sábado, 11 de marzo de 2017

20 años de magia (Dark Moor, Sábado 04-03-2017, Sala Arena, Madrid)

Nunca he podido (ni tampoco he querido) ocultar mi absoluta devoción por la banda madrileña Dark Moor. Una banda a la que sigo con lupa desde su “The Gates of Oblivion” y que rápidamente se convirtió en mi estandarte nacional a la hora de hablar de Metal. Este pasado sábado día 4 había una fecha marcada al rojo vivo en mi calendario particular de conciertos, una ocasión tremendamente especial en la que la banda volvería a su tierra, a Madrid, a celebrar con todos sus fans su vigésimo aniversario. Un concierto en el que iban a sonar los temas más emblemáticos de sus 20 años de carrera (que en realidad es alguno más) y en el que podríamos disfrutar de varias sorpresas que probablemente no se vuelvan a repetir nunca más. Y todo esto a pesar de que hablamos de una tierra (me refiero al país entero) que nunca les ha tratado como debían, ni el público ni las promotoras. Porque Dark Moor son algo excepcional, un diamante en bruto tristemente ninguneado en varias ocasiones pero que poseen un espíritu, una cohesión casi imposible de encontrar en ningún otro grupo de Metal, y es definitivamente esa coherencia, entre muchísimas otras cosas, lo que hace que les adore y que mi pasión por ellos crezca con cada nuevo disco que escucho y cada concierto al que acudo: son canciones llenas de arte y magia que te hacen soñar, y esto es una constante absoluta en cada una de sus creaciones. Era una oportunidad única, especial, para volver a verles sobre un escenario, y no importa cuántas veces haya disfrutado de sus directos: siempre me hacen enloquecer. Por otra parte, aunque ya en un plano más secundario, también tuve el placer de conocer la Sala Arena, renombrada donde las haya. A continuación, la gran experiencia en todos los sentidos.

Tuvimos que recorrernos los 300 y pico kilómetros que nos separan de la capital del tirón, tan punto terminó mi jornada de trabajo. Hasta Madrid, nada menos, tuvimos que desplazarnos para ver a una de las bandas más sólidas de la historia del panorama nacional. Y os aseguro que iría hasta el último rincón de este jodido mundo para volver a repetir la experiencia de aquella noche. Nada menos que 6 injustos años han pasado desde la última vez que pude verles (en Murcia junto a otras bandas), cuando estoy hasta el gorro de ver a otras bandas en festivales y conciertos muchísimo más asequibles que las tenemos hasta en la sopa. Dark Moor es un claro ejemplo de cómo a veces las cosas que más te gustan son las más difíciles de conseguir. Pero esta vez lo tenía clarísimo, con la entrada en mano, y el horario controlado nos situamos en la misma puerta de la Arena para encontrarnos, de primeras, con un detalle muy muy feo (y no digo que fuese culpa del grupo ni mucho menos, más bien de la propia sala). A las 21:00, hora que figuraba en la entrada como comienzo del concierto, y siendo conscientes de que traían unos teloneros “en miniatura”, entramos por la puerta y lo primero que escuché fue, justo, el principio del solo de Before the Duel, con la banda ya bastante entrada en materia. El concierto llevaba un rato en marcha (por lo que me he enterado más tarde, ya llevaba como 10 minutos, en los que sonaron The Chariot y Beyond the Stars), lo que me puso muy nervioso y me hizo cagarme en la madre del responsable de esto. Rápidamente, y disfrutando del primer tema de su 5º disco, buscamos desesperadamente un sitio entre las primeras filas, y a base de colarnos entre las masas lo conseguimos, pero insisto, NO HAY DERECHO a que hagan esto, es una auténtica atrocidad y una falta de respeto a la gente que ha pagado la entrada pensando que a las 21:00 empiezan los teloneros (o al menos la banda principal, ¡que en este caso ni eso!). Por suerte el disgusto inicial duró lo justo y necesario, nada ni nadie me iba a joder un concierto que llevo meses y meses esperando. Lo primero, resaltar que la sala estaba prácticamente abarrotada de gente. No sé si llegarían a colgar el cartel de sold out, pero la asistencia era fantástica. Que inmenso gustazo es ver, por fin, un concierto exclusivo de Dark Moor a tope de gente con ganas de disfrutarles. Mi gozo aumentó considerablemente, al mismo tiempo que mi disgusto desaparecía, cuando presentaron a la que fue la primera invitada de la noche, la gran Berenice Musa, corista de la banda en “Ancestral Romance” y “Ars Musica”… y ¡¡como canta en directo!! Madre mía… con la introducción del tema se me pusieron los pelos de punta, y ya casi había entrado en calor al 100% con este pedazo de single llamado Love from the stone.

Por fin un sonido acorte a la calidad de la banda, con todos los instrumentos sonando de auténtico lujo, y la voz de Alfred con bastante protagonismo ¡¡Que lujo!!. Un poco más comedida y calmada, My Way continuó con la onda del sonido de sus últimos trabajos, aunque gustando igualmente a todos sus fans, que al igual que yo, no dejaban de vivir a tope cada nota que salía de los instrumentos de la banda. Berenice acompañaría a la banda en más de un tema y lograría incluso subir varios puntos la intensidad. Y para aquellos que, como yo, esperaban algo más de virtuosismo para subir la temperatura, llegó The Bane of Daninsky (The Werewolf), junto a otras sorpresas de la noche: el guitarrista José Garrido sobre el escenario, al principio abrazando a todos sus colegas, muy contento por la oportunidad de estar allí, y después interpretando como un rayo el solo de este tema que sin duda es uno de los preferidos de la primera “época Alfred”. Especialmente me encanta la creatividad de su melodía. Y en cuanto al vocalista… dio una auténtica lección de cómo se hacen las cosas. Yo estaba extasiado después de tanto tiempo sin vivir en directo este tema, y pese a su actual registro, Alfred supo adaptar el tema maravillosamente, convirtiendo los agudos en melodías distintas y manteniendo al 100% el espíritu de la canción. Por supuesto, fue dedicada al inmortal Paul Naschy. Aplausos para José Garrido, que formó parte tan solo de aquel disco, al cual considero, sin duda, el mejor de toda la carrera del grupo, un disco dorado, una obra maestra de 10 absoluto. Por eso me dio lástima que no hubiese más. No hubo tiempo casi ni para pensar cuando anunciaron, entre el clamor del público, su primer tema en castellano. Lo que yo grité a pleno pulmón se convirtió en una realidad, y El Último Rey comenzó con su intro y con unos arreglos por parte del MAESTRO Enrik. Otra canción que consigue ponerme los pelos como escarpias, con una melodía maravillosa y un sentimiento brutal. Y ese teclado al principio, que se escuchó muy bien, puso la guinda de oro. Puro feeling, y una fuerza descomunal en directo, que encandiló a todo el mundo con ese dramatismo tan increíble. Además, cantar en castellano acentúa todavía más la potencia vocal de Alfred, quien se mueve como pez en el agua en estos registros. Bordó totalmente el tema, y lo mismo se puede decir de esas máquinas de matar que son Roberto Cappa y Dani Fernández, con un finalazo memorable. Otra con la que se encontró muy cómodo, incluso añadió más elementos teatrales, fue con Together as Ever, de su “Ars Musica”. Cierto que no es de mis temas favoritos, pero lejos de bajar la intensidad con la que disfrutaba el concierto, me permitió también reflexionar sobre lo bien que estaba pintando la noche, y como los músicos estaban al 100% a pesar de lo poco que les vemos por aquí…

End so cold supuso un subidón de energía, sumergiéndonos en esa atmósfera oscura que de repente estalla en un estribillo que todo el mundo gritó a pleno pulmón. En este caso, el aguante de Alfred sin perder ni un átomo de fuerza demuestra que ha evolucionado todavía más si cabe como cantante en los últimos años. El que todavía le vea como “el nuevo” ha de saber que lleva nada menos que 7 discazos grabados con la banda y que tiene una personalidad tanto vocal como interpretativa fuera de toda duda. Tuvo en este tema, sin duda, uno de sus mejores momentos, y para mí fue algo muy profundo porque me encanta todo el “Autumnal”. Y la potencia de Berenice Musa otra vez en acción, pero compaginándose a la perfección con la voz de Alfred. Si acaso me hubiese gustado escuchar un poco más a Pablo Sancha, que hubiese podido lucir mucho más en este tipo de temas. Una balada que no pudo faltar (y de hecho, no falta nunca desde la gira del “Tarot”) es Lovers, que siempre amansa la fiera que llevamos dentro para ponernos tiernos jeje. El bueno de Alfred se colgó la acústica por primera vez en la noche para presentárnosla, aunque antes de que soltara una sola nota, yo ya sabía de qué se trataba. Os aseguro que fueron unos minutos brillantes, muy emotivos con esa preciosa melodía, y también muy participados por el público, que no dejaba de animar al grupo con fervor. Tenerles delante, después de tanto años y tantas ganas era como un cuento de hadas, e incluso hizo que derramara alguna lagrimilla con este tema. Terminado, y después de una gran ovación merecida, el vocalista gaditano abandonó la escena para dejar paso a un trozo instrumental en el que el MAESTRO Enrik, junto a su compañero Dani, se marcaron una adaptación de una pieza de música clásica. En esta ocasión la elegida fue la marcha turca de Mozart, que ya les he visto interpretar (además con distintos bajistas). Enrik estuvo soberbio y lleno de entusiasmo, pese a que a lo largo del concierto le vi fallar más notas de lo habitual en las partes más virtuosas, pero esto no quita que estemos hablando de uno de los mejores músicos de las seis cuerdas (y en cuanto a composición en general) que tenemos aquí. También me fijé en el detalle, al menos en esta parte, de que su guitarra sonaba menos eléctrica de lo habitual, más limpia. Me encantó su salida a escena con las gafas de sol, le daban un aspecto sofisticado.

The Existente fue el primer tema que escuché en directo de su último trabajo, el “Project X”. Seguramente es el disco que menos me ha enganchado de la banda, pero hay que reconocer el esfuerzo creativo y la actitud de querer crear algo nuevo, distinto, lo cual forma parte de la esencia del grupo. Curiosamente, este tema con muchos toques AOR mezclados con un rollo algo más moderno y con melodía 100% Dark Moor fue una de las canciones que más se quedó en mi cabeza durante el resto de la semana, y en concierto resultó ser una pasada, gritando a pulmón aquello de “¡Joy of life!”. La gran pantalla que la banda tenía a sus espaldas llevaba tiempo encendida, otorgando a la actuación un extra de espectacularidad, y mostrando distintos videos. Especialmente divertido fue el que pertenece a este último tema. El buen rollo y la complicidad que se respiraba encima del escenario, entre los miembros del grupo, favorecía todavía más el gran ánimo del público, y como digo, por fin pude verles en las condiciones que merecen.
Cuando comenzó a sonar esa mágica melodía, con sabor a historia añeja, a triste leyenda… en seguida se me volvieron a erizar hasta los pelos de la nuca. Para mi gusto, A Music in my Soul es una de las piezas más profundas, más sentidas y estremecedoras que han compuesto nunca, y por ello la viví con especial intensidad, la misma con la que el propio tema sube paso a paso, con Dani Fernández haciendo un trabajo fabuloso y muy destacado, Pablo despuntando al teclado y por supuesto Alfred quedándose con todo el mundo con su actuación, con una fuerza suprema en el estribillo, compaginando sus graves con las subidas llenas de sentimiento. Imposible para mí no cerrar los ojos y evadirme con cada nota de esta obra maestra. Podría decir que fue el momento más emotivo del concierto, a pesar de ser un medio tiempo relativamente suave, disfruté y grité con todas mis fuerzas.

Por fin, el momento que muchos habíamos esperado, llegaba. Una de las sorpresas que la banda nos tenía deparadas y seguramente la razón por la que muchos se decidirían a acudir a la cita, era por fin poder ver a Elisa subida al escenario con sus antiguos compañeros, sin olvidar también la presencia de Albert Maroto, dos de los miembros más queridos y añorados de la primera etapa de la banda. El estallido del público cuando estos dos, tras una presentación por parte de Alfred, aparecieron, fue de escándalo, gritos tanto de Elisa Elisa como Dark Moor Dark Moor se escuchaban por los cuatro rincones, llenando la sala de alegría y ganas de desmadre. Sin más tregua, se pusieron al turrón con Maid of Orleans, algo previsible, pero no menos deseada, ya que es uno de sus temas más emblemáticos. De nuevo, después de tantos años, con la voz de Elisa fue algo sin duda para el recuerdo. Lo primero que destacó descaradamente es el nivel de voz que conserva la vocalista. Los tonos inhumanos que alcanzaba, la potencia de sus agudos… todo sigue igual. Y al contrario que mucha gente, yo sí llegué a ver a la banda con su primera formación, y os aseguro que Elisa continúa siendo algo extraordinario. Fue un momento de esos de “no volveré a lavarme los ojos”. También por supuesto, una auténtica gozada que no se paga con dinero fue volver a ver de nuevo a Enrik con su antiguo compañero Albert (sombrero en ristre) mano a mano, cuerda con cuerda, marcándose solos kilométricos a la velocidad de la luz como en los buenos tiempos en Nevermore, la segunda de las canciones clásicas que tocaron, y que también terminó con mis cuerdas vocales hechas astillas. Sobre todo, lo más brutal: ver en este último tema a Alfred y a Elisa… ¡¡juntos mano a mano!!, y mientras ella cantaba la melodía principal, él hacía las segundas voces, empastando ambas perfectamente. Repito, joder, ¡¡vaya gozada!! En estos momentos deseaba que el tiempo se parara y el concierto no terminara nunca, porque este nivel de disfrute es lo que más vida me da. El ambiente entre los miembros de la banda y sus ex-compañeros no podía ser mejor. Buenas caras y complicidad sin rencores y llenos de compañerismo para ofrecer unos minutos de ensueño, sin rencores y con toda la profesionalidad posible. Así es como se hacen las cosas. Aprende de ellos, Rionda.

Tras la multitudinaria y ruidosa despedida del público para con ambos músicos, que no volverían ya a escena, volvía la épica más rimbombante, más “de película” con For Her, un corte que desde la salida del “Autumnal” se hizo con un hueco fijo entre su setlist, siempre triunfadora, permitiendo a Alfred explayarse con gran cantidad de registros, arropado por una instrumentación y orquestación de cine (nunca mejor dicho). Apabullante también la retumbante batería de Alberto, que atronaba con fuerza, con una precisión absoluta. Las sorpresas seguían sin llegar a su fin y lo prometido era deuda: tenían que presentarnos su nuevo single, que formará parte de su próximo trabajo. Creo que, tras escucharla, todavía tengo más ganas de que lo graben. In the middle of the night, que así se llama el tema, me gustó mucho y me transmitió a primera escucha, un rollo marcadamente AOR con referencias clásicas, unos coros prominentes y fantásticamente interpretados, mucha tecla y melodías de delicioso sabor ochentero. Al MAESTRO Enrik se le veía muy a gusto, haciéndome pensar que el disco próximo seguirá por este camino musical que tanto le gusta implementar a sus últimas creaciones, un sonido más melódico, más maduro, tirando más hacia Queen que hacia Yngwie Malmsteen como le gusta decir a él. Además, estoy convencido que el timbre de Alfred quedará perfecto. Seguimos ya prácticamente con la recta final, encontrándonos ya con alguna pre-despedida y con muchos singles que dejaron para el final, como On the hill of dreams, que define perfectamente lo que es el sonido actual de estos chicos. Sin ser un despliegue de caña, fue recibida como el temazo que es, y con una banda especialmente motivada. Extrañamente, no fue la misma reacción cuando anunciaron Gabriel, uno de los temas que más me gusta de su “Project X”. Estribillo pegadizo y explosivo, de nuevo unos coros muy bien hechos que le dan muchísima vida, mucha energía por parte de Enrik i Alfred, con esa complicidad tan especial que existe entre ellos y lo mejor de todo: esa melodía central basada en la película Encuentros en la tercera fase, cuyo final me pareció acojonante con esas 5 notas y un buen repaso de batería por parte de Roberto. A mí personalmente me gustó a rabiar, sabía que no fallaría.

La despedida no podía ser definitiva, pero se tomaron un pequeño tiempo para recuperar fuerzas y ofrecernos tres temas más, alguno de ellos inesperado. Con The Road Again no fue el caso, era algo que aguardábamos ya hacia el final. El “Ars Musica” es su disco más vendido, y aunque hay temas excelentes que se quedaron en el tintero (The city of peace, donde el teclado hubiese lucido mucho o Living in a nightmare), seguramente esta contentó a todo el mundo. Roberto consiguió con su tremenda pegada y sus virguerías que un tema relativamente sencillo pareciera mucho más completo y lleno. Y comenzó de la forma más especial, en plan acústico, con Alfred de nuevo colgándose la guitarra y cantándola en otras tesituras. Todos estos detalles hicieron del show algo inolvidable. Un tema con un mensaje algo más obvio que lo que acostumbran a hacer pero como siempre, con una letra excepcional de la mano de un miembro de la banda que nunca sale a escena, pero cuyo trabajo y pasión son algo imprescindible, y una seña de identidad desde el principio. Me refiero, obviamente, a Francisco José García, letrista y poeta que deja su imborrable huella en cada una de las frases a las que posteriormente Alfred da vida. La parte inesperada de la que hablaba antes se refiere a Tild at windmills, otra delicatessen del “Ancestral Romance” (el disco con más presencia en el setlist junto al “Ars Musica”). Alfred seguía con su guitarra y desde la segunda línea pudimos de nuevo deleitarnos con la infinita voz de Berenice. De nuevo la faceta más sentimental de Dark Moor consiguió emocionarnos contándonos a su manera la historia de Don Quijote. Incluso en estos temas más lentos, un placer ver la actitud con la que Dani se hace el amo del escenario, apoyando siempre el pie sobre los monitores. No quedaba duda alguna cuando anunciaron que la última de la noche iba a ser su otra canción en castellano que estaban hablando de La canción del pirata, su particular adaptación musical con la famosa letra de José de Espronceda, infinitamente superior a la que en su día hizo Tierra Santa (aunque sin desmerecer a esta última, claro). Pero la fuerza de esta composición es descomunal, jodidamente épica, esos subidones de tono, y por encima de todo, la calidad instrumental y orquestal de todos sus músicos, con un sonido buenísimo, alto, potente y claro. Alfred se lució a base de bien, haciendo gala sin un ápice de cansancio de ese registro más operístico que tan bien le sienta a día de hoy y el MAESTRO Enrik dejó un listón altísimo tanto en el contundente riff como en el solo, al igual que todos sus compañeros. Y es que el arte y la música siempre han estado íntimamente ligados en Dark Moor. La orquestación, por cierto, sonó casi perfecta de principio a fin del concierto, algo imprescindible en la banda.

Finalmente, los componentes agradecieron francamente a su público el apoyo, estuvieron dando la mano, tirando baquetas y púas a mansalva (¡¡de las cuales yo cogí 2!!), mostrándose felices y satisfechos. Yo con Dark Moor nunca estoy satisfecho, en el sentido de que quisiera que sus conciertos duraran eternamente, me resultó duro hacerme a la idea que 2 horas y pico de concierto se habían pasado como si fuesen 10 minutos, y sobre todo el hecho de no saber cuándo podré volver a verles… Sinceramente, espero que este conciertazo sea reconocido como se merece y que esto de un empujón a la banda para que haga muchas más fechas, porque yo pienso ir a verles a donde haga falta.

Salimos de la Arena eufóricos, yo con unos pelos de loca y una sudada de las que hacen época, y sobre todo, un gozo infinito por lo que acababa de presenciar. Pero habría sido una lástima terminar en seguida una noche tan especial, y sin pensarlo demasiado, nos fuimos directos a Argüelles, al Bastard (uno de los mejores garitos de Metal / Hard que se pueden encontrar hoy por hoy en Madrid), en donde por feliz coincidencia nos encontramos con Pedro y Carmen, y por supuesto con Carlos tras la barra, con quienes estuvimos horas hablando de Metal y conciertos (con lo que más disfruto, y más con peña que controla de verdad) y entre la alegría, el palique, las visitas a otros garitos, los chupitos, los cubatas… a lo tonto nos acabamos pillando un cogorzón que ni os cuento, del cual prefiero guardarme los detalles (de los que me acuerdo jejeje) para mí. Esto puso culminación a una noche que rozó la perfección en todos los sentidos, y que difícilmente será superada en muuuuucho tiempo.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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