domingo, 10 de julio de 2016

¿Qué hay de nuevo, Lorca? (Metal Lorca 2016, Sábado 25/06/2016, Lorca)

Al igual que la llegada de la primavera supone para muchos un buen puñado de cambios en muchos aspectos, a mí me pasa algo similar con el verano. Supone, entre otras cosas, poder ser libre durante un tiempo de esta mierda de trabajo y poder disfrutar de la vida, sobre todo, asistiendo a todos los conciertos que pueda, y a los que no también. A parte, no puedo evitar decirlo (aunque muchos me liquidarían jeje) me encanta el calor. Calor, festivales, Metal, libertad… son unas cuantas de las cosas que más me gustan en esta vida. Hacía ya demasiado tiempo que no ponía mi cuello a prueba en un concierto, casi la barbaridad de dos meses, y empezaba a estar realmente mosqueado. Pero sabía que el mes de Julio, pese a que por putadas de esta perra vida sigo sin poder ir a ningún festival europeo, me aportaría bastante que llevarme a la boca. Desde aquel memorable Pounding Metal Fest 2016 no he vuelto a catar la arena de batalla, pero hace un par de semanitas el Metal Lorca puso fin a este despropósito. Curiosamente, este parece ser un año destinado a “probar” con festivales en los que todavía no había estado, como pasó en Madrid, y ahora en Lorca, aunque esta bella ciudad lo es todo menos desconocida para mí, ya que fueron muchas las ediciones del mítico y desaparecido Lorca Rock que disfruté, y donde me desvirgué en unas cuantas bandas como Slayer, Doro, o mis siempre idolatrados Manowar, por lo que le guardo un cariño muy especial. La cosa es que, por A o por B, nunca había podido estar en este Metal Lorca (no confundir con el anterior), que ha tenido carteles bastante potentes y por donde han pasado bandazas extranjeras como Napalm Death, Kamelot o Grave Digger, así como muchísimas bandas nacionales de gran nivel.

Era el momento. Sin embargo, este cartel me vino casi por sorpresa, y curiosamente hace relativamente poco tiempo. Quizá sin los cabezas de cartel no hubiese despertado el mismo interés en mí (lo siento, pero es la verdad, está muy lejos y la mayoría de bandas que me interesan ya las he visto bastantes veces), pero cuando vi, en letras grandes y brillantes, que los todopoderosos Rhapsody of Fire encabezaban la edición, automáticamente se convirtió en el festival que abriría las puertas del infierno a este verano que, por lo visto, parece que va a ser bastante apropiado para esa expresión. En ese momento, bandas como Ankhara, Ciclón o incluso Lujuria pasan a ser un enorme aliciente. Así que con todo, y llegado el gran día, cogimos mi chica y yo las dos horitas de carretera que nos separaban de tierras lorquinas para plantarnos en la ardiente parrilla de brasas en que se convierte la ciudad en verano. ¡Pero que a gusto se está tan cerca de un festival!

Para empezar, grandísima noticia: el festival se celebraba bajo una enorme carpa que protegería nuestra integridad física del sol. Y es que en Lorca he sufrido año tras año lo que no está escrito, por eso esta vez me alegré especialmente. Por otra parte, llegamos ya avanzado el festival, para así evitar comernos tanto calor.

Una vez quedó todo dispuesto, acudimos a la gran carpa para degustar el bolo de Kaothic, el primer plato del día. Al llegar, pensé que se trataba del grupo anterior, pero mi colega Iván, al que me alegré un puñao de ver, me sacó de mi error. Estamos ante una banda que llamó mi atención hace un tiempo, con la salida de su segundo y hasta ahora último disco “Lights and Shadows” (fantástica portada, por cierto) y que ahora tenía la ocasión de ver. Aunque realmente no es mi estilo predilecto, una banda que junta a dos grandísimos músicos como Andy C. y el siempre brutal Alberto Marín tiene que tener más de una cosa buena. Fue un concierto disfrutable, algo nuevo y fresco, una combinación arriesgada y una propuesta… distinta. Lo que me gustó a primera escucha de la banda fue sus constantes guiños progresivos, mezclados con un death melódico pero no de onda escandinava, sino más moderno (esto ya no me emociona tanto). El potente sonido de la banda, fuertemente cimentado en la gran pegada de Andy y Daniel Criado (bajo, con muy buena técnica, por cierto, muy buenas melodías) y amuralladas por las rugientes guitarras de Alberto, se suavizaba notablemente por las voces de Zyrus, quien utilizaba un registro limpio y grave con mayor frecuencia que gritos (que también había, ojo). La banda se fue creciendo poco a poco, haciendo suyo el escenario y creo que consiguió ganarse a todos los espectadores, algunos fans, otros simplemente curiosos. Vi un rollo un tanto distinto al que escuché en disco; puede que el regulero sonido no me permitiese apreciar los detalles progresivos, pero me resultó quizá demasiado melódico, no me llegó a enganchar totalmente, quizá por sus tesituras más modernas, pero los músicos son los músicos, y estos sí que captaron mi atención desde el primer momento en que llegamos a su concierto.

Ciclón: Una de las muchas bandas que, en los últimos años reivindican el estilo y el sonido de aquel Heavy Metal / Hard Rock de los añorados 80 (ahí tenemos también por cierto a los jóvenes Leather Heart, buenísimos). Les he visto en más de una ocasión ya y su primer disco he de reconocer que, a pesar de no tener alardes técnicos ni unos músicos que consigan dejarte embobados con su labor, me conquistó por su franqueza y su pureza. Es una banda de temas fáciles, pegadizos, rockeros y algo muy importante: actitud. Elásticos, chupas, melenas a lo años 80… y el buen repertorio que trajeron al Metal Lorca, en donde se centraron sobre todo en presentar su último trabajo “Fuera de Control”, al que todavía (y es que con tan poco tiempo… joder) no he prestado la debida atención. Sin embargo, demuestran que su camino es el mismo que el que empezaron hace unos años con el primer álbum, y que con temas como la cañera En tu Celda (a collejas de doble bombo) o Basta ya (dedicado a toda esa piara de sucios cerdos que nos gobiernan) demuestran sobradamente. Simplemente esto, el afán de no cambiar ya les honra. Sorprendentemente, trajeron más espectáculo escénico del que llegué a imaginar. Un monigote cadavérico gigante salió a escena hasta en 3 ocasiones (rollo Eddie, para que me entendáis) para meter un poco más de caña con el tema social (algo que la banda hace en muchos de sus temas). Se pudieron distinguir dos mitades, más o menos, en el concierto, en el sentido de que en la primera se dedicaron mucho a su último trabajo (salvo, por ejemplo, Criaturas de la noche, con unos buenos coros incluidos) y en la segunda nos brindaron cortes cañeros y muy animados (vamos, lo justo para no parar de mover la melena) como Sol Naciente (mi favorita sin lugar a dudas), Manos Siniestras o Caballeros del Rock, su gran rúbrica para un concierto divertido y con algún que otro problema técnico tras Palabras de Acero que, a pesar de todo, no bajó la intensidad. La pasión de Rubén al micro, los contoneos y solazos de Pablo, la actitud y coros de Kike… no lo permitieron. Cada día me gustan más y espero volver a disfrutarles en el Leyendas.

A pesar del “calorcio” que hacía en Lorca incluso a aquellas oscuras horas, el ambiente se tornó gélido y lúgubre, un halo de muerte recorría las tablas del escenario esperando la aparición de los ya más que consolidados Noctem, aguardando la ocasión de poder reventar el escenario del Metal Lorca. Y ahora sí puedo decirlo, ¡POR FIN LES HE VISTO! Por mi forma de expresarlo, notaréis que tenía muchas ganas. Y no será porque no he tenido oportunidades, pero los valencianos (encima “vecinos”) siempre se me escurrían. Pero he escuchado de lo que son capaces, he leído crónicas, he atendido a comentarios sobre ellos… y sabía que eran brutales, pero aquella noche dieron hasta la última gota de sangre sobre el escenario. La colorida iluminación lució más que nunca, y la banda, cubiertos con maquillaje de lo más tétrico, dejó una gran huella en mis oídos. Por otra parte, tampoco he profundizado demasiado en su discografía, pero sabéis que me encanta el black metal y nunca pierdo oportunidad de ver directos de bandas de este palo. Probablemente fue la banda que peor sonó de todo el festival, puede que por particularidades de su estilo, puede que por problemas técnicos, pero lo cierto es que una banda como Noctem con un sonido demasiado refinado tampoco se disfrutaría igual. El torbellino que formaban cada uno de sus temas se extendía por todo el recinto, y vi, por las caras, que más de uno flipó con su directazo. Salvo algunos fragmentos más tirando al groove (no demasiados), es fácil reconocer la esencia blacker en ellos, no por sus pintas, sino por la furia y la extrema dureza de sus temas y de sus movimientos sobre el escenario, de verdad, acojonantes. Ya en los primeros temas, Invictus o Cycles of Tyranny, el agresivo vocalista avisó de que tras los primeros moshes quería ver una pila de cadáveres sobre el suelo, así como varias mutilaciones. Beleth, todo un personaje que supo llevar el timón de la banda a base de dejarse la piel e involucrarse en cada tema, tanto vocal como física o teatralmente como si en ello le fuera la vida. Otros miembros de la banda, como por ejemplo el batería… uf, vaya tela, que jodida máquina de arrear ostias, o los solos cual relámpago de Exo, todos formaban una máquina de lo más compacta que no dejó piedra sobre piedra, arrasando con todo. Uno de los conciertos que más me gustó y con el que me lo pasé teta. Además, para deleite de sus fans más cercanos, nos regalaron 3 temas que formarán parte de su próximo disco en exclusiva.

Hace unos años, en 2013 si no recuerdo mal (un año brillante en cuanto a conciertos pero bastante nefasto en casi todo lo demás) me pegué un buen atracón de Ankhara, una banda que me ha gustado mucho casi desde sus inicios (aunque yo les conocí con el “II”). Desde entonces no les he vuelto a ver, por lo que ya tenía yo ganas de reencontrarme frente a frente con los madrileños. Debido a la discreta asistencia de público hasta el momento (si la peña no fue a ver un grupazo como Ankhara, no se a qué estaban esperando…), nos colocamos entre las primeras filas para empezar a disfrutar desde el primer estallido de guitarras con Demasiado Tarde, Un Paso Más y 3.40, los 3 primeros temas de su disco “Dueño del Tiempo”. Por lo visto, la banda está convencida, a tenor de lo visto, de que este es el disco favorito de sus fans (aunque no es mi caso) ya que gran parte de su actuación estaba fundamentada en él. Tras este intenso comienzo, en el que el sonido estuvo bastante bien (comparado con la banda anterior), dieron paso al mayor cambio en su setlist en 3 años, casi el único diría yo, que fue Frío Infierno. Si ya en su día Cecilio me pareció un guitarrista que roza lo divino en cuanto a solos y riffs, emparejado con Alberto Marín (que repetía protagonismo aquel día) forman un dúo de auténtico lujo, ya que alternan los solos y ambos tienen un porte y unas habilidades magistrales. Sin embargo, me pareció (probablemente debido al cansancio) que Alberto no estaba en su mejor día. Jesús Alcalde, batería de la banda, fue sustituido aquella noche por Rubén Santos, quien, según dijo la banda, había aprendido el setlist entero en tan solo unos pocos días, lo cual tiene todavía más mérito cuando vi cómo tocaba el colega, omitiendo algunos detalles, pero dándole firme y saliendo del paso sobrado. El momento más disfrutable del directo para mí llegó con el doblete de temazos de su “II”, además mis dos favoritas. Jamás es un tema para cerrar los ojos al principio (con esa armoniosa y bonita introducción que le dan en vivo) y posteriormente dejarse el cuello con su cabalgante ritmo. Os aseguro que Pacho bordó el tema con su voz dorada. La otra, No Digas Nunca, con unos coros de lo más agresivo por parte de Alberto y de nuevo revalorizada con el vozarrón de Pacho. Me encanta la fuerza que tiene esta canción. Océanos de lágrimas creó una bonita ambientación, aunque también es cierto que bajó demasiado el ritmo de un concierto con el que la peña, no se muy bien porqué, no pareció dar hasta la última gota de sudor, aunque personalmente creo que les quedó de lujo. Sin embargo, tal como digo esto, también puedo afirmar que la recta final, empezando con No Mires Atrás sí estuvo llena de palmas, melenas, saltos y algún empujón, constituida por temas de fácil estribillo que todo fan de Ankhara conoce, al igual que sucede con Hasta el fin. Aunque personalmente han ido desapareciendo de mis gustos estilísticos estos temas tan facilones, en directo los disfruto como un niño, reconózcolo. Pacho no permitía que nadie se durmiera, así que continuamente estuvo lanzando mensajes de ánimo al público (y otros bastante feos, como quitar méritos a bandas extranjeras, como es su dudosa costumbre), pidiendo palmas y diciéndonos que cantáramos con él los temas. Acordes mágicos fue, para no variar, el único tema que tocaron de su “Sombras del Pasado” y su punto y final al concierto, probablemente el momento más animado y coreado de todos.

Hora de “replantearse la situación”, tomar un buen litro y descansar un poco, porque llegaba la hora de la verdad. Un momento que llevo deseando desde hace años. Y es que Rhapsody of Fire están, por derecho propio, en mi Top 5 de las mejores bandas de la historia. Les adoro, pero esto no es fruto de un solo día, sino de haber seguido una carrera entera de cerca, de saber que son músicos absolutamente fascinantes, con uno de los mejores vocalistas de todos los tiempos (lo cual volvió a demostrar anoche) y temas que forman ya parte de mi existencia, llenos de poder, orgullo y fulgor épico. Aquella noche, la banda que tenía delante es la parte de la escisión de los antiguos Rhapsody of Fire que más me gusta sin duda (más que Luca Turilli’s Rhapsody), contando con el colosal Fabio Lione, Alex Holzwarth y Alex Staropoli, y como miembros nuevos: Alessandro Sala al bajo y Roberto De Micheli a la guitarra, un auténtico relámpago de las 6 cuerdas que me dejó “lobotomizado” en más de una ocasión.

Cuando volvimos de nuestro pequeño descanso (lo justito para refrescarse) encontramos que las primeras filas todavía no estaban abarrotadas, ni lo llegarían a estar en ningún momento realmente, lo que me confirma la vagancia de muchos de aquellos que se hacen llamar heavys por no acercarse a Lorca a ver un concierto que resultó para mí ser uno de los 3 mejores en lo que va de año, absolutamente bestial en todos los aspectos. Y encima a un precio totalmente ridículo. Bien, cada cual con su rollo, ellos se lo pierden. A modo de introducción, y como ya es un clásico en ellos, sonó In Principio, la fantástica pieza instrumental que abre su último trabajo y os aseguro que fue una apertura a lo grande, con un volumen estremecedor y una claridad que casi se podía palpar, una composición que trajo de la mano, seguidamente, a Distant Skies, otro de los temas que te dejan preparado para una jodida batalla, rápida, feroz, y con una actuación ya sobresaliente por parte de todos los miembros de la banda italiana, pero especialmente…. de Fabio Lione. Un tema que requiere tanto vocalmente, y siendo el primero… lo de este hombre es casi sobrehumano, con unos agudos y una potencia que claman al cielo, su voz parece estar completamente intacta a día de hoy, siendo capaz de modularla a su antojo y con total perfección. Y esto no había hecho más que empezar, porque con Unholy Warcry, un tema ya más conocido, muy sinfónico y grandilocuente, sonó tremendamente natural, con mucha fuerza y gran clímax tras el estribillo, aderezado (por supuesto) por la parte orquestal disparada que le acabó de dar una fuerza descomunal. A estas alturas del show ya se había puesto fin a los problemas de ecualización que deslucieron un poco el primer tema, en donde por encima de todo se escuchaba el bajo de Alessandro y el doble bombo de Holzwarth. A causa de un “trocito” de tema que se les “escapó” justo antes de empezar el concierto, ya sabía que, tarde o temprano, llegaría la hora de cerrar el puño y levantar la cabeza llena de orgullo ante March of the Swordmaster, una de las cúspides en cuanto a épica de Rhapsody of Fire, un auténtico himno de guerra que arrancó los primeros subidones reales entre el público y muchísimas manos levantadas ante una interpretación de nuevo digna de ver. Ovaciones y ovaciones después, la banda, por medio de Fabio, no dejaba de recordarnos el tremendo calor que habían pasado en Lorca, y alguna anécdota curiosa sobre fútbol que terminó siendo cierta jojojo. Muy comunicativo y atento durante las casi dos horas del concierto, el vocalista se ganó a pulso al público, estando muy cercano y sobre todo cantando como un Dios. Seguidamente, una buena tandita de temas procedentes del “Into the Legend”, como Rage of Darkness y la misma Into the Legend, especialmente la primera nombrada es la que más descolocó a la peña por su ritmo más apagado y oscuro. Es un disco que me falta todavía por pulir mucho, pero por las escuchas que le he dado, ya se que va a terminar encantándome. Porque Rhapsody of Fire (con o sin la coletilla) nunca han cambiado y no quiero que cambien jamás, no quiero que innoven, ni que muten su sonido, sigo queriendo historias de fantasía, épicas, de espada y brujería y millones de dragones. Así ha sido y así es como debe de ser siempre.

No es demasiado habitual escuchar en directo temas de su “Legendary Tales”, su primer álbum con el que me inicié con ellos, pero si alguna tenía cabida en el setlist, esa era Land of Immortals, uno de los temas que les hizo grandes en sus comienzos. Me encanta y de verdad que me desgañité cantándola, y es que intentar emular a Lione es dejarse la garganta… que bárbaro, como atrapa las notas más altas sin padecer casi esfuerzo… Y por supuesto, el tema fue bordado también por el gran Staropoli, al que considero probablemente el mejor músico de la banda junto a Fabio. Es increíble verle tocar, lo sencillo que parece y lo tremendamente complejos que son sus solos, y en cuanto a ambientaciones es un fenómeno. Hablando de “verle”, me pareció muy mal que estuviese tan escondido; entre el espeso humo que lanzaban y la posición que ocupaba era realmente complicado disfrutar de él por desgracia (aunque por suerte, no de su sonido). Ya, antes de la mitad del concierto, se plantearon bombardearnos con todos los clásicos que diese tiempo. Sí es cierto que probablemente Fabio hablase un poco más de la cuenta, pero aquellos que acusen a los italianos de llevar exceso de samplers e incluso de hacer playback… sinceramente, no tienen ni puta idea. Holy Thunderforce golpeó y sacudió las tierras de Lorca con un doble bombo impresionante, y de nuevo un solo de Staropoli para dejarse la piel dándole al headbanging. Uno de los temas que nunca deben de faltar en sus directos, y más si la cosa suena como sonó aquella noche. Pero lo que vino a continuación si que no me lo esperaba... En cuanto Fabio comenzó a hablar sobre un tema en su lengua natal (siempre comunicándose con nosotros en un chapurreo italo-castellano)… deseé con todas mis fuerzas que fuese Lamento Eroico… y en cuanto escuché las primeras notas, automáticamente se me erizó toda la piel. Una auténtica obra maestra a nivel compositivo, un tema lleno de tristeza, épica y evocador como el que más. Fabio hizo aquí gala de su registro más operístico, y joder, por supuesto que llevaban coros y demás grabado, porque es algo imprescindible para redondear el tema. En conjunto sonaba todo absolutamente estremecedor, momento de disfrutar casi con los ojos cerrados, mientras Fabio se mantenía en el centro del escenario, actuando de forma muy teatral, y al piano fabuloso Staropoli, que le puso un sentimiento… buf, acojonante, creedme. Tras este momentazo (que se convertirá en algo inolvidable para mí), vino algo que deseaba en silencio: un solo del maestro de la batería: Alex Holzwarth. Una repasada de hostias a la batería demoledora, no fue uno de estos solos densos y cansinos, sino una sarta de palos impresionante, parecía que de un momento a otro iba a hacer pedazos la batería, y es que joder, que mazazos mete el tío...

Poco después, vuelta a la normalidad del concierto, coros apocalípticos anunciaban la llegada de Rain of a Thousand Flames, un tema que forma parte de su cuarto disco, del cual dijeron en su día que era un regalo para los fans. Una composición frenética, con muchísimo doble bombo, y que a estas alturas ya alcanzó la perfección sonora. Fabio nos habló durante un buen rato del guitarrista actual del grupo, sobre sus proezas y un montón de detalles técnicos en referencia a su velocidad con el metrónomo, etc. Y la verdad, no era necesario, en el sentido de que llevábamos ya una hora viéndole actuar… y sinceramente a mí me dejó “pasmao”. A parte de haber aportado cierta personalidad a los solos y discos en general de la última época de la banda, en directo es pulcro, elegante en su forma de tocar, una auténtica bala con la púa, dejándonos maravillados tanto con los solos que en su día compuso Luca Turilli como con los propios. De hecho, tras Village of Dwarves, que nunca me emocionó tanto como otros temas pero está de lujo para echar unos saltitos en plan fiesta, el guitarrista se marcó un pequeño solo, para terminar casi empalmándolo con Dawn of Victory, con la que todo el mundo se volvió loco, con esas guitarras a toda hostia y sin dejar de desmelenarse salvajemente, de nuevo envueltos por esa fuerza de los todopoderosos Rhapsody of Fire que te incita a dar golpes al aire siguiendo su poderosísimo ritmo. A estas alturas, echaba de menos algún tema como Wisdom of the Kings o Power of the Dragonflame (que NO tocaron), aunque entre medias, casi para terminar ya, metieron Reign of Terror, un tema que sorprende por muchos motivos, por su ritmo y melodía cercanos al Death Melódico y por las voces ásperas, casi death, de Fabio Lione, demostrando una vez más que es un vocalista fuera de serie y enormemente polivalente, un hombre con una voz de hierro, sencillamente superior. De hecho, paralelamente a Rhapsody of Fire ahí le tenemos también dando el callo en Vision Divine y Angra, dos bandas de auténtico nivelón. El tema fue interpretado con una coordinación impecable, en la línea de la infinita elegancia de la banda. Y me he saltado antes un tema, que supuso sin duda el momento más sensible y emocionante de todo el concierto, con un profundo recuerdo al gran e incomparable Christopher Lee (uno de mis actores favoritos cuyo trabajo me enamoró de pequeño con su actuación en aquella película llamada Drácula, príncipe de las tinieblas, del 1966). El tema como podréis imaginar, es la apoteósica balada The Magic of the Wizard’s Dream, una auténtica JOYA que nunca había visto en vivo. De nuevo vimos a una banda totalmente acompasada, y a un Fabio Lione teatral, capaz de hacerte sentir los temas como ningún otro cantante. El tema que dio cierre a su impresionante setlist fue, tras casi dos horas de concierto, la previsible aunque siempre celebrada Emerald Sword, con la que se desató el movimiento bajo del escenario a un ritmo desbocado, con cientos de voces coreando el estribillo.

Sé que me he extendido mucho con esta crónica, pero de verdad, necesitaba contaros todo lo que disfruté viéndoles, una verdadera locura. Con un sonido casi perfecto, fortísimo, y una banda tan coordinada (y por supuesto, siendo una de mis favoritas), es difícil no triunfar a lo grande y hacer disfrutar tanto.

No es extraño ver a Oscar Sancho y sus huestes poniendo el punto y final a un festival. En este caso, técnicamente fueron los Tributo a Metallica, pero sinceramente, prefiero contar a los segovianos como los que despidieron este Metal Lorca 2016. Lujuria salieron al escenario, como siempre, con Oscar vociferando, pidiendo caña y “amenazando” al personal para que nadie se durmiera en los laureles a pesar de las horas y el cansancio. En este sentido, no es de extrañar que en muchas ocasiones les toque cerrar, ya que son muy capaces de volver a encender la llama a altas horas. Lo que terminó de volver a avivar mi fuego definitivamente fue Mozart y Salieri, elegida para comenzar la fiesta final, veloz y animada, aunque quizá noté algo de descoordinación entre voz y músicos (o igual fue el irregular sonido), cosa que se subsanó con No soy carne de cañón (muy macarra) de su “Enemigos de la castidad” y Sexurrección, que animaron cantidad al personal. Oscar iba vestido con un traje realmente estrafalario, y la banda parecía pasárselo en grande tocando temas habituales como Cinturón de castidad, la gran Estrella del porno. Y es que estos tíos siempre han sido unos cachondos, pero tocan de vicio. Cae la máscara me gusta más cada vez que la veo en directo, es uno de esos temas que se me quedan en la mente. Me resultó bastante extraño no encontrar a Manuel Seoane entre sus filas aquella noche, me hubiese encantado, y pensaba que era miembro fijo oficial de la banda. En su lugar, Jesús Sanz hizo un gran trabajo, tremendos solos y unas interpretaciones de lo más tralleras, sin dejar de moverse ni un segundo. El concierto tuvo un aire muy reivindicativo, incluso más que de normal, debido a que nos encontrábamos en la jornada de reflexión de las elecciones. Esto no supuso inconveniente para que el vocalista se cebara a gusto y con razón con los politicuchos de mierda, especialmente los de derechas (y MUY especialmente con los de Ciudadanos, lo que me encantó y me hizo reír a carcajadas jeje). Pero a parte de estos discursos, que sirvieron para divertir e intentar concienciar más que nada, tuvimos otra buena ristra de clásicos de los que te vuelven a levantar del suelo, como Sperman, o el tema Esta noche manda mi polla, del EP homónimo, toda una genialidad de los tiempos más actuales de la banda. La batería fue poco a poco alcanzando un sonido más normalizado y no tan estridente, mientras las guitarras, según recuerdo, sonaron muy bien a lo largo de toda la actuación. Ahí tuvimos el placer de ver a Oscar dejándose la garganta (aunque su estilo nunca me apasionó) y bromeando sobre comparativas con Fabio Lione (faltaría más jajaja), a Jesús arrodillándose con los solos o a Maikel repartiendo ceraca a los palos. Sin parar de pecar, todo un clásico de la banda dejó paso a la imprescindible e infalible Corazón de Heavy Metal. Y es que la banda, a parte de defensores del sexo libre, son grandes defensores del puto HEAVY METAL, reivindicando siempre que somos una gran familia, que hay que llevar los conciertos a espaldas y las melenas con orgullo, y sobre todo no rendirse jamás, e incluso se bajo entre el público a hacer algún tema. Todo esto es perfectamente aplicable a la filosofía de su último tema: Joda a quien Joda (una de las que más a tono me ponen siempre), gritando a muerte aquello de “tengo muy claro NUNCA VOY A CAMBIAR” hasta destrozar mis cuerdas vocales. Así suele ser un concierto de Lujuria: diversión y Heavy Metal a partes iguales.

No solo las cuerdas vocales, casi todo en mí estaba ya medio destrozado, y todavía tenía dos horitas por delante para volver a casa. El día había sido bastante intenso, y el calor puso el resto (por suerte, sin sol directo), por lo que me vi obligado a hacer una paradita en el camino para sobar un rato y continuar. En cualquier caso, lo repetiría una y mil veces, porque de aquella noche siempre quedarán imágenes en mi mente: La técnica de los Kaothic, el empuje de los Ciclón, la brutalidad extrema de Noctem, varios temas de Ankhara, la espectacularidad, grandilocuencia y clase de Rhapsody of Fire y las carcajadas y el headbanging con el cuello ya casi roto en Lujuria… mucho más de lo que esperaba incluso del festival. Lorca, me has vuelto a ganar.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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