Finalmente, y poco antes de emprender la marcha, se me ocurrió la idea de llevar a mis padres conmigo (rockeros de la vieja escuela, pero ya muy, muy retirados jeje) y… ¡bingo! Afortunadamente, no me costó demasiado convencerles y accedieron al viaje, al fin y al cabo, es música de sus años mozos, que en su día disfrutaron en directo, mucho antes de que lo hiciese yo. Así pues, aportando todavía más carácter especial a la noche, los tres nos plantamos en un periquete en la bonita ciudad d’Alzira, en las afueras, donde está situado el recinto ferial, un espacio enorme, súper abierto, ideal para eventos de este tipo y mucho más. Y qué decir del ambientazo que se respiraba, era exactamente lo que uno podía desear para una tórrida noche de julio. Mis compadres Salva, Diego, Juani… andaban por allí, y fue un placer saludarles. Colegueo, ilusión, clima veraniego a tope… muchísimas ganas de disfrutar de música en directo, y encima con un público muy variado, seguramente en parte debido a que la entrada era gratuita. Obviamente el colofón de todo esto era poder ver una vez más (quizá por última, quién sabe) a una banda mítica como pocas, Barón Rojo, quienes si se lo proponen, no fallan ¿Se podía pedir algo más?
Me dio tiempo a zamparme el bocata que traía conmigo, y a algo más, ya que el inicio del concierto sufrió un retraso de unos 20 minutos. Pero pasados estos, las luces se apagaron, y aquello fue la señal de que la fiesta empezaba. Con la banda sinfónica de Alzira ocupando ya sus puestos y el grupo ya tanteando el escenario, se adelantaba Armando de Castro con su cejilla metálica, esa icónica figura de nuestro Heavy Rock, para interpretar junto a sus compañeros una pequeña pieza de estilo clásico, una suerte de canon con la que rompieron el hielo y pasarían a calentar seriamente con Barón Rojo, con esas armonías y punteos tan ‘AC/DCeros’. Carlos, como en todos los inicios de concierto, no estuvo muy acertado vocalmente, pero poco a poco (algo que también suele suceder) fue calentando sus cuerdas vocales y haciéndolo mucho mejor. Y no se anduvieron con chiquitas en la primera parte del concierto, porque Incomunicación entró como un balazo, con un doble bombo de Rafa que además sonaba súper potente. Carlos se las apañaba para seguir el ritmo, y cogió su armónica para suplir un momento en el que Armando pareció tener problemillas con sus cuerdas. En temas como este, más tralleros y recargados de electricidad, la orquesta se escuchaba bastante menos. Aun así el sonido en general era bueno, quizá no tanto para que la banda sinfónica y la banda de los De Castro sonaran ambas impolutas, pero sí los suficiente para que se entendieran y se pudieran apreciar la mayoría de arreglos orquestales que sonaban en cortes como El Malo o Los desertores del Rock (donde escuchamos unas marimbas chulísimas). Como veis, clasicazo tras clasicazo, y un ambiente tremendamente agradable, distendido y de buen rollo.
Bromeaba Armando con que esta era la gira de despedida, pero que ‘no hiciésemos mucho caso’, ya que pensaban continuar encima de los escenarios… ¡¡Cueste lo que cueste!! Una de las mayores sorpresas del set, y un tema que para mí no puede faltar en un concierto absolutamente redondo de Barón Rojo, una letra que me representa al 100% y a muerte, con unas buenas armonías vocales entre ambos hermanos y un José Luis Morán que, con su bajo, se pavoneaba en primera fila, o bien hacía coreografías junto a sus compañeros, siempre con una sonrisa en el rostro y un montón de actitud. Como siempre, con toda la coña, Armando presentaba los temas, y en el caso de Larga vida al Rock’n’Roll (menudo himnazo, colegas), hizo referencia a cierto golpe de estado en el año que fue lanzado este mismo disco. En su parte central, volvió a destacar la banda sinfónica, mientras José Luis y Armando se apoyaban, espalda contra espalda. De momento, un perfecto ejemplo de que Barón Rojo, sin centrarse únicamente en su “Volumen Brutal”, son capaces de extraer un número casi interminable de clásicos sin que baje un ápice el nivel del concierto ni los ánimos del público, aunque Las flores del mal, obviamente, pegaron fuerte, y no digamos ya una de las canciones más deseadas por todos los que estábamos allí, que nos dejamos las cuerdas vocales con (valga la redundancia) esa Cuerdas de acero, que tal vez fue, además, aquella en la que el sonido entre la parte sinfónica y la parte eléctrica encontró un mejor equilibrio, cediéndonos los hermanos De Castro la oportunidad de cantar a pleno pulmón tan grandioso estribillo. Parece ser que Rafa Díaz, batería en la banda desde hace nada menos que 15 años, tenía algún problemilla de tirones… aunque nadie lo diría por la fortaleza y la energía que desprendía tras los parches. Sus finales, siempre de lo más espectaculares, y su estilo (sobre todo, tras ese montaje tan guapo de batería), como siempre, impecable.
Ahora tocaba relajarse un poco, y sacar a flote muchas emociones con Siempre estás allí, que personalmente siempre me toca la fibra, en esta ocasión solo a cargo de los barones, sin sinfónica. Buenas voces y un bajo muy marcado en esa cadencia absolutamente perfecta para una noche veraniega de música al aire libre. Momentazo donde los hubiese, pero al concierto todavía le quedaba mucho por decir. Reincorporada la banda sinfónica, y perfectamente acompasados, como sucedió durante todo el concierto, arrancaron con un derechazo de nombre Con botas sucias, y decir que, además, con unos arreglos sinfónicos espectaculares que resaltaron en muchos momentos del tema. Por su parte, el público la vivió a tope, manos levantadas y dejándonos la garganta en el estribillo. No era la primera ni sería la última parte instrumental alargada que incluyeron los Barón Rojo en sus temas, algo que al principio sí animó al personal, pero a estas alturas quedaban un poco largas. Sea como fuere, la banda nos tenía preparada una recta final de la que nadie en su sano juicio podría tener la más mínima queja. Ahora sí que sí, “Volumen Brutal” a saco, y retahíla de clásicos de ese álbum que disfrutamos como perros en celo, comenzando por la estruendosa Los rockeros van al infierno, que levantó polvareda… ¡vaya si lo hizo! Saltos y puños en alto, reivindicando nuestra movida, nuestro rollo, con orgullo, con la cabeza bien alta y con pasión, tal como sonaban nuestras voces acompañando a la de Armando. Este último… a veces parece un auténtico chaval sobre el escenario. Mientras Carlos es más sobrio y contenido, su hermano, por momentos, se vuelve un terremoto, agitando la melena, dando patadas al aire, retrocediendo, dando vueltas, alzando el mástil de su guitarra… un torrente de energía a sus 68 tacos que ya quisieran muchos con 20 años menos. Y por supuesto… no podemos obviar el hecho de que estamos, indiscutiblemente, ante uno de los mejores guitarristas de la historia de este puto país, y solo por verle a él ya merece la pena, en sus solos, en sus improvisaciones, en la ilusión que desprende cuando se pone a hacer el loco con su instrumento… Para redondear, metieron un medley en medio del tema compuesto por fragmentos de Smoke on the Water y Highway to hell, lo que ya hizo explosionar la fiesta generalizada.
Y aquello solo fue, como se suele decir, el principio del fin. También se tomaron su tiempo de presentar a los cuatro componentes de la banda, y por supuesto, a la banda sinfónica, dirigida por Enric Parreño, que hizo un trabajo colosal adaptando las melodías de los temas clásicos y añadiéndoles mil y un arreglos. Primer cambio de guitarra para Armando, que interpretaría con ella su particular cover de Robert Johnson, Crossroads, en clave muy bluesera y lentita (solo un fragmento), y que la banda al completo empalmaría con Satánico Plan, desatando de nuevo los saltos entre el público, y mostrándose Carlos muchísimo más acertado a nivel vocal, deleitándonos con esos dejes y registros tan inconfundibles. Otro cambio de guitarra, con el clima ya muy caldeado… y segundo disparo a alcanzar con Concierto para ellos (sin orquesta), ese gran homenaje a algunas de sus mayores influencias. José Luis Morán continuaba a tope, recorriendo y brincando por el escenario, repartiendo alegría allá donde pisaba, comportamiento que destacó en Breakthoven, seguramente también alentado por un respetable que no dejó de cantar el tema de principio a fin, y es que esa letra… ¡nos representa! Muchas virguerías de Rafa, en general, a quien le tocó emplearse a fondo, dar el último sprint con la caña Heavy Metal de Resistiré, enloqueciendo al público (una vez más). Y lo mejor de todo es que, a pesar de estar bastante concurridas, tampoco se sentía uno asfixiado o atropellado entre las primeras filas, en donde definitivamente me situé para ver ese precioso medio tiempo, esa insustituible y emocionante Hijos de Caín que, tal como nos dijo Armando, nunca puede faltar en sus directos. Y es que a pesar de levantar el pie del acelerador, pocos finales se pueden imaginar tan intensos que sonando ella como protagonista. Incluso, detallazo, mucha gente alzó las llamas de sus mecheros, trayéndome grandes recuerdos de cuando no había tanto móvil ni tanta mierda, ni tanto tonto del culo grabando los conciertos enteros en vez de dejarse llevar y vivirlos al 100%.
Para el gran final y calurosa despedida de aquel señor concierto de dos horas de reloj, todos los que estaban sobre el enorme escenario dispuesto allí, en el Recinto ferial, se pusieron de pie, saludando efusivamente y con mucha satisfacción reflejada en sus rostros. Un concierto casi redondo de esos que marcan la diferencia, de esos en los que la experiencia, (y en esta ocasión son ya más de 40 años dando guerra y Heavy Metal), brilla con luz propia. Y además, con el aliciente casi irrepetible de haberles visto acompañados por una banda sinfónica como la de Alzira, una de las cunas de la música de nuestras fiestas patronales. Si esta era la última vez que iba a disfrutar de Barón Rojo en directo (aunque como digo, nunca se sabe), al menos resultó ser una despedida por todo lo alto, dejándome unas sensaciones inmejorables.
I a tots els alzirencs i alzirenques… bones festes de Sant Bernat!!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Baron ,incombustibles, solo pude ver hasta "Siempre estas alli",gracias por contarme el resto.Me hubiera gustado escuchar "Hijos de Cain" en directo,por...¿ultima vez?...jejejje, gran trabajo, que suerte poder compartirlo con los padres.
ResponderEliminar¡¡Hola tío!! Me alegro un montón de que esta crónica te haya servido para conocer el final, aunque sea vagamente. Sí, no es lo habitual pero al final mis padres fueron mis acompañantes, lo pasaron de lujo también. Más adelante vienen a Alicante entre otras fechas cercanas, pero de momento con este concierto tan especial me doy por satisfecho. Un saludo y mucha suerte con la banda :D
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