La comida, aunque absolutamente necesaria, nos retrasó más de lo previsto. Y es que cuesta ser rápidos y ágiles cuando has recibido tanta tralla el día anterior. Básicamente por esto no pudimos llegar a tiempo a ver el concierto de Angelus Apatrida, que es la segunda vez que me pierdo este año (lo sé, es para matarme), de hecho llegamos justo al terminar la actuación, con media hora por delante para echar un trago, y como no dejaban pasar ni una puta botella de agua al recinto, tuvimos que hincharnos a la fuerza antes de entrar, porque el plan del día de hoy era de estilo puramente kamikaze, casi un suicidio por el asfixiante calor. El cartel así lo requería y así se tendría que hacer.
A pesar de haber llegado tarde y fallar a la actuación de los manchegos, todavía había una banda que aguardaba con más ilusión todavía, unos hardrockeros suecos que vería por primera vez y que, sin ningún lugar a dudas, han sido el gran descubrimiento en lo que va de año, y una de las mejores bandas modernas del género que he escuchado hasta ahora, por no decir la mejor de todas. Me refiero a los jovenzuelos H.E.A.T., cuya carrera se remonta a hace apenas 7 años, con lo que todavía les queda muchísimo por decir, y aunque alguno pueda tildarlos de novatillos, creo que en este Rock Fest Bcn demostraron de que son capaces. Si me enamoraron casi a primera escucha con sus discos, con este directazo me dejaron realmente atónito. Comenzamos a base de saxo con la intro disparada, The Heat is On, de Glenn Frey para, sin demorarse mucho, uno por uno ir saliendo a escena los miembros de la banda, contemplando como la peña estaba ansiosa por verles y estallando literalmente con una potente Point of no Return de su último disco, el más Heavy de su carrera. Heavy por un sonido ligeramente endurecido, pero que nadie espere otra cosa que no sea puro Hard Rock / Glam con más de un toque AOR en sus melodías, como por ejemplo la siguiente A Shot At Redemption, comercial y adictiva en el mejor de los sentidos. Su actual vocalista, Eric Gronwall, que lleva solo 3 o 4 años en la banda, demostró así de primeras porqué fue elegido. Además de una grandísima voz, posee un carisma y una energía casi inagotables. Surgió el último al escenario, pero lo hizo arrasando, dando vueltas, saltos, gritos, con muchísimo entusiasmo y empuje, ¡¡¡un auténtico huracán!!! Y se comportó como un gran frontman, dirigiéndose al público constantemente, bromeando, y avivando el fuego junto a su banda con Better off Alone y It’s All About Tonight. ¡¡A ver que seguidor de este estilo no se pierde con estos temazos!! Un cocktail explosivo en el que podríamos encontrar los teclados de Europe, la comercialidad de Vixen / Bon Jovi, la macarrería sobre el escenario de unos viejos Skid Row y un vocalista de lo más estrafalario, del cual pensaba que en 3 o 4 temas más estaría exhausto, pero que superó absolutamente todas mis expectativas, tirándose al suelo, cantando mientras saltaba y bajando al público para verles cantar de cerca Tearing Down the Walls. Y aquí fue donde vino lo realmente bueno del setlist con los temas más animados y bailables, empezando por algunos que destilan esa esencia tan ochentera en pleno siglo XXI que tan grandes les hace para mí, como Emergency, Late Night Lady o ese pedazo de single del último trabajo, “Tearing Down the Walls” llamado Mannequin Show, adictiva hasta la preocupación. Y es que he escuchado muchas bandas de hard rock contemporáneo, que me encantan, pero ni Hardcore Superstar, ni Buckcherry, ni Crashdiet… por ejemplo, han conseguido despertar en mí tanta pasión con sus melodías, ni transmitirme al 100% esa esencia comercial y vacilona de los 80 como lo hacen estos H.E.A.T. con la facilona pero bestial Beg Beg Beg. La única que bajó un tanto el ritmo fue In and Out of Trouble, aun siendo buen tema, y es que me cuesta encontrar un solo corte que no me guste en toda su discografía. Al final de Downtown, (si no recuerdo mal) se arrancaron incluso con los primeros compases del Rock’n’Roll de los Zeppelín. Uno de los técnicos salió a decirle a Jona Tee, el teclista, que tenían 5 minutos para ir terminando, por lo que supongo que no calcularon bien la duración, y ya solo quedó tiempo para la conocida Living on the Run, otro tema que les ha de hacer grandes. La banda estuvo soberbia en general, el batería bromeando y soltando alguna frase cachonda en español, el (único, de momento) guitarrista puede estar satisfecho de su virtuosismo y de la actitud que desprende y el vocalista, como ya he dicho antes, ¡arrasa cada tabla que pisa! Tan solo me quedó por ver algo de movimiento por parte del bajista, probablemente el más joven de la banda, pero sus coros se escuchaban perfectamente y también jugaron un gran papel. Perdón por haberme extendido tanto con esta crónica, pero lo necesitaba ¡¡Son impresionantes!! Les volvemos a ver en Leyendas.
Seamos francos. En pos de cumplir, como dicen los Barón, nuestro “satánico plan a un volumen brutal”, debíamos antes coger algo de provisiones. Y visto lo visto, la única banda de la que podía prescindir aquel día eran los neerlandeses Epica. Que nadie se equivoque, me gustan mucho, al menos sus 4 primeros discos, una banda que ha sabido evolucionar coherentemente y sé por varias experiencias que tienen un directazo. Pero viendo lo que se avecinaba después… nos “escapamos” unos minutos a uno de los sitios del parque en los que había sombra, gracias a un buen número de árboles, donde además nos pudimos sentar sobre césped. ¡Se estaba en la gloria! Tan solo unas cervecitas para hidratarnos / descansar y disfrutar de unas gratas conversaciones sobre Metal nacional. Allí conocimos a los colegas manchegos de Iris, que nos acompañaron en gran parte del festival. Pero cuando se está en una guerra de tal magnitud, es el máximo lujo que uno puede permitirse, así que unos minutos después de haber comenzado Epica, nos fuimos a paso ligero para, al menos, disfrutar de la mayor parte posible de su actuación.
Cuando llegamos, el concierto estaba en plena ebullición, con la parte final de esa mágica Cry for the Moon, único exponente de su primer disco (el “Phantom Agony”) que suelen dejar caer en directo. Según me consta, Epica tocaron en gran parte temas de su último trabajo, que pinta mucho mejor que el anterior “Réquiem for the Indifferent”, que nunca me llegó a enganchar del todo. Una de ellas fue Unchain Utopia. Finalmente, cuando empezaron con Consign To Oblivion, sabía que esta maravilla de tema nos llevaría directamente al final del concierto, pero también que iban a ser más de 9 minutos de disfrute, con trozos con la carne de gallina y otros para castigar severamente las vértebras, al son de los espeluznantes gritos de Mark Jansen y la ya totalmente en forma voz de la bella Simone Simmons, cuyos movimientos siguen siendo igual de gráciles y salvajes al mismo tiempo, según la situación lo requiera, que la primera vez que les vi, y no ha perdido ni un ápice de su fantástica voz, sin duda alguna, una de las mejores del panorama. Las voces de ambos casaban perfectamente, mientras el resto seguían dale que te pego al headbanging, en un auténtico barullo de melenas al viento y sonidos orquestales que llega a ser casi hipnótico. Con tan poco tiempo, me quedé con ganas de más. Pero el plato siguiente iba a ser uno de los fuertes del día.
Nuestro plan maestro, desde que aproximadamente llegamos a Epica sobre las 17:30 de la tarde y debido al grandioso cartel que nos esperaba por delante, en el que no era prescindible ninguna banda en absoluto bajo pena de fuertes cargos de conciencia, consistía en, desde dicha hora, hasta que terminasen Manowar a las 2:30 de la madrugada más o menos, ir avanzando entre las líneas de gente e intentar mantener la posición hasta el final. La cosa fue más fácil de lo previsto. Tras la actuación de Epica, mucha gente se retiró de sus puestos, muchos seguramente incapaces de soportar el calor durante las esperas, así que nos infiltramos ya casi entre las primeras filas de la gente. Quedaban casi 9 horas del tirón, las cuales, a diferencia de otros festivales, íbamos a cumplir al pie del cañón, sin movernos del sitio. Sin comida, sin bebida (ni dinero para comprar). No había dolor ni sufrimiento. Solo pasión insaciable por el puto Metal, que es lo que me dio fuerzas para aguantar hasta el final.
Pero vamos poco a poco, porque quedaba muchísimo día y una vez me toca recrearme con el apabullante directo de estos grandes Sabaton, banda que firmemente fue ganando terreno en mis gustos personales desde aquella primera vez que les vi en Wacken 2008, cuando apenas les conocía, incluso puedo decir que no me llegaron a llamar la atención hasta que me puse en serio con ellos. Hoy en día me alegro de haberlo hecho, porque en cuanto a directo y en cuanto al cariño que suscitan entre la gente, pocas bandas pueden hacerles sombra. Gran parte de la fuerza de sus directos radica en su setlist, que no ha cambiado en exceso con el paso del tiempo, pero que sigue manteniendo esos pilares firmes que los hacen ganadores. Con una posición inmejorable para disfrutarlo, empezó la juerga. The Final Countdown hizo un gran papel al amenizar la espera y quitar tensiones pre-concierto, pero fue la instrumental The March To War la que realmente sirvió como preludio para una potentísima Ghost Division, en la que uno a uno fueron desfilando los componentes de la banda, para finalmente aparecer Joakim cantándola a pleno pulmón, ya preparado para su guerra particular, con esos atavíos tan particulares y característicos de su vestimenta. Curiosamente el problema fue algo similar a lo sucedido en Hellfest. La voz del cantante se escuchaba muy baja, y la batería tenía un sonido algo raro. Pero todo fue solucionado para el segundo tema, de su “Heroes” To Hell and Back, con esa magnífica melodía bélica coreada hasta el infinito). Se nota la fantástica acogida que ha tenido este álbum, tanto entre la gente como entre la crítica especializada. La banda se mostró muy simpática con la peña, aparte de ofrecernos grandísimos temas como Carolus Rex (que me puso eufórico como siempre) o Screaming Eagles, la única en caer de su “Coat of Arms”, según ellos, el tema más rápido que jamás han compuesto. Gran elección sin duda, alternando con temas de su último disco como Resist and Bite (en la cual Joakim se colgó la guitarra para apoyar a sus compañeros) o Soldier of 3 Armies. Hay que remarcar el gran cariño que recibió la banda. Fue, sin duda, la más aclamada de todo el festival, por su profesionalidad y por toda la tralla que nos regalaron. Desde el primer tema, en los descansos, la gente no paró ni un segundo de gritar el nombre de la banda a pleno pulmón hasta desgañitarse, y mientras estos quedaban alucinados por la acogida, lo que animó a Joakim a bromear continuamente, llegando a quitarse la cazadora con un gran sentido del humor ante tanto buen rollo, llegando incluso a citar una anécdota en la que un guitarrista de la banda colaboró con Manowar. Para lo que estaba disfrutando, demasiado pronto llegó The Art of War, señalando el principio del fin, ya con un sonido casi perfecto, al menos entre las primeras filas y esta vez sin la introducción, imagino que por abreviar. Los gritos de “Sabaton! Sabaton!” seguían incesantes incluso a estas alturas, cuando todo el mundo dio un enorme salto conjunto al comenzar Primo Victoria, sin duda uno de los temas que más calan y animan, pero esta vez, al tener un poco más de tiempo que en Hellfest, remataron con Metal Crüe, con esa FANTÁSTICA letra, un verdadero tributo a los grandes grupos del Metal que más les han influenciado. Siempre humildes, pero enormes sobre el escenario.
Otro paso más hacia la victoria final. Otro gran y divertido paso con Los Suaves, una banda que difícilmente puede fallar a nivel de setlist, que es muy raro verles en baja forma técnica, pero que igualmente tienen tendencia a padecer de lo que yo llamo el “factor Yosi”. Y es que ya se sabe. Con los de Ourense, cada concierto es una lotería, y esto lo reconocen hasta los fans más acérrimos de la banda. Para mí, sin duda, son una de las mejores formaciones de la historia de este país dentro del rock. Sea como sea, siempre he disfrutado de sus temas, siempre me he divertido hasta el extremo con Yosi y siempre he admirado a esa increíble pareja que forman el maestro Alberto Cereijo con Fernando Calvo, dos súper-guitarristas capaces de levantar el grupo a sus espaldas, junto al siempre discreto pero efectivo Charly al bajo y Tino Mojón a los palos. En esta ocasión concretamente, y viniendo de esa espectacular “Gira de los 1000 conciertos”, que ya tuve el placer de ver en Diciembre en Alicante, no se podía esperar más que maravillas a nivel de temas, pero al comenzar el concierto, Yosi no mostraba muy buen aspecto. A parte de su sobredimensionada barba, se notaba que iba bastante tostao por haberle dado al alpiste más de lo debido. Abrieron con Preparados para el Rock’n’Roll, con un sonido pésimo, sin duda el peor de los sufridos en todo el festival, de los que duelen, con una barrera sonora de bajos que impedía escuchar cualquier otro instrumento. Además, Yosi empezaba a hacer de las suyas, dando a Fernando un lametón en toda la jeta, que le hizo soltar un visible “Me cago en tu puta madre” de enfado. En Cuando los sueños se van, otro tema que puede incitar al desfase por su facilón estribillo, pero el sonido volvió a arruinar de nuevo el tema, aunque poco a poco los técnicos fueron metiendo mano hasta que, por suerte, con la maravillosa Palabras para Julia ya todo sonaba bastante bien, ahora es cuando empezó el disfrute máximo, a pesar del cansancio, Los Suaves es una banda con la que cada tema puede ser un subidón máximo, y más cuando se sabe que tema tras tema van a arrasar gracias a la magnífica selección que traen. Pero por ejemplo, hubiese preferido que Maldita sea mi suerte hubiese estado acompañada por, pongamos, Malas Noticias, puestos a escuchar letras pesimistas jejeje, aunque fue ¿Sabes? Phil Lynott Murió que no me llega tanto. Charly sonreía al fondo observando las idas de olla de Yosi, que si no fuese porque los pipas lo agarraban, se hubiese caído al foso en más de una ocasión. Sin embargo, tanto Alberto como Fernando continuaban muy serios, concentrados en sus guitarras, a las que le estaban sacando un partido formidable, todo hay que decirlo, un auténtico placer ver a este par de fuera de serie juntos. Viajando al Fin de la Noche puso el momento nostálgico más sentido de la tarde junto con El Afilador, que vendría más tarde. Faltaron muchos temas por falta de tiempo, pero para mí escogieron los mejores, porque No Puedo Dejar el Rock (¡¡NO PUEDO!!) fue un auténtico estallido de adrenalina a chorros, comenzando así, sin avisar, aquí fue donde me dejé las cuerdas vocales, con esa letra que tanto me representa y me conoce. Poco a poco el clima de tensión que se había vivido al principio se fue relajando, y eso se notó tanto arriba como debajo del escenario. Mi Casa es tratada ya como un auténtico clásico, y es que viene de ese gran disco infravalorado llamado “Si Yo Fuera Dios”, casi olvidado en los directos. Solo hay que ver como lo pasó la peña, casi tan de puta madre como en Dulce Castigo, con esa particular visión suya tan misógina (o realista, según se mire) de las mujeres. Todos lo teníamos más que claro. El concierto debía terminar con Dolores se llamaba Lola, y lo que está casi escrito así debe ser, y así fue, una locura pese a la apatía inicial de la gente, que debido al sonido regulero pareció no reconocer el tema en los primeros segundos, pero cuando esto sucedió… ¡¡¡se armó la gorda!!! Grandes Suaves, por siempre jamás. No tanto como en mi anterior concierto, pero sí mucho mejor de lo habitual en los últimos tiempos.
Si antes cité a Stratovarius como una de mis mayores influencias dentro del Power Metal europeo, sería muy injusto no acordarme de Gamma Ray como la más grande. Y pienso que nada mejor que iniciarse en este género que con la banda formada a finales de los 80 por el padre y creador de este género, el incomparable Kai Hansen. En verdad, hacía mucho tiempo ya que no veía un concierto digno de mis queridos alemanes, ya que en 2012 apenas tuvieron poco más de media hora para tocar. Si bien este tampoco fue el mejor show que he visto del grupo, si que sació enormemente mis ansias de rayos gamma. Además, he de decir que su último redondo, el “Empire of the Undead” se encuentra entre los mejores de hace décadas, en donde la banda ha perdido un poco el rumbo y su creatividad se ha mermado considerablemente. De hecho, conscientes de su gran trabajo, no dudaron en empezar la fiesta con Avalon. Porque, básicamente, cada concierto de Gamma Ray es una pequeña fiesta de Metal, de actitud, de ganas e ilusión. Y si después de este temazo (de los mejores en muchos años) meten el Heaven Can Wait, ¡¡el cocktail está más que servido!! Me alegro de que la toquen en directo, por muy imposible que pueda parecer, aunque haya sido adaptada al registro de Hansen, muy lejano al de Scheepers. Continuaron con un tema un tanto más flojo y que en cierto modo recuerda a otros, como Hellbent, que se habría quedado un poco corto si no hubiese sido porque en unos segundos estaríamos desparramando y gritando con fuerza el I Want Out, tema rescatado de sus Helloween, que es un valor de oro para un concierto. La banda siempre nos guarda alguna sorpresa simpática en directo, y esta vez fue una especie de interludio a ritmo de reggae que alargó el tema y sacó unas sonrisas al público, porque desde luego tanto Hansen, Henjo, Dirk e incluso el nuevo batería, Michael Ehré, ya la llevaban de casa. Todos tuvieron un comportamiento ejemplar, una lección de cómo se debe hacer un buen concierto, incluyendo los temas que la gente siempre pide a gritos, como la magnífica Rebellion in Dreamland (un poco acortada, ¿puede ser?) que desató pasiones, para poco después sacarle carbonilla a la maquinaria de nuevo con Man on a Mission, rápida y fresca, y anda que no le gustan a Hansen o a Henjo este tipo de temas jeje. Especialmente se salió este último, un pedazo de guitarrista impresionante, siempre entre mis favoritos por su virtuosismo y recursos. Presentada como uno más de sus himnos, a mí personalmente To The Metal me deja algo frío, pero sigue siendo una declaración de intenciones. Con algún que otro amago reggae más de por medio, Send Me a Sign marcaría el final del concierto como en muchas otras ocasiones, con Dirk y Henjo probándose todo tipo de gafas de aspecto extraterrestre y partiéndose de risa entre ellos.
Tanto rato de pie, sin descansar, sin poder apenas sentarnos por el mogollón de gente que se agolpaba ahora en las primeras filas, tanta caña junta… hacían cada vez más largas e insufribles las esperas entre banda y banda. Pero lo peor de todo fue la de Twisted Sister, que por unas causas u otras (no digo que fuese culpa suya) retrasaron su salida hasta 20 minutos después de lo previsto. Y todo hay que decirlo, con las inaguantables ganas de ver a Manowar, se hizo terrible, a pesar de saber de sobra que Twisted Sister son una banda que no falla ni una vez, cuando suben ahí arriba, se comen entero el escenario. Cuando la gente ya empezó a desesperarse, empezó a sonar como un cañonazo Stay Hungry, y no tardaron en comenzar las locuras de Dee Snider y compañía. Concretamente este, salió hecho una furia, una bestia sedienta de sangre y rock’n’roll, que es lo verdaderamente suyo. Hicieron un setlist muy directo, lleno de temazos, con apenas descanso, aunque si es cierto que Dee habló mucho entre tema y tema y aun podría haber caído un par más. Lo de esta banda es elogiable. Media vida tocando You Can’t Stop Rock’n’Roll o Horror-Teria, con sus dos partes, desde los 80 ¡¡y todavía siguen llevando la misma formación desde entonces!! Y no se les ve precisamente cansados. La auténtica mecha, sin duda, es Dee Snider, pero el apoyo del resto de la banda es fundamental. Ahí están los dos hachas a la guitarra, Jay Jay French, con su eterna sobriedad y seriedad, pero tocando como dios, y Eddi Ojeda que, a parte de soltarse unos solos del copón, actúa de traductor en nuestro país para Snider en We’re not Gonna Take it, probablemente su canción estrella, alargada y participada como ninguna, y seguida de nuestra versión particular, Huevos con Aceite, con la que hubo largo cachondeo entre la banda. Con la excusa del 30 aniversario de su disco más celebrado, el “Stay Hungry”, sonaron casi todos los temas de este, pero también hubo gran protagonismo del resto, como Shoot’em Down, una de las primeras del concierto, The kids are Back o I Believe in Rock’n’Roll, aunque eché de menos un Under the Blade, por ejemplo. En honor al querido Lemmy, que no afronta su mejor estado de salud, hicieron una fantástica cover de su Born To Raise Hell, que les quedó de auténtico lujo, y nos animó a todos a no parar de gritar el nombre del líder de los Motorhead. El final fue bastante espectacular. Un foco rojo iluminaba toda la figura del vocalista para dar más ambiente a Burn In Hell, para sin más dilación ni comentarios, emprenderla con I Wanna Rock, parte imprescindible de la fiesta. El concierto acabó a la hora prevista, por lo que tocaron 20 minutos menos de los que tenían programados, y aun así hicieron un show divertido, sin prisa pero sin pausa, muy compacto y satisfactorio.
Tras este intenso concierto, que a pesar de haberse celebrado antes de Manowar nos dejó a muchos con ganas de más debido al recorte, nos disponíamos, señal del martillo en alto, a vivir una vez más un concierto de los para mí dioses del metal. Los nervios por una vez ganaban al terrible agotamiento, al hambre y a la sed. Un concierto de Manowar es, por fuerza, uno de los acontecimientos más grandes de mi vida y el nudo en el estómago se formó en cuanto apareció su nombre en grande en la enorme pantalla que tenía de fondo el escenario. Los pipas se apresuraban para dejarlo todo perfecto, como suele ser costumbre en ellos. Fue incluso el único cambio de batería que hubo en toda la jornada. Nos preparábamos poco a poco para que el brutal sonido que suelen llevar en directo nos arrancara los tímpanos de cuajo. Sin apenas retraso respecto a lo que marcaba el horario, empezó a sonar con una intensidad impresionante su habitual Intro, la grandiosa The Miracle and Finale, de la película Ben Hur. Manos en alto, pelos como escarpias especialmente al final de la composición, corazón a punto de salirse del pecho… ¡¡Y ahí estaban!! Frente a frente una vez más. Los que asististeis al concierto, ya sabéis de sobra todo lo bueno y lo malo que tuvo. Los que no fuisteis y soléis leer mi blog, os vais a quedar un tanto sorprendidos con la crónica tratándose de mis ídolos, pero por sistema debo ser imparcial y así será. De todas formas, voy a comenzar paso a paso. Manowar abrió fuego, puntual como siempre, dando una pequeña muestra del masivo volumen que suele llevar la banda en directo. Eric tardó un rato en salir, casi a la segunda estrofa, un retraso más largo de lo habitual, mientras Donnie, Karl y DeMaio ocupaban sus respectivos puestos, con orgullo y actitud, bien despatarrados y saliendo a matar. Lo de Eric fue aparecer y triunfar. El tío salió totalmente sobrado, alargando los gritos más de lo común, con una sonrisa en la cara y mucho coraje, dispuesto a arrasar como siempre. El final, manos en alto, fue una perfecta muestra de cómo debió ser todo el concierto, lleno de pasión y fuerza, como en anteriores ocasiones que les he visto. Eso sí, un apunte. No me quejo de que bajen los temas de tono para ir adaptándolos a las posibilidades de Adams, pero sí de que ralenticen el tempo, y con este tema no deberían seguir haciéndolo. El primer tramo del concierto, que siguió con Blood of my Enemies (sin la introducción del disco) fue una cadena de temazos casi empalmados, que sonaron con mucha fuerza pero sin la potencia sonora de otras veces; algo empezaba a fallar ya en el sonido. De todas formas, la banda seguía confiada. Quizá este tema fue demasiado temprano, pues Eric sufrió un poco más de la cuenta en la parte final, a pesar de que como digo, se encontraba en una forma vocal excepcional desde el primer alarido y que demostró de nuevo con Sign of the Hammer, uno de los emblemas de la banda y de su estricta filosofía que nunca debería faltar en sus setlist. El grito final del vocalista fue espeluznante, de los que te hace cerrar el puño con fuerza y sentirlo en las entrañas, y DeMaio avisando a la gente que no quería ver ni una puta persona sin hacer la señal.
The Lord of Steel fue bastante bien acogida y sonó potente y gruesa, destacando el riff de Karl Logan y su solo, junto con algunas frases del tema que te llenan de orgullo. La mayor sorpresa del setlist, sin duda, fue Dawn of Battle, que siempre me pareció un auténtico trallazo, pero que siempre fue injustamente olvidada en directo hasta esa gira. Con la brutal portada del mini-CD de fondo, en el que el guerrero arranca la cabeza de sus enemigos, Donnie Hamzik lo dio todo en este tema, con el doble bombo que sacaba humo. Sin duda me encantó poder deleitarme con este tema en directo a plena velocidad, pero hubo algo que no me gustó, que eliminaran la parte lenta (I long to be free… so I wait for a sign…), lo que sin duda restó potencial épico al tema. De todas formas, me parece una gran incorporación. Tras esto, los cuatro abandonaron el escenario y en seguida aparecieron por pantalla las imágenes de la grabación de The Warriors Prayer, versión MMXIV que de nuevo me volvió a poner los pelos de punta (aunque prefiero la original), recitada por muchos “de pe a pa” entre los que me incluyo, y gritando a pleno pulmón aquello de GLORY, MAJESTY, UNITY, HAIL HAIL HAIL!!! Y casi de empalmada, Blood of the Kings que aunque en muchos sitios web se ha criticado su interpretación y pese a que no sonó todo lo rápida que debería, a mí me pareció un momentazo, incluyendo por fin a nuestro país en la letra. Creo que Eric una vez más estuvo sublime en su papel. Había empezado así el ciclo “Kings of Metal” en el que tocaron todo el disco completo, en el orden de la nueva regrabación, pero también los problemas serios a nivel de actuación y sonido, aunque parezca impensable en Manowar. Entre tema y tema, la pantalla gigante nos ofrecía imágenes relativas a la grabación original de cada tema, extraídas en su mayoría del DVD del Magic Circle Fest II y del DVD que acompaña al “Kings of Metal MMXIV”. Como idea no la veo mala, una especie de concierto con tintes de documental, pero creo que se excedieron con el tiempo de cada parón y en el número de estos. Esto heló en parte al público, y los crecientes problemas con el sonido no ayudaron tampoco. Coincido con mucha gente. Sin duda, el momento más emotivo y recordable del concierto vino a continuación, con Kingdom Come, jodidamente épica, aunque las caras de Karl y Joey no acompañaban demasiado este sentimiento, una vez más Eric Adams defendió el tema de una forma espectacular, estuvo verdaderamente increíble a lo largo de todo el show, pero particularmente en esta se salió a nivel de pasión y sobre todo modulando esa voz privilegiada que tiene, y terminando con unos gritos casi perfectos, sin parar, con un fuelle casi sobrehumano, mientras la peña le acompañaba con ¡¡Kingdom Come!!
Antes de comenzar a sonar Heart of Steel, hubo un problema con los instrumentos de cuerda. Según el vocalista, el calor y la humedad habían causado que se destensaran las cuerdas, por lo que volvieron a salir del escenario por unos momentos. Karl comenzó con una intro de guitarra, con la melodía del tema y tras un rato, salieron a escena el resto de miembros, con Eric sentado en la tarima de la batería. Como no entendí bien lo que dijo, pensé que tenía algún problema físico y necesitaba descansar, pero cuando dijo aquello de “…they watch us rise, with fire in our eyes!!” me di cuenta de lo equivocado que estaba, cuando se alzó con mirada desafiante para venir bien cerca de nosotros, que estábamos prácticamente en primera fila, y cantó el resto del tema con una rabia en su mirada y en sus gestos que pocas veces le he visto, y mi hipótesis fue que el video anterior, con imágenes de, entre otros célebres fallecidos, su gran amigo Scott Columbus, le llenó de esa misma rabia. Otro video más… muchos empezaban a cansarse con tanto parón, y es que un show más directo hubiese sido más apropiado para esas horas y el nivel de agotamiento que llevábamos encima. DeMaio estaba visiblemente cabreado cuando salió solo a escena para tocar su solo, un solo que además sonó fatal, entre limpio y distorsionado según ratos, inconexo, sin sentido, y excesivamente largo, terminando con una parte de su Sting of the Bumblebee. Otro momento rocambolesco llegó con Wheels of Fire tras otro video como de costumbre. Sonó algo desalmada desde el principio, como vacía, como que faltaba algo. Y soy consciente por experiencia que la banda pone toda la carne en el asador en cada uno de sus temas. En la segunda estrofa, Eric se quedó sin micro, por lo que se largó furioso a la parte trasera a hablar con los técnicos, mientras Karl, Donnie y DeMaio se quedaron tocando el tema sin letra, manteniendo la parte instrumental hasta que Eric regresó y terminó el tema, que ya había perdido prácticamente todo su fuego. Por suerte en Hail and Kill se vieron de nuevo momentos de lucidez, parecía que el sonido había vuelto a sus cabales, y es que con este tema es difícil no arrasar. Aunque de nuevo algo bajado de revoluciones, devolvió a la gente el espíritu de guerra y las ganas de dejarse la garganta en batalla, coreando hasta la muerte el estribillo, especialmente cuando los tres músicos (Eric, Karl y Joey) se juntaron al final. Lo que más echo siempre de menos en Kings of Metal son los coros pregrabados, pero hay que decir que este tema contó con algunos de los momentos sonoros más impactantes de todo el festival, a parte de sonar bastante macarra. Al final del estribillo y al final de las estrofas, sonaba un trueno tan increíblemente potente que casi echaba para atrás, casi te dolía el pecho al escucharlo, ¡¡era como si un jodido avión estuviese despegando delante de nosotros!! Magnífico. Con este tema, finalizaron la parte del “Kings of Metal MMXIV”, que a muchos dejó con cierto sabor agridulce, aunque más por problemas de sonido y estructura del concierto que por la actuación de la propia banda.
Como bises, contamos con dos de sus temas estrella para terminar. A mucha gente no le gustó nada el comienzo de Warriors of the World United, cantado a capella con el apoyo de la gente. A mí no me pareció tan mala idea, aunque sí es cierto que le restó bastante fuerza, pero nadie me negará que cuando entró la instrumentación fue un auténtico subidón de energía. Otra en la que echo en falta coros pregrabados. Entre el público no se aprecian bien (aunque se siente el calor) y a esta canción en concreto le suben muchos puntos. De todas formas, como digo, un himno, pero con la banda ya bastante molesta por todos los problemas acaecidos, solo había que mirar las caras del bajista y guitarrista para darse cuenta. Concretamente Karl si que puso muchísimo empeño en animar a la gente en esta parte, situándose en primera línea de escenario y gritándonos para crear más ambiente. El cierre de un concierto tan… “particular” correspondió como casi siempre a Black Wind Fire and Steel, que comenzó con Joey tocando a velocidad de vértigo las cuerdas de su bajo, con la clásica vacilada junto a Eric, quien echó el resto en este tema, aguantando más que dignamente hasta el final. Eso sí, otro fallo imperdonable en una banda tan profesional ocurrió cuando, antes de la segunda estrofa, Eric se giró y casi se dio de bruces contra el bajo de Joey, lo que les provocó una sonora carcajada a los dos de la que no pudieron escapar hasta casi el final del tema, y esto quedó bastante poco profesional. Después del espectacular número de Eric sujetando los instrumentos de Karl y Joey mientras estos los golpean con saña, este último arrancó las cuerdas de su bajo, repartiéndolas entre el público, y despidiéndose Eric con la frase: “We will never forget this night”. Está claro que no lo iba a hacer, pero no sé si para bien o para mal, porque en una noche en la que lo tenían absolutamente todo para triunfar, pincharon en demasiados aspectos, y aunque me cueste decirlo, me dejaron con un sabor de boca un tanto agridulce, incluso cuando sonaba esa majestuosa The Crown and the Ring y soltaron toda la pirotecnia, en lo que podría haber sido un momento único en la vida y quedó algo deslucido con tanto traspiés. De las ocho veces que les he visto en vivo, esta ha sido la única me ha dejado con esa sensación. Espero que vengan de gira antes de que acabe el tour, porque estoy seguro de que volverán y se irán como los grandes reyes vencedores que suelen ser.
Balance general del festival, a estas alturas: positivo, para ser algo organizado por Rock’n’Rock, aunque con varios "peros".
- El cartel, de putísima madre, lo mejor de todo, con grandes bandas de nivel patrio e internacional, aunque falta variedad y sorpresas en lo nacional.
- El sonido ha sido bastante bueno en general, salvo en el principio de Los Suaves y en Manowar (incomprensible tratándose de ellos, todavía no me lo puedo explicar…).
- El recinto me ha parecido una genialidad, salvo por el polvo, cosa que se resolvió bastante bien en la zona de conciertos y en la carpa tirando del plástico. Zonas de descanso, sombras, árboles, FUENTES DE AGUA, un bonito entorno… nada que objetar en este sentido.
- Los precios: totalmente abusivos. 9 euros por un mini de cerveza (kalimotxo ni siquiera había…) me parece un auténtico robo a mano armada, y en el precio de los cubatas / cubalitros ya ni me fijé por miedo a llorar. La comida bastante pobre también.
- Los horarios bastante bien cumplidos, salvo por Twisted Sister.
En fin, como decíamos entre colegas, con todo el buen humor, respeto y cachondeo del mundo, podría haber sido Rock Arena jajajaja. Próximo objetivo, ¡¡¡Leyendas del Rock!!! Hasta entonces, saludos.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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