miércoles, 10 de octubre de 2018

Cuadruplete (2/4) La noche de la sinfonía (Kamelot + Opera Magna + Leaves' Eyes, Viernes 05/10/18, Sala La Riviera, Madrid)

Después del conciertazo que nos dieron los Paragon la noche anterior en el Paberse (pura cera de la mejor calidad, señores), cambiamos de tercio y esta vez nos fuimos bien lejos, concretamente a Madrid, para disfrutar de un fin de semana completo, intenso y sin precedentes en mi historia. La cosa es que hacía tiempo que teníamos las entradas en mano, pero la cosa dio mucho más de sí de lo que esperaba. El viernes se nos presentaba con un más que atractivo concierto encabezado por los americanos Kamelot, un valor seguro en cuanto a Metal sinfónico que en la última ocasión (este pasado Leyendas) ya nos demostraron lo fuerte que es su formación actual, y más viniendo con un discazo recién estrenado como el “The Shadow Theory”, probablemente el mejor trabajo desde que Tommy Karevik forma parte del grupo, y que aúna las mejores virtudes del estilo de estos. Como teloneros de lujo, lo cual fue una verdadera sorpresa en su día, los valencianos Opera Magna, dispuestos a seguir escalando posiciones en este complicado mundo a base de demostrar, sencillamente, que es la mejor banda de Power Metal que existe actualmente en nuestro país. Por último, y como primer grupo en actuar, tuvimos a Leaves’ Eyes que, aunque ya sin Liv Kristie desde hace dos años, dieron un buen repaso a sus discos en el poco tiempo que tuvieron de actuación y nos dejaron claro que se han reinventado con su vocalista actual Elina Siirala que junto a Alex Krull a las voces guturales dieron un show cojonudo en la sala Riviera, donde se celebró. Allí nos encontramos también con Pedro y Jorge, dos grandes colegas, y Natalio, que conocíamos del Leyendas, a los que se unieron Jose y Javi, dos de los más grandes veteranos que he conocido.

Tras un par de cubatitas en un bar cercano a unos precios relativamente decentes (no como en la puta sala, 11 euros el mini… vergonzoso), nos fuimos haciendo camino. A esas horas, todavía no había cola formada, algo por otra parte lógico si tenemos en cuenta que los graciosos de Madness Live adelantaron, días antes, la hora de apertura de puertas hasta las 18:30, una hora infame y más para un viernes, cuando la peña todavía no habría salido ni del curro. Por suerte nosotros no teníamos ese problema, pero manda cojones…

Aun con esto, se nos fue el tiempo de las manos con las copas, y llegamos con algún que otro tema de retraso para el concierto de los de Alex Krull. Cuando entramos en la sala, lo primero que dije fue ‘¡por fin un buen sonido!’ y es que a pesar de que nos situamos lejos del escenario, la banda sonaba para chuparse los dedos. Entramos y saludamos a todo el mundo, mientras la banda descargaba uno de sus temas (Edge of Steel, ¿puede ser?) a toda potencia, con mucho ánimo y empuje encima del escenario, y con la pareja Elina / Alex haciéndose con el protagonismo casi absoluto. El ambiente era increíble, y eso se percibe en seguida. No tardaron demasiado en dar salida a su más reciente single, llamado Riders on the wind, un tema fresco y sorprendente, con mucha carga instrumental (aunque muchas partes disparadas) y una melodía sorprendente y sobre todo, muy pegadiza que entró de primeras y puso a toda la sala a dar los primeros saltos de la noche. ¿Saltos en Madrid? ¡Pues sí! Aunque parezca mentira, todo el mundo estaba súper ilusionado, muy motivado y el comportamiento del público fue algo ejemplar, acudiendo a todos los conciertos, llenando la sala a tope y sin parar de cantar los temas y levantar las manos, cuando normalmente en la gran capital todo el mundo es más seco y estático que un gato de escayola. Siguieron apostando fuerte por los singles, y le tocó en esta ocasión a la más gutural Hell to the Heavens, una de mis favoritas, en la que Krull se acercaba amenazante a las primeras filas, pero seguía siendo Elina quien dominaba el escenario, siempre encarada al público, mostrando todo su encanto y sus movimientos: su inmensa gracia que nos conquistó a todos, con muchísima presencia. A pesar de estar llegando ya a la recta final, aun caería alguna sorpresa, como cuando apareció el vocalista alemán y su envidiada melena vestido de guerrero nórdico (casco y espada incluidos). Cayeron Beowulf y Blazing waters, donde ya la banda puso toda la carne en el asador. Como podéis ver, el setlist prácticamente estuvo basado en sus dos últimos trabajos, “King of Kings” y “Sign of the Dragonhead”.

Por suerte, entre concierto y concierto nos dejaban salir “al recreo” a echar un cigarrito y, a quien quisiera, tomar unas chinolatas, ya que con los precios que hay dentro prefiero morirme de sed. Tras una larga conversación con el colega Javi (otro veterano de guerra), el tiempo apremiaba, y de repente, cuando escuchamos los inicios orquestales de la introducción, entramos como alma que lleva el diablo para, efectivamente, coger de pleno Rojo escarlata, una elaborada pieza instrumental con orquestación disparada en la cual la banda, cada uno de sus miembros de forma individual, se desquita a gusto con su instrumento, y es que cada uno de ellos es un jodido monstruo. José Broseta es el único que faltaba sobre el escenario, pero ante los primeros aplausos de un público (¡inaudito!) muy entregado tras aquel primer plato, salió sobre el escenario que no le tocaban los pies en el suelo, híper activo, saltando y dando cabezadas, con su actitud habitual, para comenzar ese pedacito de arte llamado Para siempre, que hace tiempo utilizan para abrir. El sonido era magnífico, espectacular, que gustazo POR FIN ver a una de mis bandas favoritas en el entorno que merecen, una sala a tope de peña, atenta, integrada en el concierto, y un sonido a la altura de las circunstancias, tras unos cuantos pequeños arreglos al principio, cada vez el bajo de Alejandro y los teclados de Nacho sonaban mejor, más claros y fuertes. Jugaban con el tiempo en contra, y eso hizo, como buenos profesionales que son, que fuesen a piñón para encajar todos los temas que tenían preparados, pero eso no quiere decir que José no se mostrara comunicativo y nos transmitiera todo el sentimiento que pone al cantar cada uno de los temas. Así que, manos a la obra se pusieron con El pozo y el péndulo, para mí su mejor tema y una obra maestra absoluta tanto del Power, en cuanto a la parte más clásica y su melodía, una delicia, pero lo mejor de todo es ver cómo se interpreta en directo, como Broseta se deja la piel, como va sobradísimo en las partes más brutalmente exigentes, y como Javier Nula desprende todos sus recursos. Cada vez que le veo tengo más claro que tengo ante mí al mejor guitarrista de Metal nacional, al igual que me pasa con el vocalista en su terreno.

Los temas suenan absolutamente calcados a los discos, con todas sus exigencias, con todos sus detalles y sin perder ni un ápice de pasión, inclusive ese corte que siempre recuperan de su primer trabajo “El último caballero” llamado Horizontes de gloria. Que es una de las más conocidas no hace falta decirlo, bastaba con mirar como estalló la sala, al mismo ritmo que Adrian aporreaba la caja de la batería o Penella ‘masturbaba’ su bajo a una velocidad de locura. Estos últimos destacaron enormemente también en El corazón delator, ya que es harto compleja, aunque quizá no tanto como en la parte vocal. Sé que siempre pongo a Broseta por las nubes, porque me parece absolutamente increíble esa forma de cantar. También recuerdo que dije que en el Leyendas le vi algo más cansado, más justo. Pero os aseguro que aquí en Madrid bordó hasta la última puta nota, no importa qué registro usara, o que tono se exigiera, su actuación vocal fue de auténtica leyenda. A la vista está que, tras terminar, los gritos de Opera Magna por parte del público invadían la sala y la banda lo flipaba. Siguieron con orquestación en primera fila para descargar Donde latía un corazón, y el concierto había alcanzado la excelencia absoluta en cuanto a sonido, la banda cada vez disfrutaba más (especialmente animado, con headbanging a tope, Enrique Mompó, guitarrista y compositor). Otra elegante muestra de la capacidad de registro que tiene J. Broseta se encontraba en el transcurso de Hijos de la Tempestad, de pasar de un susurro sutil a unos agudos que ponen los pelos de punta… Sigo diciendo que en este país, nadie puede toserle en su campo. Y… ¿ya está? Esa fue la pregunta que me hice ya, cuando la banda agradecía a su público el calor y el apoyo, aunque no sin antes interpretar con ansia viva La Herida, tema powermetalero, con estribillo adictivo y muy conocida para dejar una sensación inmejorable de perfección casi total. Alguien me dijo, antes del concierto, que si fuese por él habrían tocado de primeros teloneros, pero yo, personalmente, les hubiese puesto arriba del todo. De hecho, en mi opinión, fueron los grandes triunfadores de la noche. Ya es hora de que el mundo del Metal les haga justicia y comiencen a encabezar sus propias giras con varios teloneros porque desde luego técnica, gusto, actitud y excelencia compositiva no les falta.

Ya os digo, me resultaba muy difícil que, por muy buena y cuidada que fuese la actuación de Kamelot pudiera hacer sombra a los anteriores. Antes de nada, salimos otro ratejo para airearnos, aunque hay que decir que dentro de la sala se estaba de lujo, con el aire acondicionado puesto pero sin criogenizar al personal. La sala había llegado al punto máximo de aforo, y ahora sí que no cabía ni un puto alfiler. Encontramos un hueco como pudimos delante de la mesa de mezclas para evitar la palmera y llegamos justo cuando comenzaba a sonar la intro Knight’s march, grandilocuente como ella misma, para dar paso al primer tema de su última creación, el magnífico “The Shadow Theory”, del que caerían varias a lo largo de la noche. Y no tengo ninguna queja al respecto, ya que me parece de lo mejorcito de toda su carrera, aunque de momento nos conformamos disfrutando con esa Phantom Divine. Tommy salió ataviado con una capucha negra que mantuvo durante todo el tema, calentando la voz poco a poco y  también tomándose el principio con calma, sin desgañitarse física o vocalmente. La que empezó fuerte de verdad fue Lauren Hart (Once Human), que actualmente hace las veces de corista (tal como fue en el Leyendas), con unos berridos de aúpa y acaparando casi más miradas que el propio vocalista o Thomas Youngblood con su impresionante figura. Progresaba poco a poco el setlist, con melodías edulcoradas marca de la casa, como Rule the world o Insomnia, que tuvo un solo muy limpio y claro, gracias al mejorado sonido, aunque esto último depende del punto de vista con que se mire. Por una parte, lo único que distorsionaba un poco era la voz, el resto, desde los teclados de Oliver como la batería del joven Johan Nunez sonaban de vicio, eso sí, probablemente para lograr tal claridad tuvieron que sacrificar el volumen, y esto fue una de las notas negativas del concierto.

No hay nada que me dé más rabia que escuchar una intro tan rimbombante y alta y después que comience los primeros temas a tan bajo volumen. Me corta cantidad. Esto fue mejorando con el transcurso y adquiriendo fuerza, pero de haberla tenido desde el principio hubiesen triunfado más todavía. Aun así, no se puede decir lo contrario. Con The great pandemonium y su cañero final, pusieron toda la Riviera a botar y a Johan a demostrar lo que vale su técnica. Pero si hay que buscar un momento donde la sala definitivamente estalló, ese fue cuando sonó When the lights are down, un tema que quizá queda escondido en su discografía pero que me parece una pasada, tanto en la parte instrumental, en los coros y en la orquestación grabada. El público, que no había dejado de transmitir pasión en toda la velada, definitivamente se soltó, sin que desentonara el ritmo más pausado de End of Innocence. Tras esta, el propio Karevik nos dijo que nos querían en el próximo DVD, y se puso a grabar imágenes de la peña en su versión más eufórica (cogiendo el momento más adecuado). Volvía la batería envalentonada, junto al bajo de Sean Tibbetts a marcar el ritmo de más piezas, como Veil of Elysium, en las que el líder Thomas Youngblood se recorría todo el escenario, incluso subiéndose a la tarima de la batería. Más dosis de su “Haven” (otro de los discos más protagonistas) con Here’s to the fall, para los que dudan de si Tommy es capaz de imprimir el mismo feeling en los temas que el anterior vocalista Roy Khan, o del “The Shadow Theory” con Ravenlight, antes de sumergirse en una buena retahíla de clásicos, comenzando con la ya clásica March of Mephisto o la que más echamos de menos en el Leyendas sin duda, la gran Karma, que me trajo grandes recuerdos y personalmente la disfruté como un bellaco.

Tanto Lauren con sus guturales como Tommy hicieron una gran actuación, pero lo mejor aun estaba por llegar. Permitidme mencionar de nuevo al bajista Sean Tibbetts ya que a nivel físico fue seguramente el más entregado: todo un espectáculo con molinillos y carreras. Nos dejaron bien preparados para afrontar el luminoso estribillo de Amnesia, que dio paso a una especie de duelo coordinado entre Oliver Palotai y Johan Nunez con algún escape progresivo, incluso. La inesperada inclusión de Sacrimony (Angel of Afterlife), con Tommy susurrando el inicio, sirvió también de pretexto para la vuelta a las tablas de Lauren, que una vez más, se enfrentó al público gritando con agresividad, aunque encajando tremendamente bien en el tema. El último guiño a su último trabajo fue Burst to embrace, con aires más modernos y esos coros de niños pregrabados al final, hasta que el punteo de Youngblood nos hizo sumergirnos en Forever, una de las más esperadas de lejos que nunca falta en sus directos, y que siempre produce intensas emociones. La alargaron bastante y el público la coronó gritando sin parar el nombre de la banda. Y llegamos al final con una de las decisiones más incomprendidas, la de dejar Liar Liar (Wasteland Monarchy) para el último lugar. No fue una mala despedida, y menos con la presencia de Lauren Hart, pero si hubiese sido, por ejemplo, Center of the Universe (que sí cayó en Leyendas) en lugar de esta, casi me entran escalofríos de pensar lo que hubiese podido ser aquello.

Decidimos acabar ahí la fiesta de aquella noche y no liarnos por Madrid, ya que la resaca podía ser catastrófica y quedaban muchos conciertos por delante. Agradecer, por supuesto, a Rosa por dejarnos apalancarnos a sobar en su casa y por toda la amabilidad. Al día siguiente, más e incluso mejor.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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