Si ya de por sí la noche de este sábado pasado prometía ser algo excepcionalmente brutal y extraordinaria (porque por muchos conciertos a los que vaya, cada uno de ellos lo es), el día ya fue cogiendo un color muy especial rodeado de buenos amigos y un plan bastante espontáneo y aleatorio de risas y cerveceo. Ya cuando cayó la noche, nos pusimos en marcha hacia la Rock City, sala que hacía ya demasiado tiempo que no visitaba, y mucho menos acompañado. A mi lado, dos de mis mejores amigos, la impagable compañía de Juanma (que además celebró su cumpleaños por todo lo alto) y Pinxo. Fue un placer compartir caña, sudor y hostias con gente que también tiene a Hamlet como una de sus bandas favoritas. Una vez en los alrededores de la sala, cena rápida y casi improvisada, palique sobre mil temas y buen rollo para ir cogiendo ganas para enfrentarnos de lleno ante una ocasión marcadamente especial como es el primer concierto de inicio de gira de una de mis bandas favoritas, que además presentaban nuevo disco, “La Ira” que ya llevo muchos días machacando y que me parece ya de lo mejorcito de toda su carrera. La ilusión era casi irresistible por comprobar que tal iba a sonar esta nueva y bestial creación de los madrileños en directo, el cual ya de por sí es siempre arrollador y se convierte automáticamente en algo infalible. Además, en la Rock City (una de las mejores salas de España, sin duda) incluso la espera es un gustazo, pudiendo pillarse algo de priva (un tanto cara, eso sí) y disfrutarla en la terracita de fuera fumando y comentando, o bien quedarse dentro con música de lo más trallero a un volumen altísimo y claro. Y es que, aunque esta vez no fue el mejor ejemplo, esta sala tiene una acústica magnífica.
No es la primera vez que asisto a un inicio de gira de esta banda. Recuerdo, entre otras, aquella mítica vez en la sala Bacarra de Gandía (un antro de bakalas donde antaño también sonaba buena música en directo) que nos presentaron “El Inferno” con todo lujo de detalles, tema tras tema, tocando el disco enterito. Y de esto hace la friolera de 15 años. ¡¡Joooder!! La cuestión es que hay gente que no es muy amiga de estos conciertos especiales y que prefieren ver un setlist formado por temas clásicos de toda su carrera. Bien, todo es perfectamente respetable, por supuesto. Pero yo en esta ocasión me alegré mucho de que fuesen a meter los 12 temas de “La Ira”, un disco que, como digo, es acojonante a todos los niveles (aunque no sé si en mi escala personal llegará algún día a superar a “Amnesia”).
Tras la introducción al concierto después de una espera muy entretenida (para variar) representada por la famosa Misirlou de Dick Dale, el humo se apoderó del escenario que estaba a media luz, y apareció ante nosotros la banda al completo, aguantándose las ganas de desmadre durante unos segundos hasta que Lamento comenzó con una fuerza escénica estremecedora, doble bombo a saco a cargo del siempre grande Paco Sánchez, que mete una cera que siempre se deja notar. En este caso, en ocasiones se le dio demasiado protagonismo a su instrumento, que en temas más rápidos se comía al resto de instrumentos. El sonido no era todo lo perfecto que suele ser en sus conciertos (o en conciertos de la misma sala). Aun así con semejante tema para empezar no creo que nadie pusiese demasiadas pegas al asunto. El bajón hasta niveles atmosféricos del tema y su posterior explosión golpearon la Rock City para continuar con uno de esos temas que aúna muchos aspectos de la música de Hamlet: algo de rapeo, melodía y mala leche subiendo de intensidad. Se llama Nadie Más. Mucho más incluso marca Hamlet me parece Miseria, que subió el tempo y el calor de la noche hasta límites insospechados. De nuevo Paco destrozando su batería ante uno de los temas más tralleros que han compuesto, que comienza lento y denso, pero que estalla en una fuente de rabia sin fin, con un buen solo y un final tan doom que de nuevo nos vuelve a partir el cuello y la garganta a base de gritos llenos de ira. De mis favoritas sin duda. Los primeros compases casi ambientales de Sin Tiempo que Perder son de los que más se quedan a primera escucha, pero de nuevo vuelve la batería/apisonadora. En estos primeros temas, la banda ya estuvo impresionante.
Tárraga llevaba una locura interior que le impedía quedarse quieto o parar de saltar un solo segundo, arqueando la espalda hasta casi tocar el suelo, y Molly bueno… todos los que les seguimos desde hace tiempo sabemos de lo que puede llegar a ser capaz ante un su público, un ser desbocado y repleto de energía sin límite. El que realmente me sorprendió fue Álvaro Tenorio, que siempre suele mostrarse bastante comedido, pero este sábado dio la cara (y el cuello jeje) bastante más de lo habitual. Niega (que está escrita contra la violencia animal) desmentía las ideas de que Molly pudiese haberse dejado la voz en el anterior tema, y volvió a sus gritos bestiales de nuevo. Y de nuevo Paco hecho una furia. Ciertamente fue una de las estrellas de la noche, destapando su faceta más feroz. El bajo de Álvaro se tornó protagonista en Ser o no Ser (¿tal vez hay algo en ella de ese tema llamado igual pero en inglés que nunca llegaron a grabar en sus primeros tiempos?) pero debido a la densidad del tema y el desconocimiento pleno del disco hizo que mucha gente empezara a apagarse un poco pese a los colosales esfuerzos de Molly por mantener el fuego encendido. Pero sea como fuere, las brasas nunca se apagaron.
Los temas nuevos no fueron presentados en el orden del disco y, de hecho, fueron muy bien reordenados para mantener un ritmo constante y coherente, aunque tampoco hablamos de un disco de grandes contrastes. Por ejemplo, Salvación (que es un puto cañonazo de 3 minutos y medio, bastante rápido y asesino) fue casi empalmada con Irreductibles, que tampoco le va a la zaga, siendo uno de los temas más combativos a nivel de letras (*el tiempo pone en su lugar a quien merece*) del disco y con un riff de aúpa. Quizá dejaron para el final los tres temas más fáciles o al menos conocidos del disco. Ciudad de Dios, y sobre todo Imperfección y Mi Religión (posible single al canto) fueron sin duda los temas más celebrados de esta primera mitad del show. Partes que me recuerdan a otros discos en el primero, muchísima rabia, posicionamiento y gritos en el segundo y una sólida declaración de intenciones en el tercero, cuyo ritmo puso a botar a toda la sala. La banda dio por finalizada la sesión “La Ira” cuando Molly dijo alto y claro: ¡¡Gracias, La Ira, Valencia!! El vocalista, por cierto, hizo todo lo que estuvo en sus manos para mantener a la peña on fire, no dejó de animar y provocar en toda esta primera mitad. Sin embargo, para lo que se nos venía encima a continuación, le hizo menos falta emplearse tan a fondo, ya que la parte clásica del setlist puso la sala a arder con los primeros acordes de Limítate. Con el primer golpe de batería, automáticamente todo cristo empezó a botar, a chocar y a doblar el lomo como si fuese el último día en la tierra. Y es que un tema con tan carga de orgullo y arrogancia (limítate a ver como paso) bien merece una acogida así. Las partes melódicas de Antes y Después (esperadísimo tema) fueron muy bien cantadas por el vocalista. Se podrá decir que con el tiempo ha perdido algo de voz, pero cuando se emplea a fondo es capaz de dejar atónito.
El escenario pareció vivir una segunda juventud, especialmente Tárraga, que salió totalmente enfurecido como al principio, dejando que la euforia lo dominara sin poder parar quieto. Tenía ganas de ver cuales serían los cortes del “Amnesia” elegidos para la ocasión, y el primero en caer fue Deja Vu, uno de los temas más oscuros y densos del concierto. Aunque quizá no fue la que más esperaba, su letra (como todas las de ese disco) me encanta y lo pasé en grande dejándome la garganta. Remesita del “Insomnio” (joder, que gran gira nos dejaron el año pasado). Muérdesela fue de lo más cantado y animado de la segunda mitad, y que decir de Dementes Cobardes, para mí todo un himno cargado de mala hostia y firmes principios que expira fuego en cada una de sus notas. Así estaba la peña, ¡como para decirles algo! Los gritos de Molly y los arqueos de Tárraga (junto a los detallazos del Sr. Paco) pusieron el broche. El vocalista, empapado en sudor, continuaba demostrando que está en una forma física increíble, pero también vocal. Ejemplos hubo a patadas y uno de ellos fue Vivir es una Ilusión, con unos gritos estremecedores. Me sorprendió mucho encontrarme con este tema después de tanto tiempo, aunque complementada con El Mejor Amigo de Nadie hubiese sido ya cagarse. Para la racha de clásicos contaron sobre todo con “Insomnio” y “El Inferno”, con excepciones como Un Mundo en Pausa, que con razón se ha convertido en algo fijo en sus bolos (no hay que olvidar nunca ese mensaje si no queremos que nos jodan vivos). Las guitarras sonaron aquí tan gruesas como en el disco, y casi lo mismo se puede decir de la voz de Molly.
Otro valor seguro es Tu Medicina que a pesar de los años, siguen interpretando con la misma energía de siempre capaz de ir enrabiando progresivamente a la peña hasta llegar al estribillo, que trasladado abajo del escenario, se convierte en toda una legión de locos saltando. Sin embargo, no me gustó tanto (y mira que estuvo guapa) como Egoísmo, que a pesar de haberla escuchado decenas de veces en directo, fue esta en la que me puso como una moto. El sonido fue un tanto regular, como en la mayoría de temas con pasajes rápidos, pero a nivel de caña fue de lo mejorcito del concierto. Y a nivel de hostias también. Y de chulería. Codazos, empujones, cuellos echando chispas… en definitiva, disfrute máximo. Lo que no acabó de convencerme es la parte más guitarrera, creo que en directo pierde un poco de feeling. Y sí, una verdadera lástima que en estos momentos tan feroces no estuviese presente Alberto Marín con su siempre maléfica expresión. Con todo mi respeto hacia el nuevo guitarrista de la banda, Ken HC, perder a Alberto es una de las cosas más jodidas que le podía pasar a Hamlet bajo mi punto de vista. Ciertamente, le eché muchísimo de menos. Intenté no darle demasiada importancia al hecho, y más en este punto, donde la actuación encaraba su recta final, y que mejor modo de hacerlo que con Denuncio a Dios, otra fija que nunca falta ni falla y que enloquece al personal, quienes vivirían su apogeo con Irracional, directa, sin pausas, un tema que va directo al pescuezo. Dijeron adiós precisamente con el que fue mi primer tema de Hamlet (y el de muchos) pero no por haberla visto tantísimas veces Jodido Facha pierde fuerza ni intensidad, de hecho Molly siempre suele regodearse bastante mientras la peña canta la parte más lenta, para luego volver con toda su furia y con unos alaridos de espanto para coronarse como la gran estrella de la noche.
Fueron Hamlet y para mí con eso debería de ser suficiente, un directo aplastante (aunque con un sonido mejorable), una actitud de miedo, y una entrega imparable. Una de mis bandas favoritas, basta con decir eso. Más de 25 veces les habré visto garantizado, y mañana mismo repetiría. Las mayores sombras, como digo, el sonido y la falta de Alberto Marín. Para mucha gente, otro fallo fue presentar íntegro el nuevo DISCAZO ante el desconocimiento de los temas, pero yo quedé más que encantado con la idea y, siendo el primer bolo de la gira, era algo de esperar. Pero a pesar de la reventada y el dolor de cuello y garganta que tenía, quedé con muchas más ganas de juerga y desenfreno. Y es que aunque para mí estén entre los más grandes, un concierto solo se me antoja insuficiente.
Las fotos no son muy buenas, pero con los "instrumentos" de los que disponíamos no se pudo hacer más jeje. Y que nadie se duerma. Pronto, ¡mucha más tralla en el Antro del Metal!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!