sábado, 27 de abril de 2019

Non-Stop Blasphemy (Unholy Sabbath Fest. III, Sábado 20/04/19, Sala Spectrum, Murcia)

… Y como dije en mi más reciente crónica, la cosa no acabó ahí ni de lejos, la salida de la Garaje Beat Club, satisfechos y contentos por el conciertazo que dieron los israelíes Orphaned Land y Subterranean Masquerade no fue sino el primer plazo de una noche que aun nos depararía más música, mucha más tralla y grandes sorpresas, y lo mejor de todo, casi sin buscarlo. Tras nuestro paso por el bar, después de tomarnos tranquilamente unas cuantas birras y ponernos (más aun) a tono, nos dimos cuenta que todavía faltaban unas cuantas horas para que finalizara el otro concierto de la noche, el Unholy Sabbath III, organizado por el colectivo Heavy Metal Espectros, veteranos y profesionales como siempre, que juntaba, como no podía ser de otra manera, a cuatro bandas extremas de gran nivel y algunas de ellas con gran reconocimiento ya por la de años que llevan en la brecha, como los Mortis Cruentus y los gallegos Balmog. Ante el tiempo ocioso que teníamos por delante y ciertas necesidades fisiológicas, pensamos ¿y por qué no entrar a este también y hacer un doblete brutal? Había muchos factores a favor y muchas indicaciones de que debíamos hacerlo sin dudar, aunque lo cierto es que, por desgracia, nos decidimos muy tarde a hacerlo, y casi tres de las cuatro bandas que formaban parte del cartel ya habían terminado su actuación. Una verdadera lástima… aun a día de hoy me pregunto por qué me lo pensé tanto. Pero más vale tarde que nunca. Ante un gran estruendo, nos situamos en la puerta y pagamos rigurosamente la segunda entrada de aquella noche, que nos daría el pase al más profundo de los infiernos entre blastbeats, oscuridad y gritos demoníacos y a reencontrarnos con nuestra colega Elena que andaba por allí.

Por suerte (es que no tengo perdón…) todavía llegamos finalizando el penúltimo tema del show de Necroracle, que vinieron desde Cataluña para desplegar todo el poder que luce ese único EP que figura en su discografía llamado “MMXVIII”, y lo hicieron de una forma que muchos, entre los que me cuento, nos quedamos muy impresionados. Para empezar, pasaron totalmente de las luces del escenario. Cual impío ritual en aquel sábado pagano, colocaron dos candelabros flanqueados por calaveras y huesos, y el fuego de las velas fue su única iluminación, creando una ambientación increíble, con un color y unas sombras que daban un mal rollo exquisito, sumergiendo sus caras en el anonimato. Por otra parte, los músicos que forman la banda iban bien embadurnados de sangre humana (confirmado), que chorreaba por sus manos y caras, dándole un aura todavía más infernal al asunto, contando también que del palo del micro de Marcos, vocalista, colgaba lo que parecía ser una espina dorsal. Por supuesto, tan terrorífica ambientación estuvo acompañada de un suculento Death Metal con un alto porcentaje de Black en sus venas, con unos músicos muy entregados, un gran estruendo a la parte de las guitarras con riffs cambiantes y no solamente de ritmo, sino de forma radical en las melodías, muy inspiradoras y malévolas al mismo tiempo.

En su primer trabajo practican un crudo Death/Black, con cuatro temas de personalidad muy definida y auténtica, en los que han conseguido el perfecto equilibrio entre potencia sonora y suciedad pero sin difuminar demasiado la mezcla final. Todo esto, obviamente, no es fruto de dos días, y en la banda encontramos a músicos experimentados que forman parte de otras bandas de la zona (Decapitated Christ, por citar la más conocida), como el vocalista Marcos o el guitarrista Desecrator. Imagino que tirarían de estos cuatro temas en su repertorio, pero de lo que sí estoy seguro es de que culminaron con la que además es mi favorita, Towers of Silence, el tema más distinguido del resto a mi parecer, con punteos rápidos y muy buenas armonías 100% Death Metal pero con alma ennegrecida, con una batería muy protagonista que en ocasiones sonaba rápida y desbocada y en otras emulaba ritos ancestrales de percusión con esa pegada entrecortada. El sonido por desgracia no fue demasiado bueno, destacando en exceso la batería (en especial los platos) en un último tema que por cierto está muy cargado de ella, y muy poco la voz de Marcos, una lástima no poder escucharla en toda la profundidad con la que suena en disco, con esos ecos tan guapos: atronadora y brutal. A pesar de que tuvieron mala suerte en este aspecto, se nota que son cinco tíos muy auténticos y entregados, que lo viven en toda su esencia, aparte de por la excelente puesta en escena, no había más que ver la coordinación entre gestos de los músicos y la pasión del vocalista al inclinarse sobre el micro cada vez que afrontaba una nueva sesión de berridos. Arremetieron al final con toda la rabia de los blastbeats de S. y esa melodía trágica y mortecina que les llevó al final del concierto, en el cual simplemente apagaron las velas y, sin despedirse, desaparecieron entre sombras. No dejéis de escucharles (en youtube, en bandcamp…) porque dada la calidad de su primer EP, prometen y mucho.

Y ahora que volvíamos a entrar en calor tras estas (innecesarias) horas de parón, venía la banda que más me interesaba de este mini-festival: los blackmetaleros Balmog. No es por casualidad que estos gallegos, en su ascendente carrera, están considerados hoy por hoy como una de las bandas punteras de la escena en nuestro país, tras más de quince destrozando cervicales con su intenso Black Metal de escuela noventera pero con ciertos matices en su sonido que les hacen únicos, sin desviarse demasiado del ortodoxo camino que siempre ha marcado este estilo pero con muchos puntos de personalidad inconfundibles, y por encima de todo, con una calidad en cada uno de sus trabajos envidiable. Al contrario que a Mortis Cruentus, que ya van dos veces que me los pierdo, por pura casualidad nunca he tenido la oportunidad de ver a Balmog en directo, algo que iba a cambiar (y con resultados de lo más satisfactorios) aquella templada noche de semana pagana. No es la primera vez que esta gente pisa tierras murcianas, de hecho es su tercera venida, y seguro que la gente siempre les ha tratado como se merecen, aunque al principio hubiese costado decirlo, ya que la gente se mostraba algo reticente a acercarse a las primeras filas. De hecho, todavía había mucha peña fuera mientras la banda arrancaba echando fuego con (si no recuerdo mal) Eating the descendant, precisamente el tema que abre su tercer disco de estudio “Vacvvm” con el que lo han conseguido: se han vuelto a superar a ellos mismos, y mira que era complicado con un discazo atrás como “Svmma Fide” que es el que más he escuchado de esta gente y me parece sublime.

Salvo alguna suelta o alguna otra que no reconocí, la mayor parte del setlist estuvo basado en estos dos trabajos, pero lo más importante de todo fue, al igual que sucedió con el anterior bolo, la tremenda actitud mortífera que mostró la banda sobre las tablas, ese empuje asesino, esas ganas de merendarse la sala entera con un hambre insaciable. Se detuvieron muy poco, ni para respirar. El poderoso Virus atacaba desde la retaguardia, tras su batería, lanzando fogonazos de mala hostia y cantos rodaos sonoros que golpeaban con extrema violencia; tampoco se amedrentaron con el volumen, que sonó todavía más elevado. Poco a poco se iba caldeando el ambiente y Balc, maestro y líder del grupo, se adelantaba con su guitarra cada vez con más frecuencia al borde del escenario como manera de provocación… y la peña empezaba a responder, aunque muy tímidamente al principio. Desde hace algún tiempo ya, se ha incorporado a su formación Javier Félez, que aportó más cuerpo y estilo al directo de aquella noche, aparte de ser ni más ni menos que el productor de sus últimos discos y propietario de los Moontower Studios de Barcelona. Si había alguien que encajara de lujo en este lugar, sin duda escogieron la opción perfecta. Curioso y elegante al mismo tiempo es cómo en directo el vocalista Balc insiste más con esas voces limpias y graves, creo que es uno de esos detalles que les aportan personalidad extra y además el tío es un crac cambiando de registros. En HΩshek por ejemplo empleó estos más melódicos, aunque lo cierto es que poca tregua dio, porque rápidamente se volvió a liar y aquí sí que comenzó a haber movimiento ya en las primeras filas, la gente ya se amontonaba e incluso algún empujón se pudo ‘catar’.

Su presentación visual no fue tan trabajada como la de los Necroracle, pero sí que contaron con dos candelabros que ayudaron junto a la elección de las luces a crear una atmósfera lúgubre. No pudo estar con ellos en esta fecha por motivos laborales su bajista Morg, pero sabiamente optaron por contar con L.Dakkar de Narbeleth que ejecutó su papel a la perfección, conociendo los temas y acoplándose con el ritmo de la actuación y con los headbanging, algo que la banda practico de principio a fin sin parar. El mayor pepinazo de la actuación llegó, para mí, con Come to the pulpit, un tema completísimo que dejó el escenario en cenizas con brutalidad creciente y riffs muy amenazantes que pusieron a toda la sala a romperse el cuello al crescendo de su intensidad mientras el vocalista se encaraba una vez más ante el público gritando ¡VAMOS HOSTIA, VAMOS!. Su parte central sirvió para provocar todavía más. Cuando ya estábamos bastante calientes, Ascetic Penitence de su “Svmma Fita” puso la guinda al pastel, guitarrera, voraz y con unos blastbeats a cargo de Virus impecables que parecían querer derrumbar el techo de la sala. También Balc nos ofreció esas voces limpias con unos vibratos de lo más tenebroso en sus casi ocho minutos de duración. La verdad es que se me hizo cortísimo… pero lo viví con tal intensidad que volví a salir de la sala empapado en sudor, primera fila durante toda la actuación y metiendo headbanging hasta que me crujió el cuello. Con razón están recibiendo unas críticas tan alucinantes, con unos discos tan sólidos y un directo tan potente hoy por hoy pocas bandas pueden hacerles sombra dentro de su género. Y cuando su nombre se extienda por el panorama internacional, van a ser… ¡imparables!

Y ahora sí podíamos decir que aquella intensa noche llegaba a su fin, aun quedaba la vuelta pero se hizo de lo más agradable hablando de música y de la peña. No fuimos los únicos, ni mucho menos que hicimos doblete, y como dije en la anterior crónica, fue un acierto total combinar de aquella forma los horarios de los dos conciertos, ya que las salas están a un tiro de piedra la una de la otra (a 2 minutos a pie, literalmente). Por 10 miserables euros más, al final terminé disfrutando como un enano de una sesión de Black/Death, aunque me arrepienta profundamente de no haber entrado antes a la Spectrum. De hecho, ojala se repita la iniciativa y podamos repetir una doble odisea similar muy pronto.

P.D. Las fotos de Necroracle que presento abajo son obra de Elena, que sacó las mejores de todo el concierto. Como podéis observar, son espectaculares. Moltes gràcies!.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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