No todo el Rock que vivimos en esta colosal experiencia fue
a lomos de un crucero en alta mar. Para nuestra inmensa alegría, y en lo
personal para aliviar el insoportable mono de conciertos que llevaba sufriendo
desde hacía casi dos meses, el festival Monsters of Rock Cruise organizó una
fiesta de bienvenida la jornada anterior al embarque, concretamente el martes
día 8, en el Magic City Casino de Miami, así que no tuvimos que esperar a estar
navegando para escuchar rugir las primeras guitarras. El evento no era
exclusivo para asistentes al crucero, obviamente nosotros teníamos el pase
gratis por medio de una pulsera, pero también se podían adquirir pases
solamente para los conciertos de aquella noche. El lugar es un casino inmenso
(donde por cierto, ya de primeras nos dieron el toque de atención por echar
fotos), con cientos de máquinas tragaperras varias y, como es costumbre, muy
acicalado y con un despliegue de seguridad considerable. La organización puso a
disposición de los asistentes tanto puestos de comida (típicos food-trucks
americanos) como de priva, con precios que, sorprendentemente, tampoco eran
demasiado elevados (el cubata andaba entre 7 y 10 dólares). Así mismo, en los
bajos cubiertos del local, también encontramos las primeras piezas de
merchandising en un stand bastante grande y esta vez sí, con unos precios de
ponerse a sudar (las camisetas de manga corta entre 35 y 40$). Sea como sea, yo
iba bajo mínimos de efectivo, así que me abstuve de todo. Tras darnos la
cordial bienvenida al casino, apenas podíamos esconder nuestra enorme ilusión
por estar allí, por saber que nos esperaba un auténtico cartelón para esa
noche, y sobre todo, porque al día siguiente sobre aquellas horas ya estaríamos
zarpando hacia el mar del Caribe con Hard Rock a toda hostia.