Esta hace ya la tercera vez seguida que piso las tierras de esta localidad barcelonesa para asistir a este gran festival llamado Ripollet Rock, aunque esto no es precisamente ningún logro. El evento lleva ya la friolera de 27 ediciones, una cifra de un suma y sigue imparable que siempre es posible gracias al gran esfuerzo y sacrificio de la Asociación Ripollet Rock que año tras año hace posible su existencia. En realidad hasta hace tres años nunca me había podido permitir la asistencia, bien fuese por el puto trabajo o bien por temas de pasta, pero tras mi primera experiencia allí quedé prendado del gran trabajo que hay detrás de todo esto, del gran compañerismo y ambiente que se respira, gente que repite año tras año y apoya el Rock y el Metal; y lo mejor de todo: entrada siempre gratuita, aunque siempre he dicho que no me importaría en absoluto poder colaborar económicamente si fuese necesario porque, aunque lógicamente lejos de los principales carteles de Metal en España, Ripollet Rock siempre ofrece una suculenta y variada oferta a cada año que pasa. Pero lo de este año fue sencillamente descomunal y es que, tras arrasar en todas y cada una de sus giras (la última de ellas hace menos de un año), los suecos H.E.A.T. volvían a la península y con ello demostraron que sus seguidores continuaban ávidos de más y más Hard Rock de excelentes melodías, mogollón de tecla y un show espectacular, al igual que sucedió con la que desde hace ya muchos años es mi banda nacional fetiche, los valencianos Jolly Joker, encargados de cerrar el festival y además por todo lo grande, y es que no conocen otra forma de hacerlo. Fueron mis dos actuaciones favoritas, pero tampoco puedo pasar por alto las de The Unity y Siroll!, que también me dejaron muy satisfecho.