lunes, 1 de octubre de 2018

Gineta Magic Nights (Ginetarock 2018, Sábado 29/09/18, Salón municipal de actos de La Gineta (Albacete))

Buaaah, menudo monazo más tremendo que tenía de concierto. Después de un veranito tan surtido y movido como el de este 2018, duele tener que hacer un parón tan largo como este, de casi un largo y tedioso mes sin un concierto realmente decente (aunque ha habido alguno que otro para “aligerar la carga”). La vuelta a las andadas desde aquel brutal Ripollet Rock no podía ser mejor, con un festivalazo al que le tengo un cariño casi infinito, a donde he asistido ya en 5 ocasiones desde aquel lejano 2009 donde el festival daba sus primeros pasos. Me refiero al Gineta Rock, que va ya por su undécima edición y vuelve este año con más fuerza que nunca tras algunas ediciones con unos carteles que, en opinión de un servidor, fueron más flojos que de costumbre. De todas formas, no fue eso lo que me impidió ir, sino causas más absurdas pero de mayor “peso” (como bodas y demás subnormaladas). Este septiembre ha sido, definitivamente, mi vuelta al acogedor y carismático pueblo de La Gineta una vez más, atraído sobre todo por el gran plantel de bandas que participaban, especialmente por Snakeyes, Celtibeerian, Mad Hatter y Equilibrium. El pasado sábado volví a tener, en general, muy buenas sensaciones después de mucho tiempo sin ellas. Hacía un gran día, no había estrés, ni prisas, iba a disfrutar de un gran espectáculo en la mejor compañía... aunque en muy pocas, en ocasiones la vida puede ser la hostia. El principal problemilla era la hora de inicio de los primeros conciertos… las 14:00 horas era un poco violento para estar allí, más que nada porque los planes para comer ya estaban hechos. Lo lamento por los primeros grupos, especialmente por Seventh Hell y In Vain, pero finalmente no pudo ser y llegamos con el tiempo pegado para el bolazo de Snakeyes.

Lo primero, decir que fue un placer hacerse las más de tres horas (ida + vuelta) para estar allí una noche más en la que por fin, y tras las extrañas circunstancias en las que acudí las anteriores ediciones (de la última hacía ya 5 años), podía respirar tranquilo, sin problemas y dedicarme al 100% a ver actuaciones sin descanso hasta deslomarme. Como digo, hubo muy poco tiempo para más. Ni puestos de ropa, ni bebida… tuvimos que entrar a pijo sacao para no perdernos ni un minuto más de la actuación de los gaditanos Snakeyes. No fue demasiado difícil entrar hasta bien adelante, aunque para alegría mía, había más gente de la que esperaba. Tampoco fue nada difícil entrar en calor, pues justamente Down with the devil es uno de mis temas favoritos de entre los dos álbumes que tiene la banda. Un placer ver cómo estaban ya los ánimos de subidos, con Jose disparándonos con su bajo y la batería de Carlos Delgado retumbando que daba gusto en un tema que se presta mucho a ello. Un riff ultra-Heavy por parte de Justi y los tremendos zambombazos de Carlos nos introdujeron en Edge of the World, ya con todo el mundo puño en alto y castigando el cuello (vaya pedazo de agudo final…), aunque a un nivel más apagado del que merece esta gran banda (si no recuerdo mal, también cayó Cyberkiller, que siguió con la misma tendencia). Temazos cargados de doble bombo, de guitarras mortales y de un aura muy Heavy, al que no todos están acostumbrados por aquí, con tanta banda blandengue. Una banda 100% exportable, que sinceramente espero que se abran definitivamente a los escenarios internacionales, porque calidad tienen de sobra. No creo que después de unos cuantos temas alguien necesitara más razones, pero creo que los dos siguientes temas fueron la reválida definitiva. Cuando Cosmin nos preguntó si queríamos escucharle gritar ya imaginaba que nos iba a caer encima la bestial Demon in your mind, probablemente uno de los cortes más Heavy y salvajes que tienen, con unas líneas vocales absolutamente demoledoras, donde la garganta del vocalista rumano sacó fuego y furia a partes iguales, y aguantó el tirón hasta tal punto que creo que su actuación fue incluso mejor que la de hace unos meses en Valencia, seguida de la no menos cañera Shadow warriors, con una parte instrumental de aúpa, Justi y Jose mano a mano, cada vez más cómplices en el escenario después de media vida subiendo juntos. Hablamos de dos grandes músicos, con unas bases geniales por parte del bajista y unos solos precisos y espectaculares del guitarrista. El vocalista no dejada de moverse por el escenario, juntándose en los solos con Justi o mirando al público de forma desafiante con sus gafas de sol, con un torrente de voz inmenso. No podía faltar tampoco Mask of reality, otro de sus grandes hits del primer álbum, “Ultimate Sin”, pesada, con una gran pegada y un estribillo cojonudo. Hicieron un paréntesis en su discografía para darle caña a todo un clásico como el Metal Heart (Accept) que derivó en los primeros golpes de batería del Painkiller (Judas Priest), ambas interpretadas parcialmente pero con absoluta fidelidad, destacando por encima de todo el grandioso trabajo de Cosmin a las voces… ¡¡¡vaya trozo de animal!!! Ya quisiera el mismo Halford cantarla hoy en día así. Como una delicia de postre, Metal Monster, que da título a su más reciente obra, y su pegadizo estribillo (aunque con una fuerza arrolladora, por supuesto) sirvieron para despedir el show, y ya desde los primeros acordes la peña se puso “on fire”, cantándola a toda mecha. Muy agradecidos, Jose y Cosmin se despidieron de su público, prometiendo que nos volveremos a ver las caras pronto en otro concierto. ¡Ojala sea MUY pronto, porque yo me quedé con muchísimas ganas de más!

Nunca me había fijado, pero en una de las calles alrededor del recinto hay unos wc públicos, más limpios e higiénicos que los típicos policlean, aunque es cierto que la el salón municipal donde se celebra el festival también dispone de buenas instalaciones. Digo esto porque aprovechamos el parón para salir hacia el coche, pero pronto estuvimos de vuelta para ver a los lugareños Celtibeerian. Pensaba que sería mi chica quien disfrutaría más de este concierto por el hecho de que no les había visto nunca y son más de su estilo, aunque finalmente creo que ambos disfrutamos muchísimo por igual, a pesar de problemas bastante serios que afectaron sobre todo al sonido. Si ya me había machacado bastante el cuello en el anterior concierto, esto solo fue el principio. Los Celtibeerian salieron a la palestra animados, contentos, dispuestos a comerse el escenario, el recinto, y el pueblo entero de La Gineta, gozando de tocar en su propia tierra y con su propio público, así que no era para menos. El comienzo, con Deiwos, no estuvo nada mal. Instrumentos (incluido el violín de Patri y la gaita de Dagda) bastante distinguibles, base rítmica potente y unas voces atronadoras. En el lado negativo, una guitarra de Vasco muy ausente, a pesar del gran trabajo que siempre hace en directo.

Pero desgraciadamente la cosa fue a peor conforme caían los primeros temas. El sonido se fue “enmarranando” poco a poco (en el peor sentido de la palabra) y, o fue impresión mía, o los técnicos pretendían solucionarlo subiendo cada vez más y más el volumen, algo que llegó a ser tan insoportable que nos hizo retirarnos unas cuantas filas atrás. Y fue una lástima, porque con todo, se vivía un ambiente inmejorable en el centro del recinto con la peña zurrándose la badana a saco en cada moshpit y con cada ritmo celta que salía de los altavoces. El setlist fue cañero a más no poder, combinando partes más brutales con otras más melódicas y ambientales gracias en gran parte al multi-instrumentista Dagda, un auténtico fenómeno con la gaita, la flauta, el buzuki… y un gustazo igualmente ver cómo se las gastaba Patri, muy animada y activa, con toda la simpatía del mundo pero también dejándose el cuello muy a menudo con una gran actitud. Klaidmoi, Fear my beard o The wolf I am (con Patri aullando para presentarla) fueron algunos de los cortes que sonaron aquella noche, y cada uno de ellos era capaz de envalentonar más todavía a la gente, que formaba enormes remolinos en el centro y muchos de ellos acabaron besando el suelo, pero la fiesta no paró en ningún momento, con voces guturales, aires descaradamente celtas, muchos saltos, bailes, y hasta una batalla entre guerreros armados que se celebró al fondo del escenario (en vivo y en directo) mientras caían The Harvest song o Praise to the vineyards, todas ellas convenientemente presentadas y explicadas por el vocalista Gus. Incluso en uno de los últimos temas (creo que con The booze song) se llegó a apreciar un buen solo de guitarra a pesar del horroroso sonido, tan malo, que el concierto podría haber ganado un 100% de haber sido mejor. En los últimos momentos, la flauta era tan estridente que hacía casi sangrar los tímpanos. Suerte que supieron ganarse al respetable desde el primer momento a base de simpatía, complicidad y provocaciones sonoras como la que sirvió para decirnos adiós: Looking for a beer, de facilón estribillo y baile rápido… ¡¡que nos hizo sudar tinta!!

Nos acercábamos al tercer concierto, pero antes tocaba descansar un poco los pies y pillar un litro de la barra. De nuevo, una alegría comprobar cómo a grandes rasgos se ha mantenido una de las principales virtudes del festival: la variedad de oferta y los buenos precios (tomarse un litro de kalimotxo a 5 euros es algo que ya es casi imposible encontrar…), con un personal atento, muy amable y bien organizado. Desde la típica cerveza o kalimotxo hasta hidromiel o incluso café al mejor precio. Un gran aplauso por ello. Y un rato muy agradable el que, entre bolo y bolo, pasábamos con los colegas valencianos por excelencia, Popi, Carlos, y otros nuevos conocidos como Peque y Álvaro, gente divertida y Heavy de corazón… ¡no hace falta decir más! A parte, y como no podía ser de otra forma, también estaban al pie del cañón mis colegas, esos grandes maestros que son el Indio y el Paco, a quienes mando un saludo desde aquí.

Tras este pequeño inciso, volvamos al camino del Metal, que nos lleva hacia el que para mí era el concierto más enigmático de la noche, el de unos jovencísimos Mad Hatter, que desde Suecia, con tan solo un disco y un año de existencia, prometían hacer las delicias de los amantes del Power Metal clásico de ascendencia escandinava. ¿Lo conseguirían? Vamos por pasos. Entre cháchara y parloteo, casi no llegamos a ver la introducción del primer tema, que resultó formar parte de Mad Hatter shine, que del mismo modo abre su reciente ópera prima titulada simplemente “Mad Hatter”. La apertura fue bastante pomposa pero enérgica al mismo tiempo, seguida de la speedmetalera The Gunslinger, single y videoclip del disco, con un estribillo tremendamente pegajoso que levanto las primeras polvaredas de las filas delanteras. Mucha gente se sorprendió de la calidad general de la banda conforme caían temas como Dancing light y especialmente Fly away, que sonó muy Heavy y potente, de la mano de un batería arrollador como lo fue Alfred Fridhagen durante los 50 minutos de los que dispusieron, aunque desgraciadamente, al final no pudieron aprovecharlos todos. El sonido, sobre todo respecto a Celtibeerian, mejoró todo un mundo. Por fin uno podía estar en las primeras filas sin que le reventaran los oídos, y tanto el bajo como la guitarra sonaban más que aceptables. Los solos destacaron mucho más, las voces más claras… y sin embargo, tuvieron problemas técnicos que les llevaron a detener el concierto en varias ocasiones. Y claro, después de trallazos como la mencionada Fly away, uno se enfría de repente… y esto no mola. A todos estos contratiempos se unió que el vocalista sufría un resfriado aquella noche. A pesar de todo, hasta el momento había sacado las partes más agudas con mucha destreza y se había comportado como un frontman de toda la vida, muy activo, teatral y poderoso sobre las tablas, lo que dio mucha vida al concierto.

En realidad, Petter Hjerpe ES Mad Hatter, es el hombre que compone todo salvo las baterías y el que lleva el peso de la banda encima y debajo del escenario. Y eso que, viéndoles por primera vez, y por las pintas, parecían sacados de cualquier lugar menos del Heavy Metal, y me rechinó bastante la actitud del bajista en particular. Una vez superados estos imprevistos, prosiguieron con Go (y no Phantom Riders, como dijo Petter) que por suerte no dejó dormirse a nadie en los laureles con su poderosos doble bombo, y que resultó ser una de mis favoritas, con ese regustillo a los mejores Sonata Arctica o Stratovarius. Es cierto que aquí a Petter le faltó algo de voz, pero ya nos advirtió que iba a hacer lo que pudiera con ese resfriado. Ahora sí, Phantom Riders y esas reminiscencias de música clásica en el riff de guitarra de Eric Rauti puso a todo el mundo a cabecear mientras tarareábamos la melodía y los coros del final (me faltó el divertido solo de teclado)… aunque cuando me fijé en mi alrededor, muy pocos quedábamos ya del inicio. A veces no entiendo qué es lo que quiere la gente. Luego bandas como Zenobia llenan hasta los topes. No digo nada más, ahí lo dejo. Lo importante era continuar disfrutando a tope de los últimos temas (entre Álvaro y yo cantándonos todos los santos estribillos jeje), comenzando por la rapidísima Face the truth, uno de esos cortes que uno gusta de escuchar a todo volumen y dejándose el cuello, tanto en casa como en un concierto. Melodía 100% Power Metal europeo desenfadado, buen rollo y grandes sensaciones es lo que te deja al final, y un claro recuerdo a la voz de Kotipelto en las partes más elevadas. Como os habréis dado cuenta los que les conozcáis, tocaron el disco desde el principio y en orden, sin lugar a versiones (lo cual es de alabar), sin descanso salvo por problemas técnicos. Por lo tanto, Vengeance in His Mind era la continuación natural. Petter continuaba con toda la simpatía del mundo, repasándose todo el escenario a carreras, sonriente y entregado a lo que hacía. Fue sin duda el alma del concierto. Pero desafortunadamente no quedaba tiempo para más, y dos temas más una instrumental quedaron en el tintero.

Lo que sucedió a continuación fue un momento bastante improvisado. El hambre empezaba a llamar a la puerta del estómago, y justo nos habían comentado que había un buffet cerca de allí. Por otra parte, Zenobia era una de las actuaciones más prescindibles de aquella noche, una banda que nunca me ha llegado lo más mínimo, si acaso en sus primeros discos… Pero por votación general, decidimos entrar a echarles un vistazo. Primera sorpresa. Tras unos Mad Hatter prácticamente vacíos, Zenobia presentaban un llenazo casi total, lo cual me hace pensar, cada vez que me sucede algo así, que este tipo de Heavy tan blandito es el que realmente triunfa en nuestro país… En fin, intenté disfrutar en la medida de lo posible (aunque como digo, salvo algún tema de los primeros discos, no conozco prácticamente nada de ellos por falta de interés) cuando comenzaron con 100 puñaladas. Y justo lo que esperaba. Un sonido muy “soft” y accesible, estructuras súper trilladas y unas melodías vocales que no me aportan absolutamente nada. Para colmo de colmos, el sonido había vuelto a ser como al principio: horrible. La voz de Jorge Berceo sonaba tan exageradamente alta que eclipsaba casi por completo al resto de los instrumentos salvo la batería, que se comía lo poco que quedaba. El público, incluso habiendo esperado un buen rato en las primeras filas para verles, parecía molesto y confuso ante tal catástrofe sonora. Tocaron también La última vez, que habla sobre el maltrato de género, y El pacto, que es sin lugar a dudas la más Heavy que presenciamos en el corto rato que estuvimos allí y cuyo videoclip es estupendo. Pero poco más. Se hacía insufrible estar aguantando aquel tormento tan cerca del escenario, y por mucho que nos íbamos retirando poco a poco, la cosa no mejoraba ni un ápice. Por cierto, no quiero cebarme en exceso con el tema, pero desde luego las pintas que me llevan sobre el escenario… uf, son para echarse las manos a la cabeza. Desde luego, con esa actitud de Heavy-pop… mal vamos y desgraciadamente parece ser una corriente que muchas otras bandas han nacido para seguir. Por otra parte (y esto no hace más que corroborarlo) he escuchado algún tema del disco de Jorge Berceo en solitario y me han dado ganas de ponerme a llorar (como dijo mi colega Popi, ríase usted de Alex Ubago, y esto da mucho que pensar…). Por suerte, siempre nos quedarán bandas nacionales HEAVYS de verdad como Vhäldemar, Snakeyes, Easy Rider, Taken, Leather Heart o un largo etcétera de las que pululan por circuitos más underground. Sonando Corazón de hielo, ya estaba tan harto que me largué de allí, y de nuevo por votación popular, fuimos a buscar algún sitio para papear por precio módico. Obviamente, lo del nefasto sonido no tuvo porque ser culpa suya… pero respecto al estilo… es que no puedo con ellos, de verdad. Por suerte, teníamos hasta que terminara el concierto de Leo Jiménez (a quien tampoco tenía ninguna gana de ver) para cenar y conversar a gusto durante un buen rato.

Llegamos a dicho restaurante y aunque ya no estaba el buffet, nos zampamos unos bocatas y unas tapitas que estaban de muerte, acompañadas por unas buenas birras y una necesaria dosis de cafeína. El tiempo se nos pasó volando entre risas y humor negro, intercambiando ideas y consejos sobre nuevas bandas.

Cuando volvimos, nos dimos cuenta que el retraso que había empezado con 10 minutos, subía ya casi a 30, con lo que aun nos quedaba una buena parte del concierto de Leo para descansar y, si acaso, escucharlo desde fuera. Finalmente, mi chica, Carlos y yo nos quedamos en las mesas un buen rato dándole a la sin hueso y cascándonos un delicioso litro de hidromiel que entraba de lujo. Pude apreciar, entre frase y frase, temas como la balada Vuela alto o una de sus inicios, No hay más canciones para ti, que rugió más potente de lo que la recordaba. Entre las sorpresas que ofreció, estuvieron dos versiones, Neon Knights (Black Sabbath) y El Lago (Mago de Oz), a las que se unió, ya para terminar con el setlist, Resurrección de Saratoga, que a tenor del griterío escuchado, partió la pana. Poco más puedo decir de un concierto del que apenas vi unos pocos minutos.

Ahora sí, mientras llegaba el gran momento de ver a los alemanes Equilibrium en todo su esplendor (y no iba a ser la primera, sino la cuarta vez), nos reunimos con el resto del grupo para disfrutar juntos en envite final de este Gineta Rock 2018, aunque recordar que todavía quedaba una banda más llamada InfAmia, que unas semanas antes intercambió su puesto en el running order por Snakeyes… por suerte para mí, ya que de esta forma no tenía que esperarme hasta las 2 y pico para verles. Con un retraso de más de media hora, los vikingos salieron a escena luciendo unas figuras enormes y unas ganas de fiesta insospechadas para tan altas horas de la noche. Tanto en las partes disparadas como en los primeros acordes de Prey, un suspiro de alivio, pues el sonido volvía a ser bastante bueno, de hecho, el mejor de toda la jornada. Las baterías machaconas nos llevaron de camino hasta el blastbeat final, ejecutado con tal rabia que me obligó a ir acercándome a las primeras filas, dejando atrás a todo el mundo. Con Heimat, avivaron las ganas de saltar de todo el mundo, mientras que desde su posición, el vocalista Robse nos incitaba más y más al desmadre continuo, que se materializó en forma de unos mosh y unos circle pits brutales, impropios de las horas. Pero cuando se trata de estos bestiajos, nada es imposible. Equilibrium siempre ha sido para mí una banda muy especial dentro del Folk-Metal. Sus composiciones y su forma de hacer las cosas difieren de la gran mayoría de bandas del estilo, tienen como una esencia especial debido a esos acompañamientos tan épicos y a la vez originales musicalmente hablando que me transmiten más que la mayoría. En aquellos momentos, éramos bastante pocos, pero desde luego, ganas y ánimos no faltaban. Nos íbamos apelotonando poco a poco en las primeras filas, ávidos de movimiento y jolgorio, y esperando nuevos temas que nos hicieran saltar como locos, y Waldschrein fue la canción perfecta en el momento perfecto, creando una fiesta en unos pocos minutos de proporciones bíblicas. Los 100 que podíamos ser parecíamos un ejército de 1000, a puño levantado, coreando las melodías a pleno pulmón. El guitarrista Dom se acercaba a primera fila, esgrimiendo su instrumento en vertical, mientras el resto del grupo se metía una buena sesión de headbanging coordinado. La intensa iluminación del escenario hacía el resto.

Lo único a lo que le faltaba algo de definición, quizá, era a la voz. Precisamente el propio Robse estuvo muy hablador, y nos retó a adivinar cuál era el siguiente tema, apuntando a que era todo un hit de la banda. No me equivoqué cuando grité… ¡Blut im auge! Yeaaaah, ¡que recuerdos más grandes me trae esta canción! A desmelene, a hostiazos varios, a crowdsurfing y a llenarse de barro hasta las cejas. Cierto, todo un HIT, con mayúsculas. Pero no fue el único. Cayeron más del “Sagas” de las que me pensaba, continuando por Die Weide und der Fluß… y yo más contento y animado que unas pascuas. Y es que aquel disco del 2008 fue el que me enamoró de ellos. Buen dueto aquí entre René y el bajista Makki, incorporado hace un par de años a la banda y sustituyendo a la guapa Sandra Van Eldik. Hubo tras esto algún tema que nos dejó sin respiración, brutal a más no poder, rápido y mortal con especial protagonismo para la batería de Hati, un verdadero animalote, para volver de nuevo a esas mágicas melodías entre lo exótico y el frío nórdico con una de mis favoritas, Unbesiegt. Se repitió de nuevo la tónica, armábamos más jaleo los pocos aquí que los cientos en bandas anteriores. Con este corte, todo fueron saltos, golpes y empujones, pero siempre con el buen rollo como filosofía. La disfruté al 100% en toda su longitud, y me terminé arrimando casi hasta primera fila, aun sabiendo que podía salir tullido de allí., a raíz de la gran cantidad de caídas que presencié.  Presencias más oscuras en lo musical para la introducción de Apokalypse y otra cuyo nombre ya lo dice todo: Born to be Epic, uno de los temas bandera del grupo, que sacaron el disco “Armageddon” en el 2016. Sea cual sea el tema y el momento, siempre hubo algo claramente en común: ¡triunfaron! Además, teniendo de su lado un sonido muy limpio (dentro de la suciedad de su estilo) y potente, fuerte pero sin explotarnos los tímpanos. ¿Qué más se puede pedir? Otro gran final para otro gran Gineta Rock.

A la salida, volví a ver a toda la gente, y me despedí de Popi, Carlos, Álvaro, Peque, y también de Paquete e Indio, que aguantaron allí hasta desde el principio hasta el final (incluso más que yo). Mencionar también que me alegré de que mi colega Miguel Ángel estuviese allí; hacía mucho tiempo que no nos veíamos. Pero sobre todo, contentísimo de volver a disfrutar de un gran ambiente como en pocos festivales existe y de ver que a pesar de mi larga ausencia por aquellas tierras, poco o nada ha cambiado. La mayoría de cosas, para bien, pero creo que deberían tener en consideración el tema del sonido, ya que en general fue bastante pobre (salvo en las bandas internacionales que, aunque suene a topicazo, es la pura verdad) y deslució alguna actuación en la que, por otra parte, los músicos se dejaron la piel. Poco a poco, y con un largo camino por delante, fuimos echando kilómetros hasta llegar a casa y caer hechos polvo en la cama.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_


2 comentarios:

  1. Soy heavy como tu pero tio pasa mas tiempo en tus otros 2 blogs el cerebro de la bestia como el de los grandes rpg XD

    salu2

    P.D: otro gran blog si señor que el sabath se te abra en tu vida XD no sabia que decir XD devilman y tal XD no se si lo has visto XD mola es una recomendacion salu2

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  2. Hola GRT34,

    Desafortunadamente El Cerebro de la Bestia está un poco desatendido por falta de tiempo. Los otros dos blogs (El Pequeño Rincón de los Grandes RPG y este mismo El Antro del Metal) ocupan todo mi tiempo. El primero lo voy actualizando con nuevas reviews cada vez que termino un juego por completo, y este cada vez que voy a un nuevo concierto. Un saludo.

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