viernes, 14 de diciembre de 2018

¡Cristo FALLÓ! (Brujeria + Ratos de Porao + Cockoroch, Martes 11-12-18, Sala Garaje Beat Club, Murcia)

Que íbamos a ir a alguno de los conciertos de la gira de Brujeria que nos quedaban cerca, eso estaba más que claro (incluso valoramos la idea de ir tanto a Valencia como a Murcia). Ver a tal elenco de musicazos sobre un mismo escenario no tiene precio, al igual que disfrutar de esos temas que tanto nos han divertido y encabronado a partes iguales a partir de nuestra post-adolescencia. Y nos importaba una puta mierda que las fechas cayesen en martes (Murcia) o miércoles (Valencia). Si hay que ir a muerte, hay que ir a muerte. Finalmente, por varias circunstancias, optamos por acudir al concierto de Murcia. Primeramente, porque a los mejicanos Brujeria y los brasileños Ratos de Porao, que forman esta gira, se les uniría una banda local llamada Cockoroch que despertó nuestra (por llamarlo así) curiosidad. Y qué cojones, un grupo más siempre se agradece. Lo que no imaginamos en un principio, ni estaba planeado, es que finalmente haríamos un auténtico autobús del Metal con varias generaciones dentro de él. Así da gusto. Los jóvenes apuestan por conciertos, los ‘viejóvenes’ seguimos en la brecha cueste lo que cueste y los más experimentados se animan con conciertos que no son precisamente para todos los públicos. Por no hablar de la fiesta que nos montamos tanto al ir, como al volver y por supuesto en el propio concierto, cada uno con sus gustos particulares pero compartiendo siempre esa pasión inagotable por el Metal. Aun saliendo con mucho tiempo por delante, no llegamos a Murcia todo lo temprano que nos hubiese gustado debido a varios atascos y a algún desvío improvisado durante el trayecto, pero lo justo para cenar a gusto en un bareto muy guapo llamado ‘Bocatica y +’ y echarnos unas risas y unas birras antes de entrar.

Seis colegas en total, Kurro, Xuso, Monty, Jose, el Kolega y yo, a por todas, a piñón en la furgoneta del Metal escuchando tralla de la buena y con muchísimas ganas de llegar por fin a la Garaje Club, una sala que hacía ya tiempo que no visitaba y que es una de las más activas en cuanto a conciertos de Rock, Punk i Metal del país. En concreto, Cockoroch era la diferencia entre Valencia y Murcia, y fueron los primeros en tocar de aquella intensa velada. Y francamente, nadie está preparado para lo que se nos vino encima. Una banda formada por tres miembros, entre ellos el reputado músico Achokarlos, respaldado por Lorena a la guitarra y Jacob al bajo… y sin batería, lo cual no quiere decir que no sonase, pero disparada. Cuando te encuentras frente a frente con un tipo con una careta de cerdo con anilla y el pelo largo, un tutú de color rosa, las piernas al aire, una camiseta con un arco iris y emitiendo gruñidos indescifrables… sabes que nada puede fallar y al mismo tiempo, todo. Pero lo cierto es que todos nosotros disfrutamos (quien más y quien menos) de dicho concierto de un Slam / Brutal Death de lo más violento y extremo que he visto en mi vida, dantesco si se me permite la expresión. Casi sin darnos cuenta y con poca gente todavía apoyándoles, comenzaron a sonar auténticas ofensas musicales como Stay bree! o Smoothie Intox, ambas incluidas en su recentísimo redondo llamado “Vegecide”, único larga duración del grupo hasta el momento, del que sonaron gran parte de los temas, que no superaban los 3 minutos de duración. Al contrario de lo esperado entre tan poca asistencia, los moshes no se hicieron de esperar, y varios fans y colegas de la banda empezaron a liarlas en las primeras filas a base de hostias y empujones. El vocalista no se cortó a la hora de dar saltos, pataletas y tirarse al suelo mientras escupía gritos de agonía por el micro, y no dudó incluso, en un momento puntual, utilizar un cerdo de juguete para emitir los berridos (al fin y al cabo no había tanta diferencia). Asdfasdf… no, no es que se me haya caído la cabeza contra el teclado, es que este fue el título de uno de los cortes más random y demenciales de toda la noche. Sin especialmente mostrar una gran técnica, su guitarrista Lorena aplicó certeramente todos los riffs mientras Jacob al bajo hacía sonar unas puntadas tan distorsionadas que era imposible reconocer las notas. Goregreen o Vegetables have feelings (claro que sí… ¿y por qué no?) fueron algunas de las que representaron su primer EP “Goregreen” mientras las salvajadas seguían sucediéndose sobre el escenario, para culminar aquel indescriptible espectáculo con Circle Pig y Cockoroch!, en la que Achokarlos nos deleitó incluso con voces operísticas. Nada más que añadir. No te los pierdas si tienes la ocasión porque te van a dejar perturbado.

Pocas bandas han salido desde Brasil tan representativas para el Punk Core y el Thrash como los más que veteranos Ratos de Porao. Sí, es ciertamente complicado encuadrarlos en un género en concreto tras haber tocado muchos palos a lo largo de su carrera, pero sí hay una cosa en común en todas esas etapas: la bestialidad sin concesiones, cruda y directa, unos temas frenéticos y salvajes y unos músicos entregados al 100%. Quizá fue Joao Gordo el menos activo a nivel de movimiento, supongo que la edad y los kilos deben pesar lo suyo (yo recuerdo haberles visto hace más de 10 años y fue otro rollo), pero poco se le puede reprochar cuando es capaz de seguir cantando de la forma en que lo hace. Unos gritos desbocados, y unos fraseos largos llenos de odio y rabia que no son óbice para cansarle, ni para que decaiga el ritmo ni por un puto minuto. Si es caña burra lo que uno busca, sin duda Ratos de Porao puede ser la banda adecuada. Si en estudio son arrolladores, en directo son capaces de reventar el escenario entero con temas como Testemunhas do apocalipse o Grande Bosta, trallazos que sonaron con una fuerza impresionante mientras la gente empezaba a amontonarse y, por ende, empezaron las rondas de moshpits hasta el punto de que se hizo un círculo casi exclusivo para estos. El sonido de la batería era espectacular, potentísimo y sin embargo cristalino, con una contundencia equiparable a machetazos en el estómago a cada golpe de caja. Y no hablamos de otro que de Boka. Aunque se le noten los años en el aspecto, que nadie se fie, es una puta apisonadora que no para quieto y cada vez aporrea con más maldad. Para mí uno de los grandes de aquella noche, sin dejar a un lado al bajista Juninho, que es la incorporación más reciente del grupo (aunque ya lleva la friolera de 15 años con ellos…), con sus saltos, su headbanging continuo y una gran actitud sobre el escenario, puro nervio cosido a tatuajes. Hubo temas muy esperados, pero pocas como Crucificados pelo Sistema, que levantó algunas de las mayores ovaciones y batallas campales correspondientes. Tras ella, dio comienzo la segunda parte del show, en la que Joao continuó intentando que le estallara la cabeza a base de gritos inhumanos y transmitiéndonos, a veces de forma hablada, su simpatía por nosotros, su entregado público. Las drogas, como no, también tuvieron su cabida en las letras de la banda, especialmente en el caso de Suposicollor, y en temas como este se nota la clara inclinación que los brasileños siempre han tenido por el Punk Hardcore. Una banda que, pese a llevar tantos años en escena, continúan conservando su formación casi intacta y eso se nota en la cohesión del directo, entre los saltos de su bajista y el estilazo y los solos de su guitarrista fundador Jão quien en distintas épocas ha llegado a cantar e incluso a tocar la batería. En Estilo de vida miserável, Boka continuaba castigando con furia y sin piedad su instrumento, que fue uno de los protagonistas de la velada. Aunque uno estuviese en el fondo de la sala, los oídos se resentían que daba gusto con tal volumen y potencia. Ya hacia el final, tres intensos temas de Thrashcore encabezados por Beber Até Morrer y culminados con la demoledora Crise Geral que nos dejaron, literalmente, temblando. ¡Ese es el espíritu!

De hecho, muchos pensábamos que muy difícil lo iban a tener Brujeria para superar un concierto de este calibre y magnitud, aunque no olvidemos que si Ratos de Porao son maestros en lo suyo, los músicos que forman la banda mejicana tampoco están ahí por el azar, y eso que la formación nunca ha sido algo realmente fijo. En esta ocasión nos enfrentábamos con el Hongo al bajo (Shane Embury), el Criminal (Anton Reisenegger) a la guitarra, el Hongo Jr. (el poderosísimo Nicholas Barker) con la batería y por último, con El Sangrón y El Brujo a las voces, apoyándose entre ellos. Echábamos en falta a un miembro habitual, la rata humana Pinche Peach, que siempre nos deleitaba con coros y locuras escénicas. Vamos con el setlist porque aquí hay mucha tela que cortar. En general no difirió en exceso de lo que pudimos ver hace dos años en Valencia, pero con algún añadido y algunas carencias notables. Básicamente, este se dividió casi a partes iguales entre el “Brujerizmo” y el “Raza Odiada”, dejando en un lugar muy anecdótico a sus máximas barbaries discográficas como “Matando Güeros” o los primeros singles que tanto odio y maldiciones destilaban. Así pues, ataviados con pasamontañas para ocultar su identidad (que ya no es ningún secreto), salieron al escenario aplastando ya de primeras con Cuiden a los niños (inesperada, y más para arrancar) o la más habitual La ley de plomo. Muchos nos dimos cuenta en seguida de las dos cosas que más saltaban a la vista. La primera es que El Brujo canta fatal, tenía la voz absolutamente destrozada y ni siquiera al hablar se le entendía un carajo, pero a la hora de interpretar los temas la cosa alcanzaba tintes de comedia… unos gallos… unos ahogos… bestial. Cada vez está peor, yo diría que a menuda que su barriga crece su voz se autodestruye. Pero lo importante reside en la segunda de las cosas: el sonido. Creedme si os digo que en pocos conciertos en toda mi vida he escuchado algo igual.

Hace dos años en la Rock City de Valencia sonaron de fábula, pero el martes pasado en el Garaje Beat Club hicieron, literalmente, temblar la tierra. Cuando sonaban auténticas burradas como El desmadre o Colas de rata (grande Nick Barker, joder, que precisión), con mucha carga de batería y bajos, las sacudidas que daba el suelo y las paredes de la sala parecían indicar que en una de esas el edificio entero se iba a venir abajo. ¡¡BRUTAL!! Levantaron un poco el pie del acelerador con Hechando chingasos (greñudos locos II) apostando por la contundencia y los riffs asesinos de El Criminal, guitarrista que ya les acompaña desde hace un par de años. Pero sobre todo lució el bajo de Embury, con esa rapidez que siempre imprime a todo lo que toca, esos dedos prodigiosos que tantas veces nos han impactado. Con un frenético ritmo daba comienzo La migra (Cruza la frontera II). La peña en estos cortes se volvía literalmente loca. Cada vez la sala estaba más llena y a penas se podía respirar del calurón que hacía y lo apretujados que estábamos. La voz de Juan Brujo, de puta pena. Reírse para no llorar, porque al fin y al cabo es uno de los miembros fundadores del grupo y también (por suerte para él y para todos) cuenta con el apoyo vocal de El Sangrón, que hace tanto limpias como guturales y salva la papeleta bastante bien. En la parte central del show fue en la que más temas recientes pudimos escuchar. ¡Viva Presidente Trump! abrió la veda, pero antes hicieron a todos gritar en voz alta ‘Fuck Donald Trump!!’ El suelo volvió a retumbar peligrosamente bajo nuestros pies, cada vez con más fuerza (os prometo que llegué a preocuparme por la estructura de la sala… y la de mis oídos jajaja) en Ángel de la frontera y esa Satongo (¡Parte hombre! ¡Parte hongo!... sencillamente brutal) que nos despertó unas cuantas carcajadas llenas de maldad por los tronchantes comentarios de El Brujo. Estos dos últimos cortes están incluidos en su último LP “Pocho Aztlan” del 2016.De repente, como a modo de aviso, el mástil del bajo del Hongo comenzó a brillar con leds para pasar a saco con Desperado, el primer tema en sonar del que para mí sigue siendo su ópera magna, el “Matando Güeros”, con esa brutalidad grindcore de sus primeros tiempos que nunca debieron abandonar por completo. Unos pocos minutos a piñón donde restalló la batería de Nick hasta casi explotar.

Recuerdo cuando, hace dos años en Valencia, abrieron con Raza odiada (Pito Wilson): casi me dejo el puto cuello en el intento. Pues esta vez fue más de lo mismo, gritando el estribillo dedicado a ese hijo de puta fascista, pero con el añadido que junto a esta sonó Brujerizmo, con un riff destructivo, acojonante, donde cada golpe de Barker hacía peligrar la estructura del lugar, y en donde todo el mundo se puso a doblar el lomo al unísono entonando el Crito falló. Uno de los temas que más disfrutamos, sin duda alguna. De hecho tras esto, estaba sudando tanto que las gotas me cegaban, pero tenía que seguir al pie del cañón aunque el cuello también estuviera echando chispas (y es que 4 conciertos en 2 semanas se nota jaja) porque la División del norte estaba a punto de despegar. Un tema que siempre ha sido muy especial para mí, envuelto de una oscuridad y una negatividad muy particular, una melodía satánica y plagada de mal rollo, y perfecta de nuevo para sacudir el cuello hasta joder alguna vértebra. Nos mirábamos entre los colegas diciéndonos… ¡¡¡La hostia!!! Incluso en la parte instrumental, donde El Sangrón y Juan Brujo nos ’deleitaron’ con bailecitos de lo más repelente. Marcha de odio y Revolución fueron dos puntos álgidos en esta recta final. La voz de Juan Brujo ya no era tan catastrófica, pero estaba a años luz de la calidad general que muestran el resto de músicos. Los dos vocalistas, sin pensárselo dos veces, empezaron a invitar a las chicas de la sala a subir al escenario para cantarse y bailar con ellos esa retahíla de Consejos narcos que los mejicanos siempre nos dan. Y es que ellos mismos nos lo dicen… ¡¡No aceptan imitaciones!! Que va dedicada a los músicos que abandonaron el grupo y siguen haciendo sus propias versiones de este. ¡¡Brujeria son inimitables!! La rapidez y contundencia del último tema en sonar de su “Pocho Aztlan” nos llevaron directamente a una de las estrellas del setlist, la enfermiza Matando Güeros en la que El Brujo, machetazo en mano, amenazaba al público con usarlo y terminó clavándolo en el suelo con mucha mala hostia. Quizá el final, bailoteando al ritmo de la Marijuana con la música disparada sobró un poco… y es que conforme avanza su carrera cada vez tienen más momentos de humor grotesco como este, tanto en sus directos como en sus letras, excesivo a mi entender, ya que prefiero la malsana atmósfera que creaban en sus inicios.

Sea como sea, al final nos quedamos un rato fuera de la sala intercambiando opiniones. A muchos les gustó incluso más el concierto de Ratos de Porao, aunque yo por músicos y por estilo prefiero a Brujeria, quienes no se puede negar que en conjunto dieron un show espectacular a casi todos los niveles. Opiniones y contrastes aparte, lo que es seguro es que fue una noche que valió totalmente la pena, desde el primer céntimo gastado, y más con unos precios de barra que son relativamente asequibles (sobre todo comparado con otras salas). Por estas y muchas otras razones, todos volvimos más que contentos por haber venido, pero precisamente fue todo aquello lo mejor de la noche, el juntarnos 6 colegas, de varias generaciones, pero todos a una, echándole huevos, especialmente uno de ellos que iba de empalmón a currar a las 6 de la mañana (y contando que llegamos al pueblo a las 2:00)…

¡¡¡Y es que hay que ir siempre a muerte joder!!!

P.D. La mayor parte de las fotos son cortesía de mi colega Kurro.

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

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