Hace tan solo unos escasos meses, ya en pleno verano (bendito verano que ya nos ha dicho adiós) pude ver en vivo y en directo a Airbourne en los escenarios del grandioso Rock Fest en Santa Coloma, Barcelona. Allí pude saciarme de las ganas que les tenía, con un concierto corto pero muy intenso, el cual tuve que ver desde bastante lejos debido a la aglomeración de peña que había. Poco después, anunciarían una gira por distintas provincias que, sorprendentemente, se alejan de las típicas y requemadas Madrid / Barcelona / Bilbao (sota, caballo y rey) a las que ya nos tienen acostumbrados las bandas punteras para dejarse caer, entre otras ciudades, por Valencia, más concretamente Mislata, en la mítica sala Repvblicca, en donde tan buenos momentos y conciertos pasé con mis colegas cuando esta estaba en pleno apogeo. Eso sí, en días entre semana bastante crueles. Sin embargo, el hecho de que fuera martes no me frenó ni un pelo (si se tiene que trabajar, también habrá que divertirse, ¿o no?), sobre todo porque la hora era bastante razonable (21:15), lo que nos permitió coger el coche a toda hostia nada más salir del curro para plantarnos en la sala a buena hora y encontrarnos allí con nuestro colega Kurro y con Monti y Jose, compañeros menos habituales en estas movidas pero de compañía igualmente disfrutable, por supuesto. A la hora de aparcar lo vimos claro. Media hora antes de que empezara el concierto, la sala estaba que reventaba. Y eso que, repito, era martes. Si llega a ser en fin de semana, nos salimos por las ventanas. Solo por este hecho, uno ya puede hacerse una idea del status que han ido adquiriendo los australianos desde sus comienzos, hace poco más de 10 años (en los cuales, ya les he visto 4 veces jeje).
Puede que haga poco tiempo desde la última vez que les vi, sí, pero como yo digo siempre, cada concierto es un mundo, y depende mucho del estado de la banda, de tu propio estado (físico o psicológico), de la sala, del lugar, de las ganas del momento… Es lo que tiene la pasión por el Rock y el Metal. Por tanto, se pueden contar mil y una cosas distintas de cada uno de ellos y volver a verles otras mil y una sin necesidad de soltar gilipolleces como “yo es que paso, ya les he visto”. Pero volviendo a aquella noche del martes pasado, es de justicia resaltar que, entre la hora de llegada y el tostón para poder aparcar (imposible hacer más, es lo que hay), tuvimos que perdernos a la banda, también australiana, que les acompañaba, canela fina dentro del nuevo Thrash emergente que, según me contaron, estuvieron dando una caña brutal. Es lo que tienen los conciertos a hora y pico de casa y entre semana. Una lástima…
Sin embargo, llegamos con el suficiente tiempo para echar, entre grupo y grupo, unas birritas y unas cuantas caladas antes de que, por fin, los hard rockers australianos pisotearan el escenario de la Repvblicca. Muy a gusto, como digo, con los colegas, aunque tuvimos muy poco rato para hablar. Poco antes (demasiado poco) de que comenzara el show principal, nos metimos dentro ya con pocas esperanzas de coger un buen sitio. Al final terminamos cerca de la entrada, teniendo que sortear cabezas y brazos por doquier hasta tener una visibilidad decente. A las 21:15, con una puntualidad impecable, comenzó a sonar la intro de Terminator 2. A pesar de que no me cogió por sorpresa esta vez, no pude evitar que se me pusieran los pelos de punta ante esta grandiosidad, cuyos sonidos industriales dieron paso, por fin, a Ready to Rock, que entró por mis oídos como un jodido relámpago cargado de fuerza y ROCK de alto voltaje (nunca mejor dicho jeje, ya sabéis). Entre el monazo que tenía de concierto, tras un septiembre de absoluta sequía, el brutal volumen al que sonaban, el ambiente cojonudo y los mismísimos Airbourne en toda su esencia, no podía parar de dar cabezazos y mover las piernas, ¡¡una auténtica locura imparable este tema!! Con el calurón que hacía dentro de la sala, en el primer tema ya estaba chorreando de sudor. Aun cargados de la fuerza del inicio, cayeron I’m going to hell for this, con un rollo guapísimo a lo AC/DC (de quienes nunca han podido ni querido negar influencias muy directas), con mucho sabor setentero y la vacilona Too much, too young, too fase, que aunque supusieron un respiro a la tralla del comienzo, nos hicieron disfrutar de lo lindo. Y es que en Airbourne hay dos factores principales: los temas, y la forma de actuar de la banda. Sé que suena demasiado obvio, pero hay que verles en vivo para entender lo que quiero decir, ver a Joel O'Keeffe sudando a saco y dejándose la piel cantando desde el segundo uno, o a Justin Street, pieza clave también en este sentido, agitando la melena sin control… un auténtico torbellino en masa. Tanto los colegas como mi chica y yo lo estábamos pasando en grande ya de primeras. Dieron mucho protagonismo a su último disco “Breakin' Outta Hell”, pero esto no es nada negativo, ya que este es puro Airbourne, sin florituras, sin cosas raras, solamente Rock’n’Roll con actitud, que es lo que mejor se les da. Sonaron Down on you o Rivalry, que ya pude escuchar en el Rock Fest, a un volumen desmadrado, como todo el concierto, y la banda apretó el acelerador con ellas, disfrutando incluso más que en las clásicas (orgullo de disco nuevo jeje), dando brincos y cabezazos por todo el escenario, que como ya me temía, se les quedó muy, pero que muy pequeño.
La peña en general rindió al mismo nivel en estos temas nuevos, aunque es de justicia reconocer que los que pusieron la sala en órbita al 100% fueron algunos añejos como Girls in black, uno de los grandes subidones de la noche. El bueno de Joel, completamente empapado en sudor, se acercó por primera vez al público que estaba en la parte más alta para entrar en contacto directo con la gente de forma humilde, con mucho buen rollo, pero sin dejar de sentir esa electricidad tan característica de su forma de moverse a la hora de tocar los salvajes y desenfrenados solos. No hubo demasiados momentos instrumentales más allá de los propios de los temas, pero Airbourne disfrutan también “jugando” con esas partes alargadas, con solos, chirridos, y también pidiendo continuamente la colaboración de la basca, como ocurrió al buscar las palmas de todo el mundo con el inicio de Breakin' Outta Hell, que rompió con su trepidante ritmo. Otro tema que seguirá reventando en directo allá donde toquen, rompecuellos total. Pero si especialmente hubo una que eché de menos en Barcelona, esa fue Diamond in the rouge, y el alegrón que me llevé fue enorme. Los tres músicos de la primera línea, tanto Joel, Justin y Harri se emplearon a fondo, aunque especialmente estos dos últimos dando unos… ¡cojonudos! A parte de que tiene uno de los mejores estribillos que han compuesto. El calor era increíble, y no solo por la temperatura ambiente, sino por los ánimos que se respiraban en la sala. Incluso hubo un momento de esos mágicos en el que todos encendimos los mecheros en el aire (joder, como echo esto de menos… putos móviles…). Todos aprovechábamos cada ritmo para aplaudir, levantar el puño, o sencillamente volvernos locos dando caña al cuello. Mucho ritmo dio, por ejemplo, It’s all for rock’n’roll, más pausada pero con una de esas cadencias con las que es literalmente imposible quedarse quieto, y más aun viendo al loco de Justin desmelenarse a gusto.
Sé que es raro que yo lo diga, pero creo que al concierto le sobraron unos cuantos decibelios. Y no porque no me guste que la música suene alta como el infierno, creo que se pasaron con los agudos, y añadido al hecho de que estábamos justo enfrente del altavoz de mitad de sala… algunas de las partes más chirriantes fueron un tormento para los tímpanos, sobresaturadas de agudos, y si ya estoy medio sordo esto no ayudó demasiado. En cualquier caso, no me gusta demasiado la distribución de la sala. Demasiado efecto pasillo, acceso un tanto extraño al interior, y no le veo demasiado sentido a “las gradas” para que se suba la gente. Imagino que lo del exceso de volumen sería solamente cosa de aquella noche, porque cuando fui a ver a los Anthrax (por ejemplo) no recuerdo que fuera algo tan descarado.
Para muchos, entre los que me incluyo, el apoteosis total de la noche llegó con Stand up for Rock’n’Roll, una de mis favoritas y uno de los estandartes de la banda. El comienzo, acelerando poco a poco las guitarras, fue increíble. Hasta el más agotado de todos los que estábamos allí gritaba a pleno pulmón al ritmo del instrumento de Joel O’Keeffe con un ensordecedor HEY HEY que casi impedía escucharlo, hasta que claro, cuando empezó la caña fue una locura. Miedo me daba levantarme al día siguiente para ir a currar, pero con estos temazos no le di ni un segundo de tregua al cuerpo, sin parar de saltar como si no hubiese un mañana. Por otra parte… es obvio que el vocalista ya no puede cantarla en la tonalidad original, su voz ha perdido bastante registro con el tiempo, pero aun así tiene una fuerza y un carisma incalculable. Fue un estallido de electricidad que, tras unos minutos de descanso, volvería con Live it up, cuyo título no pudo tener más significado en aquella noche en la que todos olvidamos si era martes o domingo: todos vivimos con intensidad cada segundo hasta la extenuación. Además, el vocalista sacó una sirena que hizo sonar segundos antes de dar comienzo al tema para ir “provocando” más todavía y poner una pizca más de espectáculo sobre el escenario. Entre esto y el final, se tomaron un rato para echar un par de temas de Tom Petty que, francamente, les quedaron como anillo al dedo, al mismo tiempo que el vocalista / guitarrista volvía a encaramarse a “las gradas” del público, calentando el ambiente para el gran final con Runnin’ Wild, otra de mis favoritas, que en directo estuvo rebosante de pasión, de nuevo con un griterío generalizado que en ocasiones se escuchaba tan alto como la propia música.
Fue un show relativamente corto (hora y media muy raspada), pero es así de sencillo: una de estas noches vale la pena aunque, como fue el caso, estuvimos mucho más tiempo conduciendo que en el concierto. Al fin y al cabo, tuvimos nuestra horita y media de Rock, con unos Airbourne que siguen en su meteórico ascenso hacia la gloria y que salvo en contadísimas ocasiones, no soltaron el pie del acelerador ni una puta vez. Magníficos y arrolladores, sin duda, y con una energía que es capaz de poner en órbita hasta al más derrotado. Les deseo todo lo mejor en esta serie de bolos en nuestro país que, por cierto, arrancaba en Valencia Más adelante… ¿una buena opción para un festival veraniego en 2018? ¡Buena no… excelente!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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