miércoles, 10 de octubre de 2018

Cuadruplete (1/4) La noche de la tralla (Paragon + Prometheus, Jueves 04/10/18, Sala Paberse, Sedaví, Valencia)

Uno de esos conciertos que hasta última hora no se decide uno a ir o no, y que, tras haber terminado la descarga, me hubiese dado de cabezazos contra la pared si la decisión hubiese sido negativa. A pesar de que finalmente me tocó ir solo, había muchos alicientes a la hora de arrimarse, una noche más, al Paberse Club. Por una parte, el siempre atractivo directo de Prometheus, que son ya unos clásicos de la sala, no importa quién toque, ellos siempre están ahí dándolo todo. Y por otra parte, todo un torrente de energía concentrada de Heavy Metal llamado Paragon, una banda alemana con casi 30 años de carrera que vendrían a demostrar el porqué se han forjado una historia tan larga y un nombre que resuena siempre en las mentes de aquellos que les han escuchado antes y/o visto. Por el hecho de que fuera jueves, ya imaginaba que en la sala íbamos a ser los cuatro y peret de siempre, pero eso no me desanimó ni un ápice. Tras algún problemilla para llegar a la sala debido a mi incompetencia a la hora de conducir, rápidamente aparqué (mogollón de sitio fuera, lo esperado) y entré al calor de la sala, ya que fuera empezaba a picar la rasca. Por suerte siempre se respira un gran ambiente en el Paberse, aunque haya poca peña, por suerte o por desgracia siempre somos los mismos y eso al final crea bastante hermandad y colegueo. El que quiera perderse eventos como el del pasado Jueves, pues el mismo, pero desde luego los que estuvimos allí supimos apreciar la calidad, con mayúsculas, en toda su magnitud, y no creo que nadie saliese decepcionado. Y no es que tengamos precisamente demasiadas oportunidades de ver a estos bestiajos alemanes todos los días.

Pronto me encontré con mis colegas Popi y Álvaro (dos que no fallan, jeje) y pronto empezó a rodar la cosa, aunque he de reconocer que por los problemas anteriormente mencionados (y mira que he ido veces, coño) entré cuando los valencianos Prometheus ya llevaban 3 o 4 temas tocados. Una vez más frente a ellos, engalanados todos de negro, con pinchos, mallas, cuero y sobre todo, mucho Heavy Metal en sus venas, no se amilanaron ante la escasa afluencia de público y siguieron descargando su clásico Metal. Sonaba Enfrentando a la muerte nada más entrar yo, sin duda un buen comienzo para mí, que se me pasó volando mientras hablaba con este y con aquel. Tras un tema incluso más Heavy, con una batería muy rápida por parte de José M. Vida, cuyo instrumento sonaba mucho mejor que la anterior vez que les vi, arremetieron con Fuera de control, un himno ya en sus conciertos, que indicaba que el final se iba acercando. No reparé la otra ocasión (hace ya unos cuantos meses) que el guitarrista Javier Mazcuñán fuese tan rápido y con tanta soltura a la hora de ejecutar los solos (según me dijo mi colega, es o fue alumno del mismísimo F. Javier Nula, uno de los mejores guitarristas de este jodido país), aunque sinceramente, algo más de sangre a la hora de actuar no le vendría mal. Tampoco es que Juan a la voz se ponga a hacer cabriolas, pero se mueve, pisa fuerte y demuestra actitud, con sus eternos brazaletes de pinchos y sus gestos. Echaron la vista atrás, concretamente hacia su “1001” para recordar aquella La maldición de los ardientes… mientras todos los componentes de la banda se ‘arrejuntaban’ en el pequeño escenario, Juan pidiendo palmas e intentando animar el cotarro, y Jose Roque destilando actitud con esas pintas tan ochenteras, uno de los pilares de la imagen de la banda. Con la potente Sangre en las manos se despidieron de los pocos fans que aguantaron el concierto hasta el final. Es cierto que me cuesta encontrar un valor diferencial en esta banda, pero creo que solo por su calidad instrumental merecen más audiencia que la que tuvieron aquella noche, porque a mí me volvieron a dejar con buen sabor de boca.

Aquella noche no apetecía ni salir a la calle. Dentro se estaba de puta madre, pero el vicio es el vicio jeje, así que nos congregamos allí parte de los pocos que acudimos al concierto, incluidos algunos de los Prometheus. Como siempre, echamos unas cuantas risas e hicimos planes para futuros conciertos, y es que sin salir de la Paberse, hay una agenda más que suculenta de aquí a fin de año, así que para muchos como yo, la cosa se presenta bien apetecible. Para el resto, tendrán que buscarse una vil excusa, como siempre, para no ir.

Basta de cháchara. De hecho, se nos pasó tan rápido el tiempo en la misma puerta que nos encantamos demasiado, y entramos ya con el primer tema en marcha. Por suerte y para gran alegría, la sala estaba bastante más llena que en la anterior actuación, pero sin llegar a agobiar, un ambiente ya mucho mejor y en perfecto número para poder moverse a gusto sin molestar. Ahora sí, con las cervicales preparadas, tocaba centrarse en el bolo al 100%, el primero de muchos que cayeron este fin de semana y sin duda uno de los mejores. La primera entera que vimos fue el segundo tema en caer, Hellgore, y ya teníamos ahí a Martin Christian y Jan Bertram juntos echándose un solo cojonudo, y fue tan solo una primera toma de contacto en la que de alguna forma ya avisaban de que iban a dar mucha guerra durante el concierto. El uno sin hacer demasiado ruido, pero cascándose unos solos de aúpa, y el otro, con esa actitud tan guapa y ese estilo a lo Michael Schenker, Flying V incluida. Ambos fueron pura sincronización. Pero continuemos, porque teníamos por delante un gran setlist, largo y poblado de temazos de pura cera, Speed Metal puro y duro de corte alemán, quienes son unos expertos en estas lides. Gods of thunder hizo levantar los primeros puños de un público que poco a poco se desinhibía más y más, vista la cercanía de la banda y cuánto sabían congeniar para dar paso a otros temas como Hypnotize o Raising Forces, que llevó la tralla a uno de los momentos punteros de la noche, con la desmadrada batería de Sören Teckenburg echando humo y chispas: doble bombo a saco y una pegada tremenda. Por cierto, me vais a disculpar si cometo algún error con la formación, pero he invertido bastante tiempo en averiguar y contrastar información sobre la actual y con tanto cambio y fuga, finalmente no me ha quedado claro al 100% quienes son los integrantes, pero creo que ando en lo cierto. Por supuesto, corregidme si me equivoco. La cuestión es que los solos ultra-rápidos, los desmelenes sobre el escenario y los mástiles en alto no paraban, envalentonando cada vez más a la peña que, con unas cuantas birras y temas tan tralleros, estaba empezando a animarse de verdad, cada vez con más headbanging, y que mejor forma de continuar con un caramelito de su último trabajo, titulado igual que el disco, Hell beyond hell.

El infierno se desataba en el Paberse, llegándose a ver fans incondicionales enloquecidos en las primeras filas que vibraban con The Legacy, Eye of the Storm o Across the wastelands (fantástica esta última en particular con la que me reventé el cuello) y es que estos alemanes locos no daban ni un momento para respirar. Por supuesto, tampoco se privaban de tomarse sus cervecitas en el escenario. Por cierto, llegados a este punto, he de decir que estaban sonando de puta madre, y más si consideramos que hablamos de la Paberse. Incluso Prometheus tuvieron un sonido a la altura, con una batería contundente y más o menos nítida. A destacar el estado de forma de Andreas Babuschkin, que ya lleva un porrón de años en la banda y se desquita en cada uno de los temas, y se la pela el tamaño del escenario, siempre tiene energía para comérselo entero con temas del calibre de Reign of fear y la caña de Tornado o Traitor, así seguiditas para deleite de todo el mundo. Físicamente no se le notan los años, y en cuanto a su voz, la cantidad de registros y la facilidad con la que los intercambia es pasmosa. El grupo entero pedía más cerveza, y su vocalista nos dijo que mientras esperaban, nos iban a regalar Devil's Waitingroom, otra joyita de su último disco “Hell beyond hell”. Cuando por fin se quedaron tranquilos (sin parar de bromear entre Andreas y su compañero a la guitarra), encararon la recta final del bolo, y os aseguro que nos molieron a hostias, empezando por la implacable Impaler, que sonó como un cañón, mortal de necesidad. Claro, no nos podían dejar así, por lo que tenían algunos ases bajo la manga como Armies of the Tyrant o Thunderstorm, la traca final, que no dejó títere con cabeza, o mejor dicho, con cuello, porque tela la que nos cayó encima…

Como decían aquí los colegas, me hubiese encantado que después viniese otro grupo, es más, me hubiese encantado otra hora y media de Paragon, puestos a pedir. Pero no quería llegar demasiado tarde a casa y tras despedirme de toda la peña (Popi, Álvaro y toda la gente en general con la que hablé allí), volví a casa para caer reventado en la cama. Sí, es cierto que hay noches que me pego más rato dentro del coche que disfrutando del espectáculo… pero aun así merece la pena y lo repetiría un millón de veces. Y por cierto, a estos Paragon… espero volver a verles muy pronto, y más sabiendo ya de primera mano cómo la lían.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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