Para mucha gente, el Metal es una simple distracción, un pasatiempo más con el que llenar las horas muertas del día. Para mí es, sencillamente, una de las cosas más importantes de mi vida, la única forma de vivir por y para siempre. Pero son los momentos más jodidos de esta vida donde realmente aprecio todo lo que esta movida significa para mí. Tras la gran desgracia ocurrida hace unos pocos días, incluso llegué a pensar en no ir al festival. Nada pintaba demasiado bien. Mucho dolor encima y para colmo toda la gente que dijo que se iba a venir se vendieron como nenazas. Pero casi llegando ya la hora dije: a la mierda, me largo. Como otras veces, me planté yo solo en ese festival que para mí es casi ya una tradición y fue la mejor decisión que pude tomar.
Un festival que, con el paso de los años y las dificultades económicas ha ido ganando carisma, experiencia y profesionalidad, siempre apostando por bandas nuestras pero también por otras de fuera, y no precisamente las típicas de siempre, si no bandas que no se dejan ver demasiado por aquí. Este año todo fue muy difícil para el festival, de hecho, parecía haberse cancelado, cuando de repente anunciaron que se celebraría a finales de Septiembre y no en Junio, como era habitual. Un festival, además, que siempre es un valor seguro a la hora de descubrir nuevas bandas que en muchas ocasiones pasan a formar parte de los gustos de uno. Este año el cartel era, a priori, mucho más modesto que anteriores años, contando solo con los grandísimos Vision Divine como banda extranjera. Sin embargo, reunía a muchas bandas nacionales cuyo directo era desconocido para mí hasta entonces y que tenía muchas ganas de ver, como Arkania, Black Jack o Guadaña.
Black Jack. Al principio me costó entrar en calor, no dejaba de darle vueltas a la cabeza, pero el Metal siempre acaba prevaleciendo, y todo acabaría resultando en una intensa noche de 7 bandas seguidas sin respiro. Y, empezando por el principio, estaba segurísimo de que los locales Black Jack, que jugaban en su tierra, iba a ser un tremendo empujón de rock para que el espectáculo empezara de la forma merecida. Con los primeros temas, Road to Nowhere y Crystal Rain y aunque empezaron ya con muchísima energía, la gente aun era tímida y reacia a acercarse, pero pasados 10 minutos, los pocos que aun habíamos allí nos apretujamos en las primeras filas para ir a apoyar a la banda en primera fila, una banda que tiene mucho que decir. Rock’n’roll clásico, guitarrero, Rock de whisky, poker y camisas sureñas, como todos los componentes de Black Jack vestían. En un momento donde parece que este estilo está resurgiendo poco a poco (gracias a bandas similares como Airbourne) creo que Black Jack merecen un buen puesto entre ellas. Y parece que cuentan ya con unos cuantos fans (yo mismo) porque mucha gente cantaba y coreaba los temas, o al menos los estribillos, con mucho ánimo. Tras la batería, el alma de la banda, Tomas Quilez, quien a parte de la labor de batería también canta, y lo hace todo de una forma que hace parecer que combinar ambas funciones es fácil. En realidad, no solo él dio muchos ánimos, el resto de la banda llevaba un rollo muy acorde a la música que hacen, los tíos no paraban de moverse todo lo que les permitía el escenario. Dieron mucha caña con temas como Electric Life o ya casi al final Black Jack, entre las cuales hicieron algún guiño a clásicos como Enter Sandman o Smoke on the Water entre otros. ¡Geniales!
Hacha. Fueron una de las incógnitas más grandes en todos los sentidos hasta poco antes de llegar el día “G”, cuando di un vistazo por Internet para, por lo menos, ver a que sonaban. Cuando escuché un par de temas / videos… me quedé atónito. No esperaba para nada que la banda hiciera una especie de heavy metal clásico, con guitarras contundentes y riffs casi ochentenos pero con una puesta en escena de lo más... ¿Extravagante? ¿Surrealista?. Pues sí, porque vestidos con altos gorros de copa, caras pintadas a lo King Diamond / Mercyful Fate (de quienes creo que reciben gran parte de su influencia musical, además) y vestimentas de lo más extraño, saltaron al escenario con una movida teatral muy trabajada, simulando una edad media en donde se quemaba a las brujas. Cuando les vi de pasada en videos, no me gustó nada la propuesta, con letras de cachondeo, totalmente fuera de lugar y que no tenían nada que ver con una música tan currada, pero mi idea cambió bastante en directo, donde me di cuenta de lo bien que tocaban. Sus temas me eran desconocidos y aunque las letras seguían sin gustarme, disfrute mucho en lo musical. Incluso para sorpresa de quienes no les conocíamos, se curraron una versión muy digna del Fast as a Shark (Accept) intro incluida. Siguieron con su concierto / teatro y cada vez eran más los que se acercaban, aunque fuese solo por curiosidad o para ver que carajo estaba ocurriendo sobre el escenario, con tanto demonio, seres decapitados, monjes… Incluso empalaron en cruces de madera cuatro cabezas, dos de ellas correspondientes a Aznar y Rajoy (ojala hubiesen sido las de verdad…). A la hora de despedirse, se juntaron como una quincena de personas: músicos y actores que nos hicieron pasar un rato muy ameno y sorprendente.
Delirion. Había en el cartel unos paisanos, llamados Delirion, a los que no había escuchado hasta esta tarde, y de lo que me arrepentí bastante nada más empezar su concierto, porque sin duda fueron la mayor sorpresa de todas, en cuanto a estilo y en cuanto a clase sobre el escenario. Su propuesta no es realmente nueva, pero saben hacer su música con un toque de distinción y elegancia pocas veces vista en una banda que lleva relativamente poco tiempo. Hubo unos problemas con el sonido del teclado al principio, que se solventaron con rapidez y la banda pudo desplegar, ahora sí, su setlist. Su power metal sinfónico recibe influencias de bandas como Kamelot, Stratovarius o Nightwish, de los que, para gran sorpresa, tocaron el tema Amaranth. Esto puede dar una idea del tremendo vocalista que hace las veces de frontman en la banda, un cantante con una voz impresionante, potente y con un rango que llegaba hasta el cielo en algunos temas, cantados todos ellos en un inglés casi perfecto. Por estilo y presencia, diría que son una banda perfectamente exportable, de hecho, su último disco, "Lotus", del que cayeron unos cuantos temas esa tarde, está editado en Japón, y se puede conseguir en toda Europa poniéndose en contacto con ellos. Allí arriba había nivel. La técnica del bajista, los espectaculares solos de guitarra, las ambientaciones de teclado… todo muy compenetrado y con un vocalista que sentía hasta la última estrofa de los temas, sabiendo transmitir mucha pasión. Su sonido fue algo mejor que el de las dos bandas anteriores, lo que jugo mucho a su favor, pues fueron unos temas que merecían ser escuchados con detalle.
Guadaña. Es una banda proveniente de San Fernando, Cádiz que con un solo disco en el mercado ya cuentan con un buen número de fans y seguidores que han sabido apreciar la fuerza y potencia que transmite la banda en cada una de sus composiciones. El estilo Guadaña es muy fácil de clasificar. Heavy Metal puro y duro, sin más, pero con mucha personalidad. Un solo guitarrista basta para dotar de una contundencia y dureza a los temas, con un bajo siempre en primera línea y una batería que intenta rehuir de los tópicos del Heavy Metal. Como no podía ser de otra forma, unas voces agresivas, agudas ponen la guinda principal. Y digo voces porque son la pareja Salva / Glory los encargados de darle un toque totalmente distinto a la banda, cantando a la par la mayoría de temas, coordinándose y alternándose en algunos momentos. En disco ya me gustaron mucho, pero hay que decir que en directo me sonaron incluso mejor, y no podía esperarme un concierto tan aplastante y eléctrico. Tan solo con unos pocos temas ya se habían metido a la peña en el bolsillo gracias al carisma arrollador de Glory, la pegada de Pablo, y una de los aspectos que más me encandiló, los increíbles solos de Djackob. Este tío es un auténtico maestro de la guitarra, mostrando una soltura, una velocidad y una técnica que daría por si sola un espectáculo digno de ver. Con unos músicos de tanto nivel era fácil triunfar, pero a la vez, ellos mismos se lo han ganado con su trabajo. Los temas con más sabor a himno, como Heavy Metal (muy definitorio de la banda) y Sin rostro fueron para mí de lo mejorcito, y se atrevieron además con Ya No Son Los Mismos, tema que supera los 14 minutos de duración. Y no os esperéis un combinado de voces en plan bella / bestia como tantos otras bandas con dos vocalistas, tanto Glory como Salva tienen una voz potente y rasgada, chillona, un verdadero torrente para nuestros oídos, que disfrutaron con su Heavy Metal clásico con un sonido actualizado, que no moderno.
Arkania. Llevábamos ya unas cuantas horas con las venas llenas de Metal (y el gaznate lleno de calimocho y algún cubatita) y la tarde iba avanzando. Para cuando empezaron los madrileños Arkania, ya había caído la noche y llegaba la recta final, en donde actuarían las tres bandas que más ganas tenía de ver de todo el cartel. Arkania tardaron una eternidad en empezar, mucho tiempo de retraso debido a continuos problemas de sonido que no conseguían zanjar del todo. Algunos ya nos estábamos desesperando, cuando, por fin, dieron el pistoletazo de salida con Armaggedon, sonando horriblemente mal pese al tiempo invertido en ecualizar, un sonido saturadísimo que hacía los temas casi irreconocibles y además casi dolía al escucharlos. Con La Bestia Dormida, tema que también da título a su álbum más reciente, arrancaron los primeros headbangings y puños en alto, pero la cosa seguía sonando fatal. Descargaron bastantes temas de este último disco, algo que me alegró porque pienso que está lleno de detalles de calidad, pero el sonido no le hizo justicia, y eso que la banda intentaba a toda costa equilibrar la balanza con una actuación bastante buena, con mucha caña y muchas ganas de gustar. Su cantante fue lo más destacado. Sin tener un timbre ni rango realmente sobresalientes, sí que estuvo rebosante de simpatía, cantando bastante bien y siempre comunicativo. Que Será de Ti fue dedicada a toda esa gente que alguna vez estuvieron sintiendo el Metal y que poco a poco han ido cambiando, enterrándose poco a poco en una vida aburrida sin conciertos y dejando a un lado todo aquello en lo que un día creyeron fervientemente. Curiosamente, una de las más reclamadas fue ¡Hey tu! de este mismo disco, pedida una y mil veces, y que dejaron para cerrar el concierto. Fue una lástima, porque tenía muchas ganas de verles y el pésimo sonido deslució en parte la actuación sin que los músicos tuviesen culpa alguna, que lo suyo se lo curraron.
Vision Divine. Y llegó el momento más esperado de la noche, llegaron los Vision Divine, tras hacer una buena sesión de fotos y autógrafos con los fans (muy amables y atentos todos) y con un nuevo disco bajo el brazo llamado "Destination Set To Nowhere" que es una maravilla y supera, en mi opinión, a su anterior "9 Degrees West of the Moon", que también era un buen disco. Este último ya es el segundo desde que volvió Fabio Lione a las filas de la banda italiana. Uno de mis vocalistas favoritos que nunca me deja indiferente y esta vez no fue una excepción. No es la primera vez que me pasa esto, de hecho, es bastante habitual. Todas las bandas de la noche con un sonido regulero tirando a malo y de repente… ¡zas! Llegan los de fuera y tienen un sonido cojonudo. ¿Cuál es el problema? ¿Los técnicos? Porque como ya digo, pasa bastante. El gran (en todos los sentidos) Olaf Thorsen se plantó en primera fila, pie encima del monitor, para dar los primeros guitarrazos de The Dream Maker, como mandan los cánones, primer tema del nuevo disco y primer tema en sonar. Y como ya digo, lo hizo con buen sonido y con una banda muy animada. Buen repaso al último disco, también con la “stratovariusiana” (si se me permite la expresión) Beyond the Sun and Far Away, que fue la segunda en sonar, ya con un buen número de asistentes y empujones por estar en las primeras filas. El calor de la gente se sentía, con muchas ganas de Vision Divine. No son pocos los alicientes para ver a esta banda. Olaf, alma Mater de la banda fue, tema tras tema, asentándose más y más sobre el escenario ofreciéndonos unos solos de lo más virtuoso, a la vez que su compañero en la guitarra rítmica, que al principio parecía más preocupado de lucir musculitos, se fue calentando también y moviéndose cada vez más. La elección de temas me pareció muy apropiada. De su anterior trabajo salió, por ejemplo, Violent Loneliness o también The Streets of Laudomia, una de mis favoritas y que, a falta de esperármela, causó una gran sorpresa. Relegaron a un segundo puesto los álbumes con el portentoso Michele Luppi, con tan solo unos pocos temas como The Secret of Life o Colours of my World, que Fabio Lione adaptó perfectamente a su tono de voz, incluso mejorando su actuación en aquel Gineta Rock del 2009. La experiencia se nota. Aunque es un vocalista que va sobradísimo, tanto de experiencia como de voz. Es increíble ver como alcanza tantos registros y tonos distintos, no se cansa, llega hasta el final incluso con reservas, y lo que es mejor, siempre amable con el público, hablador y hablando un más o menos entendible castellano (se agradece el esfuerzo). Aunque quizá se podría decir que estuvo demasiado hablador, ya que se tiró largos ratos preguntando y conversando con la gente, ratos que podrían haber invertido en tocar más temas en su limitado horario. De todas formas, como ya digo, a nivel técnico estuvo pletórico, afinando como nunca y no dejando ni una sola nota al azar. Para mitad del concierto cayó Mermaids From Their Moon, a cuya interpretación no se le puede llamar otra cosa que sublime, emocionante, con esa melodía que te llega a lo más hondo… incluso los trozos más progresivos, con gran coordinación entre batería y resto de músicos (mencionar que en todo el festival no llegaron a cambiar la batería). La única que eché de menos fue The Ark, que me encanta, pero hay que señalar que, a pesar de que ya la llevan tocando un tiempo, hicieron una excelente versión del Waster Years (Iron Maiden) que les quedó perfecta, además fue un placer escucharla con la voz de Fabio. La peña también participó y disfrutó de lo lindo. Ya casi les iban a cortar, pero la gente se encabezonó en escuchar más temas y tocaron para despedirse dos clásicos, uno de ellos fue Send me an Angel (si no me falla la memoria) y la preciosa balada Taste of a Goodbye para decirnos adiós.
Silver Fist. Otro al que le tenía muchas ganas era a Silver Fist, que por una razón tocó para cerrar el cartel y la noche. Y la razón era, como nos dimos cuenta ya en el primer tema, era que Silver sufría un catarro de los que hacen época. Su voz, ronca y destrozada, no le daba para cantar correctamente muchos de los temas. A pesar de esto, que tampoco es culpa suya, su esfuerzo fue más que notable. Más que para degustar en directo su disco "Lágrimas de Sangre" (que también) tenía especial ilusión por ver cuántos clásicos de Muro nos iba a regalar. De este último disco en solitario comenzó con ese potente riff de El Miedo, que la gente pudo reconocer… a pesar de que el sonido era malo. Pero malo malo, con ganas. ¿Lo veis? Fue irse los Vision Divine, y otra vez vuelta al mal sonido. Pero bueno, obviando este detalle, los músicos siempre estuvieron muy activos y con actitud, supliendo la falta de voz del pobre Silver, que lo pasó realmente mal, y no por él, si no por los fans. Demostró durante todo el concierto que este hombre, esta eminencia del Metal, va sobrado de humildad pese a quien es, pidiendo continuamente disculpas, y hablando en más de una ocasión del negro panorama que vive el Metal nacional. Desde luego, si un tío de su estatus tiene que compatibilizar el trabajo en una puta obra con hacer música… muy mal tienen que ir las cosas… De Muro, efectivamente, dejó caer algún temilla, pero algo más rebuscado de lo que esperaba. Por ejemplo, del Acero y Sangre no hicieron nada, en cambio, se dieron un volteo por su Corazón de Metal. Poco a poco la voz del cantante iba decayendo, viéndosele cada vez más atormentado, hasta que llegó el punto en que casi no podía cantar ni siquiera hablar, y a pesar de que todos lo animamos sin parar a que continuara, decidió dar el concierto por terminado. Poco rato después salió de nuevo a disculparse, a presentar a la gran banda que lleva (que hicieron un gran papelón, como ya he dicho) y a tocar un último tema llamado En Llamas, de cosecha propia. No fue su noche, desde luego, pero al menos pudimos verle un rato y escuchar temas bien interpretados, al menos instrumentalmente.
Aquella noche, los problemas fueron gradualmente desapareciendo de mi cabeza conforme avanzaba el festival y poco a poco fui entrando en calor hasta que no podía hacerme a la idea de volver a la cruda realidad, porque además Gineta Rock es un festival donde el buen rollo brilla con luz propia entre la peña que acude todos los años, que cada vez es más a pesar de la crisis y toda esta puta mierda con la que nos están llenando día a día la cabeza. Crisis que, por cierto, no es ninguna excusa para venir al festival, al menos para la gente que vivimos relativamente cerca. Entrada a 15 pavos, cubatas a 3, litros a 4… son precios que ya han desaparecido prácticamente de todos los festivales salvo de este, que espero que dure muchísimos años. Yo estaré allí siempre, solo o acompañado, llueva o nieve.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Descansa en paz yaya, nunca te olvidaremos.
ResponderEliminarGracias a todos los que me habéis apoyado en estos días tan jodidos.