martes, 16 de agosto de 2011

La Tierra Sagrada del Metal (Wacken 2011, Sábado, 06-08-2011)

Nada como unas horitas de buen sueño para reponer fuerzas y de nuevo al abrir los ojos descubrir que sigues estando en la tierra sagrada del Metal y que es algo real el hecho de seguir allí por otro día más, aunque sea el último. Por eso mismo me levante con mentalidad destroyer, ir a todos los conciertos posibles hasta caer de rodillas como es habitual en mí.

Es habitual que los días largos, es decir, los dos últimos de cada Wacken, los conciertos empiecen a una hora un poco criminal. En este sábado, además, había una duda bastante grande sobre a quién acudir a ver. Coincidían Moonsorrow (a quienes ya vi hace bastantes años en Granada) y Visions of Atlantis (vistos recientemente en Barcelona). Ambos ofrecen un buen directo, si bien a los últimos tan solo pude verlos 10 minutos en su pasada visita a España. Al final, debido al calorón que caía sobre nosotros, decidí que quería reservarme y aprovechar esa temprana hora para ver el mercadillo y al mismo tiempo acompañar a mi colega Biel a que comprara parches y cosillas varias (y vaya pedazo de compra jejeje). A veces no se donde tengo la cabeza y entre mirar cosas y hablar... se me pasó la actuación de los Crashdiet, creo que la única (o de las poquísimas) banda de hard rock que figuraba en el cartel. Vaya putada, la verdad es que tenía muchas ganas de verles y casi me doy de cabezazos contra la pared, porqué fue sin darme cuenta. En fin… si no tuviese el cuello pegado a la cabeza, algún día la perdería. Tras el lapsus, esta vez si que empezaba en serio la cosa.

Los canadienses Kataklysm comenzaron mi jornada/batalla real de aquel día. Era una banda que no podía permitirme el lujo de perderme, ya que el año pasado me quedé con muchas ganas de verles debido a su repentina caída del cartel por el incidente del volcán y las cenizas que dificultaron su venida a tierras alemanas. El Death era una música muy presente durante las 4 jornadas de este festival y este año me propuse poder ver el mayor número de bandas de dicho género. Como actuación fue sorprendentemente buena, los pongo incluso al mismo nivel que a la de los Morbid Angel, sin ser exactamente el mismo subgénero. La música de Kataklysm tiene cierto deje melódico que en directo suena muy pero que muy bien, conjuntado con la caña que saben dar como auténticos animales, voz desgarrada y cortante y unas guitarras muy bestias. Los solos sonaron altos y claros, pero si he de destacar el sonido de un instrumento, ese fue el de la base rítmica, bajo y (sobre todo) batería. Aquello sonó brutal. Unas pegadas casi ensordecedoras, muy potentes, que sin embargo no se comían el sonido de ningún otro instrumento. La peña respondió de puta madre, solo hacía falta ver la cantidad de mosh pits y croud surfing que se pudo ver a lo largo de la actuación. Hacia mitad del concierto, un trallazo para explotar cabezas Like Angels Weeping (The Dark) que me encantó, del único disco que conozco (“In the Arms of Devastation”) y ya para el final, otra mejor todavía si cabe, Crippled And Broken, casi nada con los ritmos de esta, unas veces hace que te salga humo del cuello por pura velocidad y otras te obliga a hacer headbanging hasta el suelo o incluso a saltar. Gran concierto y otra espinita fuera.

Corriendo como una bala, me dirigí al escenario Bullhead City, bastante alejado del Black Stage donde me encontraba, para llegar a ver aunque fuesen los últimos minutos de la actuación de los thrashers Onslaught. Efectivamente, no me dio tiempo a ver demasiado tiempo de su actuación, pero lo poco que vi fue un público muy entregado, un sonido bastante regular / malo y una banda que también lo estaba dando todo, tanto a base de conectar con la gente como a la hora de asesinar con ritmos tralleros y rapidísimos, una voz hiriente basada en agudos bestiales y mucha agresividad a la hora de cantar. Vistieron el pequeño escenario con motivos satánicos, un telón de fondo simple pero muy guapo y “666” en los pilones delanteros. Al final,  uno tras otro pasaron por la pasarela que llevaba hasta el cuadrilátero (era un escenario polivalente) para despedirse. Sin embargo, poco después aparecieron para dar la cuchillada final con otro tema muy conocido por sus fans, Power From Hell. Fue, creo, el único concierto que vi en ese escenario y a pesar del reducido espacio, las columnas de la estructura y todas esas movidas, me acabó gustando mucho el ambiente que hubo allí.

Incluso en Wacken hay que comer, aun sin ganas de perderte nada, aun sin demasiado apetito por el ansia de conciertos. Así, me tuve que perder a los Stormzone, una banda en la que tenía depositadas grandes esperanzas. Me la apunto en rojo para futuros festivales / conciertos. De todas formas, prefería prescindir de estos y poder poner algo de Black Metal en mis oídos, a estas alturas bastante torturados ya, de la banda que inició toda esta movida y a la que le tenía cantidad de ganas, después de su horrendo intento de concierto hace unos años en Granada, donde Mayhem abandonaron el escenario tras (mal) tocar un par de temas totalmente irreconocibles debido a la mierda de sonido y al delicado estado mental de sus integrantes.

Esta vez todo salió mucho mejor. Empezando con Pagan Fears todo es mucho más fácil, desde el primer momento la gente estuvo con ellos. El montaje del escenario no era nada del otro mundo, ni siquiera la caracterización de los miembros de la banda (sin pintar y con ropas bastante normales) aunque hay que destacar la genialidad de Attila, mítico vocalista original de la banda tras varios cambios en su historia, que llevo junto al micro un cristo crucificado de cuatro brazos, chorreando sangre y invertido. Un ambiente bastante malévolo, en el que Attila apenas se movía, no sonreía, no tenía ningún tipo de alegría en la mirada y cantaba con los ojos en blanco. Morfeus y Teloch, sin ser guitarristas ya clásicos de la banda, lo hicieron también de puta madre y por supuesto siempre es de admirar la rapidez y brutalidad que tiene el gran Hellhammer a la batería, frio e implacable con sus blast beats y tempos acelerados. El Necrobuther tampoco estuvo mal, siempre en primera línea de fuego aporreando el bajo con esa mirada tan característica de odio y rabia hacia la humanidad. A nivel de setlist, decir que tuvo altibajos. Voy a hablar claro. Me importa una puta mierda que en directo toquen temas del “Chimera” o del “Ordo Ad Chao” (Sea My Death, Illuminate Eliminate o Anti) a mi estos discos no me valen. Yo quiero mierda del “Deathcrush”, “Pure Fuckin Armageddon” o su obra maestra, “De Mysteriis Dom Sathanas” y afortunadamente hicieron un buen recorrido por todas esas operas primas del black metal. Aunque, primeramente lo digo, eche de menos Life Eternal y Funeral Fog que no puedo entender como no tocaron (y además fueron muy reclamadas hasta última hora, sobre todo Life Eternal) Cursed in Eternity, la propia Deathcrush, Pure Fuckin Armageddon o ese final increíble con De Mysteriis Dom Sathanas íntegra si que hicieron mella en muchos.

De vuelta al True Stage. La instrumental 1776 que siempre me ha parecido una genialidad sirvió de carta de presentación para John Schaffer y compañía en un concierto lleno de momentazos y un espíritu muy especial de cariño y despedida. Tras pasar un tiempo alejado de la banda para dedicarse a otros menesteres, Matt Barlow regresó a su banda, la que nos ocupa, Iced Earth. Sin embargo, por segunda vez, le ha llegado la hora de la despedida, esta vez parece que definitiva, por no poder compaginar su vida de vocalista de una banda de metal con los quehaceres que toda familia implica. Para mi alegría y la de muchos, basaron gran parte de su setlist, prácticamente la mitad, en sus dos discos “Something Wicked This Way Comes” y “The Dark Saga” sin duda mis dos favoritos y muy lejos de la mayoría de otros de sus trabajos. Nunca he podido decir que Iced Earth sea una de mis bandas Top Ten, sin embargo siempre me encanta escucharles, aunque les descubrí algo tarde. Tampoco es precisamente un estilo que me entra a la primera. Pero he de confesar una cosa. Tras tocar la última nota del concierto, ahora es cuando reconozco al 100% la calidad del vocalista Matt Barlow. Hasta entonces, lo vi siempre un poquito sobrevalorado. Pero fue con temas como las primeras Burning Times o Declaration Day donde me dejo totalmente boquiabierto con esa potencia, ese vozarrón con tanto cuerpo y esos agudos tan alucinantes. Desde luego, este tío parecía no tener fin, vocalmente no se cansaba, y como frontman un puto 10, lo dio todo a sabiendas de que era su último concierto con la banda y seguro que quería que los fans se llevaran un sabor de boca inmejorable. Doy fe absoluta de que lo consiguió. Junto con el líder John Schaffer, que ofrece toda esa imagen tan característica y auténtica aparte de esos riffs tan suyos, Matt se desquitó a gusto tanto con los temas más cañeros como Vengeance Is Mine así como con otros más sensibles como I Died for You, uno de los estribillos más cantados a toda caña. Hubo alguna inesperada, como Jack, que yo hubiese cambiado por otras que realmente eche de menos como Watching Over Me o Melancholy (¿pero cómo se atreven a dejar estas dos fuera del setlist?). Ya es una frase muy repetida en el texto, pero otra espinita cayó por fin en este concierto y con el toque especial de haber llegado a tiempo de verles con Matt Barlow a la voz. La despedida fue de lo más emotivo. Dedicaron los últimos minutos del concierto a abrazos y palabras de agradecimiento con el público, los que nos dedicó el concierto y su carrera. Poco antes, The Coming Curse y sobre todo la esperada Iced Earth pusieron patas arriba Wacken, preparados para darlo todo antes de la despedida final.

No me moví ni un centímetro del sitio, ya que en una escasa hora comenzaría el irrepetible show de Avantasia y como era algo único quería disfrutarlo en primera línea. Mientras tanto, otro plato de buen gusto para amenizar la espera y convertirla, como realmente ocurrió, en una hora frenética de riffs aplastantes y tremendos golpetazos de batería. Los Sepultura de Andreas Kisser (uno de los que más da el callo en la banda) salieron a decirle a todo Wacken que más vale que se preparen para un concierto de infarto. La intro de Arise dio comienzo al propio tema, lo cual aun no me había quitado las esperanzas de que siguiesen con la gira en donde habían estado tocando el Arise de cabo a rabo. Pronto cayó esa idea, pero fue con la alegría que implica escuchar en vivo un temazo de su “Chaos A.D.” como Refuse/Resist, con toda esa rabia homicida que le imprime Derrick Green a los temas antiguos, tanto en lo vocal como en lo escénico. A partir de aquí comenzó un gran bajón. No digo que sean temas malos, simplemente que a mi los discos posteriores a “Against” (como mucho tolero el “Nation”) me parece que han hecho de la banda un “invento raro” bastante indigesto para mí. Esta época es para mi totalmente desconocida, hablo de los temas que tocaron del “Kairos”, “A-Lex” o “Dante XXI”, que fueron unos cuantos y todos seguidos. La cosa mejoró bastante con Relentless y ya aquí hubo un punto y aparte cuando se pusieron serios con la bestial Troops of Doom y la gente lo agradeció muy notablemente. Además fue a partir de aquí cuando la banda realmente despego el vuelo, tanto Paulo (bajista) como Andreas comenzaron a ir más rápidos, más duros y más ruidosos (como reza el lema de Wacken). Además fue a partir de aquí con Territory y la súper cañera Inner Self donde se vio más bestialidad entre el público, con circle pits, croud surfing a saco… etc. La banda tuvo el bonito detalle de dedicar los temas y el concierto a la gente de Sudamérica, y lo hizo en un perfecto castellano. Lo mejor del concierto: poder ver, por primera vez de las 6 o 7 veces que les habré visto Ratamahatta en directo, uno de mis temas favoritos de la banda cuando todavía era seguidor suyo... ¡Por fin! El final con la siempre imprescindible Roots Bloody Roots hizo que hubiese empujones hasta en el otro escenario donde mucha gente esperaba el comienzo de Avantasia.

Pueden gustarte más o menos por estilo, músicos… etc. Puedes haber escuchado o no sus discos. Pero lo que no se puede hacer estando en Wacken, so pena de lamentarlo para siempre, es perderse un espectáculo (ya no digo ni concierto) como el que ofreció Avantasia, con todo ese maravilloso elenco de músicos, cantantes, guitarristas… etc. Una oportunidad casi única, a no ser que vuelvan a reunirse para hacer otra gira, ha sido este Tour que finalizaba, como no podía ser de otra forma, en la Tierra Sagrada contando además con la especial colaboración de Kai Hansen, tanto a la guitarra como a la voz, lo que le dio un aliciente irrepetible a este concierto en concreto. Y es que, amigos, Avantasia no es en realidad una banda como tal, no es algo que puedas decir “ya les veré” y no vas a tener la oportunidad todos los días de ver algo tan colosal sobre un escenario. Ya imagino al bueno de Tobias Sammet (su compositor y creador) compaginando las agendas de los distintos músicos que toman parte en esta Opera Metal. Pero al final, pocos minutos antes de comenzar, sabíamos que todos ellos estaban detrás de ese enorme telón, que finalmente cayó bajo los adictivos ritmos orientales de Twisted Mind, idéntico comienzo al de la gira de 2008, que nos hizo saltar como a locos (pensad que mucha gente fue a Wacken casi exclusivamente por ellos…). Para seguir cumpliendo esta afirmación, The Scarecrow fue la siguiente en caer. La primera aparición estelar corrió a cargo de Jorn Lande, quien cantó el tema de una forma espectacular. Ver al ogro noruego tan de cerca, con ese pedazo de actitud y esa voz tan deslumbrante resulta incluso imponente.

Sasha Paeth por su parte demostraba toda su pasión a la guitarra, la misma que muestra a la hora de componer o producir grandes obras de Metal. A la otra guitarra, el polivalente Oliver Hartmann que no solo ponía su habilidad a las seis cuerdas, sino también su preciosa voz. Siempre es una elección extraña, pues hay mejores guitarristas, pero también es cierto que esa voz no la tiene cualquiera y además ha estado colaborando con Avantasia desde el nacimiento de la obra. Para impregnarlo todo de alegría y buen feeling, Promised Land fue elegida para continuar con la movida, de nuevo con Jorn Lande a las voces acompañando a Tobi. Hasta ahora fue la estrella del concierto en mi opinión. Seguidamente aparece Bob Catley, trayendo consigo todo ese sentimiento tan característico a la hora de cantar para poner voz a otro de los momentos más especiales y emocionantes de todo el festival con The Story Ain't Over, que no podía ni debía faltar y fue junto con Farewell (también imprescindible) pura magia sobre las tablas. Además, esta última fue cantada por esa princesa llamada Amanda Somerville con una delicadeza y una profundidad asombrosa. Solo por estos momentos, por ver como todos juntos sobre el escenario cantaban a viva voz su estribillo, ya merece la pena pagar los 130 euros de entrada sin pensarlo ni un segundo.

Precisamente con Reach out for the Light se alcanzó otro momento clímax en el concierto, no solo por ser, en mi opinión, una de las mejores canciones Power que se han escrito en la historia, sino por ver ese momento increíble, tantas veces soñado, de ver aparecer en el escenario al inconmensurable Michael Kiske, probablemente la voz más bonita de toda la historia del Metal. Su voz, aunque demasiado floja de volumen, estuvo perfecta, con ese vibrato tan rápido que utiliza en la actualidad y esa finura y versatilidad que sabe imprimirle. Estuvo muy afinado en este sentido, sin destacar en cuanto a movimiento o animando al público, si que se mostró agradecido y parecía contento con su reencuentro con los fans. Y el simple hecho de escucharle tanto en Reach out for the Light, así como “sustituyendo” a Klaus Meine en Dying for an Angel fue un auténtico sueño hecho realidad de los que nunca se olvidan y que uno esta siempre deseando repetir. Descanso del “pelado” vocalista y tiempo para temas más recientes como Death is just a Feeling, cantada y tocada a la guitarra por el gran Kai Hansen, otra de las estrellas que más brilló esa tarde. Lost in Space estaba claro que también tenía que caer por fuerza, aunque nunca me terminó de entrar al 100% y con tanto tema bueno que tienen… pero lo cierto es que en las primeras filas volvió loca a la peña, que saltaba y cantaba sin parar. Los pelos de punta con la anteriormente citada Farewell, grandioso momento, que dio paso a la menos espectacular The Wicked Symphony. Salida momentánea y vuelta al escenario para interpretar uno de esos temas que nunca debería Tobi dejar de componer: Shelter From the Rain. Cuando parecía que Sammet iba a cantarla entera, apareció de nuevo el mago de las cuerdas vocales, Kiske (presentado y aclamado una y otra vez por el propio Tobias) para bordarla una vez más con toda esa melodía y precisión que tiene implícita su voz. Para el final se guardaron dos jodidos clásicos como Avantasia, la cual casi no pude disfrutarla debido al intenso y desesperante croud surfing y Sign of the Cross, una auténtica obra maestra en la que, por supuesto, también intervino el padre Kai Hansen, revolucionando de nuevo a la peña con esa omnipresente sonrisa en su cara. Fue empalmada con el estribillo de The Seven Angels. Mi mayor deseo sería ver este tema entero en directo, pero solo su estribillo ya hizo que me emocionara y saltara todo lo que daban las fuerzas, aunque me cabrea un poco que sea lo único que hay en directo del Metal Opera Pt. II. Lo del cabreo es relativo, porque tras terminar el concierto solo podía ser feliz de haber visto algo tan intenso como irrepetible. El mejor concierto de Wacken 2011.

Y “casi nada” nos quedaba ya (léase la ironía) ¡¡Kreator, Motorhead y Children of Bodom!!

Aunque ya estaba reventado físicamente, mi sangre pedía más y más metal, a pesar de los pinchazos, a pesar de lo duro que era caminar con ese dolor de pies tan infernal… todo valía la pena con tal de no perderse ni un solo concierto de los que quedaban.

Empecemos por Kreator, por ser los siguientes, banda lo suficientemente “abonada” a los carteles de Wacken como para haber demostrado ya sobradamente que ir a un concierto suyo se puede enfocar de dos formas: Quedándote lejos y disfrutando de la brutalidad que ofrecen de forma pasiva o meterte en decenas de circle pits, walls of death, mosh pits… para, seguramente, salir sangrando por algún sitio. Yo, que siempre prefiero disfrutar del concierto propiamente dicho más que de los amontonamientos y violencia física, me quedé por la parte de atrás con mi colega Kurro. Son formas distintas de disfrutar de un concierto, ni mejor ni peor. La cosa es que fuimos a cenar a la tienda y nos perdimos un valioso trozo del concierto… pero desde luego, a partir de cuando llegamos, con Enemy of God, la cosa estaba a punto de explotar por todos los sitios. No se que es exactamente lo que pasa por la cabeza de Mille Petrozza en los últimos años, solo se que desde que le vi en Wacken 2008 está encabronado, muuuuy encabronado, y canta los temas uno tras otro, sin parar, sin descansar su cuchillera voz. En Phobia ya estaba animando a la peña que estaba viéndoles a hacer virguerías, a golpearse, a destruirse mutuamente. ¡¡Lo mejor de todo es que todo el mundo seguía al pie de la letra sus instrucciones!! Imaginaos lo que fueron Reconquering the Throne, por ejemplo (que abre su “Violent Revolution”, el mejor disco de su época más actual) o mejor todavía, imaginad lo que tuvo que ser en plena vorágine de destrucción humana en las primeras filas, con esa tensión y esas ganas de matar que se respiraban en aquel concierto, con aquella predominante iluminación roja tan infernal. No pude apreciar demasiado bien la actuación en si de todos los músicos, pero por lo que se escuchaba, también su batería Sami Yli-Sirniö le estaba dando con ganas al instrumento, doble bombo, ritmos vertiginosos, potencia a raudales… Mille, por su parte, siempre comenzaba las canciones con cautela en lo que a voz se refiere, pero pasados unos minutos ya estaba otra vez destrozándose las cuerdas vocales mientras disfrutaba del armageddon que iba liando entre la gente conforme avanzaba el concierto. Violent Revolution fue una de las más esperadas por mí, de nuevo de uno de mis discos favoritos que además todo el mundo conoce ya de carrerilla. Pero no podría existir concierto de Kreator sin “le grand finale” ese epitafio de concierto tan brutal y desmedido que siempre termina poniendo patas arriba cualquier lugar del mundo que pisen. Me refiero, por supuesto, a empalmar prácticamente Betrayer con Flag Of Hate, dos temas monstruosamente cañeros, para sin dar un segundo de respiro volver a empalmar esta última con Tormentor, sin ningún tipo de aviso ni advertencia, con el caos que ello supone. Kreator te hacen gritar hasta reventar, matarte a headbanging, hincharte a mosh… siempre alucinar con un conciertazo.

Y señoras y señores, vayan preparando sus tapones para los oídos porque llegan los ingleses… ¡¡Motorhead!! Otra de las bandas que tuve el placer de ver un par de días antes en la cubierta de Leganés y con los que pasó, en parte, lo contrario que con Judas Priest. Si estos últimos me gustaron ligeramente más en Madrid que en Wacken, los Motorhead aquí se salieron por todos los lados, mucho más que en nuestro país. Atención, porqué aquí nadie les dijo nada de cortarles el volumen, se les dio rienda suelta (como debe ser, vaya) y… madre mía como se les fue la olla xDD. Yo creo que reventaron la rueda del volumen y le dieron dos vueltas seguidas (al 20 xD), porqué estábamos bastante alejados y con la multitud amortiguando la potencia de sonido y aun así se escuchaba atronadoramente alto, pero es que si subías la cabeza por encima de la gente, el volumen llegaba a cotas verdaderamente insultantes (como a mí me gusta) tanto que parecía que te daba unas cuantas bofetadas en la cara. Este poderoso aliado es a veces justo lo que necesita la banda para que un concierto suyo sea sobresaliente, ya que algunos temas pueden resultar demasiado parecidos entre si en directo. Tanto volumen lo único que hace es encenderte la sangre y hacer que te descoyuntes moviéndote, ya sea al ritmo que marca la increíble forma de tocar de Mikkey Dee, uno de los baterías mas salvajes de la escena o de los guitarrazos de Phil Campbell, la mano derecha del Sr. Lemmy Kilmister, curtido en miles de batallas y siempre al pie del cañón, en primera fila, con su micro siempre igual, con su misma voz y mismos movimientos pero siempre convenciendo y flipando a quienes le ven, sea la primera vez o sea la 6ª como es mi caso ya xD. El setlist fue muy parecido al que hicieron en Madrid pocos días antes, por lo que quien quiera leer una crónica más orientada a este aspecto le recomiendo que lea la del Epitath Tour en Leganés. Las diferencias fueron casi inapreciables, solo que en Wacken tocaron algo más de tiempo y por tanto, más temas que no cayeron aquí en España (sin embargo, en Wacken suprimieron el solo de guitarra, curiosamente) como Rock Out, Just 'Cos You Got the Power y la genial Bomber, que osaron no tocar en Leganés. Iron Fist y Stay Clean abrieron la veda igualmente y la rockerísima Going to Brazil, aparte de ponerme la sangre a hervir, inició lo que fue un final de órdago con Killed by Death, Bomber, la aclamadísima Ace of Spades (trallera y ensordecedora, como siempre) y para terminar, todo un clasicazo cuyo final repitieron 3 veces nada menos, Overkill. Parecía que Lemmy se había puesto las pilas (en realidad, a saber lo que se pondría jejeje) porque parecía endiablado en los últimos momentos. Tras ametrallarnos con su magistral bajo (mira que esta guapo, joder) lo dejo con el sonido acoplado al ampli y se fue despidiéndose tan feliz mientras nuestros oídos lloraban.

Ya nos había amenazado varias veces, sobre todo durante este último concierto, aunque la lluvia me dio exactamente igual, fue un conciertazo en toda regla. Sin embargo, la cosa paso a mayores en Children of Bodom. Conforme nos acercábamos al escenario donde iban a descargar, la lluvia empezó a caer con más y más intensidad hasta que llegó el punto que, con chubasquero incluido, nos tuvimos que ir corriendo a refugiarnos. Como estábamos bastante alejados del recinto de los conciertos ya, aprovechamos para cenar resguardados en una siniestra carpa abandonada. Cuando amainó un poco el temporal, volvimos a ver el concierto pero desde la pantalla, donde miles de personas lo estaban viendo y despidiendo a su vez al festival más brutal del mundo… con la parte de tristeza que ello conlleva: lo que menos me apetecía era volver a casa, no por el día y medio de viaje en autobús que nos esperaba, sino por regresar a la cruda y gris realidad de todos los días (aunque menos gris al continuar de vacaciones). Porqué sin estos festivales tan acojonantes, la vida sería una puta mierda. Esto es vida. Esto es Wacken. Esto es METAL.


_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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