miércoles, 3 de agosto de 2016

40 horas de Metal (Rock Fest Barcelona 2016, Sábado 16/07/2016, Can Zam, Santa Coloma de Gramenet, Barcelona)

No hay nada como un reposado y conciliador sueño para soportar todo un día de festival en este Rock Fest con garantías, ya que puede suponer entre 8 y 10 conciertos y esto al final se nota. Amanecimos relajados y muy contentos por el simple hecho de estar allí, a 10 minutos de otro gran día de festival, lleno de vivencias y emociones de grandes conciertos que abarrotaban el cartel del sábado. Obviamente, la banda que brillaba hoy con luz propia eran los británicos Iron Maiden, cabezas de cartel de cualquier festival que tenga la suerte de contar con ellos, y le pese a quien le pese, de forma muy merecida, aunque también es cierto que no solo de Maiden vive el hombre, ya que no estaban precisamente solos en la lista de grandes grupos, aunque parece ser que, tristemente, mucha gente no pensaba lo mismo, ya que hubo muchísima peña que solo compró la entrada del sábado para verles a ellos. Con esa actitud, mal vamos. La cuestión es que con auténticas bestias como Overkill, Loudness, Doro y sobre todo, mis idolatrados Rata Blanca, el cartel ofrecía muchísimo más que un solo concierto, por muy rimbombante que fuese su nombre. La mañana empezaba a coger ritmo. Puesto que el primer día se nos agotaron varios tipos de suministros, pasamos por un super y nos aprovisionamos de todo lo que podía sernos útil en el festival, y a ser posible, que nos dejaran entrar, ya que la seguridad era bastante estricta, algo normal hasta cierto punto por la gran cantidad de gente que acudiría aquella jornada (la más concurrida, sin ninguna duda) a disfrutar del Rock Fest. Una birrita bien fresca fue nuestra acompañante hasta la misma puerta, que personalmente, no volví a cruzar hasta que salí por la madrugada.

No queríamos que nos pasase como el año pasado, precisamente un sábado como aquel día, en que llegamos tarde por circunstancias y entre comer y entrar nos perdimos casi todo el concierto de Battle Beast. Pero este año estuvimos al pie del cañón desde el primer segundo de actuación; tenía muchísimas ganas  de verles por fin y conocer de primera mano si las excelentes críticas que cosecha esta joven banda en las crónicas por todo el mundo está justificada. Desde luego, armas no les faltan. Tienen TEMAS, tienen grandes músicos que derrochan simpatía en directo, un teclado que les da una personalidad única y sobre todo, una frontwoman con un entusiasmo y una voz que te pone de rodillas. Heavy Metal algo evolucionado pero con verdadera esencia, de procedencia escandinava (con todo lo que ello conlleva) cañero y a la vez pegadizo. Tal como Out on the Streets, o Fight, Kill, Die, una auténtica barbaridad de tema, destructiva, trallera y asesina, lo mejor del show que ya desde un principio te deja las vértebras “calenticas”. El bajista parece ser el principal comunicador de la banda, pero los pantalones es Noora Louhimo, su nueva vocalista (aunque ya lleva 4 años con ellos). Una apisonadora que no deja tabla sana en la tarima, un torpedo de mujer que te come solo con mirarte, y con una potentísima y casi infinita voz: ¡¡alucinante!! Como echo de menos mujeres con este registro de auténtico Heavy Metal que recuerda a voces como Doro (en su día), o Leather Leone, con rabia, con agudos, con agresividad… cambiando para adaptarse desde la potencia de Black Ninja hasta la emotividad de la bonita balada Sea of Dreams, que fue una de las más aplaudidas, por cierto. Su último trabajo “Unholy Savior” cuenta con temas excelentes, y también sorprendentes, como Touch in the Night, que te teletransporta mentalmente a la gloriosa época del italo disco con sus muchos guiños, sus teclados y sus detalles sampleados. El “numerito” del concierto: Janne Björkroth, el teclista, tocando la marcha imperial de Star Wars mientras le embuten una birra entera por el gaznate. Seguramente, terminó lo suficientemente motivado (al igual que el resto de la banda), para despedirse con la cañera Out of Control, un tema que transpira estilo de Metal escandinavo y que es ideal para cerrar. Muy satisfecho con ellos, por fin, y deseando volver a verles en breve.

Leize era un caso curioso dentro del cartel. Supuestamente, mucha gente votó en la anterior edición que vinieran a esta, a pesar de la general escasez de bandas nacionales, fueron ellos uno de los elegidos en lugar de otras más conocidas y “chamuscadas” como Warcry o Saratoga. De todas formas, no me malinterpretéis en absoluto: me encantan Leize y de hecho, les preferí a ellos en lugar de a otros, pero no deja de sorprenderme. Sea como fuere, y como siempre que tengo la ocasión de verles, parece que algo se me mueve dentro con cada actuación suya. Puede que lleve los temas en mi recuerdo y con una gran estima, puede que sea su ideología inamovible o sencillamente puede que sea el estar ante una banda que ha resistido contra viendo y marea sin dejarse amilanar por el tiempo. Estaba listo, de nuevo, para disfrutar de sus temas, de los de toda la vida como Y otra vez o algunas más recientes pero igualmente buenas como Nuestra revolución, con la que demuestran que han mantenido el espíritu compositivo con el paso de los años y que siguen con su misma forma de pensar en otras como Hundiéndome en la noche o A fuego, de su último disco “Cuando te Muerden”, aunque por supuesto la mayor parte de su setlist la formaban los clásicos de toda la vida, de aquellos lejanos 80 y 90 como las míticas Futuro para mí, Acosándome (tremenda). En cualquier caso, parece ser que muchos temas actuales ocupan el lugar de otras que han desaparecido del setlist, como Todo por el suelo y Flores para ti. El grupo en general parecía estar especialmente motivado, entre muchas otras cosas, por poder tocar en un festival tan enorme o también por el cumpleaños de Patxi Carrasco, quien fue muy ovacionado. De hecho, a partir de aquí estuvo mucho más activo, luciendo sus solos en primera fila y recorriendo el escenario dentro de su zona. A su izquierda opuesta, el bajista Toño parece un tío de lo más agradable, siempre sonriendo a la peña, y tocando como él sabe mientras da saltos o se arrima a nosotros. Puede que no tengan el mismo status de leyendas como Iron Maiden o Doro, pero yo con sus clásicas Buscando, Mirando o la siempre maravillosa y emocionada Devorando las Calles soy capaz de disfrutar igual. Y cuando tocan Muros ya es la hostia, aunque desafortunadamente, en esta ocasión quedó algo deslucida por la descoordinación inicial y el descuadre sonoro que hubo (¿?). Aun con esto, quejas 0, un soplo de aire fresco en Rock Fest.

Armored Saint se podía considerar, fácilmente, y junto a King Diamond, lo más cercano al culto que existía en el cartel. Una banda no demasiado fácil de ver en España que suponía una pequeña joya no apreciada por muchos. Nosotros por nuestra parte, cogimos un pequeño momento para comer (siendo casi las 5 de la tarde, no podía aguantar más) pero rápidamente acudimos al escenario para ver casi todo su concierto, una oportunidad única que, quien sabe, puede que no se vuelva a presentar. A primera vista, lo que más me impactó fue una actitud mucho más metálica de lo que había imaginado. Las pintas que llevaban los miembros de la banda eran fantásticas, con pelos alborotados, macarrismo, y un batería absolutamente chiflado en su forma de tocar, un maquinón. Durante el concierto, corrieron por todo el escenario una y mil veces e hicieron todo tipo de alardes musicales, y es que con los hermanos Phil y Gonzo Sandoval, el espectáculo está a asegurado a nivel de virtuosismo y “manteca”. Todo ello, por supuesto, bajo la tutela del gran John Bush. Y ahora que nadie diga: ¡pero si a ti Bush no te gusta! Yo lo único que digo es que ahora sí que están las cosas como deben de estar: Belladona en Anthrax y Bush en Armored Saint, de donde nunca debió salir, y a quien nunca debieron dejar escapar, ya que su voz es, sencillamente, abrumadora. Unos gritos del calibre 100, una potencia inigualable y un timbre único. Durante el concierto, tuvo momentos realmente grandes, pero lo cierto es que mantuvo un nivel de voz muy homogéneo, de esas voces que se te meten bajo la carne cada vez que suben. Además a nivel de actuación fue el que más tiró de la banda. Fue una suerte poder ver a Phil, ya que poco después anunció que no estaría en parte de la gira europea. No soy especialmente seguidor de la banda, pero entre todas las canciones reconocí algunas como March of the Saints, Can U Deliver, Mad House… todas ellas pertenecientes a su primer disco, que sí me encanta, y la última con un desmadre tremendo, ¡tocada desde el suelo por parte del guitarrista! También John Bush nos anunciaba que volvíamos a 1987 para disfrutar de Chemical Euphoria a toda hostia, con toda la energía del tema llevada al directo, donde se notaba más que ahora el estilo de Heavy Metal clásico de los 80.

Es obvio que, tan solo por volver a ver (aunque no sea la primera) otra vez a dos grandes músicos, tan directamente influyentes en uno de mis estilos favoritos como es el Power Metal como Kai Hansen y Michael Kiske, ya vale la pena acercarse al bolo de Unisonic tan cerca como sea posible. Aunque como yo no conozcas los temas al dedillo, siempre te puedes encontrar con grandes sorpresas, pero sobre todo, con una realidad que ya sabes de antemano: la química musical entre estos dos grandes siempre ha sido distinta, superior. Lo cierto es que de las veces que les he visto, nunca ha sido un concierto entero y esta vez no fue distinto. Buscando la sombra por unos instantes, aprovechamos para mirar tiendas donde se estaba menos sofocado de calor mientras escuchábamos de fondo algunos temillas como For the kingdom o Excepcional, de su segundo disco “Light of Dawn” que todavía me falta por pulir. Tampoco es que el primero lo tenga del todo machacado, siempre he echado de menos en esta banda una dirección musical más… no sé… definida, se mueven entre el power metal y algo de hard rock, pero para constar de tales musicazos siempre me quedo esperando algo más. En directo, como digo, siempre es un placer, ya que el inmenso Kai Hansen puede dedicarse a tocar la guitarra, y siempre nos deleita con sus solos y su eterno buen humor, parecido a lo que pasa con Dennis Ward, un pedazo de bajista que pienso que podría dar algo más de sí. Creo que para Star Rider, que es una de mis preferidas, no me pude aguantar más y nos acercamos a ver el directo, que ya casi encaraba su segunda su segunda mitad. Tanto en los temas más amables como en los más exigentes, Michael Kiske sigue pletórico, un astro de la voz y uno de los timbres más queridos y maravillosos que existen. Sin duda, el pilar de la banda, cuya voz atrae a los fans hacia cualquier lugar donde pise. Pero tras un solo de Kai, guapo, pero demasiado corto que me dejó con ganas de más, y Your time has come, es cuando realmente uno se da cuenta del carácter divino de la voz de Kiske, cuando tocan sus siempre esperadas canciones de Helloween. Especialmente March of time, temazo imprescindible para entender el género, que siempre me fascinó… y uno se pregunta… ¿cómo cojones puede seguir cantando así, alcanzando esos agudos completamente imposible, mantener esa altura en el registro…? Tantas preguntas para una voz tan increíble que uno solo puede creerlo si lo ve de primera mano. Quizá ya no canta con la misma facilidad que en sus inicios, pero con algo de esfuerzo deja una sensación absolutamente impecable, lo mismo que con I Want Out, el corte que todo el mundo esperaba como perros babosos, de nuevo tras los coros de la peña se podía escuchar claramente el torrente de Michael. Quisieron darle el protagonismo a Unisonic para poner el punto y final, y la gente respondió muy bien, tanto en el tema como en la despedida de la banda.

Ahora sí que venía lo bueno, joder. Tenía tantísimas ganas de volver a verles que apenas me podía estar quieto en un solo sitio esperando a que empezaran. Y sé que les he visto muchas veces, y que no varían su setlist una barbaridad, y blablabla, pero me importa una mierda, mientras una banda gusta… ¿qué hostias importa verla X veces? Si repites es porque realmente he disfrutado con ellos a rabiar y siempre quiero volver a hacerlo; no entiendo las excusas de la peña en plan “no, yo es que a este grupo ya lo he visto”. En fin. La cuestión es que, por suerte, había bastantes huecos en los primeros metros bajo el escenario y yo tenía que estar ahí dejándome la piel. Overkill lo pide. Sus conciertos son puro fuego, imprescindibles, llenos de rabia y agresividad que le hacen soltar a uno toda la que llevan acumulada. El escenario estaba cubierto por un color verde tóxico característico de la banda, y cuando metieron la intro, el volumen del sonido llegaba a doler, con lo que me estaba ya frotando las manos, inquieto, hasta que ya entraron al trapo con Armorist, directamente extraída de su último redondo, el brutal “White Devil Armory”. Buah!!! Que gozada, y a continuación, seguida de un desgarrador grito, la clásica Rotten to the Core, furia visceral desde su primer disco, que encanta tanto a la banda (se les puede ver disfrutar tocándola) como al público, que descarga cantidades ingentes de adrenalina con ella. Aunque no estuve metido en el meollo (quería ver bien el concierto) se empezaba a notar la tensión de los primeros moshpits en primeras filas, y para cuando empezó a sonar Electric Rattlesnake… eso ya fue apoteósico. ¡Pero que tema tan jodidamente apoteósico joder! Pensaba que se me iba a caer la cabeza al suelo. Mira que me molan los últimos trabajos de la banda, pero es que este ya se sale por todos lados. Y como aplasta Ron la batería, el potentísimo sonido que le saca, las ardientes guitarras de Dave Linsk y Derek Tailer (pero que buenos son los cabrones…), en serio, para caerse de rodillas. Ya estaba sudando como un cerdo y tan solo llevábamos unos minutos del concierto, que hubiese deseado que no terminara nunca, sonando a continuación bombas de la talla de Hammerhead, Feel the Fire… y una genial tanda de su “Horrorscope”: Coma y Infectious, seguiditas, sin previo aviso. Los momentazos musicales iban tocándose, cada vez que les veo pienso que es el mejor concierto de todo el festival donde coinciden y en este tampoco me equivoqué. Y si yo no podía quedarme quito, imaginaos el bueno de Bobby Blitz, que ya de por sí es puro nervio… En este concierto, el 99% de los trozos instrumentales se quedaba detrás de los bafles de la parte izquierda, pero cuando le tocaba, salía corriendo, sin parar, cogía el micro seguía corriendo al mismo tiempo que cantaba con esa cara de pocos amigos que pone siempre y esos movimientos tan rompedores… para luego volver a desaparecer y repetir hecho un animal. ¡Cada vez está más loco! El comienzo de Ironbound fue, de nuevo gracias a la potencia de Ron, como si te dejaran caer un par de hostias en toda la cara, sonó demencial, pero no sé si fue mi impresión o en algunos momentos se les descontroló un poco la velocidad. A todo esto, la banda estaba histérica, las melenas volando, el escenario recorrido a velocidad del viento… Algo de su “Years of Decay” no puede faltar nunca, normalmente es Elimination, como no, pero creo que de esta pieza maestra del thrash podrían meter mucho más. Bobby pletórico y disparado hasta el final, y siempre se muestra especialmente agresivo con Fuck You, obligando a la peña a dejarse las cuerdas vocales gritando el estribillo. Joder, como si me hubiese caído un relámpago encima, colega. Salí de allí como si hubiese tomado 5 valiums.

Otro momento de los más esperados se acercaba lenta pero inexorablemente. La única oportunidad de echarse algo al estómago, después de unas cuaaaaantas horas sin comer, y coger un sitio medianamente decente para poder ver a Iron Maiden (estaba claro que en primeras filas no iba, ni quería estar) era sacrificar el concierto de Barón Rojo y aun con todo resultó de lo más disfrutable desde lejos, aunque de forma distinta, claro. Cuando estábamos por las afueras del recinto, escuchamos la instrumental El Barón Vuela sobre Inglaterra, siempre ejecutada con la mayor de las maestrías, que vino seguida de, especialmente en mi recuerdo, Cueste lo que cueste, que muy de vez en cuando se sueltan en directo, y siempre me ha gustado verla entre las primeras filas. Desde el primer escenario, me crucifiqué por ello, pero no había opción en esos momentos. Otra poco habitual, Seguimos Vivos, demuestra que los barones siempre meten alguna sorpresa interesante en su setlist, aunque pocas más hubo, la segunda mitad estuvo plagada de enormes éxitos como Las Flores del Mal, la frenética Resistiré y la macarra pero siempre vigente Los Rockeros van al infierno (¡allí nos veremos todos!). Quizá por despiste, pero me sorprendió muchísimo volver a ver al gran bajista Ángel Arias sustituyendo a Gorka Alegre al bajo. Aunque no sé a qué se debe este cambio, las formaciones de Barón Rojo siempre han sido tan inestables debido a lo caprichoso de los hermanos De Castro que no es la primera vez que acudo a un concierto suyo y me pasa eso. Ángel mola, y ya ha acompañado a la banda en varias épocas, pero eché mucho de menos la chulería y planta de Gorka. Me volvieron a entrar unas ganas irresistibles de volar a primeras filas con Cuerdas de acero, otro de esos cortes míticos que me enciende, pura esencia del rock en sí misma, con un solo fantástico a cargo del inigualable Armando, que durante todo el concierto nos dejó, como siempre, boquiabiertos, pensando en cual es la magia de sus dedos que le permite tocar de ese modo, con mil y una florituras, cejillas… y todo como si fuese lo más fácil del mundo. Un genio de la guitarra, digan lo que digan. Y por cierto, ya supe, cuando se despidieron tras El Rey del Pinball (que mucha gente conocía al dedillo, ojo) porque Armando no cantó en ningún momento: al despedirse se notaba que estaba terriblemente afónico. Por otra parte, especialmente apreciable en Cuerdas de Acero… Carlos no tuvo ni de lejos su mejor día, y en este aspecto el concierto quedó bastante cojo.

La luz iba cayendo poco a poco, y aunque el calor perduraba en gran medida, siempre es de agradecer, al menos, que poco a poco tu cabeza vaya dejando de arder cual parrilla. Y es que ya habían sido muchas horas bajo el sol sin descanso durante los dos días. Y las que quedaban. Se podría decir sin miedo a equivocarse que nos encontrábamos ante uno de los momentos / conciertos más esperados por la gran mayoría de peña allí presente. Los todopoderosos e infalibles Iron Maiden (pronunciar su nombre es sinónimo de leyendas vivas) abordarían el escenario en breve. Ni que decir tiene que el recinto prácticamente entero estaba abarrotado hasta los topes, más que en cualquier otra banda (cuando en otras importantísimas, como Michael Schenker estaba solo aceptablemente concurrido), algo que a estas alturas, tras haberles visto 8 veces, no me sorprende, pero sí me inquieta desde hace bastantes años la sensación de que si no figuran en el cartel de un festival, este no termina de ser un GRAN festival. Es una crítica constructiva, adoro a la banda desde que era un moco y sigo haciéndolo en menor medida, pero desde luego algo falla en la mentalidad de la gente cuando eres capaz de pagar todo un día de festival (un pastizal) solamente por ellos y prestar la atención justa a otras bandas que quizá la merezcan más. Yo desde luego, por mucho Iron Maiden con letras gigantes que aparezca, si el festival no hubiese contado con bandas como Rata Blanca, Overkill, Kreator, Candlemass o Eclipse, desde luego no habría ido solo por ellos. Y OJO, vuelvo a insistir, tan solo es una reflexión que me preocupa cada vez más, esto no quita que Iron Maiden hiciesen uno de los conciertos más espectaculares que les he visto nunca, mejor tocados, más animados y variados.

Porque a pesar del paso de los años, de su larguísima trayectoria, de haberlo hecho y probado prácticamente todo… son unos auténticos jefes encima del escenario, y no por la descomunal escenografía que suelen llevar, ni siquiera por el setlist, sino por que son músicos absolutamente excepcionales y desde sus primeros tiempos han rebosado energía y gran comportamiento en directo, acaparando cada vez más fans gracias a esa actitud. No es una banda que se haya acomodado y aburran en directo, siguen siendo pura pasión, puro espectáculo escénico, con carreras, saltos, virtuosas extravagancias, comunión con su gente… Esa es la gran clave de su éxito, a pesar de que ese éxito me parezca, aun con toda su genialidad, un tanto desbordado y fuera de control.

Esta vez, cosa que reconozco que no pasa muy a menudo, me resistí a ver el setlist que traerían en esta gira a Barcelona, aunque alguien me “spoileó” con que iban a tocar unas cuantas canciones de su último disco, un no muy bien recibido por mi parte “The Book of Souls” (aunque el concepto en que se basa me gusta mucho). También es cierto que me faltan horas por echarle, pero los temas me parecen excesivamente largos y un tanto “rolleros” desde que decidieron que 10 minutos era lo estándar para una canción. Como era de esperar, el espectáculo estuvo servido en bandeja de oro desde el segundo 1, con un video que nos dejó a muchos boquiabierto y deseando los primeros guitarrazos más que nunca, en el que se mostraba como el avión de la banda, el Ed Force One, era propulsado de nuevo por los aires por una monstruosa mano gigante tras un aterrizaje forzoso en plena selva. A partir de ahí (y todo esto tras la clásica Doctor Doctor a modo de intro) comenzaron con If eternity should fail, abriendo el concierto tal como lo hace su primera banda, con un tema melódico y variado al que quizá le falta una inyección extra de velocidad. La explosión de expectativas que siempre desata el inicio de un concierto de Iron Maiden no decepciona. Steve Harris sale a la carrera, mientras de Bruce va directo a por el público, cantando el tema con mucha solvencia, tema que además le serviría para ir calentando la voz. Speed of Light es el videoclip / single, un corte de Heavy/Rock muy resultón, buen single para engancharte al disco, y con un video tremendo que no pusieron en las pantallas (aunque ya nos intentaron embutir bien el videojuego antes, a base de anuncios). Se hizo muy digerible al ser el tema más corto y uno de los más animados. Mientras, el siempre asombroso trío de guitarras formado por Dave / Janick / Adrian hacía de las suyas, demostrando toda la magia y la calidad colosal que tienen en escena, aunque en las úlltimas ocasiones siempre me acabo decantando por el feo de Janick: es el que más solos toca en general, y sobre todo, el más colgado de todos. Creo que no todo el mundo se esperaba un Children of the damned a estas alturas. Una canción realmente difícil de cantar y con una parte instrumental de lo más trabajada, que además… ¡nunca había visto en directo! Un acierto incluirla en el setlist: los fans saltaron de sus “aposentos” en cuanto empezó a sonar y ojo, Bruce la cantó de auténtico lujo. Para continuar, dos temas nuevos más, Tears of a Clown y The Red and the Black, de nada menos que 13 minutacos, gran parte de ellos instrumentales. Resulta muy extraño el hecho de ver quedarse solo a Steve Harris en el escenario rollo solista, con un foco iluminándole durante un rato mientras duró la intro del tema. Todo un detallazo. Quizá si que resulto excesivamente larga… aunque este es uno de los temas a los que más capacidad de enganche tiene del nuevo disco. En cualquier caso, la verdad es que me planteé el concierto de tal forma que los temas nuevos se me hicieron muy llevaderos, disfruté bastante de ellos pese al relativo desconocimiento / duración, y sobre todo de una banda tan emocionada como siempre, dejándolo todo sobre las tablas. Por ejemplo Nicko sigue siendo una bestia de los palos, y la edad no ha hecho que se lo tome con más calma, sigue metiendo unos detalles, y unos movimientos ultra-rápidos, ¡y con todo el empuje del mundo! Uno de los músicos del grupo a quien más gusto da ver tocar. Para los fans que demandaban clásicos, pocos lo son más que The Trooper, con Dickinson bandera gigante en mano y recorriendo todo el maldito escenario, aunque con el tiempo he ido pensando que hay temas más imprescindibles que este. Pero solo hace falta ver la respuesta del público para darse cuenta de que jamás la sustituirán.

Bruce, que no se cansó apenas, muy ayudado por el público en los coros del estribillo, y con ese magnífico solo tocado entre los tres guitarras, ¡¡bestial!! El ansia por ver más y más crecía, casi al mismo ritmo que cambiaban los telones, es decir, a cada canción, y aparecían nuevas sorpresas por un escenario que ya era inmenso de por sí. Pero a mí la que me reventó de verdad fue Powerslave. Que subidón más tremendo escuchar esos ritmos egipcios, las guitarras bien afiladas como siempre, junto al hecho de que todo el mundo cantaba, la convirtieron en una de las más especiales. Bruce le puso especialmente ganas en el tema interpretativo. Hablando del nuevo disco, tiene temas bastante peculiares, que no suenan exactamente a los Maiden de siempre y le añaden unos cuantos condimentos a su estilo, como Death or Glory, cuya melodía me gustó de entrada. Obviamente el vocalista se siente mucho más cómodo en estos temas nuevos, a lo que hay que unir el hecho de que siempre les ha gustado presentarlos en vivo, sin dejar de gritar aquello de ¡¡Scream for me Barcelona!! e incluso “calzarse” algún gorrito / careta bien graciosos. También como en el último corte nuevo de la noche: The Book of Souls. A partir de aquí, los clásicos desfilaron sobre el escenario como si de una pasarela de Metal se tratase, empezando por Hallowed be thy name, que encandiló a la peña al mismo tiempo que mostraron su nuevo y gigantesco Eddie, quien luchó a capa y espada contra Janick y, para variar, también contra Bruce. Sorpresas de este tipo las hubo a patadas, y para el final el escenario se convirtió en un auténtico espectáculo de variedades, con todo tipo de videos, luces, peleas, una enorme cabeza hinchable del nuevo Eddie, más y más telones pasando tras los temas, incluso una pantalla redonda que bajó desde el techo proyectando varias imágenes… uno de esos shows tan brutalmente espectaculares que de aquí a pocos años se habrán extinguido… todo mientras Janick seguía haciendo el loco con su guitarra, girándosela, bailando y corriendo con ella, despatarrándose… que jodido master. Adrian estuvo más comedido, pero completamente lleno de feeling. Fear of the Dark como es natural, fue la más coreada de todo el concierto, la banda se regocija de ello y Bruce deja partes para que el público las cante. Primer amago de fin con Iron Maiden, aunque por supuesto todavía quedaba tiempo para cumplir las dos horas de actuación. Una escapadita, y después los bises, empezando por The Number of the Beast, con la que salté como un auténtico poseso. Aquí, una gigantesca bestia diabólica emergió de detrás del escenario. Y sobre todo el final, me encantó, con dos temas que no son nada habituales para decir adiós. ¡Blood Brothers! ¡Que inmensa alegría me llevé de que tocaran algo del “Brave New World”, y particularmente esta! Tras un gran discurso de Bruce, coherente y verdadero, sobre la hermandad del Heavy Metal, de cómo no importan una mierda las religiones o la política, solo la comunidad que somos (o a veces, por desgracia, que deberíamos ser) para que esto no muera nunca. Una interpretación deliciosa, con las guitarras / bajo iniciales a modo de vals, y esa mágica atmósfera cuando entra Bruce en acción, que también bordó el tema entero, pidiendo de nuevo que el público gritara. Y por último nada menos que ¡Wasted Years! Otra sorpresa llena de luz y frescura (no como cuando siempre terminaban con la insulsa Sanctuary), un tema sobre el que, además, doy muchas vueltas últimamente. Maravillosa y con un solo perfecto. Me desgañité cantándola como si no hubiese un mañana, lleno de nostalgia e ilusión, dejándome un excelente sabor de boca.

El peso de los años en los componentes se nota especialmente en Bruce Dickinson a nivel vocal en las partes más extremadamente agudas, aunque esto es ley de vida. El resto, sigue todo igual que la primera vez que les vi hace 13 años, mucha energía, las clásicas “cantadas” de Steve, la IMPRESIONANTE sección de cuerda y el bueno de Nicko McBrain que no para quieto y nos ofrece un verdadero espectáculo de percusión como muy pocos baterías son capaces.

Una de las bandas que me perdí el año pasado en gran parte y que peor me supo (sin contar la gran parte de Riot, claro) fueron los japoneses Loudness, que venían, después de nada menos que 35 añazos de carrera, por primera vez a nuestro país. El éxito de la actuación fue tal y gustaron tanto (e imagino que a la banda también le encantaría pisar por primera vez suelo español) que en 2016 vinieron a repetir. Otra oportunidad única que esta vez no pensaba desaprovechar, así como Loudness no iban a dejar de intentar agradar a sus fans de esta parte del mundo. Lo cierto es que, en cuanto a listado de temas… la cosa no cambió demasiado, por no decir nada. El saludo y posterior comienzo de actuación con Crazy Nights fue todo un evento, uno de sus temas más carismáticos. Por suerte, me dio la sensación de que esta vez Minoru Niihara la cantó mejor, a pesar de ser una composición jodidilla para empezar, aguantando el tono mucho mejor y llegando realmente bien a las partes altas. Heavy Chains, gracias al excelente sonido, emergió potente, y a destacar las ganas y empuje que puso la banda, unos cincuentones largos a los que viéndoles actuar, dirías que reniegan de su edad. Su Heavy / Rock ha permanecido intacto todos estos años, para continuar sacando discos de calidad como “The sun will rise again”, último disco del que sonó el tema de igual título. Y Minoru manteniendo esa voz “rasposa” y muy aguda en perfectas condiciones. No sé que extraño rito habrá hecho este hombre, pero lo cierto es que sus habilidades se conservan incorruptas en el tiempo. La archiconocida Soldier of Fortune y The Power of Truth, seguían haciendo las delicias de la gente que había bajo su escenario, aunque es justo decir que cada vez éramos menos por desgracia. Al parecer, muchas personas ya quedaron satisfechas con su actuación del año pasado, aunque también es cierto que ya rozando las 00:00 horas, la resistencia del cuerpo, con ese calor y tanta tralla de conciertos, está al límite entre la vida y la muerte. Si me encantaron las actitudes de Masayoshi Yamashita (que aparenta ser más mayor, pero no veáis como le da en directo) y Akira Takasaki (un jodido crack, sin más, enormes sus solos con algunos toques neoclásicos como, por ejemplo, en Loudness) con el que más me divertí es con el batera Masayuki Suzuki, que a parte de tocar como un condenado, pone unas caras para partirse de risa, a parte del estrafalario aspecto que ya posee. Sin duda el tío lo vive a muerte, y ese es el espíritu del Heavy Metal, al fin y al cabo. Y como la que era, sin duda, la banda más esperada por mí del festival entero, iba a hacer aparición en breve por el otro escenario, decidimos ir a presenciar el resto de Loudness de una forma cómica mientras hacíamos cola para el siguiente. Ni que decir tiene, que temas muy movidos como The law of devil’s hand y sobre todo S.D.I (¡cañerísimaaaa!) me crearon tendencias de volver a saltar de nuevo como un loco al otro escenario, pero contuve mis ansias.

Estaba hecho un manojo de nervios ante la espera, que a pesar de pasarla disfrutando de Loudness, se me hizo larga. Y es que estamos hablando del grupo que, sin lugar a dudas, más ganas tenía de ver de todo el cartel, el que definitivamente me obligó a venir hasta Santa Coloma. Rata Blanca se puede considerar sin miedo la banda de Heavy Rock más importante de la historia de Argentina. Imaginaos si os digo que hacía… ¡¡10 años que no les veía!! Estaba eufórico, y el principio prometía, y mucho. La batería inicial sonaba potentísima, cañera y muy Heavy, el bajo de Guillermo Sánchez se escuchaba a la perfección con cuerpo, con mucha vida, y así sucedía con todos los instrumentos. El gran problema, que apenas pude reconocer el primer tema: Tormenta Eléctrica, ya que la voz tuvo severos problemas técnicos y no se escuchó casi hasta el final. Menos mal que Los Chicos quieren Rock marcó un nuevo comienzo desde 0. Al excelente sonido citado antes, que además tenía un volumen absolutamente demencial que hacía estremecer. La onda de este tema recuerda especialmente a los Rata Blanca de toda la vida, con ese aire de barrio macarra. Tras esta excelente carta de presentación para su disco “Tormenta Eléctrica”, volvieron al otro extremo de su carrera con Solo para amarte, un clásico de la banda, de su primer disco, que ya vi en anteriores actuaciones hace mucho tiempo. Y es que Rata Blanca no puede dejar de lado esas letras románticas a la vez que muestran una actitud tremendamente Heavy: el solo fue apoteósico. Sinceramente, daba ya por hecho incluso antes de empezar el concierto que mis babeos y mis idas de olla iban a estar causadas por Walter Giardino. Este hombre, sencillamente, más que un guitarrista es un DIOS. Si tuviese que clasificarlo, sin duda se encontraría entre mis 10 favoritos, y esperaba ansioso cada solo, cada riff que saliera de su guitarra. Recorría lentamente, con chulería, el escenario, sabiendo que es una auténtica máquina de matar y va a dejarnos boquiabiertos.

El tema perfecto para demostrar todo esto y más, y la mayor sorpresa de todo el concierto fue El círculo del fuego. ¡¡Joooder!! Inexplicable, sencillamente es imposible narrar con palabras la sensación de fuerza que sentí cuando empezó su riff, la forma increíblemente perfecta de cantar del inconmensurable Adrián Barilari… y os juro que, con el grandioso solo alcancé un orgasmo mental como nunca antes que les haya visto. Walter estuvo pletórico, sonriendo lleno de orgullo mientras tocaba. Letras siempre llenas de fantasía y épica, como El beso de la bruja se alternan con otras más “moñas” como Volviendo a casa, cuya melodía es capaz de transportarte, difícil de cantar en algunas partes que Adrián se pasó por el forro de los mismísimos huevos. Y aunque suene raro, no fue finalmente Walter, sino el sr. Barilari mi favorito del concierto. Si anteriores veces me dejó la sensación de que, siendo un cantante muy superior a la media, ahorraba voz en muchas partes, y no llegaba todo lo bien que quisiera a otras. En esta ocasión, de verdad, no se si fue la ilusión de volver a estar en nuestro país después de tanto tiempo o que, pero yo me quité el sombrero desde el primer momento en que apareció en escena. No solo a nivel de actuación estuvo formidable, a nivel vocal fue algo de otro mundo, gritando como un poseso, una potencia e intensidad de agudos increíble, dando todo lo que tenía sin guardar nada. Si hubo alguna otra canción que me “reblandeció” esa fue Aun estás en mis sueños. Muchos dirán que es demasiado sensiblera, pero tiene algo que me cautiva, y de verdad que al no esperar verla en directo me tocó mucho la fibra. Adrián no dejaba de sonreír y mostrar su simpatía al público, cantando como los ángeles, como el pequeño hombre de la gran voz que es, mientras Walter seguía pavoneándose con toda esa arrogancia que muestra, una actitud de la jodida superestrella que es. A partir de aquí, regadío de clasicazos como Guerrero del arco iris, mostrando su vena más Heavy, y con los tonos que alcanza esta, la sacó con nota muy alta. Mujer Amante (probablemente su mayor éxito): los pelos de punta al ver como absolutamente todo el mundo la cantaba bien fuerte con las manos en alto… ¡momentazo! Y cómo no, La Leyenda del Hada y el Mago, con esas letras cercanas al power, aunque por supuesto en lo musical nunca han dejado de demostrar que son la descendencia más legítima de superbandas como Rainbow o Deep Purple.

No me pude quitar de la cabeza en el resto del festival el recuerdo de los argentinos. Un setlist fantástico, casi a pedir de boca, un sonido atronador, actitud, la voz, los solos de Walter… Joder, espero que no pasen 10 años para poder volver a verles… Debería haberme quedado ya bien a gusto y satisfecho, después de esta vivencia tan intensa, pero… tocando Doro en el escenario adyacente, y aunque se repita mucho en los carteles españoles todos los años… ¿quién es capaz de decir que no, de no esforzarse un poco más y disfrutar de su show que todos sabemos que será todo un acierto constante? Eso sí, casi obligatorio pasar antes por algún puesto a pillar algo de papeo antes de encarar la última batalla del día. Lo cierto es que este descanso se alargó un poco, y escuchamos zampando algunos temas como Earthshaker Rock, I Rule the Ruins (que alargaron un poco pidiendo participación al público), la veloz Burning Witches o Raise your Fist, primera de cosecha propia en sonar aquella noche. Al comenzar Fur Immer, no pudimos aguantar más y andamos a trancas y barrancas hacia el escenario, cogimos un sitio cómodo y desde ahí continuamos. Fur immer es un tema que siempre se vive con mucho feeling en España, puede que apreciemos la frase escondida en castellano, o puede que nos llegue su fantástica melodía, pero lo cierto es que la propia Doro siempre la canta de un modo especial, con una vena muy sensible… Y es que de alguna forma se nota que le encanta nuestro país, aunque obviamente siempre nos trae recuerdos de su tierra. Otro ejemplo de esto que digo es We are the Metalheads, himno que tocaron tras animar a todo el mundo que visitaran Wacken, la tierra sacra del Metal. Pero hubo otro tema que me puso la sangre a hervir, y precisamente de Doro: esa fue Revenge, porque me parece un gran tema y además porque debido a circunstancias personales muy adversas, por A o por B nunca pude llegar a verla en varias ocasiones, y por fin, ¡¡era el momento de mi redención!! Así que mi cabeza se volvió loca, parecía que se movía sola. No veíamos de forma muy clara a la banda, pero parecía que sobre el escenario nada cambiaba. Buen rollo, acercamiento entre músicos, carreras sin parar, y Doro en primera línea siempre, bajando y subiendo los brazos y desmelenándose como siempre, una mujer casada con su forma de vida: el Heavy Metal. Otro himno que no falta nunca y que va marcando la despedida: All We Are, un tema bastante manido que, en esta ocasión, me gustó su interpretación porque no lo alargaron y ya se sabe que “lo poco” gusta más que “lo mucho”. Además, estuvo dedicado por la diva a nombres como Lemmy, Dio… grandes figuras del Metal que nos dejaron. Como siempre, nos tiene acostumbrados a alguna sorpresita, sea al final o a mitad de concierto, y esta vez fue Burn it Up (Bird on Fire), también de la propia Doro, aprovechando el poco tiempo que les quedaba.

Aplaudíamos de corazón mientras nos alejábamos hacia el coche, apalancado exactamente en el mismo lugar que el día anterior. Bastante tocados por el cansancio y siendo conscientes de que aun quedaba un día entero. Directos al hotel sin sobresaltos en el viaje, en donde nos sobamos al instante tras cuidarnos un poco las quemaduras del sol que en este día había sido mortal.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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