domingo, 4 de septiembre de 2016

¡Plagado de Leyendas! (Leyendas del Rock 2016, Día 3 (13/Agosto/2016), Villena, Alicante)

Ese mismo día, aquella tercera y última jornada completa del Leyendas del Rock 2016, lo comentaba con un buen colega, el Chely, una de las personas con las que más disfruto hablando de música. Me podría pasar toda la vida así, levantándome, 12 horas aproximadamente de festival sin parar, tralla y más tralla, y a dormir otra vez. Es la puta verdad. Y es que el primer día, cualquiera que sea el festival del que hablemos, llegas a tope, sediento de Metal en vena, preparado para llegar, ver y vencer. No hay tregua ni descanso. El segundo día empiezas a notar los síntomas de los excesos físicos. El siguiente día parece que las fuerzas se te agotan, no te crees capaz de aguantar todo el día a ese ritmo y las piernas flaquean, el cuello da pinchazos, la espalda duele… pero sin embargo, y contra todo pronóstico, la siguiente jornada no sigue la estadística. Aunque lo cuente en segunda persona, es ni más ni menos lo que me suele pasar a mí en los festivales. Aquel día, incluso, nos planteamos seriamente adelantar nuestra llegada a Villena para disfrutar del escenario del camping con dos buenas bandas como Hitten (a los que tenía especialmente ganas de ver) y Ciclón. Al final no pudo ser, porque a parte de las horas justitas que sobamos, lo cual te condiciona bastante a lo largo del día, estamos hablando de las últimas horas de festival, pero las más intensas sin duda. El día de hoy si que era increíble, un no parar. Por mucho que intentara hacer un hueco en el running order para descansar, era imposible: traca desde las 16:30 hasta las 2 de la madrugada, a piñón fijo, hasta caer de rodillas, a ver todas las bandas posibles (y porque no me puedo desdoblar, que si no todavía vería más). El hecho de amortizar la entrada, como dicen algunos, me importa una mierda, lo que me importa es ver cuantos más conciertos mejor y saciarme, que luego todo es trabajo y penurias.

Así, de buena tarde ya nos reunimos casi todos los colegas que acampábamos juntos, dispuestos a disfrutar de un grandísimo comienzo de batalla con Delain, con grandes melodías, temas muy digeribles y adictivos y como siempre, un ambientazo único. Los holandeses no son primerizos en absoluto en el Leyendas, ya saben de qué va la cosa, aunque hasta ahora solamente habían catado el escenario pequeño. Ya les tocaba subir de nivel. Por desgracia, y debido a la jugarreta de siempre de abrir las puertas más justos que la piel del culo, tuvimos que perdernos unos temas, y ya llegamos con Army of Dolls, cuando pillamos un buen sitio para disfrutar. Para compensar el ligero sobresalto, Sleepwalkers Dream nos rodeo de una fantástica melodía inolvidable, y creo una atmósfera digna de mención, con la banda a tope ya, presentando a la nueva guitarrista Merel Bechtold, militante en Delain desde el año pasado. Y es que este tipo de temas son los que hacen que esta banda me guste mucho más que la media de formaciones de este estilo. Todos estábamos muy animados, y no dejamos de saltar en ningún momento con The glory and the scum, por cierto, tema de su próximo disco, salido a la venta hace tan solo unos pocos días, o Here comes the vultures, ya más conocida. Hicieron un repertorio bastante distinto al que he visto hasta ahora, pero sin duda es una banda que me sigue trayendo recuerdos inolvidables e imágenes muy dulces del pasado. Cuando suenan temas más antiguos como Mother Machine o, por supuesto, We are the Others… mi cuerpo se mueve prácticamente solo. Y es que la propia banda te motiva. Otto al bajo es un torbellino de melenas, la guapa Merel es contundente, pero sobre todo te cautiva la encantadora Charlotte con su personalidad y su belleza, con su forma de engatusar a la peña y su forma de moverse… y con una voz que va desde registros melódicos a más líricos sin problemas. El final fue lo único que me dejó algo frío, porque Don’t let go es un buen tema, pero me faltó alguna como The Gathering, On the Other Side, Virtue and vice… de hecho, ¡del “April Rain” no tocaron nada ni de rebote! Pero bueno, es algo perdonable cuando, hagan lo que hagan, son capaces de hacerte disfrutar tanto.

Probablemente, la única banda que podría haber servido de pausa eran los finlandeses Ensiferum, pero tan temprano no me apetecía en absoluto. De hecho, como contaba al principio del texto, viví una especie de resurrección aquel día que me dio muchísima energía. Además, que cojones, siempre ofrecen un buen espectáculo. El telón ya vaticinaba algo bueno, aunque cuando empezó el primer tema… Durante la épica introducción March of War, todo iba perfectamente… hasta que Axe of Judgement, un tema cojonudo digno de dejarse el cuello con él, se convirtió en un horrible mezclote de sonido, a volumen muy bajo, con todos los instrumentos compitiendo entre ellos por ver quien sonaba peor. Vaya M-I-E-R-D-A de sonido. En serio, no sé como los técnicos de la banda o el propio grupo no cortaron el concierto a las primeras de cambio. Igual desde mi posición se escuchaba especialmente mal… pero sea como sea, era insufrible. La banda intentaba animar al personal, y se pudo llegar a ver algo de meneo entre las primeras filas, pero temas como Wanderer acusaban demasiado el horroroso sonido, y es que por ejemplo el acordeón tan solo se escuchaba mientras no sonase ningún otro instrumento, y lo mismo pasaba con el bajo. El ambiente de guerra nórdica nunca deja de vivirse del todo cuando las hordas finlandesas arrasan el escenario, pero en esta ocasión motivaba mucho menos, la voz se escuchaba tosca y difusa, la batería aplastaba casi al resto de músicos… un desastre por completo. Ya habían caído unos cuantos temas hasta llegar a From Afar, grandiosa con un sonido competente pero no allí, y mi enfado crecía cada vez más. Ese sagrado tema debería ser respetado por vivos y muertos, y por supuesto por técnicos incompetentes. Los coros de fondo, la instrumentación que le aporta tanta épica… Puño en alto, motivados más por la fiesta entre la peña que por el concierto en sí, berreábamos al mismo tiempo que comentábamos la fatalidad sonora. Ciertamente me gustaron más la última vez que les vi, allí mismo, y espero que vuelvan para demostrar que pueden seguir haciendo temblar la tierra, especialmente cuando escupen himnazos de la talla de In my sword I trust o Iron, con las que cerraron este agridulce show, aunque de esto seguramente ellos no tuvieron la culpa, porque la actuación en sí fue muy animada, muy guerrillera y con muchos guiños al público.

Esperaba que el mismo desastre no se produjera con Powerwolf, porque este era uno de mis principales objetivos del sábado y del Leyendas en general. No son nada nuevo para mí, y mucho antes de verles por primera vez en Hellfest 2014 ya les conocía por su originalidad, por el gancho de todos sus temas y por la redondez de sus trabajos. La etiqueta de Power Metal quizá no les quede del todo ajustada, aunque es complicado definir al 100% su estilo, es algo fresco, atractivo, la verdadera sangre nueva del género. De discazos como “Bible of the Beast”, “Lupus Dei” o su última y majestuosa obra: “Blessed & Possessed” cayeron un buen puñado de temas que me dejaron muy satisfecho por su calidad pero con ganas de mas por su corta duración. Una vez comienzan con Blessed & Possessed y Coleus Sanctus ya no pueden parar, y convierten el recinto entero en una fiesta plagada de paganismo y oscuridad. El Preachers of the Night, por cierto, me pareció un disco algo abandonado (bueeeeno, sí, también cayó Amen & Attack), pero tienen tanta buena mierda que tocar que es complicado elegir. Sus pintas engañan, ya que en su música reina mucho rollo épico, mucha influencia del Metal alemán contemporáneo, pero no tiene nada que ver con el Black Metal, a pesar de su rollo religioso (o mejor dicho, anti-religioso). Hinchada a cantar y gritar con Army of the Nigth, este bolo sí se escuchaba de puta madre, así daba gusto, hasta los coros eran gruesos y potentes. Y los músicos, ¡un auténtico 10! Sin ser particularmente los más virtuosos del mundo, desde los teclados “eclesiásticos” de Falk Maria, los solos penetrantes de Matthew Greywolf y la personal y arrolladora voz de Attila Dorn, con toques operísticos son elementos que por sí solos te hacen adorar esta banda y su directo, pero la magia de Powerwolf se encuentra, aunque suene a topicazo, en sus mismas composiciones. Imposible que temas como Resurrection by Erection, Armata Strigoi o Let there be night no se te queden pegados y te pases el resto del día canturreándolos. Saben imprimir potencia en su directo a base de buenos temas, buenos músicos y una teatralidad que destaca tanto en sus telones como en sus montajes (y si no, fijaos en el pedazo de telón que trajeron). Atacando desde su “Bible of the beast” con la impagable Werewolves of Armenia (espectacular como toda la peña aulla al estilo Powerwolf alzando el puño, con o sin la petición del vocalista), canción de guerra de la cual no se pueden deshacer en directo, o All we need is blood, otra en la cual la peña se dejó la garganta. Lo que me pareció más curioso, y no recuerdo si la otra vez que les vi fue así, es… ¡que no llevan bajista en directo! No es un caso insólito pero sí curioso. Aun así, con todo el movimiento, consiguen llenar sobradamente el escenario y comérselo. Lupus Dei fue la guinda de un delicioso pastel que me gustaría repetir el año que viene, si no antes, porque se me pasó tan rápido como un abrir y cerrar de ojos.

Abandonamos la zona de los escenarios para dar un garbeo rapidísimo, de no más de 10 minutos (por suerte Symphony X no salieron inmediatamente). Solo por la banda que acabo de nombrar, ya os podéis imaginar que de forma obligatoria tenía que disfrutar ese concierto al pie del cañón y al 100%, porque me encantan y siempre alucino con ellos. Y es que siempre es un placer ver a una banda de la que conoces su discografía casi al 100%. Si “Paradise Lost” me pareció uno de sus mejores discos hasta la fecha, “Iconoclast” me resultó una auténtica brutalidad… este último “Underworld” va cogiendo mucha fuerza con cada escucha que le doy… pero paradójicamente, creo que este fue uno de los mayores problemas del concierto, de una actuación que no termino de saber por qué, no me llenó completamente. Y es que basar casi todo el setlist de un festival en un solo disco nunca me pareció muy adecuado, a pesar de que, tras la fantástica introducción, tan misteriosa y oscura como todas sus composiciones de este tipo (Overture) llegó como un tornado Nevermore, donde estallé de golpe, sin dejar de observar al incomparable Rusell Allen, que comenzó como el tema, en tesituras muy bajas (con la voz un tanto “picada”) que luego fue subiendo de forma espectacular. Sin duda uno de los mejores del nuevo álbum, aunque también hay otra particularmente que me encanta, y es Without You, precisamente una de las siguientes en sonar. Allen salió a escena disfrazado tras una máscara, muy acorde a la iconografía del grupo, siempre con ese rollo teatral y neoclásico tan guapo. Técnicamente, esto no ha cambiado ni creo que cambie, todos y cada uno de los músicos son verdaderamente impresionantes. La base rítmica es implacable, con Mike LePond al bajo, que siempre me ha gustado mucho, al arrollador Jason Rullo a los palos, impresionante labor. Las geniales ambientaciones y espíritu progresivo que aporta Michael Pinella con las teclas, un instrumento fundamental en Symphony X, aunque en algunos cortes como Run with the devil (más potente y rudo) no destaquen demasiado salvo en el solo, en otras se convierten en un colchón insustituible, y valía la pena prestar atención al músico por su enorme trabajo. Sea of Lies (telita con el bajo en este tema, uf…) fue el primer gran clásico en caer, y en la que más se notó el paso del tiempo en la voz de Rusell, aunque la defendió maravillosamente bien, por supuesto, pero su voz sonaba más llena en los temas más actuales como Serpent’s Kiss, otro cañonazo. Sin embargo, y por desgracia, todo esto que cuento podría haberlo disfrutado mucho más, los músicos, los temas, la actuación del vocalista… si de nuevo el concierto no hubiese sido parcialmente capado por el sonido, que sonaba muy alto pero muy mal, con lo que muchas partes quedaban distorsionadas y en general no se apreciaba la calidad real. De nuevo, sí, una vez más el patético sonido haciendo de las suyas, sin duda la gran asignatura eternamente suspendida del Leyendas del Rock. Esto unido, todo hay que decirlo, a que el concierto me pareció que estuvo a un nivel un tanto inferior a otras veces que les he visto. Parece que al fin se iba recuperando algo de calidad en este sentido, cuando soltaron esa bomba llamada Set the World on Fire (The Lie of Lies), buah, como disfruté a pesar de todo, de las guitarras, de su contundencia, del grito final de Allen y sobre todo de las virguerías de Michael Romeo, como durante todo el concierto, y es que el frenetismo y calidad de este hombre a la hora de tocar es cosa de otro mundo, a mí personalmente me deja embobado. No la esperaba ya a estas alturas, pero Of sins and shadows fue una inmensa alegría ya casi pasándose de su hora, recibida con los brazos abiertos por toda la peña y una de las más sentidas de todo el concierto. De todas formas, ojala hubiesen tocado algo de The Odyssey, de V: The New Mythology Suite, o incluso puestos a pedir, algo de sus dos primeros discos.

La siguiente decisión fue algo jodida, ya que Nazareth son unas auténticas leyendas vivas a las que, por rigor, habría que ver si se presenta la oportunidad, pero por otra parte las bestias holandesas Legion of the Damned acechaban sobre el escenario Mark Reale. Antes de que empezara este día, dije que lo decidiría sobre la marcha, y como en ese momento el cuerpo y los oídos me pedían guerra, nos fuimos a ver a los segundos, experiencia que resultó devastadora en el mejor de los sentidos. He escuchado bastantes temas de la banda y son de lo más bestiajo que te puedes echar a la cara, y suponía bien al pensar que el concierto sonaría en consecuencia. Kurro, Meri y yo fuimos hacia allí y entramos con el bolo a puntito de comenzar, y ya poco después empezó el movidón con trallazos como Legion of the Damned (perfecta carta de presentación), Death’s Head March y la mortífera Werewolf Corpse, temas que además conozco bien, lo que fue el detonante para ir dándole cada vez más caña al cuello y estar cada vez más tentado de entrar a morir un poco en los brutales circle pits que se formaron desde el principio. Los de Maurice Swinkels y compañía mostraron una actitud agresiva, desafiante, con muchísima mala leche y mucha rabia a la hora de tocar. El doble bombo y los ritmos más violentos de la banda fueron clavados por su batería, mientras que el resto de miembros, entre berreos y coros, no dejaban de meterle al headbanging e imparables molinos de pelo. Into the eye of the storm no hizo más que “agravar” la situación, hasta nosotros que no estábamos demasiado cerca sentimos las “ondas expansivas” de las consecuencias de este temazo, y así ocurrió durante los 50 minutos que duró el concierto. No puedo dejar de contar el final, con la inmensa Sons of the Jackal, que inflamó los ánimos de la peña para convertir de nuevo el Mark Reale en un campo de batalla. Infalibles e implacables, su Death Metal salpicado con Thrash es pura mantecaza para oídos selectos, ritmos ultra rápidos y pasajes más densos y revienta cuellos con un doble bombo acojonante, una banda con un porvenir brillante, un pasado bestial y un presente exitoso como se merecen. También me veo obligado a decir que el sonido (esto ya es de chiste jajaja) fue bastante malo, por lo que todavía podría haber triunfado más su concierto. Que los vuelvan a traer, ¡pero por todo lo grande, en alguno de los escenarios principales y con un sonido acorde a su calidad!

Ya sabía yo antes de empezar esta última jornada que habría problemas para buscar unos minutos para pillar papeo. Y es que menuda retahíla de bandas que tocaban aquel sábado. Tan punto terminó la actuación de Legion of the Damned, salimos cagando hostias hacia los puestos de comida que están cerca del stand de TNT radio. Por suerte, logramos infiltrarnos rapidito, en plan desesperado, entre la peña y conseguir nuestro cutre-bocadillo (que supo de muerte con el hambre que tenía). Lejos de pararnos 5 minutos a descansar, peleamos hasta llegar en línea recta hasta el escenario Jesús de la Rosa; fuimos avanzando poco a poco hasta obtener un buen apalanque, relativamente centrados y cerca del escenario, todo al mismo tiempo que devorábamos el bocadillo aprovechando la media hora que teníamos libre entre Legion of the Damned y mis siempre venerados Helloween, una banda que forma parte del ABC de mis BANDAS y siempre estará ahí. Poco después, la dulce melodía de inicio del primer disco, Walls of Jericho, iluminaba nuestros corazones, preparados para disfrutar de uno de los mejores y más esperados conciertos, la experiencia Helloween, que ya he tenido el placer de vivir muchas veces (si no me falla la memoria, mínimo 7 u 8). Fuerte, muy fuerte empezaron con Eagle Fly Free, que dejó a alguno sorprendido por su temprana aparición. Sigo pensando que igual no es el tema que mejor empasta con la voz de Deris, pero es un valor seguro en directo, sin duda, y más si abre el concierto seguida de otra genialidad, Dr. Stein, divertida, y llena del espíritu positivo que siempre ha reinado en el estilo de la banda. Andi no tardó en calzarse el sombrero de copa, algo característico en sus actuaciones, que promueve todavía más el buen humor. Pero Helloween no son para tomárselos a broma. Puede que tengan ese aire desenfadado, pero estamos hablando de una de las bandas de Metal más grandes e influyentes del planeta, que han sabido reinventarse, auto-resucitarse tras cambios de cantante, huida de miembros fundadores y horas bajas. Y a día de hoy su carrera y su capacidad compositiva están tan fuertes como en sus mejores momentos. Es por ello que, por suerte, no centraron su concierto en temas de la época Kiske (algo reventados ya, creo yo) y nos ofrecieron bastante material nuevo de su última y sin duda genial obra, como My God-Given right (como también se titula el disco) y también otras de cosecha Deris, aunque la que no me esperaba ni de broma era una que me dejó absolutamente seco. En cuando escuché el rugido de un motor, supe automáticamente que se trataba de… ¡¡Steel Tormentor!! No os podéis imaginar cuánto tiempo llevaba esperando escuchar uno de mis temas favoritos de la banda en directo, y por supuesto lo gozé a muerte, haciendo el cafre con el cuello y gritando cuernos en alto. En temas así se da uno cuenta de que, a pesar de que Deris va perdiendo rango con el paso de los años, sigue teniendo una voz fantástica tanto para el falsete como para dar el do de pecho, y aun es capaz de soltarse enormes agudos. La respuesta del público ante temas de sus últimos discos fue sencillamente genial, mucho mejor incluso de lo que esperaba, y es que los alemanes tienen unos fans bien fieles. Hablo de canciones como la alegre Straight out of Hell, que me encantó profundamente en directo o la más agridulce Waiting for the Thunder, también sorprendente y muy dada a la participación de la peña. Se notaba que Deris (y probablemente Markus y Sascha también jajaja) había bebido alguna copita de vino, aunque como el dijo, aun no iba borracho, y se bebió otra más a nuestra salud. Estuvo fantástico como frontman, hablando un pelín más de la cuenta pero sacando la parte a la hora de moverse por todo el escenario, bromeando continuamente con su amigo Markus, y como vocalista la verdad es que un 10.

Continúa el show con unos temas de su nuevo disco, Heroes y una de las mejor llevadas al directo, Lost in America, cuyo desternillante argumento nos comentó el vocalista entre risa y risa, la mayor parte del tiempo dirigiéndose a nosotros de forma muy cachonda y en un castellano que mejora cada vez que vienen. Otro tema que siempre me ha encantado y cumple 20 años es Power, esta no suele fallar en sus directos, otra que me desgañité cantando. La peña que había detrás de nosotros empezaba a ponerse en plan gilipollas. Si estás en un lugar donde hay espacio relativo, mierda, ¿tanto cuesta no molestar a la peña que hay a tu lado?. Bien, tontadas aparte, nos acercamos a un momento especial en el que la banda nos presentó un medley de lo más interesante, que empezó con la magnífica Halloween más o menos hasta la mitad, empalmando con Sole Survivor (esta sí que podrían haberla tocado entera che), I can, que hacía muchísimo tiempo que no la escuchaba y que antes tocaban siempre, Are you Metal?, su única aproximación al “7 sinners” y por último un buen trozo de Keeper of the seven keys, cantado por todo cristo con las manos en alto, tanto los trozos lentos como los más movidos. Nos hicieron pasar un grandísimo y variado momento, aunque hay temas que me quedé con ganas de escuchar enteros, como suele pasar en estos medleys jeje. Y por cierto, es de justicia que diga que probablemente fue uno de los tres conciertos que mejor sonó en todo el festival. A partir de aquí todo sonó, de hecho, a las mil maravillas, algo que es como mínimo sospechoso. Lo cierto es que me alegré de que el sonido, lejos de chafarme el concierto, lo avivara todavía más, escuchando a la perfección la guitarra de un maestro como Michael Weikath o el bajo de todo un astro para mí, el incomparable Markus Grosskopf, y vaya si daba gusto. Su forma de tocar siempre me ha cautivado, su sutileza, su gran técnica y su estilo; siempre le he admirado muchísimo y para mí es una de las partes más fundamentales de la banda, sin desmerecer a los miembros más recientes: Sascha Gerstner y Dani Löble, que hacen su papel a las mil maravillas y son músicos sencillamente superiores. El mismo Sascha en compañía del Sr. Weikath (mira que le cuesta sonreír al cabrón jejeje) comenzaron uno de los cortes más sonados de su actuación: Future World. A Deris le costaron horrores algunas partes, pero para la gente fue una auténtica fiesta de proporciones épicas, todo fueron saltos, gritos y el buen rollo que transmite cada vez que suena. Quien esperara alguna sorpresa de última hora (por ejemplo, algún tema de su primer LP o algo del “Gambling with the Devil”) tendría que conformarse, que no es poco, con I Want Out, y con la algarabía que forma automáticamente este tema, donde Deris puso toda la carne en el asador y Sascha no dejó de hacernos guiños. CONCIERTAZO, con mayúsculas.

Aunque parezca difícil de creer por todo lo que disfruté con mis queridos Helloween, verles fue la decisión más jodida de todo el festival. Coincidían justo de pleno con Dare, una banda que ardía en deseos de ver (y es que el AOR a mí me va cantidad) pero finalmente, al igual que la cabra acaba tirando “pa el monte”, yo me fui a ver a los alemanes. El problema es que no sé cuando volveré a tener la oportunidad de verles de nuevo en algún cartel o concierto. Pero bueno, aquí como siempre la cuestión es no parar ni un segundo. Y seguía sin haber tiempo para ello, ya que Equilibrium esperaba en el Mark Reale. Tocaba darse otro pateo hacia allí, con un dolor de piernas exagerado pero también con máxima motivación.

Los también alemanes Equilibrium son sinónimo de dos palabras juntas y mezcladas: fiesta y guerra, ambas en su máxima expresión. Su concierto merece ser visto con espadas, escudos y pinturas de guerra para la ocasión. Les he visto unas cuantas veces ya y en ninguna de ellas me han decepcionado, ni se han ablandado ni han cedido a tocar más rápido, más fuerte y con más rabia. Mucho Black, algún amago Death y ambiente folk a raudales es lo que desprende la banda en cada show. En esta ocasión nos quedamos a verles un poco lejos, y es que el escenario pequeño estaba, literalmente, a reventar, cosa de la que debe tomar nota la organización y en la próxima vez que les traigan, que lo hagan al escenario principal. Cuando llegamos hasta el punto en que no se podía avanzar más, sonaban temacos como Was Lange Wärt, cuya brillante y fresca melodía y velocidad pusieron a la peña a parir, cuernos en alto, sin parar de meterse caña en las primeras filas. Nosotros, por supuesto, hacíamos lo propio desde atrás. Y al menos pudimos verlo, porque como digo, estaba tan petado que mucha gente se quedó fuera. Así que con más motivo había que celebrar aquella fiesta de folk/viking. Y sé que mucha peña que no les conocía flipó con ellos y con ese rollo tan potente y a la vez tan sucio que saben ofrecer, melodías vikingas y épicas mezclado con una velocísima batería a cargo de Hati que no teme meter desde ritmos más saltones y bailables hasta el blast beat más agresivo. En la línea de ataque, junto a su fundador René Berthiaume, berrea como un poseso Robse, regocijándose de la algarabía que son capaces de formar, a ritmo endiablado, con circle pits a muerte y los moshpits más grandes vistos en la historia de ese escenario. Sensacionales Waldschrein o Prey (en realidad, el único tema que he escuchado de su reciente trabajo “Armageddon”, que data de este mismo año), sin bajar un ápice las revoluciones del concierto, donde sobre el escenario todo fue headbanging sin parar, diversión, fiesta y desenfreno, casi lo mismo que debajo de él. Pasada la mitad, Blue im Auge marcó el verdadero clímax del show, un tema que les abandera, con el que todos lo pasamos en grande levantando el puño y gritando con pasión el estribillo. Temas como este son los que convierten un concierto en un auténtico desmadre, lástima no haberlo vivido desde las primeras filas, pero a tenor de lo visto, y si quería seguir conservando salud física para ver el resto de bandas del festival, mejor quedarme donde estaba. Tampoco es que se pudiera ver gran cosa, las luces y el humo ocultaban demasiado a los músicos. No destacó precisamente por su sonido, y es que a ratos se notaba cierto pelotón que empañaba los temas, aunque de peores he visto en ese escenario. Eso sí, Unbesiegt fue reconocida al instante, con esa exótica melodía que la inicia, para pasar a convertirse en algo súper violento que encandiló a la multitud, dejando el listón muy alto, y a la peña aplaudiéndoles sin parar.

Nada más terminar, y ahora sí, tuvimos que buscar un lugar de reposo para no caer rollaos al suelo. El mejor lugar era en las mesas que hay entre los dos escenarios, en donde pasamos más de un ratito de tranquilidad durante el festival. El mejor trasfondo, sin duda, el concierto de Tarja, a la que pude ver durante 5 o 6 temas. Extraje algunas conclusiones del concierto, las cuales prefiero guardarme para mí ya que tampoco se puede hablar de ellas habiéndolo visto por la pantalla, sentados y desde tan lejos. Lo que sí se puede asegurar de forma tajante es que la vocalista continua teniendo un auténtico chorro de voz que es capaz de llegarte al alma, con esos dotes operísticos que cambiaron muchas concepciones del Metal desde sus tiempos en Nightwish, su ex-banda, cuyos temas prácticamente ha desterrado ya de su setlist, cosa que tampoco me parece particularmente negativa, porque ha conseguido sobrevivir al mito y continuar con su carrera, que podrá gustarme más o menos, pero continua teniendo una gran cantidad de adeptos. Tan solo escuché en su día el “My Winter Storm” y algún tema posterior suelto, aunque lo último no me ha gustado demasiado. Del disco reconocí Ciaran’s Well, y Never Enough aparte. La actuación de la cantante fue soberbia, tanto en el aspecto vocal como en el saber estar que mostró sobre el escenario, desde donde no dejó de mandar guiños y besos a sus fans, sonreír perpetuamente, bailar, saltar, girar… no hay duda de que físicamente se encuentra fenomenal. Y por otra parte, en cuanto a la modulación de su voz, todo críticas positivas, alcanzando unos agudos imposibles y alcanzando un nivel de sensibilidad enorme en otras partes. Un pequeño recuerdo a su pasado con un medley de temas de entre los cuales reconocí algo de Ever Dream o Slaying the Dreamer. Obviamente, fue el momento que más me gustó.

No dio tiempo para mucho más. Cuando estás tan hecho mierda, sentarse demasiado es una mala idea, porque puedes acabar con el culo soldado al banco, y aun quedaban cosas por ver. Os sorprenderá saber que en lugar del concierto de Venom, me fui a presenciar un rato a los Ars Amandi a petición de mi chica (ella se tragó por mí muchísimos conciertos que no le apasionaban precisamente jeje). Así que, oooootra vez hacia el Mark Reale, con dolor de espalda y cuello para alucinar pero bien dispuestos a pasarlo de lujo con el folklore y la marcha de la banda madrileña de la que hacía muchísimo tiempo que no sabía nada. Incluso antes de su presentación en el cartel, llegué a dudar de si seguían en activo. Pero cuando llegamos, fue evidente que siguen en muy buena forma tras el parón que tuvieron, y la verdad es que sus melodías fueron un alivio para el cuerpo y la mente, a pesar de que uno no puede evitar seguir su ritmo bailón, lanzando buenos temas que me conozco de otras actuaciones como la divertida Rubia de bote, No queda sino batirnos o su particular versión de Abre la puerta de Triana, que es la que menos me gusta de cuantas he escuchado, y aun así no puedo evitar sentirla como una de las grandes canciones de toda mi vida, con la voz de Dani que la saca perfectamente adelante (esta vez sin dulzaina), el genial acompañamiento de David Noisel y Teto Viejo (aunque eliminando gran cantidad de detalles progresivos) y sobre todo, alucinen, la sabiduría y eterna clase de Manolo Arias a la guitarra. En cuanto le vi, pensaba que me estaba volviendo loco pensando que me confundía, pero posteriormente entre en razón de que verdaderamente toca con ellos. Eso sí, debido al poco espacio, a las horas que eran, o lo que sea, no fue el artista imparable y showman que suele ser. Escuchando al corazón y La suerte está echada remataron el ambiente festivo que se vivió en el Mark Reale, un gran baile conjunto, todos chocándose contra todos y todos saltando y cantando sin parar, de verdad que terminó siendo un gran soplo de aire fresco, y junto al pacharán que nos tomamos, nos terminó revitalizando, lo justo para salir de allí por patas y terminar de ver los escasos minutos que quedaban de Venom.

El ambiente se tornaba malévolo conforme nos acercábamos al Jesús de la Rosa, atronando los legendarios ingleses Venom, una de las bandas más influyentes de la historia del Metal en general, aportando su semilla para el Black Metal, el Speed Metal, el Heavy Metal más oscuro… sus primeros discos son joyas enmarcadas en la sala de la fama de la historia de la música. Tal como salimos del escenario Mark Reale, ya nos dimos cuenta de la potencia de sonido que traía la banda y de la contundencia de sus temas. Acelerando el paso para no perdernos más de la cuenta, llegamos hasta una multitud bastante dispersa; se podía respirar bien incluso desde delante. Es curioso que, de toda la vida sin pisar España hayan pasado a ser un grupo que ha pasado por la gran mayoría de festivales nacionales e incluso repitiendo, como es el caso de este Leyendas del Rock. A pesar de todo lo dicho, que es cierto al 100%, ver el concierto entero se me habría hecho quizá algo cuesta arriba, por lo que con el final de este vi concentrada toda la esencia de la banda, la tormenta que desatan en vivo y algunos de sus mejores temas como Black Metal y In league with Satan, mientras soltaba algún que otro disparate junto a mi colega Kurro. La banda demostró que, a pesar del sonido guarrete que siempre han llevado por bandera, no es nada incompatible con sonar bien en directo. Y es que el concierto fue una bomba sónica, potente, clara, atronadora y sobre todo, con un volumen casi ofensivo, vamos, como pocos grupos sonaron en todo el festival. Además de la gran iluminación, en tonos morados y azules, como en las 3 ocasiones que les he visto, utilizaron el fuego como parte de su actuación, lanzando grandes chorros que incluso calentaban el cuerpo (que ya hacía frío eh…). La característica batería de la banda con esos platos tan altos, ocupada por Danté, sonó tremenda, al igual que los guitarrazos lacerantes de Rage, miembros con los que Cronos comparte su banda desde hace ya un tiempo.

Y señores... esto tristemente llegaba a su fin. Tras tantísimo tiempo de espera, que incluso parece que sea el doble por las ganas, Leyendas del Rock 2016 terminaba para nosotros. Angelus Apatrida esperaba en el escenario Azucena, pero a pesar de que me encantan y siempre me acabo volviendo loco en sus directos, no me vi con suficientes energías para terminar de verlo, y las opciones eran eso o morir definitivamente. Durante el tiempo que tardaron en comenzar, ya estábamos fuera de los escenarios, mirando atrás con lástima por la llegada del fin, pero al mismo tiempo con mucha alegría y emoción por todas las experiencias vividas, y por supuesto, con la total seguridad de volver al Leyendas el año que viene, ya que conseguimos pillar las entradas a precio reducido. Y es que mientras el Leyendas siga celebrándose en Villena, contará con mi asistencia al 100%, pase lo que pase, y sin importar lo que tenga que sacrificar. Aquella noche nos quedamos a sobar en la zona de acampada, en donde ya se vivía un ambiente más relajado y más condicionado por el cansancio de la peña en general. Sin embargo, todavía nos tomamos unos tragos con los colegas a modo de despedida en nuestro fortín, que sobrevivió al viento, a la lluvia, al calor, al polvo y a cualquier inclemencia del clima típica de esas fechas. 24 conciertos, mucho calor y muchísimas horas aguantando al pie del cañón me hicieron volver a casa con la cabeza bien alta, muy satisfecho por haberme pegado un gran Leyendas, con grandes colegas como Kurro, Juanma, Jose, Rafa, Pinxo, Nuria y Xuso, a todos los que vi aunque fuese un rato: Chely, Fernando, Indio, Pakete, Colega, Raul, Juanmi, Clau, mi primo David, Cambala, José Luis, Yerai... (disculpas si me olvido de nombrar a alguien). También me gustaría nombrar a aquellos como Opi, Ángel y Vicky, que sé que fueron pero con quienes no llegué a coincidir y, por supuesto, antes que nadie, mi chica, de quien me siento MUY orgulloso en todos los aspectos.

Con las prematuras confirmaciones, algunas realmente interesantes como Primal Fear o Eclipse, ya se adivina que la próxima edición del festival va a resultar de lo más movidita e intensa. No ha pasado todavía ni un mes, pero aunque no lo creáis, ya tengo unas ganas locas de volver a saborear un nuevo Leyendas. ¡Y es que la pasión por el Metal no morirá nunca! Nos vemos en 2017.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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