Mi colega Kurro y yo decidimos salir con mucho tiempo de antelación para salvar la hora y media que teníamos de camino a San Fulgencio y aprovechar para poder echar unas birras (y unas cuantas risas) antes de que el festival diese comienzo. Y desde luego, fue la mejor idea que se nos podría haber ocurrido. Llegamos y aparcamos en una calle todavía completamente vacía, coser y cantar. Fuimos al supermercado más cercano para gorrear un poco de aire acondicionado, y de ahí, directos al coche a ‘hidratarnos’ bien. La cosa, poco a poco, se iba animando, ya se escuchaban las primeras pruebas de sonido e iban llegando los primeros asistentes. No tardaríamos demasiado en encontrarnos con un buen puñado de amigos, como Kolega y Tere, Paco e Indio, Toni y Belén, Esteban, Gremlin, Leandro, toda esa peña de Valencia que no se pierde una (incluidos los incansables Diego, Juani, Vicent, Ana…). Una de mis mayores alegrías fue poder saludar a Andi (Jolly Joker), con quien hacía siglos que no coincidía, al batería Dani y a dos grandísimos como son Nando Insidious y Frank Suz.
Rodeado de tan buenos exponentes, aquello ya tenía pinta de ser una inolvidable tarde / noche. Ahora les tocaba el turno de darlo todo a las bandas, y la primera en hacer retumbar las instalaciones del Rock Arena, después de 3 interminables años de inactividad, fueron los Folk/Deathmetaleros Drakum. El encontrarse con muy poca gente ante ellos no les amedrentó ni lo más mínimo, porque además, no son precisamente novatos en este mundillo. Con más de una década de conciertos y trabajos a sus espaldas, los de Sant Fost de Campsentelles hicieron valer sus tablas en cuanto al directo, saltando al escenario con mucha energía y ganas de gustar y hacer disfrutar a los pocos que se reunían en las primeras filas (que cada vez eran más) bajo el lacerante calor de San Fulgencio de las 18:00. Urashima fue el primer corte que vi completo, todo un temazo que ya me sorprendió de primeras y me hizo tener las orejas bien abiertas de ahí en adelante. Además, contó con mucha presencia del violinista Javier Rubio, uno de los indiscutibles protagonistas del concierto. Si queréis saber más de lo que hay tras esta canción o tras la leyenda que la inspiró, no dejéis de ver este vídeo. El sonido era francamente bueno, sobre todo para tratarse del primer grupo en tocar, y de los medios relativamente limitados del Rock Arena.
Con Dracum nocte, la sorpresa fue a más todavía, esa versión del tema de Saurom que grabaron para el disco tributo “Mester de juglaría” junto con muchos más artistas nacionales. En esta ocasión le dieron un aire mucho más primitivo y bruto, gracias a las contundentes guitarras de Marc Martínez y Cristian Villanueva, con ese trasfondo musical Death/Folk que en ningún momento abandonaron. Los primeros puños en alto de aquellos todavía tímidos espectadores de las primeras filas se vieron durante We are alive, con Marc Storm a las voces muy entregado y escupiendo unos buenos guturales, pidiendo colaboración del público, y la batería de Xavi abriendo a toda hostia con una buena ración de blastbeats. Creo recordar que no llevaron partes pregrabadas. Cuarenta minutos, a priori, no dan para mucho, pero Drakum los exprimieron de maravilla, continuando sin tregua con Wall of deadly trolls, luciendo también buen sonido en el que se podía distinguir desde el bajo de Jose Luis Parreño hasta el violín de Javier Rubio (repito, pedazo de músico, solo había que ver cómo sentía cada una de las notas), al igual que en la festiva Whisky, paseándose por primera vez por su primer disco, “Wall of deadly torches”. No pude apreciar demasiados detalles concretos al verles desde algo lejos, pero lo que está fuera de duda es que Marc Storm tiene energía y voz para parar un tren. El tema con el que, literalmente, comenzó su carrera, Around the oak, fue la encargada de poner un excelente punto y final a un show en el que, sin duda, se ganaron nuevos adeptos, como por ejemplo, servidor.
Los encargados de continuar la fiesta fueron Porno Graphic Messiah. Aunque la primera vez que vi su nombre plasmado en el cartel me hice la idea de que podían hacer Hard Rock, por aquello de las referencias sexuales y tal, al escucharlos unos días antes del festival y comprobar que lo suyo era un metal industrial muy, muy alternativo, mi fijación por ellos se difuminó bastante. Nos quedamos viendo un trocito de show desde lejos, insuficiente para hacerme una idea de cómo progresó este hasta el final. Muchos movimientos en plan moderno, y una actitud que, por estilo musical y visual, no me gustó demasiado personalmente. Eso sí, machacando a tope el escenario con arqueos salvajes de espalda, saltos, y atrayendo a unos cuantos curiosos que llenaron aún más las primeras filas. Tras unos cuantos temas, abandonamos el recinto ara ir a tomarnos unas latas en el coche, que teníamos a tan solo un par de minutos andando.
Y con todo, ya se nos habían hecho aproximadamente las 20:00 de la tarde, y el que para mí era el indiscutible plato fuerte del cartel, estaba a punto de servirse. Los Jolly Joker se presentaban por primera vez en el festival Rock Arena (aunque ya estaban confirmados en la edición del 2019, que tristemente se tuvo que cancelar) y además, con su flamante y reciente “Loud & Proud” quemando bajo el brazo. Temas de este y de los tres anteriores álbumes de su carrera harían temblar el recinto hasta sus cimientos. Y eso ya es algo que, conociéndoles de sobra, va a suceder sin ningún tipo de duda. Casi todos los colegas conocidos que nos encontramos en San Fulgencio y un servidor estábamos ya, minutos antes de que comenzara el bolo, anclados a la valla metálica para vivir el momento en primera fila y de primera mano. So, let the show begin!!!
Cargadísimos de energías, ganas de disfrutar y toneladas de talento y actitud, la juerga explotó definitivamente en Rock Arena con Rockin’ in stereo, que es como pasar de 0 a 100, dándole ya de primeras un toque salvajemente festivo a la tarde, y poniéndonos a todos a botar y a mover la peluca al son de las patadas que Lane Lazy, soberbio y espectacular como siempre, lanzaba al aire. Termómetro muy caliente ya, y no solamente por el abrasador calor de San Fulgencio, sino por toda la pasión que desprende esta gente. Más patadas, saltos, vueltas, gritos… en Hey you, un estribillo que obligatoriamente hay que gritar hasta quedar afónico, mientras uno no puede dejar de mirar cómo Dani machaca sin piedad su batería, incluso poniéndose de pie y provocando al personal desde su posición. Lane Lazy mostrando un desparpajo y una actitud de lo más irreverente, se pavoneaba por todo el escenario, de aquí para allá, se acercaba y de una vuelta volvía hacia atrás y su voz sonaba como la de un tigre. La única forma de contenerse (solo un poquito, ojo) fue colgarse su flamante guitarra para interpretar a continuación unas muestras de lo que es su “Loud & Proud”, un disco al que, a pesar de llevar meses sonando en casa sin parar, todavía estoy enganchadísimo. Blood velvet posiblemente sea una de las mejores cartas de presentación. Da para saltos, da para las virguerías de Dani y sus palos, y por supuesto, da para el lucimiento total de Yannick y su maestría a las seis cuerdas, y por supuesto, de Andi, que después de unos meses alejado de la banda… ¡ha vuelto pisando fuerte! Y no imagináis las ganas que tenía de volver a verle ahí, sin menospreciar lo más mínimo a Nando Insidious, que lo ha suplido increíblemente bien durante su ausencia.
Coros muy audibles y guitarras afiladas daban paso, sin apenas parar un solo segundo, a otro temón de esos que por sí solos definen su último trabajo, I don’t care, con su vena marcadamente Sleaze (que siempre fue lo de estos chicos), y de nuevo vimos a Andi posicionándose con máxima chulería y levantando su thunderbird en toda una muestra de actitud escénica. La tormenta acechaba, y con Fuck it all se desató completamente, con ese chorrazo adrenalínico de energía apabullante, con Dani disfrutando (cuando más cera da, más lo goza el tío) y Lane manteniéndose a un gran nivel con las partes más imposibles, todo ello culminado de rodillas y con el solo espectacular de Yannick que nos dejó a punto de ebullición. Pasando a otras cadencias, Motor nos traía la faceta más sensual y petada de feeling de los Jolly fuckin’ Joker, y he de reconocer que, escucha tras escucha, se encuentra ya entre mis temas favoritos de la historia de la banda. Por si esto fuese poco, ver a Yannick despatarrarse a saco sobre el escenario mientras el vocalista se nos acercaba a gatas para terminar al borde del escenario (con el cuello colgando por fuera), fue todo un espectáculo de altos vuelos que no se ve todos los días. Más “Loud & Proud”, y los de las primeras filas nos veníamos de nuevo arriba con Sky is so high. Jolly Joker es una banda de mil y un recursos, y aunque en este caso Lane olvidase un pequeño fragmento de la letra, es algo que se difumina completamente cuando ves la inmensa actitud y ganas que todos ellos le echan al asunto. Otro de esos temas que se ha convertido en uno de mis favoritos, y diría que imprescindibles en directo, entre otras cosas, por ese finalazo, con toda la banda metiendo headbanging. En primera fila, el sonido estaba algo saturado de bajos, aunque podías percibir cualquier instrumento sin problema.
Creo que un poco más hacia atrás todo sonaba más compacto, pero no me pude resistir a ver todo el concierto agarrado como una lapa a la valla de seguridad, sobre todo después de tanto tiempo sin ver a la que hoy por hoy es mi banda favorita de Hard / Sleazy. Otro rotundo acierto a la hora de llevar al directo el último disco fue The chance, que en seguida nos puso a doblegar el cuello y a sudar la gota gorda. La contundencia con la que Yannick ejecutaba sus solos con precisión milimétrica solo era comparable a la contundencia que se gastaba Dani a los parches. Brutales ambos. Y con Sucker… incluso antes de que sonara el primer riff, ya estábamos gritando como locos. No sé en la parte posterior, pero desde las primeras filas el ambiente era increíblemente caluroso, y no precisamente por el sol. Otro espectáculo de tema, en el que los músicos aprovecharon cualquier elemento del escenario para saltar, o despatarrarse encima. No se podrían llamar bises, porque no hubo un solo parón. Tuvieron tan solo 50 míseros minutos para tocar, por lo que el show se me hizo terriblemente corto... pero desde luego no desaprovecharon ni uno solo de ellos. La aplastante batería de Dani abría I am Rock n´Roll, y… ¡menuda energía, joder! Parecía mentira que llevasen casi una hora tocando, pero es que todavía se vinieron más arriba, puro fuego, en Dressed to kill, que me puso súper eufórico. Momentazo protagonizado por Lane Lazy, que bajó a nuestro lado (mientras Yannick se mostraba como el puto Rockstar que es, en medio del escenario) para regodearse y como un tiro, salir escopetado para volver a subir al escenario por la parte trasera y terminar de bordar el tema. Concretamente, esta es la vigésima vez que les veo, y ni en una sola de ellas, ni aunque sea un mínimo, me han decepcionado, al contrario, siempre me dan la impresión de que cada día son mejores, de que aprovechan más sus habilidades y experiencia, y de que todavía ni se les atisba el límite como banda.
Fue una descarga tan brutalmente intensa, y viví el concierto tan a saco… que acabé completamente fulminado. Caput. Salí de allí hecho puré, pero teníamos un ratillo para descansar (es lo bueno que tiene un festival con tan solo un escenario). A la vuelta de la esquina estaba la actuación de los Morphium, y mi descubrimiento en directo de los gironins. A decir verdad, entré de cara a su show bastante aplatanado, todavía con el cansancio presente de la locura de Jolly Joker, y teniendo en cuenta también que estilísticamente Morphium tampoco me emocionan demasiado, sobre todo por el viraje hacia registros mucho más modernos que han dado en sus dos últimos discos, con un sonido más internacional y cercano a las nuevas tendencias del rollo alternativo. Aún así, tengo que decir que lo disfruté un montón, y me quedé convencido de que tienen un directo aplastante.
El sol bajaba ya, y con ello, también ligeramente las temperaturas, lo cual nos daba una tregua con la tremenda sudada que llevábamos encima. Ante lo que se preveía un gran espectáculo (y es que siempre leí muy buenas críticas sobre los directos de la banda), salieron a escena mostrando una de sus mayores y mejores jugadas, sin dejar a nadie indiferente con Everybody is dead in this house, uno de sus temas más conocidos y esperados (aún a pesar de ser de su último disco, “The Fall”) que perfectamente podrían haber guardado para el final, una declaración de intenciones de que aquella noche iban a por todas desde el mismo inicio. El hierro ya estaba candente, y entre los tajantes movimientos de Alex Bace y los incesantes cabeceos del guitarrista (¡¡qué manera de desnucarse!!) llegaban hasta Something dead inside, en la que el vocalista se nos acercaba, sacando el micro del escenario y orientándolo hacia nosotros para que las voces de todos los asistentes se escuchasen altas y claras. Y la entrega por parte del público no era poca preciosamente. Los pogos empezaban a formarse de forma bastante violenta, y los ánimos generales no dejaban de subir. La tenue iluminación amparaba a la banda en temas como Parasites, en la que Alex nos dio otra lección de libro de cómo encabronar al personal, comenzando cada tema con saltos y continuo headbanging junto a sus compañeros, muy coordinados y sonando bastante bien, excepto casualmente la voz, que sonaba un poco por debajo y algo más distorsionada de lo que debería. Me despisté unos minutos del concierto para ir a saludar a mis colegas Angel y Vicky (¡cuánto tiempo sin veros, leñe!) y volví a las andadas junto a mis colegas Kurro y Gremlin para seguir degustando la locura que Morphium estaban desatando sobre el escenario.
Entregadísimos, y con una seguridad en sí mismos que se percibía a kilómetros, no dejaron un solo detalle al azar, continuaban con su rollo, ritmos cruzados, bajo gravísimo y riffs tremendamente contundentes por parte de ambos guitarristas (siempre encapuchado Lamb James), con concesiones puntuales a melodías de corte moderno, volviendo ahora la vista hacia su “The Blackout” del 2016 y atronándonos con You’d rather be blind. La peña no dejaba de pedir más, y con rotundidad, Alex respondía: ‘por supuesto’. El mismo no dejó de repetir en varias ocasiones que iban a hacer de esta una noche memorable, y desde luego, por su parte estaban dejándose el culo en el escenario, en Tired vimos al vocalista dar una voltereta, y seguidamente, bajarse ante la valla de seguridad para continuar con sus agresivos guturales desde allí, y para Insorcism, cruda y machacona, nos comentaron que pensaban hacer un video para el tema con imágenes de varios festivales, incluido este Rock Arena, por lo que pidieron que nos empleáramos todavía más a fondo con esos circle pits que ya corrían descontroladamente en el centro del recinto. Se tomaron un respiro (bueno, todos menos Sebas Limongi, que continuaba dándole cera a su batería) y reprendieron la marcha con la definitiva What lies behind words. Habiéndome estrenado con ellos en directo en este Rock Arena 2022, y a pesar de que el estilo que practican (sobre todo actualmente) resulte poco afín a mis gustos, es innegable que dieron un conciertazo de aúpa, en el que lo pasamos en grande.
Y me acabo de sorprender al comprobar que esta ya era, nada menos, la sexta ocasión en la que iba a encontrarme con los alemanes Equilibrium. Recuerdo que, cuando les descubrí, el disco por el cual lo hice se convirtió en su día (2008), para mí, en el mejor trabajo de Metal del año. Tal vez las enormes expectativas con las que la banda iba creciendo se diluyeron un poco con el tiempo, pero también sé a ciencia cierta que tienen un directo potente, muy festivo, cañero y divertido con el que es difícil que uno se eche atrás. Nunca supondrán un impacto igual como la primera vez que les vi, pero las siguientes también fueron enormemente disfrutables. La orquestación inicial ya sonando, y con intensas luces blancas envolviendo el escenario, la banda al completo saltó descargando instantáneamente Renegades – A lost generation, de su “Renegade”, último disco hasta la fecha, con mucha gente ante ellos que, de primeras, tardó un poco en sumergirse en el concierto. Pero Equilibrium tiene buenas armas para lograr que esto suceda más pronto que tarde, con sus melodías tremendamente festivas que incitan a moverse de lo lindo. Para hacer doblete del mismo disco llegó el Tornado, que tuvo un frenético solo de Dom Cray, en el centro del escenario, con su espectacular Jackson. También el bajista Skar tuvo la ocasión de poner su voz al tema. Una lástima (y esto no es la primera vez que me pasa en sus directos) que la iluminación tan intensa y clara eclipse cualquier visibilidad hacia los músicos más allá de sus oscuras siluetas, y hacia los detalles escénicos; para mí eso es un pequeño inconveniente que deberían corregir. One folk sonó cantidad de épica, especialmente en su parte central, y terminó con el vocalista Robse narrando el final, justo antes de dar comienzo a Waldschrein, que diría que fue, a tenor de lo visto entre las primeras filas, de los saltos y el jolgorio que provocó, una de las grandes triunfadoras de la noche, también gracias a las melodías pregrabadas que dieron incluso más vida al tema. Y es que canciones así son la verdadera esencia de Equilibrium, melodías muy folklóricas y trabajadas de esas que se te pegan irremisiblemente al oído.
A partir de aquí, tanto la banda como el público mostraron un subidón de ánimos que duraría hasta el final del show sin decaer un ápice, algo a lo que contribuyeron temas como la versión de los clásicos The Hooters, Johnny B o Heimat, que el vocalista introdujo como una canción más sentimental (aunque a decir verdad, sonó muy trallera, y el batería Hati la interpretó con todo menos con amor). La más moderna Path of destiny (me encanta su videoclip jeje), aunque demasiado extraña y alternativa para mis preferencias, no me disgustó en directo, y provocó grandes dosis de headbanging, incluso alguna que otra sesión de empujones. Conforme la peña iba animándose, el movimiento llegaba hasta nosotros, que estábamos en mitad del recinto. Esta fue la tercera y última en sonar del “Renegades”. En la parte que prosiguió a continuación, el público lo pasamos de coña colaborando con la banda, coreando las contagiosas melodías, o bien de sus estribillos, o bien siguiendo algún instrumento, tanto en Freiflug (perfecta para el directo) o Born to be epic, uno de los grandes éxitos de su discografía que, como no pudo haber sido de otra forma, triunfó. Esas sesiones de blastbeats en pequeñas dosis en Prey, o la coordinación con el headbanging al unísono que vimos sobre el escenario con Kawaakari (que han interpretado poquísimas veces en vivo hasta la fecha) estuvieron de fábula, muy divertidas, moviditas y disfrutables, haciéndonos olvidar el cansancio acumulado. Revolution es una de las últimas grabaciones de la banda en forma de single, y encajó de perlas en el directo, con partes muy bailables y otras bastante bestias, con toda la furia que le imprimía el batería Hati (una auténtica pared de músculos, el colega). Lo que me chocó bastante, durante todo el concierto, fueron esos movimientos de manos, a un lado y a otro, que la banda nos invitó a hacer, y que pegan más bien poco con un concierto de Folk / Death, aunque por otra parte, algunas melodías simpaticonas sí incitan a ello. Me hubiese disgustado si no hubiesen tocado nada de mi querido “Sagas” aquella noche, pero como gran fin de fiesta, no podía faltar Blut im auge, que despertó voces y gritos a partes iguales nada más comenzar esa deliciosa melodía disparada, tirando de épica a saco en su parte central, y coronando la jugada con unos cuantos blastbeats que nos hicieron calentar las vértebras a gusto. Posiblemente, gozaron del mejor sonido de todo el festival, al menos, de todo lo que vimos.
Muy satisfechos con la actuación de los alemanes, habiéndola disfrutado al 100%, salimos del recinto a pegar un bocado y a plantearnos el resto del festival. La verdad es que personalmente estaba hecho polvo desde el bolo de Jolly Joker en particular (además, creo que el mismo día de este Rock Arena aún no estaba del todo recuperado de la brutal paliza del Rock Fest jeje) y de toda la tarde en general. Las dos bandas que quedaban, Lèpoka y Daeria las he visto varias veces en directo y lo he pasado bien, pero francamente, a aquellas alturas de la noche no me apetecían demasiado, y por otra parte, el camino hasta casa iba a ser largo y agotador. Por lo tanto, nuestro veredicto fue que una retirada a tiempo sería una victoria. Mandar saludos, de nuevo, a toda esa peña amiga que vimos por allí (incluyendo a mi colega ibense Jesús, a Kevin de Ontinyent y a los encantadores Pablo y Ángela), junto a quienes lo pasamos también de miedo, y agradecimientos a mi amigo Kurro por la compañía y las fotos para esta crónica. Todo un gustazo de Rock Arena que, esperemos, tenga continuación durante muchos años y vuelva a coger el ritmo que esta puta pandemia le robó.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Rock Arena 2022 (Sábado 09-07-22, Mercado Marina, San Fulgencio)
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