entre Adrián y
Natxo hacia el final. <u>Dentro de la Ley</u> no falló a la hora de desatar una
auténtica locura de cánticos, saltos locos y chorros de adrenalina
generalizada, pero lo que más me flipó fueron esas teclas de Ovidi, que le
dieron un rollazo descomunal al tema, y ya nos tenían dando palmas y comiendo
de su mano para cuando sonó aquello de ‘… yo llamo al 091…’.
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Para
poner la guinda al pastel, qué mejor que lanzar el pelotazo final, otro de sus
grandes hits y otra gran triunfadora, como fue <u>¿Qué Demonios Hago yo Aquí?</u>,
que pegó muy, pero que muy fuerte, todos la bailamos mientras veíamos a Natxo
pavonearse por última vez aquella noche, o a Álvaro dirigiendo la ‘orquesta
coral’ desde el borde del escenario. Se despidieron dejándonos con el Keep a
Knockin' de Little Richard sonando a todo trapo, con la cual, el último tema
interpretado guarda más de una ‘similitud’ jeje.
<br><br>
Y es
que a pesar de que, como he dicho al principio, “Acantilados” no me haya
gustado con tanto énfasis como sus discos anteriores, sé que <b>Los Zigarros</b> nunca dan una de cal y
otra de arena en sus directos, y también sabía ya de antemano que esta no iba a
ser la excepción. Me lo pasé de puto miedo, cantando hasta quedar afónico y
sudando a tope cada tema de los 23 que tocaron. Crema pura, señores. Como
decían Barricada, esto fue una noche de Rock’n’Roll, una de esas en las que la
euforia persiste incluso una vez terminado el concierto. Poco más que contar,
tan punto crucé las puertas de la sala, acalorado, solo, y con el fresquito que
hacía en la calle, no me quedaban demasiados alicientes para quedarme allí, así
que me largué rapidito y con la música a toda hostia para celebrar aquella gran
velada.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/OT3d6vk" ><a href="//imgur.com/a/OT3d6vk">Los Zigarros (Sábado 18-11-23, Sala The One, Sant Vicent del Raspeig)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0C. del Bronce, 8, 03690 San Vicente del Raspeig, Alicante, España38.3899961 -0.512125411.277662068986871 -35.668375400000016 65.502330131013125 34.644124600000012tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-33697307748477652052023-11-09T10:11:00.002+01:002023-11-09T10:11:34.237+01:00El Rugido de León (Lion Rock Fest 2023, Sábado 04-11-2023, Palacio de Exposiciones y Congresos de León)Segundo
día en plan rockero, y a muerte, en la capital leonesa, aunque para nosotros ya
era el tercero de estancia en la ciudad. Sin embargo, incluso más que otros
días, se percibía un ambiente único allí, y el principal motivo era que la
ciudad estaba, literalmente, invadida por la peña del Rock y el Metal. Fueses
donde fueses, ya caminando por sus calles, ya entrando a sus numerosos bares y
locales, las melenas, el cuero y las camisetas negras estaban presentes a cada
paso. Pero no era algo de extrañar. El Lion Rock Fest, que se celebraba aquel
mismo sábado, reunía en un mismo cartel a algunos de los nombres más celebrados
y candentes del Hard Rock melódico de la actualidad, un caramelazo al que no
pudimos resistirnos pese a la barbaridad de kilómetros que nos separaban de
allí. Sin duda era nuestro principal objetivo de aquel viaje, y una ocasión imprescindible
para quienes disfrutamos de esos sonidos, a veces, tan poco representados en
las salas y festivales de nuestro país. Con el objetivo de exprimir la jornada,
volvimos a levantarnos de buena mañana para hacer un buen recorrido cultural,
visitando la fabulosa Casa Botines o la catedral, entre muchos otros puntos
icónicos de León (como hicimos también el día anterior con el Palacio de Gaudí,
en Astorga), y por supuesto, catar a base de bien la suculenta gastronomía
local. Poco a poco, se acercaba el esperadísimo momento, y con el fin de
recuperar todas las fuerzas posibles para una noche tan intensa, volvimos al hostal
para echarnos antes un buen siestón. Incluso tuve el placer de saludar, cerca de
allí, al gran José Antonio Armero, del programa Senderos del Rock. Todo estaba
dispuesto ya, pero sobre todo, lo más importante, unas ganas e ilusión
indescriptibles por el arranque del fiestón final.<br><br>
<a name='more'></a>
Abrir
los ojos tras un reparador descanso, y saber que, en pocos minutos, estaríamos
disfrutando del calor de la gente y de este irrepetible cartel en vivo y en
directo… fue un subidón de adrenalina que me duró hasta el final de la noche.
El Palacio de Exposiciones y Congresos de León, recinto escogido para la
celebración del evento, nos quedaba a unos 15 minutos a pie. Ya acercándonos,
nos percatamos de las grandes dimensiones del lugar. Por desgracia, no contamos
con las largas colas que se formaban a sus puertas, escasos minutos antes de
que, teóricamente, arrancase la primera banda, los suecos <b>Crazy Lixx</b>. Pero no salió demasiado mal la jugada, ya que la gente
avanzaba bastante rápido y, por otra parte, el primer bolo tuvo unos cuantos
minutos de retraso. Para endulzar todavía más el momento, nos encontramos con
Luismi (Leather Rose) y Chema (Leather Skelter) de los Leather Boys, que se
habían quedado en León para disfrutar del festival, y con quienes fue un
putísimo honor compartir los primeros conciertos de la noche.
<br><br>
<b><u>Crazy Lixx:</u></b>
<br><br>
Al
trote, y con los <b>Crazy Lixx</b> ya
atronando el lugar, nos adentramos con la esperanza de encontrar un buen sitio
desde donde ver bien el concierto, mientras sonaba <u>Whiskey Tango Foxtrot</u>,
que ya comenzaba a darle a la tarde ese aura de fiesta desmelenada que todos
estábamos deseando. Pero fue realmente complicado entre la marabunta de gente
que ya abarrotaba el recinto, para mi sorpresa, muchísima más de la que pude
imaginar. De momento, faltaba algo de implicación anímica (que no presencial)
por parte del público, pero esto fue cambiando notoriamente con el devenir de
los siguientes cortes. Empuñando el frontman una enorme banderaza americana,
como mandan los cánones de su directo llegado este momento, <u>Anthem for
America</u> fue la siguiente en caer, un tema inamovible en sus directos desde
que vio la luz el que hasta ahora es su último trabajo en estudio, “Street
Lethal”, y para mí, uno de los mejores de cuantos contiene. El espacio
continuaba petándose más y más, y con la llegada de <u>XIII</u>, también calentándose
el clima. Aquí el vocalista Danny Rexon salió ataviado con una máscara de Jason
(Friday XIII), y con su micrófono ‘transformado’ en un machete, a lo que hay
que añadir toda esa teatralidad que el músico aporta a sus actuaciones. Al
bajo, Jens Anderson también vivía el concierto con bastante pasión, elevando su
mástil, y desplazándose sin parar por el escenario. Las teclas pregrabadas
abrieron para <u>Silent Thunder</u>, un tema que derrocha dinamismo, muy cañero
y con un estribillo genial, perfecta para el directo y muy prestada al
acompañamiento por parte del público. Sin embargo, una cosa es que disparen los
teclados de forma puntual, y otra muy distinta, es que empleen coros
pregrabados, algo que cantaba por soleares cuando a veces ni Chrisse ni Jens a
las guitarras se molestaban en coordinarse con el playback. Lo cierto es que sí
escuché, en determinados momentos, voces en directo, pero la mayoría de veces
sonaban muy artificiales. Eso sí, obviamente le daban un sonido a los temas
clavado a los discos.
<br><br>
Lo
realmente bueno, para mi gusto, comenzó a partir de la trallera <u>Rise Above</u>,
de las que mejor me sonaron, con dos solos bien eléctricos por parte de Chrisse
Olsson, que a nivel musical y escénico, fue uno de los grandes protagonistas
junto a su compañero al bajo Jens Andersson. Diría que, con ella, mejoró incluso
el sonido en general, y la fiesta continuó con <u>Walk the Wire</u>,
estribillo facilón y muy coreable que Danny se empeñaba en hacernos gritar a
piñón fijo. Esta vez, y con gran soltura, el solo corrió a cargo del rubio Jens
Lundgren, dejando claro que ambos guitarristas son un par de hachas infalibles.
Otra de mis grandes favoritas que no podían faltar en el show fue <u>Blame It on
Love</u>, durante la cual, curiosamente, la iluminación cambió hacia tonos más
amarillentos, dando más sensación de lleno en este sentido. También fue uno de
los temas más cantados, uno de los grandes momentos del concierto, destacando,
en cuanto a actuación, ese rollo tan guapo que lleva el bajista Jens Anderson a
lo Rachel Bolan de Skid Row, con sus siempre contundentes movimientos y
carreras. Por supuesto, la simpatía y chulería del vocalista también contaba,
pero tal vez le vi algo más apagado que en otras ocasiones. Cantó bastante bien
en <u>21 Til I Die</u>, arrastrando una gran energía y conectando con la peña
.Dedicando la siguiente a todas las féminas del lugar, estuvo brutal esa <u>Hell
Raising Women</u>, que nos hizo crujir los cuellos a base de bien mientras Jens
Lundgren se venía arriba descaradamente. Eso sí, esta vez le quedó algo grande
a Danny, que tuvo que modificar varios de sus tonos para sacarla. El subidón de
pulsaciones final corrió de la mano de <u>Never Die (Forever Wild)</u>,
levantando muchísimas palmas y cánticos desde público, que coreamos a viva voz
cada uno de los estribillos.
<br><br>
Ninguna queja respecto al setlist, pero el concierto se me
hizo muy corto, faltó un poco más de chicha, y no terminó de engancharme del
todo, me dio la impresión de que el final llegó de forma demasiado prematura, cuando
todo empezaba a calentarse de verdad. Sin embargo, fue un perfecto
calentamiento físico y anímico para lo que iría llegando. De hecho, y de forma
bastante exacta, puedo decir que, a lo largo de la tarde / noche, cada concierto
fue mejor que el anterior. Sin embargo, en aquel momento nos encontramos con
uno de los primeros problemas a nivel de organización, y es que la cola que se
formaba ante el sitio para cambiar moneda era jodidamente inhumana. Poco faltó
para perdernos el inicio de <b>Eclipse</b>,
y eso habría sido imperdonable.
<br><br>
<b><u>Eclipse:</u></b>
<br><br>
Al
igual que he comentado ya, en varias ocasiones, que el cartel del Lion Rock
Fest era de esos que te hacen babear con tan solo poner los ojos sobre él,
también es cierto que, en particular, las bandas que formaban parte de este han
pasado ya muchísimas veces por estas tierras. Pero eso no es algo
necesariamente negativo. Porque, decidme, ¿quién es el guapo que, aunque les
haya visto ya unas cuantas veces, dice que no a una actuación de los suecos <b>Eclipse</b>? Su directo es sinónimo de
temazo tras temazo, fiesta sin fin, y comunión absoluta con el respetable. Para
mí era ya la novena vez frente a ellos, pero con shows de tan magna calidad,
bienvenidas sean muchas más.
<br><br>
Y es
que los de Erik Mårtensson han ido cogiendo, conforme ha progresado su carrera,
una velocidad imparable, un estatus considerable, y el punto perfecto tanto con
la evolución de su sonido como con sus directos, cada vez más perfeccionados y
arrolladores. El que nos ofrecieron a continuación fue una buena muestra de
ello, aun sin ser la mejor de las veces que les he visto, no dejaron piedra
sobre piedra en este Lion Rock Fest, y fue uno de los bolos más disfrutados y
multitudinarios de todo el festival. La reputación que se han ganado en nuestro
país no ha sido cosa precisamente fortuita. Mientras nos dirigíamos al
mogollón, arrancaban con <u>Roses on Your Grave</u>, mantenida en este puesto
desde la gira de su penúltimo álbum, “Wired” que es un trabajo auténticamente
redondo. Erik se colgaba la guitarra ya desde el inicio, y rara vez se
desprendería de ella en todo el concierto. Para calentar sus cuerdas así, a lo
bestia, qué mejor que el grito que se soltó al principio de <u>Got it!</u>,
apostando ahora por su último disco, ese “Megalomaniac” con el que pretenden
darle un nuevo giro de tuerca a su sonido, pero siempre sin perder la esencia.
Esta en particular, y a falta de darle más vueltas al CD, me sonó más punk que
nada que hayan grabado anteriormente, ese sabor Offspring y esa energía directa
y sin paliativos nos llegó como un huracán, y también se desparramó por encima
del escenario, en forma de saltos y volteretas, como las que daba el bajista
Vicke Crusner, también durante la triunfadora <u>Saturday Night
(Hallelujah)</u>, recordándonos el vocalista que estábamos en un puto sábado y
había que exprimirlo hasta sus últimos minutos y consecuencias. Comenzar de
esta forma un concierto es sembrar la victoria por anticipado, y dicho sea de
paso, es algo que al grupo se le da de muerte. Rápidamente, volvieron a
contagiarnos con estribillos de esos que es imposible quitarse de la cabeza, y
Erik, ya a tope, se divertía cantando, tocando, y también echándose unos bailes
durante <u>Run For Cover</u>, concretamente durante el solo, con su colega
Vicke.
<br><br>
Una verdadera lástima el que para mí fue uno de los
poquísimos puntos negros de su concierto: el sonido, demasiado apelotonado y
saturado, ojo, al menos, desde donde yo me encontraba. Fue algo que iría
mejorando, pero sin llegar a ser perfecto como, digamos, el que tuvieron <b>Gotthard</b>. Otra nota de originalidad
extraída desde su novísimo “Megalomanium” llegó con <u>The Hardest Part is
Losing You</u>. Se nota que aquí la banda se ha soltado la melena compositivamente,
arrojando los prejuicios musicales por la borda. El vocalista nos contaba la
trágica llegada a nuestro país, durante la cual, perdieron desde algunos
instrumentos hasta la ropa. No obstante, en ningún momento se les notó el más
mínimo bajón anímico, de hecho, todo lo contrario, estuvieron radiantes en cada
uno de los temas. Tanto en <u>Anthem</u>, en donde la voz principal y las
bonitas notas de Magnus Henriksson brillaron por encima del resto en su
melodía, como en el torbellino de energía que supuso la imprescindible <u>The
Storm</u>, pusieron toda la carne en el asador, dejando en esta última Erik la
guitarra para sacar su lado más indomable, pidiéndonos ayuda en los coros,
saltando y sonriendo… y tras él, a la batería, un músico de primera que no dejaba
de hacer filigranas con sus baquetas entre los dedos. Pero se trataba, en esta
ocasión de Robin Nilsson (batería de The Cruel Intentions), que sustituirá a
Philip Crusner hasta entrado el próximo año por temas familiares. Lejos de
dedicarse a cumplir y a guardar las formas, se le vio a tope de ganas,
destacando en muchos momentos y aportando ese rollo tan sleaze tras los palos
en cortes como <u>Runaways</u>, y luciéndose también en registros más suaves
como los de <u>Hurt</u>, que comenzó con esas preciosas notas clásicas en las
guitarras de Erik y Magnus, sin duda, uno de los momentos más emotivos del
show. De hecho, hubo muchos de ellos, en forma de fragmentos lentos (y muy
sentidos), aunque en ocasiones, especialmente hacia el final, me pareció que
rompían demasiado el ritmo, como volvió a suceder con el inicio de <u>Hearts
Collide</u>, aunque rápidamente fue revolucionada por la batería de Nilsson y
por el griterío del público, consistencia que siguió creciendo con <u>Children
of the Night</u>, y es que Erik ya nos preguntaba antes si estábamos preparados
para un poco de Heavy Metal.
<br><br>
Completaba el triplete de su último “Megalomanium” esa <u>High
Road</u>, muy cantada por el bajista Vicke Crusner, que como digo, estaba
aquella noche que se salía, haciéndose el puto amo del escenario por momentos.
Tras el cañero final, con la batería a toda hostia, enlazaron con otro valor
seguro, y es que <u>Battlegrounds</u> fue, sin lugar a dudas, la más coreada de
todo el festival, con mecheros y móviles en alto, momentos a capela, Erik muy
inquieto con su acústica, y mucho feeling en el ambiente, seguida de uno de los
temas favoritos del vocalista como es <u>The Downfall of Eden</u>, con Vicke correteando
por el escenario sin parar. Aprovechando la pesada cadencia de <u>Black Rain</u>,
introdujeron el primer fragmento del Heaven and Hell de los Sabbath antes de
meterse de lleno con ella… y también un solo de lo más electrizante por parte
de Magnus Henriksson, un músico cuya actitud también brilló en lo más alto. <b>Eclipse</b> es una banda a la que no le
gusta estancarse en canciones antiguas, y renuevan constantemente sus setlist,
dando mucha cancha a sus últimos trabajos. Muestra de los temazos que
contienen, es que la recta final estuvo concentrada en ellos. <u>Never Look
Back</u> puso tremendamente caliente al personal, y hasta Erik se despojó de su
instrumento para coger libertad de movimiento, animándonos a saltar y a
participar, algo que también fue la tónica en ese tema tan especial llamado <u>Twilight</u>,
un verdadero torrente de sensaciones positivas, con Vicke y Erik marcándose
juntos el paso del pato y correteando a sus anchas como críos, aunque debido al
sonido, el final quedó algo deslucido cuando esa melodía final hubiese dado
para mucho más. Erik se situaba al frente del escenario, poniéndose la mano en
la oreja (un gesto que repitió innumerables veces) para escucharnos gritar por
última vez antes de meterle a un tema que, especialmente en España, es apuesta
segura: <u>Viva la Victoria</u>, que puso a botar a toda la sala, pero también
a los propios músicos con gran entusiasmo.
<br><br>
A pesar del frío que hacía en el exterior, los de Estocolmo
nos hicieron sudar la gota gorda, y a pesar de que el sonido no fue el mejor
(insisto, al menos, desde donde yo estaba), consiguieron arrasar el Palacio de Exposiciones y
meterse al público en el bolsillo. Su último disco, “Megalomanium”, está petado
de joyas que se van a convertir en clásicos de directo, y por primera vez pude
disfrutarlos de la mejor forma, quedando más que contento y satisfecho.<b></b>
<br><br>
La organización del festival tuvo tanto puntos fuertes como negativos,
algo en parte comprensible y perdonable por ser la primera edición. El recinto,
desde luego, fue una pasada, amplio, resguardado, con zona de fumadores y con
bastante buena acústica (después ya, cada banda con sus técnicos sonó mejor o
peor). La asistencia que lograron congregar fue mucho mayor de la que yo me
esperaba, con cifras que la sitúan alrededor de las 4000 personas. La
distribución de los elementos, como escenarios, barras y demás, estuvo muy bien
estructurada, a pesar de mi primera idea al ver los planos generales. Para el
cambio de moneda, si es que realmente era necesario, creo que deberían haber
ampliado las ventanillas, porque las colas eran espantosas, y podían hacerte
perder muchísimo tiempo. Y bueno, el tema de los precios… esto sí fue para
echarse las manos a la cabeza. Un atraco a mano armada. Al menos tenían
kalimotxo, cosa que siempre suele faltar, pero eso de vender un ‘Lion’ por dos
euros y medio, huele a kilómetros a estrategia ‘sacapasta’ total. Los que no
podemos permitirnos pagar esos precios, y siento decirlo, tendremos que valorar
formas 'alternativas' de beber en próximas ediciones, porque pagar dos euros y medio
por una botellita de agua me parece de juzgado de guardia cuando se trata de
una necesidad vital. Al menos había comida, algo igualmente imprescindible para
un festival de tantas horas, pero de nuevo, pagar once euros y medio por una
pizza que apenas supera el palmo… es para echarse a llorar.
<br><br>
<b><u>Be For You:</u></b><u></u>
<br><br>
Entre salir a tomar el aire, hacer cola para pillar los
dichosos Lions, otra cola para pedir la manduca, papear, etc. tuvimos que cometer
un doloroso sacrificio, perdernos la actuación entera de los locales <b>Be For You</b>, en donde por cierto, milita
como batería Jesús “Chuspy” Marcos, artífice principal de este gigantesco
evento a través de su agencia Artisti-k Producciones. Una banda que ya lleva
unos cuantos de años de rodaje y dos discos de estudio que me han gustado mucho (les he
conocido, literalmente, por este festival). Sin duda un gran descubrimiento
cuyo directo me gustaría disfrutar en el futuro con más dedicación. Consiguieron
atraer a bastante público en su actuación, aunque no tanto como las bandas
internacionales. Antes de irnos por otros menesteres, pudimos ver el primer
tema de su actuación. <b>Be For You</b>
salieron a escena muy crecidos ante su público, con <u>Nothing Lasts Forever</u>
sonando bastante bien, y con Ángel, su vocalista, que no perdía ocasión de
comunicarse con los asistentes, apuntando buenas maneras al cantar. También
reconocí, entre bocado y bocado, y ya hacia el final, <u>April Rain</u>, de su
primera obra “Beyond Love & Compassion”. Estoy seguro de que su Rock
melódico fue muy apreciado en general, y lamento de veras no haberles podido
prestar atención, pero esto de los dos escenarios es lo que tiene, cuando se
empalman conciertos sin apenas tiempo de descanso, algo hay que perderse casi a
la fuerza.
<br><br>
Un placer enoooorme encontrarme y conversar largo y tendido,
en estos momentos, con mi gran colega Jose de Vallecas, siempre en todos los
tinglados cueste lo que cueste, y siempre tan amable, sencillo y sobre todo,
auténtico. También nos topamos, aquí y allí, con bastantes caras conocidas,
como Diego “Eder” (Eder Pullhammer) o José Antonio Armero (Senderos del Rock)
dando caña en los conciertos. Aunque por otra parte, había tantísima gente
apelotonada que también dejamos de ver a muchos más que andaban por allí.
<br><br>
<b><u>Gotthard:</u></b>
<br><br>
Una vez preparados ya para la siguiente acometida, era el
turno de los suizos <b>Gotthard</b>, banda
que también he visto en muchas ocasiones, y sin embargo, a pesar de que les
tengo algo dejados de la mano, fueron para mí la gran revelación de la noche,
una de las dos mejores actuaciones de este festival. Y es que para nada
esperaba un show tan frenético, tan compacto y con una entrega tan enorme.
Comparado con las últimas veces que les vi, donde me dejaron algo frío, aquí se
comportaron como un auténtico volcán en erupción. Mientras nos acercábamos a la
carrera, para finalmente situarnos alrededor de la mesa de mezclas, (desde
donde vimos y escuchamos de lujo toda la actuación), arrancaban con <u>Every
Time I Die</u>, el único corte que sonaría en toda la noche de su último disco,
“#13”, y aprovechando esa ascensión rítmica, supieron hacérselo de puta madre,
dándonos con ese <u>Hush</u> en todas las costillas, poniendo automáticamente a
todo el mundo a cantar, a bailar y a corear ese ‘nanana’, haciendo gala de unos
fantásticos coros (y esta vez, reales) y el primer gran solo de Leo Leoni. Eso
sí que es hipnotizar al público desde los primeros minutos, con esa energía,
esas vibraciones positivas que nos inculcaban, y ese ‘salir a por todas’. El
setlist se movió fluidamente por toda su discografía, pasando por <u>Bang!</u>,
en donde el incansable vocalista Nic Maeder saltaba al tiempo que blandía su
aro, y Leoni nos volvía a dejar alucinados con su pasión, o <u>Feel What I Feel</u>,
también de su “Bang!”, que conquistó sin ser necesariamente cañera. Porque aquí
la cosa no iba de temas más o menos rápidos, sino sobre el rollazo y la soltura
que desprendía la banda, muchísimo feeling ahí metido, Nic haciendo de director
de orquesta con nuestras voces y Leo y Freddy, a las guitarras, encarándose por
primera vez.
<br><br>
No os digo más que, tras estos pocos temas, ya levantaron entre
el público unos sonoros y largos ‘oes’, que se transformaron en palmas y
saltos, poco después, con la adictiva <u>Top of the World</u>, ante la
encantadísima mirada de Nic, que se acercaba una y otra vez a sus compañeros.
Según este último, llegaba la parte ‘cardio’ del concierto, o sea, más saltos y
algarabía de la mano de <u>What you Get</u>. Eché de menos más volumen en el
teclado, y es que apenas lo escuché en ningún tema, salvo hacia el final, y
también en este justo momento, cuando Ernesto Ghezzi se marcó un fragmento en
solitario, de sabor muy clásico. Ahora, las luces nos alumbraban a todos, añadiendo
aún más fuerza al momento de <u>Master of Illusion</u>. Tras los parches,
veíamos a un Flavio Mezzodi (ojo, también batería actual de los legendarios
Krokus) cuya cara de emoción y nervio al golpear su instrumento hablaban por sí
solos de cómo se lo estaba pasando. Nic se dirigía al público, tirando de
carisma y simpatía. Y es que, a pesar de que la sombra del inmenso Steve Lee
siempre será muy alargada, creo que con el tiempo ha conseguido hacerse un
hueco en nuestros corazones. Lo siguiente fueron algunos de los minutos más
sensibles de todo el festival: Freddy Scherer y Leo Leoni, ambos con guitarras
acústicas, sentados en la plataforma de la batería, interpretando esos arpegios
y punteos de <u>One Life, One Soul</u>. Lo de que fue cantada a mil voces,
incluso a capela por momentos, es algo que os podéis imaginar sin esfuerzo.
Perfecta para marcar el ecuador del concierto la también emotiva <u>Remember
It’s Me</u>, con Nic colgándose la guitarra acústica. En ciertas partes, se
dejaron también entrever esas notas de teclado que le dieron un punto especial.
<br><br>
El polivalente vocalista, cambiaba la acústica por la eléctrica,
solamente para la siguiente <u>Starlight</u>, también del “Firebirth”, con la
que volvieron a pisar el pedal, brillando esas potentes bases construidas entre
Flavio y el bajista Marc Lynn, los pulidos coros, y ese rollo ligeramente
southern del principio, acelerando todavía más con la ya clásica y
celebradísima <u>Mountain Mama</u>, con un rollazo tremendo en la forma de
cantar de Nic, con Leoni flipándose en su solo a mástil alzado, y un final de
lo más estruendoso, al que inmediatamente sucedió un solo de batería. Que ojo,
estuvo de puta madre, pero al final fue la banda que más se saltó a la torera
los horarios, y podrían habérselo ahorrado, pese a lo bien recibido que fue…
aunque no tanto, obviamente, como ese pelotazo llamado <u>Lift U Up</u>, que
literalmente, arrasó, y la mejor demostración de ello, fueron las palmas y
coros desde el público antes de cantar Nic un solo fraseo. Eso sí, me pareció
un detalle feo que esas primeras baterías fueran disparadas, seguramente, para
traernos el sonido exacto al disco. Aquí apuraba Nic su voz al máximo,
llevándola hasta el extremo, y dejándose las piernas de tanto saltar, algo que
nos contagió hasta el final del tema, que a su vez, fue a parar a los primeros
bises, tras un corto descanso. A estas alturas, para que os hagáis una idea, ya
se habían pasado holgadamente de su tiempo de actuación, y todavía quedaban dos
temas. Me imagino que los murcianos <b>91
Suite</b> no estarían demasiado contentos con esto, y con toda la razón del
mundo.
<br><br>
Ahora bien… ¿quién puede resistirse, con esta corriente imparable
de ventisca rockera, a más temas? El primero de ellos fue la preciosa <u>Heaven</u>,
un baladón que nos reblandeció el alma, abierta por el teclista Ernesto Ghezzi,
complementada por unos coros deliciosos de Marc Lynn, una interpretación
fabulosa de Nic, y alargada en sus últimos compases, en donde el vocalista nos
invitó a ondear las manos en el aire. Yendo ya a por los grandes clásicos de su
discografía, y recuperando el pulso del concierto, qué mejor que <u>Anytime, Anywhere</u>,
de aquel “Lipservice” que les catapultó al estrellato… y que puso patas arriba
el lugar. Los teclados aquí sí se escucharon en su justa medida, y vimos
disfrutar a saco a Freddy y Marc, metiendo cera cara a cara, desplegando buen
rollo, y bordando el tema. Ante el gran retraso acumulado, muchos pensábamos
que marcaría el final de actuación, pero… sí, todavía volvieron a salir para un
segundo bis, que en esta ocasión, correspondería a la tan versionada <u>Mighty
Queen</u>, que como sucede con Hush, han ido haciendo suya con el tiempo. Por
supuesto, nadie quedó impasible ante tal hit, brincando y voceando, pero si no
lo digo reviento, y es que justo delante de nosotros había un tipo que, ni
corto ni perezoso se puso a bailar breakdance, dándolo todo con el tema, y
tirándose por el suelos pataleando. Os juro que casi acaba conmigo tal
descojone que pillé allí mismo gracias a él, y se ganó mi más sincera
admiración.
<br><br>
Anécdotas a parte, no sé si fue la atención extra que les
presté, el excelente sonido del que gozaron, la inmensa pasión de sus músicos,
el setlist… pero siendo esta la sexta vez que me plantaba ante <b>Gotthard</b>, diría sin temor a equivocarme
que es el mejor concierto que les he visto nunca, teniendo en cuenta incluso
aquellos con Steve Lee al frente. Todo muy pulido, con un ritmo muy bien medido
y una ejecución extraordinaria, pero eso sí, también hay que decir que se
pasaron tres pueblos con la duración de su actuación (solo de batería, dos
bises, partes alargadas…), y eso no es muy elegante que digamos, habiendo todavía
dos bandas esperándoles.
<br><br>
De hecho, el final de <b>Gotthard</b>
y el inicio de <b>91 Suite</b> fueron una
sola cosa, literalmente. No dimos dos pasos atrás, y ya estaban los de Murcia
inundando el escenario con esa suprema clase y elegancia presentes en sus
melodías. Desafortunadamente, tuvimos que atender la “llamada de la naturaleza”
y demás… y volvimos con el concierto ya empezando, aunque por poco tiempo.
<br><br>
<b><u>91 Suite:</u></b>
<br><br>
Aprovechando que no había tanta gente como en otros
conciertos (ellos se lo perdieron, porque fue un recital absolutamente brutal),
me infiltré más cerca del escenario, entre quienes ya disfrutaban con la magia
de su directo. Y es que <b>91 Suite</b>, no
me canso de decirlo, es una de las grandes JOYAS, así, con mayúsculas que
tenemos dentro del Rock melódico en la península, un manjar que se ha de
degustar siempre que se tenga ocasión. En las tres veces que he podido verles
en vivo, he disfrutado como un animal, y desde luego, a pesar de las
particulares condiciones que tuvieron para tocar, no fue esta la excepción.
<br><br>
Así pues, y tras perderme el primer corte (que casi seguro,
debió ser Times They Change), y ya en el meollo, me dejé llevar desde el
principio al 100%, sabiendo de antemano que sería un concierto bastante corto.
Y aunque al público en general todavía le faltaba un pequeño empuje anímico,
con el paso de los temas, los de Murcia tiraron de todo su talento, saber
estar, y calidad técnica para terminar conquistando plenamente a todo el mundo.
Conmigo lo consiguieron desde el primer tema que vi, la magnífica <u>Seal it
With a Kiss</u>, en la que me quedó clarísima, sobre todo, una cosa. Tendrían
poco tiempo, sí, pero se notaba a la legua de que su objetivo iba a ser
exprimirlo hasta el último segundo, poniendo toda la carne en el asador, yendo
a muerte de principio a fin. Algunos, como Antonio Muñoz, tiraban de ese
feeling y distinción que les envuelve, otros, como su compañero a las bases
David, eran una auténtica fiera desatada, aporreando cada tema como si le fuese
la vida en ello… y qué decir de Jesús Espín, indudablemente, una de las figuras
más destacadas del concierto por su absoluta devoción, y de paso, uno de los
mejores cantantes del estilo que tenemos aquí… y el por qué esto es así, se
extrae de conciertos como este. El no menos carismático Paco Cerezo, tirando
del wahwah en su micro, y con gran soltura en sus movimientos y riffs, iniciaba
<u>Starting All Over</u>, soberbia melodía que, a su vez, también abre su
último disco hasta la fecha, ese “Back in the Game” que cumple un año ya, que
los volvió a elevar hasta lo más alto del AOR / Hard melódico nacional, y para
el que solo puedo tener alabanzas.
<br><br>
Si Jesús posee un timbre y rango colosales, verle en
directo, aunque parezca imposible, mejora lo presente. Cantó de miedo, y en
esta ocasión, paseando de aquí para allá el palo de su micro y acercándose al
público siempre que tenía ocasión. Escogieron muy bien sus temas para un
horario tan apretado, y lo hicieron de lujo a la hora de concentrar la energía
de un show largo en menos de tres cuartos de hora, tirando de caña, sin
renunciar a la melodía, con <u>All For Love</u>, y de nuevo, Jesús se hacía
dueño y señor del escenario, merendándose cada centímetro de este, haciendo
piña con el guitarrista Iván González mientras este último salía al centro del
escenario para lucirse con sus seis cuerdas, sobre todo, en la parte del solo.
El vocalista, seguía buscando la complicidad, contando anécdotas con ese
inconfundible humor murciano. Tal vez habría cabido un tema más en directo,
pero creo que esa empatía también fue importante para subir la intensidad de
forma acorde al poco tiempo del que disponían. Viajando ahora a su primer
disco, que por cierto, acaban de reeditar, disparaban <u>Give Me the Night</u>,
que se apoyó en la portentosa base rítmica de Antonio y David, pero sobre todo,
llamaba poderosamente la atención la furia y desmelene con que este último
machacaba su batería en la parte final. La actuación de Jesús, sencillamente
perfecta, llegando con solidez hasta los tonos más difíciles, y todo ello sin
parar quieto un segundo. También fuimos testigos del buen rollo imperante en el
seno de la banda, con Antonio e Iván bromeando entre ellos, o Jesús cantando,
casi apoyado, en su amigo Paco, en esa bestialidad llamada <u>Perfect Rhyme</u>,
sin duda, una de mis favoritas de toda su carrera, melodía AOR de manual, y
técnica interpretativa indiscutible, contando también esas sabrosas teclas de Dani
Morata.
<br><br>
Ahora que el concierto había llegado a su punto álgido,
había que sacar el resto a lo grande, y lo hicieron comenzando con una sección
puramente instrumental, una vez más, derrochando talento y sofisticación con
cada uno de sus instrumentos, hasta que definitivamente arrancó <u>Wings of
Fire</u>, de su “Times They Change” con una participación ahora mucho más
notoria desde el público (gracias al constante empeño de Jesús en hacernos
cantar) y una parte central que fue una verdadera delicia, arropada de nuevo
por esas teclas de Dani y los bajos de Antonio Muñoz, todo excelentemente
coordinado. Convirtieron la última canción de la noche, la más que conocida <u>Hard
Rain</u>, en una auténtica fiesta. Como un jodido trueno, el doble pedal de
David abría el tema, y Jesús no tardó demasiado en bajarse al foso a
interactuar con sus fans, a pedir que coreasen el estribillo varias veces, para
terminar arriba, agitando la melena y saltando sin descanso. Mi mayor alegría,
después de un concierto absolutamente impecable, fueron esas peticiones de
“¡otra, otra!”… que desafortunadamente, no dieron sus frutos debido a lo
apretado de los horarios. Personalmente, se me hizo terriblemente corto… y es que
las ganas de verles en directo eran brutales. Por último, os confesaré algo. El
hecho que definitivamente marcó mi decisión de venirme hasta León para este
festival, en lugar de ir a ver a <b>H.E.A.T</b>
y <b>Crazy Lixx</b> a Murcia (que me
quedaba como cinco horas y media más cerca), fue la incorporación al cartel de
estos <b>91 Suite</b>. Así de claro y
conciso. Y aunque solamente fuesen 40 minutos de concierto, no me arrepiento en
absoluto de mi elección. Pero eso sí, quiero, o más bien, necesito volver a
verles lo antes posible.
<br><br>
<b><u>H.E.A.T:</u></b>
<br><br>
Y ahora sí, haciendo acopio de las fuerzas que nos quedaban (que
estaban ya marcando reserva), después de tantos y tan movidos conciertos,
tocaba afrontar el envite final con el que para muchos era el plato fuerte de
la noche. Y es que la ascensión de <b>H.E.A.T</b>
como uno de los principales grupos de Rock melódico, tanto en su Escandinavia
natal, como a nivel mundial, ha sido meteórica, situándoles a día de hoy como
casi imprescindibles en cualquier festival (de este rollo, o no) que se precie.
Se están comiendo el mundo a bocados, y en su rollo, hay muy pocos que puedan
plantarles cara. Y es que, lejos de vivir de rentas, cada nuevo disco es un
auténtico puñetazo al estómago, petadísimo de melodías arrebatadoras y
atmósferas incomparables, y su rodaje encima de un escenario sigue creciendo
como la espuma. La sustitución de Erik Grönwall (actualmente en Skid Row) por
Kenny Leckremo, que tantas dudas suscitó en su día, resultó ser el empujón
definitivo para que la banda acabase dando el salto a las más altas esferas, si
es que no lo habían dado ya. Y sí, toda esta teoría escrita está muy bien. Pero
es que, aquella noche del pasado sábado, lo demostrarían todo con creces y
sobradísimos, reventando el escenario con una actuación aplastante.
Curiosamente, y al igual que con <b>Eclipse</b>,
esta era ya la novena vez que me quedaba pasmado con su directo.
<br><br>
Todos en sus puestos, el Palacio de exposiciones a reventar,
mucha tensión y ganas en el ambiente… y tras encenderse las luces del escenario
(esta vez no recuerdo que sonase como intro el The Heat Is On, de Glenn Frey),
arrancaron sin vaselina, emprendiéndola con esa bestialidad llamada <u>Demon
Eyes</u>, probablemente, la composición más Heavy que han parido en toda su
carrera. Me cago en la hostia santa, ¡¡vaya forma de arrancar!! Y para colmo,
volumen a todo trapo, sonido impoluto y potentísimo, iluminación acorde, y esa maquinaria
engrasada que son <b>H.E.A.T</b> sobre el
escenario a pleno rendimiento, imparables como un jodido tifón. La explosión fue
inmediata, y se dejó notar entre el público, formando un auténtico maremágnum
de gritos y manos levantadas que no se calmaría precisamente con la provocativa
<u>Rock Your Body</u>. Puta locura desatada ya con solo dos temas, que Kenny
Leckremo se encargaba de alimentar, echando leña al fuego, saltando y
blandiendo su melena a lo bestia, con un nivel vocal impresionante y un estado
físico más que evidente. También perfecta para no dejar de subir la intensidad
fue <u>Hollywood</u>, una de esas destinada a ser fija en sus repertorios, no
solo por el imparable ritmo que le imprime Don Crash a sus parches, o por ese
rollo tan macarra en la guitarra de Dave Dalone, sino porque da muchísimo juego
a que el público la cante, es absolutamente adictiva (como muchas otras de su “Force
Majeure”) y su estribillo te pone la sangre a hervir. Chorros de humo brotaban
del escenario, mezclándose entre los cuernos y puños que todo el mundo
levantaba, ya irremediablemente poseídos por el espíritu <b>H.E.A.T</b>… no había vuelta atrás. <u>Downtown</u> fue una arriesgada
elección, en representación de la vertiente más AOR de la banda. La cuidada
iluminación y la importancia de los coros entre Jimmy Jay y Dalone lograron
sumergirnos de pleno en esa ambientación de neón, que tan bien acompañaba el
telón de fondo, portada de su última obra. También, imagino, fue un pequeño relax
para la voz de Kenny, que aquella noche fue puesta a prueba al límite, obteniendo
una nota de excelente alto. Él mismo nos hablaba de la gira actual, y de la
gran acogida que está teniendo.
<br><br>
Pero hasta aquí llegaron los momentos de reposo, porque <u>One
by One</u> volvió a incendiarlo todo, enloqueciendo a todos los presentes,
pasando de nuevo de cero a cien con Kenny pateando el escenario a cada paso, y
Jimmy y Dalone cambiando posiciones. El último nos obsequiaba con un pequeño
solo de guitarra, sin llegar a cortar el ritmo, antesala de un tema de su
primer álbum, <u>Never Let Go</u>, y una de mis tres favoritas del “H.E.A.T
II”, esa <u>Come Clean</u> que me transmite mil y una sensaciones en su letra y
su melodía, muy exigente para la voz de Kenny, que se vio incluso algo lleno
con ella. Por suerte, consiguió sacarla con creces gracias a su gran habilidad y
cantidad de recursos. Los coros de Jimmy Jay fueron fantásticos, y necesarios
para redondearla. El bueno de Kenny tiene un magnetismo que salta a la vista, y
además, cada vez chapurrea mejor nuestro idioma. En varias ocasiones nos incitó
a colaborar con él, y es que ni entre tema y tema es capaz de estarse
quietecito. Un verdadero portento físico y vocal, y como frontman, un 10. Volvían
a la carga con ese impresionante rollo que tiene <u>Breaking the Silence</u>,
desplegando la banda sus mejores armas, un gran curro de batería, con cambios y
redobles, y una gran coordinación entre Dalone y el teclista Jona Tee, quien se
encarga de ejecutar las armonías de guitarra que faltan en directo respecto al
disco. Antes de lo esperado, recibimos clamorosamente, sudando ya como cerdos,
ese pedazo de hit llamado <u>Living on the Run</u>, otra de las grandes
triunfadoras de la noche. Y es que solo hacía falta mirar alrededor para ver el
nivel de pasión y calor que desprendía la peña, dejándose la garganta y el
cuello… esa energía en bruto, esa fuerza del momento… es muy difícil de
describir con palabras, había que estar allí para sentirla. Y en un concierto
de los suecos, hay muchísimos de estos momentos, sin ir más lejos, la puta
locura que desató <u>Beg Beg Beg</u>, único exponente de su “Freedom Rock” en
sonar aquella noche… ¡pero qué bien nos entró! En su parte media nos dejó
teclas guapísimas, mucho soul, sendos lucimientos de guitarra, choques de
hombros entre Jimmy y Kenny… para acabar este último en el foso, provocando y
animando todavía más a la peña, que estallaba en una algarabía generalizada de
las que dejan huella en la memoria.
<br><br>
Con <u>Cry</u>, el escenario se oscureció y los tonos se
relajaron para volvernos a dejar inmersos en otro corte puramente AOR de esos
que tan bien se les dan, teclas con mucho encanto, y contrastando con tanta
suavidad, unos agudos de Kenny impresionantes en la parte final. Todo ello nos
llevó a los bises, que llegaron anticipados, pero fueron más numerosos que de
costumbre. Los músicos volvían al escenario bajo una introducción grabada que hacía
bastante que no escuchaba, nada menos que la de <u>Point of no Return</u>, un
tema al que le tengo un cariño muy especial, ya que fue el primero que tocaron
la primera vez que les vi en aquel ya lejano primer Rock Fest Barcelona del
2014… cuando definitivamente me enamoré de ellos para siempre. Y aquí las
sensaciones volvieron a ser muy, pero que muy potentes. Kenny volvió a
comportarse como la fuerza de la naturaleza que es, tirándose por el suelo para
rematar el desmadre, y tan pronto se recompuso, lo hizo dispuesto a saltar
hasta la extenuación con otro de sus más recientes singles, <u>Back to the
Rhythm</u>, que nos arrastró a todos por su impetuosidad y ese subidón que
propiciaron las teclas de Jona. Ya me estaba temiendo que no la fuesen a tocar,
pero de repente… metían contacto y arrancaban los motores del desmesurado
trallazo que es <u>Dangerous Ground</u>, con la batería de Don Crash, a pesar
de ese pequeño desliz rítmico inicial, golpeando durísimo y potente hasta
dejarnos fritos, unas guitarras que tiraban de culo y cómo no, Kenny saliéndose
de madre, y demostrando que su reserva de energía es prácticamente ilimitada. <u>A
Shot of Redemption</u> puso el punto final a la actuación, y aunque no es
precisamente uno de mis temas favoritos, su interpretación, pero sobre todo, la
respuesta del público, trajeron otro de esos momentos que te ponen los pelos de
punta: las casi 4000 personas allí presentes cantando casi a capela el
estribillo. Al tiempo que el guitarrista nos flipaba con su último solo, Kenny
se despedía de nosotros con su enorme simpatía, ante multitud de rostros
impregnados de felicidad por aquella inmejorable culminación de este gran festival.
WEEEW!!
<br><br>
A lo tonto, se marcaron hora y pico larga de actuación, que
como normalmente sucede con ellos, se me pasó en un suspiro. De hecho, a pesar
de que el cansancio ya picaba bastante, no me habría importado que el show se
hubiese alargado todavía más, y es que eché de menos bastantes temas que, de
haber durado más, podrían haber caído, como Late Night Lady, Emergency, In and
Out of Trouble, Nationwide... En cualquier caso, realmente impresionantes <b>H.E.A.T</b>, insuperables en su terreno, demostrando
de qué pasta están hechos. Cada vez que les veo me dejan más estupefacto. Una
banda que, sencillamente, no tiene puntos débiles.
<br><br>
La marabunta comenzó a disiparse tras aquel fiestón final,
abandonando el pabellón sin incidentes. Me alegré al recordar que nuestro
alojamiento se encontraba tan solo a unos 15 minutos a pie, porque me
encontraba realmente triturado, después de haberme empleado a fondo en todos y
cada uno de los conciertazos que disfruté aquella noche, a cada uno más
inolvidable que el anterior. De nuevo, mi más sentido aplauso y felicitación
para todas las personas y entidades implicadas en la organización y llevada a
cabo de este evento. Espero que haya sido una experiencia que les merezca la
pena continuar, porque si es así, y deciden seguir en la misma línea musical,
al fin podremos afirmar a viva voz que tenemos un gran festival íntegramente
dedicado al Hard Rock melódico en este país. El primer paso ya se ha dado… y ha
sido acojonante. Espero que nos volvamos a ver pronto, León.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg10uwkL-jJey8hzNrJcd_ifQj1RXgKWATX2GqC2fYmQSdEmzNXyfTOxDm3ABn3gGLdg058HoAY7kPxRWaNQY3K9cjAowUGKBsGuzeqxhWEPKdJpeptzZ5nAzbH2djUIwZy8sRRCqVNKkzjJMvsPzafThKW2HNP77vHwWGRYjPqZmR3CWLSeCfHhb_mGp8/s1600/Gotthard%2025%20Portada.jpg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1048" data-original-width="2000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEg10uwkL-jJey8hzNrJcd_ifQj1RXgKWATX2GqC2fYmQSdEmzNXyfTOxDm3ABn3gGLdg058HoAY7kPxRWaNQY3K9cjAowUGKBsGuzeqxhWEPKdJpeptzZ5nAzbH2djUIwZy8sRRCqVNKkzjJMvsPzafThKW2HNP77vHwWGRYjPqZmR3CWLSeCfHhb_mGp8/s1600/Gotthard%2025%20Portada.jpg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/8wJA67K" ><a href="//imgur.com/a/8wJA67K">Lion Rock Fest 2023 (Sábado 04-11-2023, Palacio de Exposiciones y Congresos de León)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0Calle Gómez Salazar, 24009 León, España42.5943615 -5.583629699999998614.284127663821153 -40.739879699999996 70.904595336178843 29.5726203tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-73421982125319389242023-11-07T12:20:00.000+01:002023-11-07T12:20:20.270+01:00Neon Skyline (Torque + Strangers, Viernes 03-11-2023, Sala Studio 54, León)El
conciertazo que se marcaron los Leather Boys en el Babylon, en pleno centro de
la preciosa ciudad de León, fue tan solo el primer plato de un menú de verdadero
lujo. Un ciclo de conciertos que, aunque fuese por un solo fin de semana,
convertía a la ciudad en la capital del Rock en este país. No es una afirmación
para nada exagerada. Durante dos días, en tres eventos separados, teníamos 10
conciertos a 10 minutos a pie entre unos y otros. Por una parte, el ya comentado
Spooky Fest en su tercera celebración. Por otra, el grandioso Lion Rock Fest. Y
por otra, amparadas por la misma organización del festival, pudimos disfrutar
de las actuaciones de dos de las mejores bandas de Hard melódico / AOR que
existen hoy por hoy en la península, toda una delicatesen para paladares
exigentes: los locales <b>Torque</b>, y
desde Madrid, los más que curtidos <b>Strangers</b>.
La verdadera lástima fue el solapamiento entre los eventos del viernes, que se
acusó todavía más debido al retraso que padeció la actuación de los Leather
Boys. Una vez nos despedimos debidamente de estos últimos, fuimos corriendo,
más que andando, hacia la Studio 54, pero sabíamos que ni con toda la prisa, ni
con las mejores intenciones, llegaríamos a ver el bolo completo de <b>Torque</b>. Y la verdad, es algo que me
fastidió bastante, por mucho que sean ‘cosas que pasan’, ya tenía unas ganas inenarrables
de ver cómo defendían ese pedazo de álbum llamado “The Deep Between Two Souls”
que tanto me ha enganchado. <b>Strangers</b>
también eran, en cierto modo, novedad en directo para mí, porque aunque ya les
vi hace unos años en el Leyendas del Rock, la formación y sonido que ostentan
actualmente son bastante distintos a los de entonces. Así pues, ¡que continúe
el Rock’n’Roll!<br><br>
<a name='more'></a>
Llegamos
a las puertas de la Studio 54 y ‘nos colamos’ rápidamente. Por suerte, la
entrada era gratuita, y el pase a la sala era bastante fluido. Dentro nos
encontramos con varias sorpresas, siendo esta nuestra primera visita al lugar.
La primera de ellas fue el tamaño, esperaba algo mucho más pequeño, pero lo
cierto es que se trata de toda una señora sala con un aforo cercano a las 500
personas, para que os hagáis una idea quienes nunca habéis estado. La segunda y
también agradable sorpresa fue encontrarnos con que la asistencia era
absolutamente masiva, con la peña abarrotando el espacio delante del escenario.
Nos las vimos un poco canutas, pero finalmente encontramos una buena posición.
<br><br>
Lamentablemente,
nos encontramos con el vocalista, Pedro Torque, presentando a los componentes
de la banda, lo que indicaba que el concierto debía estar ya en sus últimos
compases. Aun así, me propuse disfrutarlo con los cinco sentidos, exprimir lo
que quedaba con la mayor de las ganas, y vaya si lo hice. Retomaban el tema
que, seguramente, había quedado a medias antes de iniciar la presentación, y
tuve la suerte de que se tratase de uno de mis favoritos del disco, <u>My
Addiction</u>, con esa melodía de ensueño haciéndonos vibrar a todos. La banda,
ya totalmente caliente, y con un público comiendo de su mano, rodaba como la
seda, y se desenvolvía maravillosamente por el escenario, juntos y revueltos, y
al frente, ese torbellino de clase y perpetuo movimiento que demostró ser el
gran Pedro Torque, cuya voz sonaba muy nítida y bien conjuntada con la de su
compañera Marian, encargada de poner los coros más suaves. La elegancia era la
nota dominante sobre el escenario, comenzando por los atuendos de los músicos,
luciendo Pedro una chaqueta de lo más espectacular llena de brillantes
tachuelas, y Atractivo Hernández, el bajista, un chaleco y corbata, todo muy
apropiado para el buen gusto que destilan sus composiciones. Pero también lo
era el sonido del directo, con todos los instrumentos sonando al mismo nivel,
sin brusquedades, sin pisarse, y con bastante definición, pudiendo apreciarse
todos ellos a las mil maravillas. Esto casi fue un alivio después de la gran
estridencia que escuchamos en el Pub Babylon (ojo, que también moló, a su
manera). Nos sorprendieron a todos con un cover de The Poodles, banda y sonido
del que beben innegablemente. En <u>Caroline</u>, Pedro hizo gala de un inmenso
rango vocal, llegando a partes altas sin despeinarse, al tiempo que se recorría
el escenario para simpatizar con sus compañeros.
<br><br>
Esa
actitud tan abierta fue la que mostró también con el público, saludando y
haciendo guiños constantes. El bajo de cinco cuerdas de Atractivo también sonó
de fábula, pero si en este y otros temas hubo algo que me llamó poderosamente
la atención, fue la gran energía de su batería Miriam, una pasada, marcando el
ritmo, pegando de lujo y sobre todo, pasándoselo en grande. El tema más
singular del disco, <u>Sword of the Stone</u>, cayó a continuación, mostrando
unos registros mucho más homogéneos y suaves que en el disco. A mí
personalmente, me gustó más aquí, incluso. Pedro, de nuevo, desataba toda su
teatralidad en sus gestos y movimientos, Ion Andrés, a la guitarra, daba
constantes muestras de calidad, intercalando punteos aquí y allí seguidos de
sus firmes riffs, y esa parte más dura la aportaba el bajista, a través de su
micro, con las voces casi guturales. Se respiraba una gran energía, muy
positiva, en el ambiente, eran los frutos de lo que la banda había sembrado,
seguramente, desde el principio de la actuación, comulgando a un gran nivel con
los asistentes, con grandes dosis de calidad musical y cercanía. Cuando se
despidieron, obtuvieron un ‘otra, otra’ como respuesta, ya que no podían
retirarse sin ejecutar el que fue el primer single de su disco “The Deep
Between Two Souls” (una verdadera joya que no podéis dejar de escuchar),
llamado <u>Bye Bye</u>. Lo único que eché de menos en ella fueron teclas reales
en lugar de disparadas, pero todo lo demás, rayó a gran altura. Marian y Pedro
se marcaban, incluso, unos bailes, rebosantes de entusiasmo y ganas de agradar,
y este último siguió comiéndose el escenario hasta el mismo final, con un gran
encanto y carisma, haciendo brillar a través de su gran voz los últimos
estribillos que, por supuesto, nosotros acompañamos coreando.
<br><br>
En la
foto final desde el escenario, que ellos mismos han colgado en redes, se
aprecia perfectamente ese ambiente tan deslumbrante y multitudinario del que
hablo. Espero que esto solamente sea el principio, y que tengan una próspera y
dilatada carrera, porque desde luego, transmiten imagen, calidad y actitud de
banda realmente grande, y lo tienen todo para triunfar, en la medida en que eso
sea posible, tratándose de su estilo en un país como este, en el que no se
aprecia tanto como en otros. Como digo, tras la despedida, me quedé con la miel
en los labios, me perdí temas que seguramente sonaron, alguna de mis favoritas
como Here I am, We are one, I Wander o One More Night, así que utilizaré esto
último como excusa ineludible para volver a verles de nuevo, y a la próxima, tiene
que ser en las condiciones adecuadas.
<br><br>
El día
había sido muy ajetreado, trajinando por León y sus alrededores desde buena
mañana y, cuando salimos a tomar el aire entre grupo y grupo, nos encontrábamos
realmente cansados… pero eso no fue impedimento en absoluto para disfrutar a
saco de otra de mis bandas de Rock melódico predilectas de nuestra geografía.
Con más de 10 años de carrera ya a sus espaldas, <b>Strangers</b> es una de esas formaciones que obligatoriamente hay que
mencionar si nos referimos al AOR patrio. A pesar del sinfín de obstáculos y
cambios de formación con los que han tenido que lidiar a lo largo de los años,
el guitarrista Miguel Martín y el batería Abel Ramos nunca han dejado de tirar
del carro, siempre apostando por un estilo que, además, tampoco es el
mayoritario por estos lares, y eso ya es algo de admirar.
<br><br>
Hacía
ya 6 años que no les veía en directo, y todavía recuerdo las grandes
sensaciones que me dejaron con su actuación en el Leyendas del Rock 2017, aun
con un escenario bastante pequeño y un sonido que dejó bastante que desear. La
cosa aquí, en el Studio 54 de León, fue bastante distinta, mucho mejor y más
disfrutable sin el asfixiante calor ni el cansancio acumulado de un festival.
No solamente su formación, presentada oficialmente hace tan solo unos meses,
fue la gran novedad. Casi igual de importante fueron los temas nuevos que nos
presentaron, y que formarán parte de su cuarto LP, en el que trabajan
actualmente. Sin embargo, optaron por un tema clásico de su segundo disco, “Survival”,
<u>Heroes</u>, para dar comienzo a su setlist, que nos cautivó rápidamente con
su melodía tan ochentera, teniendo como punto álgido ese espectacular solo del
final a cargo de Miguel, que prácticamente empalmarían con <u>Stars Like Me</u>,
bastante más moderna, ya perteneciente a su “Brand New Start”, del que
extraerían la mayor parte de su repertorio. Mientras César se encargaba de los
coros y de alimentar las bases rítmicas con gran clase, Abel, tremendamente
motivado, metía muchísima caña a su batería. Pero, si os soy sincero, me era
muy difícil desviar la mirada del componente que cada vez atraía más y más la
atención del público: la que es su nueva vocalista, Celia Barloz, una
joya de fichaje en todos los sentidos, aunque realmente no es nueva en la
banda, ya que participó activamente en los coros durante los últimos años, e
incluso actuó como vocalista principal en algún concierto. Ahora el puesto es
suyo por derecho… y es una fuerza imparable, tanto a nivel escénico como vocal.
Ella fue quien nos presentó el primer tema nuevo de la noche, titulado <u>Stronger
Than Before</u>, que visto lo visto, representa un paso más allá en la
dirección musical del grupo. De nuevo, una ejecución impecable, con una banda notablemente
sincronizada.<u></u>
<br><br>
Los contoneos de César y esa soberbia mezcla de elegancia y
virtuosismo en la forma de tocar de Miguel empezaban a darle un color realmente
mágico a la noche, y Celia nos regaló los oídos con unos registros
espeluznantemente elevados, imposibles para cualquier otro vocalista que haya
ocupado su puesto previamente. Su forma de moverse, de mirar al público, sus
gestos y su manera de cantar, además con una pronunciación realmente buena, son
absolutamente irresistibles, y porque no decirlo, haciendo gala también de una
sensualidad explosiva. Se mueve como pez en el agua, entona de lujo, es buena
comunicadora, y sabe llevarse al público a su terreno con un feeling y un
magnetismo que salta a la vista, como el que desplegó con <u>Higher Again</u>,
en la que además, me fliparon esos platos de Abel por el rollo tan único que le
dan al tema. La diferencia entre el inicio del show y el momento actual,
respecto al público, era enorme. Si la mayoría se mostraba algo apático en los
primerísimos compases, ahora los aplausos subían exponencialmente de intensidad
y duración entre tema y tema. Continuaron dando cancha a su “Brand New Start”
con cortes como <u>Somewhere</u>, plagadita de detalles en las cuerdas del
fenomenal Miguel Martín, o la cañerísima <u>Beyond Your Eyes</u>, en donde este
mismo ejecutó el solo bien centrado en el escenario, deleitándonos con su
estilazo y talento. El setlist, además, estuvo bien trazado, sabiendo compensar
los temas más suaves y ambientales con otros más moviditos y potentes. <u>Echoes</u>,
otro de los temas nuevos que presentaron, me trajo al oído a bandas del nuevo Sleaze
/ Glam sueco, por esas bases contundentes, de corte más actual, pero que siguen
bebiendo en su esencia de las bases del Hard / AOR. La pegada en la batería de
Abel fue muy sentida durante <u>Covering my Tracks</u>, uno de los instrumentos
más destacados, pero fue de nuevo Celia quien captó todas las miradas,
contoneándose, mostrando un gran dominio del espacio, conectando y cantando sin
el más mínimo atisbo de timidez, cargándose por momentos la banda a las
espaldas. La iluminación también jugó un buen papel, especialmente en momentos
donde sonaron temas como <u>The Wind</u>. Esos tonos azulados y rojizos tenues
y suaves fueron absolutamente perfectos para ambientar la cadencia inicial del
tema, en el que la falta de teclados contrastó con la inclusión de esas frases
pregrabadas. Casi en su parte final, César y Miguel se dejaban el cuello al
compás de los poderosos baquetazos de Abel, completamente inmerso en el
concierto.
<br><br>
Acalorada, Celia se desprendía de su bonita chupa de flecos
para presentar a continuación dos temas nuevos seguidos, uno de ellos fue <u>Flames</u>,
bastante bien recibida pese al desconocimiento, y otra, <u>With You</u>, que ya
lanzaron hace unas semanas (y cuyo videoclip curiosamente, mientras escribo
estas líneas, por alguna razón que se me escapa, me es imposible encontrar).
Con diferencia, este es el tema más comercial y distinto a su sonido original,
pero no voy a negar que engancha lo suyo, y creo que se convertirá en un fijo de
sus directos. Celia, que nos había dado una lección magistral de ‘soul’ en su
inicio, nos pedía ayuda con esos coros, y la reacción por parte del público fue
excelente. Por muy buen camino andan si consiguen que todo el mundo cante a
viva voz un tema relativamente nuevo. También Miguel la bordó a base de
recursos como el tapping en su solo de guitarra, y su desparpajo y gran
motivación sobre el escenario. Todos los temas nuevos están siendo actualmente
registrados en los KV62 Studio de Andy C. (ex-Dark Moor y Saratoga, entre
otros), y estoy convencido de que les va a quedar un trabajo realmente genial. A
pesar de todo lo dicho, no voy a negar que el sonido de sus primeros discos me
gustaba más que aquel más moderno que presentaron a partir del tercero. Antes
de darnos el último adiós musical, tanto Celia como Miguel se dirigieron
brevemente hacia nosotros, recordándonos que tenían cosas guapas en el merchan,
y dándonos su más sentido agradecimiento por el calor con que les apoyamos. Y para
contentar los oídos más clásicos (como los de un servidor, jeje), y básicamente
porque es un jodido temazo imprescindible en sus conciertos, nos regalaron, por
último, <u>Never Stop</u>, con la que bailé y canté hasta quedarme a gusto,
gozando a lo bestia de ese inicio machacón por parte de Abel, de esos últimos
bailes hipnóticos de Celia, y de las crujientes guitarras de Miguel que me
pusieron a 100.
<br><br>
Para mantener el buen rollo imperante, el final fue
profundamente entrañable, sonando el Don’t Stop Believin’ de los Journey, y
coincidiendo Celia Barloz y Pedro Torque, cantándola a dúo por los micrófonos
todavía abiertos, y animándonos a todos a hacerlo también. Uno de esos detalles
únicos que te hacen salir por la puerta de la sala con una gran sonrisa en el
rostro. Aunque mi insaciable apetito por el Rock melódico continuaba pidiéndome
más música, ya no había más opciones en directo para aquella noche, así que
decidimos retirarnos a descansar al hostal. Necesitaríamos todas las fuerzas
que pudiéramos acumular para disfrutar y aguantar el tirón de la que se nos venía
encima para el día siguiente, un maratón non-stop de seis bandas de lo más
selecto e irresistible.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4s0-zofzopRUY2XeBP70k3ej3cx5BL1vBnOTlzOVgi4BEGrvAJJsUGob8rHIDTYx2wqwZobD3iVKzzQ1A-sLbN-yg06isVsU_akBqfVMGUjGDHPtIjT5uvsT-XFk2rhKD51i9lp5NeQ3_juSMOddLawHY3QvVFQf3DZufUj_o2H7e6U6Xltt9KDsWyCg/s1600/Strangers%20%2862%29%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1052" data-original-width="2000" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi4s0-zofzopRUY2XeBP70k3ej3cx5BL1vBnOTlzOVgi4BEGrvAJJsUGob8rHIDTYx2wqwZobD3iVKzzQ1A-sLbN-yg06isVsU_akBqfVMGUjGDHPtIjT5uvsT-XFk2rhKD51i9lp5NeQ3_juSMOddLawHY3QvVFQf3DZufUj_o2H7e6U6Xltt9KDsWyCg/s1600/Strangers%20%2862%29%20Portada.jpeg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/orKkZDK" ><a href="//imgur.com/a/orKkZDK">Torque + Strangers (Viernes 03-11-2023, Sala Studio 54, León)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-51679809212942125692023-11-06T17:53:00.003+01:002023-11-06T18:35:49.101+01:00Wild in the Streets (Leather Boys, Spooky Fest III, Viernes 03-11-2023, Pub Babylon, León)Lo
acontecido en León este reciente fin de semana ha sido, pasando de eufemismos,
algo muy, pero que MUY grande, y con toda seguridad, inolvidable. Algo que, aun
sin saberlo a ciencia cierta, creo que ha tenido muy pocos o ningún precedente
en la capital leonesa relacionado con el mundo del Rock. Muy pocas veces me he
recorrido (aunque afortunadamente, aquí tuve al lado a mi chica) tantísimos
kilómetros, más de 700, y casi 7 horas de coche, para asistir a un evento, pero
lo que nos ofrecía tanto el viernes como el sábado, bien merecían el
sacrificio. Un auténtico caramelo, demasiado irresistible como para dejarlo
pasar. Obviamente, nuestro objetivo principal era el Lion Rock Fest, festival
celebrado en el mismo centro de la ciudad, con un cartel de esos que te hace
abrir los ojos de par en par, y te imanta hacia él sin remedio. Pero es que,
aparte, hubo mucho más. Aprovechando este alucinante festival, y con el apoyo de
la organización, dirigida por el promotor, músico y artífice de esta gran
proeza, Chus “Chuspy” Marcos, como programa de actividades complementario
(forma elegante de decir ‘más conciertos a mansalva’) tendrían lugar, sin salir
del núcleo urbano, otra serie de actuaciones de gran calibre, y casi tan
apetecibles como el propio festival. Pero es que, al margen de todos estos
conciertos, por pura casualidad, también tenía programada su celebración, para
este mismo fin de semana, el Spooky Fest, un festival itinerante de dos días que
alcanzaba ya su tercera edición, y cuyo principal atractivo, para mi gusto,
eran los avilesinos <b>Leather Boys</b>,
banda que ha participado justamente en todas y cada una de las ediciones.
Puesto que estuvieron implicados tres recintos en los distintos eventos, he
preferido hacer tres crónicas distintas para darles voz de forma independiente.
¡Arrancamos!<br><br>
<a name='more'></a>
Como os
podréis imaginar, cuadrarlo todo, entre visitas turísticas a la ciudad,
horarios para cenar, y demás, perdiéndonos el menor número de actuaciones
posible, fue un auténtico tetris, pero al mismo tiempo, todo un reto, y en sí
mismo, un aliciente más para acudir allí aquel fin de semana. Y es que pocas
oportunidades he tenido de tener acceso a un conjunto tan amplio de conciertos
en tan poco tiempo. Además, desde el hostal donde nos hospedábamos, todo estaba
realmente cerca, a no más de 10 minutos a pie. Como he dicho, comenzamos esta
pequeña gran aventura en la primera jornada del Spooky Fest III, concretamente
con el único bolo del festival que podíamos ver, aunque a continuación,
actuaban los garajeros cedeireses Lunamotos, de quienes, desafortunadamente, no
pudimos disfrutar, y tampoco al día siguiente de Hotel Valmont ni de The
Flamingos Bite.
<br><br>
Los <b>Leather Boys</b> se presentaban en León,
como otras veces han hecho, para arrasar la ciudad con su Rock gamberro,
desenfrenado, y descarado, concretamente, en la sala Babylon, un garito tirando
a pequeño pero con muchísima solera, perfecto para esta banda, especialista en
armarla gorda en sus directos. Y el de aquella noche, ya lo digo de primeras,
estuvo plagadito de socarronería, mucha mala sombra, cantidades ingentes de
actitud y, lo más importante, Rock’n’Roll a kilotones, que nos hicieron disfrutar,
bailar y descojonarnos como hijos de puta, y como añadido, coger una buena
acalorada a pesar del casi insoportable frío de aquella noche (especialmente,
para quienes no estamos acostumbrados a esas temperaturas).
<br><br>
Mi
chica y yo llegamos, literalmente, los primeros al lugar, y para suavizar la
espera, nos tomamos unas cervezas en la barra, pudiendo saludar a algunos de
los componentes de la banda antes de la gran fiesta, y gozando (algo que
siempre es un placer, pero no siempre sucede), de un musicón muy acorde al
rollo de aquella velada. Con grandes detalles como este, a mí una sala / garito
me gana inmediatamente. La idea de aquella noche, tanto nuestra como de la
propia banda, y para lo cual se hicieron arreglos previos en los horarios para
evitar solapamientos, era terminar la actuación de los <b>Leather Boys</b> y, raudos, acercarnos a la sala Studio 54, que no
estaba demasiado lejos, para intentar llegar a tiempo a los bolos de Torque y
Strangers.
<br><br>
Sin
embargo, las cosas no siempre salen como uno quiere, y determinados problemas
técnicos frustraron ese crimen perfecto. Pero antes de arrancar definitivamente,
casi al mismo tiempo que sonaba esa mágica The Boys Are Back in Town de Thin
Lizzy, el mismísimo Fernando Tanxencias, director y redactor de ese pedazo de
libro (entre muchísimas más ocupaciones) que la banda ha publicado, llamado
‘Fairytales From The Underground’, ejerció de maestro de ceremonias para
introducir a la banda ante el deseoso público. La dilatada espera provocó que
las ganas acumuladas estuviesen a punto de explotar, y en cuanto los <b>Leather Boys</b> tomaron el escenario por
la fuerza, ya con mucha más gente ocupando la sala… y tras esos primeros
acordes que anticipaban la tormenta… se desbordaron por completo en <u>Rebirth</u>,
el primer corte en golpearnos los oídos, con un sonido muy crudo y un volumen
deliciosamente elevado que nos trajo nada más empezar la versión más desatada
de la banda. Sin dilaciones, cogía Leather Rose su aro para darle caña en <u>Pandemic
Messiah</u>, empeñado en subir los ánimos del personal con esos movimientos tan
provocativos. Y sus compañeros no le desmerecían en absoluto. Leather Sex,
aunque de momento confinado en un rincón, empezaba a coger carrerilla (hasta
unos límites que pocos podíamos imaginar), y Triple L, junto a su compañero a
la guitarra rítmica, andaban por aquí y por allí con coreografías, aprovechando
a tope el reducido espacio. En seguida, la potente <u>Underground</u> se nos
echaba encima, con el bajista marcando el compás, tanto con sus cuerdas como
con su cuello, acompañando a Rose en los coros tal como hacía también Sex. Un
tema que subió enormemente la intensidad, y al mismo tiempo, una de mis
favoritas. Tras un primer y desmadrado discurso de Sex (que le sacó mucho
partido a su micro jeje), <u>Decade of Decadence</u> continuó desparramando
actitud por todo el garito. Bailes entre el público ya desde las primeras
pulsaciones de Triple L y los golpes de Chema “Leather Skelter”, que abrieron
el tema. Rose se curró muy bien esos tonos altos, siempre arropado por los
coros de sus colegas.
<br><br>
Sex nos
comentaría, ya hacia el final, que su discografía solo consta de un gran hit,
pero humildemente discrepo con esto, porque <u>Don’t Cheat on me</u> me parece
un jodido pepinazo, de esos cuyos estribillos te ponen la sangre a hervir, y
ganas de perder el control, tal como parecía sucederle al guitarrista, que se
flipaba y vivía cada nota del tema, desmelenándose y pateando la tarima con
furia. A pesar de lo que nos anunciaba Leather Rose (jeje), la próxima en caer
sería <u>Afrodisiac Grape</u>, que Leather Sex dedicó a una de sus grandes
pasiones, el vino, no sin antes entonarse unas estrofas de Julio Iglesias. Puro
glam / sleaze descarado y mordiente, tal como lo era la actitud de Rose en
primera línea de ataque, o esa sonrisa corrosiva y burlona de Triple L al bajo,
que también se ganaba su protagonismo con headbanging y esas constantes puyas
que lanzaba. Sex comenzaba a venirse arriba con su descojonante verborrea.
Igual dedicaba las canciones a las personalidades más variopintas, que pedía
una ovación para Ronnie James Dio, todo muy random, y sobre todo, con una
ironía y desvergüenza que tiraban de espaldas. Ahora sí, le llegaba el turno a <u>Fairytales
From the Underground</u>, el tema que sacaron con motivo de su biografía. Me
moló especialmente Rose hacia el final, manteniendo el tono todo lo posible sin
dejar de moverse. Cambiando de registro, nos daba también una gran
interpretación en <u>Fly Free</u>, con el aro de nuevo entre sus manos. Fue el
tema más suave y tal vez con más feeling de todo el show, pero, aunque encajó
perfectamente, <b>Leather Boys</b> no son
una banda de dejarse llevar por sentimientos durante mucho rato. Lo suyo es
poner las salas patas arriba a base de ritmos ardientes y guitarras
destructivas, y allá que iban a ello con <u>Flower Power</u>, moviéndose
Leather Sex al centro del escenario en la parte del solo, siempre con la pasión
al límite, y <u>Stranded</u>, en la que el mismo nos ofreció una buena sesión
de wahwah en sus cuerdas.
<br><br>
Aclarar
que, en esta ocasión (y ya van unas cuantas), su guitarrista habitual, Dirty
Duke, no pudo acompañarles por motivos de paternidad, y fue su compañero Chema
Bretón (Leather Breton) quien se colgó la rítmica, conociendo las canciones al
dedillo y congeniando muy bien, sobre todo, con el bajista, aunque le vimos
hacer piña también con el resto de componentes. Todavía quedaba mucho concierto
por delante, bastante alargado por los hilarantes y a veces inconexos discursos
de Sex que, en más de una ocasión, casi me provocan una embolia de tanto descojonarme.
Son un puto show, y a la vista estaba que toda la sala les estaba disfrutando
al 100%. Impagable, por ejemplo, la sarta de barbaridades pronunciada antes de <u>Lord
of the Whores</u>, un tema que hacía tiempo que no rescataban para el directo,
al igual que sucedió con <u>Scabs</u>, antes de la cual, Triple L abandonó
tranquilamente el escenario para echar una meada. Sí, este era el nivel de
desfase. Incluso algunos músicos empezaron ya a sudar del escenario, bajándose
de este y tocando entre el público, sobre la marcha, conforme se les iban
subiendo los humos. Rose nos incitaba a cantar los coros de <u>St. Mary’s Dance</u>,
teniéndonos ya desde hacía un buen rato metidos en el bolsillo gracias a su
gran carisma, y el resultado fue un verdadero estruendo de voces, un ambientazo
soberbio, y una fiesta ya imparable, que seguía aumentando de intensidad con <u>To
the Curb</u>. Puro Sleazy punkarra y descamisado, durante cuyo inicio, Rose y
Sex se apoyaban uno en el otro, dando tumbos y tirando incluso el palo del
micrófono al suelo. Puede que el sonido no fuese pulido como un diamante, pero
todos los instrumentos rugían a base de bien, y los temas sonaban como tenían
que sonar, como un derechazo en la puta cara.
<br><br>
Encarábamos
la recta final de la actuación (que andaba con un retraso brutal jeje) de la
mano de <u>Leather Gunner</u>, uno de sus temas más sonados. En su ascensión
hasta perder las maneras por completo, tanto Sex como Rose terminaron tocando
bajo del escenario, Triple L se encargó de cantar algunas partes y terminó,
junto a Sex, de rodillas en medio del escenario, con miradas cómplices entre
ellos, y a pesar de las alturas del concierto, muchísimas ganas de seguir
reventando la Babylon hasta el final. Eso tiene un nombre: actitud, y de eso,
los chicos de cuero van sobradísimos. Su gran hit (según Sex) <u>Born in the
70’s</u> llegó para incendiar, poniéndonos a todos a cantar puño en alto, al
ritmo con el que el vocalista, muy agitado, taconeaba sus camperas y nos pedía
que nos dejásemos las gargantas con el estribillo. Este último fue, de lejos,
el disco más representado en el concierto, pero también hubo espacio para un
cover, un valor seguro como fue el <u>Ace of Spades</u> de los Motörhead,
tocada endiabladamente rápida (y con la consiguiente algarabía generalizada),
con un bajo muy protagonista, Leather Rose desgañitándose en ella, y Sex
ocupando el centro del escenario con su solo. No contento con ello, para el
remate final, de la mano de la tronchante <u>R’n’R Blowjob</u>, propició el
momento más desfasado de toda la noche, haciéndonos cantar los coros subido
encima de la barra, y llegando al final de esta, se dio un hostiazo de aúpa
(que podría haber sido peor si no lo sujetamos). Pero lejos de amedrentarse, y como
completamente poseído por el Rock’n’Roll, continuó tocando hasta el final en
medio de la sala, entre el acalorado público, ganándose a pulso un aplauso
mayoritario entre carcajadas y voces, y fue imposible trazar un mejor final de
espectáculo que aquel que nos regalaron.
<br><br>
Fue mi segunda
vez frente a ellos, y la mejor. Porque, si bien el sonido fue muy mejorable, y
el local no les ofrecía casi espacio para desmadrarse a sus anchas, el tiempo
de actuación fue mayor, y el setlist mucho más completo que el del show que
dieron junto a Pölvora, en Valencia, el pasado Julio de este mismo año. La
mayor putada fue que el concierto arrastró un montón de retraso, y finalmente,
apenas pudimos ver unos pocos temas de Torque, que tocaban en otra sala
cercana. Pero esto lo dejo para la siguiente crónica. De momento, pongo punto y
final a esta locura desatada por los <b>Leather
Boys</b> en la Babylon. Ojalá pueda volver a coincidir pronto con ellos, porque
son pura dinamita.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPV7S_oj2zRe3QN99SvwOiYfyAfMo4r_Unmw_Jo0ZNpD4-Rjc_eecQwbYJBmqTFAx0NOU0tRftBLLDGpQxbxWD9sRuaQa-MeVoVCwKW6GfgC_lKTDcKz1AkFILsDcVB084uRLtul4ZDBb5IsUlpf70sVqaO3LM3G7xi6ByRQQolKvblsOGw22aYwaLNUM/s1600/Leather%20Boys%20%285%29%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="840" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiPV7S_oj2zRe3QN99SvwOiYfyAfMo4r_Unmw_Jo0ZNpD4-Rjc_eecQwbYJBmqTFAx0NOU0tRftBLLDGpQxbxWD9sRuaQa-MeVoVCwKW6GfgC_lKTDcKz1AkFILsDcVB084uRLtul4ZDBb5IsUlpf70sVqaO3LM3G7xi6ByRQQolKvblsOGw22aYwaLNUM/s1600/Leather%20Boys%20%285%29%20Portada.jpeg"/></a></center>
<br>
<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/RaYQvhz" ><a href="//imgur.com/a/RaYQvhz">Leather Boys (Spooky Fest III, Viernes 03-11-23, Sala Babylon, León)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-57273558118107972652023-10-25T20:13:00.000+02:002023-10-25T20:13:31.791+02:00Drops of Heaven... (FM + Dare, domingo 22-10-23, Sala Shoko, Madrid)Casi
sin tiempo de asimilar la avalancha de Rock’n’Roll que nos metieron entre pecho
y espalda los Corazones Eléctricos en Murcia la noche anterior (pero sin
olvidar ni por un solo segundo las grandes impresiones que nos dejaron), al día
siguiente volvíamos a tirar de millas con el coche, casi en dirección contraria,
para desplazarnos esta vez hasta el mismísimo núcleo de la capital madrileña. </span>Llevaba
bastante tiempo siguiéndole la pista con lupa a esta espectacular gira formada
por <b>FM</b> y <b>Dare</b>, un auténtico caramelazo irresistible para los amantes del
soft rock británico, un estilo que, si bien no está exento de cierto número de seguidores
por aquí, tampoco goza de la atracción que tienen otros géneros. Sin embargo,
dicho concierto tan solo estuvo en la lista de “posibles”, sobre todo por tema
de gasto, hasta hace bien poco. Le añadimos unos cuantos planes, y aprovechando
que hacía unos cuantos años que no nos acercábamos por esas tierras, y por
tanto, había mucha gente conocida con la queríamos quedar… ¡Voilà!, ya teníamos
el perfecto conjunto de excusas para disfrutar a lo grande de uno de esos
conciertos que se repiten bastante a la larga por estos lares, y por el que
tanto se me ha caído la baba desde que se anunció. Para ir en plan Low Cost,
gorroneamos casa a nuestra amiga Rosa (gracias infinitas por la cama, la
compañía, y el papeo) y aprovechamos el resto de días del viajecito para darnos
un buen rulo por Madrid, aunque a decir verdad, el tiempo no acompañó en
absoluto, lloviendo a manta cada dos por tres, y con el fresquito del otoño ya
entrando por la puerta. Para quitármelo, no dejaba de frotarme las manos pensando
en el que, al fin y al cabo, era para mí el principal objetivo de este fin de
semana.<br><br>
<a name='more'></a>
Tan precipitado fue todo que, de hecho, fuimos sin entradas
anticipadas, de lo cual deberíamos haber aprendido ya, con el recuerdo todavía
latente de aquel concierto de Reckless Love en la Caracol, en 2016, donde nos
llevamos un buen susto y por poco no nos quedamos en la puerta. Según el portal
de venta online, todavía quedaban unas cuantas en taquilla, pero antes de abrir
puertas, sobre las 18:30, se formaba ya una buena cola a la entrada, con lo que
el temor no desapareció del todo. Afortunadamente, y obviando la lluvia que empezaba
a caer, pudimos pillar nuestro pase sin incidencias… bueno, salvo una. No
entiendo porqué, si en todos los canales oficiales de venta pone que la entrada
en taquilla vale 38€ (que no es poco…) nos la tuvieron que cobrar a 40, desentendiéndose
el personal de la sala de toda reclamación. Eso es tener jeta de cemento, y fue
algo que me tocó bastante los cojones.
<br><br>
Al menos, no todo fueron sinsabores en el acceso a la sala
(mi primera visita a esta). La media hora de espera hasta que salieron los FM,
estuvo amenizada con muy buena música, y muy coherente con el rollo que íbamos
a ver, con temas de AC/DC, Def Leppard, Journey, Autograph… así da gusto. A
parte, el ambiente parecía de lo más sano, y la media de edad era relativamente
elevada, por lo que todo presagiaba unos conciertos tranquilos. Aunque todavía
quedaba un ratito, yo estaba que se me comían los nervios, y nos pusimos, mi
chica y yo, a guardar sitio entre las primeras filas.
<br><br>
<b><u>FM:</u></b>
<br><br>
Todo comenzó con la introducción, exactamente la misma que
la de la reciente grabación del “Tough it out” en directo, reclamando nuestra
atención con las luces ya apagadas y el humo brotando del escenario para,
seguidamente, abrir, entre un mar de aplausos con <u>Synchronized</u>… y los nervios
se transformaron en alegría. El grandioso Steve Overland, de momento sin
guitarra al cuello, se paseaba por todo el borde del escenario, como
reconociendo el terreno y, al mismo tiempo, saludando a sus fans con la mirada
y exhibiendo toneladas de elegancia. Las luces, siguiendo el mensaje de la
letra, alumbraban por momentos toda la sala, y ya desde el primer tema,
empezamos a colaborar con las palmas. Otra introducción grabada dio paso a <u>Tough
it out</u>, con ese inicio casi disco, un bajo muy prominente, y grandes coros
del eterno bajista Merv Goldsworthy junto a los de su compañero a las teclas, Jem
Davis. Uno de tantos temas coreables, que en seguida nos puso a cantar,
adelantándose en el solo tanto Merv como Jim Kirkpatrick a la guitarra, para
lucir palmito y demostrar que los años no pasan por ellos. Para <u>Killed by
Love</u>, los insinuantes movimientos de Merv, por todo el escenario, y
haciendo piña con Jem (que se lo pasaba en grande frente a su teclado), elevaban
la temperatura a base de bien. También hubo muchas partes que cantamos desde el
público, algunos poniéndole más pasión que otros. Lo que estábamos presenciando
era un auténtico despilfarro de clase y saber estar, y unos músicos estratosféricos
en cuanto a nivel técnico, y así es muy difícil no gozar a lo grande desde el
principio. Steve, que se dio cuenta de ello, se dirigía a nosotros, dándonos
las gracias y anunciando el final de la gira por España.
<br><br>
Momento absolutamente apoteósico, para mí, de los mejores de
la noche, con la llegada de <u>Someday (You'll Come Running)</u>, tan
versionado por bandas como Air Kraft, Mark Free, o Venus & Mars, de cuya
teclista fue obra este temazo. Puro y suculento AOR, con teclas resaltadas y
unas líneas vocales clavada por Steve, que interpretó uno de sus grandes
papeles de la noche, saliéndose con sus notas altas y sostenidas, un auténtico
lujo para los oídos. Bravo por ellos, por recuperarla en directo. Jem Davis, a
quien vimos pasarlo teta durante todo el show, saltando, cantando las letras, y
contoneándose ante su instrumento, abría <u>Let Love Be the Leader</u>, en la
que Steve se colgó su eléctrica ya hasta el final, aunque no siempre la tocó en
todos los temas. Con una actitud tremenda, Merv Goldsworthy ya nos apuntaba con
su bajo, ya se giraba hacia su compañero Pete Jupp, ya terminaba junto a Steve
y Jim formando triplete. El medio tiempo <u>The Dream That Died</u> nos trajo
una ambientación ochentera embriagadora, de esas que te hacen soñar con los
ojos abiertos, teniéndonos a todos embelesados, con coros de Merv y Jim, teclas
de pura fantasía, y un Steve, de nuevo, celestial en las voces, entregado,
sonriente y elegante como pocos cantantes se pueden ver a día de hoy. El
vocalista (y creo que no en broma), nos dijo que querían eliminar a toda costa
del setlist <u>American Girls</u>, pero que finalmente, para regocijo de la
gran mayoría, la iban a tocar porque no dejábamos de pedirla. Y la verdad, no
entiendo porqué quieren deshacerse de ella, es una melodía fresca, que llega
directa, y además, pudimos disfrutar de esas armonías de guitarras ejecutadas,
codo con codo, entre Steve y Jim, que sonaron para chuparse los dedos. Y con
unas teclas, de nuevo, flipantes. En realidad, todo sonaba increíblemente claro,
con el volumen perfecto y muy definido para que uno pudiera prestarle atención
a cualquier instrumento. Un verdadero gustazo, un concierto que, hasta ahora,
lo estaba teniendo absolutamente TODO.
<br><br>
Y así continuaría. Aunque <u>Frozen Heart</u>, por su
cadencia y repetición de estribillos bajó un poco el ritmo, los recursos
escénicos, como las suaves luces, la ambientación sonora y el humo, volvieron a
transportarnos a los mejores años del AOR, con ese punto extra de clase y
sofisticación inglesa. Las excelentes bases de bajo, teclas y baterías fueron
cruciales, y volvieron a poner a toda la sala a hacer palmas. Los siguientes
dos temas me volvieron loco, y supusieron para mí el mejor momento de toda la
noche. <u>That Girl</u> fue pura esencia, unas teclas de ensueño, una batería
firme y sólida, el solo tan guapo de Jim Kirkpatrick (apuntándonos con su
mástil)… observando al público a mi alrededor, se notaba a la legua que todo el
mundo la estaba paladeando como un manjar de lujo, bailes y voces por doquier,
al igual que sucedió con <u>Bad Luck</u>, otro suculento plato de cinco
tenedores. Jim, Steve y Merv flipándose, los tres en línea, con coreografías
incluidas, unos bajos tremendamente marcados que se escuchaban exactamente
iguales al disco, directos a las costillas, y unos coros de escándalo… qué
rollazo más guapo, colegas, fue increíble verla en directo. Uno de esos
momentos que por sí mismos, definen una noche entera. Y para iniciar una recta
final de infarto, que mejor que <u>I Belong to the Night</u>, celebradísima y
(para variar), cantada desde todos los rincones, con un feeling por las nubes.
Dejando simplemente colgada su guitarra, Steve se concentró en cantarla,
deleitándonos con esos registros tan profundos y únicos, y es que hay que puntualizar
que conserva una voz maravillosa, capaz de llegar hasta dónde quiere y de
hacerlo, además, con gran entrega y personalidad, luciéndose de nuevo en esas
notas altas. Además, un solo de guitarra deslumbrante y pulcramente tocado, Jem
recorriendo sus teclas una y otra vez y ese estruendoso solo de batería final a
cargo de Pete, bordaron el tema con hilo de oro.
<br><br>
Antes de tomarse un pequeñísimo descanso antes de los bises,
nos regalaron <u>Turn This Car Around</u>, el único tema que cayó de su último
álbum, “Thirteen”, que tampoco pasó precisamente inadvertida, a pesar de no
estar entre sus grandes clásicos. No nos hicieron esperar demasiado, pero tan
solo volvieron al escenario Steve Overland y Jem Davis. Lo que vino a
continuación… fue pura magia, inolvidable. Solamente con pianos y la voz de
Steve, interpretaron <u>Story of my Life</u>, un momento en el que la
sensibilidad, literalmente, se desbordó, poniéndome los pelos como escarpias
con un ‘soul’ brutal, unos instantes con alma propia. Como elemento emotivo
extra, recordar que Chris Overland, hermano de Steve y uno de los fundadores de
<b>FM</b>, falleció hace tan solo escasos
meses. Nada de percusión ni bajos, pero el resto de miembros de la banda
salieron hacia la mitad del tema para aportar voces a los coros, ganándose a
pulso ese sonoro ‘¡eh! ¡eh!’ que les dedicamos desde abajo. Para el final,
optaron por registros más alegres y movidos, con la edulcorada melodía de <u>Other
Side of Midnight</u>, con la banda al completo, y como añadido, con Jem Davis
empuñando su keytar, moviéndose por todo el escenario, disfrutando de esa
soltura, y acercándose a sus compañeros, desatando un buen rollo infinito que
nos contagiaron por completo. Se despedía Steve, y con un último reprís del
tema, nos robaron una última tanda de aplausos. Un concierto que me dejó un
sabor de boca inmejorable, y solamente por el cual ya mereció la pena hacernos
el viaje. A pesar de haberles visto ya anteriormente, no dejaron de emocionarme
ni sorprenderme un solo segundo del show, haciendo gala de una clase gigantesca,
un setlist difícilmente mejorable y una actitud que no deja duda de por qué
siguen siendo insuperables en su rollo tras cerca de cuatro décadas de carrera.
<br><br>
Salimos afuera a echar unos humos, y comentamos el concierto
con peña que se había desplazado desde bastante lejos para acudir a tan renombrada
cita. La lluvia, lejos de dar tregua, se había envalentonado todavía más, y
tuvimos que apelotonarnos en la entrada (por suerte, cubierta). Afortunadamente,
no hubo ningún problema con esto por parte de la sala. Nos preparábamos, de
paso, para el siguiente envite, el que nos ofrecerían los también británicos <b>Dare</b>, casi a partes iguales con <b>FM</b>, el otro gran motivo para irnos a la
capital. En el año 2016, para mi gran sorpresa y la de muchos, actuaron en el
Leyendas del Rock, pero tuve que perdérmelos por su coincidencia con Helloween.
Desde entonces, llevo deseando verles todavía con más ahínco, y esta fue la
ocasión perfecta.
<br><br>
<b>Dare:</b>
<br><br>
Quizá no me apasionan tanto como <b>FM</b>, no he profundizado tanto en su discografía, y para mí no tienen
temas tan memorables, habiéndoles prestado menos atención en su época más folk.
Pero aun así, tratándose de una banda de Hard melódico de los 80, con un buen
puñado de grandes discos, y las ganas acumuladas que tenía, sabía de antemano
que iba a disfrutarles una burrada. Y confieso que en directo me gustaron incluso
mucho más de lo que esperaba.
<br><br>
Precisamente, ante una introducción que simulaba lluvia (ni
hecho adrede), iban apareciendo sus componentes sobre el escenario, saludando
con los brazos en alto, y bastante motivados para cerrar a lo grande esta rama
de su gira actual en nuestro país. Especialmente entusiasmado se presentó, ante
nosotros, Darren Wharton, sorprendentemente poco cambiado por el paso del
tiempo. El que fuese teclista de los legendarios Thin Lizzy, continúa
liderando, treinta y cinco años después, a sus <b>Dare</b>, aunque con un parón de unos cuantos años de por medio.
Terminó de soltarse con la inicial <u>Born in the Storm</u>, acompañado de
músicos de élite entre los que destaca el colosal Vinny Burns, a quien nunca
había tenido la oportunidad de ver en directo (cuando vi a TEN, en el 2006, ya
no estaba con ellos). El célebre guitarrista se mostró más comedido en los
primeros pasos del bolo, para ir entrando en calor poco a poco, mientras que el
bajista Nigel Clutterbuck estuvo muy activo en temas como <u>Cradle to the
Grave</u>, con movimientos contundentes y constantes guiños, transmitiendo muy
buenas vibraciones. Inicio de concierto muy alentador, ya que con tan solo unos
pocos temas, consiguieron poner en movimiento a la Shoko entera, a base de
simpatía, conexión y buen hacer. Las teclas también fueron un elemento muy
importante en el bolo, con Marc Roberts metiendo las primeras para <u>Home</u>,
al tiempo que también colaboraba con los coros. Tema muy pegadizo y de onda
positiva que todos canturreamos en su estribillo, tal como sucedió con <u>Until</u>,
también del “Sacred Ground”, que incluyó sonidos de instrumentos celtas
pregrabados para añadir esa ambientación tan especial de la que hacen gala sus
discos posteriores a los dos primeros. Todos nos arrancamos también con nuestras
voces, alentados por Darren, que no cesaba en su empeño de animarnos
constantemente.
<br><br>
El sonido fue algo distinto al de <b>FM</b>. Si bien estos últimos destacaron por su impecable limpieza, en
la actuación de <b>Dare</b> todo se
escuchaba un poquito más turbio, pero sin embargo, sonaba mucho más potente en
general, sobre todo la parte de las bases rítmicas. En este punto, hay que
remarcar que no les acompañó su batería de los últimos tiempos, Kev Whitehead,
sino Greg Morgan, un viejo conocido de la banda con quienes grabaron el “Blood
From the Stone”, del que más adelante sonaría algún corte. Greg demostró con
creces ser una auténtica bestia a los palos, especialmente en las partes más
virtuosas, pegando duro y contundente. En su setlist, apostaron por temas
clásicos de sus inicios, bien mezclados con otros más contemporáneos, casi a
partes iguales. Lo cierto es que yo esperaba más peso de los primeros, pero eso
no quiere decir que no hiciesen un concierto casi redondo. Del último disco
hasta la fecha, sacaron esa homónima <u>Road to Eden</u>, continuando Darren
con sus perpetuas idas y venidas por el escenario, extendiendo los brazos,
haciendo muecas a su público y con el ‘Os Quiero’ siempre en boca, sin
desprenderse en ningún momento de sus gafas de sol. Nosotros estábamos algo
alejados de las primeras filas en esta ocasión, pero todo se veía y se
escuchaba de auténtico lujo. A partir de este momento, vino una de las partes
más tranquilitas del show, dando rienda suelta a esa faceta más mística de la
banda, como sucedió con <u>Sea of Roses</u>, en la que definitivamente Vinny se
soltó la melena, posicionándose en el centro del escenario, luciendo su ostentoso
talento a las cuerdas, y visiblemente contento, sin parar con esos gestos y
poses tan ochenteras que me fliparon, continuando con <u>Silent Hills</u>,
presentada previamente por Darren, en donde el vocalista dio el 100% con esa
voz tan aterciopelada y agradable (y poco erosionada por el tiempo), muy
intenso, muy entregado, compensando la bajada de intensidad con sus enormes
cualidades como frontman. Un tema de los más sentidos de la noche.
<br><br>
<u>Wings Of Fire</u>, del citado “Blood from the Stone” fue
una de las grandes estrellas, cantada a pleno pulmón, que desparramó por toda
la sala un ambiente de fiesta y celebración, con muchas manos en el aire.
Vinny, una vez más, demostró de qué pasta está hecho, haciendo rugir su guitarra
con mucha elegancia en sus movimientos. Claro que… nada comparable al que
podríamos considerar el GRAN clásico de la banda, <u>Abandon</u>, que levantó
mil y una pasiones entre la peña. Incluso alguien de entre el público esgrimía
en alto aquellos vinilos de sus inicios. Darren, Nigel y Vinny, con mucho
aplomo, se situaban codo con codo, coordinando sus movimientos, regalándonos
este último uno de sus mejores solos. Los cánticos resonaban en la sala, tanto
como la dura pegada de Greg en algunas partes… La esperaba más hacia el final,
pero aun así, ¡fue apoteósica! No se alejaron de su mítico “Out of the Silence”,
indicio de que iba siendo ya el momento de sacar la artillería pesada, y
volvieron al ataque con <u>Into the Fire</u>, volviendo a abrumar esos teclados
en primera línea, percibiéndose más que nunca esa esencia ochentera. El
incansable Darren, comiéndose por completo el escenario y codeándose con el
bajista Nigel, dio otra lección magistral de cómo ser un frontman activo,
entusiasmado con su trabajo, y cantando de maravilla. No permitía que bajara el
ritmo, fuesen más o menos cañeros los temas, pidiendo palmas, repitiéndonos lo
mucho que nos querían, y saludando de nuevo a sus colegas de <b>FM</b>, que presenciaron todo el concierto
desde las alturas de la sala. Volvía a salir humo del escenario para reforzar
todavía más el ambiente, y volvían a presentar un tema nuevo como <u>Thy
Kingdom Come</u>. Máxima actitud de Vinny a la guitarra, pero sobre todo,
destacando en esas partes del medio el atronador Greg Morgan, redoblando y
aporreando la batería. Dedicada a la lluvia (que continuaba cayendo en los
exteriores de la sala), se balanceaba Darren en el soporte de su micro para interpretar
<u>The Raindance</u> (y no Kiss the Rain, como imaginé cuando la presentó).
<br><br>
Todos a una, Vinny, Nigel y Marc formaban una buena base de
coros, que rápidamente nos contagiaron, a pesar de que extrañamente, no fue el tema
más aclamado por el público, que se noto algo apático durante este. El
escenario, entonces, adquirió tonalidades rojas para <u>King of Spades</u>,
retornando a ese sonido más puramente AOR de sus inicios, melodías suaves y
embriagadoras, Darren la dedicó al inconmensurable Phil Lynott, el que fuera ‘su
jefe’ años atrás, y el bajista, con los ojos cerrados, sintió cada nota del
solo de V. Burns. También sonaron disparados instrumentos celtas que añadieron
un extra de feeling a un tema ya de por sí muy emotivo, y que además, incluyó
una gran sorpresa, un tributo final a Thin Lizzy, que acrecentó notablemente la
intensidad. Aprovechando el ‘momentum’, Darren cogió prestada una tablet de uno
de los asistentes de las primeras filas para registrarlo todo, desde las caras
emocionadas de Vinny y Marc, hasta el público cantando a pleno pulmón. Ya con
la sala al completo metida en el bolsillo, y prometiéndonos que en un futuro volverían
a girar por aquí, soltaron el último cartucho, que correspondió a <u>Return the
Heart</u> (también conocida como I Will Return en su regrabación para el “Arc
of the Dawn”) , muy bonita y melódica, tal vez demasiado para tratarse del
final, pero muy animada por parte del vocalista, que cogió su propio teléfono
para grabarla en vídeo, mientras el resto de músicos nos mostraban su mejor
sonrisa de despedida, sobre todo Marc, que comenzó marcando el ritmo dando
golpes a su bajo, y terminó acercándose a nosotros para dar las últimas notas.
No hubo bises, quedó todo bastante concentrado, y la gente en general muy
contenta. En general, no tuvo un ritmo tan homogéneo como el concierto de <b>FM</b>, pero estuvo lleno de momentazos
vibrantes en cuanto a temas, y unos músicos muy entregados que dieron lo mejor
de sí mismos en cada uno de ellos.
<br><br>
Salí de allí muy contento, guardando preciados momentos que
mi memoria retendrá durante muchísimo tiempo. Segunda vez frente a unos <b>FM</b> descomunales, y primera con <b>Dare</b>, que supieron conquistarme desde
el primer tema. Una hora y cuarto por banda, más que aceptable para disfrutar
largo y tendido de los grandes temas de cada una, de todas sus etapas, con un
sonido excelente en ambos casos. En lo personal, diría que <b>FM</b> fueron los vencedores, pero lo cierto es que <b>Dare</b> lograron encandilar al público a
un nivel casi superior, incluso. Con grandes sensaciones, abandonábamos la sala
junto al resto de la gente, pero al final tuvimos que acelerar el ritmo para
escapar de la pesadilla sonora que nos “enchufaron”. Que sí, que está claro que
al final la sala Shoko es como la gran mayoría, un garito para pijos cuando no
hay conciertos de Rock, y en cuanto estos últimos terminan, se quieren librar
rápidamente del personal, pero vamos a ver, me cago en mi puta vida, ¿es
preciso que dos minutos después de terminar <b>Dare</b> nos metal al puto King África de los cojones? Ganas de
vomitar, oigan…
<br><br>
En fin, que tras echar el último cigarrito a las puertas de
la sala, y concienciarnos de que nos íbamos a calar hasta los huesos de camino
a casa (no llevábamos ni paraguas ni chubasquero), salimos pitando para pillar
el metro más cercano bajo la intensa lluvia que caía sobre Madrid. El día
siguiente lo dedicamos a actividades sociales, pasando la tarde con nuestra
colega Patri, pasándonos por el mítico Telón de Acero para hacerle una visita a
Sara y quedar también con nuestros colegas Soko y Javi, con quienes nos tomamos
un tentempié de los que quitan el hipo. Un abrazo a todos desde aquí, y
deseando volver a Madrid.
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCsW2qmPf3hcFFOoObNHaaQhxE56OPUbEVmI0hatGtnbKqt-7q45lMN29I5hDoBBoB5yzX-AMgwzdQu9K3zAZVJJDdhdfIhg88keUJDLsRLPTByPMfmMEM-8i36DTl5Liczy27OozArIauKeERpOd5mrrnOhKhOchlJaUMw0K0R0kVE-gkE8rTCPxMbM8/s1600/FM%2020%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="840" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiCsW2qmPf3hcFFOoObNHaaQhxE56OPUbEVmI0hatGtnbKqt-7q45lMN29I5hDoBBoB5yzX-AMgwzdQu9K3zAZVJJDdhdfIhg88keUJDLsRLPTByPMfmMEM-8i36DTl5Liczy27OozArIauKeERpOd5mrrnOhKhOchlJaUMw0K0R0kVE-gkE8rTCPxMbM8/s1600/FM%2020%20Portada.jpeg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/04NesVI" ><a href="//imgur.com/a/04NesVI">FM + Dare (Domingo 22-10-23, Sala Shoko, Madrid)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0C. de Toledo, 86, 28005 Madrid, España40.4087463 -3.710635912.098512463821152 -38.8668859 68.718980136178843 31.4456141tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-67230092841519565502023-10-24T19:51:00.001+02:002023-10-24T20:15:13.177+02:00A golpe de latido (Corazones Eléctricos, viernes 20-10-23, Sala Revolver, Murcia)Fue
regresar de Murcia, dormir unas pocas horas, y de buena mañana largarnos a
Madrid. Ese es el motivo del retraso que ha sufrido esta crónica en ser escrita
y publicada. Pero creedme, me moría de ganas por relataros lo que vivimos la
noche del viernes pasado en el Pub Revolver de Murcia, porque fue de una
intensidad, una comunión, un sonido y un nivel de disfrute casi infinitos con
los valencianos <b>Corazones Eléctricos</b>.
Se presentaban allí, y lo hacían a lo grande, arrancando de forma oficial el
tour de su nuevo disco, que no puedo dejar de escuchar, y que me está flipando
a muerte, titulado “De Amor y Rabia”. Si bien poder ver en acción a los de Pau
Monteagudo ya es siempre un enorme privilegio, la connotación de inicio de gira
le dio todavía un aire más especial al evento, y la cercanía y calor que
siempre ofrece la Revolver terminó de redondear un trato perfecto. Podría
haberles visto este año unas cuantas veces más cerca de casa, pero la mala
suerte se ha cebado conmigo, ya sea por falta de pasta, por coincidencias, por
tema de viajes o por salud… la cosa es que ya no podía aguantarme más las
ganas, y decidí que Murcia sería el lugar para verles en toda su grandeza. A
pesar de ser un viajecito relativamente largo (y caro, tal como están las
cosas), conté con la inestimable compañía de mi chica. Debido a retrasos
varios, tuvimos que pisar a tope el acelerador para llegar a tiempo a Murcia.
En esa zona, aparcar es algo impensable, por lo que dejamos el carro apalancado
en el Parking de La Condomina, con el tiempo justito para pedirnos unos bocatas
en el bareto de enfrente, y sobre la marcha, merendárnoslos mientras nos
acercábamos al lugar.<br><br>
<a name='more'></a>
Una
sala que sabe muy bien lo que se hace, con una larga lista de conciertos de
aquí a final de año… y los que ya ha habido. Sin ir más lejos, la semana
anterior tuvieron allí al gran Frank Suz y su banda, presentando temas de su
“Reza Todo lo que Sepas”. Esta era la segunda vez que servidor cruzaba sus
puertas, y me volvió a conquistar desde el primer instante con su exquisita decoración
y su ambiente tan rockanrolero. Al poco de entrar, cruzaban por delante Pau,
Pete y Quique, los <b>Corazones Eléctricos</b>,
sintiendo los últimos cosquilleos antes de subirse al escenario.
<br><br>
Bastante
puntuales, y con toda la familiaridad del mundo, lo hicieron, y antes de nada,
soltaron sus primeros acordes, sus primeros compases, punteos y rituales a modo
de calentamiento ante los ansiosos espectadores, que deseábamos sentir ya en
nuestras carnes los primeros latidos de la electricidad, que llegarían sin más
demora con la implacable <u>Canción Urgente</u>, mostrando todos y cada uno de
los componentes una actitud de puro Rock’n’Roll, motivadísimos, dando Pau y
Pete los primeros pasos y bailes sobre el escenario, sin dejar de concentrarse
en sus instrumentos, pero tremendamente sueltos y sin ataduras, derrochando una
energía y unas vibraciones que continuaron ascendiendo con <u>Aullar Contigo</u>,
una de mis favoritas del nuevo redondo (aunque cada vez me es difícil escoger
una como tal). Contaron con el punto de distorsión perfecto para ejecutar esos
temas, y un sonido muy fuerte, algo saturado al principio, pero mejorando con
cada nueva entrada del setlist. Pau nos animaba a cantar, apagando su voz por
momentos, sonriente y entusiasmado con la respuesta a las nuevas canciones en
directo con las que, como digo, fuimos honrados por primera vez. Apostaban sin
miedo ni freno por “De Amor y Rabia”, y lo hacían a continuación, de forma algo
más pausada, con <u>Sueño de una Noche de Verano</u>. Pero con ellos, ‘de forma
más pausada’ significa un aumento de feeling a borbotones, y eso es lo que nos
deparó el tema. Un bajo muy sólido, retumbando al inicio, al que se unieron los
riffs de Pau con una esencia más noventera que nunca en su sonido. Uno de
tantos regalos sensoriales que traería la noche. El vocalista bromeaba y
saludaba al mismo tiempo, aprovechando esa compenetración entre público y
banda, en un ambiente íntimo y cálido, y de repente, estallaba como un volcán
en erupción <u>Camino al Sur</u>, completamente desenfrenada, electrizante,
elevando los ánimos a más no poder. Pete también desbordaba feeling con sus
cuerdas, y qué decir de Quique, un batería absolutamente espectacular, metódico
y apasionado, que continuó dándole cera a <u>Por ti</u>, formando junto a la
anterior uno de los momentos más cañeros del show.
<br><br>
Pete y
Pau, simultáneamente, pisaban sus pedaleras y se enzarzaban en un duelo de
headbanging, cruzando los mástiles de sus instrumentos. Se les notaba cómodos y
pletóricos, y ese momento fue tan solo una de las muchas demostraciones de
ello. No podía faltar, directamente desde su primer disco, <u>El coleccionista
de fronteras</u> que, alentados por el vocalista, cantamos todo los fuerte que
pudimos, al tiempo que Quique, con clamorosa exactitud y detallismo, se
sumergía a tope en el tema. De hecho, Pau hacía alusión a nosotros, diciéndonos
que era uno de los conciertos más cantados que recordaba. En mi opinión, fue un
setlist muy equilibrado en cuanto a ritmos e intensidades, en todos los sentidos
posibles, y si <u>En las estrellas</u> fue un momento de subidón tremendamente
emotivo (otro de esos en los que la compenetración entre banda y público fue
total), <u>Todo por el Aire</u>, con esa espectacular crecida de batería,
volvía a poner el escenario en llamas, y con él, a nuestros cuellos y melenas.
Pau se lo curraba, poniéndonos en contexto respecto a las letras de los temas
nuevos, algo que hizo que nos llegaran todavía más. Pequeña pausa para que Pete
cambiara su modelo de bajo, y Pau se colgara una electroacústica. Estaba
deseando escucharla en vivo, pero realísticamente, no pensé que la fuesen a
tocar, por lo que el impacto de <u>Renglones Torcidos de Dios</u> fue todavía
mayor. Hay temas que se viven incluso más con los ojos cerrados, tal como vimos
a Pau en algunos versos, llegando con este tema al cenit de capacidad
interpretativa… ¡gigantesco! Y es que, como he dicho ya innumerables veces,
estamos ante un artista que derrocha tanto talento como sensibilidad sobre el
escenario, de esa que se intuye, se presiente, y al menos a mí, me transmite
sensaciones muy especiales e intensas.
<br><br>
La luz
roja, y esos últimos acordes enloquecidos, nos dejaron con el cuello ardiendo. Nuevo
cambio de instrumentos y tesituras musicales para <u>Sangre y Revolución</u>, prácticamente
el último momento de respiro que nos darían aquella noche, perfecta para
dejarse llevar por la magia de su melodía, ensalzada aún más por los coros de
Pete y Quique, que aquí ponía su granito de arena en las voces, mostrando su
faceta más detallista y calmada, pero sin dejar de lado su precisión en los
compases. Le dedicamos un fuerte y merecido aplauso, y se vino arriba con los
primeros baquetazos de <u>Cama de Faquir</u>, mientras nosotros cantábamos las
primeras partes del tema, ese ‘crimen sin resolver’ con una fuerza muy
contundente en los punteos de Pete y en las guitarras de Pau, que estaban ya en
su perfecto punto de ebullición. Tras refrescarse con unas birras, volvieron a
acelerar con <u>A Contraluz</u>, con una emotividad de nuevo desatada (esas
letras me llegan directas al alma), y no solo en su cadencia, sino también en
la forma de comportarse de los músicos, con Pau y Pete encarándose, pisoteando
la tarina, y sacando humo de sus cuerdas, respaldados por los poderosos
martillazos de Quique, que incluso hizo saltar una de las piezas de soporte del
bombo. A su voluntad, tenían ahora a toda la sala dando las primeras palmas,
incitadas por Quique, que serían una parte importante del tema que llegó a continuación.
Pura energía y un rollazo colosal de la mano de <u>¿Quién salvará al
Rock’n’Roll?</u>, que a su vez terminó con las luces parpadeando a toda hostia.
Se lanzaban de cabeza al descontrol con <u>Fuera de sí</u>, nunca mejor
encajada, alargando su inicio con una parte instrumental (y destacando de nuevo
los coros desde la batería), continuando con <u>Contra las Cuerdas</u>
para volver al Rock’n’Roll más clásico, que empastó perfectamente con las
anteriores.
<br><br>
La Revolver se había transformado en una auténtica pista de baile al
son de esos riffs y esos ritmos arrebatadores, lo estábamos pasando de locura,
y la banda no se quedaba atrás en esto. <u>Cimarrón</u> fue uno de los tres
temas de adelanto que la banda nos ofreció de su “De Amor y Rabia”, y ahora Pau
nos contaba su significado, en contra del abandono animal. Todavía quedaban
algunas incursiones del último álbum en el setlist, todas ellas muy bien
recibidas. Y es que se han sacado de la manga un pepinazo bestial. Y como
muestra, otro botón: <u>Érase una y otra vez</u>, ‘nirvanera’ y visceral a
saco, con una interpretación sublime por parte de Pau, y el incansable Quique
terminándola de pie. Mientras este último salía a recolocar la pieza suelta de
su batería, el vocalista y líder de los Corazones nos recordaba el puesto de
‘merchan’, aunque desafortunadamente, todavía no habían llegado los vinilos.
Remontaban la movida con la más suave <u>Tú</u>, cantada a pleno pulmón -y es
que ese estribillo engancha cosa mala-, para ir subiendo de revoluciones,
imparables hasta el final. Con el clásico discurso anti-bises, Pau avisaba de
que se iban a vaciar al 100% con la próxima, que no podía ser otra que ese
maremágnum eléctrico que es <u>Valentina</u>, caliente como el infierno, que
nos puso a todos a hacer el ‘punk’ con esa tremenda energía que irradia (y de
verdad que los músicos estaban sudando la gota gorda). Podría haber sido la
última y dejarnos satisfechos, pero todavía hubo otro trallazo que nos dejó
K.O., con la batería de Quique haciendo retumbar la sala, y la guitarra de
Monteagudo agitándose sin parar. Apuesto lo que queráis a que <u>La destilería</u>
ha llegado para quedarse en ese puesto de honor del setlist, ya que en directo
suena como un puto cañón, y tal vez por lo inesperada, entre otras cosas, se
convirtió para mí en el momento más vibrante y fogoso de todo el show.
<br><br>
Estuvieron increíbles, tanto en lo musical como en lo
interpretativo, y también haciendo constantes guiños a sus fans y conectando al
100% con ellos. Se curraron hasta la clásica foto finish, pidiendo espacio para
que los más desfavorecidos llegaran a las primeras filas, un detalle que, ahora
sí, dejó bordada la actuación. Si a vosotros también os ha encantado el último
disco… preparaos para lo mejor, porque en directo suena de escándalo. De hecho,
tan solo Los dos lados de la misma cara y Balada del difunto vivo quedaron
fuera, y me fliparía haberlas escuchado. También eché de menos otras anteriores
como Todo me recuerda a ti o Doble o Nada, pero aun así, os garantizo que
exprimieron cada minuto de show y, por supuesto, dieron lo mejor de sí mismos, como
no podía ser de otra forma, así que poco más se pudo pedir.
<br><br>
Puesto que el parquímetro iba contando, salimos rapidito de
la sala para volver al coche, pero a la vuelta me encontré con el cantante
Francis Sarabia que, por cierto, acaba de sacar un disco cojonudo con su
proyecto en solitario, y tuve el placer de hablar con él de esta y otras cuestiones.
Avisaros, ya de paso, que presentará temas en directo en La Yesería, un local
muy cercano a la misma Revolver, el día 4 de Noviembre. Y sin más, ahora sí,
hicimos marcha a casa con el fuego del concierto todavía bien encendido. Y es
que como digo siempre, noches como esta me dan la vida.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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</center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/y9ulbMy" ><a href="//imgur.com/a/y9ulbMy">Corazones Eléctricos (Viernes 20-10-23, Sala Revolver, Murcia)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0C. Victorio, 36, 30003 Murcia, España37.986984 -1.12550512.086519674678698 -36.281755000000011 63.8874483253213 34.030745000000017tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-60433095453784769552023-10-17T22:27:00.000+02:002023-10-17T22:27:08.850+02:00High-Octane (Jolly Joker + The Von Dread's, Sábado 14/10/2023, Sala 16 Toneladas, Valencia)Este doblete valenciano de conciertos, aparte de haber sido
absolutamente espectacular y revitalizante, ha llegado en el momento en el que
más lo necesitaba, sobre todo desde la parte anímica. Hacía casi dos largos
meses que no iba a nada que realmente me motivara (básicamente, desde el
Leyendas del Rock, ahí es nada…) y mis entrañas pedían un concierto a gritos.
Desde la desaparición de la Sala Babel, lo único realmente bueno que teníamos
por la zona de Alicante, Valencia nos queda como la mejor y más cercana opción
para disfrutar de Rock y Metal en directo, lo cual, dado el precio actual del
combustible… no es algo demasiado esperanzador para el que suscribe. Sea como
sea, este fin de semana había que hacer el esfuerzo, y terminó siendo una
insuperable vía de escape para esos momentos en los que las paredes se te caen
encima. El día anterior, viernes, disfrutamos a lo bestia del pedazo de bolo
que se marcaron los Frank Suz, guardando para el sábado otra de esas fechas que
con toda seguridad marcarían este tramo final del año. El planazo estaba
servido, y podría haber sido incluso mejor, pero al final no pude contar con la
compañía de mi amigo Popi que por putadas de última hora, se tuvo que perder
ambas movidas, y lo menos que puedo hacer es dedicarle enteramente esta
crónica. Hacía bastante tiempo que no veía a mis idolatrados <b>Jolly Joker</b> en su tierra, y eso siempre
añade un extra de emoción al conjunto. Pero es que además, el cartel se
completaba con <b>The Von Dread’s</b>, que celebraron
su primera actuación presentando su nuevo EP, y que dieron una lección
incontestable de actitud y furiosa energía. Una de esas veladas que, cuando
abandonas la sala, te deja la sensación de haber metido los dedos en un
enchufe.<br><br>
<a name='more'></a>
La primera gran alegría de aquella tarde fue el viaje mismo,
junto a mi chica y a mi gran colega Nando Insidious, gracias a quienes se me
pasó volando, y con unas cuantas risas. Por circunstancias, llegamos a Valencia
unas seis horas antes de que comenzara el bolo, pero no tuvimos ni un minuto de
aburrimiento. Tras una agradable charla a las puertas de la sala, nos dimos un
rulo por esa parte de la ciudad hasta la hora de cenar en el Bar-Restaurante
del Este, todo un descubrimiento gastronómico que compartimos con los colegas Porti,
Doria y Pablo, perfecta forma de crear ambiente para lo que estaba por llegar.
<br><br>
Antes de darnos cuenta, ya estábamos entrando en la 16
Toneladas, que para mí es casi como encontrarme en casa. Aquella noche iba a
ser una más de tantas y tantas alegrías que nos ha deparado esta sala. Pero
también he de decir que pocas veces la he visto tan abarrotada tratándose de
dos bandas locales, y más cuando una de ellas hacía su debut aquella noche.
Hablo de <b>The Von Dread’s</b>, una banda
que, vista la expectación que ha conseguido levantar, y habiendo comprobado de
primera mano cómo se las gastan en directo, podría asegurar que han llegado
para quedarse. La formación consta de músicos con un rodaje más que probado y
reconocido, especialmente dentro de la movida de la capital valenciana, que
tiene nombre y apellido propio. Eric ha militado en bandas como el power trío Punk
The Daggers o Deaf Devils, entre otras, haciéndose cargo en esta ocasión de la
guitarra y las voces. Jorge, al bajo, proviene de Double Horse, banda Stoner /
Doom sobradamente conocida en la terreta. Y Paco Muñoz en sencillamente uno de
los mejores baterías que tenemos por aquí, y apenas necesita presentación,
habiendo tocado con figuras internacionales como Martin Turner, Ruby and The
Revelators o Chris Farlowe, y nacionales como los míticos Parking Fox, Gölem, Burninhell'
Carajillos, Doctor Voltaje, Jolly Joker, y un larguísimo etcétera. Todo ello se
traduce en un enorme bagaje musical y en un casi infinito menú de influencias
que han integrado en las cinco canciones que forman su primer EP “Gotta Go!”,
desde Hellacopters hasta Dead Boys, desde The Damned o Ramones hasta The Hives,
suenan a la tormenta Punk del 77 y también al más puro High Energy Rock’n’Roll.
Y próximamente, harán lo propio en más temas de lo que será su primer larga
duración. La banda se formó a finales del año pasado, y el sábado les llegaba
la primera oportunidad ante el público.
<br><br>
Con las primeras filas casi inaccesibles, encendieron el
motor, pisaron a fondo el pedal, y la 16 Toneladas comenzó a inundarse con olor
a gasolina desde el primer tema, que es el que todos conocemos a través de las
redes, ese <u>Funeral Love</u> que pese a no ser la más rápida, es una perfecta
carta de presentación, bailable, descarada y representativa de ese sonido ‘action
rock’. Nos puso a todos inmediatamente a mover el cuello, con bajos muy
presentes y rápidos, guitarra fogosa y una batería impecable, detalles que
serían la nota dominante a lo largo del bolo. Macarras pero con cierto punto de
elegancia y muchísima clase, los tres músicos salían a escena vistiendo
americanas y camisas rojas, y sobre todo, rebosantes de energía que supieron
transmitirnos en cada uno de los cortes, como <u>Killing Time</u>, que saltó a
continuación, un tema fulgurante, cañerísimo, en donde los coros de Jorge
tuvieron un papel muy importante, al tiempo que Eric se ensañaba con sus
cuerdas a toda hostia, cantando con un modelo de micro clásico y elevado, sin
dejar de moverse a un lado y al otro. Casi de forma natural, muchos ya
terminamos cantando el estribillo, a pesar de no haberla escuchado antes. Y es
que son temas tan directos, tan atractivos y vibrantes que ni siquiera
requieren escucha previa para disfrutarlos a tope, son pura adrenalina directa
a la sangre. Para complementar el show, tiraron de varias versiones, pero en
todo momento pasadas por su filtro estilístico, como lo fue la siguiente <u>Come
On</u>, de Chuck Berry (para que veáis hasta dónde llegan las influencias), con
la que elevaron todavía más la temperatura. A Paco se le vio totalmente en su
salsa, pasándoselo en grande y disfrutando al interpretar todos esos detalles a
la batería, a toda mecha, con la precisión y tremenda calidad que se espera de
él.
<br><br>
<u>Love is for Fools</u> se revistió de un compás más
bluesero, más oscuro, pero no frenó el movimiento escénico, con Jorge
inclinándose y balanceando su instrumento al ritmo de la música mientras daba
los coros. Esos redobles y partes más virtuosas de Paco me parecieron sublimes.
La voz del gran (en todos los sentidos) Eric también me pareció de lo
mejorcito, encajando de fábula con el rollo que hacen, profunda y con mucha
habilidad para cambios de registro, acompañada y bien contrastada con los coros
de su compañero, y ojo, también los de Paco, como sucedió en <u>Rising Darkness</u>,
en donde este último nos deleitó con unos buenos juegos de platos. No tardaron
mucho en despojarse de las chaquetas y dejar a la vista aquel rojo tan glamuroso,
una estética que también va de puta madre con su movida, tal como el logo de la
banda y el arte de la portada del EP, todo muy coherente y estudiado. <u>Nothing</u>
supuso uno de los grandes momentazos del show, pura rabia guitarrera y aluvión
de punk rock, con voces agresivas, estribillo afilado, cero artificios, y unos
músicos que se fueron viniendo arriba conforme avanzaba el tema, llegando al
clímax con esa interpretación de Paco, completamente desmadrado, dejándose el
cuello y aporreando como un animal, y Eric acabando el tema de rodillas. Y es
que, encima, la tocaron incluso más revolucionada de lo que suena en estudio.
<br><br>
Todavía quedaban temas propios, todavía no registrados
(saldrán en su próximo trabajo) y alguna versión que pegó fuerte, como el cien
veces versionado <u>Stranded in the Jungle</u>, mucho más cercano a la versión
de New York Dolls que al original de Jay Hawks, pero mucho más frenético y
desbocado, con ritmos cambiantes y esos coros graves a cargo de Eric. Las
siguientes <u>Fire Dancer</u> y <u>Night Void</u> continuaron con ese ascenso
imparable de tensión, casi seguiditas, sin dar concesión a la calma, y así nos
tenían, engatusados y sin parar de mover la calavera. Pero si hubo un cover que
triunfó por todo lo alto, ese fue el <u>Iron Fist</u> de Motörhead. Primer solo
de Eric despegado del micro, y segundo, frente a su compañero Paco, que emulaba
sin piedad a "Philthy Animal" Taylor con esa pegada tan tocha. Para
culminar la jugada, una tormenta de luces sacudió el escenario. Pero no iba a
terminar ahí la cosa. <u>Cobra Speed</u> nos puso de nuevo a caldo y
seguidamente, el que es mi tema favorito del EP, <u>Gotta Go</u>, rápida,
corta, letal, con Eric reventando sus cuerdas y un compás de lo más salvaje, y
para culminar, <u>Stay with me</u>, con un final de batería estruendoso. Tan
solo unos segundos tras la despedida, tenían ante ellos a toda la sala gritando
el nombre de la banda, señal inequívoca de triunfo, y no es para menos, fue una
actuación enorme, compacta, corta pero electrizante, con una energía ‘ramoniana’
y unos músicos de primer nivel que no dejaron a nadie indiferente. Espero con
ganas poder ver su próxima actuación.
<br><br>
Salimos un ratillo a la calle a comentar la jugada con la
peña. Muchos asistentes al concierto, y mucha gente conocida a la que, antes o
después, tuve el placer de saludar, como Diego y Juani, Alapont, el gran Vicent
y Anna o Alberto, entre otros, siempre habituales en las noches valencianas.
Sobre todo, lo que se respiraba en el ambiente eran muchas ganas, muchas
vibraciones positivas, y es que todos sabemos de sobra que apostar por <b>Jolly Joker</b> es ir a tiro hecho, sin
margen de errores, sin posibilidad de salir defraudado. Cada vez están más
arriba, liderando el Hard Rock nacional con diferencia y sin ningún género de
dudas, y no sé cómo cojones lo hacen, pero cada vez son mejores, suenan mejor,
tocan mejor y dan unos conciertos dignos de quitarse el sombrero.
<br><br>
Si la sala registraba una asistencia espectacular durante el
bolo de <b>The Von Dread’s</b>, ahora el
llenazo era absoluto, y es que <b>Jolly
Joker</b> SÍ son profetas en su tierra. Por suerte, pudimos ‘colarnos’ hasta
las primeras filas junto a mi amigo Vicent, con quien siempre es un privilegio compartir,
codo con codo, cualquier actuación de los valencianos. Por muchas veces que les
haya visto ya, nunca me canso de hacerlo, y es que no hay un solo tema que no
me ponga a 100 en su discografía. La última vez que estuve frente a ellos me
emocioné de verles en un escenario tan gigantesco como el del Rock Imperium, y
ahora tocaba volver a las salas de toda la vida, a la intimidad de los espacios
cerrados, aunque eso para ellos no tiene importancia, en el sentido de que
siempre se van a dejar la piel.
<br><br>
Ellos también saben a qué apostar, y salir a incendiar el
escenario con <u>Rockin' in Stereo</u> es garantía de fiestón y locura. Ahí
estaban, Yannick a la guitarra, Andi con su Thunderbird, Dani tras los palos, y
Lane Lazy, chuleándose con sus primeros pasos ante el público, gafas de sol, y
botella de Jack Daniels en mano, dando patadas al aire y volteando su
micrófono. Madre, ¡¡la que se iba a liar!! Ante una clamorosa recepción, y sin
dar un segundo de tregua, volvían a meter cera con la clásica <u>Hey you</u>,
con los músicos ya bien calientes, el desmelene de Andi y el acercamiento de
Yannick a las primeras filas eran solo una muestra de ello, y tras la batería,
Dani, con unas ganas de tocar que se salían del puto mapa, levantándose a mitad
de tema mientras demolía sus parches. Los primeros chorrazos a granel de Jack
Daniels no se hicieron esperar (acabando varios de ellos en mi gaznate y en mi
camiseta jeje), y aprovechando el tremendo subidón que dio el tema al final, se
colgaba Lazy su flamante LesPaul para interpretar el primer tema de la noche de
su “Loud & Proud”, definitivamente, el disco que les ha llevado a lo más
alto, y no por casualidad. <u>Blood Velvet</u> fue gasolina pura, con sólidos
fraseos también coreados por Andi y Yannick (bueno, y todos los que estábamos
allí, claro) al tiempo que este último, en el solo, trituraba su espalda con
las poses más inverosímiles, y es que su comportamiento y actitud durante todo
el concierto estuvieron a un nivel inalcanzable para la inmensa mayoría. Como
siempre, el vocalista nos dedicaba unas palabras de agradecimiento, recordando
la presentación del “Loud & Proud” en febrero del pasado año allí mismo, y
echando cuentas, nos lanzó un sincero ‘¡gracias por apoyar el Rock’n’Roll!’. La
más macarra todavía <u>I Don’t Care</u> fue otro de tantos bombazos
adrenalínicos, movimientos de puro glamur y actitud desparramante de todos y
cada uno de sus músicos, destacando una de tantas de esas salidas de Yannick,
cada vez más vacilón y más apasionado en sus solos.
<br><br>
Otra que nunca me cansaré de escuchar y vivir en directo a
tope (y ojalá que se mantenga por muchos años en el setlist) es <u>Perfect Life</u>,
que tiene un rollazo descomunal, y es perfecta para enganchar al personal con
las palmas. Manu, descansando de su guitarra, volvía a coger soltura total,
moviéndose como el animal de escenario que es, agachándose a un lado y a otro,
sin dejar de hacer guiños al público. Presencia, arranque, y una interpretación
descomunal de uno de los mejores frontman habidos y por haber en este país, así
de sencillo, atributos que se elevarían todavía más cuando estalló la
incendiaria <u>Fuck it All</u>. Sin cortarse a la hora de levantar el dedito,
no solo él, sino la banda al completo se mostraron como auténticos salvajes.
Jugar en casa les dio todavía más alas, y fue un momento de locura de los que
se te quedan clavados, Lane Lazy repartiendo Jackie a diestro y siniestro, y
gritando de rodillas como un descosido, Yannick escupiendo al aire mientras
zarandeaba su guitarra y Dani propinando unas hostias de aúpa a su instrumento,
contagiando esa incontenible energía entre las primeras filas del público, que
nos liamos a empujones y golpes como si no hubiese un mañana. El termómetro
estaba por las nubes, la peña tan entregada como la propia banda, y para
mantener ese ambiente calentorro, que mejor que <u>Motor</u>, que con el tiempo
se ha convertido en una de mis favoritas del “Loud & Proud”, provocativa a
más no poder y con un ritmo casi extasiante, que nos puso a todos a corear y a
dar palmas ante la intensa mirada de Andi y sus punteos, complementados por la
contundente base de Dani. Lane, que no sabe estarse quietecito ni un segundo,
se arrastraba cual culebra por el suelo hasta llegar a nosotros, cantando,
además, con un aguante impresionante el estribillo.
<br><br>
Los bailes al principio, los chorros de Jack Daniels y ese
ritmo que te enciende por dentro fueron los puntos álgidos de <u>Sky is so High</u>,
conectando inmediatamente, casi sin esfuerzo, con el entusiasmado gentío, que
se apelotonaba en las primeras filas para no perderse un segundo de actuación. <b>Jolly Joker</b> ya no tienen que demostrar
nada, a estas alturas, para ganarse el respeto de todo el mundo, y aún así,
ponen sus vidas en cada uno de los temas, de los riffs, de los compases y de
las notas. En un bonito detalle, recordaron la ausencia de Andi durante los
primeros bolos de presentación de “Loud & Proud”, y le homenajeamos como se
merecía. Si es un bajista excepcional, es todavía mejor persona. Para continuar,
volvía Lazy a ponerse ante nosotros llevando una gorra de Jack Daniels, y
presentando uno de los temas que más ilusión me hizo de todo el setlist, <u>Nothing’s
Sacred</u>. No siempre la tocan, por lo que fue muy especial vivirla aquella
noche, por muchos motivos, entre ellos, la espectacular interpretación de
Yannick, arqueándose durante el solo, dando patadas al suelo, y posiblemente,
la mejor versión vocal de Lazy en todo el bolo, bien arropado por los coros de
sus compañeros. Y ya cuando ambos se encaran, se apoyan, o coordinan sus
movimientos entre sí… bueno… eso ya es puta magia. Para contentar todavía más a
la peña, el vocalista arrojaba unas camisetas al aire, buena forma de enlazar
con la siguiente <u>The Chance</u> y, mediante esos riffs pantanosos tan rollo
Sabbath o Monster Magnet, dejarnos el cuello y las palmas de las manos ardiendo
a base de cabeceos y aplausos. Lo de Andi y Dani en este tema no se puede
calificar de otra forma que de compenetración absoluta, bordándolo hasta los
topes. Daban el bandazo para volver a caminar otra vez por registros más descocados
y pendencieros con <u>Sucker</u>, pura esencia de sus inicios que sigue petándolo
en sus directos, con toda esa bravuconería y desvergüenza que estos cuatro
músicos saben imprimirle, Yannick y Lane arrimando hombros, y otra desmesurada
demostración de poder a cargo de Dani y sus baquetas.
<br><br>
Nos lo estaban haciendo pasar de locura, la energía y el
sudor se podían sentir a raudales en primeras filas, nos cogíamos, nos
empujábamos, nos gritábamos y nos pisábamos. Acercándonos a los bises, hubo dos
temas que definitivamente me hicieron perder los estribos. Y es que el primero
de ellos, <u>Devil’s Hand</u>, es toda una llamada al desfase y a la agitación
general, chorrazos de adrenalina punkarra, directa, visceral y desmadrada como
pocas han compuesto, recordándome a esa frescura de temas como Full of Beans. Deberían
dejarla en el setlist por toda la eternidad. Pero no menos intensa fue otra de
mis favoritas, <u>I Wanna Go</u>, con la que me dejé las cuerdas vocales junto
a mi chica y a los colegas que abarrotaban la parte baja del escenario. Andi,
sonriente, se acercaba también a nosotros, levantando el mástil de su bajo, y
una vez más, Lane y Yannick dando la nota, arrodillándose frente a frente, y
terminando este último literalmente tirado por el suelo para acabar el tema. ¡¡Brutal!!
Los bises llegaron rapidito, y nos trajeron otro gesto de amistad entre
músicos. Andi cedió, en ese momento, el bajo a Nando Insidious, de Frank Suz,
que también ha rodado con ellos largo y tendido, y por supuesto, dio el callo
con ganas, con la siempre bienvenida <u>I am Rock n’Roll</u>. El alemán
aprovechó para tomarse una birra junto a su compañero, no sin dejar de hacer
los coros de un tema que es toda una declaración de intenciones, y así
continuaron, poniendo la cereza del pastel con <u>Dressed to Kill</u> a aquel fiestón
de Sleaze Rock, destilando buen rollo a kilotones, vacilando y provocando hasta
el último segundo, ese que nunca quieres que llegue cuando estás frente a los
putos <b>Jolly Joker</b>. No hay un solo
concierto que haya visto en el que no me haya quedado con ganas de más, y este
no fue la excepción.
<br><br>
El calor y la intensidad vivida aquella noche no se olvidarán
fácilmente, y sí, no veo la hora de volver a verles en acción. Con besos y
saludos, se despedían de nosotros, entre gritos de ‘¡otra!, ¡otra!’ llenando la
sala, sabiéndose triunfadores y con la seguridad de haberse dejado hasta la
última gota de sudor en cada uno de los temas. Son más grandes que la puta
vida, y eso es algo que se siente, se percibe al tenerlos delante, y si hay
justicia, todavía merecen llegar mucho más arriba.
<br><br>
Tanto ellos como <b>The
Von Dread’s</b> estuvieron aplastantes, y sin duda, dejaron una huella bien
marcada entre los que vivimos aquella velada de alto octanaje. Poco a poco,
tras las despedidas, la gente fue haciendo camino, despejando los exteriores de
la sala, y nosotros hicimos lo propio junto a nuestro colega Nando, a quien me
gustaría dar las gracias por su compañía y por hacer que la noche fuese todavía
mejor.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8WCnWy1trS_vc7DyB_r85ueJyARq87VPmUIpFUK4iqdHEvi3kt8KAnwbqDY4GaCqBIoiO3HxAiH6T636KAOzoXKavgYczWsJI-zL-VMuJubwMDTwCqs_bKyyEqa8N6auSIhiuGFb12FVpc76ya_shke6d2yxveVsmo3gKKiH1imGWivWLbg7XaD60fl8/s1600/Jolly%20Joker%2017%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="1041" data-original-width="1984" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEj8WCnWy1trS_vc7DyB_r85ueJyARq87VPmUIpFUK4iqdHEvi3kt8KAnwbqDY4GaCqBIoiO3HxAiH6T636KAOzoXKavgYczWsJI-zL-VMuJubwMDTwCqs_bKyyEqa8N6auSIhiuGFb12FVpc76ya_shke6d2yxveVsmo3gKKiH1imGWivWLbg7XaD60fl8/s1600/Jolly%20Joker%2017%20Portada.jpeg"/></a></center>
<br>
<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/hjjfU53" ><a href="//imgur.com/a/hjjfU53">Jolly Joker + The Von Dread's (Sábado 14-10-23, Sala 16 Toneladas, Valencia)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0C/ de Ricardo Micó, 3, 46009 València, Valencia, España39.4817675 -0.38783711.171533663821151 -35.544087 67.792001336178842 34.768413tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-20807335399502216912023-10-16T17:44:00.007+02:002023-10-17T20:57:24.243+02:00La homilía de los malditos (Frank Suz + Fronkonstin, viernes 13/10/2023, Peter Rock Club, Valencia)Cualquier
noche es idónea para disfrutar de un concierto de <b>Frank Suz</b>, pero si además coincide en viernes 13, todavía mejor,
amparando el aura de misterio implícita en la gran mayoría de sus temas. Hay
poco que añadir que no haya dicho ya en mis anteriores crónicas sobre el
artista. Un talento incansable, imparable, que se deja la piel tanto componiendo
sus temas de estudio como en sus directos. Pero esta vez sí hay suculentas
novedades, que también quedaron plasmadas en el conciertazo que se marcaron en
el Peter Rock Club. Frank es un auténtico maestro en lo suyo, que es el
Rock’n’Roll, pero hay una sola cosa que no se le da nada bien, y esa es
estancarse sin hacer nada. La mejor muestra de ello es el ritmo discográfico y
evolución musical a los que nos ha acostumbrado desde que emprendió esta nueva
andadura musical en 2019, con dos discos tremendos como “Inferno”, “Mambo
Voodoo” y el EP “Hits from the Crypt”, que han recibido críticas sonadas, y un
tercer LP, titulado “Reza todo lo que sepas”, que ya está cociéndose en el
horno, listo para salir el día 31 de Octubre… y ya os puedo adelantar que es un
auténtico bombazo. De algunos de los temas que lo componen hablaré a
continuación, ya que fueron presentados este viernes sobre el escenario… ¡y de
qué manera!, contando con la banda al completo, incluida esa sección de vientos
formada por Francisco Hikowski y Fede Fuster (solo faltó Javi Pardos) que se
encargaron de darle a los temas un toque más festivo y colorista. Si el anterior
fin de semana la banda actuó en Murcia en formato eléctrico (que tuve que
perderme por el puto covid), en Valencia los temas iban a sonar exactamente tal
como fueron registrados.<a name='more'></a>
<br><br>
Esto
último, como ya he comprobado en varias ocasiones, es un gran aliciente, ya que
estas dos facetas pueden ofrecernos directos bastante distintos entre sí, y
merece mucho la pena disfrutar de la banda en ambas formas. Incluso
independientemente de esto, cada concierto puede ser un mundo. Antes de meterme
de lleno en la crónica, no puedo dejar de recomendar encarecidamente, a quienes
todavía no les hayan visto en directo, que no dejen pasar la próxima ocasión,
porque estamos ante una banda en el cénit de su carrera y con unas perspectivas
todavía mejores.
<br><br>
Acompañándoles
en esta noche tan especial estuvieron los valencianos <b>Fronkonstin</b>, una banda completamente desconocida para mí que
disfruté mucho en vivo, y que fueron los encargados de calentar el ambiente y
triunfar ante algunos de sus fans que ya iban llenando la sala, con temas de
cosecha propia, y un estilo no menos personal que me enganchó desde el primer
momento, tanto en lo referente a su música como a su comportamiento sobre el
escenario. Cuatro músicos entregadísimos a cada uno de los cortes que sonaron,
que hicieron vibrar el Peter Rock Club desde las entrañas, con un rollo muy
guapo, una amalgama de sonidos que pasa por el garaje, rock de los 90, un
puntito de acid y todo bañado en esencia eminentemente punk. Desplegaron los
primeros cortes a piñón fijo, demostrando una energía y actitud totalmente
coherente con sus riffs y contundentes bases rítmicas, pisando a tope el pedal.
Destacaron en los compases iniciales unas cuerdas de bajo muy marcadas, notas
agudas incluidas, y unos ritmos de batería variados y muy abiertos a los
cambios, con distorsión muy vintage en las guitarras. Pronto hicieron un
pequeño alto para saludar y presentarse como formación, a través de su cantante
Pablo Tárrega, que mostró una entrega indiscutible a continuación, impulsando
el movimiento de la noche a otro nivel cuando sonaron <u>Indian Rebel</u> y <u>Ghost</u>,
esta última extraída de su más reciente EP, de este mismo año, titulado “Richie
Pepperoni”, grabado, mezclado y masterizado por Paco Morillas en El Árbol
Studio, Valencia, tal como se encargaron de anunciar, con melodías que también
recordaban a la década de los 70 y al stoner, y voces que alternaban entre partes
suaves y otras más furiosas.
<br><br>
El
nivel de energía de su bajista Rafa no se quedaba atrás, punteando sus cuerdas
a muerte para iniciar <u>Skeleton Delight</u>, uno de los temas que más me
molaron del setlist, añadiendo unos dibujos muy chulos en toda su duración.
Pablo (quien, por cierto, hizo gala de una muy buena pronunciación inglesa)
seguía subiendo las revoluciones, de un lado a otro del escenario, sin parar de
tambalear el palo de su micrófono y a sí mismo, y empleando, en más de una
ocasión, esos recursos de falsete. La parte más íntima en lo musical llegó de
la mano de <u>You</u>, de su EP “Alacrán”, aunque hay que decir que el tema fue
en crescendo, arropado siempre por una batería con buen uso de los platos y
pegada cada vez más notoria que, especialmente al final, castigaba nuestros
oídos. Continuaban acogiendo a más público, y cada vez más metido en la
actuación. Pablo no dejó que el ritmo bajara, comunicándose cuando era
necesario, y volviendo a meterse en seguida en su papel más macarra, bailando y
agitándose sin parar, y su compañero Vicente a las seis cuerdas continuaba
haciéndonos llegar esos riffs distorsionados y cargados de esencia en la
cañerísima <u>Red Flower</u>, encargándose también de los coros junto a su
compañero Rafa, cobrando especial protagonismo al final, que casi empalmaron
con <u>Alacrán</u>, riffs y batería pesadotes, sin prescindir de buenas
melodías vocales, y creando el clima idóneo para terminar con <u>Horses</u>,
despidiéndose de nosotros al mismo tiempo que sonaban los últimos compases,
aporreando Javier con ganas su batería y el último chute de energía que nos
transmitió Pablo, sin parar quieto hasta el final. Una banda que tendrá mi
atención de aquí en adelante. No dejéis de escuchar su último trabajo “Richie
Pepperoni”, porque de entre lo que he escuchado, me parece de lo mejorcito que
hay en su discografía.
<br><br>
No
vimos a tanta gente conocida como en otras veladas valencianas, pero si nos
encontramos por allí con peña de puta madre, como Judy, Benja, Susu o Jesús, entre
otros, que estuvieron ahí, al pie del cañón cuando ya se acercaba la hora del plato
principal de la noche. Como he comentado al principio, el hecho de que esta vez
tuviésemos el placer de ver en directo a la formación completa de <b>Frank Suz</b> era algo que me motivaba
enormemente, y no veía el momento de que aquello empezase a sonar, para
deleitarme con los temas habituales en el setlist, pero también esperando
“hincarle el diente” a material nuevo de su inminente “Reza todo lo que sepas”,
que estará disponible a partir del último día de este mes. Tras salir a tomar
el fresco unos minutos, cogimos sitio entre las primeras filas, y afortunadamente
la sala había experimentado una buena llenada.
<br><br>
De
forma sencilla pero muy efectiva, fue el maestro trompetista Hickowski, en
solitario, quien destapó el tarro de las esencias, con el aplomo y la soltura
que le caracterizan, interpretando una parte de <u>Il Trielo</u>, introducción
de este tercer LP, levantando varios ‘¡olé!’ entre el público, a quien
posteriormente se unieron el resto de músicos, poniendo la sala patas arriba ya
con los primeros compases de <u>No es país para viejos</u>, con una entrega por
las nubes, los baquetazos de Dani resonando que daba gusto, y sobre todo, el
propio Suzuki Samurai dando brincos y carreras por el escenario, subiendo de un
salto a la tarima de la batería, libre de momento de su teclado para explayarse
a gusto. Encandilando tanto a quienes ya les hemos visto unas cuantas veces
como a aquellos que se estrenaban con su directo, no tardaron en emerger
oleadas de palmas al ritmo de la música, animados por el ¡¡vamos Valencia!! de
Frank, acompañando el inicio de la trallera <u>Incubus (el depravado)</u>,
a saco. Frank empuñaba sus maracas para darle esa ‘salsa’ extra a los ritmos
marcados por Dani e Insidious, e incluso más que en el primer tema, destacaban
enormemente los metales de Hickowski y Fede Fuster con un sonido fenomenal.
Incluso el bajista se arrancó a cantar una de las frases, metiéndole duro a sus
cuerdas con esa contundencia que es marca de la casa. Dani, pletórico de
energía, se ensañaba en las partes más aceleradas, aportándole más pegada, si
cabe, a los temas. Fiesta, desmadre, ironía a raudales y mucho mambo que se iba
desplegando sin frenos. ¡Y que viva Carla Moran!
<br><br>
Hubo varias sorpresas inesperadas (vamos, como en la mayoría
de los bolos de la banda, algunas programadas, otras espontáneas) y una de
ellas fue la invitación a escena de Teto Adán, quien participó en la grabación
de las guitarras en estudio, junto a Yannick y Rafa. La coordinación entre los
tres músicos fue absoluta, regalándonos una clase suprema, y dejándonos un
montón de detalles y personalidad musical, además, en el primer tema nuevo que
sonó, llamado <u>Hombre Lobo</u>. Mientras Teto y Yannick ‘hacían piña’, Frank
se acercaba a su compañero Rafa para coordinar voces y coros, con constantes
guiños y muestras de buen rollo, algo que se percibe descaradamente cuanto todo
el equipo se reúne ante nosotros. Hubo otros detalles musicales que me
encantaron, como el uso de Dani de los bordes de las cajas al tocar, que forma
parte del personal sonido del tema, o la parte en que bajo y saxofón tomaron
protagonismo. Al cantante se le veía entusiasmado con la respuesta que obtuvo
el tema, y seguidamente nos iba a regalar otro adelanto, otra de las
exquisiteces que formarán parte del próximo disco, con el homónimo <u>Reza todo
lo que sepas</u>, uno de los temas más rápidos, desmadrados y rebosantes de esa
mezcla tan canalla de humor cáustico y terror que tanto le agradan al artista.
Reza todo lo que sepas… pero reza, porque va a ser algo realmente grande. Y la
presentación fue una buena muestra de ello. El bajo de Insidious, que fue uno
de los instrumentos que mejor y más compensados sonaron durante todo el bolo,
nos golpeaba en los primeros compases con fuerza, y la elegancia en los
movimientos y forma de tocar de Yannick tomaron forma en esos riffs, invadiendo
un escenario por el que Frank seguía moviéndose como pez en el agua, como si
fuese su hábitat natural de toda la vida (y en parte, lo es), dando rienda
suelta a esa imparable pasión artística que se desboca cada vez que se sube a
un escenario. A pesar del reducido tamaño de este, y de la cantidad de músicos
que forman el grupo, le estaban sacando todo el partido posible, lo que se
traduce en un gran espectáculo. Incluso Rafa, en el extremo, se lucía con su
guitarra, mostrándonos ese brío y actitud que siempre le acompañan.
<br><br>
Hasta ahora no había sonado una sola tecla, pero ya era hora
de que Frank pusiera su Hammond sobre las tablas… aunque fuese empleando un
taburete como base jeje. La canción escogida fue una de esas que siempre
consigue hechizarme, <u>El huerto del conejo muerto</u>, por el clima que crea,
por esa cadencia casi ensoñadora, por esa perfecta coordinación que alcanzan
todos y cada uno de los instrumentos y, entre muchos más motivos, por esas
partes improvisadas, demostración inequívoca de que el talento musical, por
encima de todo lo demás, camina a sus anchas cuando se alinean estos astros. Me
encanta perderme entre esas notas espontaneas, es algo de lo que nunca tengo
suficiente. Ver a Frank pisar sus teclas es algo que me flipa sin remedio, pero
también esas salidas de Yannick y sus cientos de virguerías a las seis cuerdas.
Con ella, siempre llega uno de mis momentos favoritos del concierto, pero hubo
muchos otros que brillaron con luz propia. Aquí van todos a una, y eso también
quedó patente en <u>Dueños de la noche</u>, con la guitarra de Yannick
creciendo infinitamente en detalles hasta alcanzar el clímax con el solo, esa
parte de trombón perfectamente adaptada a las seis cuerdas con la que llegó la
versión más apasionada del músico. Ni que decir tiene que tanto la trompeta de
Hickowski como el saxo de Fede le dan muchísima vida al tema, igual que la base
de teclados que, de algún modo, me suenan ligeramente progresivos en esta
parte.
<br><br>
Al grito de ‘Mambo’, por parte de Rafa, iban entrando
suavemente los instrumentos que conforman <u>Mambo Voodoo</u>, primer corte del
segundo álbum, que fue cogiendo vuelo hasta volver a deleitarnos con más partes
improvisadas donde destacaron las teclas, fogosos duelos de metales, y esa
parte en que Dani demostró que lo suyo no solamente es la fuerza bruta. Y no sé
a ti, pero a mí me flipan una burrada esas poses y movimientos de Yannick
cuando se hace el puto amo del centro del escenario. Otra de las grandes
sorpresas, a nivel de setlist, fue la inclusión de <u>Alguien como tú</u>, la
verdad es era la última que esperaba. Un tema con una melodía refrescante, tal
vez de las más alejadas del rock clásico del nuevo disco, con interesantes
contrastes de tono cuando salta ese estribillo y cambios rítmicos a la batería,
con un descomunal trabajo de Fede y Hickowski, y Frank debatiéndose entre la
concentración a la hora de cantar, ofreciéndonos una notable interpretación, y
esos enérgicos saltos a la tarima, sacando a relucir de nuevo ese puro nervio artístico
que lleva en las venas. No perdió un segundo empalmando literalmente al piano <u>Mirar
a las estrellas</u>, posiblemente de lo más emotivo que ha salido nunca del
conjunto. Siempre crea una atmósfera maravillosa con esas preciosas armonías, y
una vez más, se aprecia a la legua la gran coordinación entre los músicos y su
gran sensibilidad, con Rafa acariciando las cuerdas e Insidious clavando esas
bases, siempre manteniendo ese tono suave pero rebosante de intensidad. Y si
hablamos de mis favoritas del tercer álbum, <u>Otra vez te sientes Dorian Gray</u>
para mí (de momento) se lleva la palma, segundo single que no podía dejar de
aparecer en el repertorio, además, en un lugar que encajó perfectamente en mi
opinión, para volver a remontar el ritmo del concierto sin brusquedades. Las
guitarras sonaron mucho más tochas en directo, y me gustó la parte del
estribillo, cantada una octava por encima, haciendo que destacase todavía más
su melodía. De nuevo, el frontman nos contagiaba inmediatamente las palmas, con
las que acompañamos gran parte del momento.
<br><br>
Aparcaba
definitivamente el teclado, y desterraba el palo del micro para volver a
soltarse a pelo con <u>El sol nació para arder</u>, hasta ahora, el
único tema nuevo que había podido disfrutar en vivo. La caña de este se tornó
en perpetuo movimiento escénico, fue muy cantado y bailado por el público (a mí
esa melodía me trae cierto regustillo a los Social Distortion), y hasta Frank
se arrodilló para recibir el fulgurante solo de Yannick. Bases sólidas y muy
bien acompasadas (se nota el entendimiento entre Nando y Dani) y más palmas
desde el respetable, que también caldeaba la noche a base de bien, registrando
una entrada más que decente. Y otro aspecto a remarcar: si bien durante los
primeros temas el sonido fue en ocasiones poco compacto y algunos instrumentos
carecieron de la fuerza deseada, ahora sonaba todo mucho más dinámico y
coherente, sin altibajos, como un torrente uniforme.
<br><br>
<u>En Babilonia</u> es casi siempre sinónimo de recta final,
pero también de comunión absoluta entre banda y público, gracias a ese festivo
‘nanana’ y esos aires de Rock’n’Roll desmelenado y vacilón en los riffs de Rafa
y Yannick, a quienes en esta ocasión se volvió a unir Teto Adán para volver a
fliparnos con su maestría a las cuerdas. Aprovechando los últimos latidos de un
tema que suena tan fresco como el primer día, Frank presentó a esa inmensa
banda que le arropa en directo, pidiendo palmas, sin permitir que nadie se
durmiera en los laureles. Y cuando todos esperábamos a que estallase el Inferno
para rematar la jugada, llegó sin embargo <u>Bloody McKenzie</u>, último single
de la formación hasta el momento, que se estrenaba aquella misma tarde, lo cual
da todavía más mérito al enorme recibimiento que tuvo, con toda la peña
cantando su estribillo, puño en alto, volcándonos con más palmas, al tiempo que
Frank se volvía loco por el escenario, con ademanes y patadas, moldeando y
reinventando el tono y la cadencia de la melodía vocal. Un tema épico de la
hostia y 100% de directo, el hecho de que triunfase de esa forma, pese a ser un
corte nuevo, es una excelente señal de que el “Reza todo lo que sepas” va a
arrasar.
<br><br>
Y ahora sí que sí, se abrían definitivamente las puertas del
<u>Inferno</u>, con golpes a toda leche de Dani y un Yannick que se acercaba
hasta el límite del escenario para estamparnos el riff en la cara, mucha
tralla, desfase y mala uva flotando a sus anchas por toda la sala, a lo que el
propio Frank contribuía sacando continuamente el dedo corazón, motivando y
agitando todavía más el ambientazo que se vivía en esos últimos momentos, e
instándonos a cantar hasta la última de las letras, con un final de lo más
escandaloso.
<br><br>
Como siempre, un inmenso placer el poder ver un directo con
esta magnitud, energía y calidad. A decir verdad, terminé más agotado de lo que
pensaba, habiendo sudado hasta la última gota, y es que un concierto de <b>Frank Suz</b> siempre implica niveles altos
de adrenalina. Y puesto que al día siguiente tocaba de nuevo jarana en
Valencia, de parte de los siempre triunfadores Jolly Joker, decidimos ir
retirándonos, pero no sin antes tener el placer de despedirnos de toda la peña
con la que coincidimos allí.
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzk7clwE6c52f9svKermrAVUTFbdJld2WVJxUhN5eXXjM1sw31aAd7c_pGso97GpHjb8HUOvQuH86Oe1t7tBz6KxSgZ7BHW6uZPg7HfMktmtUv7LK_MkDH-UUaCOHoWe4q7Mm3B-JoUd-tmBwCk9nGx9PQd1Id4Ucsn6goNBX0D1bhZuNwdLcFlgGpMwM/s1600/Frank%20Suz%2002%20PORTADA.png" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="840" data-original-width="1600" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgzk7clwE6c52f9svKermrAVUTFbdJld2WVJxUhN5eXXjM1sw31aAd7c_pGso97GpHjb8HUOvQuH86Oe1t7tBz6KxSgZ7BHW6uZPg7HfMktmtUv7LK_MkDH-UUaCOHoWe4q7Mm3B-JoUd-tmBwCk9nGx9PQd1Id4Ucsn6goNBX0D1bhZuNwdLcFlgGpMwM/s1600/Frank%20Suz%2002%20PORTADA.png"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/2FYcqYj" ><a href="//imgur.com/a/2FYcqYj">Frank Suz + Fronkonstin (viernes 13-10-23, Peter Rock Club, Valencia)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0C/ de Quart, 26, 46001 València, Valencia, España39.4762928 -0.381623911.166058963821158 -35.5378739 67.786526636178849 34.7746261tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-70462799416028054252023-08-25T17:10:00.010+02:002023-09-01T14:17:52.542+02:00Fairy Tales From the Underground - Hedonismo Ilustrado: Vida crápula en las cloacas (Leather Boys)<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY-J1alq99SV1sOJ08ZS6_QeMXrW09SCToB52ovNmTmKByKAt6NsNRCIyiz7F6AHa6ZMuCDBGX6En2oDcVl7DD7j81LhWAx8GPHNh2T4CYWEX4chgB6QtY6H3m0c8I-oB3vfh3JrQVVNIxzLvHL84eip49_sq168GdpvbxgHJpdh6kBQ3bfl654d8ISmA/s1600/Portada%20libro.png" ><img alt="" border="0" width="250" data-original-height="1240" data-original-width="1014" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhY-J1alq99SV1sOJ08ZS6_QeMXrW09SCToB52ovNmTmKByKAt6NsNRCIyiz7F6AHa6ZMuCDBGX6En2oDcVl7DD7j81LhWAx8GPHNh2T4CYWEX4chgB6QtY6H3m0c8I-oB3vfh3JrQVVNIxzLvHL84eip49_sq168GdpvbxgHJpdh6kBQ3bfl654d8ISmA/s1600/Portada%20libro.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: -1em; margin-top: -0.5em; margin-right: 0em;" /></a><b>Leather Boys</b> es una formación de Rock fundada a
principios del año 2006, en Avilés, por dos de sus compon… Naaaaah, definitivamente,
este no es un buen inicio para la reseña. Demasiado tópico. Demasiado formal y estructurado
para un libro tan especial, caótico a veces, y deliciosamente irreverente como
el que tengo ante mis ojos. No encaja ni de coña. Porque ni siquiera la
historia en este “Fairytales from the Underground – Hedonismo Ilustrado: Vida
Crápula en las Cloacas” empieza a narrarse por el principio. Y además, que
hostias, para introducciones, ya son inmejorables aquellas escritas, nada más y
nada menos, que por el gran Lane Lazy (vocalista de Jolly Joker y Pölvora) y el
no menos grande Borja Vera Fernández, promotor de conciertos y redactor en
Popular 1 entre otras ocupaciones y logros, que reflejan perfectamente lo que
es la verdadera esencia del Rock underground por propia experiencia, y crean la
atmósfera y ritmo literario idóneos para que empecemos a digerir lo se nos
viene encima. El libro está hábilmente conducido por Mr. Fernando Tanxencias,
toda una institución en de la escena nacional, también redactor en la mítica
Popular 1 y escritor de varios libros contextualizados en el mundo del Rock. Mi
primer contacto con este ‘cuento de hadas’ ya fue de lo más revelador. Devoré
los primeros párrafos de vuelta a casa, en el tren, y llegó un punto en el que
tuve que dejarlo, porque al final me era muy complicado esconder, ya no una de
esas sonrisillas de cuando estás leyendo algo incisivo y picante, sino casi
auténticas carcajadas entre línea y línea, por el extremo descaro, pasotismo y
chulería con que cada una de ellas están escritas. Y eso que cerrar el libro es
realmente complicado: una vez metido en lectura, uno no ve el momento de pasar
la última página.<br><br>
<a name='more'></a>
Cuando
ellos mismos comenzaron a anunciar este libro a bombo y platillo, pensé que era
simplemente una vacilada, una de las tantas que, con su humor socarrón, nos hacen
llegar a través de las redes. De hecho, los primeros pensamientos que acudieron
a mi mente fueron casi exactos a aquellos con los que Fernando Tanxencias
inicia la narración en el primer capítulo. ¿De verdad una banda tan
underground, a pesar de sus años de rodaje y sus santos cojones, tendría el
valor de editar un libro (un señor libro de más de 300 páginas), ya no
solamente contándonos su historia, sino también su visión de la escena del
Rock’n’Roll y de la vida en general? Vamos, menudo ejercicio de pretenciosidad,
¿no? ¿De verdad daría como para todo esto?
<br><br><center>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiD4Tnb3lt8mTEKxwSxipBPHFxZrBnrezb3RZtAvnPQ-oE1z7j2lGYmxuebKslmOsIu3OmrB0fVHL910xp8VNT2NtVLR2DAVahOSPpBZGI_VzEc8P-6SKhLWMLAyqPKJhwDHxV355hbygZYFXyuKEXQepoYIFjf6w4NsjFBZqe5abABWiH-bz3C39KFDFI/s1600/Separdor%201.png" ><img alt="" border="0" width="500" data-original-height="346" data-original-width="1192" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiD4Tnb3lt8mTEKxwSxipBPHFxZrBnrezb3RZtAvnPQ-oE1z7j2lGYmxuebKslmOsIu3OmrB0fVHL910xp8VNT2NtVLR2DAVahOSPpBZGI_VzEc8P-6SKhLWMLAyqPKJhwDHxV355hbygZYFXyuKEXQepoYIFjf6w4NsjFBZqe5abABWiH-bz3C39KFDFI/s1600/Separdor%201.png"/></a>
<br><br></center>
Pues puedo
dar fe absoluta de que así es, y de hecho, ofrece muchísimo más de lo que uno
puede imaginar en un principio. <b>Leather
Boys</b> es una de esas bandas que sigue la estela del ‘Born to Lose, Live to
Win’ desde su misma creación, y se descubren ante nosotros como una de las más
honestas y auténticas de su rollo en la actualidad. Tan melómanos y amantes del
Rock’n’Roll, como depravados y ninfómanos… y con cierta devoción por las
drogas, pero seguramente, no más que la de aquellos que esconden sus vicios, reprimidos
y avergonzados, por las bridas de la corrección ética de esta sociedad mojigata
y ‘besacruces’. Eso sí, mucho más valientes y transparentes a la hora de
estamparnos en la cara la verdad. Una lectura que no dejará indiferente a
nadie, y que, repito, va muchísimo más allá de lo que una simple autobiografía puede
ofrecer.
<br><br>
Fernando
tampoco se corta un duro a la hora de plasmar anécdotas y ocurrencias propias,
siempre bien condimentadas, que a su vez dan respaldo a las de la banda. Emplea
palabras llanas y crudas, directas, sin segundas lecturas pero sin ocultar en ningún
momento grandes dosis de picardía e inteligencia narrativa. No hay rastro de
sentido del ridículo, de arrepentimiento ni vergüenza en esta historia, pero sí
de haber disfrutado y vivido cada momento al límite. Sin embargo, también
encontramos introducciones y partes que son una llamada al pensamiento de
opinión.
<br><br>
El
título en sí mismo ya es la antítesis de la comercialidad, demasiado largo,
pero sobre todo, muy explícito y descriptivo. La portada (obra de la fotógrafa Eva
Bustamante) hace referencia a las drogas y a la vida en la calle, probablemente
buscando ese paralelismo con los suburbios del Rock. Más adelante, se propone
el título alternativo de ‘onanismo ilustrado’. Y todo ello, a pesar de la
autocensura reconocida en varias ocasiones, es lo que vamos a encontrar aquí. No
hay ese exceso de autobombo o egocentrismo típico de las autobiografías, y
cuando lo hay, es solo en dosis necesarias, y siempre en tono de humorística
arrogancia. Incluso se saltan las partes más técnicas para centrarse de lleno
en otras de acción desenfrenada. Historias traumáticas de desamor, estrafalarias,
de miserias, muchas miserias, de canciones que rompieron relaciones,
desventuras etílicas… con la sordidez siempre por bandera y, como digo, todo
narrado con ingenio, cachondeo, lenguaje corrosivo y cierta actitud nihilista
irresistible, a través de la cual, la banda deja clara su postura desde un
principio. Aquí no se salva ni Cristo.
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_0DiUINzDlzoxOT6gKf_iL-SJaN30AdAtC_wTVcIDGkCkCPXM5O8Wx4n-1D3PrFwdblHNNa0g_1QVo2lshHv5BhWIk7sAFDD8fBn0PiPewBqyiVufaA_nGAeP5hdc-900-e06B8UmNEzUherXPPvAro44wSEDYHcePKdf6MQ1xQkD3AjxSMjkXT0NHeA/s1600/Flyer%20publicidad.png" ><img alt="" border="0" width="450" data-original-height="846" data-original-width="1218" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEh_0DiUINzDlzoxOT6gKf_iL-SJaN30AdAtC_wTVcIDGkCkCPXM5O8Wx4n-1D3PrFwdblHNNa0g_1QVo2lshHv5BhWIk7sAFDD8fBn0PiPewBqyiVufaA_nGAeP5hdc-900-e06B8UmNEzUherXPPvAro44wSEDYHcePKdf6MQ1xQkD3AjxSMjkXT0NHeA/s1600/Flyer%20publicidad.png"/></a></center>
<br>
Como si
de caprichosas jugadas del destino se tratase, este puñado de truhanes han sido
siempre un imán para las situaciones más rocambolescas, los fracasos más
estrepitosos, y también los más delirantes triunfos, y todo envuelto siempre en
un halo de maravillosa decadencia. Y es que, como escuché decir al gran Lane
Lazy hace tiempo en una entrevista, es muy gratificante contar las miserias del
Rock’n’Roll, y de eso, aquí, hay para rato. Lo suyo, incluso más que música, es
actitud en estado puro, y eso es algo que escasea bastante en el panorama
actual. Hay dos frases al respecto que me han llegado especialmente: ‘la
actitud ni se compra ni se negocia’, y ‘el éxito no se mide en cantidad de
dinero, sino en experiencia y diversión’, entre muchas otras más universales,
como ‘No hay cosa más triste, de eunuco mental, que el obrero de derechas, la
estulticia supina’. También está plagado de citas bien encajadas de autores
históricos.
<br><br>
El
motor central de <b>Leather Boys</b>
siempre fueron Leather Sex (guitarra principal) y Leather Rose (voz), que se
conocieron a principios de los 2000 en la tienda de discos que regentaba el
primero. A partir de ahí, dicho idilio tuvo una evolución continua, desde el
primer tema en directo (impagable) en el Louie Louie de Gijón, en donde ya se
atisbaba una falta absoluta de vergüenza y reparos, pasando por su primer
eléctrico en Le Garage de Avilés, su primera aparición pública ‘seria’ en el
Azkena Rock 2006… y su imparable desfile por un sinfín de conciertos y
festivales hasta llegar a los días presentes, incluidos aquellos que dieron en
plena calle, en prostíbulos varios, e incluso en la trena. Una banda que,
básicamente, nació, se forjó y creció en directo. Entre medias, decenas de
cambios de formación, sobre todo de baterías (con quienes esta banda tiene una
relación de amor / odio). De hecho, el capítulo 12 está exclusivamente dedicado
a mencionar y describir a aquellos baterías que tuvieron más repercusión en el
seno de la banda, de quienes nos cuentan anécdotas tan surrealistas e
inverosímiles como descojonantes.
<br><br>
<a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtiXMUhDb5MsVCOWeVp-XEX0Y5dGIIwaiB0NWzFv2ISmDvtw0W7lG-7NiXxFF3Wde55sID6I6OaJpohdhqoVwmVsK0VmK9ZioDmZoI8PWRBjaKsZGYAmZJan-lULNQCKKoGaAEkFZ-4bHzZev_sbes1TyxFJ-hYTNN6dPJXNqm3GFZn4MSBGj_T-fTyL0/s1600/Dedicatoria.png" ><img alt="" border="0" width="190" data-original-height="1244" data-original-width="971" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgtiXMUhDb5MsVCOWeVp-XEX0Y5dGIIwaiB0NWzFv2ISmDvtw0W7lG-7NiXxFF3Wde55sID6I6OaJpohdhqoVwmVsK0VmK9ZioDmZoI8PWRBjaKsZGYAmZJan-lULNQCKKoGaAEkFZ-4bHzZev_sbes1TyxFJ-hYTNN6dPJXNqm3GFZn4MSBGj_T-fTyL0/s1600/Dedicatoria.png" style="clear: left; float: left; margin-bottom: -1em; margin-top: -0.5em; margin-right: 0em;" /></a>Conocí
a Leather Sex en persona hace tan solo unos meses, y durante los 20 o 25
minutos que hablamos, sobre música, comida, escena, lugares, bandas, movidas
varias… ya me di cuenta de que es un tipo de los que saben lo que quieren y van
derechos a por ello, con una lengua afilada como un cuchillo, totalmente
directo, y carente del más mínimo tabú a la hora de expresarse. Siempre guardaré aquella intensa
conversación en mi memoria. Y tras haber terminado esta obra, ahora entiendo
mucho mejor lo que me contó acerca de envidias, flacos favores y falsa unidad
de boquilla entre bandas de la escena. A Rose ya tuve el honor de conocerle en
una liada anterior por Valencia, otra persona amable, sincera y abierta, pero también directa y con mucha
cultura y experiencia de Rock’n’Roll. Y ya encima del escenario, en su segunda
venida a Valencia, definitivamente terminaron de demostrarme de qué pasta están
hechos.
<br><br>
Su
carrera les ha llevado a codearse con grandes nombres en el mismo escenario,
como Los Suaves, The Buzzos, Casablanca o el mismísimo Graham Bonet, y no
se escapa una sola referencia a músicos y bandas que tanto han significado para
ellos (como Michael Monroe / Andy McCoy, Dead Boys, The Wildhearts , New York
Dolls, Hellacopters, T Rex, Slade, Lynyrd Skynyrd, Warrior Soul o Dead Moon, y por encima de todos, sus
idolatrados The Cult), pero tampoco faltan citas cinéfilas que también forman
parte de sus influencias más allá del Rock’n’Roll, como la película que dio
nombre a la banda, Leather Boys (Los Chicos de Cuero, Sidney J. Furie, 1964). De
libros también encontramos un buen surtido de recomendaciones (Con la Pasta en
la Mano, La Zona Deprimida, En el Jergón…). Y por último, un interesante y
amplio recordatorio a bandas de la escena asturiana, como The Punishers,
Babylon Chat, Fago Cowboys, Estramonio, Graveroad St., Nicotine Bubblegum... sin
dejar de mencionar sus correrías junto a bandas hermanas como Star Mafia Boy,
Frank Suz, o Jolly Joker.
<br><br>
Su paso
por Eurovisión en el año 2009, y esto es tan real como la vida misma, es de
obligada mención en uno de los capítulos. Y que nadie se equivoque, no fueron
allí con la intención de quedar primeros, comportándose como personas, y
bailándole el agua a los miembros del jurado, sino a ser ellos mismos y, por
tanto, a corromper y boicotear desde dentro ese circo y farsa mediática. Ya veis, amigos, no
todos los héroes llevan capa… aunque estos sí van petados de cuero, flecos… y toneladas
de actitud.
<br><br>
Mención
aparte, y muy especial, merecen los testimonios fotográficos, oro puro, que se
encuentran repartidos entre sus páginas, desde los primerísimos (y desastrosos)
momentos que Sex y Rose compartían escenario, locales de ensayo, primeros
temas, etc., , en el estudio grabando con Alberto Rionda, tocando con los Jolly Joker, hasta capturas en donde se les ve compartir escenario con Ryan
Roxy o (casi) David Roach de Junkyard.
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNpSNGaeRwjQcGDORBP0_72ehAKpIyMvM-XO8eW0eDuFn9AE6VjfbNg1DeT7GxHUhcB5b8jyRAjWv1mG0dZZAdLyzLu4yVObPP3asrPUHMGKFaCkFmoLZGowQLNaEdkhXlHhRbYZ_DmC8LFJrwnv9rC9kMmJIV9IwMlzRFc6VD19kpmn0yWx7bBDAgPYU/s1600/Paginas%20de%20fotos.png" ><img alt="" border="0" width="500" data-original-height="1036" data-original-width="1551" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiNpSNGaeRwjQcGDORBP0_72ehAKpIyMvM-XO8eW0eDuFn9AE6VjfbNg1DeT7GxHUhcB5b8jyRAjWv1mG0dZZAdLyzLu4yVObPP3asrPUHMGKFaCkFmoLZGowQLNaEdkhXlHhRbYZ_DmC8LFJrwnv9rC9kMmJIV9IwMlzRFc6VD19kpmn0yWx7bBDAgPYU/s1600/Paginas%20de%20fotos.png"/></a></center>
<br>
El libro
incluye también un CD recopilatorio con 19 temas de entre lo más granado de sus
cuatro trabajos hasta la fecha “Real Leather”, “Back in the Streets”, “Decade
of Decadence” y “Born in the Seventies”, donde está presente, además, una canción
nueva, Fairy Tales From the Underground y su versión en español, Hedonismo
Ilustrado. ¡Si es que es un chollo, joder!
<br><br>
Dedican
por completo un capítulo al último disco, con el que dieron el paso definitivo
hacia el camino de la primera división actual del Rock’n’Roll estatal, con
detalles minuciosos sobre su grabación, ideas, producción, colaboraciones… Sin
olvidar los tiempos de COVID, que les dieron donde más dolía, en medio de la…
presentación del susodicho “Born in the Seventies”.
<br><br>
Para el
final, Rose y Sex dan voz (a través de la infalible pluma, como siempre, de
Tanxencias) al resto de componentes actuales, que nos cuentan sus experiencias
personales, sus influencias musicales, los pormenores de su entrada en la banda
o anécdotas pre-<b>Leather Boys</b> que no
tienen precio. Como bonus tracks varios, tenemos ahí unas palabras dedicadas del
mismísimo Leather Fucker (probablemente, el personaje de entre los personajes),
créditos de fotografía y agradecimientos a distintos medios (un millón de
gracias a ellos por acordarse de este humilde blog, casi se me encharcan los
ojos cuando lo leí), el tracklist del disco y las letras de los temas nuevos
que van en este.
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnrz-ARDcM8LaH3fihgCArFY7ol6SvuT3c-CQced5IvOuDXfzc5SAJE3GaVA4jAvehtV18aRnGRgnrhWytnVEow5E_-WKbUC5-ZOFblrBw0gGjXm2-lwAM66afp6JkIM03k4N8EDcgwGYx8AANddmqGK0KZLqX0Nmcm98CBGDmIeFZOPlBzpG6qITetiM/s1600/Disco%20completo.png" ><img alt="" border="0" width="500" data-original-height="729" data-original-width="1441" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjnrz-ARDcM8LaH3fihgCArFY7ol6SvuT3c-CQced5IvOuDXfzc5SAJE3GaVA4jAvehtV18aRnGRgnrhWytnVEow5E_-WKbUC5-ZOFblrBw0gGjXm2-lwAM66afp6JkIM03k4N8EDcgwGYx8AANddmqGK0KZLqX0Nmcm98CBGDmIeFZOPlBzpG6qITetiM/s1600/Disco%20completo.png" target="_blank"/></a></center>
<br>
El pack
se puede pedir a través de la web de <a href="https://www.thefishfactory.es/Tienda-Online-Online-Shop/index.php/;focus=ARSPRO_cm4all_com_widgets_Shop_6053982&path=?subAction=showProduct&categoryId=40806&productId=170025#ARSPRO_cm4all_com_widgets_Shop_6053982">The Fish Factory</a>, solicitándolo
directamente a cualquiera de los <b><a href="https://www.facebook.com/TheReal.LeatherBoys" target="_blank">Leather
Boys</a></b>, o al mismo <a href="https://www.facebook.com/profile.php?id=100077485508906">Fernando Tanxencias</a>... pero no te encantes, que más del 75% de la primera tirada se la han
quitado ya de las manos. Y créeme, puedes llegar a arrepentirte mucho si no te
haces con él. Porque si eres de esos que, aparte de amar con enfermiza locura
el Rock’n’Roll, te importa un carajo lo que los demás puedan pensar de ti o de
tu forma de vivir, incluso si tu devoción por esta última te ha hecho
convertirte en un paria social, no lo dudes, vas a querer leer este libro a
toda costa, porque te vas a sentir identificado como nunca con alguno (o
varios) de sus personajes protagonistas.
<br><br>
Fairy
Tales From the Underground es un libro que debería contener advertencias del
tipo: ‘no intente hacer esto en su casa’, ‘manténgase fuera del alcance de los
niños’ o ‘material inflamable’, a parte de los dos rombos en su portada. E incluso
me atrevo a afirmar sin equivocarme que, aun en el improbable caso de que no te
mole la banda, por la razón que sea, disfrutarás como un energúmeno leyendo
esta oda a la macarrería y al desfase, una sarta de despropósitos y al mismo
tiempo, verdades como puños. Porque esto no solamente es un libro sobre los <b>Leather Boys</b>, es un escrito a pie de
calle, un homenaje a los entresijos del Rock’n’Roll barriobajero y a las
desdichas de la escena entre litros de alcohol, fiestas, peleas, sexo guarro,
personajes inconcebibles y un surtido Cuétara de sustancias estupefacientes.
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3diwiSDCZMrsGu6MFRsFLJBsRNTxCqhapTiOvrGC2aQr_OiKBMj_J9XCkrQ7ixfo4VRB-CsSLFNJAli_Y5rOTHG1jicDu1Rr_0P-4wuSQv96QpXrNfMkpDD0Daj_i9vrMlgIq41jY2xijvzCvofLEIi_KPAe20bykzzJf4Q-TtTG-gzpHrlI_S4Im_-4/s1600/Separador%202.png" ><img alt="" border="0" width="500" data-original-height="342" data-original-width="1190" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEi3diwiSDCZMrsGu6MFRsFLJBsRNTxCqhapTiOvrGC2aQr_OiKBMj_J9XCkrQ7ixfo4VRB-CsSLFNJAli_Y5rOTHG1jicDu1Rr_0P-4wuSQv96QpXrNfMkpDD0Daj_i9vrMlgIq41jY2xijvzCvofLEIi_KPAe20bykzzJf4Q-TtTG-gzpHrlI_S4Im_-4/s1600/Separador%202.png"/></a></center>
<br>
Personalmente,
hacía muchísimo tiempo que no me despollaba tanto de risa con un libro. Y
cuidado, que entre sus planes de futuro (como una posible gira por UK), amenazan
en repetidas ocasiones con que podría haber una continuación de este. ¿Deberíamos
frotarnos las manos… o echarnos a temblar?
<br><br>
A fecha de este artículo, estos son los putos Leather… BOYS!!!
<br><br>
Leather
Rose: Voz
<br>
Leather
Sex: Guitarra solista
<br>
Leather
Latin Lover (Triple L): Bajo
<br>
Leather
Dirty Duke (DeeDee): Guitarra rítmica
<br>
Leather
Skelter: Batería
<br><br>
_|,,| JaviMetal
(Is The Law) |,,|_JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-8447975308492501492023-08-21T11:57:00.000+02:002023-08-21T11:57:22.448+02:00Leyendas a todo gas (Leyendas del Rock 2023, sábado 12-08-23, Polideportivo Municipal, Villena)Para contrarrestar la siempre entristecedora sensación de
que esto está llegando a su fin, el sábado, último día del Leyendas del Rock
2023, fuimos a por todas desde el primer minuto, desde la primera actuación,
hasta donde aguantase el cuerpo. El descenso ligero de las temperaturas
prometía un clima, teóricamente, más amable que en los dos días anteriores,
aunque no había que bajar la guardia con el calor. A este respecto, algo de nuestro
Leyendas que he aplaudido ya mil veces, y que continuaré haciendo mientras dure,
es la orientación de los escenarios, que con su mismo revestimiento, van
tapando el sol conforme avanza el día, y eso, en un festival de cuatro días en
agosto, es algo sencillamente impagable. Y con el Mark Reale cubierto, a la
hora de ver conciertos el sol directo no tiene por qué ser un problema si se
coge la posición adecuada. Eso sí, el bochorno extremo no había quien nos lo
quitase. Otra acción plausible, como novedad de este año, fue la instalación de
una estructura de varios grifos, justo donde solo había una fuentecita.
Plausible, ojo, pero totalmente necesaria, que ya era hora… Otro aspecto a
resaltar fue el anuncio de que se podría entrar comida y agua al recinto, que
nos alegró la vida, sobre todo a quienes no podemos pagar los desfasados precios
de barra, foodtrucks y demás. Y esto más que una medida a elogiar, es algo a
reivindicar para todos los festivales, ya que prohibir entrar sustento vital es
abiertamente ILEGAL (ejem, Rock Fest Barcelona) y debería ser sancionado como corresponde.
Atendiendo ahora al cartel, mis principales objetivos del día eran tanto bandas
nacionales de la talla de <b>Avalanch</b>, <b>Badana</b> o <b>Shalom</b>, como internacionales, léase <b>Michael Schenker</b>, <b>Diamond
Head</b> y por encima de todo, mi BANDA, con mayúsculas, de todo el festival,
los trves americanos <b>Virgin Steele</b>.<br><br>
<a name='more'></a>
<b>Dragonfly:</b>
<br><br>
El sábado se presentaba como un día muy intenso en el que
habría que pelear contra el calor habitual de Villena en estas fechas, y añadir
a este el cansancio acumulado de tres días repletos de Heavy Metal. Debido a
imprevistos y vicisitudes varias de última hora (o más bien, de primera), no
pude llegar a ver entero el concierto de <b>Dragonfly</b>,
pero sí la mayor parte de este. Los valencianos, aunque pueden llegar a ser
bastante cañeros, también combinan con mucho acierto partes más suaves, por lo
que se me antojaba una elección muy apropiada para comenzar el último día de
Leyendas, también por el hecho de tocar a cubierto.
<br><br>
Me metí ya de lleno en la actuación con sus primeros
compases, concretamente, los de uno de sus temas más reconocidos, largos y
celebrados, <u>Ángeles con una sola ala</u>, que fue precedida por una parte
instrumental. En ella, Juanba Nadal, con un bajo muy chulo, de cinco cuerdas y
sin clavijero, destacó bastante gracias a su gran habilidad con el tapping,
pero también cantando varias estrofas del tema, alternándose con su compañero
Pablo Solano. El hecho de que las primeras filas estuviesen llenas de fans de
la banda, ayudó mucho a crear ambiente ya que, como contrapartida, la carpa
estaba bastante vacía en general. Hacía un bochorno de mil demonios, así que,
por esa parte, casi mejor en pos de la comodidad y el disfrute del concierto.
El sonido, hasta el momento era aceptable, no demasiado nítido, pero las
melodías de los temas se podían reconocer fácilmente, tal como las frases de
Pablo, tan elegante como siempre en su forma de cantar y actuar, y con una voz
por la que parecen no pasar los años. También hubo algún acople bastante fuerte
al principio que por suerte quedó aislado. A Jorge Alcázar le vimos hace unas
semanas, en el Zurbarán Rock, defendiendo los temas de Opera Magna como
sustituto del fugado Adrián Romero (banda en la que, por cierto, también militó
Pablo Solano durante sus primeros años).
<br><br>
Aquí se mostró mucho más cómodo y acertado, metiendo caña
acelerada en <u>El Peso del Mundo</u>, pero bastante centrado y enfocado a su
instrumento. La participación de los fans en el tema fue notable, un público
bastante escaso pero decidido a cantar. En ese final, también Víctor González a
la guitarra se animó con el headbanging, y Pablo nos obsequió con un grandísimo
agudo. Llegaba ese momento más sensible de cualquier concierto de <b>Dragonfly</b>, escogiendo para él la balada
<u>Regresa a mí</u>, de su primer CD, el “Domine”, que por cierto, regrabaron
el año pasado, con muchos más medios y experiencia a sus espaldas. Al no llevar
teclista, dispararon estas partes, y con todo, el tema les quedó con mucho
feeling, en parte gracias a la aterciopelada voz de Pablo, que se entregó al
100%, haciendo un excelente uso de sus tonos graves y afinando muy bien. Pero
también tuvo parte de la ‘culpa’ ese sentido solo de Víctor, que hizo hablar a
su guitarra para nuestro deleite. Tal vez, dada su longitud y ligereza, se me
hizo un tanto pesada, aplacando demasiado el ritmo del concierto, pero lo
cierto es que fue bastante bien recibida y ovacionada en general. Para
equilibrar de nuevo la cadencia, el concierto necesitaba de un buen subidón,
bien proporcionado por el tema <u>Soy</u>, de su quinto disco, iniciada con un
virtuoso doble pedal de Jorge que lo hizo realmente bien durante todo el
concierto.
<br><br>
Para las partes que cantó Tete Novoa en el disco, Pablo, mientras
se aferraba con pasión al soporte del micro e intentaba subir los ánimos del
personal, contó también con la ayuda de su compañero Juanba (que cantó
sorprendentemente bien esos tonos altos). Bastante actividad por parte de todos
los músicos en esta última, con bajista y guitarrista apoyándose en sus
monitores, y posteriormente encarándose para tocar esa parte más clásica.
Lástima que le faltase algo de fuerza a esos riffs, sin duda, debido a la
justita calidad del sonido. Preparándose ya para el bis, el conjunto abandonó
el escenario durante unos segundos, mientras sonaba un fragmento grabado, y
volvieron a arrancar a tope con el que posiblemente fue el mayor éxito de su
carrera, <u>No lo verán caer</u>, bastante emocionados, con Juanba dando saltos
y Pablo requiriéndonos sin parar esas palmas. Bastante cañera, y con esa letra
que la gran mayoría del público entonamos, fue un final ideal para dejar a todo
el mundo contento. Al terminar, tuvieron el detallazo de interpretar con sus
instrumentos una parte de la Marcha Imperial de John Williams, mientras nos
dedicaban un efusivo adiós, que les valió unos aplausos bien merecidos.
<br><br>
<b>Avalanch:</b>
<br><br>
Salí pitando desde el Mark Reale hasta el Azucena Stage,
pero aun así, llegué con el concierto de Avalanch ya comenzado. Lo más extraño
es que también terminaron antes de su hora… pero por suerte, fue de lo poco que
no me cuadró demasiado en un concierto muy bien ejecutado, con mucha asistencia
y un sonido bastante bueno en general.
<br><br>
Respecto al setlist… bueno, vamos a dejar su análisis a
merced de los gustos personales de cada uno. Se notó la intención de tocar casi
todos los estilos por los que ha navegado la banda desde sus inicios, desde los
netamente powermetaleros, hasta aquellos más sensibles, pasando por su etapa
más progresiva. También fue variado en cuanto a discografía, ejecutando temas
de casi todos sus trabajos, sin centrarse especialmente en ninguno, como
hicieron en su anterior paso por el Leyendas del Rock. Ahí me encontré, nada
más situarme, con <u>Pies de Barro</u>, de su “Muerte y vida”, para mi gusto,
uno de los mejores discos que ha parido la banda en toda su carrera. Los
matices en la voz de José Pardial, ya de primeras, me recordaron en algunos
aspectos a la de Ramón Lage, aunque trató de aportar su propio estilo y
personalidad en la dicción y en moldear algunas melodías, contando con la ayuda
de los coros del bajista Nando Campos. Exquisitamente interpretada la parte del
solo, especialmente por el propio Rionda y la bestia Mike Terrana a la batería.
Era lógico pensar que muchas de las miradas presentes se centrarían en la
actuación de José Pardial, incorporado a la banda en febrero de este mismo año.
A nivel de opinión personal, no me encajó nada su estética, pero su calidad
como frontman y vocalista quedó como algo difícilmente discutible, y al final,
eso es lo verdaderamente importante. Trató con todas sus fuerzas de animar al público,
pidiendo palmas en cortes como <u>Mil Motivos</u>, y mostrando un gran nivel
tanto en los agudos como en los graves. Tras un cambio de guitarra por parte de
Rionda, continuaron con <u>El Peregrino</u>, uno de los singles de “El
Secreto”.
<br><br>
Destacaron en cuanto a sonido las teclas del gran Manuel
Ramil (otro punto a favor de la mezcla) y las baterías de Terrana atronaron que
dio gusto, pese a ser un tema más suave. La gran sorpresa del setlist llegó con
<u>Niño</u>. No la esperaba en absoluto, por lo que el impacto emocional fue
doble. Un tema que destila mil y una sensaciones (vi a Rionda llorar en directo
con ella hace años), variada y poética. Esas partes progresivas y casi etéreas
fueron clavadas, sobre todo aquella a base de teclado y guitarra. Fue un
momentazo supremo, y con Pardial derrochando feeling. Para mí, uno de los
mejores, o al menos, más intensos momentos de todo el festival.
Afortunadamente, el escenario nos ofrecía ya un buen tramo de sombra a aquellas
horas, y las mangueras lanzando vapor de agua nos aliviaron todavía más el
calor. Abría de nuevo Ramil para <u>Flor de Hielo</u>, en la que vimos al
bajista Nando dándolo todo con su melena, a decir verdad, muy entusiasmado
durante todo el concierto, apoyando el pie sobre los monitores e implicándose
al máximo. Lo hizo fenomenal, lo único que noté es que en ocasiones se le cargó
con demasiado peso vocal, y a veces las armonías no sonaban como debieran. El
tema fue culminado con uno de esos espeluznantes agudos que José nos ofrecía de
vez en cuando, y que mostraban a las claras su gran potencia vocal. El mismo,
tuvo un bonito detalle recordando y elogiando a Ramón Lage, pidiendo palmas al
público, y dejando paso a <u>Lucero</u>, otra que hacía mucho que no escuchaba
en vivo.
<br><br>
De los coros / armonías vocales, se encargaron sobre todo
Nando y Manuel, pero lo mejor de todo fue poder disfrutar de las partes de
guitarra de Alberto Rionda, y es que siempre me encantó su estilo y su forma de
tocar, tan limpia, tan aterciopelada y precisa, sin fallar una sola nota. Otro
tema rebosante de sensibilidad en el que contrastaban los tremendos mamporrazos
y detalles de Terrana, con esos platos rojos tan guapos en la parte superior de
su instrumento. Sabían que lo que quedaba del concierto era una apuesta a
caballo ganador, y Pardial, acercándose al borde del escenario, e iniciando la
melodía, nos hizo cantar a capela parte del estribillo de la siguiente <u>Xana</u>,
ejerciendo de director de orquesta con sus movimientos, y con un desgarrador
grito, arrancaron todos a la una con ella, a todo trapo, con el doble pedal
rebotando, y José Pardial aprobando con nota la actuación, especialmente en esa
parte final, con la subida de tono. Estaba tardando en aparecer algún acople en
el sonido… aunque por suerte fue corto y aislado, y pudimos disfrutar de pleno
de ese envite final, ese reto supremo para Pardial, y el momento más trallero
(y posiblemente, esperado) del concierto con <u>Torquemada</u>. Curiosamente,
las teclas sonaron distintas al disco, con un sonido más sintetizado, pero lo
que sí sonó idéntico fue el solo de Rionda, con el que nos quedamos todos
embobados. También Pardial volvió a bordarlo, dando agudos incluso más altos
que los de la grabación original, afinando muy bien, y entre tanto, mostrando
un perpetuo movimiento por el escenario. Triunfando por todo lo alto, la gente
se deshizo en ovaciones y gritos ante este pedazo de final.
<br><br>
<b>Badana:</b>
<br><br>
Badana siempre han sido, antes que cualquier otra cosa, unos
luchadores, unos amantes de la persistencia, cabezotas de nuestro Rock, y por supuesto,
uno de los pioneros en nuestro país. Y aunque lo diga en plural, es en la
figura del gran maestro Luis Miguel Rico en la que realmente hay que centrarse,
pues ha sido él en realidad el que ha seguido tirando de la cuerda desde sus
inicios. Volver a ver a los de Ibi en el escenario del Leyendas fue motivo de
orgullo.
<br><br>
Ante una introducción disparada, concretamente <u>Involuttia</u>,
que abre su último trabajo “Irvandal”, se situaba Rubén sobre la tarima, y tras
las campanadas, dieron caña rápidamente con el primer tema de ese mismo disco, <u>Entre
la Espada y la Pared</u>, cuyo estribillo nos enganchó rápidamente. Miguel, tan
elegante como corresponde a su estatus, nos regaló un solo largo con su
instrumento. Me hizo gracia que, durante los primeros temas, el bajista y él no
se coordinaban demasiado a la hora de comunicarse, algo que por supuesto
afrontaron con humor. Miguel nos informaba de que el repertorio consistiría en
un popurrí de temas de toda su discografía, una muy buena noticia que quienes
les conocemos desde hace mucho tiempo recibimos con alegría. Continuaban
con <u>Y Nosotros Aquí</u>, con Rubén
dibujando melodías en su bajo y una batería que sonaba muy contundente, pese a
que, en general, el sonido distó mucho de ser perfecto. Al menos, parece ser
que fue mejor del que escuchaban ellos mismos, ya que, a tenor de lo expresado
por el vocalista en las redes sociales, se sintieron bastante incómodos en este
sentido. Pero poco nos influyó a nosotros esto último, que seguimos
disfrutando, bailando y cantando, cada vez más animados y contentos, de temas
de toda la vida como <u>Era Diciembre</u> (con saludo al gran Rosillo desde el
escenario, que fue su mánager durante la época del “Adiós a las Ruinas”) o <u>Un
Día me Largo a Madrid</u>, que Miguel cantó con mucho énfasis. A pesar de la
pobre mezcla que sufrían por monitores, se les veía entregados al 100%, y para
rematar, culminaron esta última con un fragmento del <u>Noche de Rock&Roll</u>
de los Barricada.
<br><br>
Se nota que se sienten a gusto entre ellos, y es que al fin,
parece que Miguel ha dado con su formación ideal, gente que disfruta de tocar
los temas, que están ahí por pura pasión y ganas, y lo manifiestan en directo.
Tanto Rubén (que presentaba de vez en cuando los temas) como Llupia a la
batería funcionaron de maravilla, dándole muchísimo empaque y consistencia a
los temas. Cada uno de estos últimos triunfaba más que el anterior, y con el
anuncio de <u>Centinelas de la Noche</u>, muchos sabíamos que iba a ser uno de
los grandes momentos del concierto. Las primeras filas estaban abarrotadas de
fans, y las letras sonaban altas y claras, tanto desde la voz de Miguel como
desde las nuestras a coro. Se desmarcaba el vocalista hasta el centro para
tocar su solo, al tiempo que el bajista Rubén se acercaba a saludar al público.
Aunque las comparaciones son odiosas, francamente, poco tiene que ver este con
su anterior bajista. Posee muchísima más sangre escénica, más desparpajo (con
sus poses y gestos), más técnica, y sobre todo, muestra una implicación
infinitamente superior. Contra la violencia machista nos llegó la potente <u>Animal</u>,
que nos dio pie a seguir cantando a pleno pulmón ese mensaje tan necesario. Y
la banda que continuaba fluyendo como la seda, bajo ese telón con los tres
clásicos güendos, su eterna mascota. Por cierto, hace muy poco cumplieron un
año con esa formación, y qué mejor forma de celebrarlo que darlo todo en el
Leyendas. Faltaban todavía tres clasicazos de la banda, y una sorpresita para
el final. Posiblemente, el que más arriba nos llevó, y el que más nos hizo
participar, fue <u>El Dictador</u>.
<br><br>
Marcaba el inicio con sus palos Llupia, metiéndole cera a
continuación, y se fue elevando la temperatura hasta el punto que Miguel dejaba
directamente de cantar los estribillos para cedérnoslos a nosotros. Sin duda,
el momento más profundo y emotivo del concierto llegó con <u>Días de Escuela</u>.
Y para la ocasión, Miguel adaptó el sonido en su cabezal para tocarla en
formato acústico (algo que provocó más de un pitido bastante desagradable) y
Llupia, en lugar de sus baquetas, empuñó su aro para acompañarle. Una letra con
la que siempre me sentí identificado y siempre termina por emocionarme en
directo. Ritmo muy suave, una intervención de armónica a mitad del tema por parte
del cantante, y una comunión excelente con el público, que cantó la letra
entera. Y de lo más sentido, pasaron a lo más cachondo. Ataviados con unos
gorritos, a cada cual más intencionadamente ridículo (qué grandes, jeje), se
entonaron otro de sus grandes hits, la descacharrante “Parecían tontas”, con
esas partes de guitarra tan rockeras, y haciéndonos entonar a pleno pulmón el
‘nanana’, que a su vez, nos hizo bailar y saltar como locos. Es justo decir que
tampoco éramos muchos allá… pero se respiraba un ambiente y un buen feeling
increíble. Puedo decir sin exagerar que fue uno de los conciertos en los que
mejor me lo pasé, como mínimo, de aquel sábado. Y la sorpresita de la que
hablaba, puso el gran colofón, un medley que comenzó por <u>Despierta y lo
verás</u>, que progresó por otros temas de distintos álbumes, y terminó con
partes del Breaking the Law (Judas Priest) y Smoke on the Water (Deep Purple)
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¡No os vayáis nunca, <b>Badana</b>!
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<b>Virgin Steele:</b>
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De entre todas esas ‘golosinas’ que el cartel del Leyendas
del Rock nos ofrecía en esta decimosexta edición, <b>Virgin Steele</b> era, sin lugar a dudas, la más apetitosa de todas.
Una banda que levantó a partes casi iguales dudas, optimistas y pesimistas,
ilusiones y expectación, en parte, debido a la irregularidad de su carrera
discográfica en estos últimos años, a lo que se debe sumar el hecho de que
apenas se han movido en directo en la última década, mucho menos aún por
nuestro país. La rara avis del cartel por excelencia.
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Dicha expectación se tradujo en una bestial masificación de
la carpa. Y es que nunca entendí porque una banda tan mítica, tan poco habitual
y tan deseada tuvo que tocar en el Mark Reale (tal como sucedió en otros años
con Angel Witch, Candlemass, y un largo etcétera) y solo 50 escasos minutos.
Respecto al concierto en sí, en mi modesta opinión, hubo higlights de una
calidad inmensa en varios aspectos, mientras que en otros, dejó bastante que
desear. Tras un pequeño retraso, emergía radiante la figura del incomparable
David DeFeis, tan solo para saludar a sus fans con gestos de cariño. Hacía
muchísimo que no se le veía por estos lares, y eso se notó en el recibimiento.
El teclado estaba presidido por Lynn Delmato, que lleva acompañando al
vocalista desde hace tiempo. Las guitarras corrieron a cargo de Joshua Block y
Tommy Vitaly (que fue quien finalmente sustituyó a Edward Pursino). Escogieron <u>A
Token of my Hatred</u> para abrir, larga y bastante movida, donde ya pudimos
escuchar los primeros rugidos de DeFeis, tan apasionado como si le fuese la
vida en ello, correteando por el escenario, y asomándose continuamente a sus
fans. Que está en buena forma se ve a primera vista. Eso sí, me pareció
totalmente indigno de una banda del estatus y trayectoria de <b>Virgin Steele</b> que se presentaran sin
bajista, ni siquiera con las pistas grabadas. Al terminar el tema, el vocalista
nos dio un repertorio de sus mejores registros vocales líricos, cantándose las
primeras estrofas del <u>In the Light</u>, de Led Zeppelin acompañado por el
colchón formado por las teclas de Lynn y los potentes riffs de Tommy / Joshua.
La verdad, esperaba encontrármelo en mucha peor forma vocal después de los
graves problemas de salud de hace años.
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Comenzaron bien, y si querían ir a ganar, tenían que seguir
apostando por temas como <u>Invictus</u>, el primer gran pelotazo de la tarde.
Nos tuvieron a todos muy emocionados, sin parar con el headbanging y con los
ojos y orejas de par en par. Pero siendo objetivos… el sonido era bastante
confuso. La batería de Matt McKasty, por ejemplo, sonaba potente, doble bombo como
una apisonadora, pero también demasiado saturada y falta de definición.
Problema del que adolecía también la voz de DeFeis, muy escondida, borrosa, por
debajo del resto de instrumentos, aunque ni que decir tiene que le puso todas
las ganas y pasión, imprimiéndole mucha fuerza visual a los temas. En este
segundo corte, bajó al foso para simpatizar con los fans, cantándonos cara a
cara. Por otra parte, sus compañeros estaban muy volcados en el concierto,
especialmente Joshua Block, que gracias a su gran actitud y a su tajante forma
de tocar, se convirtió en una de las estrellas del concierto. Continuaron, sin
preámbulos, con <u>The Wine of Violence</u>, que sin ser uno de sus más míticos
temas, sí sonó muy aguerrida, y perfecta para seguir dando un ritmo creciente
al concierto. El público coreaba alto y claro esas notas iniciales, y de nuevo,
nos fundimos con la batería a saco de Matt, que nos puso a todos a agitar la
melena ante la pícara sonrisa del vocalista… y unos cuantos pitidos de acople.
Tuvieron el detalle de tocar completa la instrumental <u>In Triumph or Tragedy</u>,
con su inicio coreado a cien voces, épica a rabiar, en donde sí se apreciaron
bien esos teclados, y la empalmaron con <u>Return of the King</u>. El vocalista
volvió a regalarnos otras sesiones de gritos espectaculares, y también
interactuó con los dos guitarristas, que compartieron el solo.
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Desde el glorioso “Invictus” nos llegaban algunas de las
mejores alegrías del setlist, como fue el caso de <u>Dust From the Burning</u>.
Aunque un tanto ensombrecida por el irregular sonido, DeFeis continuaba
derrochando entusiasmo con ella, gestos poderosos y resaltando los estribillos,
bajando de nuevo al foso para compartirlos con sus seguidores. Reconozco que
fue muy emocionante tener tan cerca a alguien a quien considero una leyenda del
más auténtico Heavy Metal. Y ya en la parte de arriba, una pasada ver a esos
dos hachas, Joshua Block y Tommy Vitaly, apoyándose entre ellos, o al vocalista
descojonarse junto a su compañero Josh, señal de lo a gusto que se encontraba.
Y todo ello, bajo una auténtica tormenta de luces parpadeando. Hubo algún que
otro detalle bastante escondido, como las pequeñas grabaciones que sonaron de <u>Amaranth</u>
(“Invictus”) o <u>Zeus ascendant</u> (“Gothic Voodoo Anthems”), a las que David
puso voz en directo, y que precedieron a <u>By the Hammer of Zeus (And the
Wrecking Ball of Thor)</u>. Durante su inicio, literalmente desapareció la voz
de DeFeis, quedando tan solo sus compañeros defendiéndola durante unos
instantes. Lo que tampoco se escuchó en absoluto fueron los coros de Joshua.
Tras su apabullante final, mediante gestos, David nos pedía que relajásemos el
ritmo. Y es que lo que llegó a continuación… creo que nadie lo esperaba. Toda una ida de olla esa <u>Snakeskin
Voodoo Man</u>, una rareza, tal como podría haber sido, por ejemplo, Saturday
Night, aunque no carente de feeling. Muy buenas esas imitaciones por parte de
DeFeis de las notas que daba Tommy con su guitarra. Tal vez esa bajada de ritmo
tuvo un punto estratégico para hacernos estallar de golpe, ya para finalizar,
con la brutal <u>Kingdom of the Fearless (The Destruction of Troy)</u>. Palmas
por doquier, arriba y debajo del escenario, con esos teclados inmediatamente
reconocidos, para iniciar la vorágine final, uno de los momentos más intensos
del show, que despedimos con sentidos ‘oes’.
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En general, más sensaciones positivas que negativas. Músicos
a un gran nivel, DeFeis completamente sumergido en su mundo y sus canciones, y
la mayoría de temas bien escogidos, y por el contrario, un sonido bastante
mejorable, volumen desequilibrado, falta total de atrezo y espectáculo visual y
otros temas que no brillaron tanto. Sabor de boca bastante dulce, pero con un
punto agrio.
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<b>Shalom:</b>
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A finales del pasado año, saltaba a las páginas de prensa
una noticia tan sorprendente como inesperada. Tras más de veinticinco años de
inactividad, se anunciaba la vuelta al ruedo de los hardrockeros <b>Shalom</b>, una banda que, pese a haber
cosechado un éxito moderado, nos dejó un buen puñado de temas que sonaron y
giraron por toda nuestra geografía. Sus mayores hándicaps a la hora de hacer
explotar su carrera, básicamente, fueron dos: uno, haber iniciado esta última a
finales de los 80, cuando la atención de los medios al Hard Rock patrio (y del
resto del mundo, en verdad) se iba diluyendo poco a poco a favor de otros
sonidos más contemporáneos, y dos, el hecho de no ser de Madrid o Barcelona,
sino de Algeciras.
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Más de década y media después de lanzar su último trabajo
“Séptimo Cielo” (1996) y disolverse al poco tiempo, han vuelto con sus mejores
intenciones, seguramente, alentados en parte por la ‘ochentamanía’ que vivimos
en la actualidad, donde vuelven a tener cabida más bandas de este rollo en el
panorama. Y ya tengo que decir de primeras que, para mí, ‘chapeau’ por esa
decisión, y mis agradecimientos al Leyendas por contar con ellos. Ojalá
apostaran más por bandas de Hard / AOR, es algo que no me cansaré de pedir. Vaya
por delante que esta crónica está incompleta por causas de fuerza mayor, y
relataré tan solo la primera mitad del concierto, aproximadamente. Los
componentes de <b>Shalom</b> se plantaban
en el escenario del Leyendas, con el rostro visiblemente ilusionado por estar
allí y por poder demostrar que su vuelta a los escenarios es algo ‘en firme’ y
completamente vocacional. Para comenzar fuerte, atacaron con Shalom, que obtuvo
una buena respuesta del (todavía escaso) público que presenciaba su concierto
en esos primeros compases. Su incorporación al cartel del sábado fue un soplo
de aire fresco para respirar un poco de tanto Heavy Metal, algo que siempre
agradezco: poder perderme durante unos instantes en melodías suaves y teclados ambientales.
Lo primero que me encantó ver fue el desparpajo y morro que le echaba Rubén Jiménez
Tamayo al bajo, si no me equivoco, uno de los dos miembros originales que hay
actualmente en la banda. Medio descamisado, luciendo un sombrero de lo más
glammy, y acercándose continuamente a la peña, este se ganó inmediatamente
nuestras simpatías, aparte de tocar con gran solidez sus cuerdas. Para mí era
uno de esos conciertos de los que no sabía muy bien que esperar, porque he
tenido muchísimas decepciones con este tipo de ‘regresos’ de bandas míticas
cuya formación poco o nada tiene que ver con la original.
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Pero poco a poco, la forma se iba perfilando, y el resultado
me estaba gustando muchísimo, aunque el sonido fuese bastante regulero y
‘cascado’ (siguiendo la tradición del escenario Mark Reale…). Incluso dejando a
un lado por unos momentos la implicación de los músicos sobre el escenario y su
calidad técnica, escuchar esos temazos a los que uno les ha dado tantas
vueltas, por fin, en directo, fue ya de por sí una alegría descomunal, y una excusa
perfecta para pegarme bailando toda la parte del concierto que pude ver. <u>Noches</u>
fue un ejemplo ideal, refrescante, sencilla, pero con mucho punch, que nos hizo
corear su estribillo una y otra vez, al tiempo que J.A. Chico le metía con
ritmo a su batería, y los riffs de Koto y su compañero a las seis cuerdas nos
envolvían como en un placentero viaje en el tiempo. Para regocijo de quienes
disfrutábamos de su performance, anunciaron que ya han dado unos cuantos bolos
por el país, pero que todavía les queda mucha guerra por dar, y este no iba a
ser precisamente el último. Cada vez más enfocados en el concierto, y de
momento únicamente desgranando su primer trabajo del 1989, “Shalom”, nos
regalaban a continuación otra de las grandes recordadas, la marchosa <u>No me
Olvidarás</u> que sonó con un rollazo tremendo. También es justo decir que se
les nota todavía un poquito faltos de rodaje en cuanto a actividad escénica, y
en cuanto a comunicación y empatía con el público, pero en esta ya comenzó a
vérseles más sueltos, con Sebastián tirando de más gestos, Koto entregando más
su alma a los solos, y en cuanto a sonoridad, destacaba en su justa medida el
instrumento de Javi Santana, algo que de no haber sido así, nos habría dejado a
medias.
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Obviamente, nadie podía esperar el regreso con pelos
cardados, maquillaje y mallas a rayas, pero aun así, la esencia de los 80 se
extendía de forma imparable por el recinto, atrapándonos a todos gracias a esas
teclas tan guapas de sonido sintetizado, tal como sonaban en el disco, y que fueron
protagonistas del inicio de <u>Qué es mejor</u>, junto a las cuerdas de Koto, a
quienes en seguida se unieron sus compañeros. Triunfadora, más heavy, muy
disfrutada, y merecedora de gritos de ¡Shalom! ¡Shalom! al final de ella. Me
dejo para comentar lo mejor de todo al final. Pese a que la voz nos llegaba
bastante saturada y distorsionada, se podía apreciar claramente que por el gran
Sebastián Guerrero parecen no haber pasado los años. Continúa manteniendo
exactamente el mismo timbre y forma de cantar, mismo rango, y sobre todo, ese
vibrato tan bonito y elegante que poseía, idéntico, en los 80. No sería el
mejor comunicador del mundo, pero se ganó la simpatía de todos nosotros nada
más salir al escenario, y su interpretación vocal fue una verdadera delicia. Me
encantó su trabajo en <u>Gente sin fe</u>, que Koto abrió de nuevo con un
ostentoso solo de guitarra, o en el último tema que, por desgracia, pude ver, <u>Solo
en la Niebla</u>, con una de las letras más íntimas que llegaron a componer,
una preciosa balada que trajo el momento más tierno del concierto, con una
ambientación de nuevo muy ochentera, favorecida por el humo del escenario, las
luces rojizas, y los magníficos y protagonistas teclados de Javi Santana. Se
notó, en general, que entre la audiencia había una media de edad más elevada
que en otros conciertos, señal de las ganas que había de verles en directo,
especialmente, por parte de aquellos que posiblemente les disfrutaron en su
momento.
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Hasta donde llegué (y eso que me perdí un tema que estaba
loco por ver en vivo, Cógeme, que supongo, sonaría al final), un concierto muy
divertido, cargado de buenas vibras, y con un innegable punto nostálgico que
nos hizo prestarles toda nuestra atención, voces, y bailes. Ojalá pueda volver
a verles pronto, esta vez, hasta el fin.
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<b>Michael Schenker:</b>
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Poder continuar escuchando, en vivo y en directo, los solos
y riffs del maestro <b>Michael Schenker</b>,
es todo un privilegio. Aun después de tantos años, de numerosos altibajos en su
carrera y su estado de salud, y de las incontables veces que ha pasado ya por
nuestro país, tenerle en frente es una ocasión que nadie debería dejar pasar.
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En las últimas horas de este último día, el cansancio ya
había hecho mella en muchos, pero con todo, también hubo mucha gente que se
animó a presenciar su concierto. Actualmente, su carrera rueda en solitario,
pero como es habitual, se ha sabido rodear de unos músicos excelentes,
sobradamente capaces de interpretar cualquier tema de cualquiera de sus épocas.
El alemán se presentaba ante nosotros, de forma algo abrupta, para arrancar con
<u>Into the Arena</u>, pero eso sí, con bastante entrega y dirigiéndonos varias
miradas, y tras levantar su flying V, continuó con el repertorio, con Robin
McAuley ya sobre el escenario y la formación completa, dando el campanazo con <u>Cry
for the Nations</u>. La banda necesitaba darlo todo si quería aliviarnos el cansancio
y conseguir que nos zambullésemos de pleno en la actuación, y bien lo
consiguieron con esta, con un sonido, además, que se acercó a la perfección.
Temprana, pero inteligentemente situada, <u>Doctor Doctor</u>, ese himno
inmortal del Rock, insufló un extra de adrenalina, tanto en los propios músicos
como en el público, justo lo que necesitábamos. Todos coreábamos al unísono ese
estribillo mientras Schenker, Barend Courbois y Steve Mann se posicionaban,
vacilones, en la misma línea. Y por descontando, McAuley bordándolo todo, desde
los temas de UFO hasta cosecha propia del rubio guitarrista, como <u>Looking
for Love</u>, que llevó a Steve tras su teclado en determinadas partes,
mientras el bajista se encargaba de los coros, al igual que hizo durante <u>Lights
Out</u>. Schenker, siempre haciendo vibrar su guitarra como si fuese parte de
él, se agachaba, apuntaba, y daba pasitos a un lado y otro, concentrado pero al
mismo tiempo inquieto y juguetón.
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Robin sacaba su vena más empática como frontman, y nos
invitaba a participar en <u>Red Sky</u>, regalándonos Schenker un solo genial
para terminar, o en <u>Sail the Darkness. </u>Se notó visiblemente que, en los
temas más recientes, la intensidad entre el público bajaba bastante, algo
comprensible en cierto modo. Visto lo visto, los grandes triunfadores iban a
ser sus temas de UFO, y precisamente por eso, hubo algo en el setlist que me
decepcionó bastante. Tras la salida de Ronnie Romero, y la entrada de Robin,
pensé que tendrían en cuenta la etapa de McAuley Schenker Group a la hora de
formar el repertorio, pero lamentablemente no fue así. Nada del “Perfect
Timing”, ni del “Save Yourself”, ni siquiera del “M.S.G.” Ni uno. Ni siquiera
teniendo en sus filas a cuatro de los cinco miembros originales de aquella
formación. Y eso, la verdad, me desinfló un poquito conforme iban cayendo los
temas. Una de las que más tiempo hacía que no veía en directo era <u>Shoot
Shoot</u>, y claro, a ver quién puede resistirse a echarse unos bailes con
ella. Se avecinaba otra curva ascendente en cuanto a ritmo, muy bien trazada
por la banda, interpretando muy bien los temas. Valiéndose de ese magnífico
sonido del que estábamos disfrutando, se escuchaban a la perfección los coros,
los detalles en la guitarra de Michael en el solo posterior, o las melodías de Barend
Courbois, quien por cierto, se mostró muy activo. Otro exitazo que sonó aquella
noche fue la rockera <u>Let it Roll</u>, y me encantó el hecho de que, por
cámara, apareciesen únicamente los dedos del genio alemán tocando el solo,
pudiendo así seguir al detalle su gran técnica y fluidez.
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Grandísima actuación vocal de McAuley en <u>Armed &
Ready</u> (y subidón general) en uno de sus mejores papeles. Hoy por hoy, no
creo que el mismo Gary Barden pueda defender este tema mejor que él. Robin
canta como los ángeles y lo de anoche no fue la excepción, aunque por el
contrario, sí le vi un pelín más parado de lo habitual. <u>Natural Thing</u> y
la contundente <u>Rock Bottom</u> continuaron con la tendencia de covers de la
banda que más renombre dio al mítico guitarrista, notándose un calentón importante
en el ambiente. Especialmente en esta última, adquirió un protagonismo total,
con ese solo kilométrico que le gusta dar a mitad del tema, apoyado por las
notas de bajo que marcaba su compañero Barend. De nuevo, la cámara enfocó su
mano izquierda, por lo que pudimos disfrutar de cada matiz. Incluso él mismo
cogió una cámara con objetivo y se lió a disparar fotos mientras terminaba el
solo con una sola mano, pasando a tocar el resto del tema junto a toda la
banda. El mismo Schenker presentaba a sus compañeros, y se lanzaban a por los
bises. No podía faltar el que es uno de mis temas favoritos de UFO, <u>Too Hot
to Handle</u>, de los que te hace saltar por muy molido que estés. Aunque hay
que decir que, a pesar de su gran presencia y magnetismo, a Robin le costó esfuerzo
dicha tarea a aquellas alturas de la noche, obteniendo a veces una respuesta
limitada más allá de las primeras filas, señal del agotamiento general.
Fantástico ese solo compartido entre Mann y Schenker para rematarla y, como no
quisieron dejar ni un segundo de silencio, empalmaron literalmente con <u>Only
You Can Rock Me</u>, de nuevo, engalanada con teclados de Steve Mann (que aquí
no escuché demasiado altos) y coros ocasionales del propio Schenker.
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<b>Diamond Head:</b>
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El concierto de Schenker me dejó muy gratas sensaciones,
pero al mismo tiempo, agotó por completo mis fuerzas, hasta tal punto, que me
plantee terminar aquí el festival y retirarme a casa. Pero la actuación de <b>Diamond Head</b> era demasiado atractiva
(para mí, mucho más de la de Dirkschneider, con quienes coincidían) como para
pasar de ella sin dedicarle al menos un ratito, comprobar sonido, estado de los
músicos, setlist… Me acerqué con mi amigo Kurro, a modo de envite final de este
Leyendas del Rock 2023.
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Tras sentarnos un momentillo a descansar, entramos al Mark
Reale, y justo entonces disparaban el corte orquestado que serviría como
introducción. El inicio me pilló algo distraído, pero si no me equivoco, fue <u>Play
it Loud</u> la que serviría como arranque, y de paso, como muestrario de la
enorme variedad de registros vocales de su frontman, Rasmus Bom Andersen que
desde el primer segundo, mostró unas maneras intachables, y una actitud
imparable, decidido a comerse el escenario a bocados. Mientras se lo recorría,
se apoyaba en los monitores, y nos contagiaba su fuerza vital en <u>The Prince</u>,
sus compañeros nos hacían llegar ese aluvión de caña sin ambages, resaltando el
solo de Brian Tatler, incansable defensor de su banda desde mediados de los 70
(ahí es nada). La formación, que ya lleva unos años tocando, salvo Paul Gaskin
al bajo, que entró el pasado año, transmite sensación de cohesión, de ir todos
a la una, entusiasmados en cada uno de los temas, de entre quienes, tal vez,
Brian ofrezca la versión más serena.
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Con la batería de Karl Wilcox (quien también lo hizo de
fábula) rebotando por toda la carpa, el Heavy Metal más clásico llegaba de la
mano de <u>Sweet and Innocent</u>, en la que Rasmus continuaba deslumbrándonos
con esa gran pasión y sobre todo, vozarrón inquebrantable, no había tono que se
le resistiese ni nota demasiado larga que no pudiese mantener. Impresionante,
de los mejores vocalistas que han pasado este año por el Leyendas. Bordó por
completo <u>Bones</u>, del disco homónimo “Diamond Head”, junto a las afiladas
guitarras de Brian Tatler y Andy Abberley, y las bases rítmicas sonaron súper
contundentes en <u>The Messenger</u>, de su último disco ‘original’ de estudio
(bajo mi punto de vista, fue un terrible error regrabar el legendario “Lightning
to the Nations” en 2020… ¡A los clásicos no se les toca ni un pelo!) Con ellas,
se salían momentáneamente de la tónica de clásico tras clásico que llevaban
hasta ahora, pero volvieron a encauzar su concierto hacia estos últimos, concretamente,
volviendo la mirada hacia su segundo disco, el “Borrowed Time” con <u>In the
Heat of the Night</u>, y esa melodía épica y emocional a partes iguales. E
imagino que, tal como hicieron el año pasado en el Rock Fest Barcelona,
continuarían en esa línea ya hasta el final, exprimiendo a tope su más grande e
influyente disco, el “Lightning to the Nations”.
<br><br>
Pero yo ya no estaría allí para comprobarlo. A pesar de que
me estaba molando mucho la actuación, estaba completamente destrozado, después
de 4 días, 26 conciertos y mucho menos descanso de lo habitual. Todavía
teníamos que desmontar (y destruir, en algunos casos, jeje) el campamento para
no tener que volver adrede al día siguiente, con todo el solano. Última vuelta
a casa, deshechos por el cansancio, pero con la satisfacción de tener otra
batalla ganada a las espaldas. Y como siempre me gusta hacer, justo en las
puertas, eché la vista hacia atrás para recordar, de golpe, todos esos
destellos y momentos especiales que hicieron brillar el festival,
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGa1Veo5xjB_pGztN5kuTpilOMr_liguwsni36b2SsKwIizHv_6uNvWwop-KTw2QzUc8Ncwh2eQMHMGxZF5PslbMq0HYEc8Td2-0xeeaFEJ24C0hOx1OBjwF5UOtn_lkFOi1iloop-GmSnm7Re9FwsIs1FhQdZc-hLvIfKlTUKqjKImVfDZp5IQVDBcSY/s1600/Virgin%20Steele%2002%20Portada.jpg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="2721" data-original-width="5184" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhGa1Veo5xjB_pGztN5kuTpilOMr_liguwsni36b2SsKwIizHv_6uNvWwop-KTw2QzUc8Ncwh2eQMHMGxZF5PslbMq0HYEc8Td2-0xeeaFEJ24C0hOx1OBjwF5UOtn_lkFOi1iloop-GmSnm7Re9FwsIs1FhQdZc-hLvIfKlTUKqjKImVfDZp5IQVDBcSY/s1600/Virgin%20Steele%2002%20Portada.jpg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/sPgzka1" data-context="false" ><a href="//imgur.com/a/sPgzka1"></a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com003400 Villena, Alicante, España38.6318196 -0.861220610.321585763821155 -36.0174706 66.942053436178838 34.2950294tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-4612709590662612152023-08-20T11:47:00.002+02:002023-08-24T21:17:29.120+02:00Leyendas a todo gas (Leyendas del Rock 2023, viernes 11-08-23, Polideportivo Municipal, Villena)<p>En comparación al día anterior, el cartel de este viernes
presentaba una menor concentración de Metal extremo y bastante más Power Metal,
para alegría de aquellos amantes de estilos más melódicos, pero también bandas
modernas de las que poco a poco van abriéndose un hueco en el Leyendas del
Rock. Aunque deteste estas últimas, sí comparto el gusto por la variedad. Que
el calor no fuese tan intenso e insoportable como el del jueves, no significa
que no hubiese momentos realmente duros, especialmente durante los primeros
compases. Apurando al máximo hasta el primer grupo que realmente me interesaba
(<b>Napalm Death</b>) y evitando las horas
de máximas temperaturas, salimos de casa a aquello de las 18:15 para llegar a
tiempo a la actuación de los ingleses, a partir de la cual, todo sería una
marcha casi non-stop hasta cerrar el festival, tal como hicimos el miércoles.
De nuevo, movidas y nombres para todos los gustos, entre los que, para mí, destacaban
algunos menos habituales, como <b>Narnia</b>,
<b>Exciter</b> o <b>Twilight Force</b>. Poner hincapié en que el sonido hizo bastante de
las suyas durante demasiados conciertos. Hace algunos años, y durante varias
ediciones, me dio la impresión de que el Leyendas del Rock mejoró notablemente
en este tema, pero en este 2023 ha dejado bastante que desear. Un aspecto que,
con la mayor de las urgencias, tienen que empezar a mirarse seriamente, porque
muchos ya estamos hasta los cojones de salir decepcionados de un concierto, y
no por una mala actuación, sino por el hecho de que esta quede completamente
deslucida por un nefasto y patatero sonido, algo que afecta especialmente al
escenario Mark Reale, donde para colmo, relegan a bandas que merecerán estar en
cualquiera de los principales, con más honores, si cabe, que otras que repiten
año tras año, hasta la nausea.<br><br>
<a name='more'></a>
<b>Napalm Death:</b>
<br><br>
Aunque no sea una banda especialmente difícil de ver en
nuestro país, su incorporación al cartel es un loable ejemplo de cómo aumentar
la variedad estilística contando con auténticas leyendas que todavía no habían
tocado en el festival. No disponía de demasiado tiempo para ver su concierto
(hasta que comenzasen <b>Narnia</b>,
concretamente), pero me propuse disfrutar al 100% cada segundo de este, aun
sabiendo que me perdería los grandes clásicos de la banda. De hecho, este
primer tramo del concierto fue perfecto para ver cómo atruenan esos temas más
recientes de su discografía en directo, sobre todo del “Throes of Joy in the
Jaws of Defeatism”, y del EP “Resentment Is Always Seismic - A Final Throw of
Throes”, por los que apostaron con mucho ahínco. Un detalle que no me gustó
absolutamente nada, es que llegásemos justo a la hora establecida en los
horarios, y el concierto ya estuviese comenzado, sea de quien fuese la
responsabilidad. Por suerte, debía ser el primer tema, esa <u>Narcissus</u> en
la que ya vimos a Barney actuando como un terremoto devastador, como un animal
herido, retorciéndose y gritando como tal, con toda la mala baba a la que nos
tiene acostumbrados.
<br><br>
Los años pasan para todos, pero Barney sigue dando el 100%.
Y no solo él, ojo. Es algo tremendamente inusual que una banda con una carrera
que se acerca ya a los 40 años, haya mantenido los mismos músicos desde hace
30. Junto al vocalista, John Cooke a la guitarra (que en directo sustituye a Mitch Harris), Danny Herrera a la batería,
y Shane Embury al bajo, conforman una de las formaciones más sólidas que ha
dado nunca el metal extremo. Aunque lo cierto es que no ver al ‘Hongo’ sobre el
escenario suscitó bastantes preguntas sin respuesta. Parece ser que su ausencia
actual en el seno de la banda se debe a algo más que a una enfermedad, como en
un pricipio se anunció falsamente. Adam Clarkson fue su sustituto en esta ocasión.
Y vaya por delante que lo hizo fenómeno, con contundencia, y con partes
delirantemente rápidas, emulando a Embury de categoría. Pero sinceramente, echo
de menos al original, su brutalidad y su forma de maltratar su instrumento. Con
todo el respeto para Adam, para mí es insustituible. Sea como sea, continuaban
las carreras, el headbanging de John Cooke y las virguerías de Clarckson
mientras caían temas como <u>Backlash Just Because</u> o <u>Fuck the Factoid</u>,
levantando a su vez berridos y alguna que otra tanda de hostias entre el
público. Durante esta última, el vocalista, cada vez más cabreado, intentaba
decirle al técnico que parase ya de echar humo, aunque parece que no surtía
demasiado efecto (al principio pensé que su queja iba dirigida a la gente que
fumaba, o a la polvareda que se levantaba entre el público).
<br><br>
Dejando a un lado este incidente, continuaba volviéndose
cada vez más loco, agitando sus extremidades, y dando unos alaridos de traca.
Pero también se mostró más comunicativo esta vez, sin dejar de lado esa
contundencia en las palabras que siempre le acompañó, en frases como ‘que quede
claro que somos una banda de ruido, no de Heavy Metal’. Ahí es nada. Pero mucho
mejor fue su discurso antes de <u>Contagion</u>, contra la discriminación
racial y los ataques a la inmigración, aludiendo directamente a cualquier
posible xenófobo de mierda que pudiese haber entre el público. El tema en sí
fue de los que más me gustó, por el encabronamiento que llevaba Barney, por
cómo sonaron las guitarras al principio, lacerantes y furiosas, y concretamente
por ese estallido de caña burra en que todo se vino abajo. También muy curiosas
esas voces limpias de Barney en algunos momentos del corte, recordando a discos
antiguos de Fear Factory, incluso. Destrucción imparable que continuó con <u>Everyday
Pox</u>, del “Utilitarian” uno de los discos suyos que más me ha gustado de la
última década (lástima que no tocasen Errors in the Signal, o Quarantined…),
donde la voz de Barney sonaba menos gutural y más desgarrada que en el disco.
De <u>Invigorating Clutch</u>, volviendo a su último LP, me pareció muy curioso
ese inicio, con coros pregrabados y el vocalista completamente absorto en las
voces graves y sensoriales, quieto en el medio del escenario, para estallar de
un segundo a otro con ese berrido esquizofrénico, con el que todo volvió a
arder, incluyendo los circle pits bajo el escenario. Lamento no poder contar
más, pero tuve que moverme rápidamente de escenario.
<br><br>
<b>Narnia:</b>
<br><br>
Aunque
tampoco han faltado muchos de aquellos grupos que repiten una y otra vez en el
Leyendas del Rock, es justo decir que el cartel de este año nos ha traído a un
buen puñado de bandas bastante exclusivas, rarezas que incluso llegan a ser
difíciles de ver de gira por este país. Personalmente, creo que podría ser un
buen enfoque para que el festival siga progresando y ganando nuevos adeptos. <b>Narnia</b>, sin duda, fue una de esas
incorporaciones, y al mismo tiempo, otra de las imprescindibles para mi gusto.
Se presentaban en el escenario Mark Reale ante una audiencia bastante modesta,
mucha menos de la que merecieron, pero eso no les amilanó en ningún momento, ya
que, desde el principio, salieron como una bala, con un coraje tremendo,
dispuestos a darlo todo. El concierto se podía ver cómodamente desde cualquier
punto. Yo fui cambiando varias veces, de aquí para allá, evitando el sol que se
colaba por la apertura en el tejado de la carpa, y decir que desde todas las
posiciones lo escuché muy bien. Volumen moderado (después de lo de Vicious
Rumors, daba hasta miedo…), sonido algo suave pero instrumentos muy bien
compensados y relativamente nítidos. Una de las mejores mezclas que vi en ese
escenario, aunque faltase un pelín de contundencia. Me gustó mucho la elección
para abrir el setlist con <u>Crack in the Sky</u>, a pesar de que soy más bien
de los primeros que de los últimos discos. Los coros del bajista Jonatan Samuelsson
le dieron más consistencia a las voces de un Christian Rivel-Liljegren que se
mostró, en todo momento, pletórico de ganas e ilusión, imparable, incansable en
cuanto a movimiento y dispuesto a dejarse la piel desde el primer momento,
dando palmas, aspavientos, saltos, carreras e interactuando con palabras y
lenguaje no verbal con su público.
<br><br>
Solo
con verle, le subía a uno la tensión. La más melódica y moderna <u>You
Are the Air That I Breath</u> también fue un botón de muestra de la gran coordinación
y excelente feeling que había entre los músicos. Bromeaban Martin Härenstam y
Jonatan, y el primero, a la mínima ocasión, dejaba su teclado para saltar a
primera línea de escenario y animarnos de forma más cercana. Un clímax muy
temprano (para mí, uno de los momentazos del concierto) llegó con <u>No More
Shadows From the Past</u>, mirando directamente hacia su primera obra
“Awakening” (1997). El conjunto bajo / teclado / guitarra sonaron de lujo, como
digo, con una ecualización pulida, pudiéndose diferenciar muy bien las partes
de cada uno, y ya desataron algunos saltos entre el público, que hasta entonces
continuaba algo reacio a pesar de los continuos gestos, saltos y contoneos del
vocalista, siempre expresivo y empeñado en hacernos cantar o alzar los brazos.
El final, con batería al galope, nos dejó dos temas de su último disco que, a
decir verdad, me ha gustado bastante. A pesar de tener una producción más
moderna, algunos temas, a nivel compositivo, me siguen recordando a partes de
sus primeros discos. Tanto en <u>Rebel</u> como en <u>Thief</u> (y en general,
a decir verdad), el guitarrista y fundador de la banda Carl Johan Grimmark
estuvo muy concentrado en su instrumento, clavando todas las partes, y tan solo
rompiendo el hielo con algún que otro golpe de cuello. Hubo solos de teclado,
baterías contundentes y entradas con redobles, registros bastante más graves,
estrofas cantadas enteramente por su bajista, palabras de fe, buenos coros y
armonías vocales, y sobre todo, mucha, muchísima complicidad con el público por
parte de su cantante, que sin pensárselo dos veces, se ‘calzó’ la camiseta de
la selección de fútbol (o eso creo, para el deporte soy nulo).
<br><br>
Muy curioso cómo, en esa última Thief, el vocalista contó,
en el soporte de su micro, con una pantalla, supongo que para que ‘le chivara’
la letra. En general estaba siendo un concierto bastante intenso, la banda
sabía transmitir su música y sus sensaciones, y el segundo gran punto álgido
del concierto llegó con la maravillosa <u>Long Live the King</u>, que no podía
faltar en su repertorio, deleitándonos a todos con esos registros de Metal
Neoclásico tan presente en sus primeros álbumes. Así, con mucha colaboración
por parte de la gente, Christian seguía divulgando ‘la palabra’ (no olvidemos
que es una banda declaradamente cristiana) tras esos enérgicos teclados de
apertura, y Jonatan Samuelsson se posaba en la parte delantera del escenario,
pie sobre monitor, apuntándonos con su bajo. Otra de las partes más virtuosas
llegó con el solo de <u>Into this Game</u>, única manifestación de su “Enter
the Gate”, que dio paso al ‘momentum’ final. Christian, todavía completamente
desatado, bajaba al foso para compartir su mensaje y vernos cantar de cerca esa
acelerada <u>Living Water</u>, posiblemente la gran triunfadora del bolo, tan
intensa y vivida, que se quedó corta. Para no dejarnos así, con las pulsaciones
tan elevadas, al despedirse, nos invitó a cantar a capela un fragmento (otra
vez) del estribillo del Long Live the King. Pese a que me habría gustado ver
más clásicos en el repertorio, algo más del “Awakening”, por ejemplo, salí de
allí muy satisfecho, contento de haberme quitado esa espinita con <b>Narnia</b>, y a tenor de lo visto en sus
rostros, también ellos se retiraron muy contentos por lo acontecido.
<br><br>
<b>Exciter:</b>
<br><br>
¿Lo que dije al principio sobre bandas que no entiendo como
son relegadas a tocar en el tercer escenario? Pues <b>Exciter</b> es uno de esos perfectos ejemplos. El por qué meten a
bandas como Feuerschwanz o HÄMATOM en los principales, mientras que una de las
bandas pioneras del Speed Heavy Metal, con más de 40 años de trayectoria, tiene
que tocar con sonido chatarra en el Mark Reale, es algo que no me cabe en la
cabeza. En fin, si lo que quieren es abarrotar la carpa hasta el agobio, y
arriesgarse a joder un gran concierto por la ineptitud de los técnicos, o por
la terrible sonoridad del lugar, ellos deciden. Pero al final perdemos siempre
los mismos.
<br><br>
En particular, este no fue de los que peor sonó, tralla hubo
para parar un carro y unos instrumentos más o menos equilibrados… pero nada
comparable al año pasado, cuando les vi en durante su gira, en un conciertazo
con el que se me cayeron los huevos al suelo. En plan vacilón, los tres músicos
nos saludaban ya desde el escenario, lata de birra en mano, esperando a dar el
primer castañazo de la noche. Había una expectación ya al límite cuando de
repente, se hizo la tormenta con <u>Stand up and Fight</u>. La batería del
mítico Dan Beehler resaltaba por encima del resto, fuerte y amenazante, y al
centro del escenario salía Daniel Dekay, para soltarse la melena y fliparnos
con sus solo a toda leche. Así, sin vaselina, entraba directa en segunda
posición la bestial <u>Heavy Metal Maniacs</u>, un auténtico himno del Heavy
Metal a nivel internacional, que me cogió desprevenido.
<br><br>
La banda se encargó de que luciera por todo lo alto, con el
bajista Allan Johnson (por cierto, también miembro original del grupo)
dejándose la espalda y marcando fuerte, y Beehler gritando con toda su alma.
Esto, señores, es lo que se llama pura actitud. Y es que cualquier tema que
metan en su setlist va a ser con total seguridad un trallazo de los que te
dejan extasiado, como pudo ser <u>Iron Dogs</u>, con solos intercalados de
guitarra (sin parar Daniel de darle al headbanging) o los coros del bajista,
que la hicieron sonar todavía más ruda. Expertos también en meter un ruido
estruendoso al final de cada corte, con rápidos y letales redobles de batería
entraba al trapo <u>Die in the city</u>, y como siempre, todo bien aceleradito
y a la yugular. Se les veía tremendamente coordinados, tres fieras como una
sola a la hora de interpretar cada una de las partes y reventar el escenario. Y
con el volumen bastante alto, perfecto para que no pudiésemos dejar de mover el
cuello, pero sin resultar insoportable, como sucedió en Vicious Rumors. Tan
solo un pequeño parón al principio, en el que Beehler nos saludaba con las
luces enfocándonos a todos, y el resto, pura mandanga con una actitud
desbordante, y como más muestras, los pisotones del bajista al monitor,
mientras el guitarrista desempeñaba su solo en <u>Evil Sinner</u>, y para
terminar de redondear el ambiente, el griterío del personal, puño en alto, en
<u>Pounding Metal</u> dejándonos las amígdalas con ese grito de guerra.
<br><br>
Este fue sin duda<span style="mso-spacerun: yes;"> uno
de los conciertos más intensos que viví en aquel escenario en todo el leyendas,
aunque después del concierto de Valencia en 2022, ya imaginaba por dónde iban a
ir los tiros. Esta gente no falla ni queriendo. Un sonido de puro Heavy Metal,
una auténtica delicia escuchar como restallaban esos platos de Beehler en <u>Beyond
the Gates of Doom</u> (que levantó una liada de miedo entre el público), un
circle pit que no se hizo sino todavía más grande y descontrolado en <u>Violence
and Force</u>, tal como requería un temazo de esta envergadura. Si la voz del
batería hubiese sido más fuerte y clara, ya habría sido la hostia. Aun sin
Heavy Metal Maniacs, todavía tenían, como demostraron, muchísimos ases en la
manga para ponernos a caldo, a base de desenfreno y cadencias rabiosas, y la
aniquiladora <u>Long Live the Loud</u> vino a poner uno de los grandes
colofones de la noche, mientras el guitarrista se desgañitaba en otro de sus
encarnizados solos. Pero no solo vinieron de cosecha propia, sino que además,
para poner un punto y final que se nos quedaría grabado a fuego, arrancó Beehler
a toda mecha, imitando más que bien a Lemmy con su voz en el cover de <u>Iron
Fist</u> y haciendo destacar su instrumento. Allan y Daniel, por su parte, se
apoyaban entre ellos en un final sublime… y muy estruendoso, como debía ser.
Tan ardiente fue el concierto de principio a final que, al menos a mí, se me
hizo cortísimo. Y no dudaría en verles por tercera vez de un año a esta parte
si tuviese la ocasión. ¡¡La hostia en vinagre, colegas!!
<br><br>
<b>Twilight Force:</b>
<br><br>
Tras la somanta de palos que nos soltaron los brutales <b>Exciter</b>, y tras un pequeño descanso por
mi parte en la anterior franja de actuaciones, ya estaba de nuevo al pie del
cañón entre las<span style="mso-spacerun: yes;"> primeras filas que ya se
formaban en el escenario Mark Reale, preparado para una descarga de Power Metal
épico que esperaba con muchas ansias.
<br><br>
El recinto se iba llenando a tope, y durante su puesta a
punto, ya pudimos atisbar, entre bambalinas, túnicas, pelucas, capas, orejas
élficas, cuernos… todo pintaba de lujo también en cuanto a imagen. Sin embargo,
los más de 15 minutos de retraso del concierto fueron un mal presagio que,
desgraciadamente, se hizo patente un rato después. Era más que palpable que las
cosas, a nivel de sonido, no iban como debían. Tras la intro, las primeras
estrofas cantadas por Allyon (aka el descomunal Alessandro Conti) en <u>Dawn of
the Dragonstar</u> no se escucharon absolutamente nada hasta pasado un buen
rato, cuando ya pudimos degustar algunos de sus altísimos agudos, pero en
general, todo sonaba muy apagado, muy flojo, un sonido de juguete, inmerecido
para una banda volcada desde el primer corte. Lo mejor de todo es que a pesar
de esto, supieron conectar inmediatamente con nosotros. Faltaba mucho ‘punch’
en ese doble bombo, manejado a las mil maravillas por el batería De'Azsh (Isak
Olsson) durante <u>Twilight Force</u>, en verdad, uno de los temas más potentes
del repertorio. Y no obstante, las posturas de Aerendir (Anders Joakim
Johansson), con su guitarra tan subida, y esos solos que cortaban el viento,
nos hacían por momentos olvidar el cabreo por el sonido. La amplia y constante
sonrisa de Borne (Christer Björn Mikael Lundkvist) al bajo, o los duelos de
teclado y guitarra, virtuosismo en estado puro, conseguían ir elevando nuestros
ánimos. Y ojo a ese último agudo de Allyon, para flipar.
<br><br>
Recuperando ese espíritu épico / sinfónico de mediados y
finales de los 90’, lo suyo es un Power Metal absolutamente descarado, que tira
sin ninguna vergüenza ni tapujo de tópicos y expresiones ya totalmente
machacadas para sus letras, atestadas de dragones, espadas, sabios y tierras
mágicas, y sin embargo, sin inventar realmente nada nuevo, han sabido darle
otra capa de brillo al género a base de poderosas y adrenalínicas subidas de intensidad
en sus puentes y estribillos, y con tan solo 10 años de existencia, se han
ganado ya un importante hueco en la escena Power. Nos avisaban de ‘ciertos’
problemillas técnicos (como si todavía no nos hubiésemos dado cuenta…), e
hicieron un pequeño parón, que a consecuencia, provocaría recortes de setlsit.
Sí se notó cierta mejoría tras la vuelta, con la llegada de <u>Dragonborn</u>,
con esa introducción tan pizpireta. El bajo continuaba comiéndoselo casi todo,
pero las guitarras de Aerendir y Lynd ya se escuchaban algo mejor, y
especialmente los solos ya dieron mucha más vida a los cortes. También en estos
momentos comenzaba a quedarse sobre el escenario Kristin Starkey, la vocalista
femenina que acompañó a los temas con un rango vocal de lujo y gran presencia.
El teclista Blackwald (Daniel Beckman), en modo storyteller, fue narrando los
acontecimientos antes de cada tema. Fue un buen comunicador (tal vez,
demasiado) que contribuyó enormemente a crear una atmósfera épica, presentando
a continuación <u>Thundersword</u>, de aires tan happy como medievales, buenos
coros del teclista, dibujos chulos de bajo y una verdadera masterclass de
agudos por parte de Conti que, de nuevo, volvió a demostrar que su límite es el
cielo. Impresionante lo de este hombre. Continuando con las sorpresas, lanzaron
al público su sagrado dragón de zafiro (un flotador hinchable con forma de
dragón, jeje) con gran cachondeo pero siempre metidos en su papel.
<br><br>
Obviamente, el tema escogido no podía ser otro que <u>Flight
of the Sapphire Dragon</u>, doble pedal a la carrera, un verdadero papelón de Kristin
Starkey a las voces y armonías, y un duelo de guitarra y teclado, a cada cual
más fulgurante. Y muchísimas más virguerías técnicas en <u>Enchanted Dragon of
Wisdom</u>, destacando especialmente los constantes detalles de guitarra de
Aerendir entre riff y riff. Al final de esta, todos quedaron ‘congelados’ por
una maldición que el propio Allyon rompió con un agudo de locura. Este
teatrillo tan divertido les seguía valiendo gritos y ovaciones cada vez más
fuertes. El vocalista nos hacía seguir las líneas que él cantaba, preludio a la
poderosa <u>Winds of Wisdom</u>. La diversión entre los músicos era total, la
simpatía entre ambos guitarristas, que se repartían el solo en esta ocasión, o
los bailes que se marcaba el bajista, subían el nivel de buen rollo que ya de
por sí se respiraba. Y uno de los momentazos para mí (como amante acérrimo de
los JRPG clásicos de consola) llegó con <u>Sunlight Knight</u>. Y es que, si el
videoclip es impagable, no lo fue menos su interpretación, arrancando cánticos
su estribillo, en toda una demostración de vigor técnico. Y ese final tipo
Calipso puso la guinda al pastel. Otra buena ración de estribillos alegres,
luminosos y tremendamente épicos y pegadizos de la mano de <u>At the Heart of
Wintervale</u>, que da título a su último trabajo de este mismo año, y <u>The
Power of the Ancient Force</u>, donde vimos a ambos guitarristas y a Conti
saltar al unísono, invitándonos a que nos dejásemos los pies para terminar a lo
grande. Se puede tomar a risa su puesta en escena, sus conceptos o sus letras, se
les puede tachar incluso de ser ‘excesivamente juveniles’. Pero lo que no se
puede cuestionar es su impresionante calidad técnica, y su innegable chispa
compositiva. De no ser por el desastroso sonido, habría sido uno de mis
conciertos favoritos de todo el festival.
<br><br>
<b>Dragonforce:</b>
<br><br>
Para los amantes del Power Metal, y que conste que yo no le
hago ningún asco al género, la jornada del viernes era, sin duda, la que
ofrecía una mejor oferta de las cuatro. Bandas como Dynazty, Narnia, Twilight
Force, o estos que descargarían a continuación, los ingleses <b>Dragonforce</b>, el súmmum de la velocidad.
<br><br>
Debido al retraso que sufrieron <b>Twilight Force</b>, llegué ya con los últimos compases de <u>Highway to
Oblivion</u>, tema que abre su más reciente disco hasta la fecha, el “Extreme
Power Metal” (2019). Me dio bastante rabia, pero por el contrario, la alegría
llegó por otros frentes: los ingleses tenían una parroquia numerosísima ya de
primeras y, por otra parte, por la inmensa ostentosidad que lucía el escenario.
Entonces, llegó el subidón máximo de <u>Fury of the Storm</u>, mi canción
favorita de la banda. Los primeros compases fueron una tormenta perfecta,
formada por baterías a la velocidad del trueno, guitarras rindiendo al 100% y
un Marc Hudson absolutamente sobrado incluso en los tonos más extremos,
respirando a la perfección, bordando cada nota, sin saturarse ni perderse, como
sucedía cuando les vi con el anterior vocalista, ZP Theart. Pausas y tempos
clavados desde cualquier ángulo, y Herman Li que ya empezaba a lucirse como la
gran estrella del concierto. Contar con Marc ha sido una de las mejores
decisiones que la banda ha tomado en su carrera, y para más Inri, el tema fue
interpretado casi al doble de velocidad respecto al disco, algo prácticamente
imposible de imaginar si no se vive en directo. Acompañado por la batería de Gee
Anzalone, el vocalista se dirigía a nosotros para presentar la siguiente, <u>The
Last Dragonborn</u>, inspirada en The Elder Scrolls V: Skyrim. Y es que otro
motivo por el que me gustaron más que nunca fue que el escenario entero era un
verdadero homenaje a los videojuegos. Con imágenes guapísimas en la gigantesca
pantalla de fondo, el lugar se convirtió en un auténtico espectáculo, en
consonancia con la velocidad de los temas, con movimiento perpetuo, músicos
cruzándose, el headbanging, entrega y coros de la bajista Alicia Vigil… y las
peticiones constantes del cantante para que balanceásemos nuestras manos.
<br><br>
Dos enormes muebles arcade se erigían a cada lado, y harían
las veces de plataformas. Además, también contaban con fuego y chispas en el
borde del escenario. Se adelantaba hasta allí mismo Sam Totman para recrearse
con sus partes de guitarra, un virtuoso acojonante que poco tiene que envidiar
a su colega Herman. <u>Ashes of the Dawn</u> nos volvió a traer la mejor
versión de Marc, aunque esta vez no tan perfecta, perdiendo el compás
ligeramente en el estribillo (cosa perfectamente humana), pero eso sí, muy
apurado en cuanto a afinación. Las virguerías de Sam y Herman, y no hablo
solamente de ese impresionante solo que se marcaron, hablaban por sí solas de
su talento. El setlist nos trajo un par de temas de su primer disco “Valley of
the Damned”. Una fue <u>Black Fire</u>, que levantó un estruendo colosal,
gracias entre otros aspectos a la implacable batería de Gee, quien también hizo
los coros del tema, al igual que Alicia, Herman y Sam. Ambos guitarristas
ascendían a la parte superior de los muebles arcade para seguir dando cera,
mirándonos desde las alturas, mientras se emitían por pantalla más imágenes de
videojuegos. No abandonarían ahí sus pretensiones de espectáculo, ya que miles
de papelitos blancos volaron por el cielo, dejándonos predispuestos a disfrutar
y cantar <u>Cry Thunder</u>, mientras perseguíamos inevitablemente con la
mirada a Herman Li. El guitarrista se desmadró por completo, blandiendo su
melena, tocando de las formas más imposibles, e incluso devolviendo su
instrumento al sitio a base de rodillazos… se hacía dueño y señor del
escenario. Grandes recuerdos me atraparon cuando sonó <u>Valley of the Damned</u>,
para continuar un show en el más estricto sentido de la palabra. Li, de nuevo,
dando el cante con sus volteretas en el aire y su forma de tocar las cuerdas
por delante del mástil, Marc completamente despatarrado al límite del
escenario, chorros de chispas y un videojuego de carreras en la pantalla.
<br><br>
La gracia de la noche vino cuando Sam entonó con su guitarra
el ‘oeoe’, y tardamos medio segundo en seguirle. Como anécdota, más que otra
cosa, se tocaron también un cover del <u>My Heart Will Go On</u> de Céline Dion
a toda hostia, como es marca de la casa, y con bases electrónicas disparadas.
No es que me volviese loco… pero funcionó perfectamente… ¡hasta crearon un
circle pit entre el público! Antes del gran colofón, empuñaba Li el micro para
contarnos que había perdido todo su equipaje en el aeropuerto, pero solamente
por poder contemplar lo que tenía frente a él, ya merecía la pena estar allí.
Amables palabras antes de abocarnos a otro maremágnum de mil notas por minuto
con <u>Through the Fire and Flames</u>. Ante nuestra sorpresa… apareció el
mismísimo Angus McSix en el escenario para cantarla junto a Marc, subiendo los
dos a las plataformas. Una lástima que la voz de Angus no se escuchase ni de
casualidad… pero si lo que querían era envalentonar al personal, doy fe de que
lo consiguieron. Sam, Herman y Alicia en línea durante casi toda la parte
instrumental, dieron un recital de virtuosismo para quitarse el sombrero,
coronado por otro estallido de papelitos y serpentinas que blanquearon el
recinto. Ya me alejaba de allí con las magníficas sensaciones de haber
disfrutado como un niño. Al igual que he criticado incisivamente el sonido de
otros conciertos, también he de reconocer que el de este en particular estuvo,
probablemente, entre los tres mejores que vi. Virtuosismo exacerbado, simpatía
y un montaje de ensueño. Pero con la genial idea de disparar, a modo de outro,
el tema del ending del Street Fighter II… ya se ganaron mi corazón definitiva y
eternamente.
<br><br>
<b>Angelus Apatrida:</b>
<br><br>
Ya lo habían anunciado con anterioridad… y lo cumplieron a
rajatabla. El jueves 10 era el día del estreno del nuevo videoclip de <b>Angelus Apatrida</b>, y muchos estuvieron
atentos a las redes para no perderse el gran momento. Sin embargo, pocos imaginábamos
que, en una jugada magistral, lo presentarían justo a las 00:00 horas del
viernes, valiéndose de las pantallas gigantes del festival. Esto levantó
todavía más expectación por verles en directo, a la siguiente jornada, y es que
estamos hablando de una banda de la que puedes afirmar, al 100% y sin temor a
equivocarte, que no van a fallar, sin importar la hora ni el lugar.
<br><br>
Ni siquiera a la 1:30 de la madrugada del viernes, con todo
el cansancio acumulado, dejaron a nadie indiferente. Mediante otro inteligente movimiento,
volvieron a mostrar por las pantallas el susodicho vídeo. Se trata del tema
Cold, que formará parte de su próximo disco “Aftermath”. Eso sí, podrían
haberse cortado un poco con el volumen, porque me dejaron completamente sordo… Casi
enlazándolo con otra corta introducción, con <u>Bleed the crown</u> comenzó la
ensalada de tortas. No sé si fue por el contraste del volumen entre vídeo y
concierto, pero la verdad es que de repente el volumen me pareció más bajo de
lo habitual. Esa bestialidad llamada <u>Indoctrinate</u>, con inconfundible
aroma a Pantera, que me recuerda a su segundo álbum, levantó aún más los humos,
y no me refiero solo a los del escenario, que a su vez, se inundaba de luces
rojas. Los punteos de guitarra brillaron con luz propia, uno de ellos
compartido entre David y Guillermo. Poco a poco fue creciendo el calor entre el
público (al tiempo que lo hacía también el nivel de volumen), y estaba más que
claro que aquello acabaría siendo, como siempre, un cataclismo de destrucción. El
bajista José Izquierdo, más moderado en los primeros compases, comenzó a perder
la compostura de forma exponencial, dejándose la nuca en los cortes que cayeron
a continuación. Guillermo, entre tema y tema, metía chascarrillos y
provocaciones varias (¡vamos a hacer un poquito de cardio!) que nos hacían
hervir todavía más la sangre, y ya tardaban en aparecer los primeros circle
pits, cada vez más peligrosos y demoledores, conforme sonaban <u>One of us</u>
o <u>Vomitive</u>, especialmente esta última, cantada de una forma súper agresiva
por parte de Guillermo.
<br><br>
El doble bombo sonaba destructor, sin ser la mejor vez de
las que les he visto, pero más que suficiente para aniquilarnos las cervicales.
La pareja infalible de hachas formada por Guillermo y David cada vez se veía
más compenetrada, especialmente a la hora de dividirse los solos. Uno de mis
momentos favoritos siempre cae con <u>Of Men and Tyrants</u>, encabronada como
ella sola. El control en la ruptura de ritmos por parte de la bestia Víctor
Valera fue total, nada se le escapaba, ni un solo fallo en ese doble pedal. Y
qué bien sonaban los coros de José, que se dejaba el cuello sin piedad, junto a
su compañero David en <u>Childhood’s End</u>, de lo mejorcito de su “Angelus
Apatrida”. El humo invadía el escenario mientras el guitarrista, pletórico,
ejecutaba algunas de sus partes tocando por encima del mástil. Las puertas del
infierno se habían abierto, y ya no había marcha atrás. La retahíla de temazos
que continuó, no tuvo desperdicio. <u>Violent Dawn</u>, resaltando unos
instantes ese sonido tan metálico en el bajo de José, o la explosiva <u>We
Stand Alone</u>, con coros estruendosos, David y José intercambiando
posiciones, y un mensaje lleno de rabia y reivindicación, fueron dos perfectos
ejemplos. Entre tanto, Guillermo salía al escenario esgrimiendo una bandera que
mostraba la portada de su próximo disco (guapísima, por cierto) y haciendo un
poco de marketing. Si os digo la verdad, esperaba escuchar ese Cold en directo,
pero también es lógico que todavía no la tengan bien preparada. No existen las
medias tintas con <b>Angelus Apatrida</b>.
O lo hacen todo al nivel de los mejores, o no lo hacen. Siempre ha sido así en
los más de 15 años que llevo viéndoles en vivo. ¿El resultado de esa actitud?
Haber llegado a ser la mejor y más grande banda de Thrash Metal nacional.
<br><br>
Unas simples palabras de Guillermo sirvieron para abrir un
hueco abismal entre la gente, que próximamente se llenaría de carreras y
moshpits con los primeros riffs de <u>Give 'Em War</u>. Ni corto ni perezoso,
David le echó huevos para bajarse del escenario y ver todo aquel espectáculo de
demolición desde bien cerca. Y no dejaban de echar leña al fuego. Ni siquiera
abandonaron el escenario antes de los bises, simplemente dispararon la intro de
<u>Sharpen the Guillotine</u>, y en uno de los inicios más violentos que han
compuesto nunca, se lió una batalla campal de miedo. Muy bien esas voces
limpias de Guillermo, y ese espectacular final con David elevando su guitarra,
bien cargado de furia y motivación a partes iguales. No hubo ningún cover en
esta ocasión, pero Guillermo nos regaló un amago del Holy Wars de Megadeth, y
más tarde, un riff del Cowboys from Hell de Pantera. No sé si los fotógrafos
opinarían igual, pero el uso de las luces fue impresionante, para crear
atmósfera, y al mismo tiempo, representar con cientos de destellos las partes
más revolucionadas, algo de lo que <u>Serpents on Parade</u> va sobrada. La
batería de Víctor sonó como un auténtico tiro, dejándonos el cuello hecho puré,
y el vocalista empleó su simpatía (con ese puntito siempre de mala leche manchega,
jeje) para despedirse de nosotros, enorgulleciéndose de sus giras, deseando
volver a vernos pronto, y echando el resto en <u>You are Next</u>, con el pie
apoyado en el monitor, desafiante, cabreado e implacable, actitud que siguieron
a pies juntillas también sus compañeros.
<br><br>
<b>El Altar del
Holocausto:</b>
<br><br>
El viernes daba sus últimos coletazos. Y aunque el calor nos
había dado una pequeña tregua (sobre todo, comparando con el infierno del
jueves), el cansancio era indisimulable. A priori, pensé que <b>El Altar del Holocausto</b>, para cerrar el
día, se me harían algo difíciles por su particular modo de entender la música,
ritmo, y representación, pero contra todo pronóstico, al final esos fueron
precisamente los elementos que hicieron de su concierto una de las experiencias
más únicas del día.
<br><br>
Mística, íntima, emotiva, espiritual… estas son algunas de
las palabras que mejor podrían definir la actuación que los salamantinos <b>El Altar del Holocausto</b> nos regalaron
el viernes, o su particular homilía, como a ellos les gusta llamar a sus
representaciones en directo. Una ofrenda para su Dios sin palabras, en donde
las citas, salmos y versículos están en los títulos de sus canciones, y solo
mediante la música instrumental expresan esos sentimientos de fe. Y lo hacen de
una forma que, después de haberles visto en acción, es prácticamente imposible
que deje a nadie indiferente. Todavía sigo con momentos y pasajes que se cruzan
por mi cabeza, y que me hacen recordar la intensidad con la que viví todo el
concierto, a pesar de estar triturado. Una música densa y etérea, que puede
pasar de las partes más brutales y contundentes a otras rebosantes de
sensibilidad y colorido en cuestión de segundos, enarbolando en todo momento la
bandera del Post-Rock y del Stoner / Doom, con fragmentos que no rechazan la
experimentación, y otros mucho más sencillos pero intensamente evocadores. Una
música creada y enfocada expresamente, según sus deseos y palabras, para
despertar y moldear emociones. Y aquí os voy a contar las mías. El escenario
quedaba dominado por unas luces rojas tenues, una gran cantidad de humo, y
finalmente, unas campanadas marcaron el inicio del primer corte, que ya nos
hizo surcar un variado y amplio mar de sensaciones. El primer acto de su “-I T-”, llamado <u>Because
evident is God's wrath from heaven against all impiety and injustice of men,
that they stop the truth with injustice</u>, fue también el primero del show. Hay
que resaltar la exactitud y la meticulosidad con la que nos hicieron llegar
cada una de las partes, el cuidado que ponen en cada uno de los distintos
pasajes, ya sean arpegios limpios, punteos, partes machaconas…
<br><br>
Para el segundo tema, la temperatura sobre el escenario
subió de forma considerable. Porque el hecho de que sean profundamente
creyentes, no implica que se comporten como alguien que nunca ha roto un plato.
Sus maneras ahí arriba pasan por la mayor de las contundencias. Movimientos
salvajes, headbanging hasta el suelo, vueltas y golpes al aire. No solamente se
les veía en plena forma, sino además, disfrutando al límite de todos y cada uno
de los momentos del concierto, increíblemente apasionados. Al final de <u>Resvrrectionem</u>,
incluso quedó de pie el batería Reaper Model, dándole unos golpes de aúpa a los
parches, con una energía pletórica. El sonido fue moderadamente bueno,
suficiente para apreciar esos contrastes de intensidad, bajadas suaves y
subidones vertiginosos de caña. Si acaso, era demasiado alto y estridente, algo
que resultaba un tanto molesto a aquellas horas. Entraban de nuevo en éxtasis
divino con la profunda y densa atmósfera de <u>CRVCIS</u>, que por momentos sí
se acercaba bastante al Doom, tramos largos y repetitivos, casi asfixiantes,
pero también vibrantes y plagados de feeling. Espectacular aquí la base
rítmica, sonando muy potente, los bajos de Skybite y la batería de Reaper Model
se combinaban magistralmente, siendo los protagonistas del tema. Precisamente
fue también el bajista uno de los músicos más activos en cuanto a movimiento,
pero lo cierto es que, mirases donde mirases, siempre había algún gesto, alguno
de ellos levantando el puño, otro retorciéndose violentamente, o dando vueltas
por el escenario… Su única comunicación verbal con el público fue a través de
una grabación, aunque no de carácter religioso, como cabría esperar, sino
orientada a agradecer el apoyo a la música en directo, un detalle que les
honra.
<br><br>
Gestos como este, el de no soltar palabra, el de presentarse
de forma anónima vestidos con trajes de cofrades, son pura simbología de su
forma de concebir su música y sus directos: lograr que nos dejemos llevar tan
solo por sus melodías y sus pasajes, sin más elementos que distraigan nuestra
atención. Del carácter
atmosférico pasaban a los más crudos riffs, como sucedía en <u>Love your
enemies, do good to those who hate you, bless those who curse you, pray for
those who insult you. </u><u>If someone hits you on one cheek, offer
them the other one</u>, o <u>De Euforia</u>, registrada en su último EP del
2022, saltando de arpegios luminosos y místicos, a baterías ultra aceleradas y aplastantes
en un santiamén, y manifestando todo ello con una exuberante devoción, más que
un rito puramente religioso, una celebración de la vida misma. Incluso en uno
de los últimos temas, además, una de mis favoritas (<u>El Que Es Bueno, Es
Libre Aún Cuando Sea Esclavo; El Que Es Malo, Es Esclavo Aunque Sea Rey</u>),
no di crédito a mis ojos cuando, de repente, uno de los guitarristas, el que
ocupaba la parte central, dejó su instrumento, pidió que nos separásemos en dos
mitades, para posteriormente, bajarse del escenario y vivir de lleno un wall of
death junto a sus fans. Guardaron para el final la melancólica <u>Lucas I,
26-38</u>, que nos elevó sensorialmente a lo más alto, un momento de evasión de
los que por sí solos son capaces de marcar un concierto. Para despedirse de
nosotros de la forma más cercana posible, bajaron al foso para estrecharnos la
mano. Para mí, y tal vez por lo inesperado, una de las experiencias más
conmovedoras e intensas del festival. Pienso repetir con ellos tan pronto como
pueda.
<br><br>
4 y pico de la madrugada. Sabiendo que al día siguiente me
tocaría estar allí a primera hora, la decisión más sabia era retirarse cuanto
antes, descansar todo lo posible y también ir haciéndose a la idea de que
mañana sería el último día de Leyendas, y tocaría exprimirlo al máximo. Que
luego vienen los arrepentimientos y los lloros, y toca esperar 365 días para
otra dosis.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
<br><br>
<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUeDDRRdfAnGoEOCG6sYLga7pLPWSQomw-asAmhzLADGHT1NZWJ8LIS7Dh0lMuLZFEV5cn_aubfvf57-SRu2NRg4GPAa4E62aKDIgf8YgzzXYlKiw5Uy0GTtV0xHfjGuOlFPKRgAz8TnRFaOgv1m06SBtnthrZj1qYC1rWfyRUCheFYZIZF0pbPAcJtK0/s1600/Twilight%20Force%2007%20Portada.jpg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="2720" data-original-width="5184" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEiUeDDRRdfAnGoEOCG6sYLga7pLPWSQomw-asAmhzLADGHT1NZWJ8LIS7Dh0lMuLZFEV5cn_aubfvf57-SRu2NRg4GPAa4E62aKDIgf8YgzzXYlKiw5Uy0GTtV0xHfjGuOlFPKRgAz8TnRFaOgv1m06SBtnthrZj1qYC1rWfyRUCheFYZIZF0pbPAcJtK0/s1600/Twilight%20Force%2007%20Portada.jpg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/MUbBuCI" ><a href="//imgur.com/a/MUbBuCI">Leyendas del Rock 2023, viernes 11-08-23, Polideportivo Municipal, Villena</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com003400 Villena, Alicante, España38.6318196 -0.861220610.321585763821155 -36.0174706 66.942053436178838 34.2950294tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-40871941446804407162023-08-19T14:57:00.000+02:002023-08-19T14:57:09.480+02:00Leyendas a todo gas (Leyendas del Rock 2023, jueves 10-08-23, Polideportivo Municipal, Villena)El
segundo día (contando la “fiesta de bienvenida” del miércoles, que ya casi no
se puede considerar como tal) de este Leyendas del Rock 2023 fue, y creo que
mucha gente la habrá vivido de igual o similar forma, una de las jornadas más
duras e insoportables que he tenido que soportar en cualquier edición, incluso
teniendo en cuenta los años que se celebró en Mazarrón, San Javier, o Beniel.
Ya estábamos avisados por los servicios meteorológicos, pero una cosa es la
teoría, y otra la práctica. El jueves amanecí mucho más relajado y descansado
que el día anterior, que fue bastante de locos, como siempre, con apresuramientos
e improvistos de última hora. Pensaba que, más que acostumbrado a las
abrasadoras jornadas festivaleras de verano, podría soportar bien las temperaturas
anunciadas, pero no fue así del todo. El cartel de este día era atractivo y
variado, con grandes nombres, algunos de ellos ya habituales en el Leyendas, y
otros auténticos caramelos mucho más exclusivos. Estaba híper motivado pensando
en el fiestón de Heavy Metal que me iba a correr, pero la llegada a Villena,
incluyendo también los 25 minutos desde casa, fue… demoledora. Nada más bajar
del coche, nos recibió con furia un calor que, en 5 minutos, nos dejó
completamente aplastados. Un aire desértico, abrumador, asfixiante, con
auténtica malicia, a más de 42 grados. Ni siquiera el breve refrigerio que nos
tomamos en nuestro ya instalado Kampamento, bajo la sombra del toldo, y
cómodamente sentados, pudo aliviarnos la tórrida sensación de que nos estábamos,
literalmente, derritiendo vivos. De hecho, bajamos bastante antes de las 18:00
para llegar a ver el concierto completo de Beast in Black, pero, y lo digo con
toda la sinceridad del mundo, personalmente no tuve pelotas a meterme ahí bajo
ese sol amenazante para la salud.<br><br>
<a name='more'></a>
En
lugar de ello, y aprovechando que era justo la hora para que diese comienzo el
concierto de los siempre infalibles <b>Noctem</b>,
nos dirigimos, mis colegas Kurro y Elena y yo, hacia el Mark Reale donde, al
menos, estaríamos protegidos del Lorenzo.
<b>Noctem:</b>
Pero lo hicimos en plan tranqui,
quedándonos por detrás, sin meternos en el mogollón que, afortunadamente para
la banda, se montó de mitad hacia delante, existiendo ya un buen ambiente
cuando accedimos a la carpa. Como siempre, los valencianos ofrecieron un show
estruendoso y mortífero, lleno de rabia y extendiendo la maldad en una
atmósfera cada vez más cargada. Y no solo por el insufrible bochorno que hacía
allí dentro, sino porque la banda sabe transmitir esa brutal energía a todos y
cada uno de sus seguidores. Lo cierto es que estuvimos distraídos, saludando a
peña y comentando nuestras cosas, y no me quedé con el setlist. Tampoco hubiese
sido nada fácil, porque la verdad, el sonido era bastante engorrinado y
rebotaba muchísimo en la carpa, al menos, desde nuestra posición. Pero sí hubo
momentos que nos pusimos serios con el headbanging, al igual que los propios
músicos, hipnotizados por esos continuos blastbeats y redobles desde la batería
de Voor. Tiraron de algún recurso extra, como bases pregrabadas (las mínimas
posibles) para realzar la fuerza y / o atmósfera de algunos temas, y otros como
el cráneo de carnero que esgrimía Xavier Beleth al frente de sus compañeros,
mientras nos lanzaba una de sus tantas miradas asesinas, como siempre, maqueado
con un caótico corpsepaint. Y por supuesto, con una actitud de miedo,
pisoteando fuerte el escenario, lanzando unos alaridos tan llenos de rabia como
de potencia. Los encargados de las cuerdas hicieron un trabajo fabuloso, tan
letal como las propias notas que escupían sus instrumentos, diabólico y hereje,
continuamente dándole caña a la melena y tocando a una velocidad demencial. Son
una auténtica máquina de demolición en directo, y quienes hayan tenido la
suerte de verles alguna vez, creo que me darán la razón.
<br><br>
Cuando
la banda se despidió, puño en alto, de nosotros, hicimos una retirada de nuevo
hacia el campamento base para tomar un trago revitalizante. A pesar de ser poco
más de las siete de la tarde, el calor seguía golpeando sin piedad alguna,
convirtiendo cualquier pequeño trayecto a pie en un infierno. Allí, sacamos la
artillería, unas birras, unos whiskitos y refrescos varios que aliviaron
momentánea y parcialmente aquel bochornoso ardor.
<br><br>
Ya
mucho más hidratados (pero sin que el calor diese tregua), nos fuimos derechos
al escenario Azucena, donde a nivel de Metal extremo, estaba empezando uno de
los conciertos más importantes de todo el festival.
<br><br>
<b>I Am Morbid:</b>
<br><br>
Y de
una buena tanda de desgarrador Black Metal, a otra sesión de violencia sonora
del más puro y clásico Death Metal de la mano de <b>I Am Morbid</b>. Más que una escisión de Morbid Angel, la formación se
podría considerar como un homenaje en sí mismo a los grandes temas e himnos que
los de Florida compusieron en sus más primerizas y, al mismo tiempo,
legendarias etapas. Y la forma en que todo esto se materializa no es precisamente
un tributo chapucero, ni una jugada oportunista, es portando entre sus filas la
presencia, nada más y nada menos, que de dos leyendas del Death Metal como
David Vincent y Pete Sandoval, quienes volvieron a juntarse, tras un mogollón
de años, para perpetuar el legado de joyas como “Altars of Madness”, “Blessed
are the Sick” o “Covenant”, discos en los que ambas personalidades
coincidieron. Y en este Leyendas en particular (formando parte de la gira que
están dando actualmente), era una ocasión muy especial para escuchar esos
temas, centrándose concretamente en el “Covenant”, del que escucharíamos unas
cuantas piezas suculentas. Llegaríamos al bolo con <u>Fall fom Grace</u> a
piñón fijo, con las primeras sesiones de doble bombo matador y blastbeast
crujecuellos que escucharíamos. David, saliéndose de la grabación original, nos
regalaba unas voces muy graves, como si de cantos gregorianos se tratase, y
vimos ya la buena sintonía entre él y el guitarrista Bill Hudson, apoyándose hombro
contra hombro. Los solos, por cierto, espectaculares y mordientes, como también
los escucharíamos en <u>Blessed are the Sick</u>, junto a unos guturales que se
escuchaban bastante claros y definidos. Aunque el sonido en realidad estuvo
dentro de la media (más tirando a mediocre que a bueno), hay que decir que este
fue mejorando ligeramente conforme pasaban los temas.
<br><br>
David
recordaba los 30 años que cumple el “Covenant” este mismo año, y al cual iban a
rendir a continuación toda una oda, comenzando por <u>Rapture</u>, con toda la
mala hostia posible y los dientes afilados nos lanzaba el vocalista esos
gruñidos cavernosos, nos avasallaba ese doble pedal del legendario Pete
Sandoval, y tuvimos el placer de ver un solo compartido entre Bill Hudson y Richie
Brown. Me flipó ver a este último actuar. Sin desmadrarse mucho ni ser el más
activo, derrochaba actitud por cada uno de sus poros, transmitiendo fuerza, rabia
y autenticidad con sus riffs y actitud. Parecía haber algún problema con uno de
los platos de Pete, pero lo cambiaron rápidamente y, continuando con el
“Covenant” (aunque sin respetar el orden del disco), nos impactaba esa
explosión de caña repentina que es <u>Pay Divine</u>, que nos puso a caldo,
alucinándome de nuevo Richie con su velocidad y precisión a la hora de tocar
sus riffs. Bastante emocionados, mi gente y yo nos metimos para adentro, para
disfrutar más de cerca aquel aluvión de tralla, al tiempo que sonaba <u>Vengeance
is Mine</u>, con David dejándose la garganta a base de gritos furiosos y
prolongados en toda una muestra de resistencia. Haciendo una referencia ‘a la
justicia de antes, y no la de ahora’ (que podría haber resultado polémica,
según se mire), presentaban <u>The Lion’s Den</u>. Inmediatamente, Richie y
Bill la emprendieron con un headbanging continuo y furioso, que finalmente nos
contagiaron, dejando nuestros cuellos hechos puré. Muchos de los temas eran
presentados por el vocalista. <u>Maze of Torment</u>, que para algarabía de
muchos, apuntaba a esa obra maestra llamada “Altars of Madness”, aparte de
introducir variedad discográfica en el repertorio, fue mi favorita del
concierto, por la espectacularidad de su ejecución.
<br><br>
Gritos
malignos a porrillo, Bill levantando su mástil en plan bestia, y ese rabioso
solo de Richie nos llevaron a un final de locura. Para romper un poco la
seguidilla, Bill inició un solo de aires folklóricos / flamencos, al que se
unió su compañero Richie para darle unos aires más barrocos. Sorprendente
“intromisión” en aquel mar de caña y blastbeats que no duraría demasiado, antes
de que el concierto volviera por sus derroteros más salvajes con <u>Dominate</u>,
que subió muchísimo los ánimos generales, mientras Bill se flipaba con el solo
y sus poses. Aquí, la peña respondió de lujo a esos EY! que nos lanzaba David,
y en su parte central, todos nos desnucamos al unísono. El sonido seguía
ofreciendo claroscuros. Respecto a David, mientras su voz se escuchaba bien, su
bajo apenas nos llegaba en condiciones. Sea como sea, la compenetración de este
último con Sandoval en la base rítmica fue absoluta y letal en la siguiente <u>Blood
on My Hands</u>, y no bajaban una sola escala de intensidad con <u>God of
Emptiness</u>, aunque sí de ritmo, en cierta medida, con algunos compases casi
Doom, bordados por la infernal voz de David. No dejaron de verse tampoco
algunas miradas de complicidad, como aquellas entre David y Bill. Para
despedirles a lo grande, la peña les lió un circle pit en medio del recinto,
aunque hay que decir que fueron ellos los que nos fueron encabronando con <u>World
of Shit (The Promised Land)</u>, cruda y descarnada, en la que el solo, con
varios tipos de técnica por parte de Bill me pareció de lo mejorcito. Todo un
conciertazo, muy contento de mi decisión de ir a verles.
<br><br>
<b>Arch Enemy:</b>
<br><br>
Para no tener el cuerpo muy allá por culpa del calor… menuda
sesión de cera me estaba metiendo entre pecho y espalda (y cuello) en esta
primera mitad del día jeje. Lo cierto es que pensaba apalancarme un ratillo por
ahí, a la espera de que comenzara mi actuación más esperada del día, pero qué
cojones, ¿a quién amarga un dulce? Disponía de algo más de media horita para
ver a los suecos Arch Enemy, y bien sabido es que sus directos son sinónimo de
destrucción sin mesura.
<br><br>
Y sin duda, así fue el rato que pude disfrutarles, más o
menos la primera mitad del concierto. El sonido nos llegaba de primeras como
una auténtica vorágine de agresividad imparable, con <u>Deceiver, Deceiver</u>,
atronadora, y con registros gravísimos y monstruosos desde las cuerdas vocales
de la bestia Alissa White-Gluz, desatada por todo el escenario, hambrienta y
sedienta de sangre, pidiendo la nuestra propia. Se nota (siempre ha sido así),
que es una banda a la que no le gusta estancarse, y la gran mayoría de los
temas que sonaron en el intervalo que vi, pertenecieron enteramente a sus tres
últimos álbumes, que tengo algo desubicados, y esto me vino como anillo al dedo
para ver cómo sonaban en directo. La respuesta, es rotunda: absolutamente
criminales, tanto como el brutal circle pit que se montó (recordemos que
estamos solo en el segundo tema) en mitad de <u>War Eternal</u>, de nuevo, con unos
guturales de espanto, un Michael Amott que no dejaba de recorrer de punta a
punta el escenario, provocándonos mientras tanto, y un Daniel Erlandsson que me
volvió a demostrar lo que siempre pensé: que es un batería sencillamente
ilimitado. El fuego de la pasión continuaba consumiendo al público, que seguía
atentamente cada movimiento de Alissa, una frontwoman excepcional que en tan
solo unos minutos ya nos tenía comiendo de su mano, por no hablar del
espectacular y vistoso traje en el que iba metida. La cantante se muestra
imparable en el escenario. Se agacha, hace molinos con su pelo, corre, brinca…
con una energía digna de ver.
<br><br>
En <u>House of Mirrors</u> (del último álbum, “Deceivers”,
demostró todo esto y más con creces, una verdadera bomba. Como tal, el sonido era
potente, a un volumen bastante elevado, pero a mi entender, poco claro. Todo me
llegaba (estando yo entre ambos escenarios), muy apelotonado y embarullado. Me
costaba percibir los matices en la voz de Alissa, en los bajos de Sharlee
D'Angelo (que me dejó boquiabierto con su forma de tocar) o en las siempre
afiladas guitarras de Michael y el ex-Nevermore Jeff Loomis. Pensándolo bien…
la formación actual consta de unos musicazos de puta locura. Primer vistazo a
discos con unos añitos, concretamente al “Doomsday Machine” de 2005, con <u>My
Apocalypse</u>. Me encantó, a pesar de la escasa definición del sonido en
general, lo bien que lucían esas guitarras limpias de Jeff Loomis, y lo que
contrastaban con esa tormenta de hostias sonoras que se desprendía del
escenario. La vocalista nos gritaba: ¡no seáis tímidos!, y acto seguido, todos
levantábamos las manos al aire. Otro de los puntos que más me gustaron a nivel
de contrastes musicales fueron esas guitarras iniciales de <u>The Watcher</u>,
justo antes de que Erlandsson machacara su instrumento como el animal que es.
Este mismo, pedía palmas para que no decayese el asunto antes de darle cera a <u>The
Eagle Flies Alone</u>, que aunque bajó el tempo un poquito, nos ofreció toda
una exquisita colección de distintos registros por parte de Alissa, más saltos
y cabriolas escénicas de una mujer que, también respecto a su forma física, es
impresionante.
<br><br>
No puedo contaros más, ya que me tocaba escaparme hacia el
Mark Reale para ver a mis queridísimos <b>Vicious
Rumors</b>, que debían estar a puntito de comenzar. Aunque la verdad, ya estaba
metido en el concierto de <b>Arch Enemy</b>
y me dio hasta lástima pirarme.
<br><br>
<b>Vicious Rumors:</b>
<br><br>
La de
los californianos <b>Vicious Rumors</b> era
una de esas actuaciones absolutamente imprescindibles en mi running order
personal, y creo que en el de cualquier aficionado al Heavy Metal acelerado.
Otra de esas rarezas que brillaban con luz propia en el cartel, esperando a ser
paladeada de principio a fin en el escenario Mark Reale. Dado el éxito de su
actuación, y el numeroso público al que lograron congregar, esperemos que no
sea la última vez que pisan el festival. Tras esa introducción de aires
apocalípticos, prendieron la mecha nada menos que con <u>Digital Dictator</u>,
hecho que se pudo interpretar como toda una declaración de intenciones,
saliendo a la carrera un Brian Allen completamente entregado, abriendo los
brazos y poniéndonos inmediatamente a dar cabezazos al aire, ultra motivado,
pletórico de energía y también de voz. No satisfechos con ello, pisaron todavía
más el acelerador valiéndose de la bestial <u>Minute to Kill</u>, con desmadre
incluido de Larry Howe tras la batería, y ambos guitarristas abriéndose de
piernas. Actitud con mayúsculas. Sin embargo, poco duré entre todos aquellos
congregados en la parte delantera. De hecho, no entendí cómo se quedó tanta
gente. No sé si se debió a la sonoridad de la carpa o a una pésima ecualización
por parte de los técnicos, pero lo del volumen en este concierto no tuvo
nombre. Absolutamente insoportable, desmedido y saturadísimo, y no de los que
te suben la adrenalina, sino un sonido de esos que hacen mucho daño a los
oídos… hasta tenía que girar la cabeza cada vez que Brian daba un agudo para
que no se me perforasen los tímpanos. Incluso con tapones puestos. Una
auténtica aberración. Así pues, bastante cabreado, y muy a mi pesar, me tuve
que retirar unas cuantas filas. El setlist, sobre todo para los seguidores de
los primeros trabajos de la banda, fue prácticamente perfecto.
<br><br>
Hasta
los topes de clásicos, y todo temas muy cañeros, que convirtieron el concierto
en una auténtica fiesta de headbanging y puños de cuero. “Soldiers of the Night”, “Vicious
Rumors”, “Digital Dictator”, “Welcome to the Ball”… y pare usted de contar. Del
último mencionado, la única representante fue <u>Abandoned</u>, un trallazo de
guitarras gruesas y eléctricas, con agudos de infarto por parte de un Brian
Allen, que se salió de madre por los cuatro costados, en todas y cada una de
sus facetas. Se nota lo bien que le ha sentado entrar en <b>Vicious Rumors</b> tras la baja de su anterior cantante, Ronny Munroe,
y a la vista está que a la propia banda también le ha sentado de maravilla.
Recuerdo que la última vez que les vi, hace la friolera de 17 años, me gustaron
mucho con James Rivera al frente… pero lo de Brian Allen ha subido mucho el
listón. No menos eufórico se mostraba el guitarrista Gunnar DüGrey, quien se
marcó una actuación digna de reverencia. Sus constantes idas y venidas por el
escenario, esas paradas provocadoras en primera línea de escenario, el continuo
headbanging… hicieron que terminase por ser una de las grandes estrellas del
concierto, en temas como <u>On the Edge</u>, donde destacó especialmente. Un
torbellino imparable que contrastaba, en ese sentido, con un más comedido Geoff
Thorpe, el padre fundador de la banda (y casi de un género), más concentrado en
sus solos, pero sin dejar de acudir junto a su compañero para marcarse duelos
de cuerdas, o meter unos solos flipantes, como el de <u>Soldiers of the Night</u>,
que fue recibida con gran jolgorio. Incluso estando por el centro de la carpa,
me resultaba insoportable el volumen y la saturación, así que tuve que irme
prácticamente al final, pero sin despegar un ojo del concierto.
<br><br>
Lo mejor de todo es que no paraban, iban a degüello, casi
enlazando un tema tras otro, a cada cual más demoledor, y la presión
atmosférica no dejaba de subir y subir. Ya me puedo imaginar si el sonido, para
rematar, hubiese sido medio decente… Brian nos presentó debidamente <u>Ride
(Into the Sky)</u>, que para nada me esperaba, siendo esta la primera vez que
la interpretaban en nuestro país. Otra recompensa para quienes no nos quisimos
perder su actuación bajo ningún concepto. Salvando el mencionado barullo sonoro,
la batería sonaba como una apisonadora, y el Sr. Allen no escatimaba en
absoluto con los agudos, un palpable ejemplo de la estupenda forma física y
vocal en la que se encuentra. Se le subieron los humos a Geoff Thorpe durante <u>Down
to the Temple</u>, mostrando una actitud muy agresiva, dándole cera al cuello,
tocando de forma muy contundente e incluso golpeando sin piedad las cuerdas de
su instrumento. No cederían hasta el final en su empeño por mantener la
ardiente intensidad, entrando ahora, como una avalancha, <u>Hellraiser</u>,
afilada y mortal, donde el líder de la banda mantendría esa fogosidad a la hora
de tocar. Ya puestos, durante una pequeña parada, aprovechaba él mismo para
dedicarnos unas frases (bastante ronco, por cierto), recordando que ya son 44
años los que llevan al pie del cañón. Dos temazos nos separaban del fin. Pura
dinamita <u>Out of the shadows</u>, siguiendo con el ritmo abrasador del show,
caña sin concesiones, como la que daba a su melena el guitarrista Gunnar DüGrey
con esos bandazos, y por supuesto, no podía faltar <u>Don’t Wait for Me</u>, en
donde ya extasiado, Allen saltó directamente al foso para compartir calor y
sudor junto con sus fans, al mismo tiempo que Geoff, Gunnar y el bajista Robin
Utbult, casi pegados encima del escenario, rendían sus armas una y otra vez
ante el estruendo sonoro que ellos mismos habían creado.
<br><br>
<b>Megadeth:</b>
<br><br>
Las huestes del legendario David Mustaine pisaban por
segunda vez las tierras de leyenda, tal como ya hicieron en el año 2017, solo
que ahora, venían con esa pequeña maravilla llamada “The Sick, the Dying... and
the Dead!” bajo el brazo, del que esperaba que cayeran varios cortes. Contando
con los más de 10 minutos que el concierto de los <b>Vicious Rumors</b> me pisó la actuación de <b>Megadeth</b>, sabía que no llegaría al inicio. Pero si os digo la
verdad… tampoco tenía una prisa loca. Como he dicho anteriormente, el golpe de
calor inicial de la tarde me dejó física y mentalmente algo descolocado, y
sinceramente, <b>Megadeth</b> no era la
banda que más me apetecía en aquel momento. Para colmo, al llegar sonaban los
últimos compases de <u>Angry Again</u>… ¡Nooo! ¡Maldición! Esta en particular
me apetecía mucho vivirla en directo. ¡Cuántas veces me tragué de crío esa Last
Action Hero! Esto casi me desanimó todavía más, y afrontaba el concierto con
pocas esperanzas de que me elevara los biorritmos. Al menos, con la siguiente <u>We’ll
be back</u>, se cumplió mi deseo de escuchar algo del nuevo álbum (que sería la
única, por cierto), luciéndose, con esos movimientos y especialmente en la
parte del solo, el inconmensurable Kiko Loureiro, maestro del shredding,
portador de velocidad, cuya actitud y maneras me resultaron una de las partes
más destacadas del show. Show, por cierto, en término estricto. Una enorme
pantalla cubría toda la parte trasera del escenario, mostrándonos unas imágenes
lo más impactante, que cambiaban con cada tema. La peor parte del sonido se la
llevó la voz del propio Mustaine, desgraciadamente. Si además de que, ya de por
sí, canta muy escondido, el sonido no es capaz de realzar sus melodías… pues
apaga y vámonos.
<br><br>
Del resto de instrumentos, ninguna queja, bajo en su sitio y
batería muy contundente a cargo de ese Master que es Dirk Verbeuren, creando
ambos unas bases de lo más estable y sólido, como quedó patente en <u>Wake up
Dead</u>, especialmente en esos segundos iniciales que las resaltaron. Ya que
no sonaban muy bien sus frases, al menos pudimos disfrutar de una buena versión
de Mustaine en el plano escénico. Se le notaba con relativo empuje, hasta
contento en algunos momentos, siempre dentro de sus límites. Como guitarrista,
pues como siempre, muy metido en su papel pero solvente al 100%. Seguían
cayendo temas, algunos más triunfales que otros entre el público, como <u>In My
Darkest Hour</u> (con la pantalla al máximo nivel de espectacularidad), <u>Conquer
or Die!</u> o <u>Dystopia</u>, cuya parte, especialmente en la recta final, me
puso a tope, sobre todo por el virtuosismo en las guitarras y la pulcra
ejecución de los solos, que nos llegaron muy claros. La pegada de <u>Trust</u>
no pasó desapercibida para nadie, y con <u>A Tout le Monde</u> se apuntaron
otro tanto, conquistando todavía más a sus fans, incitándonos Dave a que
cantásemos. Aunque no es mi tema favorito, ni de lejos, lo cierto es que fue
esta la que empezó a despertarme ya en serio del ligero sopor que me invadía a
esas horas, especialmente por la gran motivación que veía crecer a mi
alrededor, incluso estando algo lejos del escenario. Ahora eran James LoMenzo y
Verbeuren quienes pedían palmas en alto, y obviamente no nos iban a
decepcionar, metiéndonos entre ceja y ceja esa <u>Sweating Bullets</u>,
destacando la impresionante iluminación del escenario en ella, con cantidad de
matices. Ojo, ¡y bastante bien Mustaine entonando las partes más difíciles!
<br><br>
Kiko Loureiro dando muestras sobradas, otra vez, de que es
un auténtico hacha de las seis cuerdas que puede dejarte embobado con
cualquiera de sus solos (aunque, hostias, ¿cómo se les ocurre no tocar Tornado
of Souls?). Los guitarristas no dieron ni dos acordes juntos del <u>Symphony of
Destruction</u>, cuando ya tenían ante sus narices a toda, TODA Villena
saltando y gritando como posesos aquello de ‘aguante Megadeth’, más fuerte
incluso que la letra, mucho más fuerte que la propia voz de Mustaine. Un
subidón inmenso en la temperatura general que no dio tregua, tras esos primeros
compases de Dirk Verbeuren / LoMenzo, para <u>Peace Sells</u>. Hay temas que
nunca fallan, y este es uno de ellos, intensísimo en su último tramo. Salían
del escenario unos breves segundos para volver a atacar, sin avisar, con una <u>Mechanix</u>
(aka, The Four Horsemen) que sonó brutal, con un solo de Mustaine rebosante de
energía y electricidad, tanta como se percibía en las voces del público, y sin
respirar siquiera, el bombazo final de la mano de <u>Holy Wars... The
Punishment Due</u>, con multitud de imágenes y vídeos distintos en pantalla, alumbrándonos
a todos con un estallido de color, y Kiko viniéndose arriba elevando su
guitarra al culminar el solo. Aprovechaba Mustaine para presentar a su banda, y
terminaban de marcarse un tema que fue otro de los valores seguros del
concierto, tirando a matar. Eso sí, un poco extraño que terminasen antes de su
hora. Pero en términos generales, tengo que decir que el concierto me
convenció, ofreciendo la banda una de sus mejores facetas, especialmente en la
segunda mitad.
<br><br>
A las 00:00 en punto, y simultáneamente en las redes
sociales y distintos medios, saltaba por las pantallas del Leyendas toda una
sorpresa que muy pocos esperábamos, el nuevo videoclip, en primicia, de los
titanes <b>Angelus Apatrida</b>, que concentró
la atención de todos allí presentes.
<br><br>
También nos quedamos a ver un ratito del Folk Metal festivo
de los <b>Feuerschwanz</b>, su espectacular
puesta en escena, sus primeros cortes, y la cantidad de instrumentos que
hicieron que aquello sonase más refrescante de lo que imaginaba. Pero el
siguiente objetivo del día, en realidad, tendría lugar en el escenario Mark
Reale: la actuación de los blackers épicos <b>Keep
of Kalessin</b>.
<br><br>
<b>Keep of Kalessin:</b>
<br><br>
Iniciamos la marcha hasta el susodicho escenario, mientras
escuchábamos a la gente pasarlo en grande con los vikingos alemanes, y nos
quedamos directamente en las gradas, cogiendo un poco de aliento hasta que
pasaran los escasos minutos que nos separaban de <b>Keep of Kalessin</b>, todo un descubrimiento en directo que apenas
había escuchado antes salvo temas sueltos.
<br><br>
Venían a nuestro país muy resueltos a defender sus temas y
sus discos en el Leyendas, y así lo demostraron plenamente con <u>Dragon
Iconography</u>, con un sonido, por desgracia, bastante sucio que no permitía
escuchar por igual todos los instrumentos. Aunque hay que decir que poco a poco
se fue ‘asentando’. Sorprendentemente, el recinto estaba bastante lleno, y es
que en cuanto a Black Metal (aunque este no fuese de corte 100% tradicional),
había bastante poco de donde escoger este año en el cartel. Tras un sentido
agradecimiento por parte de su vocalista, líder y fundador de la banda, Obsidian
Claw, que se mostró fiero e implacable con su instrumento y sus cuerdas
vocales, arremetieron con <u>Hellride</u>, de su último álbum “Katharsis”,
creyendo en sus composiciones, y transmitiéndonoslas con aplomo y belicosidad. Aquí,
los blastbeats se convirtieron en protagonistas, tan potentes, que retumbaban
en la carpa y hacían temblar el suelo del lugar. Mucha rabia concentrada en su
siguiente corte, <u>Dark Divinity</u>, Robin "Wizziac" Isaksen al
bajo torturando sus cuerdas a toda hostia (verdaderamente rápido), voces en
tonos más épicos, pero también gritos rabiosos de Obsidian que nos hacían levantar
los puños, y algo que fue común a varios temas, el empleo de bases corales
pregrabadas. Con todo, creo que sobre la marcha se estaban ganando a propios y extraños.
A mí personalmente, me estaba encantando, y me situé más hacia el centro para
poder degustarles mejor. Y en qué buen momento, pues <u>Crown of the Kings</u>
fue la que más me gustó del show, con toda la banda tirando de headbanging, en
uno de esos momento que surgen espontáneos y sin preparación. El doble bombo,
que sonaba bastante aceptable, los coros del bajista, y las impías guitarras de
Obsidian y Roger Isaksen (¿es hermano del bajista?) creaban unos pasajes
oscuros y repetitivos que sin remedio te sumergían en la atmósfera, cada vez
más intensa y estruendosa.
<br><br>
Para contribuir a esta última, un muro de humo casi tapaba
el escenario, sobre todo, con la llegada de <u>Introspection</u>. Los coros
épicos antes mencionados resaltaban, y mucho, la faceta épica del tema,
convirtiéndose en uno de sus mayores rasgos de identidad, con esas melodías de
fondo que le daban más colorido a los temas. Lástima que otros detalles, como
el solo de Roger, quedase un poco por debajo del conjunto. Con temas elaborados
a la vez que bastante largos, la cosa iba llegando a su fin. Hasta el momento,
habían hecho un buen popurrí de sus más recientes discos, “Amada”, “Epistemology”,
“Katharsis” y “Reptilian”, entregándose en cuerpo y alma a la ejecución de sus
temas. Sin embargo, algo que enfrió un tanto el concierto fue la falta de
comunicación entre ellos, ni visual, ni verbal, ni con gestos, cada uno iba a
su rollo y estaba en su mundo. Al menos, Obsidian sí nos dedicaba alguna que
otra palabra. Tras presentar su más reciente trabajo, titulado de forma
homónima al tema de a continuación (<u>Katharsis</u>), Wanja Gröger a las
baterías se puso de nuevo en ‘modo destrucción’ con blastbeats irrefrenables y
agresivos. Bravo por ese solo de Obsidian, y a destacar una melodía de lo más
personal que han compuesto en toda su carrera. Más caña todavía sobre el
escenario con <u>Dark as Moonless Night</u>, durante la cual vimos a todos los
miembros de la banda arqueando el lomo al ritmo de las potentes bases, y para
terminar, el que fue su tema más reconocido y celebrado (otra de las que más me
moló), <u>Ascendant</u>. A pesar de que la voz también sonaba completamente
enguarrada, a pura lata oxidada, el cantante nos supo transmitir muy bien sus
sensaciones en ella, a través de sus movimientos, gestos y ese soberbio solo de
guitarra tan melódico y dramático al mismo tiempo.
<br><br>
<b>Tierra Santa:</b>
<br><br>
Como ya se ha dicho por activa y por pasiva (de hecho, debió
ser uno de los principales temas de conversación de aquel día), el calor que
todos los asistentes al Leyendas padecimos aquel jueves fue, literalmente,
inhumano. Un aire desértico, seco y recalentado, bajo un sol de justicia, fue
una combinación que a la mayoría nos dejó hechos polvo. Ya acercándonos al
final de la noche, el concierto de <b>Tierra
Santa</b> podía, o bien terminar de hundirme en un absoluto sopor, o lograr
infundirme esa energía extra de la que andaba tan necesitado. Por suerte, y siguiendo
la tendencia de las últimas veces que les he visto en vivo, consiguieron
revitalizarme al 100%.
<br><br>
<b>Tierra Santa</b>
siguen siendo una banda muy querida en cualquier festival que se precie, y en
el Leyendas del Rock 2023 se les dio una grandísima y merecida recepción. Mucha
gente esperaba con ganas su directo, siendo esta la última actuación del día en
el Azucena Stage. A base de actitud, velocidad, y un setlist infalible, nos
pusieron a caldo ya desde el primer tema, <u>Pecado de Ángel</u>. Durante ella,
ya se percibía ilusión en los componentes de la banda, con un Ángel San Juan
especialmente motivado, que intentó darle rasgos de personalidad vocal a cada
estrofa, arrancando fuerte y prosiguiendo del mismo modo con trallazos de
batería aplastante, como <u>Indomable</u>. Si en lo personal tengo que destacar
algo en concreto acerca del sonido del concierto, que por cierto, fue
fantástico del primer al último tema (de los mejores del día, de hecho), eso
sería la constante presencia del teclado de Juan Antonio San Martín, un
instrumento que a veces les queda muy por debajo en la mezcla, y que en aquel
concierto le dio una sonoridad exquisita a temas de la talla de <u>Por el Valle
de las Sombras</u>, como muchos de su último trabajo “Destino”, llamado a ser
un nuevo clásico en sus futuros repertorios. Y es que este disco me parece de
lo mejor que han sacado en más de una década. Afortunadamente tuvimos el placer
de escuchar unas cuantas… Obviamente, sin dejar atrás sus primeros discos,
aquellos repletos de temazos que todos conocemos y hemos cantado hasta la
saciedad, como <u>Sangre de Reyes</u>, apreciándose una gran unión entre Ángel
y su compañero Dan.
<br><br>
Sin perder esas potentes guitarras, atacaban con <u>Apocalipsis</u>,
otra que nunca falta, y que sin esfuerzo es capaz de levantar un auténtico mar
de voces entre el público. Respecto al último concierto que les vi hace unas
semanas, encontré a Ángel mucho más afinado en las líneas vocales, incluso más
acertado a la guitarra. Y en <u>Tierras de Leyenda</u> nos dio otro ejemplo de
ello, uno de esos arranques que te pone a 100, con la batería repartiendo estopa
a piñón, tras la que por cierto, si no me equivoco, volvió a estar Álex Alonso.
Ya iban unos cuantos empalmados, y concretamente, <u>El Dorado</u> es uno de
mis favoritos del mencionado “Destino”. Si bien supuso un bajón de velocidad,
las poderosas guitarras y el pulido sonido de la batería le dieron muchísima
vida. Me flipa, casi tanto como la propia <u>Destino</u> con la que
prosiguieron. También en esta se aprecia ese viraje hacia el sonido / estilo de
sus primeros álbumes que les hizo grandes, pero también una evolución en lo
musical, que también atañe al directo. Sin ser ningunos portentos de la
técnica, al menos, lo que hacen, lo hacen de fábula, ¡que no es poco! <u>Drácula</u>
volvió a saciar nuestra hambre de clásicos inmortales de la banda, levantando
innumerables cánticos a aquellos a quienes todavía nos quedaba voz tras un día
tan intenso. Tal vez por eso mismo, los músicos se mostraron especialmente
enérgicos para, a pesar del cansancio, lograr transmitirnos ese empuje. El
bajista Roberto no dejó de dar vueltas, adelantándose hasta nosotros
continuamente, igual que Dan Díez, a veces muy concentrado, pero otras
sacándole partido al escenario.
<br><br>
<u>La Leyenda del Holandés Errante</u>, convenientemente
presentada, ya caló hondo, pero <u>Pegaso</u> fue, directamente, uno de los
puntos álgidos del concierto, heavy, afilada, triunfal, con todo el recinto
levantando el puño, gritando su letra, y un Ángel completamente entregado a la
pasión… a pesar de que sus primeras notas en el tema no sonaron nada bien. Es
en piezas más calmadas y de regusto AOR, como <u>El Laberinto del Minotauro,</u>
donde las teclas se hacen todavía más imprescindibles, y por ende, en esta
ocasión sonó increíble. No nos daban tregua, ya que continuaban empalmando una
canción tras otra, exprimiendo como nadie el tiempo de actuación, sin dejar atrás
ni la pasión, ni la velocidad. También es algo que ya les va bien, porque no es
que sean demasiado comunicativos entre tema y tema. En lo vocal, <u>Alas de
fuego</u> fue un reto, aunque también contó con el apoyo de los coros de Dan (y
los nuestros, qué demonios). Al grito de <u>Legendario,</u> arrancaba uno de
sus temas más poderosos y queridos al mismo tiempo. Aunque como digo, Ángel cantó
muy bien en general, le noté más forzado de lo habitual en las partes altas, y
aun así, cumplió plenamente con el tema, aunque no se atreviese con el agudo. Al
mismo tiempo, esta marcaba el principio del fin, y tan solo restaba en el
setlist <u>La Canción del Pirata</u>. Ángel y Dan, codo con codo, nos animaban
a darlo todo, y su segunda parte, con el escenario en penumbra, fue algo
tremendamente intenso, con arpegios y punteos muy claros, y miles de voces recitando
al maestro Espronceda.
<br><br>
Ya no podía con mi alma. El único grupo que podría haberme algún salto de los que quedaban hubiera sido Mind Driller, pero quedaba mucho festival por delante, y preferí recortar la noche. Al menos, lo peor respecto al terrible calor ya había pasado (en teoría), y en el viernes y sábado, con un poco de suerte, hasta podríamos disfrutar un poco de esas bajadas de temperatura de las noches villenenses.
<br><br>
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><a href="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMFIN_1GHRXZ82J5GV2pji4r2bUmAlWMvrDgEglgUXlAyu46rd5PeBUZ89D8_quL17JtRAuKOzGac6K6zcu3Cz3S6IjSKfWwgilj_0UvCEXTEPcQ_kGPHlr2Am6U0BctMxF7wgjwLKxUIcmAMJg1rkDN38FDQ-JH0vGm-RWQnvqaNzEB40NkoCzTTh6TI/s1600/Vicious%20Rumors%2009%20Portada.jpeg" ><img alt="" border="0" width="600" data-original-height="537" data-original-width="1024" src="https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgMFIN_1GHRXZ82J5GV2pji4r2bUmAlWMvrDgEglgUXlAyu46rd5PeBUZ89D8_quL17JtRAuKOzGac6K6zcu3Cz3S6IjSKfWwgilj_0UvCEXTEPcQ_kGPHlr2Am6U0BctMxF7wgjwLKxUIcmAMJg1rkDN38FDQ-JH0vGm-RWQnvqaNzEB40NkoCzTTh6TI/s1600/Vicious%20Rumors%2009%20Portada.jpeg"/></a></center>
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/H1eUTRB" ><a href="//imgur.com/a/H1eUTRB">Leyendas del Rock 2023, jueves 10-08-23, Polideportivo Municipal, Villena</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com003400 Villena, Alicante, España38.6318196 -0.861220610.321585763821155 -36.0174706 66.942053436178838 34.2950294tag:blogger.com,1999:blog-4896780154936471016.post-24489923637004118702023-08-17T22:17:00.016+02:002023-08-17T22:21:11.466+02:00Leyendas a todo gas (Leyendas del Rock 2023, miércoles 09-08-23, Polideportivo Municipal, Villena)El del pasado
2022 fue el primer Leyendas del Rock que se celebró tras dos años en los que la
puta pandemia nos privó de él. Este año, al menos, podíamos respirar más
tranquilos, sabiendo que por esa parte, al menos, no íbamos a temer por una
nueva edición. Conforme pasan los años, cada vez es mayor el tiempo previo
durante el cual uno acumula nervios y energía esperando a que llegue un nuevo
Leyendas. Tal vez sea la edad… pero me inclino mucho más por pensar que se debe
al hecho de que cada vez me gusta más y más ir de festival. Fueron unos cuantos
días de planear el tema de la acampada, de coordinarse con los colegas, de
repasar una y otra vez el cartel y los horarios, de compartir gustos y
desavenencias por el cartel, de crear imágenes anticipadas con toda la ilusión
del mundo… e incluso antes de darnos cuenta… ya lo teníamos ahí. Leyendas del
Rock 2023, en toda su plenitud. Y como siempre, no puedo dejar de celebrar y
recalcar que es un privilegio tener un festival que, aunque no sea realmente mi
favorito a nivel musical, se lleve a cabo tan cerca de casa. Al contrario de
muchas opiniones que he podido escuchar desde que se anunciaron las primeras
bandas, este año contaba con un cartel muy atractivo para mi gusto personal,
con un buen puñado de bandas más exclusivas y raras de ver en nuestro país,
aunque sin renunciar a nombres que ya son todo un topicazo año tras año, o cada
pocas ediciones. El miércoles ya contábamos con un set de bandas bastante
atractivo, que en su primera mitad, se volcaba en apoyar a bandas emergentes, y
en la otra, a aquellas más que consagradas o con grandes nombres en sus filas.<br><br>
<a name='more'></a>
Gradualmente, la primera jornada del Leyendas del Rock ha pasado
de ser una divertida y sencilla fiesta de presentación, a transformarse
prácticamente en un día más del festival, con un cartel que poco o nada tiene
que envidiar al resto. Lo
cierto es que no tuve un buen día, aquel miércoles. Un problema de salud de uno
de mis hermanos felinos me tuvo en vilo toda la mañana (y toda la noche
anterior), con una preocupación enorme. Por suerte, pude resolverlo justo antes
de acudir al festival (también gracias al apoyo moral de mi colega Elena), y para
<b>Paul Di’anno</b>, la primera banda que
no podía perderme, ya estaba allí, dándolo todo, y con una sensación de alivio que
no se puede comprar con dinero.
<br><br>
<b>Paul Di’anno:</b>
<br><br>
No miento a nadie si afirmo que, siendo esta mi primera vez
frente a él, y siendo consciente de las limitaciones que implican su actual
estado de salud y forma física, afrontaba el concierto con muchas reticencias y
prejuicios que, afortunadamente, se fueron disipando ya desde los primeros
temas, dejándome cada vez mejor sabor de boca. En parte, gracias a la propia
interpretación vocal de Paul, que estuvo a un nivel muy por encima del que pude
imaginar, y en parte, gracias a una banda que dejó más que patente su eficacia
a la hora de tocar los temas. Para completar el cupo de alegrías, el sonido del
que gozaron desde el principio fue realmente bueno. Este año el Leyendas se ha
puesto las pilas en ese tema, pensé… un tanto ingenuo de mí. Pero a lo que
vamos. <u>Sanctuary</u>, ese tema con el que Iron Maiden han culminado tantos y
tantos conciertos, sirvió de perfecta apertura para ir calentando el ambiente y
al personal, que cantó todos los estribillos sin fallar uno solo. Me pareció,
además un setlist bien equilibrado en cuanto a ritmo, y como cabía esperar,
centrado al 100% en la época de Di’anno en Iron Maiden, sin arriesgar lo más
mínimo. <u>Wrathchild</u> y <u>Prowler</u> continuaron levantando manos al
viento. A pesar de que la gente aún no estaba del todo metida en el concierto, son
temas que uno no puede resistir a cantar a pleno fuelle, ya que forman parte de
la vida de muchos de nosotros. Lo que observé de <b>Paul Di’anno</b> (y obviamente, fue el principal centro de atención)
muy poco tuvo que ver con lo que he visto en videos recientes. Su voz sonaba
sólida, con un tono muy natural y en ningún momento dejó de cantar ninguna de
las partes, por difíciles que fuesen, a no ser que nos concediera el placer de hacerlo
a nosotros.
<br><br>
Johnny, uno de los guitarristas, iniciaba con gran pasión, y
elevando el mástil de su instrumento, <u>Murders in the Rue Morgue</u>, a la
que el vocalista añadió, incluso, algunos sorprendentes guturales de cosecha
propia. Se comunicaba con nosotros, como tantas otras veces hizo, para
presentar la emotiva <u>Remember Tomorrow</u>, intensa sobre todo en los
primeros compases, hasta esa explosión que Paul inició con un gran agudo, ¡y
sin que se le viese sufrir en exceso!. Lo que sí se le veía era disfrutar desde
su silla de ruedas, muy inspirado, propenso a los gritos, y contento de estar
allí ante un público tan receptivo y numeroso. Con ayuda de un pipa, abandonaba
el escenario (mientras se echaba un baile, cigarro en boca), y nos dejaba la
instrumental <u>Genghis Khan</u>, con la que la banda pudo lucirse a gusto.
También nosotros gozamos del gran sonido de los instrumentos. Qué inmenso gusto
escuchar esa batería de Henry rebotando al más puro estilo Heavy Metal clásico,
o las definidas notas de bajo… pero la palma se la llevaron Ritchie y Johnny a
las seis cuerdas, sobre todo en las partes más complejas. Mientras bajista
(pulsando siempre con los dedos) y batería marcaban el compás, enseguida aparecerían
los primeros apoyos desde el público para <u>Killers</u>. Me encantó cómo
sonaron esas notas agudas de bajo, de nuevo muy cercanas a la grabación
original, y sin detenerse ni a respirar, empalmaron con <u>Phantom of the Opera</u>.
<br><br>
Excelentes armonías de guitarra, muy limpias, y un batería
que la hizo vibrar con pegada y aplomo. Fue una de las grandes triunfadoras del
setlist, y tanto la coreamos, que el mismo Paul, sonriente y casi abrumado,
dejaba los estribillos a mitad para que los terminásemos nosotros, acercándonos
el soporte de su micrófono. No abandonó esta vez el escenario, quedándose junto
a sus compañeros en la instrumental <u>Transylvania</u>, iniciada por Ritchie
con gran pasión, mientras el otro guitarrista se paseaba muy cómodo por el
escenario, destacando el solo ejecutado por el primero de ellos. Quedaba ya
despedir el concierto de la mejor manera, volviendo Paul a tener unas palabras
con nosotros, presentando la mítica <u>Running Free</u> como una canción sobre
sexo, drogas, Rock’n’Roll y motos. Los coros los puso Johnny, y también
nosotros en el estribillo, mientras el batería volvió a darnos una actuación de
notable alto. Y Paul, una vez más, desgañitándose con esos furiosos agudos. Me
dolió la ausencia de Purgatory en el repertorio, mi favorita de los dos
primeros discos, o la que yo creía imprescindible en cualquiera de sus bolos,
Iron Maiden, pero detalles de gustos personales aparte, fue un concierto que me
dejó grandes sensaciones. Y, diría que, por primera vez, tengo la impresión de
que a <b>Paul Di’anno</b>, por la entrega,
profesionalidad y capacidad vocal que mostró, todavía le queda cuerda para rato
sobre los escenarios. O eso, o es que le cogimos pletórico aquella tarde.
<br><br>
<b>Ugly Kid Joe:</b>
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Pueden gustar más o menos, pueden tener mayor o menor encaje en el estilo de nuestro
Leyendas, pero dejando a un lado gustos personales, es difícil discutir el
hecho de que <b>Ugly Kid Joe</b> fue una de
los grandes sorpresas en cuanto a confirmaciones de esta edición, una verdadera
golosina para quienes gustamos de sonidos clásicos y hardrockeros. Poder
presenciar en directo a una banda de Rock americano por estos lares no es
precisamente fácil, por lo cual, su actuación contaba también con ese valor
añadido (al igual que quedé anonadado cuando confirmaron a Mr. Big en la
edición del 2018). Nos prepararon un setlist movidito y divertido, cualidad
esta última a la que ayudaron los músicos, a la hora de hacer un show ameno que
pudiera gustar a casi todo tipo de público. Aunque a decir verdad, sobre todo
comparado con el anterior concierto, la zona bajo el escenario presentaba enormes
vacíos, había muy poca gente, menos de la que esperaba, y esto a veces me hace
pensar que al final, la gran mayoría apuesta siempre por lo mismo, algo que a
su vez juega en contra de la variedad musical en un festival. Con un telón
sencillo mostrando su nombre, la banda apareció sin demora, soltando amarras
con <u>That Ain't Livin'</u>, costándoles bastante acercar y motivar al público
de primeras, a pesar de la empatía que mostraron y de esos riffs tan
contagiosos por parte de Klaus Eichstadt y Dave Fortman (la camisa que vestía
este último, no tuvo desperdicio). Paso a paso, lo conseguían un poco más, con
la marchosa <u>V.I.P.</u>, que ya dio bastante más juego a la hora de hacernos
bailar, con ese toquecito funk que es santo y seña de los americanos.
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El vocalista Whitfield Crane, único miembro original que
queda en la banda, junto al guitarrista Klaus Eichstadt, no se puede decir que
sea el frontman más enérgico del mundo, pero sí es cierto que, con sus gafas de
sol, su gorra del revés, y ese puntito de cachondeo que siempre lleva consigo, no
está exento de carisma, y a la hora de cantar, lo hace de maravilla. Poco a
poco se fue viniendo arriba, y en <u>Neighbor</u> ya le vimos saltar, zanganear
por el escenario, agacharse… todo sin prisa pero sin pausa, conectando con
nosotros a su ritmo, pidiendo palmas aquí y allá, y haciéndonos alguna que otra
carantoña, como sucedió en <u>Panhandlin' Prince</u>, empleando también algunos
efectos de sonido en su voz. Al mismo tiempo, Dave Fortman sí hacía gala de un
humor y simpatía a prueba de bombas, saltando en momentos de subidón,
arrimándose al frente del escenario y compenetrándose con su compañero Klaus,
quien bordó ese gran solo del tema. Las bromas entre ellos fueron constantes,
alguna impertinencia incluso, y unas cuantas miradas cómplices. Y esto es algo
que también contribuye a crear clima. Antes de comenzar <u>No One Survives</u>,
con expresión guasona, el cantante nos incitaba a ir subiendo la voz,
adaptándonos a la curva de intensidad. Parecía que, ahora sí, los pocos allí
presentes íbamos entrando en materia. Vacilándose ambos guitarristas, compartieron
solo en <u>Devil’s Paradise</u>, una de mis favoritas del set, melodías muy
chulas y una pegada consistente por parte del batería Zac Morris. Se dirigía
Crane a nosotros para seguir rompiendo el hielo, y a continuación, rompieron
también el ritmo del concierto, y lo digo de forma positiva, encajando muy bien
esa <u>Cat’s in the Cradle</u>, una de las dos versiones que sonarían aquella
tarde. El sonido, en general, fue algo apagado, bien ecualizado pero con algún
altibajo, aunque por ejemplo, esos arpegios del tema de Harry Chapin sonaron
con mucho brillo.
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Muy en su rollo, el vocalista se sentó frente a nosotros, al
borde del escenario, para cantarla, como si no pasara nada. A pesar de ser el
tema más lento del concierto, fue una de las que más me enganchó, y aunque
parezca lo contrario, animó bastante el cotarro con esas melodías tan guapas y
bailables. De momento, fueron desgranando más temas que cuajaron de fábula,
poniendo en movimiento cada vez a más gente, elevando también el nivel de buen
rollo que se respiraba con <u>I'm Alright</u>, en la que ellos mismos se
pusieron a saltar en fila, mientras Dave y el batería Zac ponían unos coros que
resaltaron muy bien. Klaus nos conquistaba presentando la siguiente <u>Failure</u>
en un español más que aceptable (y no solo las tópicas palabras tan manidas).
De cara al final, el escenario se iba llenando de humo, y caía ahora <u>Goddam
Devil</u>. A lo largo de todo el corte, me gustaron mucho sobre todo las partes
instrumentales, ese solo bien cargadito de wah, y los tonos altos de su
vocalista en el último tramo, que nunca dejó de animar con palmas y gestos. La
sorpresa, o más bien, la gran aparición llegó cuando, de repente, el mismísimo
Andreas Kisser (Sepultura) entró al escenario para marcarse junto a sus colegas
una machacona y feroz cover del <u>Ace of Spades</u> (Motörhead) que, como era
de esperar, nos volvió locos. Zac le aportó su personalidad con partes de doble
pedal, y el mismo Kisser se encargó del solo con mucha pasión. Caldo de cultivo
perfecto, por otra parte, para terminar a lo grande, de la mano del single que
mejor catapultó su carrera, la picante <u>Everything about you</u>, con la
mejor versión de Crane, y los últimos bailes entre el público. Un momento, este
en concreto, de los que se clavan hasta el final del festival. Mil gracias
Leyendas por acercárnoslos.
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En este punto, aquel en el que comenzaba a caer el sol y se
acercaban dos bandas que no me interesaban tanto, decidí hacer un pequeño
descanso. Había dormido tres horas la noche anterior, y la verdad, me
encontraba un poco roto. Y no era plan de ir quemando fuerzas al límite ya el
primer día, sobre todo teniendo en cuenta lo que esperaba para el final de la
noche.
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Vimos un ratito a Sepultura, al mismo tiempo que me encontré
con mis colegas Juanmi y Mauro, con quienes compartí algunos de los mejores y
más hilarantes momentos del festival. Vimos a Derrick Green, como siempre,
dejarse la puta piel, un monstruo en el escenario, y a Andreas Kisser (por
segunda vez en aquel día), destilar pasión en esos solos tan salvajes de temas
como <u>Territory</u>, <u>Kairos</u> o <u>Dead Embryonic Cells</u>. No me
atrevería a calificar la calidad del sonido, ya que vimos el show muy de lejos
y sin prestarle la debida atención, entre risas y chorradas varias, pero desde
luego, la batería de Eloy Casagrande debía escucharse en toda Villena y más
allá. Al menos de volumen, iban a tope. Con <u>Roots Bloody Roots</u>, nos
adentramos un poco más en el escenario, y nos echamos algún cabezazo al ritmo
de sus machacones riffs.
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<b>Warcry:</b>
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De <b>Warcry</b>, algo
más puedo decir. Este sí lo vi prácticamente entero, pero tampoco me enfoqué
demasiado en él, paseándonos por el merchan, saludando a la basca que no dejaba
de aparecer por ahí (caras conocidas a mansalva), tomándonos algo
tranquilamente y sobre la marcha, tomando notas con mi jodido Nokia jeje. El
setlist combinó más temas recientes que clásicos, y la gente estaba
disfrutando, especialmente en las primeras filas, de locura. Como todos los
años (no me extraña que siempre cuenten con ellos…), el recinto estaba a
reventar de gente viéndoles. Abrieron con <u>A por ellos</u>, el corte que
destapa su último disco, “Daimon”, y con un sonido más que notable, al menos
desde lejos, continuaron con <u>Nuevo Mundo</u>, <u>Quiero Oírte</u>, o <u>Contra
el Viento</u>, que todo el mundo cantó a coro, y cuyas voces nos llegaban hasta
el otro extremo del recinto. De hecho, incluso más que la del propio Víctor.
Durante la primera parte, le vi algo ronco, bajo de rendimiento vocal, pero
esto suele ser normal en él, y es hacia el final cuando desata todo su
potencial. Con <u>Perdido</u> y <u>Ardo por dentro</u>, pese a ser temas ‘menores’
en su repertorio, seguían contando con el calor incondicional de su público, y
con una batería que sonaba muy potente, por cierto. Sin embargo, <u>Coraje</u>,
una realmente difícil de cantar, me confirmó que Víctor no estaba en su mejor
forma, llegando por los pelos a los agudos, y haciéndolo con un fino hilillo de
voz. Afortunadamente, el vocalista tiene muchos ases en la manga, y muchos más
recursos para ganarse al público, por ejemplo, su gran carisma y simpatía.
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También Pablo conecta con el público, siempre poniendo esas
caras tan raras en sus solos, como sucedió en <u>Siempre</u>, un tema que me
trae recuerdos muy agridulces, o <u>La Maldición del Templario</u>, para la
cual, empezaron a hacer uso intensivo de la gran pantalla de fondo para narrar
y mostrar su introducción en vídeo. <u>Cielo e Infierno</u>, de su “Donde el
silencio se rompió...” (disco que nunca me ha llegado a enganchar) vino de la
mano junto al primer gran, gran clásico de la noche, <u>Capitán Lawrence</u>,
en el que el vocalista descansaba su voz valiéndose de la gran entrega de su
público. Tan emotiva como siempre, y con imágenes de lo más vistoso en
pantalla, esta última mostraba también imágenes introductorias para <u>Huelo el
Miedo</u>, durante la cual, la batería de Rafael Yugueros sonó avasalladora,
estruendosa y sólida. Y otra introducción más, esta vez para una baladita
llamada <u>La vida en un beso</u>, que enterneció a sus fans de las primeras
filas. Fue como ir de cero a cien a nivel de caña, porque <u>Tú mismo</u>
volvió a elevar temperatura y potencia, aunque con el paso de los años y
escuchas, lo cierto es que hoy por hoy la veo como algo muy simplón. Un último
vistazo a su “Daimon” con <u>Solo sé</u>, y tras despedirse de nosotros, de
perdidos al río con un himnazo de la talla de <u>Hoy Gano Yo</u>, que volvió frenético
al personal, y en la que el bajista Roberto García se cantó alto y claro
aquello de ‘el Heavy no interesa’. La gente, completamente fundida con ellos,
recibió con los brazos en alto una auténtica lluvia de papelitos blancos como
regalo de despedida.
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<b>KK’s Priest:</b>
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Tocaba
ponerse serios, más Heavys que nunca, y adelantarnos lo más cerca posible del
escenario. Al terminar <b>Warcry</b>, la
vaciada del recinto fue descomunal… algo que mi cerebro es incapaz de procesar,
teniendo por delante ese finalazo de noche que nos traería, a continuación, a
uno de los guitarristas más míticos y respetados de la historia del Heavy
Metal, nada menos que al ex-Judas Priest, K.K. Downing, en su andadura en
solitario.
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El
espectáculo que nos tenían preparado no era para tomárselo a broma, y ya empezó
a dar muestras de grandeza cuando, por la enorme pantalla, se mostraba un vídeo
a modo de introducción narrada, tras el cual, K.K. Downing, él solo, pasó a
ocupar su lugar, recorriendo el mástil y haciendo ruido. Ruido ensordecedor que
precedió al primer tema de la noche, de cosecha propia, esa <u>Hellfire
Thunderbolt</u>, que para nada desentonaría en un álbum de Judas Priest.
Llamaradas, así para empezar, y una increíble retahíla de agudos por parte del
inmenso Tim ‘Ripper’Owens que, sin lugar a dudas, fue una de las grandes
estrellas, ya no del concierto, ya no del miércoles, sino de todo el festival
por su asombroso trabajo. Había unas plataformas dispuestas a lo largo del
escenario, y la banda comenzó a desplegarse rápidamente por ellas. Una pasada
ver a K.K. juntarse con su compañero A.J. Mills para compartir el solos y
armonías de cuerdas en uno de los temas que formará parte de su inminente nuevo
álbum (con fecha de salida Septiembre del 2023), <u>One More Shot at Glory</u>.
Que sí, que no se puede negar que K.K. Downing, al final, ha entrado en el
típico camino de aprovechar temas consagrados para llenar en sus directos y no
perder el vínculo con la que fue su banda madre, incluso en los títulos de sus
nuevas canciones, pero con un disco de notable calidad en el mercado, uno ya en
camino, y un talento indiscutible en los músicos de su nueva formación, puede
llegar a ser algo loable. Tributo, dirían algunos. Pero yo no lo veo así.
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Tirando
de temas de Judas Priest, llegaba la parte fuerte del concierto, aquella que,
le pese a quien le pese, todos esperábamos con ansia. El vocalista nos hacía
gritar su nombre artístico para iniciar <u>The Ripper</u>, del “British Steel”,
mostrando una actitud implacable en ella, y seguidamente, otro tema de su
próximo “The Sinner Rides Again”, llamado <u>Reap the Whirlwind</u>. Con
el bajista Tony Newton pisoteando los monitores y Owens en un estado vocal más
que impresionante, nos alcanzaba otro torbellino de fuerza brutal, alentado por
esa devastadora batería de Sean Elg, músico más que rodado, que viene de bandas
como Cage o los speeders americanos Nihilist. Y ojo que, esta vez sí, la cosa
sonaba como debía, con una potencia innata, arrolladora y nítida. El escenario
se hallaba iluminado con dos puntos de luz azul, clima perfecto para <u>Night
Crawle</u>r, que nos hizo enloquecer a todo, coreando incluso el solo de K.K.,
y con A.J. Mills subido a una de las plataformas. El martilleador de la muerte Sean
Elg, arrancó como un tiro <u>Sermons of the Sinner</u>, e inmediatamente se le
unieron sus colegas de banda. Ahora, empleaban ese halo de luz roja, perfecto
para uno de mis temas favoritos del “Jugulator”, la groovy <u>Burn in Hell</u>,
sin escatimar en espectáculo: fogonazos, imágenes en los laterales de las
plataformas, vídeos en pantalla… Del “Stained Class”, <u>Beyond the Realms of Death</u> nos puso los pelos
de punta. Ripper demostró que no solo de agudos vive, y en cualquier
registro hizo un trabajo magistral, mientras llevaba de aquí para allá el
soporte de su micro. Y ni en esta, más templada, pudo dejar de desmelenarse el
bajista Tony Newton, siempre muy metido en faena. Incluso nos arrancaron unos
aplausos espontáneos, y unos oes al final, tras ese sentido solo de Downing. Otro
de los cortes más esperados de la noche sería la brutal <u>Hell Patrol</u>, una
maratón de resistencia y, al mismo tiempo, una prueba más del ‘nivel Dios’ de
voz que posee Owens.
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Creo que no fue al único que consiguió dejar con los ojos
como platos. Seguían la dinámica de intercalar temas propios (<u>Brothers on
the Road</u>) con himnos de siempre, como <u>Metal Meldtown</u>, con un doble
pedal a zapatilla viva, y coreada por cien voces. La peña estaba muy, pero que
muy entusiasmada, era algo que se podía percibir casi con los cinco sentidos. Sorprendente
esa <u>The Green Manalishi (With the Two Prong Crown)</u> de Fleetwood Mac, me
dejó bastante descolocado, pero rápidamente me volví a zambullir en el asunto
gracias tanto a la impía pegada de Sean Elg como al espectáculo visual que nos
ofrecía la pantalla. Y por si había algún despistado, ese bofetón llamado <u>Breaking
the Law</u>, le pondría en cintura. Decir que fue interpretada a la velocidad
del disco, con los dos guitarristas muy coordinados, uno al lado del otro, en
el solo. Mostrando en grande la portada del “Sad Wings of Destiny”, muchos ya
nos olíamos <u>Victim of Changes</u>, y al mismo tiempo, nos preguntábamos
hasta qué punto Owens podría con esos picos tan inhumanos del tema. Anticipada
por A.J. y K.K. (pocos saben hacer gritar a su guitarra como este último), y
continuada por todo el conjunto, Owens no solo superó con sobresaliente los
gritos extremos, sino que además, al final, nos dio un repaso de agudos que nos
dejó anonadados. Y no penséis que se le vio sufrir demasiado. Pero qué puta
bestia. Casi nos íbamos ya de camino a las barras, cuando nos dimos cuenta de
que quedaba un bis, una apuesta valiente por un tema de <b>KK’s Priest</b> llamado <u>Raise your Fists</u>, ante la cual, por
supuesto… hicimos lo propio, puños bien altos. Entre fuego, columnas de chispas
y un millar de papelitos blancos, la banda se despidió de nosotros, dejándonos
con un regusto casi de incredulidad por lo visto allí esa noche.
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Sin perder un solo segundo, desde donde estábamos, nos
desplazamos al escenario contiguo… y de paso, me frotaba las manos. Ver en
directo a mis idolatrados <b>Riot V</b>,
una de mis bandas favoritas de todos los tiempos, es siempre una ocasión dorada,
en la que ya sé por adelantado que voy a segregar endorfinas a kilotones,
toquen lo que toquen. Presumiblemente, el sonido, siguiendo la tónica vista en <b>Paul Di’anno</b>, <b>KK’s Priest</b> y <b>Warcry</b>,
iba a ser bueno, ¿por qué no? Pues antes lo pienso, y antes me doy de morros
contra el suelo.
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<b>Riot V:</b>
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Los neoyorquinos sabían que tenían la dura tarea de despedir
la primera jornada del festival, a la 1:30 de la madrugada, y por ello, tenían
que ir con todo. Desde luego, imposible arrancar con más fiereza que hacerlo
con uno de los mayores himnos de la historia del Heavy Metal, esa aplastante <u>Thundersteel</u>,
con toda la banda chuleando en primera línea de escenario, mostrándose
vibrantes y motivados, y el grandioso Todd Michael Hall (quien por cierto,
cumple 10 años en la banda) haciendo magia con los agudos sin despeinar su
melena. Una lástima, una verdadera lástima… que el concierto sonase a chatarra,
al menos, desde las primeras filas donde me encontraba. La guitarra de Mike
Flyntz no se escuchaba una mierda, se distinguía de fondo un petardeo
desagradable, y los bajos eran horribles. No os podéis imaginar la desilusión
que tuve en ese momento… con las inconmensurables ganas que tenía de volver a verles…
Al menos, siempre me quedó centrarse en su actuación en sí, que por supuesto,
fue de sobresaliente alto, impecable a nivel escénico y técnico. <u>Fight or
Fall</u> continuó levantando la algarabía entre el público, a pesar de todo,
con el chulo de Don Van Stavern agitando su bajo, y Frank Gilchriest metiéndole
al doble bombo que daba gusto, bordando sus partes, tal como en <u>Sign of the
Crimson Storm</u>. Con el subidón que me dio escuchar sus primeros acordes… qué
putada que el bajo sonase descolorido, demasiado fuerte, y faltase un montón de
punch en la ecualización de las guitarras. Parece que a Flyntz se le escuchaba
un poco mejor a ratos, pero la mezcla general era un horror. Todd nos animaba,
con su carisma y don de gentes, a que cantásemos un temazo como una catedral,
como es el <u>Flight of the Warrior</u>, ayudando a Flyntz y Van Stavern en su
función a los coros.
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El mismo don, le metía un ‘tiento’ a su siempre fiel botella
de tequila, y llegaba otro de esos momentos inolvidables de la noche con <u>Johnny's
Back</u>, apasionada y con los músicos muy animados. Mientras Don corría de un
guitarrista a otro para hacer piña con ellos, nosotros nos veníamos arriba
gritando a pleno pulmón aquello de ‘I am your man’. No sé hasta qué punto
tendría que ver con el mal sonido, pero nos contaban que estaban tocando con
guitarras prestadas porque en el aeropuerto perdieron unas cuantas piezas de su
equipo. Pero <b>Riot V</b> no son la típica
banda que cancela fácilmente, algo que les agradecimos de todo corazón. Tras un
cambio a flying V por parte de Mike Flyntz, y tras unos punteos con poca
distorsión, caía <u>Bloodstreets</u>, un tema muy intenso con el que me tuve
que aguantar las emociones, de esos que, según en qué momento me coja, puede
llegar a desmontarme. Y si encima es en directo, y cantada por todos los allí
presentes mientras Todd nos la dedica cara a cara… ya ni os cuento. Parecía que
la guitarra de Mike Flyntz cogía algo de fuerza. La de Nick Lee, que también
estuvo a una gran altura, sonó más o menos bien durante todo el bolo. Dieron
por terminado con esta canción tan emotiva su recorrido por el “Thundersteel”,
pero todavía tenían mucha cera que repartir, continuando con la poderosísima <u>Victory</u>,
vapuleándonos Frank su doble pedal a muerte, empalmaban sin descanso con <u>Bring
the Hammer Down</u>, del “Unleash the Fire”, mientras el escenario se llenaba
de humo. Una actuación absolutamente brillante de Todd en lo vocal (aunque me
pareció verle un pelín menos motivado que otras veces) nos llevó, también de
forma enlazada, a otro himno eterno de la banda como es <u>Fire Down Under</u>,
de su disco homónimo.
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Como curiosidad, me fijé en la interesante forma de coger la
púa que tiene Nick Lee. Otro traguito de Don a su tequila, y ahora con más
razón que nunca, pues se avecinaba <u>Swords and Tequila</u>. A última hora, el
sonido había subido un escaloncito, sin llegar a ser realmente bueno. Ante tal
distinguido momento, Todd aprovechó para descamisarse, para regocijo de aquell@s
de apetencias masculinas (y es que el tío, hay que reconocerlo, está en una
forma física alucinante). Las guitarras de Nick y Mike fueron un chutazo de
energía insuperable cuando entonaron la gloriosa <u>Warrior</u>, del 77.
Jolgorio, saltos y gritos, hasta tal punto, que el vocalista nos dejó cantar el
último estribillo sin abrir él la boca, muy contento del resultado. Aunque
suene raro, lo cierto es que con este tema en particular, en directo, echo de
menos la voz de Guy Speranza, pero eso no quita que siga siendo un cañonazo de
los que me puso a 1000. Lo habitual habría sido despedir aquí el show, pero
todavía tuvieron tiempo para una última <u>Road Racin’</u>, de su “Narita”, un
corte cuyo frenetismo se vio perfectamente representado en el escenario, solos
de todos y un Don que nos apuntaba una y otra vez con su bajo. Dejando el tema
del sonido aparte, una jodida maravilla de concierto, de esos que te llevas a
casa. Y es que <b>Riot V</b> nunca han
defraudado, y además, es uno de los legados más dignos, orgullosos y solventes
que ha tenido nunca una banda donde ya no queda ni un solo miembro original. ¡¡Gigantescos!!
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_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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<center><blockquote class="imgur-embed-pub" lang="en" data-id="a/k1s8oqT" ><a href="//imgur.com/a/k1s8oqT">Leyendas del Rock 2023 (miércoles 09-08-2023, Villena)</a></blockquote><script async src="//s.imgur.com/min/embed.js" charset="utf-8"></script></center>JaviRPGhttp://www.blogger.com/profile/08349980451396565228noreply@blogger.com003400 Villena, Alicante, España38.6318196 -0.861220610.321585763821155 -36.0174706 66.942053436178838 34.2950294