lunes, 18 de julio de 2022

Kingdom of Death (Spain Death Metal Fest VII, sábado 16/07/22, Babel Live Stage, Alicante)

La música en directo, afortunadamente ha vuelto a su cauce. Tal vez no lo haya hecho, por el momento, con tanta fuerza y tanta capacidad de convocación como en los tiempos pre-pandémicos, pero poco a poco todos los estilos se van abriendo paso a los escenarios. Los géneros más extremos del Metal fueron, en su mayoría, los más castigados en estos dos últimos años de mierda, básicamente porque apenas tiene sentido vivir esos blast beats, esos guturales o esos breakdowns atado a una silla. Son conciertos que piden movimiento y energía a gritos, y por fin, después de mucho (demasiado) tiempo, pudimos disfrutar de un auténtico cartelazo en el que el Death Metal clásico, el Black y el Brutal Death se cogieron de la mano, dejando como resultado una noche apoteósica. Ocasión perfecta para disfrutar de unas auténticas leyendas, en el sentido más estricto de la palabra, del Death nacional como son Obscure y Necrophiliac en todo su esplendor, pero también de descubrir a nuevas formaciones de la talla de Arthropodal Humanicide (lo más burrote del cartel) o los sorprendentes Blazemth, una banda con muchos años a sus espaldas liderada por el incombustible Volkhaar desde 1994. El menú estaba servido, y el disfrute a todos los niveles, asegurado. Y quien me conoce ya sabe que lo mío son los estilos más melódicos, pero por supuesto también sé entender y disfrutar a tope de este tipo de eventos y géneros más cafres, y más todavía cuando impera el buen rollo, el fantástico ambiente que vivimos el pasado sábado en mi queridísima Babel Live Stage. Volvíamos, una vez más, mi colega Kurro y yo, recordando de paso aquel 2015, la penúltima edición del Spain Death Metal Fest, organizado por el gran Avul, y del cual ya había pasado demasiado tiempo. Teníamos que volver a liarla.

Llegar a las puertas de la Babel y encontrarnos con un número de asistentes mucho más alto de lo imaginado ya fue un gran motivo de alegría. A pesar de que aparcamos sobre las 19:30, todavía tuvimos el tiempo y el gustazo de saludar a peña de 10, como mi colega de Alzira Salva, Avul y Patricia o Gremlin, con quien compartimos gran parte de la noche y de los cabezazos. También mi colega Aitor andaba por allí, y más tarde me encontré con el gran Manu (Elx) y Diana, con quienes también pasamos grandes ratos.

Con un poquito de retraso respecto a la hora prevista, comenzó la mandanga con la formación más brutal que pisaría el escenario de la Babel en toda la noche, los manchegos Arthropodal Humanicide, una verdadera salvajada, que nos puso ya los puntos sobre las íes. Entramos justo en los últimos compases de Eristalis Tenax, el tema que (salvo la introducción) abre su único LP hasta el momento (“Hegemony of the Arthropods”) para encontrarnos con un sonido avasallador, fuerte como el puto infierno, algo saturado pero muy apropiado en general para este estilo. Seguidamente, ya nos pusimos entre las primeras filas a disfrutar como locos del resto de la actuación, que continuaba con Paralized and consumed, notándose aquí con especial claridad ese contundente sonido del doble bombo de Santi, que repartió manteca para dar y vender durante todo el show. Nótese también que Juan Rueda, a pesar de llevar ya unos años como vocalista de la banda, incluso haber grabado el último single con ellos (The Game of Latrodectus), vivía en esta noche su primer concierto en directo, y a decir verdad, demostró unos buenos dotes, tanto para moverse por el escenario como para gritar a morir temas como Necrotic Visceral Loxoscelic Bite, que sonó tras esa introducción disparada, y en la que pude fijarme con detenimiento en la flipante velocidad que llegaban a alcanzar las notas de Óscar al bajo… ¡verdaderamente impresionante! Y es que será una banda joven, pero desde luego, nos demostraron saber lo que se hacen. δ-ACTX-AR1 continuaba con el desparrame de brutalidad, una muralla de bombo, el tapping de Óscar y diversas virguerías como el solo de Rodri. Unas letras ‘preciosas’, que hablan sobre insectos y sus particularidades de la forma más repugnante posible, una actitud y una temática que me parecen muy originales y que encajan a la perfección con el Brutal Death, aunque por momentos, también me dio la impresión de que la banda tira un poco hacia el Grindcore en un tema que no se encuentra en su disco como Brain eater, gruñidos porcinos incesantes y blast beats extremos para, como nos decía su vocalista, terminar de desnucarnos a todos. Y si no lo conseguían, también guardaban en la recámara un cover de los americanos Internal Bleeding llamado Ruthless humanity, más que apropiada para su rollo. Ya despidiendo y agradeciendo la asistencia y el apoyo por parte del público (creo que realmente lo tuvieron más que merecido), Entomological feast in a putrid cadaver fue la última ‘gorrinada’ de su repertorio, que emprendieron con guitarras lacerantes, un bajo a velocidad de vértigo y unos blast beats constantes y a saco, con los que nos desatornillamos las cabezas a base de headbanging. Puede que el sonido no fuese el mejor, o que hubiese alguna que otra imperfección técnica, pero doy fe de que todos los allí presentes disfrutamos a lo grande de este intenso y despatarrante concierto. Por cierto, creo que una gira junto a sus paisanos Insaniam sería para chuparse los dedos.

Nos tomamos un pequeño descanso para afrontar la que para mí era una de las actuaciones más interesantes y deseadas de la noche, la de los legendarios sevillanos Necrophiliac.

Una de las bandas indiscutiblemente pioneras en el sonido Death Metal en nuestro país, formados nada menos que en 1988, a la que por fin tenía la oportunidad de ver, y no pensaba desperdiciar ni un solo minuto de concierto, paladeando ese estilo tan gutural, oscuro y cavernoso del que siempre han hecho gala en todos sus trabajos desde el inicio de su carrera, que coronaron en 2020 con un larga duración llamado “No living man is innocent”, y del que prácticamente plasmaron todos los temas en el setlist de aquella velada. De hecho, Piper Leading Innocents fue la primera en sonar, siguiendo el orden lógico del disco. El sonido ahora era mucho más equilibrado que en el primer concierto, cobrando todos los instrumentos una mayor fuerza y separación entre ellos, pero sonando en general muy compacto, grave y contundente. Continuaba el manjar con Hunting Humans, y me encantaba observar a su vocalista frente al palo del micro, rígido, viviendo intensamente cada ‘growl’ y cada movimiento que hacía, al tiempo que sus compañeros levantaban simultáneamente los mástiles de sus instrumentos. Un final de lo más apabullante nos llevó hasta Gorefruit treasure de su quinta demo (“Visceral fruit”, 1991) con un rollo más primitivo e hiriente, si cabe. Nos dedicaba Juan Carlos unas palabras y presentaba un tema que calificó, entre otras cosas, de político, muy acertadamente, un Kill all, burn all, loot all que volvió loca a la peña, especialmente a la de las primeras filas, creándose unos moshpits de lo más bestiajos mientras el solo de Ery y las armonías de cuerdas junto a su compañero Miguel bordaban el tema.

Se les veía en una forma estupenda, y con muchísimas ganas de hacer temblar la Babel, muy comunicativos por parte de su vocalista y entregados a más no poder a la vorágine destructiva con temas recientes como Magma of flesh (Beasts of the Earth), en la que Ery y Miguel se encargaban de nuevo de subir paulatinamente el ritmo con sus riffs, o la que fue, indudablemente, mi favorita de todo el concierto, Inhabitants of the red forest, con una batería tremendamente Doom en algunas partes, y rápida como un demonio en otras, cambios que nos descolocaban y destruían nuestras vértebras, y para colmo, con una interpretación vocal soberbia. Otra bestialidad, esta vez rescatada de su primer LP del 1992 fue Cyclic Pathology of Natura, cruda y violenta, desenfrenada y mortífera, con unos gritos desgarradores que nos ponían a caldo y hacían hervir las primeras filas. En varias ocasiones, Juan Carlos ‘Bongo’ presentaba los temas de una forma muy dramática que se agradecía, aportando algo de contexto, como hizo con When mother ate son. La liada aquí fue importante también sobre todo en esas partes de batería que se acercan a breakdowns más modernos. Aunque tenía las expectativas muy altas, os aseguro que las estaban superando con creces. Cada tema era demoledor, y cada músico rayó a un nivel enorme. Se notaron desde el principio las tablas y la enorme experiencia, siendo además, ojo, la formación original desde finales de los 80 salvo la incorporación de Ramón al bajo, que os aseguro que también hizo un trabajo fino, fino, desmelenándose y tocando de la hostia. Tras 35 años de carrera, esto es muchísimo decir. Los moshpits embrutecidos no daban tregua, y algún golpe que otro nos llegaba hasta mitad de la sala. Godbundy y esos gruñidos de ultratumba nos transportaban directos al corte que da título a su último disco, No kiving man is innocent, la tralla final tras esas voces pregrabadas a modo de introducción, con un imparable doble pedal de Sweick que no bajaba de revoluciones, y nuestras espaldas medio rotas de tanto doblegarlas. Un concierto absolutamente impecable, magistral, sin una sola fisura a destacar, y un gran objetivo cumplido en lo personal como era ver en directo a estos auténticos titanes de nuestro Death Metal.

Un rato antes, tuvimos el placer de charlar un rato con los mismísimos Enri y Rafa (y su hijo Aquiles, ¡un saludo!), siempre tan cercanos y amables, y desearles suerte con su inminente concierto, que estaba a punto de atronar los cimientos de la Babel como ya han hecho en otras ocasiones. Pero lo de Obscure no es suerte precisamente, sino constancia, una actitud apabullante, talento y sabiduría escénica. Y tampoco se necesita cuando, como es su caso, llevan 35 años ya subiéndose a los escenarios de toda la geografía. Aunque a lo largo de su historia ha experimentado numerosos cambios de formación, la banda actualmente está formada básicamente por los músicos fundadores junto al portentoso vocalista Beleth (Noctem), lo cual en mi opinión se refleja en la solidez que se percibe en sus directos. Al igual que abre ese genial “Darkness must prevail” del 2019, Curse of my race fue pura energía desde el principio, una pequeña muestra del impacto y la fortaleza que iba a tener todo el show: los cada vez más acelerados golpes de Enri y la desatada melena de Rafa en perpetuo movimiento fueron poniendo en caliente a un público que, conforme pasaba la noche, se mostraba más activo y participativo. Escuchamos este tema desde la barra, terminado de pedir algo de priva, y parecía que el sonido no las tenía todas, de momento. Pero en cuanto nos acercamos al centro de la sala, la cosa cambió radicalmente. El durísimo bajo de Anselmo y las guitarras de Rafa y Boris, literalmente, cobraron otra dimensión, muchísimo más potentes. Abrían con contundencia el Blessing of malignancy, y se desató inmediatamente la bestia Beleth, convirtiéndose en el amo absoluto del escenario desde los primeros berridos, intimidándonos con esa mirada tan agresiva, tirando de sus múltiples registros vocales y de ese control total que muestra encima del escenario. El bajista se acercaba a su compañero Rafa, al centro del escenario, para continuar con Skunk into oblivion, un tema que formó parte de su tercera maqueta en aquel ya lejanísimo 1992, cuando el Death Metal en nuestro país aún estaba en pañales, pero que sigue sonando tan brutal y vigente como en su momento, con algunos arreglos que incluso la mejoran en mi opinión, y por supuesto, con toda una sarta de gritos demoledores por parte de Beleth.

Si bien parecía que al principio faltaba algo de punch en el sonido de la batería, ahora resaltaba enormemente en Screaming and burning (al igual que ese solo de Boris), que por cierto, es un cover de Aggressor (dato que desconocía hasta esa noche, muchas gracias a Salva por la información), otra de las bandas pioneras en este sonido, también valenciana, en donde militaba el bajista Anselmo. Hablando de este, me flipa como a pesar de la tralla que escupen todos y cada uno de los temas de la banda, se muestra totalmente controlado y con mogollón de clase clavando cada nota con su instrumento. Más notas fúnebres, guturales intensos y un doble bombo al final que provocó unos intensos mosphits con Through self repulsión, y sin demora por parte de la banda (aunque de vez en cuando Beleth se dirigía a nosotros, para agradecernos el apoyo y para encabronarnos aún más), caía la que es mi canción favorita de Obscure, After life, con la que casi me parto las cervicales. Casi se podía sentir el suelo temblar… ¡jodidamente atronadora! Y algo en lo que no me había fijado nunca fueron esos punteos tan guapos de bajo. El sonido era, a estas alturas, una auténtica muralla de fuego que arrasaba la Babel, posiblemente fue la banda que mejor sonó en toda la noche, y por otra parte, la gente ya estaba muy suelta, con muchas ganas de hacer el gamba, y se vieron ya unos cuantos ‘altercados’ en las primeras filas. Y lo digo en el mejor sentido, ojo, no como ese pedazo de imbécil que entró a la sala con un machete un buen rato antes. La noche iba cogiendo una temperatura demencial, gracias a los bombazos que la banda continuaba dejándonos caer, como Into utter darkness (con registros, a ratos, más agudos por parte de su vocalista, o ese solo tan guapo de Rafa) o End destination, en la que Enri se marcó un papelón, de principio a fin, de quitarse el sombrero. El mismo también nos dio unas cuantas palizas bien dosificadas de blast beats en Darkness must prevail, probablemente uno de los temas más representativos del sonido de la banda, para poner el cierre a un concierto que se me hizo demasiado corto, pero que contó con una intensidad y calidad sobresaliente, desde el primer al último compás, dignos de auténticos maestros del Death.

Quedaba todavía, por decirlo así, la vertiente más cruda y descarnada de la noche con los blackmetaleros catalanes Blazemth, otra banda que de novata tienen poco. A pesar de haber sufrido cuantiosos cambios en su line-up desde su nacimiento, el epicentro de la tormenta, la mente pensante del conjunto continúa siendo su cantante y guitarrista Volkhaar, tal como lo fue en los inicios de la banda a mediados de los 90 (que ya son palabras mayores). Y venían cargados de ganas, a pesar de la difícil tarea de cerrar el festival, y con un buen puñado de temazos bajo el brazo que a buen seguro iban a encandilar a los seguidores de este género extremo. Os puedo decir que a pesar de que les había conocido tan solo unas semanas antes del festival, me encantaron de todas, todas. Pasada la introducción que abre su último y, en realidad, único LP “The return of Lucifer” (de recomendadísima escucha), la maquinaria formada por Volkhaar, Franklin, Shun y Ricky se puso en marcha a un nivel tremendo, desde el minuto 1 todo fue velocidad y actitud con In fight I die. El sonido, aunque a unos niveles extremos de volumen (cosa que me encanta), era excesivamente saturado, y tardé unos minutos en acostumbrar los oídos. Me moló mucho la forma tan particular que tiene Volkhaar de tocar la guitarra, recorriendo el mástil y con una imagen que en ocasiones me traía matices de Black’n’Roll. Aprovechando de perlas las cinco cuerdas de su bajo y dándose un buen homenaje de headbanging, Franklin también tendría sus momentos destacado (entre otros) con Inferno o War, viviendo el concierto de forma bastante intensa.

Por suerte, y lejos de percibirse cansancio o sueño entre la gente, la cosa estaba más animada que en ningún otro momento de la noche, mucha peña danzando y animando entre las primeras filas a quienes el vocalista dedicada de vez en cuando alguna mirada de complicidad. Y eso que no fueron excesivamente comunicativos, pero por otra parte, supieron exprimir al 100% el escaso tiempo del que dispusieron. Otros cortes, como Hecate o It’s suffering age, esta última de su primer EP “For centuries left behind”, aceleraron todavía más la cadencia de la noche a base de rabia y mala leche en sus melodías y en los arrolladores ritmos cambiantes de Ricky. Dato curioso que tanto el batería como el bajista formaron parte de Ktulu hace ya unos cuantos años. Acercándonos ya al final del bolo, The grummer se alzó como una de mis favoritas en directo, con esa tormenta de doble bombo sin parar de retumbar, del cual Ricky mostró un gran dominio. Y como colofón, como una metáfora de la destrucción total y definitiva, una burrada de nombre The Return of Lucifer, que comenzó y terminó con unos blast beats infernales a toda hostia, desbocados, y con unas guitarras por parte de Volkhaar y Shun que nos cortaron la piel a tiras. Tanto gustaron, de hecho, que fue la única banda en la que escuché, altas y claras, peticiones de ‘otra, otra’, pero por lo visto, no traían más repertorio. Una lástima, porque también se me hizo muy corto a pesar de estar ya algo cansadete. Me encantaría volver a repetir con ellos.

Así, puesto que Irredemption cayeron del cartel semanas antes por motivos de salud de uno de sus músicos, se acabó lo que se daba, pero no nos podíamos quejar en absoluto, porque fueron cuatro bandas, cuatro actuaciones que nos dejaron más que satisfechos a base de brutalidad y dominio del directo. Cada una en su propio estilo, lo bordaron, sin lugar a dudas. Nos acercamos a la barra para echar la última y despedirnos de la encantadora Isa, e igualmente hicimos la ronda para decir ‘hasta pronto’ a toda esa gente que formó parte de nuestra noche. Y no me canso de decirlo: qué suerte tenemos los alicantinos de tener tan cerca una sala de tantísima calidad, y que ofrece en directo estilos musicales tan variados como la Babel Live Stage. ¡¡Larga vida y a muerte siempre!! Nos vemos en nada. Y por supuesto, un último agradecimiento a mi colega Kurro (también por las fotos que adornan esta crónica), a Avul y a todas las personas en general que colaboraron en la organización y apoyo (como TNT Radio, que también estuvo por allí) a la hora de montar una movida tan impresionante como la del sábado.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


Spain Death Metal Fest VII (Anthropodal Humanicide + Necrophiliac + Obscure + Blazemth, sábado 16-07-22, Babel Live Stage, Alicante)

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