
Su puesta en escena sería a las 23:30, pero mi idea era llegar un poco antes para hacer ‘ronda de reconocimiento, y si podía ser, disfrutar de alguna de las bandas anteriores. Salí de casa a buena hora, pero un suceso, digamos… bastante surrealista, en la gasolinera donde paré a repostar, me retrasó bastante. Por suerte, una vez ya en la población de Novelda (donde por cierto, nunca había estado antes), no tuve problemas para aparcar cerca del recinto donde se celebraba el festival, el parque del Auditorio Municipal de Novelda. Un lugar con un aforo relativamente limitado, recogidito, pero con mucho encanto, y con una pendiente muy pronunciada para ofrecer una excelente visibilidad del escenario. Alrededor, todas las instalaciones necesarias, desde unos baños, lugares para sentarse, hierba verde en el terreno, puesto de merchan para todas las bandas, y barras. Y sí, una cerveza en vaso de medio litro por 2 euros, es lo que realmente entiendo yo por precios populares, y lo demás son cuentos chinos. Siendo así, y en contra de lo habitual, me pude permitir hacer varias aportaciones al festival. 20 años, como ediciones lleva celebrándose el Raïm Fest, he tardado en descubrirlo. Y ya me vale, porque lo que me encontré allí esa noche, aparte de un recinto fenomenal, fue un ambientazo de primera, y una devoción absoluta de todos aquellos, tanto currantes como asistentes, que se dieron cita allí.
Antes del tan esperado momento, pude presenciar, con calma y comodidad, la actuación de Tearful Sorrow, una banda completamente desconocida por mí, supongo que entre otras cosas, por el estilo que practican. Su rollo es un Rock bastante denso y melancólico, indiscutiblemente inspirado por la música de los 90, sobre todo por ese gran ‘saco’ musical que es el grunge, con influencias desde Nirvana a Pearl Jam, pasando por Soundgarden y, especialmente, Smashing Pumpkins, de quienes atisbé mayores referencias. No es que me apasione ese sonido, pero puesto que era la forma más entretenida (y gratificante, por qué no decirlo), decidí prestarles toda mi atención, aunque en realidad no conocía ni un solo tema. A parte de creaciones propias, tiraron de alguna versión con la que llegaron especialmente al público, destacando para mí la actuación de su cantante y guitarrista, que se cargó gran parte de la empresa a las espaldas, dejándose la voz con feeling en varios registros, y poniéndole mucha entrega. Esto último fue nota generalizada en sus tres músicos, aunque todo hay que decirlo, noté demasiados fallos, sobre todo a nivel rítmico, que cantaron demasiado en algunos momentos. Me alegro de que, en última instancia, se hiciesen con su público, consiguiendo que cantasen los temas, despertando unas buenas rondas de aplausos, e incluso peticiones de más temas.
Lo de Jolly Joker, como cabía esperar… fue otro nivel. Tenía tantas, tantísimas ganas de volver a verles, que antes de que empezase aquella salvaje fiesta, más que dejarme llevar por el nervio, me propuse regodearme ante la inminencia, a disfrutar de cada minuto incluso mientras ponían a punto sus instrumentos. Siendo la primera vez que les veo en esta gira, en la que llevan varios meses ya embarcados, me sorprendió la nueva introducción que llevan para ella, más vanguardista. Su nombre lucía bien grande en la pantalla de fondo del escenario. La gente empezaba a acercarse, los músicos a invadir el escenario, y la tensión creciente explotó de forma súbita, como aguja que revienta un globo, con esas primeras notas de Yannick anunciando Sky is so High… y a partir de ahí… ¡a desmadrarse tocan! Obviamente, no pude frenarme de acercarme hasta el borde del escenario para no perderme un solo detalle, y además, acompañado con mi colega Paula, con quien me lo pasé de locos. Los rostros, las miradas de Dani, Lane, Andi y Yannick no podían ocultarlo: estaban deseando gustar, conquistar, y más que eso, arrasar por completo el recinto. No importaba la timidez del público. No importaba que ya hubiese caído la medianoche. Cuando se suben a un escenario, se crecen de tal forma que, inmediatamente, dejan de existir los obstáculos para ellos, y solo manda su pasión infinita por el Rock’n’Roll. Ni siquiera los problemillas iniciales, bien con la guitarra de Yannick, bien con la ausencia de volumen en el micro, impidieron que estos diesen un arranque monumental, que proseguía con Shotgun.
Y si inmensas eran las ganas que tenía de verles, ni os digo ya de escuchar los temas del nuevo trabajo, llamado simplemente “Jolly Joker”, que salió a la venta a principios de este 2025, y para mí sin duda es el disco nacional del año. Este primer exponente fue un auténtico pelotazo. Eso de la ‘fase de calentamiento’, lo dejaremos para otros, porque Jolly Joker no lo necesitan, y así, sin ningún tipo de vergüenza, Lazy, Yannick y Andi se acercaban hasta el límite del escenario para fliparse como solo ellos saben, mientras Dani nos deleitaba con una muy elocuente forma de tocar, haciendo filigranas y cruzando sus baquetas. Pero si todavía quedaba alguien durmiendo en los laureles, Fuck it All lo arrastraría de golpe a la realidad. No había duda de que iban a emplear su artillería más pesada, y además, estaban pletóricos. Como mejor ejemplo, el vocalista Lane Lazy, arrancando el tema delante, después de rodillas, y posteriormente, desgañitándose a gritar con una ferocidad asombrosa, dedicándonos, incluso, un alarido final. Él mismo nos dedicó unas palabras de saludo y agradecimiento, y la conexión fue instantánea. De esa forma, y empuñando esa nueva y reluciente bestia roja de seis cuerdas, daban comienzo a un tema que consiguió definitivamente sacarme de mis casillas. No era otro que D.A.M.A.G.E., uno de mis favoritos de toda su carrera, que con dos guitarras, sonó apabullante, un contundente puñetazo en las narices, que por si no fuera poco, también contó de grandes coros de Andi, y un apasionado cara a cara entre este y Yannick que nos puso la sangre a arder.
Hasta Dani, en el final del tema, se puso de pié para terminar de acribillar sus platos, respaldado por ese infinito solo hasta el éxtasis del guitarrista. ¡¡Jodidamente acojonante!! Una de las grandes sorpresas del set, que hacía mucho tiempo que no disfrutaba en vivo, y uno de los momentos álgidos del show. Pero no fue para menos esa Enough, con Lane Lazy de nuevo correteando a sus anchas, pasándose el micro entre las manos y bordando cada movimiento. Los cabezazos constantes de Andi eran sinónimo de estar pasándolo en grande. Se acercaba, y formaba equipo con su compañero Yannick, quien poco después se desmarcaba para echarse un paso del pato, con todo su desparpajo y carisma habitual. No contentos con la que estaban liando, el vocalista pedía a grito pelao que todo el mundo se acercara al escenario, y unas palmas para el inicio de My Little Cadillac. A golpe de Rock n’ Blues enérgico, con mucho descaro y gamberreo a tope, Lazy llenaba cada centímetro del escenario, sin parar de ofrecernos sus poses y su espontaneidad, esa que lleva en las venas ya de serie, y además cantando de lujo, especialmente sembrado aquella noche. En su más pura esencia, también Yannick nos deslumbraba con su solo, dando vueltas sobre sí al mismo tiempo. Ponían el foco sobre su excelente “Loud & Proud” en el siguiente tramo. Durante Blood Velvet, vimos incontables muestras del gran clima y la hermandad, ya no solo entre banda y público (con constantes guiños), sino también entre sus músicos.
Andi, en cuya forma tan potente de tocar no puede esconder sus influencias más metaleras y pesadas, hacía piña con Lane Lazy, deslomándose ambos a melenazos, mientras Yannick, a su bola, terminaba el solo completamente tirado en el suelo, apasionado al límite y dándolo absolutamente todo. Un espectáculo constante, como nos tienen ya acostumbrados, pero que al mismo tiempo, sigue teniendo una capacidad de sorpresa y un magnetismo brutal incluso para quienes ya les hemos visto infinidad de veces. Sacándole el dedito de en medio a la vida, I Don’t Care es toda una declaración de principios de la banda. Ojo ahí a la pegada de Dani, que se empeña en no dejar ni un parche ni una baqueta entera, machacando sin piedad sus cajas y platos. Dani ‘el destructor’, menuda pieza. Una auténtica bestia parda a la que, conforme avanzaba el show, veíamos más y más caliente. Con el headbanging de Andi, que no dejaba de acercarse a su público, arrancaba también I Just Wanna (Kiss You), con Yannick y Lane (guitarra en ristre), adelantando posiciones. Otro de los momentos más esperados para mí del concierto. Y es que, con un primer single de esa talla… ¿cómo no va a ser un triunfo total su último disco? Me mola una burrada, y con ella, retomaron ese sonido sleazy melódico, juguetón y cabroncete de sus primeros discos. Otra que añoraba seriamente en directo es I Am Rock N Roll, y más si se ejecuta de forma tan electrizante como aquella noche. Dani le metió con tales ganas, que hasta el ventilador que le refrescaba se fue a tomar por el culo, con unos cambios rítmicos tan potentes como bien medidos.
Al frente, dando caña y provocando, el guitarrista nos daba de nuevo a probar su medicina, con una actitud estratosférica, alcanzable por muy pocos, pisoteando los monitores y vaciándose por completo… o casi, porque aún quedaba mucha tela que cortar. Subiendo de velocidad y macarrería para el sprint final, hasta Andi se marcaba unas patadas al aire con Hey You, apuntándonos con su guapísimo Thunderbird, y con esa perenne sonrisa siempre en su cara. Y fue otro ejemplo más de la plenitud vocal que Lane Lazy, gran cantante, excelente frontman, y mejor persona, gozaba esa noche. Ahora, botella de Jack Daniels en mano (de la que me cayó algún lingotazo jeje), arrancaban con todo, con la traca final, con ese temón que tanto vale para abrir la fiesta (como hacían durante su anterior tour), como para cerrarla, llamado Rockin’ in Stereo. Aquello tenía que ser redondo, y sin cortarse un pelo, tirando de cara dura, el vocalista bajó del escenario y se mezcló entre el público, incitando al desmelene. Volviendo a su posición, señalaba y destacaba a Yannick, quien se hizo el puto amo del escenario con su solo, mientras las luces parpadeaban a piñón. Si a ello le añadimos unos grandes coros de Andi, y el terremoto que levantó Dani tras su batería… aunque creo que todos nos quedamos con ganas de mucho más, no se puede pedir un final mejor, ni más espectacular, para un concierto redondo.
Por supuesto, yo fui uno de los muchos que nos quedamos con ganas de más, aunque el horario estaba tan ajustado que tan solo pudimos catar 45 minutos… eso sí, unos de los más intensos que puedes vivir en cualquier concierto. Lo del sábado para mí fue mágico, no lo puedo describir de otra forma. Pero de esta gente, no se puede esperar otra cosa. Lo que he contado aquí, es tan cierto como lo de cualquiera de las 25 crónicas que les he dedicado en este blog. Con Jolly Joker, apuestas a ganar. Ya no tienen porque demostrar nada, y aun así, lo siguen haciendo, porque es de la única forma en la que saben subirse a un escenario. Otras cosas cuentan mucho, desde luego, pero la actitud, la verdadera, la que sale del corazón, eso vale millones, y a los valencianos es muy difícil plantarles cara de igual a igual en ese ámbito. Es cierto que la Terreta ya no es lo que era en cuanto a conciertos, por desgracia. Pero, ¿bandas de la hostia? Eso las tiene a patadas. Y en particular ellos, para mí, son el máximo exponente.
Más tarde, nos quedamos un buen rato viendo a Maggots. Desde luego, Slipknot no es precisamente lo mío, pero no puedo negar que los músicos de esta banda tributo lo hicieron increíblemente bien, calcando movimientos, estética y temas con mucho talento, y además, centrándose al principio en temas de los dos primeros discos, que son los que me traen recuerdos. Luego, para el final de la noche (creo que fueron Hellvetics), ver a alguien sobre el escenario disfrazado de Blancanieves ya fue ‘demasiao pa el menda’ jejeje, así que siendo ya altas horas, decidí ir haciendo marcha para casa. 20 años he tardado en descubrir, como digo, este pequeño, humilde, entrañable y auténtico festival, pero la de este 2025 fue una edición que no olvidaré por cómo afloró todo: el clima, la fraternidad entre las bandas, la organización, los currantes del evento… gracias a gente luchadora y con devoción se siguen haciendo estas cosas. Y no podría despedirme sin lanzar un sincero agradecimiento a la familia Jolly Joker (Lazy, Yannick, Andi, Dani, Nando y Paula), por tantísima amabilidad, la impagable compañía, y el trato recibido.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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Crónica brutal, sincera y sin tiritas. Jolly Joker fueron una de las estrellas del cojonudos XX edición del Raïm. Suerte para los que fuimos. Vicente @vizurial
ResponderEliminar¡Saludos, Vicente! ¡Muchas gracias! Me alegro de que la hayas disfrutado. Se podría decir... que Jolly Joker son estrellas allá donde vayan y toquen. En su rollo, son actualmente inalcanzables, y cada concierto, cada tema que sacan, avala esta afirmación. Para quien no les haya visto aún, no sabe lo que se está perdiendo.
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