Alegría para la noche de un sábado en la que el desmadre, las risas y la buena música estaban garantizadas, una vez más, de la mano de los madrileños Hamlet, una de mis bandas fetiche / favoritas del panorama nacional desde que era un crío y encima en la Sala Babel, bien cerquita. A última hora, me salió un plan alternativo bien interesante con el que hubiese disfrutado igualmente con colegas, pero un concierto siempre manda, esto es ley para mí. Con mi otro colega Kurro, también incansable compañero de fatigas, nos preparábamos para un bolo que los vientos de la casualidad quisieron que se celebrara justo un año después de verles en Valencia en la sala Fussion (18/11/2016) en una noche igualmente cojonuda aunque algo accidentada jeje. Sea como fuere, y sin dejar de sorprender esta casualidad, la sala Babel suele ser también sinónimo de buen sonido y buen ambiente, cosa que ya he comprobado en numerosas ocasiones, y que parece tener una buena agenda en los últimos tiempos, cosa de la que me pienso aprovechar todo lo que pueda. Salimos con tiempo, sin necesidad de fundir el motor, bocata y litro de birra en mano para llegar a tiempo de trincarnos ambas cosas. Una vez allí, el frío apretaba más de lo que hubiésemos imaginado, pero la gente empezaba a amontonarse poco a poco en las puertas de la sala, con lo que fue un rato bastante agradable y llevadero, aunque yo ya estaba deseando entrar. Justo en esos momentos me enteré de la triste noticia (no había leído prensa de Metal en todo el día, cosa rara) del fallecimiento de uno de los genios más grandes de la historia, el incomparable Malcom Young al que, sin quererlo ni saberlo, rendí un pequeño homenaje con mi sudadera aquella noche.
¿Una banda telonera para entrar en calor? ¡Perfecto! Allí que nos metimos mi colega y yo, con una sala ya más llena de lo que pensaba, mientras nos pillábamos un litrito y esperábamos el comienzo de Halo Metal Band entre el calorcete de la peña. Aunque (otra casualidad) ambos íbamos un poco jodidos de la mano derecha, nos metimos por el centro, sabiendo que de momento se podría respirar cómodamente. Sin conocer ni haber escuchado nada en absoluto de ellos, captaron mi atención casi de inmediato por su contundencia y sobre todo, su gran sonido y su espectacular volumen. El primer tema en intentar dejarnos sordos fue Semilla animal, single de una banda que consiguió congregar a mucha más gente de la esperada, y esto les envalentonó notablemente. Es el tipo de banda que uno espera para teloneros de Hamlet, aunque hay que matizar que la mayoría del tiempo tenían más en común con bandas como Habeas Corpus, Narco o Soziedad Alkoholika en sus riffs, en la voz “to gorda” de su vocalista Storm O.L., que arrasaba tanto en este sentido como en sus agresivos y contundentes movimientos, echando pestes a la escoria que nos gobierna y comportándose como un auténtico bestiajo. Temas bastante pegadizos como Más fuertes (más por su dureza que por su melodía) o Nuestra generación se entremezclaron con una cover tan sorprendente como Domination (Pantera, por supuesto) en la que mostraron las cartas de algunas de sus influencias como el Heavy Metal, el Groove o incluso algo de core. Les quedó bastante bien a pesar de que la tocaron mucho más rápida que la original, con la dificultad añadida, y nosotros nos exigimos a saco con el headbanging, emocionados como los que más ahí en medio de toda la basca. Otra letra contestona y muy válida para los tiempos que corren fue la de Miseria, que con su ritmo jode-cuellos hizo las delicias de más de uno, con unos músicos bastante entregados, especialmente el gran triunfador del concierto, su batería Sergio, que fue a 100% por hora desde el minuto 0, arrollador con el doble bombo y con unos ritmos bastante complejos y a toda velocidad, y sin dejarnos de la mano a su bajista Willy, que lució unos movimientos muy rápidos y una técnica sorprendente. Por cierto, buscando información he visto que alguno de los componentes de la banda militó en Nebulosis, banda muy recordada por nosotros. La banda terminó encantada su concierto, muy agradecidos pero siempre pidiendo más y más griterío, no sin antes de terminar ofrecernos como regalo (esta vez con el tempo original) una versión del Cuando nada vale nada de los S.A. que clavaron gracias al potencial de sus músicos y a la similitud entre la voz de Juan Aceña y este Storm O.L., que quiso vivir la intensidad del tema entre el público. Ni que decir tiene que fue el punto álgido del concierto en cuanto a empujones y movimiento, bastante frenético.
Hamlet también tuvo su propio homenaje al gran Malcom Young, aunque uno no sabe si fue adrede o pura casualidad, ya que en esta gira, en el tiempo del cambio antes de salir a escena, siempre se ponen el Highway to hell entero. Pronto llegó otro tema característico de esta gira, el Misirlou de Dick Dale que, a modo de intro, hace caer el telón (dicho de forma figurada) para que la banda se posicione sobre el escenario, primero la bestia Paco y después el resto, con Molly en primera línea ya pidiendo ánimos y jaleo antes de empezar con Limítate, poniendo inmediatamente la sala entera a botar tras la parte melódica. Se les veía en plena forma, muy aguerridos y enérgicos, pese a ser técnicamente el último concierto de la gira en honor de su último disco “La Ira”, una gira que ya lleva desarrollándose al menos un par de años sin descanso, y a la cual ya he acudido, contando con este, a seis conciertos. Pero el cansancio parece que no hace mella en ninguno, ya que salieron a tope, continuando con Vivo en él, uno de los temas más laureados de su magnífico “Pura Vida”. La sala continuaba al 75%, buena movida, mucho calor pero con el espacio justo para que uno pueda hacer el salvaje y desfogarse a gusto con temazos como Imperfección, que abría el listado de temas que caerían de “La Ira”. En los intensos berridos que soltaba Molly en los momentos precisos (e incluso improvisando) se notaba a la legua que su estado vocal no podía ser mejor, ni físicamente podía estar más en forma, subiéndose repetidamente a los monitores y dando unos saltos “pa matarse”. Se nota que la gente que nos reunimos en sus shows sabemos apreciar lo bueno, y es que a pesar de ser uno de sus temas más recientes, Mi religión supuso otro pico de intensidad en el concierto, con un final agónicamente lento y brutal que nos hizo doblar el lomo hasta el puto suelo. Nos encanta su letra, su mensaje con aquello de “De nuevo aquí, para incendiar, ¡¡NUNCA ME FUI!!”, pura filosofía personal cantada con orgullo y una fuerza descomunal, mientras Ken HC se volvía literalmente loco a cabezazos, agitando su enorme melena a piñón y Tárraga súper animado dándolo todo. Me alegra verle de nuevo al 100% después de su delicada operación, especialmente en temas como Antes y Después, en el que casi siempre que la han interpretado en directo le he visto como una mirada especial, particularmente emocionado con ella. Molly, a pesar del paso del tiempo, la sigue cantando como un chaval y a mí en particular… uf… es un tema que me evade y me transporta muy lejos, grandes recuerdos de aquel mágico 1998. Pero no hubo demasiado tiempo para encantarse, ya que seguidamente golpeaban muy duro con Deja Vu, posiblemente lo máximo que se ha acercado la banda al Doom Metal en toda su carrera, llevándonos de nuevo por estrofas oscuras y muy pesadas (en el mejor sentido, claro). A Molly se le cayó el micro, Tárraga tuvo que cambiar de guitarra a mitad de tema, pero aun así la bordaron de sobresaliente, coronándola con un alarido tan salvaje y visceral que nos dejó a todos acojonados. Entretanto, mi colega y yo seguíamos sudando la camiseta. ¡¡Qué fácil es disfrutar de un concierto cuando te sabes cada nota y cada letra al dedillo!!
Arrancaba Paco a toda hostia con Lamento, pura tralla con especial protagonismo de su instrumento que aporreó con total falta de piedad, como una bestia pero con una coordinación digna de un metrónomo, y es que no falla ni una el tío. Y si queríamos más gritos desgarradores, Ser o no ser vino a ser la opción perfecta, otro tema para calentar el cuello hasta que salten chispas. A la gente se le veía con muchas ganas, no es que fuésemos una barbaridad, pero todos estábamos curtiéndonos a saco. Si hacía falta una excusa para, definitivamente, partirnos la cara sin tapujos, esa fue Egoísmo, y es que cada vez que escucho su comienzo en directo me arde la sangre. La verdad es que cada vez siento con más intensidad su mensaje, y eso es muy importante a la hora de vivir un tema en medio de la vorágine destructiva que Paco creo con sus ritmos y Molly recrudeció con su garganta echando fuego. Al dar carpetazo al setlist de “La ira”, empezaron a caer uno tras otro clásicos de su dilatada carrera.
En verdad, pensaba que a estas alturas del año ya habían terminado su gira del nuevo disco (no me había fijado que aun quedaba el bolo de Madrid) y la verdad, habría sido un aliciente que hubiesen tocado algo distinto o alguna sorpresa respecto a anteriores conciertos de la misma gira, pero para mí eso no es excusa para no estar ahí dejándome la piel. Muérdesela fue dedicada con todo el “cariño” a esos cinco violadores hijos de la gran puta (como no, alguno de ellos militar y picoleto, puta basura humana) con toda la furia y el odio que merecen, con una energía atronadora, y todo el mundo apoyándoles con la voz y con sudor. Álvaro Tenorio improvisaba con su bajo para que no hubiese ni un segundo de silencio. No les costó demasiado esfuerzo crear un violento wall of death en medio de la sala en la parte más rápida, e incluso al final hubo otra buena sesión de hostias. Para la misma jodida basura siempre va dedicada Dementes Cobardes, un clásico de su época más “moderna” pero que sigue encajando a las mil maravillas en cualquier parte, combinando de forma suprema la melodía en su estribillo, la contundencia en su mensaje y unas afiladas guitarras, que Tárraga interpretaba levantando la suya y poniendo cara de mala hostia. Cada vez más movimiento y cada vez más ganas, nenaza el que se quedara quieto con Denuncio a Dios, tan bien recibida como siempre, como el himno de la banda que es. Un ritmo creciente y de repente, tan solo un parón para dejarnos a todos sentados. Me encantó especialmente esta vez porque Molly se sentó entre nosotros, justo a mi lado casi apoyándose en mí jejeje. Terminó la canción batiéndose a hostias con todos nosotros, pero sin dejar de cantar ni por asomo, para pasar poco después a interpretar Tu medicina, arropado por una base soberbia entre Paco y Álvaro que ponen el colchón para que Molly pueda cantar, acompañado por unas 200 voces que nos sabíamos el tema de pe a pa. Otro tema de su “Insomnio” (mágico disco, sin duda) que nunca falta, ni debe faltar, especialmente por su explosión final. Molly nos miraba con verdadero orgullo mientras no paraba quieto. Lo de este hombre, con 52 tacos, es para echarse las manos a la cabeza. A parte de su innegable y envidiable buen estado físico, sigue manteniendo una fuerza escénica intacta, brillante, incluso reforzada por el paso de los años. Y me huelo que continuará siendo así por muchos más para uno de los mejores frontmans de este país.
Curioso como, con el paso del tiempo, Un mundo en pausa se ha situado de forma casi perenne entre los grandes clásicos en la recta final. En esta ocasión, me sonó especialmente melódica, creo que en pocas veces como en esta he podido apreciar tanto detalle musical en directo, fruto probablemente del gran sonido del que disfrutamos en la Sala Babel. Un tema que viene como un guante a los tiempos jodidos de dictadura fascista que vivimos, y con un final de nuevo hiper ralentizado adrede, para darle si cabe un extra de bestialidad. Tras el descansillo, que no duró demasiado, yo ya esperaba los dos temas que todo el mundo conocemos para dar punto y final a la actuación, pero de repente, como un rayo de luz, llegó Imaginé, que hacía bastante tiempo que no escuchaba en vivo, y fue increíblemente gratificante poder cantarla (supongo que para Molly también, descansando así su garganta). Pese a su melódica composición, es de remarcar la dureza del riff en las guitarras de Ken y Luís, que pueden hacer que termines metiendo más headbanging que en temas más rudos. Como me temía, ahora sí, llegaron las dos piezas fundamentales. Una de ellas fue Irracional (que ojo, no siempre han tocado) para desatar una vez más la locura, y en un momento dado, Molly bajó al público a zurrarse la badana un rato, y después se encaramó a la barra de la sala para, sin micro ni nada, y pidiendo silencio absoluto, cantarse la segunda parte del “no quiero…” allí mismo, a capela, para deleite de todos, lo que subió la temperatura aun más y fue un jodido MOMENTAZO!! Que manera de disfrutar, oigan.
No hay concierto de Hamlet que no se me haga corto, pero todo lo bueno termina. Aunque… si es con JF, ¿qué más se puede pedir? Esto implica poner a cantar a todo el mundo, ver a Molly retorcerse, gritar como un descosido y desatarse a gusto y sin tapujos diciendo las cosas por su nombre. A veces, aun echo de menos ese toque de vulgaridad en las letras de sus primeros tiempos jejeje. Corriendo como un loco, de punta a punta del escenario, lanzando gritos acojonantes que no nos trepanaron los tímpanos de milagro… J.Molly fue un verdadero torbellino imparable, una bestia fuera de sí, para terminar con una sesión de saltos impresionante, de los que hago yo 2 con 15 años menos que él y me desmonto entero. Tras tan intenso final, por supuesto que la gente pedía más y más, con gritos de Molly y Hamlet sin cesar, pero desgraciadamente, el punto final había sido escrito (o mejor dicho, tocado). Eso sí, estuvieron un buen rato dando manos, saludando, agradeciendo, dando púas…
Y a veces hay gente que me pregunta porque sigo yendo a sus conciertos, cuando les he visto más de 30 veces (literalmente, no en sentido figurado) e incluso varias dentro de las mismas giras. La respuesta es simple. Sé que es una banda que no va a fallar jamás, se que disfruto como un cochino con cada uno de sus temas, y sobre todo, porque Hamlet es un grupo al que le tengo un cariño infinito desde los inicios de su carrera y no puedo dejar pasar ni una a la mínima que se acercan por aquí.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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