domingo, 31 de julio de 2016

40 horas de Metal (Rock Fest Barcelona 2016, Viernes 15/07/2016, Can Zam, Santa Coloma de Gramenet, Barcelona)

Bueno colegas. La hora de las bromas se acabó. Este año, como ya he comentado en alguna crónica anterior, está siendo de lo mejorcito a nivel de conciertos / festivales, no especialmente elevados en número, pero sí en algo muy importante: la gran mayoría de ellos de una calidad de categoría “gourmet”, algunos realmente inolvidables: mucho Hamlet, Suaves, Rhapsody of Fire, Riot… conciertos muy especiales, pero demasiado cortos para saciarme en cuanto a duración (que no en intensidad, ojo). No fue hasta hace poco cuando realmente empecé a catar los siempre memorables y esperadísimos festivales veraniegos, aunque en todos los casos me he quedado con ganas de más. Pero había unas fechas, entre el 15 y e 17 de Julio, en donde sabía que sin duda iba a quedar completamente saciado de METAL. Hablo del Rock Fest Barcelona 2016, el que ha sido, probablemente, el evento más esperado en lo que va de año y, sin duda, el más extasiante, una auténtica odisea la que vivimos mi chica y yo el pasado fin de semana en la acogedora localidad de Santa Coloma de Gramenet, que ha demostrado durante tres ediciones del festival que tiene los cojones muy bien puestos. A falta de, desgraciadamente, poder asistir a algún festival europeo, estoy seguro de que este festival ha sido el mejor en cuanto a calidad general (sobre todo en cuanto a bandas y sonido) de los que voy a asistir este año. Ya hablaré de forma más detallada sobre los fallos y aciertos del evento, pero puedo adelantar que este año se han puesto las pilas en unos cuantos aspectos para hacer nuestra estancia allí más llevadera ante el brutal calor que asoló la zona durante los tres días. ¡¡Comienza la odisea Rock Fest!!

Y es que han sido tantas batallas vividas, tantas emociones y tanta adrenalina, tantos músicos y temas, tantos momentazos y grupos… colegas, risas, diversión… que es complicado incluso el simple concepto de poder explicar con palabras estos tres días tan rabiosamente intensos y escrupulosamente aprovechados fuera del maldito trabajo y la rutina diaria causada por este que tanto me ahoga. Escapar de esta era tan solo el primero de los muchos objetivos que me marqué en este fin de semana, sin duda el que más he disfrutado en lo que va de año, entre otras cosas más obvias, por ser más largo de lo normal.

El cartel del festival en esta edición no tenía absolutamente nada que envidiar a los grandes festivales internacionales, y esto es algo muy positivo. Sigue habiendo ciertos prejuicios, ciertas bandas repetidas hasta la saciedad (que sin embargo, luego arrasan), pero la selección para todos los gustos y las potentes bandas que conformaban el plantel era realmente impresionante, capaz de dejar en shock a los que entendemos de buena música. Tuvimos raciones intensivas de Power, Heavy, Hard Rock, Death, Gothic, Rock setentero, Thrash, Doom, rollos más clásicos… sí, verdaderamente impresionante, solo faltó, eso sí, algo de Black Metal, que en algunos momentos eché de menos.

Viajamos en un santiamén entre Reus y Barberà del Vallés, lugar donde nos hospedaríamos las dos primeras noches del festival. Una vez allí, lo siguiente era aprovisionarse con algo de priva y comida e inmediatamente después, partir hacia Santa Coloma y tocar madera para que fuese posible aparcar y llegar a tiempo para coger las pulseras y no perderse ninguna banda que nos interesara. Este año (no recuerdo que en anteriores hubiese) se puso a disposición de los asistentes una zona de aparcamiento gratuita, no excesivamente grande, pero que podía salvar el culo a más de uno. Llegamos y el sitio ya estaba bastante apurado, pero conseguimos apalancar el coche para no moverlo hasta el fin del día. Rapidito fuimos a por las pulseras, donde por suerte las colas no eran excesivamente largas, ¡¡y para adentro!! ¡¡A por el primero!!

Tan punto llegamos frente al escenario (siempre ansiado momento), faltaban pocos minutos para que empezaran Orphaned Land, la primera banda interesante para mí en tocar, cuando casi simultáneamente nos encontramos con nuestro colega Guille, con quien pasamos gran parte del festival. El concierto en sí fue, debido al momento, una mezcla entre conversación, risa y Metal de excelente factura como el que ofrecen a su público los israelíes. Tanto en algunas de sus vestimentas, como sobre todo, en todas sus canciones se pueden apreciar muchos motivos y melodías con sabor oriental, es el gran aliciente de la banda, su principal rasgo de personalidad y se benefician del amplio rango de posibilidades que supone unir el Metal con el sabor de la música folk de su país. Su directo es siempre potente y sin fisuras, aprovechando las grandes cualidades de sus músicos, que poseen una técnica muy avanzada. En Rock Fest era una buena oportunidad de volver a verles, después de tener que perdérmelos en el pasado Leyendas, ya que es una banda con la que siempre he disfrutado. Y en Santa Coloma no fui el único. All is One por ejemplo, fascinó a la par que animó a todo el mundo a ir moviéndose. A pesar del handicap de tener que tocar a la 1 y pico del mediodía, con poco público, la banda hizo como si esto no fuese con ellos, reclamando siempre de forma elegante movimiento y pasión. Con temas como Barakah y Sapari, de su “The Neverending Way of the ORwarriOR” (el disco al que más cancha he dado), todo el mundo levantaba ya las manos, bailando cada uno a su manera, y vitoreándoles, y los componentes del grupo, contentos, continuaban exhibiendo su gran habilidad como los músicos tremendamente técnicos que son, solo hace falta pararse a mirar la velocidad de la batería, los dibujos de su bajista… y por supuesto, la gran voz de Kobi Farhi, su vocalista, que domina perfectamente tanto los registros limpios como los guturales, a parte de tener un timbre de voz muy agradable en ambos registros. Cada vez me gustan más.

Si en algún cartel de cualquier festival ves el nombre de Grave Digger, ten por cierto que su actuación va a ser un valor 100% seguro, y que no debes de perderte por nada del mundo. Pero esto no es nuevo de ahora, porque yo ya les vi hace casi 10 años por primera vez y en este 2016 me vuelven a demostrar que no han cambiado ni un ápice a peor, sino que siguen manteniendo toda esa energía y sobre todo, esa actitud asesina, tan Heavys y duros como en toda su existencia como grupo. Las flechas germanas invadieron el escenario como tal, de forma rápida, contundente y poderosa, a la velocidad que marcan temas como Headbanging Man, otras tan pegadizas como The Dark of the Sun, o Season of the Witch. En esta última, especialmente, destacaba el buen sonido del que gozaba el concierto, los coros se escuchaban perfectos, a los que se ha de añadir la participación del público, completamente implicado desde el principio. Y es que es normal. Con un trallazo así de sonido y una banda que se quiere merendar al escenario y al público a la cual tan solo le hacen falta unos cuantos temas para conseguirlo, Grave Digger tenían el terreno de batalla bien compuesto, alzando su particular himno Excalibur al viento, el doble bombo de Stefan Arnold atronando y marcando el ritmo junto a su compañero Jens Becker, con una actitud acojonante, tan solo superada quizá por sus compañeros de las seis cuerdas, que nos transportaron directamente a aquella época donde las bandas se desmelenaban sin pensar en el mañana, headbanging a saco y piernas bien despatarradas con mallas atigradas. ¡Esto es Heavy Metal, joder! Bromeando con el público pero sin malgastar el tiempo, el bueno de Chris Boltendhal, eterno vocalista de los excavadores de tumbas, se dirigía bastante a nosotros, pidiendo más fuerza en los gritos, y si de aspecto puede parecer algo desmejorado, dentro de sus capacidades vocales se le ve pletórico. El telón de fondo, por cierto, guapísimo. Seguían en una onda más rockera con Tatooed Rider, de uno de sus últimos trabajos (“Return of the Reaper”). ¡Fantásticos de nuevo esos coros! Y no creáis que la furia de la banda fue decayendo, para sus últimos bombazos como Highland Farewell y la tan aclamada Rebellion seguían las melenas, las carreras y las chulerías varias, hasta que dijeron adiós con Heavy Metal Breakdown, que hizo estallar definitivamente al Rock Fest. Por cierto, ¡impagable el detalle de que el teclista diese todo el concierto disfrazado de la muerte!

Pequeño descanso para Moonspell, y me jodió bastante, no creáis, y no porque no les haya visto (5 o 6 veces mínimo) sino porque los últimos directos que vi de los portugueses me dejaron pasmao. Son tremendamente bueno y estoy seguro de que, a pesar de la intolerable hora a la que tuvieron que tocar, fueron muchos los que disfrutaron de su actuación, del carisma y voz de Fernando Ribeiro, de las oscuras ambientaciones (que seguramente el día deslució un poquitín) y de grandes temas de su discografía, como algunos que escuche: Opium, casi al principio, Vampiria, Alma Mater… percibí, desde lejos eso sí, poca variación en su setlist, pero esto puede ser algo muy positivo en caso de Moonspell.

Y todavía menos mal que nos fuimos a dar un voltio para tomar algo fresquito… porque lo de Dragonforce fue totalmente extenuante, y esto sí que no me lo podía perder. Posiblemente la hora más jodida e inhumana del día, un calor abrasador que casi podías sentir derretirse la piel y una llama ardiendo en tu cabeza. Pero aunque así fuese, ni eso me iba a parar los pies. De repente, ahí estaban, 11 años después de verles por primera y única vez, con una formación idéntica salvo el cambio de vocalista. Es ahora a Marc Hudson a quien corresponde llevar las voces, tarea harto complicada tratándose de una banda como Dragonforce. Hablando de este hombre, precisamente, y ya con Holding On cortando el viento, se soltó un pedazo de agudo infinito que nos dejó a todos temblando. Y al trapo, ¡¡empieza la fiesta!! My Spirit will go on podría ser pura declaración de intenciones para una banda que, por suerte, no ha cambiado un ápice desde que comenzaron. Un temazo que me trae muy buenos recuerdos, y que provocó unas cuantas dosis de adrenalina con el solo. Porque era inevitable: Herman Li ocupó gran parte de las miradas. De hecho, cada uno de los músicos tenía su propia mini-tarima sobre la que alzarse y lucirse, dejar a la peña con un huevo en cada mano. Tiraron mucho de “temas principales” como las fantásticas Heroes of our Time o Operation Ground and Pound para seguir fascinando y a la vez enganchando con esas melodías ultra pegadizas que siempre han sido su santo y seña. En mi opinión, y es tan válida como cualquier otra, Marc Hudson, literalmente, se come vivo a ZP Theart. A nivel de afinación, a nivel de rango… y también a nivel escénico. Hicieron una elección tremenda, sin duda, y a pesar de lo traumático que resulta el cambio de vocalista para una banda ya consagrada, Dragonforce están más fuertes que nunca, y me alegra ver que en directo han mejorado muchísimo, sin atarantarse a causa de la extrema velocidad de temas como Symphony of the Night (con ese aire neoclásico, genial), cosa que sí les pasó la primera vez que les vi. Valley of the Damned tenía que ser una fija 100%, recordando a sus todavía memorables primeros discos. De hecho, mi favorito sigue siendo el “Sonic Firestorm”. Fue una salvajada de concierto, un virtuosismo desmedido, estremecedor, en el que casi se me cae la calavera al suelo de tanto headbanging, y una de las principales causantes fue Through the Fire and Flames con todos los miembros fardando de sus habilidades y nosotros ahí, entre flipando y partiéndonos el cuello. ¡¡Y en el Leyendas más!!

Lo que tiene Rock Fest: cambios de estilo radicales. Como el que me llevó directamente y sin anestesia del escenario donde tocaban Dragonforce al que iban a meter cera los Coroner, míticos como ellos solos. Desde Zurich, Suiza, llegaban estos monstruos del Metal para desgranar unos cuantos temas que a buen seguro no dejaron indiferente a nadie. Para mí era una de las actuaciones del día, por su propuesta diferente a todo lo que se pueda escuchar en un festival y por su potencia en directo. La definición musical de “techinal thrash” que siempre les acompañó en sus inicios se fue emborronando cada vez más, al mismo tiempo que la banda llevaba su estilo por senderos extraños e impredecibles. Cuando les vi en Wacken hace 4 años fue cuando realmente me impactaron, y aunque en esta ocasión el factor sorpresa era menor, de alguna forma tenía todavía más ganas de verles. Un evento imprescindible en este Rock Fest que nadie debería haberse perdido. A raíz de lo visto, no fue así: muy poca peña comparada con otros grupos. En cualquier caso, solo decir que nada más comenzar, el sonido era tan potente y el volumen tan elevado que despeinaba. La batería sonó como una auténtica ametralladora y las guitarras creaban un muro sónico acompañadas por los simples (que en este festival tuvieron menos presencia que la anterior vez que les vi). Etiquetar algunos de sus temas es harto difícil y no lo voy a hacer, solo decir que con Coroner uno está condenado a escuchar música sin complejos, de calidad, interpretada por unos músicos (tan solo cuatro) muy superiores a la media, tremendamente habilidosos y espectacularmente técnicos. En temas como Serpent Moves suenan toscos y aplastantes, esas guitarras a degüello, tan incisivas como el bajo de Ron Royce, al igual que Masked Jackal, que dedicaron a ese gusano llamado Trump. La banda llevaba nada menos que 10 años sin pisar nuestro suelo, aunque también hay que contar que, anteriormente al 2010 tuvieron un parón muy largo. En cualquier caso, bien por la organización del festival por contar con ellos. Yo personalmente disfruté muchísimo de su actuación y de su indiscutible técnica. Se mantuvieron casi impasibles ante todo durante el concierto, sin apenas hablar, descargando toda la densidad de sus temas sin dejar de castigar el cuello a ritmo de la batería que, insisto, sonaba de pura locura, con lo que todavía es más fácil apreciar sus contrastes, sus contratiempos… una delicia. Grin (Nails Hurts) es otro ejemplo de su contundencia, y tan solo Reborn Through Hate, si no recuerdo mal, nos devolvió aquella intensidad más thrasher de sus inicios.

Si hubo algo que me atrajo desde un principio hacia el cartel de este festival era la aceptable cantidad de Hard Rock en él (aunque yo siempre pondría más) y también que las bandas que representaban el estilo eran bastante complicadas de ver por aquí. Tyketto es el perfecto ejemplo, entre otros. Una banda que nació ya un poco alejada de ese sonido tan de los 80, pero sin la simplicidad y casposidad de los 90, y que, además, era la primera vez que les iba a ver en vivo. Para más disfrute, el propio Danny nos adelantó que el concierto iba a constar de su genial disco “Don’t Come Easy”, que también les dio la fama. ¡A mí la idea me pareció de puta madre! Comenzaron con Sail Away, Strip Me Down… temas con mucho gancho y un feeling tremendo, las cuales por si solas ya tendrían pero que la banda engrandeció todavía más. Teclista en primeras filas, muestra de buena actitud, Brooke y Jimi muy animados y con ganas de hacer disfrutar, pero fue sobre todo Danny quien reunió las miradas. Y no solo por su estupenda forma física, sino también por su impresionante voz. Habrá distintas opiniones (como gustos hay) sobre el timbre de su voz, pero su potencia y capacidad son indiscutibles. Un gran cantante con fantásticos dotes escénicos, y además, colgándose la guitarra para un tema, tocando la harmónica en otro… hizo que Nothing But Love, Walk on Fire o Lay your body down cobraran muchísima vida, imposible dejar de bailar y agitar melenas, Hard Rock melódico, sencillo y tremendamente pegadizo para pasarlo como Cristo. La preciosa balada Standing Alone fue emotiva (y muy grabada por los móviles de todo el mundo (joder, en lugar de disfrutar del tema… que cojones tiene la gente). Aunque en Seasons la guitarra le hubiese quedado perfecta, Danny prefirió cantarla micro en mano, y a partir de aquí vinieron, uno tras otro, mis temas favoritos: Burning Down Inside, corte que rebosa alegría y energía, casi tanta como demostró la banda, Wings (mi favorita), tan melódica y deliciosa como en disco y Forever Young, obviamente la más conocida. Lo más destacable es que Danny cantó los temas de forma completamente IDÉNTICA a como podemos escucharlos en un disco de hace 25 años!! Sin duda, una voz privilegiada, llegando a altísimos tonos, exprimiendo sus habilidades pero a la vez sin despeinarse, y por supuesto, sin parar de recorrerse el escenario y mirar cara a cara a sus fans (con alguna palabrita en castellano jeje). Y doy fe que incluso mucha gente que no conocía prácticamente a la banda lo pasó teta en esta pedazo de actuación.

Para gustos colores, como siempre, pero el cartel pegaba aquí un bajón en, al menos, dos horas, por lo que como el tiempo es oro, decidimos pasar de los ruidosos Heaven Shall Burn, que nunca me han gustado, y algo del show de Mago de Oz. Llegar a los escenarios pronto tiene su recompensa también a la hora de aparcar, y gracias a ello pudimos disfrutar de divertidísimas conversaciones con nuestro colega Guille, unas patatas fritas, y porque no decirlo, unos cuantos cubatitas que nos dejaron medio tostaos. Un descansito nunca viene mal, y fue el momento perfecto, pero no quería dormirme en los laureles: a un festival se va a luchar a muerte.

El interludio nos sentó de lujo, y cuando escuchamos el inicio de Mago de Oz con Satania, fuimos a paso ligero. En mi opinión es un gran tema, y era de los pocos que me hacía ilusión ver. Lástima, porque ya llegamos (y nos cogimos un buen sitio) para La Cruz de Santiago que, sin ser un mal tema, ya no me llega tanto. Más tarde, con La danza del fuego, vi que estaban abusando bastante de su “Finisterra”, y fue entonces cuando caí en la cuenta de que este concierto debía de ser una especie de “resumen” de su gira actual Finisterra Opera Rock. Esto le daba un aliciente extra al concierto, y de aquí al final, tan solo Molinos de Viento, de su “La Leyenda de la Mancha” rompió los esquemas. Por muchos detractores que tenga Mago de Oz hay que hacer dos afirmaciones: la primera, es que siguen teniendo un tirón sin precedentes, a pesar del cambio de vocalista, ya que el recinto estaba ya casi hasta los topes. La segunda es que su escenario, le pese a quien le pese, acogió uno de los montajes más trabajados e impresionantes de todo el festival. Ahora, eso sí, no me puedo explicar ni borracho como un grupo como Mago de Oz puede llenar más el recinto que unos titanes como Obituary, por ejemplo. En fin… vivimos en un mundo extraño, siempre lo he dicho… respecto a Zeta, su vocalista actual, nada que objetar. Parece que, contrariando las críticas que he visto, se mueve ahora un poco más que en sus inicios en la banda. Como es mi primer concierto de Mago de Oz con él como vocalista, decir también que tiene un timbre de voz y un registro MUY parecido al de Jose, y que en cuanto a técnica y agudos no tiene demasiado que envidiarle. De todas formas, mi atención se centraba más en los solos que se metió el Sr. Carlitos, ¡¡joooder!! El tío se sale en verdad, dejando en ridículo el compararlo con Txus como batería, por ejemplo. Ahora bien, al tema. Tocar Molinos de viento pronostica casi el final de un concierto de estos hombres. Entonces… ¿qué podía quedar? Pues nada más y nada menos que la grandilocuente Finisterra, que nos dejó entre embobados por la sorpresa y un poco extenuados por su duración. En total nos queda un setlist de… 8 temas, tirando a corto, y en el que eché muchísimos temas en falta, algo del “Jesús de Chamberí”, algo de “La Bruja”… no sé, la verdad es que no tenía demasiadas expectativas viendo los últimos conciertos que vi (desastrosos), y no me disgustaron, pero creo que podrían haber dado mucho más de sí.

Pero bueno, para valores seguros, siempre teníamos a bandas como las que nos quedaban a partir de ahora, el meollo de la cuestión, la gran recta final de aquel aprovechado y variado viernes.

Las hordas germánicas del caos y la destrucción entraban en el escenario, como siempre, con aires violentos y desafiantes. Son muchos conciertos de Kreator ya en toda “mi carrera”, pero nunca me canso de escribir sobre ellos, porque siempre consiguen liarla y no poco, y dejar al personal bien satisfecho. En esta ocasión, tuve unas sensaciones bastante similares a las de la última vez que les vi. Comenzar con Enemy of God es, en parte, una buena hostia en toda la cara, pero puede que demasiado fuerte, tanto que deja un poco descolocada a la peña con tanta tralla. A esto, se debe unir el penoso sonido que sufrieron en los primeros compases, lo que les auguraba un comienzo difícil… pero nada a lo que los experimentados alemanes no puedan sobrevivir, por ejemplo, continuando con Phobia, cantada con muchísima rabia y con una batería, esta vez sí, brutal. Desafortunadamente, y por causas de fuerza mayor, tuvimos que abandonar el concierto durante unos temas, pero cuando volvimos no había perdido ni un ápice de su fuerza, casualmente con uno de mis temas favoritos de su última trayectoria, la grandiosa e iracunda Phantom Antichrist, que se ha convertido en uno fijo en su setlist desde que salió el disco de mismo nombre. Ahora sí, tanto la banda como la peña estaba en el sitio que debían estar, Kreator en estado puro con todo lo que ello significa, guitarras que te golpean la sien, muchos mosh pit y esa sensación maléfica que siempre viene en el pack. Continuamos repartiendo cera de la buena con otro tema de su hasta ahora último álbum, From Flood into Fire. Las luces rojas y verdes iluminaban e invadían todo resquicio del escenario, tétricas y oscuras, como siempre gusta de tocar la banda. Otra grande, Hordes of Chaos (A Necrologue for the Elite): imposible que a uno no le entren ganas de partirse la cara con este tema sonando a volumen insultante, y eso que esta vez estábamos más lejos, pero aun se podía apreciar la soberanía de Petrozza y Sami con sus potentes guitarras, y un poco más atrás Giesler al bajo y por supuesto todo rematado con la precisión y potencia del gran Ventor a los palos, que hizo un trabajo fenomenal como siempre, cargando gran parte de la potencia del sonido Kreator a sus espaldas. Civilization Collapse, Violent Revolution… echándole más leña al fuego, cada vez subiendo un poco más en intensidad hasta llegar al clímax con Pleasure to Kill, headbanging a saco, sin parar, y una banda igualmente motivada hasta el mismo final.

Y al loro, porque el festival seguía manteniendo el interés al 100%. Pocas veces se tiene la oportunidad de ver a un guitarrista con tantísima clase como Michael Schenker. No hace mucho que le vi por última vez, pero en esta ocasión (y sorprendentemente) no venían como Michael Schenker’s Temple of Rock, sino en modo solitario, y con una formación bastante lujosa que no es la que llevó en su última gira como MSG, encabezada por el gran Gary Barden al micro, un vocalista excepcional y otros músicos que han acompañado al genial guitarrista en distintas etapas de su carrera, como el batería Ted McKennaker o el bajista Chris Glen. Y para mayor suerte, además, no basaría su repertorio solo en temas de Scorpions, UFO, etc., sino que nos deleitaría con los clásicos más dorados de su carrera en solitario. El primer tema (Into the Arena) nos pilló aun lejos del escenario, pero al poco rato, cuando comenzó Attack of the mad Axeman, casi me vuelvo loco e hicimos un sprint hasta alcanzar buenas posiciones en la parte derecha, justo enfrente del maestro Schenker. Victim of Illusions, On and On, y sobre todo (buah, que puta pasada), Cry for the Nations me hacían hervir la sangre, mientras flipaba con la Flying V que siempre lleva colgada Michael, ejecutando los solos a la perfección, siempre concentrado en su guitarra y sin hacer demasiados agrados al público, pero con una clase que no se puede ni aguantar, un hombre que ha marcado muchísima escuela, y que por suerte en la actualidad podemos ver totalmente recuperado de sus adicciones. Me dio la impresión de que Gary Barden no comenzó con demasiado buen pie. Los temas le costaban, y se concentraba más en no fallar notas que en actuar, pero poco a poco volvió a ser el carismático gran cantante de siempre (con las lógicas limitaciones de la edad, claro está), y su voz inconfundible sonaba alta y clara. El riff de Armed and Ready fue reconocido desde el primer segundo, y di saltos de alegría con esta, y como yo muchos, dándolo todo, aunque muchos ya no teníamos ni voz. Barden estuvo bien, no genial, dentro de sus posibilidades, pero Michael y el resto de la banda lo bordaron al 100%. Rock en estado virgen, clase a raudales y unos temas que, como veis, podían embelesar al más pintado. Para el final, ahora sí, nos reservo sorpresas con nombre de la instrumental Coast to Coast (Scorpions), por supuesto Doctor Doctor, con los tres músicos de cuerdas juntos y expuestos en primera fila, y cuyo coreo a cargo del público debió de escucharse a dos pueblos de distancia, y Rock Bottom, alargada con un flamante solo y continuada hasta el final. Un concierto que me llenó muchísimo y cuyos temas me trajeron muy buenos recuerdos.

Es algo curioso, pero a veces pasa. Sucede que hay largas temporadas en las que ves tantas veces en directo a una banda que acaba perdiendo parte de su encanto y llegando a rozar la saturación, por mucho que te encanten, por mucho que sus temas te hagan vibrar a saco. Sin embargo, pasas unos años sin saber de ellos y, cuando te reencuentras con uno de sus conciertos, llega con aires renovados, como un soplo de aire fresco. Este exactamente es el caso que me sucedió con Blind Guardian en el Rock Fest Bcn 2016. 5 años después, y tan espartanos en su puesta en escena como siempre (sin ningún motivo mínimamente atractivo, ni siquiera un triste telón) vinieron a recordarnos que siguen bien vivos y candentes, con un primer tema perteneciente a su última creación, “Beyond the red Mirror”, llamado Ninth Wave, que fue quizá el tema más desconocido por la gente, aunque curiosamente es la única que he escuchado del disco. A partir de aquí, nos despiezaron una retahíla de clásicos realmente impresionante, que haría babear a cualquier fan de los alemanes como yo, especialmente en su día. Frederik Ehmke, batería y miembro más reciente en incorporarse a Blind Guardian, le dio cuerda a su instrumento para empezar y no parar, a un ritmo fulgurante, como The Script for my Requiem (¡¡que ganazas de volver a escucharla y dejarme el cuello con ella!!), y particularmente fantástica Time Stand Still (At The Iron Hill). Este auténtico temazo fue algo muy especial para mí, mucho sentimiento, y además sonó fresca, radiante, un rayo de luz que me duplico las fuerzas para seguir y gritarla hasta la muerte. Con Tanelorn (Into the Void), tanto Hansi, a nivel de gritos, como André Olbrich demostraron que están muy en forma, cada uno en su campo. El problema a veces es la falta de dinamismo sobre el escenario, que da la imagen de una banda estática, contrastando con la potencia y movimiento de Frederik golpeando en The Last Candle o ya más comedido en Imaginations from the other side, otro clásico inmortal, que fue cantado por mil voces al unísono. Y es que como he dicho, y salvo alguna más actual (que no menos guapa, por supuesto, aunque de otro rollo distinto) como Twilight of the Gods, todo se basó en su época de los 90, clásicos estandartes del power metal alemán. Otras como Sacred Worlds, pese a tener una cadencia guapa y unos coros enormes, se me hizo un poco larga. A partir de aquí todo fue fiesta… o casi todo. Porque Bright Eyes es una canción adorada por los fans y que además Hansi cantó muy bien, la parte de In the Forest de The Bard’s Song pues que queréis que os diga… pelos como escarpias y emoción a tope, cantándola con los brazos levantados, Hansi volcado con nosotros… como siempre, inolvidable. Y el trueno final, Valhalla, buffff, tremendo, de nuevo adrenalina y a encerar el cuello a base de bien, power con los dejes thrash de su primera época, fue el tema más antiguo que tocaron, y obviamente, tenía que ser al final. ¿Al final? Pues sí, porque aquí sí que me la jugaron un poco. No estar Mirror Mirror en un concierto de los Guardian… pues no mola un pelo, ya que para mí es su mejor tema. Esto, junto a la excesiva sobriedad de su presentación escénica, le restan un par de puntos al concierto en general, importantes, pero superando con un notable alto la prueba.

Y ahora, definitivamente… ¿preparados para ver al puto rey? Pues a esas horas, sinceramente, era ya bastante difícil mantener la verticalidad, pero había que luchar, y además con fuerzas e ilusión, ya que además, fue uno de los mejores conciertos de todo el festival, de los que te hace sacar energías de bajo de las piedras. Y es que diez años son muchísimos sin pisar nuestro país; una cita ineludible en la que no entiendo como no estuvo todo el mundo presente. Aun así, lógicamente, fue un concierto muy concurrido al que asistimos dándolo todo lo más cerca que pudimos. El escenario, con un montaje de auténtica película (uno de los más rimbombantes que he visto nunca) presagiaba una actuación soberbia y una teatralidad en la cual es experto el gran King Diamond. Tal escenario venía en honor, además, a una gira tremendamente especial en la que están inmersos, celebrando las casi 30 décadas que lleva el disco Abigail por el mundo, uno de los mejores y más reconocidos del artista. Una de las estrellas más brillantes sin duda del mundo del Heavy Metal que vino, vio, y venció, me dejó con una grandísima impresión y se ganó, si es que no lo tenía ya, mi eterno respeto y admiración. Tras sonar el clásico The Wizard, de Uriah Heep, la tétrica Out from the Asylum, a modo de introducción, creo ya de primeras un clima de terror imprescindible para ponernos en situación de lo que nos esperaba, algo que fue mucho más que un concierto, casi una obra de teatro o una película de terror clásico. Tras esto, los poderosos palos de Matt Thompson dieron comienzo a Welcome Home, coincidiendo con la salida a escena de King Diamond, con su sombrero de copa, su corpse-paint, y toda la magia que este hombre lleva en su interior. Lo primero que me impactó fue tanto su voz como su estado físico. Como cantante, sigue siendo un genio, el hombre de los mil registros, y no es que su timbre haya sido nunca mi favorito, he de reconocerlo, pero esa facilidad para cambiar de voz es casi espeluznante, del todo admirable, y su falsete sigue siendo tan sólido y afinado como siempre. ¡Parece que no haya pasado el tiempo!

En cuanto a su estado de forma, nunca pensé que, tras sus graves problemas de salud, estaría así, sin parar quieto ni un segundo, agachándose, recorriendo todo el escenario, escaleras arriba y abajo, y por supuesto sacando a relucir tanto sus dotes de frontman como los artísticos / teatrales. De verdad que tras las primeras Sleepless Nights y Halloween, ya me tenía en el bolsillo. El vocalista, reconocido practicante del satanismo a través de la Biblia Satánica, y continuamente rodeado de signos oscuros, hizo una ACTUACIÓN memorable, en el sentido pleno de la palabra. La banda en general nos dio a probar las mieles de unos cuantos de sus discos, como Eye of the Witch del “The Eye”, uno de mis favoritos, y como no podía ser de otra forma, antes de meterse de lleno en su disco “Abigail”, unos temazos de Mercyful Fate como la ultra conocida y triste Melissa y Come to the Sabbath. Esto tan solo marcaba la mitad del SHOW y yo ya había disfrutado mucho más de lo que pude imaginar en principio. Arrival abrió la segunda mitad del setlist, super Heavy, y con unos músicos que seguían frescos como rosas, demostrando una actitud colosal, como las posturas de Mike Wead o Pontus, a quienes fue imposible verles quietos. Andy Laroque, uno de los músicos que más miradas atrajo, estuvo francamente increíble, con auténticos cojones de acero. A muchos guitarristas con su carrera les gustaría tener la mitad de actitud de este hombre. A todo esto, por supuesto, King seguía interpretando su papel y sintiendo al máximo cada tema. Y esos riffs… fue tan bestial poder disfrutar en directo de temas tan míticos e influyentes como A Mansión in Darkness, The Family Ghost, The 7th day of July 1777… a quien le encante “Abigail” ya sabe a lo que me refiero. Sorpresas de setlist a partir de aquí no hubo, ya que todos sabíamos lo que íbamos a escuchar, pero esto no es algo a tener en cuenta cuando el concierto llevaba este ritmo. Si bien hubo momentos que se hicieron un pelín densos (seguramente por el cansancio acumulado), sigo diciendo que fue uno de los grandes conciertos de todo el festival, y uno de los que más ganas tenía de ver. A nivel escénico, pudimos ver a un ser monstruoso aparecer en silla de ruedas, una fantástica actriz haciendo todo tipo de bailes y actuaciones, un ataúd emerger del suelo… no veía algo así desde la reciente gira de Operation Mindcrime de los Queensryche. Y por supuesto, el sonido prácticamente perfecto, la retumbante batería de Omens, las guitarras tan metaleras (junto a la tétrica voz, que pasaba de áspera a limpia con toda facilidad) de Abigail y por último Black Horsemen, que cierra el disco, también fue la guinda final del concierto, extensa y llena de feeling. No me extraña, de verdad, que esté arrasando este año en los grandes festivales a nivel mundial, cabeza de cartel en muchos de ellos, porque solamente por su show vale la pena moverse miles de kilómetros.

Un primer día enormemente satisfactorio, esa sensación que uno lleva esperando todo el año, el dolor de cuello y de pies al llegar al hotel… son cosas difíciles de entender para el que no está en nuestra movida, pero algo fundamental para mí. Ahora había que aprovechar para descansar todas las horas que pudiéramos, ya que aunque este viernes fue intenso a rabiar, no había día flojo entre los tres, y por cartel y expectativas, todos prometían ser auténticas batallas.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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