A pesar del poco tiempo, las casi nulas vacaciones de este año y la ausencia de festivales europeos, lo cual es bastante deprimente, la agenda veraniega del 2015 se está presentando irresistible pese a las pocas esperanzas que tenía en ella. Si el Rock Arena 2015 dio el banderazo de salida a la seguidilla de festivales, el Rock Fest Barcelona se presentaba como uno de los máximos exponentes, fecha señaladísima en mi calendario y sin embargo llena de dudas hasta casi última hora. Al final, por problemas con el puto trabajo, solo pude asistir a una jornada que por suerte, para mis gustos personales, era la mejor haciendo un análisis general de las bandas que tocaban. Atrás quedaron algunas de mis bandas favoritas, como Scorpions, Dream Theater, Brujería, Hamlet, Helloween… a las que, a pesar de haber visto en numerosas ocasiones, siempre es una gran putada perderse. De todas formas, no tuve otra opción y con mucha mentalidad positiva, cogí el siempre memorable (aunque odioso al mismo tiempo) Talgo desde Villena, con destino a la ciudad condal, aunque debido a cambios de planes de última hora, llegué solo hasta Salou, donde me encontré con Meritxell (¡¡por fin!!) y emprendimos juntos el viaje hasta Santa Coloma de Gramenet. Y es que, a pesar de que un festival en sí mismo ya no puede tener más alicientes para mí, los colegas que ya estaban en el festival y la inmejorable compañía que tuve durante todo el día hicieron de este Rock Fest BCN algo inolvidable y guardado en la memoria a fuego. Si, cartel muy clásico de Rock’n’Rock (y esto lo digo con el ceño fruncido), bandas que, salvo concretamente Loudness, ya he visto en repetidas oportunidades. Apenas sorpresas (salvando Riot V, LGP y estos Loudness) y la poca confianza que da asistir a un festival de estos promotores tan listos. Pero al fin y al cabo, sencillamente perfecto.
Santa Coloma de Gramenet es una localidad bastante grande para ser considerada un pueblo, aunque es bastante agradable por lo que ya pude comprobar el año pasado. En esta ocasión, y tras un movidito viaje y llegada, decidimos antes de entrar meternos entre pecho y espalda un buen bocata de tortilla, mientras ya desafortunadamente llegaban los últimos temas de Battle Beast, cuyo turno era posterior a Angelus Apatrida (otro año seguido que les toca comenzar el último día y me los pierdo). No pudimos hacer más, y es que entre retrasos del tren y la ya de por sí tardía salida… pero en fin, al menos es una banda no demasiado complicada de ver, aunque un valor seguro de caos y destrucción en directo, de ahí la rabia de tener que perdérmelos de nuevo. El estruendo de Battle Beast llegaba a nosotros aun estando a mucha distancia del recinto, y ya pronosticábamos un sonido excelente. Desde aquella distancia solo pudimos ver parte de la banda y escuchar algunos temas como el single Enter the Metal World (hasta los coros de la parte central se escuchaban de lujo) o Out of Control, con lo que hay poco que comentar sobre esta banda que aun no he podido ver como se merecen en directo. Este año ya va a estar difícil, pero como sigan con esa racha ascendente de popularidad y, sobre todo, calidad, se que les vamos a ver el pellejo más de una vez por aquí de nuevo.
Una vez ya dentro, y tras encontrarnos con mi gran colega Juanmi y Clau (que no podían faltar a la ocasión) nos fuimos a taquilla a por las entradas, en donde este año han implantado un farragoso y cansino sistema para hacerse con ellas. Una vez fuera, directos a por un litro de kali para hacer más llevadero el comienzo y a saco, a por la primera de las bandas, una que repetirá en el Leyendas del Rock pero aun así no quise perderme aunque solo fuese en parte. Para aquel que no lo sepa (así me ahorro la explicación en la crónica del Leyendas jeje) un concierto de Refuge es una oportunidad única (y puede que irrepetible) de ver a la formación de los primeros años de Rage, con el guitarrista Manni Schmidt, Christos Efthimiadis a la batería y por supuesto, el innegable carisma y vozarrón de Mr. Peavy Wagner, vocalista, lider de Rage y bajista. Al mismo tiempo, ofrecerían un repertorio variado pero que se mantendría en el intervalo entre el 1988 y el 1993, del “Perfect Man” al “The Missing Link”. Así pues, difícil pedir más si eres fan de la primera época de una banda que ya lleva muchísimos años dando guerra. Yo les conocí, obviamente, bastante después, pero particularmente estos discos, todos ellos, me encantan, así que todo fue posicionarse bien y comenzar a disfrutar con la tormenta de Firestorm. Con Solitary Man, tanto Manni como el grandullon de Peavy se recorrían el escenario de punta a punta pidiendo apoyo y animando sin parar. Sonido bastante cañero, aunque posiblemente demasiado difuso, poco compacto, donde los instrumentos no parecían encontrar la armonía perfecta entre ellos. El bajo de Peavy sonaba especialmente potente y distinguido, cosa poco habitual, y la batería fue ganando poco a poco en claridad, tomando a última hora un sonido en conjunto más que aceptable. Dieron mucha caña a estos cinco discos, con un Peavy cantando muy bien, evitando agudos lógicamente, pero muy decidido y motivado. Fue un show sin artificios ni extras de ningún tipo, solo con el placer intrínseco de poder disfrutar de temas que Rage hacía mucho tiempo que no llevaban al directo (Death in the Afternoon o Light Into Darkness, por ejemplo) con una formación suprema pese a no contar con el Dios Smolski a la guitarra. El "Perfect Man" lo tuvieron un poco abandonado, pero me quedo con la genial Don’t Fear The Winter, con la que nos retiramos a dar una vuelta por el merchandising. Lo mejor de todo es que todavía me quedan dos fechas de ellos por nuestro país que no pienso perderme.
Ya os iréis dando cuenta conforme avanza la crónica de que este festival fue un tanto particular, no tuvo el carácter maratoniano de otros que me he pegado hasta el límite humano de la resistencia física. Tenía muchas otras cosas de las que disfrutar paralelamente y me lo tomé con más relax que en otras ocasiones, eso sí, sin desatender las bandas que más me gustaban (con la excepción de Riot V que ya comentaré en su momento). Este año, debido a la ampliación de días de 2 a 3, no hubo carpa central, solo dos escenarios enormes uno al lado del otro que iban alternándose. Casi mejor así, menos probabilidad de perderse bandas. Al fin y al cabo, la carpa era bastante cutre en general, tenía un sonido horroroso y me puse de polvo y tierra hasta las cejas.
Primal Fear era un objetivo absolutamente ineludible. Nunca, de todas las veces que les he visto, me han decepcionado lo más mínimo. Los alemanes tienen una fuerza ya en disco que llevada encima de un escenario ya resulta irresistible y más atractiva si cabe. Pero lo que no esperaba para nada es que arremetieran, así de primeras, con Final Embrace que supuso una explosión de cara al público, incluido yo, ya que es uno de mis TEMAS de la banda. Así, sin vaselina. Primer momento con los pelos de punta en el festival, que continuó con un setlist muy bien escogido que, si bien perdió fuerza en algunos momentos de la parte central, mantuvo un nivel de infarto, incluyendo la más hardrockera Alive & On Fire y la increíble y más “Helloweeniana” Unbreakable Pt. 2. Flipante esta última, pero lo más alucinante, el nivel vocal de Ralf Scheepers, que solo con esos tonos altísimos te hacía cerrar los ojos y apretar los puños intentando llegar mínimamente a la mitad de su nivel dejándote la garganta. Un portento sin duda, a quien si bien en los últimos conciertos no le vi en toda su plenitud, en este brilló con luz propia, con unos agudos bestiales, una fuerza imparable en su actuación y la misma excelente forma física de siempre. Le vería capaz hoy en día incluso de cantar sus temas antiguos con Gamma Ray (y debido al estado vocal de Hansen, no sería un planteamiento descabellado, aunque sé que nunca ocurrirá jeje). Me encanta también la actitud de otra gran estrella de la banda, el gran Matt Sinner, chulería y clase desbortantes, siempre tocando el bajo en primera fila y mirando fijamente a su gente. Tampoco en esta ocasión hubo pantallas ni movidas extra, peró a Primal Fear no le hacen falta estos aderezos, con esos temazos, esas melodías que te llegan bajo la piel y esa potencia arrolladora que demuestran sobre las tablas. Ojo con When Death Comes Knocking, tema que puede pasar desapercibido pero que es uno de mis favoritos del último álbum de los alemanes y desde luego fue una gran sorpresa en directo. Ralf, pese a estar poco comunicativo, siguió con su ritmo, mostrando su talento incombustible con todo el apoyo de sus compañeros, especialmente destacables los solos y armonías de la pareja de guitarristas (siempre un placer la vuelta del Sr. Naumann a la banda). Influencia de los Judas como siempre en Chainbreaker y caña a raudales con Angel in Black, un variado recorrido por gran parte de su discografía, en el que yo habría metido algo más de sus primeros discos, y no solamente Metal is Forever (para finalizar) del "Devil’s Ground", ya que este disco da para muchísimo más con temas como Heart of the Brave o Visions of Fate.
Crec que aquesta crònica, per dret propi, mereix ser redactada en la meua llengua mare, per molt que m’arrisque a què molts no l'entengueu, ho sent per aquells que no la parlen, però crec que es una cosa necessaria degut a les sensacions i la nostàlgia que aquest concert va despertar en mi. Molt pocs, en aquestes altures del festival, eren els qui no coneixien la magna sorpresa que s’amagava darrere de les sigles de LGP. Un cúmul de ganes de cantar tots i cada un d'eixos temes que van formar part de la meva adolescència, a part de la ja nomenada nostàlgia, s’unien en la meua ment just abans del començament. Si vos dic que la banda referida son els mítics Sangtraït, podreu fer-vos una idea, sobre tot la gent que em coneix, del significat d’aquest concert. A pesar de no voler utilitzar el mateix nom, el repertori va estar clarament enfocat des d'un principi dins de la seua discografia (el sufixe “recordant Sangtraït” ho deixava clar), formant part de LGP el vocalista/baixista Quim Mandado i el bateria Víctor Rodríguez. Els dos conservaven l’aspecte que ja vaig tenir l’ocasió de veure al Leyendas del 2011, quan es feien nomenar “Los Guardianes del Puente”, però a l'igual que en aquell festival, vaig trovar a faltar la presència de Papa Juls, un dels membres a qui mes carinyo li tenia. En qualsevol cas, se que es la versió mes fidel a la banda que veuré mai. Fortadora d’ànimes va ser el primer regal que Quim i companyia ens van fer, i la reacció del públic, encara que ja imaginava que seria forta, va ser mes intensa del que pensava. Moltissim públic s’amontonava a les primeres files (molt mes que en alguna que altra banda), cridant a ple pulmó cada una de les paraules de Quim en la mes heavy El Guerrer o ja mes cap al final en Creus Vermelles, dos dels millors temes que recorde. Especialment sentida Somnis entre boires, moment de traure l'encenedor i disfrutar-la intensament amb la persona que tenia al meu costat. Això si, hi ha dos formes de veure aquesta actuació. Desde la perspectiva de l’emoció i el record, com vaig decidir fer-ho jo, o desde la part mes tècnica, la qual podria haver resultar molt decepcionant. El so era prou reguler, semblava que tenia molts altibaixos de volum, i es notava la falta d’altres músics, però especialment l’absència de Josep Mª Corominas, que va deixar un tant buit l’apartat de les 6 cordes. Van triar uns temes molt èpics, de fet, ja va dir el propi Quim “no us queixareu, us estem fotent un repertori de luxe!” i no li faltava raó, entranyables cada una de les cançons, i molt sentides, especialment cap a la part final, amb dos de les mes esperades: El senyor de les pedres i sobre tot El vol de l’home ocell, que va ser la culpable de que, per enèsima vegada, se’m posaren els pels de punta sense ixir d’aquesta escasa hora que va durar l’actuació. Concert integre en català i molt de sentiment de germanor, també estelades per tot arreu que el van tornar encara mes especial. I a pesar que a la part musical en si mateix podria haver segut molt millor, considere que m’he tret una espineta de la millor forma possible, fins al moment. I tot i això que no van tocar res del "Eclipsi" o "Noctambulus", la vertent mes heavy de la banda.
Continuamos con el formato lingüístico habitual del blog, y en cuanto al festival se refiere, llegaba el momento del que para algunos era un auténtico caramelo que se infiltró en el cartel del Rock Fest Bcn casi a última hora. La mítica banda Krokus hacía de sustituto para Sebastian Bach, que por razones poco claras, se cayó del festival y de todas las fechas que tenía programadas. Y lo cierto es que, pese a no tener demasiado machacada la discografía de esta banda, ya les vi en directo no hace demasiado y me dejaron encantado. Con Sebastian Bach, podríamos haber disfrutado de temas de Skid Row, además de temas propios (que apenas me interesan), pero con Krokus, la fiesta y el desmadre del Rock'n'Roll estaban asegurados. En el Hellfest 2013 ya me confirmaron sobradamente que es una banda capaz de conseguir que no dejes de mover ni un solo músculo del cuerpo desde el momento en que empiezan a dar caña, desde el primer guitarrazo o golpe de batería. Si hablamos de bandas veteranas, salvando a Judas Priest, Scorpions y alguna otra banda, muy pocos compiten con estos Krokus, que llevan desde mediados de la década de los 70 haciendo lo que mejor se les da: hard rock de la época, con riffs adictivos, sonido auténtico y setentero y una energía que parece que no toca a su fin a pesar de los años. Long Stick Goes Boom dio un acertado pistoletazo de salida al show, con ese delicioso aire de los AC/DC más aguerridos. Y aunque los suizos recuerden inevitablemente a los de Angus Young y compañía, sus aires más heavys se hacen patentes en otros cortes como Hellraiser (de más reciente factura) y más macarras en American Woman, por ejemplo. Estos alicientes ya son suficientes para ponerse junto al escenario cuando comienzan su concierto, y tampoco llevan (ni necesitan) excesiva parafernalia. El calor apretaba de lo lindo, y tanto Meri como yo nos habíamos pegado el gran madrugón para poder llegar a tiempo a disfrutar de la mayor parte de grupos, por lo que hubo que elegir varios (o al menos, trozos de actuaciones) para darse un descansito y refrescarse con alguna bebida (a precios insultantes por cierto).
Warcry es una banda que tiene difícil sorprenderme a estas alturas. Les he visto tantas veces, en todas y cada una de sus giras, que a no ser que toquen temas raros de ver en directo o lleven algo especial en el montaje de sus conciertos, ya tengo más o menos claro lo que voy a ver. Eso sí, que ya no cuenten con el factor sorpresa no significa que no me vayan a gustar o que no vaya a salir más que satisfecho de uno de sus conciertos, cosa que casi siempre sucede. Pero hay algo que si hace tiempo que no hago con ellos, ver una de sus actuaciones entre las primeras filas del público, por lo que ni cortos ni perezosos, allí nos posicionamos Meri, Guille y yo en espera de que dieran comienzo, con el calor todavía muy presente. Disfrutar con una banda que conoces desde su primer disco y sabiéndote todos los temas al dedillo s fácil, aunque no sea uno de mis exponentes favoritos del Metal nacional. Con problemas de sonido bastante frecuentes a lo largo del show, uno de los pocos representantes del Metal nacional de todo el cartel aparecieron con fuerza. Quiero Oírte, por derecho propio, a parte de la gira en la que se encuentran, se ha convertido en el tema de apertura por defecto, y que la peña canta como si ya fuese un clásico en su discografía, casi ya al mismo nivel que Nuevo Mundo o Contra el Viento, que cayeron a continuación. Esta vez, se notaba que había algo que coartaba las ganas de explotar y la energía con la que Víctor invade el escenario por primero. A pesar de todo, el vocalista nunca perdió las formas con su público, al que siempre mima con especial atención. La banda en general, de hecho, se mostró bastante volcada, Santi Novoa sonriente, hizo un gran trabajo en los teclados, cuyo sonido no se resintió tanto como el del micro, y sentó la entrada de Aire, en gran sincronía con su compañero Pablo, un verdadero as de la guitarra que hace lo que le da la gana con su instrumento. Y es que los toques progresivos sutiles del "Alea Jacta Est" siempre han sido mi debilidad dentro por encima de cualquier otro disco. Esta vez llevaron un montaje absolutamente espectacular, con dos pantallas gigantescas de fondo que proyectaban todo tipo de imágenes durante sus canciones, muchas veces acompañadas por las letras de los temas, en un alarde visual pocas veces visto en los asturianos. De noche hubiese lucido incluso más. Pero sin duda, el momento más emotivo (de festival en general, diría yo) a nivel personal llegó con Devorando el corazón, un tema que siempre me ha tocado la fibra, y más en esta ocasión con esta gratísima y adorable compañía. Los clásicos aumentaban en magnitud y Capitán Lawrence es un tema que hacía algún tiempo que no les veía interpretar, y cuyo directo sonó realmente bien, con los problemas de sonido ya minimizados, que continuó con El guardián de Troya (una tortura para mi garganta siempre jeje, pero uno de mis temas favoritos que nunca deberían dejar de tocar). Quizá la banda no tuviese su mejor día (aunque en gran parte seguramente, hecho motivado por las deficiencias del sonido) peró hay algo que nunca suele fallar en sus conciertos, el coreadísimo estribillo de Tu Mismo (otro tema que proviene de "El sello de los tiempos") y sobre todo, ese himno eterno lleno de actitud y orgullo llamado Hoy Gano Yo que quieras o no, te acaba poniendo la sangre a hervir. Más adelante, volveríamos a repetir parcialmente con ellos en Leyendas del Rock 2015.
Quizá el mayor atractivo del festival en cuanto a rareza llegaba a continuación. Loudness es una banda de Hard'n'Heavy que difícilmente se deja ver por estos lares. De hecho, esta era su primera visita a nuestro país después de nada menos que 35 años de carrera y una treintena de álbumes de estudio, por lo que ya les tocaba visitarnos. Es de agradecer que, dentro de un cartel tan manido como el que nos proponía este Rock Fest, se encuentre uno con este tipo de caramelos casi imposibles de ver. A pesar de que nunca he rebuscado mucho entre sus discos, tienen un estilo que me mola bastante, bastante técnico dentro de su mundo, pero muy clásico al mismo tiempo, voz aguda y bastante heavy y partes instrumentales muy virtuosas, especialmente las del guitarrista Akira Takasaki, quien por lo visto, en un alarde de protagonismo se marcó un solo bastante largo que me hubiese gustado ver. No se durmieron en los laureles y como carta de presentación, fueron directos al grano, con Crazy Nights, el tema más emblemático de la banda que podrían haber dejado perfectamente para cerrar, pero que les garantizó una apertura por todo lo alto a nivel de ánimos entre el público, peña con muchas ganas de verles que lo demostró con saltos y alaridos. Like Hell continuaba con la tónica y curiosamente continuaba con el mismo disco, y no fue un caso aislado, ya que hasta 4 temas seguidos se marcaron de su legendario "Thunder in the East", justo hasta que nos fuimos a tomar algo y a dar una vuelta por las tiendas. Heavy Chains es una de las que más me gusta en disco, y también me encantó en directo, y no habría estado mal una cañera Get Away. Lo único que no me acabó de convencer en un principio fue la voz de Minoru Nihara, bastante desafinada al principio en las partes más altas, saliéndose bastante del tono, algo que fue disimulando en temas posteriores. Con unas vestimentas bastante discretas (aunque con su punto estrafalario), una escenografía bastante sobria y eso sí, un sonido de lo mejorcito, continuaron con su espectáculo mientras nos limitábamos a escucharles mientras nos alejábamos de la zona de escenarios. El hecho de tocar ya con la noche a punto de caer, por cierto, les dio la oportunidad de que los juegos de luces destacaran mucho más. A ritmo de una frenética batería y desmadre generalizado, volvimos para verles terminar en los últimos minutos de S.D.I. Mucho oriental entre el público, por cierto, no sé si estos se debió a una simple casualidad.
Complicado dilema entre Accept y Judas Priest. De tener que haber elegido entre uno y otro, me habría quedado con Judas, claro, pero Accept tienen un directo tan movido y poderoso y la parte del escenario de Judas empezaba a estar tan abarrotada… bueno, el caso es que al final cogimos sitio para los últimos, y nos vimos el concierto entero de Accept como buenamente pudimos, por las pantallas y cruzando la vista hacia el otro escenario, en tierra de Judas pero disfrutando de los teutones ya que, por muchas veces que les haya visto ya, no dejan de ser un valor seguro (y cada vez más, doy fe), una hora u hora y pico de disfrute musical con garantía. Garantía de un sonido siempre cojonudo, de unos músicos con experiencia y técnica y sobre todo, de una banda que ha vuelto a encontrar un camino recto y sólido en su carrera, gracias en parte a la inspiración proporcionada por los nuevos músicos. Los temas de sus discos recientes ya suenan como auténticos pelotazos de toda la vida, y es que al menos los tres últimos discos con Mark Tornillo a la voz se me antojan como irresistibles, cada vez más conforme los escucho. Al llevar al directo estos temas, como Stampede o Stalingrad demuestran que tienen fe absoluta en ellos, y es que en esta ocasión se apoyaron mucho más en su más reciente época, combinándola por supuesto con clásicos de sabor añejo como London Leatherboys, que con la voz de Mark quedan de rechupete, y es que hablamos de un vocalista de lo más versátil, tanto en lo técnico como en cuanto a comerse el escenario como frontman. De las veces que les he visto con esta nueva formación, nunca han defraudado. La reciente desbandada en el grupo, abandonando el barco Herman Frank (guitarra solista) y Stefan Schwarzmann (batería), no parece haber afectado un ápice a la fuerza que tiene la banda sobre el escenario, es más, entre los miembros clásicos y Christopher Williams / Uwe Lulis (batería y rítmica respectivamente) parece haber una gran química a nivel de compenetración sobre el escenario. El sonido fue espectacular, destacando la batería de Christopher y la guitarra del lider Wolf Hoffman, capitán de la nave y director, quien se paseó vacilón durante todo el concierto por primera fila de escenario. La peña vivió los clásicos Restless and Wild y Princess of the Dawn sin pausa, temas conocidos por todo el mundo del rollo, el recinto estaba abarrotado y se respiraba todo ese buen rollo que el vocalista sabe transmitir, incluyendo esas caras tan raras que pone jeje. Parece que la lista de clasicazos no terminaba, y es que para la recta final, Fast as a Shark (en cuanto se escuchó la mini-intro ya me hervía la sangre) atronó, Metal Heart nos hizo levantar el puño para corear todo un himno y bueno, directamente Balls to the Walls era el tema que todo el mundo esperaba para meterle al headbanging hasta la extenuación. Sí, está claro que sin sus temas bandera no serían los mismos, pero es una banda que ha sabido reinventarse (en el mejor sentido de la palabra) y seguir plantando nuevas semillas y cosechando nuevos fans. ¡¡Bravo por ellos, siempre Accept!!
La razón principal para que gente de todo el país se congregara en Sta. Coloma durante 3 días de incesante Metal era, con total seguridad, y salvando algún otro monstruo del Rock como Scorpions, Judas Priest. Con el aliciente de poder ser una de las últimas oportunidades para verles en vivo, todos esos clásicos que sabes que van a sonar, y un más que interesante disco bajo el brazo relativamente reciente, llegaban para demostrar quienes son los putos amos como evidentes cabezas de cartel. Y no son bandas que suelan tocar demasiado material nuevo, pero en esta ocasión los grandes Judas dieron comienzo a su actuación con Dragonaut, riff Heavy y clásico 100% Priest, y ante la salida de Halford al escenario con los primeros compases, ya estaba la algarabía montada, un griterío tal que por momentos apenas se escuchaba claramente el tema. Una vez recompuestos del júbilo inicial, la potente batería de Metal Gods a cargo del infalible Scott Travis volvió a encender el ritmo del concierto, en donde se iban encajando temas de su último trabajo "Redeemer of Souls", de lo más heavy que han hecho en años, como demuestran temas como la propia Redeemer of Souls o la que más me gustó, Halls of Valhalla. En otras palabras, los tres primeros temas de un disco que al poco dejaron de lado para volver a sus clásicos inmortales, y ni siquiera se acordaron de "Angel of Retribution" o "Nostradamus". Estará mayor, cojitranco y aplatanado, pero no veas la caña que, a su edad, sigue dando el bueno de Halford. De hecho, ninguno de estos adjetivos le hace justicia si recordamos el increíble show que dio aquel sábado, en donde se comió al público y al escenario. Verle cantar Victim of Changes con esa potencia es algo memorable, y esos agudos del final, estremecedores. Sí, está bajada de tono, adaptada, y el micro lleva un reverb brutal, pero son recursos casi obligatorios hoy en día para una banda que lleva más de 40 tacos de existencia. Al mismo tiempo, es un placer también verle cantar temas en los que se puede soltar más al no tener que concentrarse tanto, como Turbolover, absolutamente genial, y con uno de esos solos que forma parte de la historia, y con el que me retorcí de gusto. Y hablando de solos… increíble el protagonismo que ha cogido, al menos desde la última vez que le vi, Richie Faulkner al lado de sus compañeros. Mientras Ian Hill incluso se mantiene en segunda fila casi siempre (haciendo sus incansables movimientos de bajo y poniéndole muchas ganas, eso también es indudable), Richie no solo ocupa las primeras filas en casi todo momento, sino que además de dar la cara, se ocupa ya de la gran mayoría de los solos de la banda, con una técnica y una precisión para caerse de rodillas. De verdad que especialmente en este bolo flipé con él.
Tiempo para la reflexión y la calma con Beyond the Realms of Death, un tema que siempre me llega al alma en directo, aunque fuese de las peores cantadas aquella noche. De todas formas el Metal God seguía ofreciéndonos su mejor cara, estuvo animado, muy simpático y mucho mejor que en otros conciertos pasados de los que he leído crítica. Incluso intentaba mantener sus míticas frases de introducción, como aquello de: breaking the… what?. Obviamente todos conocíamos la respuesta: Breaking the Law, y ya nos preparábamos para rompernos el cuello, y la explosión fue tremenda, sobre todo en las primeras filas. La intensidad y la emoción del momento, que se unió con Hell Bent for Leather, hizo que las ganas de cantar, saltar y romper quitaran protagonismo incluso a la propia banda, algo difícil sobre todo cuando el mismísimo Halford… apareció sobre el escenario sobre su rugiente moto!! Algo digno de ver aunque sea una vez en la vida, algo que forma parte de la historia del Heavy Metal en sí misma, o los electrizantes videos para presentar, tras el primer descanso de la banda, Electric Eye precedida por la intro The Hellion. Y es que como ya era de esperar desde el principio, el montaje fue absolutamente espectacular, pasarelas, humo por doquier, pantallas gigantes con videos continuos… y un sonido que rozó peligrosamente la perfección durante todo el show salvo, para mí, un detalle, y es que yo le hubiese dado algo más a la rueda del volumen. Parecía que se despedían con su vertiente más rockera tocando You've got another thing coming, pero claro, tienen tantísimos discos y temas que tocar que uno ya no sabe cuándo llega el final. Pero otra pregunta, tras el segundo descanso, nos devolvió a la dulce realidad. Lo que queríamos escuchar, obviamente, era el Painkiller, así que sin pensárselo dos veces, Scott Travis la emprendió con su instrumento extrayendo de él esa parte que todos conocemos y dar paso al tema en sí, sobre el que siempre hay dudas sobre todo en las partes más altas. Pero Halford ya es perro viejo y sabe adaptarlas a la perfección para, dentro de la fidelidad, intentar sufrir lo menos posible. El resultado, para mí, fue satisfactorio, y estoy seguro de que mis cuerdas vocales sufrieron mucho más que las suyas. Y el cuello también sufrió de headbanging mientras todo el mundo hacía el brutal solo al aire de un tema que sigue siendo imprescindible en el directo de los británicos.
Por supuesto, se echaron en falta muchos, muchísimos temas. Heading out to the highway, the sentinnel, quizá algo del "Sin After Sin" o del "Ram it Down"… pero lo cierto es que tras dos horas de concierto, uno se llega a quedar satisfecho con todo lo habido si se le incluye al final la divertida y buenrollera Living After Midnight cuyo estribillo conoce todo dios y da lugar al cachondeo y a terminar un concierto brutal con una sonrisa inmensa a pesar del cansancio. Solo decir que, probablemente, sea uno de los mejores conciertos de Judas que he visto y que por el momento nunca me han fallado. De hecho, podría haber valido la pena pagar la entrada de aquel día solo para presenciar aquello. Para no volver a lavarse los ojos, oigan.
Seguramente, no menos intenso sería el directo de Riot V, que vuelven a España (ahora añadiendo la "V" a su nombre) años después del fallecimiento de su líder y fundador, el gran y recordado Mark Reale, y con una formación muy distinta a la de su última visita. De hecho, siempre que he coincidido con ellos ha sido con unos componentes distintos, desde los vocalistas Mike Dimeo en aquel lejano Atarfe Vega Rock 2005, el inmenso Tony Moore (Metalway 2009) y en esta ocasión venían con Todd Michael Hall, un cantante que, como no podía ser de otra forma en una banda tan perfeccionista como esta, dio el callo y sorprendió a propios y extraños para bien. Seguramente comenzaron con un tema tan emblemático y potente como Thundersteel para paliar el efecto desbandada que se produjo tras la actuación de Judas Priest, algo que no benefició para nada a la banda. Desgraciadamente, y por mucho que me pese decirlo, yo también me perdí el 99% del concierto. El hambre apretaba muchísimo en esas horas críticas en las que cada paso puede dar con tus huesos en el suelo por tanto cansancio acumulado. Me jodió, muchísimo, y es algo que no suelo hacer y más tratándose de una de las bandas en las que más interés tenía, porque me encantan, porque sus discos están abarrotados de temas épicos y evocadores para quitarse el sombrero y porque es un grupo bastante difícil de ver por aquí. Pero tanto Meri, Iris como yo, aprovechamos para cenar tranquilamente. Eso sí, aunque no vi el concierto en sí, no pude dejar de prestar atención a los temas, en lo que me pareció un setlist absolutamente soberbio. Fire Down Under, velocidad y energía de sus tiempos más primitivos, así como más tarde sonaron Road Racin' y Outlaw (uno de los temas que me resultan más adictivos). Del sonido en sí tampoco puedo hablar demasiado, ya que estábamos demasiado lejos como para apreciar su calidad (o falta de esta). Lo que sí estoy seguro es que la gente debió emocionarse muchísimo con Flight Of The Warrior, Sign of the Crimson Storm o Bloodstreets, que si no me falla la memoria, fueron las que representaron su mítico "Thundersteel" en vivo aquella noche (también creo que hubo algo del "Privilege of Power" también en recuerdo a la formación con Moore). Cada una de ellas que sonaba me hacía hervir la sangre y teletransportarme inmediatamente a primera fila para vivirlas junto al calor de la gente. Otra cosa muy importante. Como digo, es la primera vez que veo a Todd Michael Hall en acción, a pesar de que le he escuchado bastante con Jack Starr's Burning Starr, y su voz me dejó totalmente atónito. No cabe duda de que es un vocalista tremendamente versátil, capaz de adaptarse a cuantos registros sean necesarios, pero es que, cada vez que le escuchaba con atención me parecía visualizar al mismísimo Tony Moore en su lugar (más que a cualquier otro que haya pasado por las voces), lo cual ya es un halago en sí mismo para nuestros oídos. Melodías interpretadas a la perfección, unos agudos de infarto, fidelidad a los temas... todo esto a falta de poder comprobar sus aptitudes como frontman. También sonó algo de su último trabajo ("Unleash the Fire") y ojito con la última época de la banda, porque se están saliendo por todas partes con discos como este o "Immortal Soul", aunque realmente para mí no tienen un puto disco malo. Cuando escuché de fondo Swords and Tequila no pude soportarlo más, así que a paso ligerito, nos entramos de nuevo y todavía llegamos, aunque supo a poco, para ver el último tema, pero vaya TEMAZO ese Warrior, me quedé con muchísimas ganas de más, pero es que la despedida con ese himno de su primer disco fue algo apoteósico, de esos momentos que te pasas minutos con la carne de gallina, apretando el puño y deseando que no terminen nunca. Ahora sí que pude ver de lleno a Todd paseándose descamisado y disfrutando encima del escenario (aunque la canción es poco exigente) con mucha actitud y ganas y congeniando con la banda y el público como si llevara toda la vida allí. Para colmo de sorpresas, miembros de Loudness se subieron al escenario con ellos para interpretar la susodicha Warrior. Broche de oro para una actuación que, como hubiese seguido el mismo ritmo desde el principio, debió ser uno de los mejores conciertos de todo el festival. Pagaré penitencia por mi blasfemia, pero prometo que en cuanto vuelvan iré a verle donde sea cueste lo que cueste.
Ahora sí, llegaba la recta final del festival, del Rock Fest más esperado. Un halo de oscuridad y un ambiente lleno de maldad hacían presagiar que las hordas de Cronos y compañía se acercaban cada vez más al escenario. Algo normal cuando hablamos de una de las bandas de Heavy Metal más míticas e influyentes de la historia del género, y que no han dejado de repartir cera de la buena en 35 años. Habrán tenido épocas mejores, discos más o menos flojos, pero solo hay que darse cuenta del legado tan prolongado y del amplio abanico de géneros que han influenciado o ayudado a crear para darse cuenta de que estamos, en cierta medida, ante uno de los PADRES. Y lo más positivo de todo es que aun hoy en día gozan de una salud extraordinaria. Quién lo iba a decir, toda una vida sin pisar nuestro país y en 3 años les he podido ver en dos ocasiones ya, algo de lo que estoy muy orgulloso, a pesar de que en esta segunda ocasión la experiencia no fuese completa (y no precisamente por la adorable compañía de Meri :)), sino porque el cansancio nos acabó venciendo. Porque a pesar de que reconozco su legado y me postro ante ellos por ese motivo, musicalmente tampoco es que conozca todo lo que han hecho en su dilatada carrera. De todas formas, no hay problema, ya que gran parte de su setlist está basado en sus obras más clásicas. Algunos de los primeros temas, una vez desplegaron su maquinaria sobre el escenario, me resultaron difíciles de reconocer (probablemente pertenecen a su última obra "From the very depths"). Sonaban oscuros a la par que heavys, sin perder la esencia de la banda, con mucho doble bombo cabalgante y platillo estruendoso, riffs con ese aire tan maníaco habitual y actitud muy, muy HEAVY. De hecho, ahora mismo escribiendo estas líneas suena por los altavoces y poco a poco me va enganchando este su más reciente trabajo. Pero como digo, sería faltar al público no tocar temas con más sabor añejo como Buried Alive (que me puso las pilas a saco) o Bloodlust. Y aunque no se puede exigir que hoy en día vuelvan su actitud de los 80, por época y por edad, los temas suenan con mucho encanto y con el mismo corazón negro de siempre, y tanto Cronos, que sigue fuertote, tan petado de pinchos, tachuelas y cuero como siempre, como La Rage y Dante, que no llevan demasiado tiempo a su lado pero ya son sus manos derecha e izquierda, ponen toda la carne en el asador en directo, no paran quietos un momento y te miran con ojos asesinos en cada uno de los cortes. Lo Dante, el batería, es un caso ya a tratar aparte. Sencillamente flipante como toca este señor. A parte de la configuración tan original y vistosa de su instrumento, tiene una pegada, una agilidad y una mala baba al atizar dignas de destacar por encima de otros aspectos, y decir además que el sonido fue su mejor aliado, ya que cada golpe sonaba demoledor. El inconfundible riff de Welcome to Hell suponía la entrada al último tramo del concierto, aparte de ser una de las más esperadas. El punto de mala hostia y resquemor en este tema fue especialmente patente, y con el dimos la despedida al recital, sonando mientras nos alejábamos, todavía con el cuello en movimiento, la magnífica One Thousand Days in Sodom en lo que se suponía iba a ser un mini-repertorio de grandes éxitos del grupo para los fans que aguantaran hasta última hora (no había excesivo público ya). Eché de menos unos cuantos temas, In League with Satan, Fallen Angels, Witching Hour… aunque ojo, puede que las tocaran para el mismísimo final. Dos apreciaciones, una: ojalá hubiese ido con el último disco más preparado (muy recomendable, insisto) y la otra es que en esta ocasión me pareció un concierto mejor estructurado que el de Villena, ya que en la primera ocasión abusaron demasiado de medleys, prácticamente cada corte de directo llevaba 2 o 3 canciones y eso acaba confundiendo y difuminando la intensidad del ritmo.
Y así terminaba un Rock Fest Bcn 2015 en el que, a pesar de la memorable compañía, los colegas que conocí, la gente de toda la vida a la que saludé, los refrescantes ratos de palique y "litreo", y sobre todo los grandes conciertos que vimos, faltó sobre todo mucho tiempo, más días, más conciertos y más tiempo para disfrutar. Pero es lo que tiene este jodido trabajo de mierda, hice lo que pude y era obvio que la sensación de necesitar mucho más aparecería más pronto que tarde. De todas formas, mi conciencia está bien tranquila, ya que el tiempo no pudo estar mejor aprovechado. En dos semanitas, Leyendas del Rock 2015, próximamente en vuestro Antro del Metal.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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