Llegó por fin el esperado sábado y con él la culminación, en principio, del que ha sido el fin de semana más prolífico en cuanto a conciertos de este 2018 (y uno de los mejores de mi vida). Amanecimos un poco cansados, y nos tomamos con calma la mañana, paseando por Madrid y visitando varios lugares. En esta ocasión, como nos alojábamos bastante lejos de la zona de Moncloa, fuimos antes tirando de metro hasta la sala Mon, donde se celebraría el que sería el GRAN concierto del fin de semana y uno de los mejores de este año. No me cabía duda de que Primal Fear, una vez más, iban a arrasar sobre el escenario, pero mi mayor motivación, y la razón que definitivamente me trajo por aquellos lares, eran los americanos Riot, una de mis grandes pasiones en cuanto a Heavy Metal y una de las mejores bandas de este puto planeta. Acompañando a estas dos grandes bandas, estaban los franceses Existance. Pero antes, decidimos ir a gulismear por los bares cercanos a la zona, para encontrar algo decente y barato donde refrescarse el gaznate antes de entrar al trapo. Y vaya si lo encontramos, un garito donde vendían pizzas y demás comida rápida en una esquina de una calle cercana, y sobre todo, 3 cubatas por 10 pavos (algo casi insólito en Madrid), así que no perdimos la ocasión. Lamentablemente, como ya pasó la noche anterior, el adelanto de los horarios a las 18:30 (una hora a todas luces absurda e irrisoria) dio al traste con la primera actuación de la noche. En el interior de la sala pudimos volver a saludar tanto a Javi como a Natalio, que no se pierden una. Qué envidia me dan, en serio… aunque para mí vivir en Madrid sería la puta ruina (acabaría pidiendo en el metro para poder ir de conciertos).
La sala Mon era una gran desconocida para nosotros. A pesar de que antes era conocida como la Penélope, nunca tuve ocasión de ir allí, también desmotivado por las nefastas críticas que daba la gente sobre ella. Por suerte, al cambiar de nombre y dueño, se le ha dado un buen lavado de imagen. Sigue siendo tan pequeña como me dijeron, pero por suerte uno de los principales problemas que eran las columnas distribuidas por toda la sala han desaparecido, con lo que la visibilidad debe haber mejorado muchísimo. Supongo que la seguirán utilizando como una puta discoteca para pijos, pero al menos los amantes del Metal tenemos otro sitio decente para ir a saciarnos. De los Existance no puedo decir mucho, la verdad, aunque ojala pudiera hacerlo. Con solo unos minutos de sus últimos momentos sobre el escenario, pude hacerme una idea con su último tema From Hell. Vi a una banda joven (solo tienen dos discos) pero con una hambruna de comerse la sala entera tremenda, muchísima actitud y un sonido aguerrido y cortante, con muchos coros, líneas de guitarra que me recordaron a algún tema de los primeros Maiden. También me fijé bastante en su cantante y guitarrista Julian Izard, un loco que no dejaba de meter headbanging y que, además, posee una gran voz, melódica y con unos agudos estremecedores. El resto de los músicos más de lo mismo, hambre y energía mientras intercambiaban posiciones en el escenario, batería heavyrockera clásica y solos bien ejecutados. Os recomiendo que les escuchéis con atención. Por cierto, como último detalle, decir que tocaron con la batería a la parte izquierda del escenario (lo siento, no hay fotos), algo bastante curioso que no se repetiría más adelante.
Las manos me sudaban de la emoción, solo de pensar en que iba a ver a mis siempre idolatrados Riot ya por sexta vez, y ya solo quedaba esperar. Putada por los horarios, ya que les dejaban tan solo con 50 minutos para tocar que, segurísimo, se me iban a pasar como cinco. A pesar de su carrera y estatus, era el mismo Frank Gilchriest quien probaba su batería. Y parece que mi impaciencia se hizo de notar, ya que el cambio fue sin duda uno de los más rápidos que he visto jamás (no tardaron ni 15 minutos entre grupo y grupo), y fue precisamente Frank quien abrió el tarro de las esencias, a base de un brutal doble bombo, con Victory, un tema que exige puño alzado y destrozarse la voz a gritos, pero solo los del público, ya que el gran Todd Michael Hall fue absolutamente sobradísimo, y eso que estábamos tan solo en el primer tema. Flight of the warrior… ¿qué decir sobre esta obra maestra de canción? Su rápida batería, las cabalgantes guitarras de Nick y Mike… y esa jodida melodía que me vuelve loco, no podía dejar de meterle caña al cuello con algo tan épico, y de nuevo Todd bordando cada nota, emulando e incluso mejorando al recordado Tony Moore. Ya se podía entrever que, debido al poco tiempo del que disponían, aquello iba a ser un concentrado de sus mejores composiciones, pero lo que nunca cambia de esta banda, sea para 200 personas como las que seríamos o para 10.000, sea en sala o en festival, es la ACTITUD, y pocas bandas pueden presumir de tenerla tan auténtica, de haber peleado tanto y de haber llegado tan alto. Don Van Stavern, despatarrado, gafas de sol y gorra en ristre, es un claro ejemplo de ello, es el miembro más antiguo que queda en la banda y sigue cargando con gran parte de esta a las espaldas. A pesar de que el sonido no fue el mejor hasta pasado el ecuador del show, su bajo sonaba atronador, deslizando esas melodías tan personales en cada tema, como en Johnny’s Back. Como digo, el sonido a partir de aquí fue mejorando poco a poco. La banda estaba pletórica, eléctrica. La pareja de hachas formada por Mike Flyntz y Nick Lee brillaba con luz propia, mientras se hacían dueños del escenario, levantando sus mástiles en Caught in the witche’s eye, otro de los temas de su flamante y nuevo disco que nos regalaron en directo. Alguno podrá opinar que hubo incluso demasiados (siempre intercalados con los de ‘toda la vida’, claro) pero… ¿quién puede afirmar tal cosa con el pedazo de disco que se han sacado de la manga los americanos? Me atrevería a decir que es el mejor en muchos años, pero claro, atrás tenemos el “Unleash the Fire”, o el “Immortal Soul”, y un poco más lejanos el “Army of one”, el “Through the storm”… En serio, decidme… ¿qué disco de Riot no es una puta maravilla?
Me daba igual qué temas fuesen a caer, porque todos ellos son 100% actitud y Heavy Metal. Pero cuando sonó el principio de Bloodstreets… uf, alguna lagrimilla estuvo a punto de caer… especialmente por la brillante actuación de Todd a la voz y el solo de Flyntz, largo y emocionante como él solo. Uno de mis temas favoritos de la banda, al que por cierto, siguió otro de ellos, esta vez de factura más reciente como es Take me back. Su inicio con ese ‘remember the city lights…’ es una clara llamada a la nostalgia, a sus primeros tiempos, a cómo han sobrevivido más fuertes que nadie… y con esa melodía tan bestial te lo transmite todo por ella misma. Todd es, sin duda, el mejor vocalista que la banda pudiera desear. Tiene el timbre, el rango y la actitud perfecta para estar al frente de estas leyendas, solo hay que ver la pasión que pone al cantar en vivo temas como Angel's Thunder, Devil's Reign, aunque girando la vista hacia Nick Lee y viendo su empeño, uno se da cuenta de que todos los miembros de la banda lo viven al mismo nivel. Ya con Todd descamisado, luciendo su figura de He-man (aunque no en plan mojabragas, como algún blandengue del Metal nacional que yo me sé…) comenzó la retahíla de clásicos eternos e inmortales como Swords and Tequila, de mi disco favorito “Fire down under” donde la gente empezó a fliparlo de verdad. Aquí ya se escucharon claramente las voces de todos sus fans, cantando y pidiendo más, a lo que la banda contraatacó con Warrior, otra jodida obra maestra llena de fuerza y mensaje, único acercamiento a su primer álbum “Rock City”. Y por supuesto, no podía faltar uno de esos temas con los que hicieron historia, como Thundersteel, deseada y aclamada como pocas, que nos proporcionó el espectáculo visual y sonoro definitivo, con Nick, Mike y Don soleando a 3 bandas, cada uno con sus instrumentos, mientras a la peña se le iba la olla. ¿Opinión? El mejor concierto de todo el fin de semana y uno de los mejores que he visto del grupo, a pesar de su reducida duración. Obviamente me quedé con ganas de más… pero qué se le va a hacer… son GRANDIOSOS.
Previo sello en la muñeca, nos dejaron salir de la sala a respirar un poco, porque la sudada que llevaba yo en ese momento era de espanto, y el pulso híper acelerado de tanto disfrute. Afortunadamente, nos percatamos de que había un paki en la acera de enfrente, y nos pillamos un par de birras que entraron como si fueran jodido maná. Ese momento fue algo muy especial, no solo por la sensación tan brutal que me habían dejado los Riot, sino por la situación en sí, por estar tirados, despatarrados en un portal tomando una birra mientras pijos encamisados de tres al cuarto pasaban por delante mirándonos con cierto desprecio e incomodidad. Momentos como este reafirman mi posición: nunca he cambiado ni pienso cambiar jamás.
Quiero también aprovechar para saludar y agradecer a Diego González de Heavy Metal Fire y colaborador de Rafabasa.com su regalo, un fanzine cojonudo con entrevistas muy interesantes (entre otras, a Riot, Grave Digger, Them…) y anécdotas únicas. Podéis pedir una copia y números atrasados en el e-mail: stay-heavy-@hotmail.com y seguirle en Facebook.
Al igual que me pasó la noche anterior, tenía serias dudas de que los cabeza de cartel del sábado pudieran hacerle sombra a unos teloneros tan especiales como Riot, a pesar de que estemos hablando de los alemanes Primal Fear, banda de referencia actual del Heavy Metal más clásico con toques Power. A pesar de haber visitado la capital tan solo hace unos meses, a finales de Julio en el festival Granitorock, la sala Mon estaba hasta las trancas cuando entramos. Pero literalmente. A penas se podía ni entrar, lo que nos hizo maldecir haber esperado tanto fuera. Sin embargo, y a pesar de que nos tuvimos que quedar en la parte trasera de momento, la visibilidad era casi perfecta incluso desde ese punto, y la poderosa Final Embrace nos quitó cualquier mínimo sinsabor. Por suerte, una cosa estaba clara desde el principio: el sonido iba a estar pulido hasta el final. Saltaban chispas… literalmente, desde el escenario, para celebrar la entrada de los colosos alemanes, que no se detuvieron ni a saludar, embistiendo con Chainbraker y Blood, sweat & fear, cantidad de cañeras, y esta última de su reciente disco “Apokalypse” el cual, por cierto, si no habéis escuchado ya estáis cagando hostias para hacerlo, porque es alucinante, pura esencia Primal Fear elevada a la enésima potencia en cuanto a sonido, composición… y por supuesto Ralf Scheepers. Su gigantesco carisma es proporcional al tamaño de sus músculos, es un vocalista que sabe llegar, que sabe lo que el público quiere y sobre todo, que tiene una voz inconfundible y grandiosa. Junto al bajista Mat Sinner, que también tuvo mucha presencia, forman una verdadera pareja de oro. La sala continuaba a reventar, y el aire acondicionado dándonos en toda la jeta por estar en las últimas filas, pero nos importaba una mierda ante el cariz de los temarracos que seguían cayendo, como Face of Emptiness o Hounds of Justice (temazo, también del último), y al terminar The Ritual, con un Ralf impecable y arrollador al mismo tiempo, la sala se deshizo en ‘oeoes’ y gritos de Primal Fear. La banda ha vuelto a coger un ritmo imparable en sus últimos trabajos tras unos discos un tanto flojos como el “16.6” o el “Unbreakable” (de los que por cierto, no cayó absolutamente nada).
La vena power resurgió de nuevo con Nuclear Fire, con una batería explosiva del ‘destructor’ Francesco Jovino o la añeja Under your spell, del que para mí siempre fue su mejor disco, el destroza-mandíbulas “Jaws of Death”. No estaba seguro de si iba a caer o no por su duración, pero sus primeras notas de guitarra me sacaron de dudas. Eye of the Storm es uno de los temas más especiales que ha compuesto la banda en los últimos, al menos, 15 años. Tiene un ritmo denso, una trabajada melodía, cambios de ritmo, y se toma su tiempo para enganchar. En la parte central, se escucharon grandes aplausos por parte del respetable, y en la parte instrumental, Ralf se dio el piro para que Mat y compañía se desquitaran a gusto ocupando el centro de las tablas. El regreso del vocalista fue para juguetear con las voces de la gente que, emocionada, repetía sus fraseos, y para volver a darle duro con King of madness y The end is near, que puso a la sala Mon entera a botar con su adictivo estribillo. Curiosa elección la de When death comes knocking, y curioso también el hecho de que Alex Beyrodt y Tom Naumann, tan separados durante todo el concierto, se juntaran mano a mano para interpretar el solo. Las alarmas saltaron con Metal is forever, su tema más conocido por excelencia, icono ya por si mismo del Heavy Metal y toda una declaración de principios, no solo para la banda, sino también (espero) para todos los que estábamos allí. Pero por una vez y sin que sirva de precedente, no puso fin al setlist del grupo, que salieron con clara intención de volver. Dicho y hecho, las luces volvieron y una última arremetida de Heavy Metal nos esperaba y además con temas que rara vez o nunca he visto en directo, como la fantástica y sorprendente Fighting the darkness, un medio tiempo con el que Ralf, literalmente se salió de madre. ¡¡9 minutos con toneladas de feeling, señores!! La mejor opción para meter algo más del “New Religion”. En la parte instrumental el vocalista salió de nuevo, pero volvió listo para el envite final con la guinda al pastel, directamente desde su primer disco, llamada Running in the Dust, en la que se metió unos agudos que helaban la sangre… ¿cómo podía quedarle aun tanta voz? Joder, este hombre es de otro planeta… ¡Acojonante! Y ya poco más podíamos pedirles… un concierto largo, variado, cuidado hasta el último detalle, con un setlist casi inmejorable y bordado gracias a los grandes solos, la presencia y actitud de Ralf y Mat y la apisonadora tras los palos, el sr. Jovino. No, definitivamente, no se puede pedir más.
Pero dejando a un lado aquella escandalosamente brutal velada de conciertos, todavía quedaba la parte más fiestera de la noche. Nuestro colega Pedro, que salía del bolo que dieron los Paragon en Madrid (yo ya les vi en Valencia) junto a su mujer Carmen, se unieron a nosotros en una mini-ruta de garitos por Argüelles, empezando por uno de los mejores, como es el Bastard, donde pudimos saludar a Carlos y a más basca que andaba por allí, para luego darnos un voltio por la recién estrenada sala Hysteria donde, salvo un pequeño atasco de wcs, todo tenía una pinta estupenda, buen musicón a volumen creciente, una decoración muy guapa y precios RELATIVAMENTE aceptables para la capi. En conclusión: ¡¡lo pasamos de putísima madre!! Definitivamente, creo que ya tenemos planes para fin de año… ¡¡volver a arrasar Madrid!!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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