Parece
mentira lo rápido que pasa todo cuando estás en la gloria. Me daba la impresión
de haber llegado a Cartagena hacía unas pocas horas, y sin embargo, ya era el
cuarto día allí. No puedo decir que este Rock Imperium 2024 fuese más especial
que el año pasado, porque eso es prácticamente imposible por muchos motivos,
pero se le acercó mucho. En lo referente al propio festival, no me queda más
que lanzar un fuerte aplauso a la organización por el trabajazo que se pegaron,
y lo bien que salió todo, a grandes rasgos. En la parte mejorable, que solo es
un pequeño punto en el conjunto, temas como el sonido, que aunque fue bastante
bueno en términos generales (ni comparable a otros festivales de aquí, vamos…),
le hace falta una última manita de calidad para que todo esté en su sitio y
suene bien definido y equilibrado. Los precios… bueno, es lo que hay,
mantuvieron los del año pasado, y de todas formas, yo no me puedo permitir
ningún gasto extra. Camisetas, litros, papeo… demasiao pa mi cartera. Yo con
mis sándwiches y mi agua en la mochila, sobrevivo. Esto lleva a otro punto
negativo, y a otro muy positivo de tantísimos. El no dejar entrar tapones me
parece tocar los cojones, pero por otra parte, aunque es algo que hay que
permitir por ley (Barcelona Rock Fest… ejem), poder entrar comida para mí es
literalmente imprescindible. El recinto ampliado y su suelo en pendiente, el
personal de seguridad bastante amable, el personal de limpieza, un rotundo 10
para ell@s (les felicité siempre que pude, sin estorbarles), mientras otros
festivales te hacen pagar por WC en condiciones, las instalaciones, los medios,
los escenarios, el innovador cartel, el sonido salvo casos puntuales, el
acceso… y un sinfín de motivos por los que sin duda, volveré mientras pueda.