Habrá quien piense que un Lunes por la tarde/noche y teniendo que levantarse a las 7 y pico de la madrugada al día siguiente no es un buen momento para irse a un concierto, y mucho menos de una banda tan descaradamente salvaje y agresiva como Cannibal Corpse. Muchos ya sabemos por experiencia propia como se las gastan estos pedazo de cafres en directo, y los que todavía no, tuvieron ocasión de comprobar su visceralidad en toda su plenitud. Y que mejor escenario que el de la Rock City, una sala que personalmente adoro y de la cual pienso que es, probablemente, la mejor sala de Valencia (quizá peleando con la Agora Live) y una de las mejores de toda España y no solo a nivel de decoración, buena música, movimiento, distribución… etc., también de precios, variedad y sonido. Y la terracita, como digo, no tiene precio, la comodidad del lugar, el buen rollo y la relajación que da tomar unas birras esperando a la banda no tienen precio (bueno sí, aparte del de la bebida jeje). Y también, que mejor compañía que la de mi gran compañero de conciertos Kurro, que se enfrentaba a los neoyorquinos por primera vez. Yo por mi parte, tenía muchísimas ganas de repetir con ellos, pero nunca, hasta que vi el cartel en su día, pensé que lo haría en la capital de la provincia vecina, lo cual es un lujo casi impagable (aunque por cierto, la entrada no era precisamente barata, 30 pavos del ala por dos bandas). Trayecto muy entretenido y divertido hasta que llegamos a la sala, ya un poco tarde para ver a la primera banda, Suicide Silence. Para más de un conocido habría sido un aliciente enorme, pero para mí (a pesar de que algo he escuchado) no lo era, ya que el Deathcore no es ni mucho menos lo mío.
Así pues, mi colega y yo estuvimos tomando unos birrazos y papeando unos bocatas para ir cogiendo ánimos y fuerzas respectivamente, aunque creo que los niveles de ambas cosas ya estaban bastante subiditos con las ganas que había de desmadre. Con cuidado de que no se nos pasara la hora, trincamos el último bote de birra y con el último bocado nos fuimos a pillar las entradas, para poco después ya arrimarnos a las puertas de la Rock City muy nerviosos y con ansias de Metal y de hostias a mansalva. Como siempre digo, los temazos que meten en la sala antes de empezar el concierto correspondiente te ponen en órbita y te hacen mucho más leve la espera. Nos adentramos en un mar de gente, pelos y sudor hasta alcanzar una posición bastante decente, donde a pesar de que sabíamos que no nos libraríamos de unas cuantas buenas hostias, se veía el escenario de lujo. Y la sensación de ver una sala totalmente abarrotada en pleno lunes… fue un placer inmenso, y es que aunque la gente de la zona no mueva demasiado el culo, en eventos como este se demuestra que el Metal sigue vivo para siempre.
Pero ya sobra cháchara. A pocos segundos antes del concierto, la tensión se mascaba, y mientras mi colega y yo comentábamos la magnitud del cuello del vocalista, salieron sin piedad a comerse la sala (y la gente que había en ella) con Scourge of Iron, machacona y pesada, a ritmo ideal para que todos los miembros de la banda empezaran a dar calorcito al cuello aunque sin montar todavía el desfase padre, que llegaría a su plenitud por primera vez con esa auténtica burrada de tema llamado Demented Agression, en donde todos tuvimos la ocasión de comenzar a desfogar ira homicida y a repartir a diestro y siniestro. Curioso, por cierto, que comenzaran con dos temas seguidos de su “Torture”, ¿no? Uno de sus discos más ruidosos sin duda. No llevábamos apenas 15 o 20 minutos de concierto, tras Evisceration Plague, uno de los únicos temas que tocaron de su penúltimo álbum, y algún otro, y ya estábamos sudando a mares. La verdad es que la falta del aire acondicionado fue un gran fallo. Pero por otra parte, el sonido rozaba cotas de calidad altísimas, sin enguarrarse excesivamente, con la distorsión necesaria y típica de la banda… todo sonaba muy mucho a Cannibal Corpse, muy fiel al sonido que siempre ha tenido la banda. Todavía no he tenido tiempo de ponerme en serio con su último disco, “A Skeletal Domain”, así que prácticamente conocí algunos temas en directo, como Icepick Lobotomy, bárbara, un guantazo con la mano abierta para el ya de por sí enloquecido público que, lejos de dejarse amedrentar por el asfixiante calor que hacía en la sala, arremetió todavía con más fuerza, todos contra todos, ese era el espíritu. Cuando a la salida vi la camiseta del tema, no dudé en pillármela. Mientras, caían otras abominaciones hechas canción como Adicted to Vaginal Skin, cavernosa y demoníaca, la primera en sonar de su "Tomb of the Mutilated", con un bajo impresionante a cargo de Alex Webster, uno de los dos miembros originales que conserva la banda, junto con su compañero Paul Mazurkiewicz, que anda que iba sin brazos el cabrón, ¡¡joder como le metía cera a los palos!! Era uno de los principales causantes de la demencia extrema que se creaba en cada composición, y es que los moshpits y los wall of death más extremos iban tocándose, y poca gente podía escapar de ellos ya que abarcaban gran parte de la sala. Mejor no intentar resistirse y cargar con los ojos cerrados si hace falta. No tardaron en escucharse gritos reclamando la necesaria I Cum Blood.
El gran George “fucking” Fisher no dejaba de caldear el ambiente a base de mala leche y excesos en forma de headbanging (de todos es conocida su pasión a la hora de machacarse el cuello, así lo tiene jejeje). Al final, la tocaron y giraron la sala patas arriba, con una energía y una entrega acojonantes. Y además, no hacían ni el más mínimo parón entre los temas para hablar o dirigirse a la peña, algo que tampoco habría estado mal, pero Caníbal Corpse son así, despiadados, directos y arrolladores sin un segundo que perder en sus bolos (18 cortes de casi toda su discografía metieron en una hora y media, ahí es nada). La parte del final fue sin duda la mejor de todo el bolo. Si alguien estaba cansado a estas alturas y no tenía ganas de recibir manteca, lo mejor era largarse, porque ya con Make Them Suffer, la temperatura subió casi hasta el infinito, y siendo uno de mis temas, casi me vuelvo loco, uno de esos momentos para dejarse llevar y gritar YEEEEEEEAHHHHHHH hasta que te sangre la garganta, prácticamente empalmada con A Skull Full of Maggots, deliciosamente vomitiva, con el cabreo constante de George Fisher (que incluso llegó a ser de verdad cuando alguien le arrojó un objeto desde abajo, algún puto gilipollas sin duda) y el constante vaivén de melenas de sus dos guitarristas Rob Barrett y Pat O’Brien, excelente pareja en directo, muy burros y grandes músicos al mismo tiempo. De momento el concierto tuvo un setlist muy disfrutable para todo fan que se precie de la banda, y es que con tantos discos tampoco se puede pedir más en tan poco tiempo. Sin embargo, todavía muchos echábamos de menos Hammer Smashed Face, que sonó a continuación tras el único discurso de agradecimiento de Mr. Fisher, tema emblema de la banda durante casi toda su carrera e icono en si misma del Death Metal clásico. Ganas de matar aumentando con esos riffs asesinos, llenos de rabia y oscura maldad que de repente se transforman y alternan trozos pesados con brutalidad extrema. Mi colega Kurro y yo competíamos para ver quien se provocaba antes una lesión irreversible de vértebras, y es que fue la puta polla. Pero no fue este el fin del show, sino que nos tenían una sorpresita reservada proveniente de su “Vile” llamada Devoured by Vermin, auténticamente devastadora y que dio al traste con nuestras últimas fuerzas antes de caer rendidos.
Esto mismo lo hicimos fuera, en una de las mesas de la terraza, mientras nos tomamos un litro de birra helada justo antes de emprender el camino a casa (joder, que falta nos hacía después de la brutal deshidratación que llevábamos encima). Incluso conseguimos hacernos unas fotos con Pat O’Brian (que podéis ver por aquí abajo). Creo que puedo decir con total justicia que este es el concierto, de toda mi vida, de todos los que he visto, en el que más he sudado. De hecho, en las fotos que incluyo, podéis ver el antes y el después de la batalla reflejado en los caretos. El calor y la intensidad con la que vivimos aquel inolvidable y movidito concierto pasaron factura, no a la hora de volver a casa, sino al día siguiente en el momento de sonar el despertador, que corrió riesgo de salir volando por la ventana. Pero siempre hay que estar a las duras y a las maduras, y al día siguiente, el recuerdo de una gran noche perduraba con claridad en mi mente, junto a un dolor de cuello siempre reconfortante. Como dice George Fisher “el hombre sin cuello”: Keep fucking supporting METAL!!!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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