domingo, 25 de agosto de 2019

Afilad bien las hachas... (Ripollet Rock 2019, viernes 23-08-19, Parc dels pinetons, Ripollet, Barcelona)

Esta hace ya la tercera vez seguida que piso las tierras de esta localidad barcelonesa para asistir a este gran festival llamado Ripollet Rock, aunque esto no es precisamente ningún logro. El evento lleva ya la friolera de 27 ediciones, una cifra de un suma y sigue imparable que siempre es posible gracias al gran esfuerzo y sacrificio de la Asociación Ripollet Rock que año tras año hace posible su existencia. En realidad hasta hace tres años nunca me había podido permitir la asistencia, bien fuese por el puto trabajo o bien por temas de pasta, pero tras mi primera experiencia allí quedé prendado del gran trabajo que hay detrás de todo esto, del gran compañerismo y ambiente que se respira, gente que repite año tras año y apoya el Rock y el Metal; y lo mejor de todo: entrada siempre gratuita, aunque siempre he dicho que no me importaría en absoluto poder colaborar económicamente si fuese necesario porque, aunque lógicamente lejos de los principales carteles de Metal en España, Ripollet Rock siempre ofrece una suculenta y variada oferta a cada año que pasa. Pero lo de este año fue sencillamente descomunal y es que, tras arrasar en todas y cada una de sus giras (la última de ellas hace menos de un año), los suecos H.E.A.T. volvían a la península y con ello demostraron que sus seguidores continuaban ávidos de más y más Hard Rock de excelentes melodías, mogollón de tecla y un show espectacular, al igual que sucedió con la que desde hace ya muchos años es mi banda nacional fetiche, los valencianos Jolly Joker, encargados de cerrar el festival y además por todo lo grande, y es que no conocen otra forma de hacerlo. Fueron mis dos actuaciones favoritas, pero tampoco puedo pasar por alto las de The Unity y Siroll!, que también me dejaron muy satisfecho.

Si en 2017 fueron los japoneses Loudness y Jaded Heart los que definitivamente pusieron el cebo para que no pudiese escapar de ir, el año siguiente tuve el lujoso gustazo de ver, aparte de otra que me encanta como Crazy Lixx, a mis queridos Royal Hunt, una banda a la que le tenía unas ganas indescriptibles desde hacía muchísimos años. Pero ante lo de este año, como digo, no aceptaba un no por respuesta, así que ni siquiera me planteé la opción de no ir. Y tiene pinta de que así será por muchos años que pasen y siga celebrándose este gran festival. Este año la organización pudo enorgullecerse de contar con una asistencia muy superior al menos a las dos anteriores ediciones, lo cual espero que repercuta en la aportación y soporte que merecen asociaciones de este tipo que, sencillamente, nos dan a algunos la felicidad y motivación para seguir adelante en nuestro día a día. Y es que si no fuera por noches como esta y muchas más, la vida sería demasiado gris como para ser soportable a veces.

Poco antes de meternos en batalla, quedamos un rato con nuestros colegas valencianos Popi, David y Bass que andaban por allí (gente de esta que no sabes en qué punto de la geografía te puedes llegar a encontrar jejeje) y como siempre, un enorme placer y un rato de lo más divertido. Echamos unos cubatitas y nos sentamos a echarnos unas risas todos juntos en los bancos de la calle.

Ya sabéis que normalmente y salvo contadas excepciones, siempre intento entrar a ver a todas las bandas del cartel, siempre llego temprano a los conciertos / festivales y siempre llevo la lección aprendida, aunque no conozca a las bandas ni de oídas. Este fue, por ejemplo, el caso de Siroll!, pero el contrario fue el de Dekta. Lo he intentado con estos últimos, pero no voy a hacer crónica, primero obviamente porque no vi el concierto, y la segunda razón es que no me llega su estilo, no entra dentro de mi gusto (de hecho está bastante alejado de él). Los catalanes Siroll! serían, pues, mi primera actuación vista de la noche. Cuando escuchamos sus rugidos sonoros desde fuera, terminamos el último cubata y nos fuimos derechitos al escenario, aunque descontando el rato que hicimos cola para pillar unos tickets y algo de priva. Tan solo nos perdimos (deduzco, por el poco tiempo que tuvieron para tocar) un par de temas, pero en seguida estuvimos ahí al pie del cañón, entre una multitud que superaba con creces la de años anteriores en las primeras bandas, por suerte para los Siroll!. Confieso que no les conocí hasta unas semanas antes de este festival, pero con varias escuchas, fueron de menos a más en la lista de mis preferencias. No me convencieron las partes más modernas, pero por otra parte me encantaron esos riffs tan contundentes y pesados, a un ritmo que te impide escucharlos sin meterle caña al cuello. Y por suerte, esto se reafirmó en directo, superando incluso las expectativas que tenía de ellos.

Sus letras combativas estuvieron presentes y marcadas desde los primeros temas como La cosa y Mitjans de manipulació, llenas de reivindicación e ideología anticapitalista y antisistema que comparto al 100%, y solo por eso para mí ya ganaron puntos extra. Como habréis podido adivinar, sus letras están íntegramente en català, y al escucharlos se denota una gran rabia en sus composiciones que trasladan perfectamente al directo… e hicieron lo propio con la gente que estuvo allí viéndoles. Los molinillos del sueco Thomas al bajo y Jaume a la guitarra (estos dos los últimos miembros en incorporarse a la formación) animaban el cotarro y daban una sensación de perpetuo movimiento y motivación sobre el escenario, y los gruñidos y gritos de Goa no se quedaban atrás, en unos registros que pueden recordar desde el Thrash hasta el Groove, aunque es más bien este último estilo al que les veo más enganchados, caña bastante gorda en País de merda (bravo) y Tal dia, que dedicaron a esa vieja Europa rancia, vergonzante, retrógrada y racista que parece que va hacia atrás como los cangrejos en cuanto a mentalidad. Solo vi una pega en general, la iluminación era tan clara y tan potente desde atrás del escenario, y la cantidad de humo era tal que dificultaba observar los músicos y su actuación (y mucho más sacarles unas buenas fotos). Tras un efecto sonoro de llamas disparado, Mes llenya al foc dio carpetazo a la actuación. Un tema, por cierto, de los más movidos y con más gancho de todo su setlist.

Tras esta actuación, que ya compartimos como haríamos con otras con nuestros colegas Marcos y Elena, fuimos hacia la zona de hierba en donde habíamos quedado con otros compañeros, Gorka, Patricia y sus churumbeles, que a buen seguro disfrutarían de una noche mágica como esta. Con este estuve hablando un buen rato, sobre todo de Metal progresivo a alto nivel (es difícil hablar con peña que controle tanto de este género) mientras me tomaba unos tragos, y así la espera entre grupo y grupo fue efímera.

Y menos mal, porque sin duda la de H.E.A.T. era la actuación más esperada de la noche junto a la de mis casi-paisanos Jolly Joker. Y es que con ambas bandas precisamente pasa siempre lo mismo: son un acierto seguro con total probabilidad en directo, sinónimo de caña y buen rollo y con las que es imposible no disfrutar a no ser que no te guste el buen Hard Rock. Estos H.E.A.T. optan por un sonido, sin embargo, mucho más comercial que el de los valencianos.

La verdad es que andábamos bastante ansiosos (y algo bebidos jeje) esperando a que el gran show comenzara, después de haberles visto en diciembre del año pasado en la Sala Razzmatazz II de Barcelona junto a dos bandas de categoría como One Desire y Shiraz Lane, una actuación en la que disfruté como un maldito enano… y había muchísimas posibilidades de que la historia se repitiera en esta cálida noche de Agosto en Ripollet. Contábamos también con la compañía de nuestros colegas Elena y Marcos. De pronto, con tan solo unos minutitos de retraso, la intro The heat is on (la canción de Glenn Frey que usan para tal efecto desde hace ya tiempo) dio paso a la salida y posterior saludo de Jimmy Jay y Crash animando y lanzando besos al público con su ya habitual simpatía. Jona Tee y el resto se situaban con sus instrumentos, y de repente, con los primeros golpes de Bastard of society salió, incendiando el escenario, el gran Erik Grönwall, como siempre hecho una furia, sin parar de mover la cabeza de un lado al otro, saltando y haciendo las mil y una piruetas, y lo mejor de todo es que incluso con este ritmo de movimientos bordó, como hace casi siempre, los temas Breaking the silence y Danger road, pero la cosa solo acababa de empezar y el frontman no se cansaba, y siempre encontraba nuevas formas para hacernos vibrar y saltar con su presencia y su estelar carisma.

Primer punto álgido del concierto con Emergency, temprana, una absoluta obra maestra de su carrera. Parte del solo clavada entre Jimmy, Jona a las teclas y Dalone a las guitarras con ese feeling y aspecto tan característicos suyos, y Erik un tanto más flojo en las partes altas pero igualmente dando el espectáculo. Esperaba que no se cebaran demasiado con los temas del “Into the great unknown”, porque como ya he dicho más de una vez abiertamente, no me gusta casi nada, pero la elección fue bastante acertada con Shit city (antes ya cayó Bastard of society y más tarde, escalando posiciones en su setlist, Redefined). Ciertamente el siguiente tramo fue el que más quejas recibió, pese a que en esta ocasión no hubo (por desgracia para mí) un fragmento acústico, pero la más ligera Downtown bajó un poco las pulsaciones igual que la siguiente In and out of trouble, aunque os aseguro que para mí fue una de las más intensas de todo el concierto, y es que este corte me vuelve loco, una delicatesen casi AOR que siempre que la tocan en directo hacen que me evada hasta el infinito. En estas, Dave Dalone se acercó un poco más al público, dentro de su discreción escénica, marcándose un pequeño solo de guitarra. Por suerte su instrumento sonó bien y fuerte durante todo el concierto, agradeciéndose sobre todo en los temas más actuales que en disco prácticamente carecen de guitarras.

La más ‘groovy’ It’s all about tonight hizo de nuevo mover la calavera a todo dios, mientras Erik sonreía, daba volteretas y daba rienda suelta a todos los recursos que tiene en directo, cantando muy bien aunque en ocasiones sin llegar a los tonos más agudos, como en Livin’ on the run (donde claramente destacaron los teclados de Jona, con ese aire tan ochentero) o Beg Beg Beg (que a menudo le suele costar más de cantar), aunque nadie reparó en esto porque todos estuvieron más pendientes de sus imparables movimientos (y algún tonto del culo de su móvil) durante este brutal tema mientras se cantaba, entre medias, un trocito por aquí del Whole lotta rosie o para terminar, el estribillo del Piece of my heart de Erma Franklin por allá. Como dije, Redefined consiguió levantar unos cuantos bailoteos (porque a pesar de todo, tiene mucha fuerza en vivo) y directamente Late night lady, más guitarrera y vacilona, es uno de mis temas favoritos de la banda, y la sorpresa vino porque ya no la esperaba a estas alturas del setlist, así que me empleé a fondo con ella y me pegué la sudada padre. Un pellizquito más que extra de comercialidad con Mannequin Show para mantener muy viva la llama, y eso que en realidad la gente al principio estuvo paradísima para lo que suele ser un concierto de H.E.A.T. No puedo comprender que alguien que disfrute del Hard Rock pueda estarse tan estático con esta colección de temazos, la verdad, no sé que hay que tener en las venas para no dejarte la espalda y los pies en cada uno de ellos. Antes de despedirse, hubo una buena dosis de palmas generales con A shot of redemption, que no me parece su mejor tema, pero sí es especialmente apta y con ritmo para que todo el mundo cante y se mueva a gusto y, por ende, para cerrar sus setlist. Grandísimos H.E.A.T., como siempre (y es la quinta vez que les veo ya), uno de esos conciertos en los que uno sale bien cargado de electricidad.

Era más rápida y barata la opción de acercarse al bar de la calle para pillarse algo de comer y echar un trago, aunque hay que decir en favor del festival que este año las colas y el ‘amogollonamiento’ en las barras era mucho menor que anteriores años. El bolo de los The Unity nos esperaba, y tal como compramos, fuimos tirando a bien ritmo hacia el festival de nuevo, a mordisco de bocata y a trago de cubata. Pero el tiempo se nos echó encima, y lo que nos faltaba ya fue la cola de los meaderos. Y esto es algo que sí que se debe mejorar muchísimo por parte del festival. Seis Poly Klyn, para tantísima gente allí congregada, son insuficientes de todas, todas, aunque estén destinados solamente a las mujeres (también hay meaderos solo para tíos). Con bastante rabia, escuché desde la distancia uno de mis temas favoritos, Welcome, con ese rollo a lo Heaven can wait de los Gamma Ray. Obviamente, esto último no es para nada de extrañar cuando uno ve qué músicos conforman el grupo The Unity, ya que entre ellos se encuentran nada menos que Michael Ehré y Henjo Richter. Mucha ilusión por este simple hecho, pero especialmente por lo de Richter, que siempre lo he dicho, es uno de los mejores guitarristas que ha habido nunca en el Power Metal europeo. Y es precisamente lo que practican estos alemanes, esto es, solos virtuosos, mucha carga de batería y unas melodías muy buenas. Especialmente por esto último fue por lo que me engancharon rápidamente. En Firesign, por ejemplo, vimos unas buenas líneas vocales muy agudas, interpretadas con una sorprendente habilidad por su cantante Jan Manenti. De hecho, no esperaba tal acercamiento al disco en cuanto a fidelidad en este tema, al igual que me sorprendió la ejecución de otras como la más tranquila The willow tree o (vuelta al Power 100%) Close to crazy, de nuevo con buenos agudos.

Las guitarras de Stefan y sobre todo de Henjo fueron una delicia, también por el buen sonido que tuvieron, destacando los ‘sobrados’ solos del componente de Gamma Ray. Manenti fue el más activo de los cinco componentes. Aunque he visto a cantantes del estilo moverse mucho más, le hecho una buena carga de simpatía al asunto, comentando con el público y continuamente lanzando propuestas y presentando los temas aunque eso sí, sin perder mucho tiempo. No tenía yo demasiado claro que fuese a caer alguna canción de los Gamma, pero me sorprendieron con Send me a sign, por supuesto la más cantada de todas y Henjo y Michael en toda su salsa. Pero a pesar de que fue el cénit del concierto en cuanto a popularidad, aun quedaban unas cuantas balas en la recámara, posiblemente las más conocidas de cuantas han grabado en sus dos discos, The storm del “Rise” y Never forget del “The Unity”, bastante celebradas aunque respirándose aun cierta pasividad por parte del público, de esa que me suele irritar bastante. De todas formas, creo que esto fue más cosa de los asistentes que de la calidad del concierto / músicos, pues estos últimos arrancaron y se despidieron con las mismas ganas y entusiasmo, y muy acertados en todo momento. Insisto, a veces no sé en qué piensa la gente… Sonando el United de los Priest de fondo, nos volvimos a reunir con Elena y Marcos en la parte de la hierba a descansar y a seguir con las estrafalarias y desternillantes conversaciones de última hora jejeje.

Mientras tanto, esperábamos el que para algunos de nosotros era el verdadero plato fuerte de la noche. Porque la fiesta en Ripollet todavía estaba muy, muy lejos de terminar. La noche se había vuelto algo más fresquita, sobre todo tumbados en la húmeda hierba descansando como estábamos, pero el calor estaba a punto de subir de golpe unos 100º centígrados (grado arriba, grado abajo) con la salida al escenario de estas estrellas nacionales del Hard Rock. Segunda sesión de la noche dentro del mismo estilo, aunque al mismo tiempo bien distinto, porque aquí se acabaron los teclados melódicos, las melodías edulcoradas y el enfoque excesivamente comercial. Jolly Joker nos ofrecen Rock’n’Roll gamberro, de chaleco y parches, de cardados y tatuaje, de taberna y whisky… su rollo es puro vandalismo sonoro. Y decir que me encantan es quedarme corto a todas luces. Porque sabéis que me va cantidad esta movida, y me molan mogollón de bandas del rollo (Beethoven R, Strangers, Overloud, Erotic Psycho, S.N.A.K.E., Stop Stop, Xtasy…) pero para hablar de estos Jolly Joker en particular siempre me tengo que ir a un nivel superior. Expresado en otras palabras, y por supuesto sin menospreciar al resto, pero para mí ellos SON el Rock’n’Roll de aquí, y precisamente gritándolo a todas luces comenzaron con I am Rock’n’Roll, una afirmación que ya nadie puede dudar a estas alturas.

Alex ya estaba en su batería, Yannick y sus seis cuerdas pisando fuerte las tablas, Andi que explotaba de ganas de empezar y por supuesto, Lane Lazy soltando su furia en primera línea de ataque. Rabiaba de nuevo la guitarra y Alex marcando el ritmo con su batería. No tardaría este último en coger vuelo, en Sidewalks, levantando los palos a cada golpe y haciendo figuras con ellos, ya no solo es un batería de puta madre, sino que además tiene un estilazo al tocar que tira de espaldas, sumamente espectacular, pero la nueva incorporación al grupo, el bajista Andi (ex-componente de 4 Bajo Zero), tampoco se queda atrás. Si en Picanya ya le vimos sorprendentemente arriba para ser la primera vez que tocaba con ellos, aquí en Barcelona fue todavía mejor, y a parte traerse la lección muy aprendida, estuvo brillante a nivel escénico, se le vio con headbanging, corriendo, gritando al público y levantando el mástil de su bajo. En este punto le tocaba a Lane dar el máximo de sí porque Hey you es un tema bastante jodido vocalmente, pero se notó su gran esfuerzo y se salió en toda su duración. El concierto llevaba un ritmo muy potente, y eso que les tocó salir a tocar nada menos que a las 3:30 de la madrugada. Pero estas cosas parece que les motivan a modo de reto, porque no se amedrentaron por ello ni un segundo. Mucha gente se había pirado del lugar incomprensiblemente (ya veréis cuando esta gente llene estadios, ya…); probablemente no tenían ni puta idea de lo que se iban a perder, porque Jolly Joker consiguieron levantar los ánimos a golpe de macarrería y electricidad, una mezcla magistral que dominan a la perfección.

Y es que está más que claro que lo suyo no es fruto de un día… llevan ya muchos años pisoteando los escenarios y toda esa clase adquirida, todo ese saber estar se nota a 1000 putas millas. Curva progresiva de subida de intensidad con Perfect Life. Lane encarándose al público, con una forma de cantar y una actitud que asustan, y Yannick cada vez más venido arriba, desmarcándose de sus compañeros para ofrecernos el solo al borde del escenario, como un obsequio, siempre tan apasionado, al tiempo que el vocalista daba patadas al aire y se agenciaba su botella de Jack Daniels para empinarla unas cuantas veces. Aquí llegó el que yo llamo ‘momento fiesta absoluta’ con dos temas que me sacan de mis casillas, la descacharrante Full of Beans, con una de las letras más ‘japutas’ que han escrito en su carrera y Fuck it all (¡¡con Lane Lazy de rodillas!!), su tema por excelencia para reventarse el cuello, soltando adrenalina a chorros, liándola como estábamos en las primeras filas, casi obligados por el nivel de desmadre que se vivía sobre el escenario… ¡pura gasolina a punto de arder! Y además, sonando cojonudos en todo momento, que era lo que más me preocupaba (aunque en la prueba de sonido que hicieron y compartieron unas cuantas horas antes en redes sociales, la cosa ya prometía).

Sin cambiar de tono juerguista y bandarra, Nasty Habits nos llevó directamente a esa joyita llamada “Never say forever”, cuarto trabajo de la banda (contando la demo, claro), que se abre de par en par a registros tan contrastados y distintos como este o la misma Believe, más melódica y con un estribillo siempre adictivo que fue la primera que la gran mayoría pudimos escuchar del disco. Lane con su aro de sonajas hizo un trabajo ‘chapeau’ en ella (aunque hubo una frasecilla olvidada jeje), dejando por un momento el movimiento frenético en pos del ritmo y del feeling, que es probablemente lo que corre por las venas de este hombre. Otro traguito de whisky y a emprenderla con Set my soul on fire, que creo que capta a la perfección el estilo que lleva la banda en mente en este último tramo de su carrera, un rock que sin perder ni de lejos ese feeling ardiente, tira por melodías de corte más maduro y ritmos más moderados y elegantes que al igual cuestan un poquito más de coger, pero que se quedan incluso más que sus primeras composiciones. Es una opinión personal, pero es que cada vez que escucho el “Never say forever” descubro algún detalle, algún matiz que renueva la vida audible del tema. I wanna go probablemente fue el tema que más eché de menos.

Aunque cada vez más olvidado, el “Sex, Booze and Tattoos” también tiene su huequecito en el setlist, y Sucker siempre ha sido uno de sus temas estrella, que triunfa entre el público y esta vez no fue la excepción. Aunque éramos muchos menos que antes, fuimos fieles y gritamos cada estribillo dejándonos las amígdalas. Estoy seguro que la mayor parte de la gente que se piró antes fue porque no conocen la magnitud de las liadas que montan los Jolly Joker en directo. Andi hizo los coros en esta última y por cierto, flipante poder ver a este y a Yannick recorrer el escenario juntos, al mismo ritmo en paralelo, mientras el guitarrista daba vueltas sobre sí mismo. No me contéis milongas. ESTO ES PURA ACTITUD. Gamberra, desbocada, espectacular, desafiante y 100% fiestera y cachonda, como la que liaron con Rockin’ in stereo. Lane saltaba en plan boxeador con un desparpajo impresionante con los primeros golpes de batería, sin cansarse y sin ceder a las intempestivas horas, provocando para que todo el mundo moviese el culo, y especialmente lo consiguió en este tema, porque junto al excelente trabajo de Yannick (haciendo el paso del pato y todo jeje), nos tuvieron a todos saltando con una acalorada tan tremenda como la que llevábamos. Y casi empalmada (probablemente fuesen apurados de tiempo), de nuevo con un Alex desbordante de estilo y girando las baquetas mientras tocaba melena al viento, Dressed to kill vino a arrasar los cimientos del Ripollet... ¡¡el rollazo que tiene este puto tema hace que se me vaya mucho la chola!! Solo por escucharla en directo les seguiría hasta el mismísimo infierno para vivir una vez más ese momento en que se quedan Alex y Lane solos, con las palmas del público de fondo.

Pero sin querer ocultar su devoción por The Cult en ningún momento (sé que el muy @#€¬%$ de Yannick les vio recientemente en directo jeje, que envidiaca), lanzaron al viento todo un hinmazo del grupo como el Love removal machine que no desentonaría absolutamente nada si fuese un tema de su último disco, con unos buenos coros de Yannick y Andi, nos hicieron expulsar hasta la última gota de sudor / alcohol que nos quedaba.

Lo suponía ya de entrada, de hecho no me cabía duda alguna de que aunque pasadas las 3 de la madrugada, estos Jolly Joker nos iban a montar un espectáculo de escándalo, con una actitud colosal como siempre, entusiasmados con lo que hacen y dando el 100% delante de un público catalán que cada vez les aprecia más. Y es que dejar pasar la oportunidad de verles en directo, cualquiera que sea el lugar y situación es faltarse al respeto uno mismo. A pesar de los gritos incesantes que pedían ‘otra, otra, otra…’ (la única vez que lo escuché en todo el festival), los de Valencia se despidieron definitivamente, no sin antes bajar Lane del escenario y repartir unos cuantos chorrazos de Jackie en los gaznates de sus fans (un inmenso placer poder también saludarle y felicitarle en aquel momento). Y sobre todo, un placer poder escucharles en directo e invitar a que muchas personas que no lo han hecho antes puedan descubrirles por fin… y poder decir, ORGULLOSISIMO y con la cabeza bien alta: son los mejores, y son de la meua terra.

Espero que vuelvan a anunciar fechas por aquí para esta última mitad de año porque no sé cuánto podré resistir sin volver a verles jejeje.

Evidentemente, después de tal fiestón de Hard Rock, el peor momento de la noche fue pirarse de allí, primera porque ya no quedaba absolutamente nada que nos motivase a quedarnos y segundo porque teníamos una hora y media larga de coche hasta llegar a Reus, que era donde nos alojábamos, y estábamos hechos tabaco. Pero siempre tengo un arma secreta para estas ocasiones, y es que con tantas buenas sensaciones y experiencias todavía revoloteando por la cabeza todo se hace menos pesado y más llevadero. Nos despedimos de Elena y Marcos, que nos acompañaron durante todo el festival, fuimos a rescatar el coche del ribazo donde lo teníamos apalancado y ala, a tirar de kilómetros por delante. Y como siempre digo, en ocasiones como esta no cabe ni cuestionarse lo más mínimo si el esfuerzo valió la pena.

_|,,| JaviMetal (Is the Law) |,,|_

Ripollet Rock 2019 (Viernes 23-Agosto-2019, Parc dels pinetons, Ripollet, Barcelona)

3 comentarios:

  1. Hola, yo también llevo yendo al Ripollet Rock desde 2017. Solo vi a HEAT y The Uniity, ha sido mi primera vez con los suecos y me gustaron pero no me entusiasmaron tanto como a ti. La guitarra estaba baja con respecto al resto y el sonido no era tan nítido y potente como luego con The Unity, pero sus canciones me gustan, el hard rock festivo melódico no es mi plato principal pero también lo cato si es de calidad y el de estos suecos lo es. The Unity me sorprendieron gratamente, mezcla perfecta de heavy,hard, power y melodía. Se me hicieron cortos, y el sonido ya era otro, más potente, más " heavy" donde los solos de guitarra sonaban potentes, no así en HEAT aunque probablemente es porque no lo quieren así.

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  2. Respecto a la actitud de la gente - a veces muy pasiva - es por el tipo de concierto que es, un concierto gratuito en un parque grande en las fiestas mayores de una ciudad. Allí se acercan curiosos, señoras mayores, niños, chavales ajenos al rock... No se consigue un ambiente de concierto. Lo gratis no siempre es lo mejor, yo pondría una entrada popular a 10 euros y ya habría filtros y un ambiente más rockero de concierto " normal ".

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  3. ¡Muy buenas! Da gusto leer un comentario tan bien explicado.
    Unos de mis géneros favoritos son el Hard Rock y el AOR, y por tanto me encantan HEAT, no lo puedo evitar. Eso sí, su último disco no ha conseguido entrarme. Si en algunos temas hasta entonces creo que ya se pasaban de poperos, el último disco lo es al 100%, y encima sin guitarras prácticamente, algo que supongo que también influye en sus directos actuales, pero he de decir que otras veces que les he visto recientemente las guitarras sí han tenido más presencia.

    The Unity me gustaron mucho, algo que ya suponía habiéndoles escuchado en disco. Algo más de movimiento sobre el escenario no habría estado mal, pero Jan Manenti, su cantante, se lució vocalmente hablando y los temas para mí bien escogidos.

    ¿Sabes qué te digo? Que no podría estar más de acuerdo con tu segundo comentario. A veces esa falta de filtro, como dices, hace que el ambiente sea menos compacto e intenso (como por ejemplo, las ya típicas fiestas de presentación en los festivales). Como digo en la crónica, no me importaría nada pagar un precio simbólico de 5 o 10€, le echaríamos un cable a la organización y cribaríamos un poco al público.

    Un saludo y gracias por comentar, nos vemos en el próximo Ripollet _|,,|

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