viernes, 27 de mayo de 2016

¡Aplastante! (Esto es HEAVY METAL) (Pounding Metal Fest X, Sábado 07/Mayo/2016, Sala Chango Live, Madrid)

Cada uno de los viajecitos que hago a Madrid (y que conste solamente en el último año he ido varias veces) da para mucho en muchos sentidos. Turismo por la bonita ciudad, compras varias, visita de colegas... y siempre Heavy Metal. En esta ocasión, este estuvo representado por un gran evento que ya lleva 10 ediciones, un festival convertido ya en mítico por su propia trayectoria y al que siempre quise ir año tras año, pero nunca la oportunidad fue tan clara como este año ni el cartel tan atractivo en lo que a gustos personales respecta. Con lo jodido que está el tema en general, las claves para la resistencia y perseverancia en el tiempo de este gran festival ha sido, sobre todo, el apoyo de los fans y el duro trabajo de la asociación Pounding Metal Union, quienes han conseguido mantenerlo siempre a flote para deleite de cuantos amamos esta música y este estilo de vida. Perfecto ejemplo de ello han sido las dificultades que se han dado hasta última hora en este 2016, con la abrupta cancelación de todos los conciertos pendientes por parte de la sala Cats, donde en principio se iba a celebrar el Pounding Metal Fest X, lo que obligó a la organización a encontrar otra sala con características que permitieran celebrar el festival con las menores alteraciones posibles. Desgraciadamente, al optar por la sala Chango, también en Madrid, el aforo presentó una severa reducción (lo cual también nos obligó a comprar las entradas mucho antes de lo previsto). Pero dentro del mal, todo encontró su sitio, y el día 7 de Mayo fue siendo poco a poco uno de los más esperados de cuantos restan de este año, especialmente tras ser cerrado el cartel con los grandes, enormes, INMENSOS Riot V.

Por supuesto, sin desmerecer la presencia en el cartel de otras grandes bandas, algunas de las cuales ya habían participado en anteriores ediciones, como los ya míticos alemanes Metal Inquisitor y los potentísimos suecos RAM. Completaban el repóker las bandas madrileñas Frenzy y Leather Heart, estos últimos recientes conocidos por su primer y único disco por el momento “Comeback”. La sala no nos resultó demasiado difícil de encontrar (y menos con GPS jeje). Llegando al destino, nos encontramos con una gran variedad de bares, que a buen seguro hicieron su día / noche gracias a los asistentes al festival, que se agolpaban en las barras. En uno de ellos, bastante cerca y previa quedada, nos encontramos con mi gran colega Juanmi y su chica Claudia, que esperaban, cerveza en mano, la hora de entrar en la sala, momento que retrasamos para llevarnos al cuerpo un par de cubatitas. La parte negativa fue que entre palique y cháchara nos perdimos a los Frenzy, pero hacer lo mismo con Leather Heart era imperdonable, así que nos fuimos derechos a la cola a que nos pusieran el sello y ¡¡”pa dentro”!!

Conocer una nueva sala siempre es un placer, ante todo porque se trata de un nuevo concierto en otro ambiente distinto, aunque la sala en este caso, y como la gran mayoría de las salas madrileñas, apeste a discoteca de chunda-chunda y porquería “reggaetoniana”. Otra triste prueba de que el Metal no da para vivir en este país, ni siquiera a base de organizar bolos. Sin embargo, aquella noche nuestros oídos se iban a inundar con Metal del bueno, del auténtico, del que siempre llevó por bandera el Pounding Metal Fest. Aunque es mi primera edición, me siento orgulloso de por fin haber podido formar parte del meollo. La visibilidad no era nada buena si no cogías el sitio rápido, demasiados pilares y ángulos imposibles, aunque por otra parte, si decidías tomarte los conciertos en plan más tranqui (cosa que yo… ni de coña jeje) siempre tenías la planta alta, desde el que podías ver el escenario sin tanto, digamos, calor humano.

Desde un lateral, todo lo próximos al gran pelotón que pudimos, vimos la actuación completa de Leather Heart, acompañados de la encantadora pareja formada por Sara y Jose, con quienes compartimos gran parte del concierto y a quienes quiero mandar un gran saludo desde aquí. La cosa a nivel de asistencia pintaba muy bien, ya que desde las primeras actuaciones no había ya un resquicio donde poder meterse en el centro de la sala, algo que ya se veía venir desde el principio con la velocidad que cogió la venta de entradas. Un ambiente fantástico, en todo caso, envuelto ahora sí por la cañera música de los madrileños que salieron, con toda la energía que otorga la juventud de sus componentes, a por todas. Después de tanto tiempo sin Metal en directo, la verdad es que fue un auténtico subidón. Parecía incluso que se les quedaba el escenario pequeño entre el constante movimiento y ostentosidad con los solos de Alex o el perpetuo movimiento de cuello de Sergy, quien también fue el encargado de unos magníficos coros, que empezaron a sonar especialmente bien a partir del tercer o cuarto tema y que me encantaron en algunos como Destiny o Depths of Space. Como una flecha tan afilada como su propia voz, el vocalista Adrián sorprendió a propios y extraños, a mí sobre todo en directo, con ese chorro de voz, sorprendentes gritos e incansable constancia a la hora de cantar y de meter mucha caña en cuanto a movimiento y ganas. En verdad, no sé cuántos años podrá aguantar con ese nivel vocal, pero lo cierto es que su registro recordaba en ocasiones a gente como Tom Keifer o Michael Matijevic. También escojo estos vocalistas por la similitud del rollo de la banda con algunas grandes de los 80 como Dokken, apostando por un Metal entre el Heavy clásico ochentero o el Hard rock de la época, una movida genial con coros que realmente saben a 80’s, melodías que te transportan y una esencia claramente inspirada y visible incluso en su vertiente más cañera en temas como The Crow, Leather Heart o un poco más compleja, como en Hopeless Sinner. Incluso metieron alguna de su primer EP en el setlist como Black as Night. Para demostrar que van mucho más allá, incluso se marcaron una estupenda versión del Kill the King de Rainbow con el que más de uno flipó con la interpretación del vocalista y su imitación del registro de Dio cantada, como el resto de temas, en un más que buen nivel de inglés. Un placer continuar descubriendo bandas que a pesar del paso de los años, incluso sin haberlos vivido en persona, siguen teniendo el corazón en aquellos mágicos años 80.

Tras el primer acercamiento a la barra, del que salí con el culo escocido por la clavada que nos pegaron (una y no más) decidimos que, entre banda y banda, era mejor sudar de la sala y pagar los cubatas a un precio medianamente razonable en bares, fueran chinos o españolitos (que hubo de todo jeje) pero sin descuidar el horario del concierto siguiente, uno de los que más me había enganchado para ir aparte de mis queridos RIOT V, fueron los mismísimos Metal Inquisitor, oportunidad de oro para poder ver por fin, en directo, a unos alemanes con verdadero Metal en la sangre y que no se prodigan demasiado por aquí. Guitarras verdaderamente afiladas, sonido clásico pero con mucha potencia y una voz penetrante respaldada por grandes coros son sus mejores armas en disco, personalmente todo lo que he escuchado de ellos me ha encantado, pero faltaba por ver como se desenvolvían sobre el escenario. Lo cierto es que este no era demasiado grande, pero aprovecharon cada centímetro, con su vocalista ocupando el centro, Havoc sacando chispas desde su batería y la sección de cuerda dando mecha a las cervicales, especialmente su bajista Kronos, que no paró en todo el concierto. Respecto al sonido, no era el mejor, eso es innegable… pero aun así los temas desprendían potencia propia, destacando el detalle de que muchos de ellos fueron clásicos, como varias de su “The Apparition” (Zombie Driver y Daze of Avalon), ¡que par de temazos, que delicia! Muy agradables y cercanos con su público, no dudaron en dirigirse varias veces a nosotros con ocurrencias de lo más cachondas, y en el momento de despegar de nuevo, volvían con toda su furia, con las baterías cabalgantes, con unos solos verdaderamente acojonantes y siempre con el puño bien alto lleno de orgullo. Tras el repaso de ostias con Run for your Life, los ánimos estaban más que acelerados, y la banda se volvía cada vez más implacable. Al mismo tiempo, cada vez era más difícil poder verles bien desde el lateral. En cualquier caso, da gusto ver a una banda con tanta entrega y al mismo tiempo tanto buen rollo con su gente. Casi para el ocaso, nos deleitaron con algo muy especial de su más reciente obra “Ultima Ratio Regis” (un discazo como una catedral, con un sonido increíble, por cierto), una demoledora Confession Saves Blood que hizo temblar las paredes de la sala. Espero que estos guerreros sigan cabalgando hacia estas tierras, ya que el concierto se me hizo realmente corto.

Tras el cubatita de rigor (llegó un momento que ya íbamos bastante torcidos), vuelta a la sala donde RAM se estaba comiendo el escenario, y no solamente eso, sino que atrajo a un público especialmente numeroso. Muchos serían los que todavía no habían visto a los suecos (dichosos aquellos por la sorpresa) y otros, como el menda, estábamos deseando repetir la experiencia, que en mi caso fue ya hace casi 4 años en Murcia. Ya sabía que no me iban a decepcionar, pero quizá había olvidado en cierto modo el empuje y el fuego que despacha esta banda en directo. Y es que ver desmelenarse al bestiajo de Oscar dejarse las cuerdas vocales con esa energía, ver como se retuerce Harry cuando ejecuta un solo o el constante desmelene de toda la banda al unísono solo puede significar una cosa: pasión. Y es que en este concierto, en este festival, y en este ambiente, estrellitas del rock las justas, solamente HEAVY METAL puro y duro y visceral. Y RAM se han forjado ellos solitos una carrera de una calidad y una actitud totalmente fiable al 100%. La sala estaba que ardía, la banda sorprendió con una salida con los motores ya quemando gasolina, pero no fue la única que nos dieron, ya que al rato, subió al escenario el vocalista de la banda Portrait (si mi información no es erronea) a cantar junto al rubio vocalista, haciendo un dúo fantástico. El sonido ya resultaba a estas alturas bastante más mordiente y encarado al que sería el brutal sonidazo del que gozaría el plato principal de la noche. Aquella noche vi a un vocalista quizá más comedido que en la otra ocasión, pero también actuando con un estilazo y una actitud de la que tira “p’atrás”, con el headbanging continuo, los pelos por delante y cortantes gritos, dándonos siempre a probar su estilo personal, con agudos a medio camino entre, quizá, King Diamond y Halford y siempre, siempre, muy loco sobre el escenario, acompañado por su escuadra de lujo, enfundados en tachuelas, pinchos y cantidad de cuero. Ante esa actitud solo puede uno rendirse y dejar que los vertiginosos solos destrocen (pero de placer) sus tímpanos. ¿Mis momentos de setlist? La verdad, un poco borrosos (y no por el alcohol, listillos, jeje) porque dieron mucha cancha a su último disco “Svbversvm”, el cual todavía no he escuchado demasiado ante la pequeña decepción que supuso para mí el “Death”, con unos aires un pelín más modernos, por así decirlo, aunque en directo al menos los temas sonaban para chuparse los dedos. Si eso, me quedo con ese puñetazo en la cara llamado Machine Invaders.

Se podría decir que, a estas horas, quien no había entrado, a parte de perderse unos conciertos de los que te ponen la moral por las nubes, ya no iba a hacerlo. El aforo estaba completo, la sala a reventar, y las posibilidades de poder ver a Riot con garantías se reducían, así que nuestra estrategia fue salir a echar un pitillo justo antes de que terminaran RAM para, acto seguido, entrar a muerte, a codazos si hacía falta, para pillar un buen sitio en el mismo centro de la sala. Fue agotador, pero lo conseguimos. Y tras un bueeen rato de pie, la sala volvió a petarse a tope y poco a poco nos íbamos convirtiendo en sardinas enlatadas, algo que confirma mi idea de que la sala se quedó pequeña a todas luces para un grupazo como Riot V, la reencarnación natural de la banda después de la desgraciada y triste muerte de Mark Reale hace ya más de 4 años. Y aunque tampoco en esta ocasión podamos disfrutar de la formación de reunión en el 2009, que era básicamente la misma que en los tiempos del Thundersteel / Privilege of Power, la que llevan actualmente no tiene absolutamente ningún desperdicio, teniendo al guitarrista Mike Flyntz  y al bajista Don Van Stavern como únicos militantes de aquellos tiempos. No me voy más por las ramas, porque ardo en deseos de escribir sobre lo que fue, sin lugar a dudas para mí, el CONCIERTO (en negrita y subrayado) en lo que llevamos de año y probablemente uno de los 3 mejores conciertos a los que he asistido en mucho, mucho tiempo. Qué mejor para los 5 músicos para calentar que empezar, entre humo y muchos aplausos, con Narita, el tema instrumental que abre su segundo disco para, poco después, decirles a la peña: ¡aquí estamos y venimos a arrasar! con las magníficas Ride Hard Live Free (los pelos de punta tan punto sonó la primera puta nota) y Fight or Fall, que tuvo un efecto totalmente enloquecedor para el público. Don ocupaba el centro del escenario, siempre tan sobrio y con esa característica vestimenta de cuero y gorra, mientras que Mike se soltaba unos solos de aupa, que esta vez sí que hacían justicia mediante el gran sonido, un sonido fuerte, aplastante, aunque demasiado emborronado al principio, en el que la voz y algún instrumento quedaban por debajo. Poco a poco la ecualización fue mejorando bastante, para alegría de todos los que pronosticábamos algo muy grande, que seguía a base de “The Privilege of Power” con On your Knees, un disco que, por cierto, tuvo menos representación de la que esperaba.

Johnny’s Back es, y quien diga lo contrario miente como un bellaco, un himnazo inmortal imposible de olvidar en cada concierto que la tocan, uno de esos temas que es imposible no gritar con todas tus fuerzas hasta sacar el hígado por la boca. Hasta este momento, todo hay que decirlo, el concierto fue una batalla continua, no apta para todos los públicos, una brutal guerra en la que predominaban los empujones, pisotones, codazos… y es que la sala, sencillamente, ya no daba para más y el permanecer en un sitio desde el que poder ver bien el concierto se había convertido en la ley del más fuerte.

No es de extrañar que los temas nuevos suenen tan bien en directo. Tanto “Immortal Soul” como “Unleash the Fury”, sus dos últimos trabajos en estudio, son sencillamente para quitarse el sombrero, de una calidad musical y con tal cantidad de temazos reunidos que parece mentira que estemos hablando de la última etapa de una banda que lleva 40 años recorriendo escenarios de todo el mundo y con una carrera discográfica inmensa. De aquí podemos extraer, por ejemplo, cortes que sonaron aquella mágica noche como Metal Warrior o una de mis favoritas, Wings are for Angels, una degustación suprema de lo que estoy diciendo, un tema velocísimo, con unas líneas instrumentales acojonantes, adictiva... tremenda. Y entre tanto tema, tanto tecnicismo y músicos de este nivel (porque por ejemplo lo del batería Frank Gilchriest es increíble), hay algo que brilla con luz propia, la suprema e inalcanzable voz de Todd Michael Hall. Recordad este nombre para el resto de vuestras vidas y rezad a los dioses paganos para que nunca jamás abandone la banda, porque es sin duda el perfecto sustituto para Tony Moore por timbre, por rango y por nivel en general, y me atrevería a ir más lejos, en directo casi lo supera. Su nivel de afinación al cantar temas como este último mencionado, Sign of the Crimson Storm o Fall from the Sky, tan jodidos de interpretar, consigue dejarte boquiabierto por su templanza, aguante y potencia, y hace fácil lo que parece casi imposible. Sin duda, este hombre brilló con luz propia esa noche. El concierto en general destacó por su rapidez, como no podía ser de otra forma tratándose de Riot V, y la banda consiguió que el ritmo no decreciera sin dar demasiado tiempo a los parones o momentos de comunicación con el público, algo que, aun echándose de menos, es preferible antes que tocar menos temas. Uno de mis discos favoritos de la banda, el “Fire Down Under” también dio lo mejor de sí mismo con la homónima Fire Down Under, un auténtico disparo a bocajarro y la más rockera Outlaw, que nunca ha faltado en las 4 veces que les he visto. De nuevo Frank arremetía contra su instrumento con toda la energía necesaria para llevar al directo cañonazos de la talla de Black Leather and Glittering Steel, una batería poderosa y llena de detalles épicos o alguna sorpresita “oculta” como Angel Eyes. Este tema me recuerda a lo bien que sonaron también los coros, cada vez mejor a medida que avanzaba el concierto. Al amparo del la siempre descarada actitud del bajista Don Van y los feroces solos de Mike y Nick (miembro más reciente de la banda que encaja como anillo al dedo), Todd seguía dándolo todo, conectando a su manera con la peña, siempre sonriente y exprimiendo su voz, pero sin dar ni una sola muestra de agotamiento… y lo más duro aun estaba por llegar. Porque si el concierto entero de Riot V fue como un delicioso manjar de gourmet, la recta final fue el postre más dulce que uno podría desear, y que tuve que afrontar solo ante la deserción de mis acompañantes.

Flight of the Warrior sacó la bestia que llevo dentro. Me puso absolutamente frenético, y no fui el único, porque de nuevo la marea humana se volvió loca ante el doble bombo y ese maravilloso estribillo ante el cual es preciso dejarse las cuerdas vocales, incluso las cervicales si es necesario. Un corte ante el que, sencillamente, uno no puede hacer otra cosa que despatarrarse, desmelenarse y levantar el puño con todas las fuerzas. Llevaba tiempo soñando con volver a vivir este tema en vivo y las sensaciones no pudieron ser mejores. Todd, por si alguien lo duda, clavó y bordó el tema, al igual que Mike con su brillante solo. Bloodstreets nos llevó por caminos más, por decirlo así, nostálgicos, de nuevo otro momento de “pelos de punta” con la melódica intro, en la que Mike se lució y Nick demostró que algo del espíritu de Mark Reale vive dentro de él. Los agudos del Sr. Hall… estremecedores hasta la última nota. Si rítmicamente se bajó un poco la intensidad, la rockera Take me Back con esa genial melodía (¿hasta dónde llega la creatividad de esta banda a la hora de componer? Impresionante…), donde volvió a hacer acto de presencia el vocalista acompañante (de Portrait) y sobre todo la esperada Road Racin’ de su primer disco volvieron a poner el horno a 500 grados. Y fue en ese preciso momento, no se porque ostias, que se encendieron las luces, probablemente porque la banda se estaba pasando del tiempo establecido (coño, y a mí que me habían parecido 5 minutos…). Pero la banda en ningún momento se dio la vuelta y atacaron con sus mejores armas. La primera se llama Warrior y es un tema que me inspira tanto cariño como fuerza, pura esencia Riot, épica, orgullosa, guitarrera… desde el primer punteo me puso la tensión a mil por hora y no podía dejar de cantar mientras me hinchaba de gozo, al ver uno de mis mejores recuerdos del Rock Fest Barcelona 2015 reencarnado de nuevo, otro tema que nunca han dejado de tocar. Grandísima las partes de los solos.

A pesar del “aviso” al encender las luces, y ante los imparables ánimos del público, decidieron (y es que no podían dejarlas fuera) meter en el setlist Swords and Tequila, otro himno imprescindible que me trae otros tantos grandes recuerdos (y es que este es probablemente el disco suyo que más he machacado) y como no, Thundersteel, uno de esos temas que citaría entre otros pocos si alguien me pregunta como se puede definir el HEAVY METAL en una sola canción. Y a estas alturas, ya rozando el final, me volvía a sorprender a mí mismo mirando embobado la increíble resistencia de Todd Michael Hall dando unos agudos extremos, sin perder el tono, haciendo auténticas virguerías y pruebas de fondo con su voz. Cuando le vi en Rock Fest ya me gustó a rabiar su estilo, pero creo que la noche del 7 de Mayo me cautivó para siempre como cantante.

Una promesa es una promesa. Si bien en aquel festival de Barcelona no pude verles de la forma que me habría gustado, mi chica prometió acompañarme la próxima vez que vinieran y así fue, dejándome esta vez sí explayarme a gusto y quedarme tan ancho después de tan suculento conciertazo. Una noche de grandes colegas, viejos y nuevos, una asistencia tan especial como es a la décima edición de un festival ya mítico como el Pounding Metal Fest y sobre todo, de grandes sensaciones, de las de salir de la sala completamente agotado, sudando como un cerdo, lleno de contusiones, sin fuerzas ni para andar, pero con la mayor de las sonrisas de satisfacción en la cara. Para la próxima vez que visiten nuestro país, no necesito excusa para volver a verles, simplemente, y como decía un chaval que estaba detrás de mí, por el hecho de que Riot es una de las mejores bandas de este puto mundo.

Al final, por circunstancias ajenas, me quedé con las ganas de acabar de merendarme la noche con alguna salidita por argüelles o vallecas, aunque por mucho que hubiese molado la segunda parte de la noche, no podría superar a la principal. La retirada, al fin y al cabo, fue la mejor y más sana opción.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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