martes, 9 de abril de 2019

Destrucción cervical (Diabolical Holocaust + Nuclear Revenge + Deströyer 666, Sábado 06/04/19, Sala Paberse, Sedaví)

Y finalmente llegó el sábado que había estado esperando con ansias durante toda esta larga semana. Los australianos Deströyer demostrarían en el Paberse Club de qué pasta están hechos, si es que no lo han demostrado ya cientos de veces durante su ya dilatada existencia. Precisamente en el 2016 actuaron en la sala Rock City, aunque en aquella ocasión no tuve oportunidad de acercarme a verles. Mi última impresión con ellos fue en el año 2014, en aquel irregular Hellfest (mi último festival europeo hasta la fecha, por cierto…) en la carpa correspondiente, donde disfruté a saco con ellos pero obviamente no es lo mismo verles con un sonido bastante chusquero y en esas condiciones (los festivales es lo que tienen) que en una sala con un setlist completo. En aquella ocasión quedaba ya lejos su álbum “Defiance”, del 2009, pero en Valencia se despacharon a gusto con bastantes temas de sus más recientes trabajos, el disco “Wildfire,” del 2016, y el EP “Call of the Wild”, que parieron el año pasado. No menos interesante fue la suculenta guarnición que se nos tenía preparada aquella noche, unos jóvenes Diabolical Holocaust que pusieron a prueba su talento y unos Nuclear Revenge desde el País Vasco que demostraron tenerlos bien puestos, y a quienes curiosamente vi hace tan solo unas semanas en la sala Babel de Alicante junto a los Wasteland Riders. Uno de esos conciertos que desafortunadamente últimamente pueden considerarse una rara avis dentro del panorama de esta comunidad, así que la asistencia era casi obligatoria. Por distintas circunstancias, toda la gente que en principio iba a venir conmigo se echó para atrás, así que me hice el viaje solo (es raro decirlo, pero ya hacía tiempo que no iba solo a un concierto jejeje), aunque sabiendo que allí me iba a encontrar con gente muy selecta.

Me senté solo en la barra a tomar unas birras. Todavía no había llegado mucha gente al garito, pero pronto empezarían a fluir l@s metaler@s y la buena música que siempre se escucha en aquella sala entre bolo y bolo, antes y después de la fiesta. Con tan solo un vistazo ya se podían ver caras conocidas habituales, un pequeño puesto de merchan con camisetas y movidas de las tres bandas y gente que empezaba a tomar posición.

Ahí fue el turno de estos primeros Diabolical Holocaust. Mi primera sorpresa fue ver, tras coger todos sus instrumentos, a Sefi, una cara muy conocida por estos ambientes (y guapísima, por supuesto) subirse al escenario a cantar con ellos, aunque como sinceramente dijo, aun no había tenido tiempo de aprenderse las letras y las iría leyendo sobre la marca. Y lo cierto es que a pesar de todo lo hizo cojonudamente bien, con headbanging a saco, vocalizando muy bien y con una gran voz desgarrada que todavía no había escuchado en directo. Se nota que está muy rodada con sus Pestkraft en todos sus registros. Del resto de miembros también se pueden decir muy buenas cosas. Herrkrieg a la guitarra tiene mucho nervio en directo, concentrado en sus riffs y solos. Comenzaron el show con una pieza instrumental, que arrancó con una estrofa de furioso black metal. Los músicos hacían ademanes, incitando a la peña a que se acercara mientras atronaban el Paberse. El sonido fue bastante bueno, salvo algún altavoz que me pareció escuchar petar en los primeros minutos. El bajo se apreciaba bastante y la batería sonaba mejor de lo que uno esperaba, aunque siempre con ese sonido guarrote y saturado que, imagino, la banda quiere darle. También pude apreciar grandes ideas en los solos de guitarra y también del bajo a cargo de Adrià, que no se limitaba a seguir escalas y patrones encorsetados, sino que más bien tenía un estilo más dinámico. Un tema que me gustó especialmente fue el cantado en castellano, es extraño escuchar buen Black en nuestro idioma. Con un interludio con intensos blastbeats y líneas bastante virtuosas a nivel técnico, concluyeron así la mitad de su concierto, en el que Sefi bajó del escenario y dejó el testigo vocal a su batería que se encargó de los gritos y berridos a partir de ese punto, en temas como aquel inspirado en el cantar de los nibelungos que citaron y que sonó de vicio. Al principio la parte de la percusión me pareció algo simple, pero cuando el batería fue entrando en calor golpeaba con rabia y pasión y mi impresión cambió radicalmente. Un setlist corto, de siete temas, que concluyó a piñón con Doomsday Slaughter, el único tema que, por el momento, tienen oficialmente grabado. Habrá que estar atentos a esta gente y a sus próximos lanzamientos.

Como ya digo, tuve el placer de ver a los Nuclear Revenge semanas atrás en Alicante. Fue un concierto que me gustó mucho, pero en comparación a este que dieron en el Paberse, se les vio muchísimo más inspirados y poniéndose en su sitio, desplegando un gran aluvión de Thrash muy ennegrecido y haciendo uso de toda su rabia para conectar con la peña. No se anduvieron con preámbulos, y cuando entramos en la sala (creo que con el segundo tema por despiste), Ancient Rites llenaba todo el espacio de la sala con la oscuridad latente que se puede encontrar en todos y cada uno de sus temas, que se notan compuestos con mucho conocimiento y premeditadamente asesinos. El bajista, uno de los mejores músicos que vi en aquel escenario en toda la noche, levantaba el mástil de su bajo en los primeros acordes de Cross the gate. Me encantó su estilo, su forma de tocar y su rapidez, sin dejar los dedos quietos y sin repetir 3 notas seguidas, creando una base muy virtuosa y variada que por cierto se podía apreciar muy bien a pesar de que el instrumento de su compañero Speedhammer por momentos se comía al resto por volumen. Ese delicioso riff casi Doom de Cursed are our marks dejó paso a un aumento repentino de tralla desmedida y verdadera pasión sobre el escenario, que rápidamente contagiaron al respetable, cada vez más cerca de la banda. Su trabajo “Let the Tyrants Rise”, del año pasado, sonó con verdadero ímpetu, con mucha fuerza en cada corte. Tengo que decir que la primera vez que les vi fue uno de los grandes descubrimientos del panorama nacional en cuanto a Black excelentemente cocinado con ingredientes Thrash. Si no me equivoco, todavía era Gaueko el encargado del bajo, aunque desafortunadamente, esta es su última gira en la banda coincidiendo con la de Deströyer 666. Su trabajo, con digo, fue intachable, meticuloso, feroz y rápido y creo que no fue el único que se quedó especialmente atento a su instrumento. Y es que me encantan los bajistas virtuosos. Más adelante, la banda anunciará su sustituto. Por su parte, Xabier ’Pestilence Breeder’ Palacios movía la melena con ansia, compartiendo las seis cuerdas con el vocalista Mikel ‘Speed drinker’, que se marcó un conciertaco de aúpa. Le vi mucho más suelto que la última vez, más motivado y sobre todo, mucho más encabronado, tanto a la hora de cantar y dejarse las amígdalas como a la hora de ejecutar los solos, con la cabeza agachada sin dejar de meterle al headbanging y con tanta rabia que parecía que se iba a cargar la guitarra. Si no recuerdo mal (esta no estoy seguro), Lucifer’s Slave precedió a Burn the holy cross, uno de mis temas favoritos de su disco. Mikel también hacía ademanes en cada tema, sin ser especialmente comunicativo pero con una actitud desbordante, algo que a mi entender es absolutamente imprescindible, y él la trae de calle. Mi preferida es From Aethernity to Conquest, que cierra el disco y casi su concierto, con un riff malévolo, cortante y mucha mala hostia de caña ascendente en intensidad. Antes del colofón, consiguieron tener a toda la gente ya preparada con los puños arriba, y se lanzaron a morir con Victims of the black flame, una de las composiciones más blackers del redondo, en la que los puños en alto y gritos aumentaron mientras Speedhammer se ensañaba con los blastbeat. En conclusión, si la primera vez me gustaron, esta me convencieron al 100%. No dejéis de escucharles, son la hostia pagana en vinagre.

A estas alturas ya me había encontrado con mi colega Lobo, a quien hacía más de dos años que no veía, y poco después con otro grande como Félix Pentagram. ¿Qué mejor momento que en los momentos anteriores a presenciar la gran masacre que provocarían estos Deströyer 666? Junto al colega Rubén, estuvimos hablando largo y tendido sobre Metal y conciertos, con lo que el tiempo se nos pasó volando. Que inmenso gustazo encontrarme y conocer a gente con la que poder hablar a ese nivel, algo que echo bastante de menos en mi vida cotidiana. No queríamos perdernos ni un puto acorde del concierto, así que entusiasmados nos metimos entre las primeras filas, a sabiendas de que podíamos comernos más de una hostia estando allí, aunque a mí eso me la bufa, la verdad. Con tranquilidad y parsimonia, fueron apareciendo todos los del grupo a coger su sitio, saludando y sonriendo, con mucha familiaridad. Y es precisamente una de las cosas que más me flipan de poder ver bolos en el Paberse, esa sensación de cercanía que te motiva todavía más, seas del montón que va a dejarse los cuernos en un concierto o seas un profesional, como la casi siempre presente fotógrafa Marisol Huertas (otra guapísima), con quien fue un gran placer poder charlar como siempre y comentar precisamente eso, que somos asiduos a esta sala por el buen rollo que siempre se vive allí.

Los Deströyer salieron, literalmente, a matar, con esa Wildfire embrutecida y llena de furia que desplegaron sobre nuestras cabezas y cuellos, ya calientes por los anteriores espectáculos. En las primeras filas se percibía un gran ambiente y muchas ganas de batalla, y poco a poco este se fue extendiendo por una sala casi llena, un inmenso placer esto último. Y es que ver que la peña responda a sí a un evento de los nuestros es para soltar una lagrimilla. El sonido de la batería seguía siendo bastante marranote, llenando de violencia temas como A breed apart o Call of the Wild, una de sus últimas creaciones musicales, con un tochaco Kev Desecrator a los palos que repartió manteca para dar y vender con una actitud incontestable pese a ser el miembro más reciente de la banda y todavía (creo) no de forma oficial, aunque realmente el grupo presenta una formación que va cambiando con mucha frecuencia, manteniéndose solo esa torre llamada K.K. Warlust al frente como maestro de ceremonias de su particular destrucción sonora. En cualquier caso, les vimos a todos muy puestos en el papel e integrados, dando carreras por el minúsculo escenario e intercambiando posiciones entre R.C. y Felipe Plaza. No paraba la matraca, caían temas frenéticos para caldear más todavía el ambiente, entre otros, Live and burn o una que nos hizo levantar los puños como si no hubiese un mañana, la guerrera I Am the Wargod (Ode to the Battle Slain), mientras Felipe, Warlust y R.C. se juntaban en fila para machacar sus instrumentos, siempre simpáticos y fijándose en nosotros, compartiendo nuestro ánimo y envalentonándolo. El bajista, aparte de mostrar una de las más grandes actitudes de la noche, dejándose el cuello y agitando la melena, fue también el más comunicativo, hablando en castellano por su procedencia chilena, lo que contribuyó a la cercanía con la banda. Aquello era como una gran fiesta familiar de Thrash/Black de altísimo octanaje. En efecto, es una de las bandas más grandes que ondean actualmente la bandera de este estilo, y no dan un segundo a la tregua, cargan en sus armas balas listas para disparar como Hounds at Ya Back (que fue de lo más estruendoso que pudimos escuchar), Sons of Perdition, con el primer GRAN mosh de la noche, un auténtico torbellino de aniquilación, y Trialed by Fire, con esa esencia tan auténtica como distinta y original, terminando la movida con unos notables coros por parte de Felipe y R.C. Los citados moshes cada vez se volvían más grandes y peligrosos. Sufrí algunos pisotones (menos mal que uno ya tiene los pies de acero puro) y bastantes empujones y codazos, estando a punto de comerme una de las mesas que había en los laterales. ¡Aquí no se detiene ni cristo joder! ¡Fuego a todo!

A pesar de todo y casi sin darnos cuenta, se iba aproximando el final. Lo deduje por la llegada de un trallazo inmenso llamado Satanic Speed Metal, auténtica furia desbocada y como su propio nombre indica, rápida como la luz. Pero el nivel de fiesta y buen rollo que se vivía sobre el escenario no olía precisamente a final. El bueno de Warlust llevaba una buena cocida, de hecho, esa mandíbula incansable no es precisamente el efecto de comer gominolas jajaja, pero eso sí, siempre espléndido a la hora de comentar los temas, darse golpes en el pecho amenazantes y sobre todo, a la hora de desgranar cada uno de los temas, tocando con agresividad y escupiendo flemas de puro Metal como la reclamadísima Australian and Anti-Christ, que nos tuvo a todos gritando como locos el estribillo. No paraban de sacar la botella de Jim Beam y darle buenos tientos (también al público de las primeras filas, entre las que se encontraba Mikel de Nuclear Revenge jejeje). Tras Satan’s Hammer, pareció surgir algún problema de cuerdas con las guitarras, y el frontman dejó su instrumento para dedicarse exclusivamente a cantar unos cuantos covers que fueron una auténtica barbaridad a nivel de locura, empezando con Iron Fist (Motorhead) y reventando el lugar con la mayor (para mí) sorpresa de la noche como fue esa Heavy Metal Maniacs de Exciter. ¡Brutal! Ahora sí, volviendo a tener la guitarra en sus manos, K.K. aullaba mientras caían las notas a toda hostia de Lone Wolf Winter, al mismo tiempo que nos retaba preguntándonos si todavía queríamos más leña. ¡Por supuesto que sí! Así que, vuelta a empezar la mandanga con Black City, Black Fire, y culminando aquella épica batalla con el Black Magic de los Slayer, que también supuso el momento álgido en cuanto a hostias a mansalva se refiere, formándose de nuevo unas ollas entre el público de las que era imposible escapar, estuvieses donde estuvieses, no había salvación de recibir algún golpe. ¡Qué grandes y menuda sorpresa para terminar! El postre perfecto para terminar con los huesos hechos picadillo.

Salimos todos de la sala (Lobo, Félix, Rubén, su chica y yo) a comentar la jugada, a la que se unió otro crack que conocí allí, Carlos de Almansa, con una filosofía muy parecida a la mía a la hora de moverse para ir a conciertos sin importar una mierda lo que hagan los demás. De hecho, me jodía la idea de tener que irme, me hubiese gustado tomarme unas copas con toda esa gente, pero el conducir hora y media para volver no me lo permitía, así que me despedí de todos, esperando verlos pronto de nuevo, y marché cigarro en mano y música a toda leche, como siempre.

Así que un gran saludo para Lobo, Rubén y su chica, Félix (siempre metiendo el dedo en la llaga, cabroncete jeje) Carlos, Marisol y por supuesto, a Sefi por montar toda esta movida tan guapa, un caramelito para aquellos que buscamos algo más allá de las típicas bandas y sonidos que tanto saturan a veces las salas de conciertos. Esperemos que no sea el último que organice porque todo salió a pedir de boca.

P.D. Lamento que no haya fotos de Diabolical Holocaust, pero me dejé la cámara en el coche. Tuve que volver a por ella antes de Nuclear Revenge pero no quería perderme ningún tema de los primeros.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

Concierto Diabolical Holocaust + Nuclear Revenge + Destroyer 666 (Sábado 06/04/19, Sala Paberse, Sedaví)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!

2