Primero de los conciertos que inauguran la temporada 2012 de mi calendario personal. Aunque realmente hace solo unas semanas que asistí al pre-Lumbreiras Rock, no es un festival que, por estilo, tenga cabida en estas páginas, aunque me lo pasara como un enano.
Esta vez tocaba algo más serio, más elegante por decirlo de alguna forma. Y es que, fieles a su ritmo bienal (aunque esta vez se han retrasado un poco) los genios de la música, los gurúes del metal progresivo, Dream Theater, se decidían a pasar de nuevo por nuestro país para alegrarnos la vida y redimir los pecados de los que no pudimos ver su actuación en Madrid, que ya hicieron con ese pedazo de disco llamado “A Dramatic Turn of Events”. Para esta gira mundial han elegido alternar dos setlist distintos en las fechas no consecutivas, aunque en cualquier caso, estaba claro que iba a caer una buena dosis de su último disco.
Una vez más en el Sant Jordi Club, donde seguramente todavía quedarían restos de la esencia tan brutal que desprendieron allí los ManOwaR hace un año y poco. Una sala enorme, con una distribución casi perfecta, gradas, y una sonoridad imponente, sin duda una de las mejores salas de conciertos donde he estado en mi vida. Aunque más bien es una nave gigantesca, pero sea como sea, creo que está muy desaprovechada en cuanto a eventos.
Pero lo de aquella noche… así da gusto. La sala casi petada de gente hasta los topes cuando aun no habían siquiera terminado los teloneros y un sonido que ya dejaba entrever las virtudes de la sala en este sentido. A parte de la oportunidad tan especial que supone ver a los Dream Theater en concierto, el ambiente era inmejorable y si digo que me acompañaba como siempre mi querida niña, poco más se podía pedir.
Hacía un ratito que habían empezado a tocar los teloneros, unos tales Periphery de los que nada había oído hablar hasta ese momento, aunque parece que tenían más adeptos de lo que yo pensaba. Empezar a ver un concierto desde la mitad de este es entrar al ruedo un poco descentrado. Esto junto con su sonido tan particular, no acabaron de cuajar en mí, aparte de que tenía menesteres como cenar. Me recordaron mucho a los Meshuggah más modernos y menos técnicos, con ritmos muy machacones y saltarines que no niego que sonaban muy potentes, pero que a mí personalmente no me acaba de gustar. Eso si, siendo lo más objetivo posible, se notaba que a pesar de su corta vida ya se mostraban rodados en el escenario y además todos sus músicos tenían un nivel musical bastante elevado. Fue por las gradas centrales por donde más aplausos arrancaron.
Sin embargo, y sin intención de menospreciar a Periphery, la entrada me parecía bastante cara. 40 lerus y sin un telonero de renombre. Insisto, que no se me malinterprete, pero comparado con años anteriores (Symphony X, Opeth… nada menos…) fue una elección un tanto desangelada. Prefiero pagar algo más y ver a dos bandas realmente grandes y si puede ser, de un estilo más similar entre ellas.
Una música bastante popular (cosa rara en la mayoría de conciertos) sonaba para amenizarnos la espera hasta que los Dioses del Metal progresivo pisaran escenario. Guns’n’Roses, Iron Maiden, AC/DC, Aerosmith… me encanta, hace la espera mucho más amena para todos. Y así, casi por sorpresa, bajaron tres extraños… cubos / dados por la parte de atrás del escenario mientras todo quedaba en silencio. Esas extrañas formas resultaron ser, para sorpresa de la mayoría, tres pantallas por donde meterían videos al mismo tiempo que sonaban los temas. Esta gente siempre sorprende con un despliegue de medios al alcance de muy pocos. Y muchos creíamos que iba a ser la apertura del primer disco la encargada de romper el hielo tras el descojonante video de presentación, pero, mejor incluso, la elegida fue Bridges in the Sky, cuya intro sirvió de ídem para el concierto mismo, su elaborado puente para ir calentando motores, su adictivo estribillo para empezar a soltar los primeros gritos y la parte progresiva, una de mis favoritas del disco, para arrasar así, de primeras, nada más salir. Con un día de descanso desde su última actuación, los de Nueva York venían con las pilas cargadas.
Y si, señores, POR FIN esta fue la ocasión definitiva en la que pude disfrutar en vivo de un tema de mi añorado "Awake" con 6:00, una canción agresiva, muy técnica. Ver ese comienzo con veloz bajo tocado por John Myung en persona… no tuvo precio, casi como un deseo cumplido. Podría haber sido Caught in a Web la elegida, o también The Silent Man (que sí tocaron en el otro setlist) pero para una vez que incluyen alguna del disco en directo, no voy a quejarme lo más mínimo.
Normalmente, es Petrucci, Rudess o Myung quienes más captan mi atención por encima del resto, pero, como si de un concurso de talento se tratase, para mí el claro vencedor y destacado de la noche fue James Labrie, en un concierto que le salió absolutamente bordado y que me hizo recuperar la fe en él de forma rotunda. Si la forma en la que cantó 6:00 fue anonadante, con esas rasgadas tan agresivas, no lo fue menos una que, particularmente, pensaba que no iba a poder calcar al disco. Pero me equivocaba, pues Sorrounded, a parte de ser uno de los que más me emocionó durante el concierto, es un tema que exige mucha técnica vocal, afinación y templanza, y James Labrie se “la merendó”, cualquier tono alto, cualquier cambio de registro sonó de forma apasionada. No se en que medida padecería, pero el resultado fue para quitarse el gorro, tras una Build Me Up, Break Me Down que ya me gusta un poco menos pero que fue en directo donde más pude apreciar la contundencia del estribillo de este tema, fantásticamente interpretado, como el solo, por el genio Petrucci, que esa noche parecía especialmente centrado en su instrumento.
Incluso más trallera aun es, a nivel de riff, Dark Eternal Night. Esta vez no nos sorprendieron con el hilarante video de aquella gloriosa gira del “Systematic Chaos”. Un tema que con la alternancia de voces claras y distorsionadas crea una inquietante atmósfera, que desemboca en esa maravilla de parte progresiva donde Rudess es dueño y señor del escenario, rompiendo los ritmos de Petrucci y Myung con esa misteriosa melodía de piano clásico. Realmente tremendo, que jodido genio. Solo verle a él, como disfruta, como vive cada momento, siempre sonriente y emocionado, pone los pelos de punta. Otra de las grandes sorpresas de la noche fue, sin duda, Mangini.
Aquel que tiene la titánica tarea de sustituir a Mike Portnoy, batería de toda la vida de la banda, se podría haber ganado el beneplácito de los que estábamos allí tan solo con tocar de forma fiel al disco los temas grabados por este. Pero la cosa fue mucho más allá. A estas tempranas alturas del concierto, el colega se metió un solo de batería, que parecía que se iba a hundir el auditorio. Tras haber escuchado opiniones de lo flojo que este había sido, a mi me dejo sin palabras. Técnicamente impecable, veloz, una pegada descomunalmente fuerte… un solo de los que no se olvidan, en el cual había momentos que a malas penas se podían distinguir sus brazos de la velocidad que tomaban, tocando 20.000 veces cada uno de los elementos de su instrumento, de forma que se ganó la bendición del publico y unos cuantos miles de aplausos por segundo.
Andaba yo un tanto desorientado con el setlist después del impresionante solo de Mike Mangini, pero cuando empezaron a tocar A Fortune in Lies ya supe que, de los dos setlist que están llevando de gira, esa noche nos tocaba mi “menos preferido”. Para este tema, a pesar de que la voz de Charlie Dominici nunca me llegó a gustar como la de Labrie, es cierto que acostumbrada a escucharla cantada en disco por el primer vocalista sonó algo rara en directo, pero no carente de encanto, por supuesto, siempre es un placer ver temas más antiguos con unos músicos que han evolucionado tan vertiginosamente y que tantas alegrías te pueden dar.
Outcry fue, en mi opinión, la canción del último disco que más dudosa tenía la cabida en el setlist, aunque tan solo en principio, ya que he de reconocer que, conforme avanzaba el tema me iba llegando más y más en directo. Aparte de que la letra me encanta, tiene un aire sinfónico que contrasta con la dureza de algunas partes del riff. Un perfecto ejemplo de que temas de 13 minutos se te pueden pasar en un abrir y cerrar de ojos si los disfrutas como se merecen.
John Myung siempre ha sido uno de mis músicos favoritos de la banda. El espectáculo visual no es lo suyo, no, pero verle tan absorto, disfrutando tantísimo para sus adentros con un casi incesante vaivén de su melena es tan solo una parte del porqué. La otra parte son sus prodigiosos dedos. Podemos verle hacer cualquier tipo de locura / virguería con el bajo, desde un tapping a velocidad desenfrenada o unas aperturas de mano realmente mortales. Probablemente sea uno de los miembros más técnicos de la banda, un auténtico prodigio en el que vale la pena fijarse, porqué si bien las melodías de su instrumento permanecen en un discreto plano en la mayoría de las canciones es en vivo cuando uno se da cuenta del verdadero potencial de este enorme músico.
Llegó el trozo acústico / lento, que como ya pronostiqué al principio, no iba a ser el que más ganas tenía de ver. Pero aun así, a ver quien es el guapo que se resiste a disfrutar dos pedazo de baladas como Wait for Sleep, de su segundo disco y Far From Heaven de su reciente “A Dramatic Turn of Events”. Aunque no las empalmaron, sonaron tan bien y tan, por decirlo de alguna forma, compenetradas entre ellas que más bien parecieron dos partes de la misma canción. De la segunda me gusta su tranquila melodía y su tenso final de intensidad creciente, pero la primera es que directamente, me evadió de la realidad con tan solo escuchar los primeros acordes de piano. Rudess, Petrucci y sobre todo Labrie hicieron un gran trabajo y la gente les seguía los pasos a cada nota, hasta quedar completamente satisfechos con el final.
Levantó pasiones, ahora sí, la esperada On The Back Of Angels. Me encanta este tema. No pude evitar cantarla de principio a fin, dejando por unos minutos de lado lo que ocurría sobre el escenario, aunque sin descuidar la oportunidad única de poder ver esos enlaces de guitarra al estribillo por el gran Petrucci tan adictivos, unos de esos trozos que te entran por un oído pero, contradiciendo al popular dicho, no te sale por el otro y se queda durante días enteros en tu cabeza.
Menos éxito tuvieron entre la gente War Inside My Head y The Test That Stumped Them All, ambas pertenecientes a su (para mí) infravalorado “Six Degrees of Inner Turbulence” que son la 3ª y 4ª parte de la canción más larga que ha escrito nunca la banda, 42 minutazos, ambas escritas por Portnoy y en donde Mangini volvió a lucirse como diciendo “aquí estoy yo” porqué estos temas tienen tela marinera en materia de batería... Como tenía que ser, tocaron ambas seguidas sin descanso. Me resultó curioso lo bien que suenan las voces tan agudas de The Test That Stumped Them All o el sorprendente gancho del estribillo de War Inside My Head, una de las mejores partes del susodicho disco.
Los pequeños “rencores interiores” que me pudo crear la banda al romper el orden de interpretación de setlist que antes he comentado antes, se volatilizaron en cuanto el gran James Labrie abrió la boca para entonar The Spirit Carries On. La mitad del público cantaba. La otra mitad, enmudecíamos ante la tremenda emoción de poder disfrutar de esta increíble balada en directo, uno de los momentos más mágicos, intensos y emotivos de todo el concierto, sobre todo esa parte final, cuando Labrie alza la voz, que hizo saltar más que algunas lagrimillas. No pude ver Beneath the Surface, pero este tema y la pasión con la que fue interpretado por todos los componentes de la banda hace que un concierto merezca la pena por sí solo.
Llegando a la recta final ya del concierto, Breaking All Illusions pareció ya una especie incluso de “vacile” de lo jodidamente buenos que son estos tíos tocando. Aunque también puede que fuese al mismo tiempo un pequeño homenaje a sus queridos y en parte maestros Pink Floyd, debido a partes que recuerdan a algún tema de estos últimos. Portnoy ha reconocido en alguna ocasion tener grandes influencias de ellos. Otro de los mejores TEMAZOS, con mayúsculas, de su último e impresionante disco. Me encantaron “Systematic Chaos” y “Black Clouds and Silver Linings” (del que, por cierto, no cayó ningún tema) pero con este “A Dramatic Turn of Events” es que se me cae la baba “por culpa” de temas con este. Pura representación musical de lo que significa el Metal progresivo en toda su grandeza. Presencia para todos los músicos en este tema. Si Myung y Labrie tuvieron un papel más destacado al principio, Mangini y Petrucci pasaron a ser luego los protagonistas. Una vez más, Jordan Rudess se encargó de las ralladas mentales que fragmentan los riffs a mitad de tema, provocando incluso risas entre el público. ¡Si es que son la hostia! El solo que se marca el guitarrista más avanzado ya tema, tan sentido… fue absolutamente orgásmico, uno de sus momentos estelares.
La duda para cerrar, después de una falsa despedida, estaba entre sus dos temas más conocidos, Pull me Under y As I am. Finalmente sería esta última (única en sonar de su polémico y famoso disco “Train of Thought”) la encargada de sacar a la peña sus últimas energías, pero ojo, prohibido quedarse parado, porqué no lo iban a permitir, fue como un chute de energía para toda la banda, que acompañando al público también puso toda la carne en el asador. Y es que saben que este tema nos motiva y nos encanta, que nos sabemos "de pe a pa" su pegadizo estribillo.
Ni un puto comentario negativo escuché entre la gente, desde que se acabó y salimos de entre el mogollón hasta que llegamos a la boca del metro. Todo el mundo parecía feliz de esta actuación, un concierto de esos que renueva tu vitalidad. Puede que hubiese alguna discrepancia en cuanto a su setlist, pero Dream Theater, siempre que vienen presentando un nuevo disco, tocan casi todos sus temas. ¿Hay algo malo en ello? Replanteo la pregunta. ¿Se puede esperar algo malo de esta gente? Si, me reitero en mi queja de que la entrada fue cara. Y no lo voy a decir muy alto para que no me oigan los responsables de poner los precios a las entradas, pero… ¿40 euros? Que cojones. Yo sinceramente por un concierto tan increíble como este pago lo que me pidan. La felicidad tiene un precio.
P.D. Os dejo las fotos que hice, que esta vez me salieron bastante decentes. ¡Hasta la próxima!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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