Al viernes siguiente al bestial concierto que se marcaron los Dead Daisies en Hopitalet, me levanté con muchísima motivación sabiendo que aquella noche iba a ser, como mínimo, igual de intensa y rockera que la anterior, pero con más bandas, más concierto y más colegas. El día consistió en una intensa visita a ciertos lugares de la ciudad de Barcelona, en plan cultural la mayoría de ellos. Siempre se ha de disfrutar el momento de la anticipación de un concierto, y si es de esta forma, mejor que mejor. Posteriormente, tras una buena siesta (y es que, aunque superada la resaca de la noche anterior, estábamos reventados…) ya nos dirigimos hacia el metro para terminar justo delante de la sala Razzmatazz II, donde se celebraría el concierto de los finlandeses Shiraz Lane junto a sus compatriotas One Desire y, por supuesto, H.E.A.T., las estrellas más brillantes de la noche y tal vez de todo el fin de semana. Para ir entrando en calor, y como todavía faltaba un ratillo para empezar el primer grupo, nos acercamos al mítico Bar Pepe, a pesar de las advertencias de nuestra colega Elena, para ver qué se cocía dentro. La decepción fue la nota dominante. A parte de los pijeras que han puesto tras la barra, y aunque la decoración seguía siendo más o menos parecida que la última vez que entré (hace ya unos cuantos años, por cierto), la música apestaba muchísimo a puta mierda de pop moderno, algo que me indignó bastante y, de no haber pedido ya un par de cubatas, hubiese salido por patas de allí. R.I.P. Pepe Bar, así de claro. Era el mejor lugar de espera que uno pueda imaginar, con sus motivos de Los Suaves, sus posters y carteles, su gran música… pero todo eso con el cambio de dueño, se terminará más pronto que tarde.
Bebimos rapidito para salir de aquel jodido lugar y no volver nunca más, y meternos ya de lleno en la Razzmatazz II para comprobar que los Shiraz Lane ya estaban en marcha, y además con una buena acogida de público que no querían perderse a ninguno de los teloneros como nos pasaba a nosotros. Buena señal, sin duda. Y positivo observar también el gran número de bandas de Hard Rock que están naciendo en la región escandinava. Es cierto que muchas de ellas han perdido un poco ese rollo de Hard Rock / AOR ochentero en detrimento de los detalles y formas de componer más modernas, pero también es cierto que siempre queda aunque sea alguna pincelada de esas melodías tan atrayentes. Es el caso de la banda que nos ocupa, que ya había desplegado un par de temas sobre el escenario (imagino, por el tiempo transcurrido), y que ahora estaban inmersos en ‘Alicecoopera’ Tidal Wave. La diferencia entre la parte superior e inferior del escenario era abismal. Encima había una auténtica fiesta montada gracias al movidón que tienen los temas de esta banda y al continuo movimiento. Debajo, la cosa cambiaba bastante, la gente no parecía coger el rollo y estaba bastante estática.
Los finlandeses, con dos discos, dos EP y muchos videos, han cogido de aquí y de allá para componer sus temas. Otro ejemplo sería la enérgica Mental Slavery, que recuerda a los Skid Row más gamberros. Pero la principal nota diferencial aquí es la gran voz de Hannes Kett al micro principal, mostrando un registro impresionante, increíblemente agudo e incansable, muy solvente a la hora de alcanzar notas de locura. Muy bien entonado ese principio, alternando voz suave y falsetes en Same Ol’ Blues, que le quedó niquelada y resultó el momento más blando del concierto pero con mucho sentimiento, aunque pronto volvió toda la garra encima del escenario mientras sus músicos daban vueltas, saltaban y hacían coros con mucha presencia, especialmente en Out there somewhere, que incluso consiguió arrancar con su potente ritmo los primeros saltos y cabeceos del público en toda la sala. La simpatía de los músicos se hacía patente cada vez que se acercaban al borde del escenario, fueron varias las ocasiones en las que todos ellos saltaban mientras Ana Willman metía caña a la batería. No tuvieron demasiado tiempo, pero lo aprovecharon perfectamente. En ciertos temas de voz híper aguda, el vocalista también me recordó a Michael Matijevic (Steelheart) o al más joven Justin Hawkins (The Darkness), como en títulos anteriormente nombrados, dejando para el final su último single Harder to Breathe (incluido en su reciente trabajo Carnival Days) o la vacilona People like us, estos dos temas menos Heavy y más melódicos que sirvieron para cerrar un show con una casi repentina y gran respuesta final por parte del público, que los coreó a muerte.
Nos dimos un rulo por la parte abierta de la sala, la zona de fumadores, donde la noche barcelonesa se había vuelto bastante fría, aunque siempre se notó el calor de la gente y las ganas de vivir los conciertos. Nos transportábamos ahora a sonidos más suaves y melódicos, también más comerciales, por qué no decirlo con One Desire, otra gran sorpresa que descubrimos gracias a aquella noche de Hard Rock, aunque ya me puse a escucharlos unos días antes y, pese a sus múltiples toques modernos, me gustaron mucho. Y os aseguro que en directo sonaron todavía mucho mejor, destacando más las guitarras del vocalista André y su compañero Jimmy, quienes tocaron muy bien durante todo el concierto y llevaron prácticamente todo el peso a sus espaldas. Con Hurt empezaba muy bien la cosa, un tema con cantidad de gancho y una melodía que se recuerda tras una sola escucha. El hecho de cargar con su instrumento daba una movilidad relativamente reducida a André, pero se dedicó a cantar lo mejor que pudo con un excelente resultado. En Turn back time ambos guitarristas dieron el solo en distintos momentos, coordinándose muy bien. Es una banda también muy dada a los videos, a pesar de que solamente tienen un disco homónimo en el mercado. Mucho más popera sonó Apologize, pero sorprendentemente adictiva. Tras ella, los músicos estuvieron muy agradecidos, diciéndonos que éramos uno de los mejores públicos que habían tenido nunca. Me moló mogollón Ossi, a las baterías (convenientemente presentado a posteriori), con una contundencia old school a la hora de tocar, mucho desmelene y pasión mientras aporreaba con ganas su instrumento.
La balada de turno llegó con This Is Where the Heartbreak Begins, y con el buen hacer, se estaban ganando el respeto del público y cada vez más gente brincaba y cantaba los temas con la cabeza bien alta. Ese puntito AOR de los ochenta se vio reflejado en ella, con unas voces muy aterciopeladas y adecuadas. A lo que me refería antes, las baterías de Love Injection sonaron mucho más rockeras en directo, sin ese punto medio electrónico, y nos quedó de nuevo una gran melodía, cantada con mucha intención por parte de André, falsetes incluidos en las partes más elevadas. A mí ya se me habían metido en el cuerpo y no había vuelta atrás, sus composiciones me habían atrapado con ese rollaco AOR que tanto me gusta. La compleja vocalmente Falling Apart me gustó menos, André no pudo dar el 100%, aunque el resultado siguió siendo bueno. Lo mejor es que solo estuvo el guitarrista Jimmy, el teclista y él sobre el escenario ‘a capella’, lo cual le dio mayor mérito a la situación. No hay que olvidar que hablamos de una banda con mucha tecla: sorprende que el teclista solamente sea miembro de directo. La batería, por cierto, fue disparada durante el tema. Whenever I'm Dreaming parecía la segunda balada de la noche, pero pronto cogió ritmo y una melodía bastante particular que no me terminó de convencer, aunque los coros por parte del bajista Jonas le dieron el punto. Hicieron bien dejando Buried Alive para el final, donde incluso los registros del cantante se percibieron más Heavys. Creo que la sensación general fue que nos dejaron con ganas de más. La parte escénica fue impecable, la simpatía imperante durante todo el show y el sonido casi inmejorable.
Ahora sí, calentando motores para la gran sudada, aunque antes salimos a fumar de nuevo y a reunirnos con nuestro colega Gorka de Reus, que venía con su niña para quien era su primer concierto. Curiosamente (aunque ciertamente es un bolo ideal) vimos a varios críos entre el público acompañados por sus viejos que incluso en cierto momento cobrarían hasta protagonismo. Poco después, ya estábamos con muchas ansias entonando por lo bajini la típica intro de sus conciertos, el The heat is on de Glenn Frey, dinámica y perfecta para ellos. Uno a uno, empezando por Jimmy Jay al bajo, uno de los pilares compositivos de la banda, batería, guitarra y por fin, el anhelado Erik Grönwall, la fiesta padre, uno de los vocalistas más sólidos tanto a nivel vocal como a nivel escénico que existe hoy por hoy en la escena. Un concierto que nos deparaba muchísimas sorpresas agradables, sobre todo a nivel de setlist. Con el pistoletazo de salida con Bastard of society, aunque es un buen tema (de los más cañeros de su reciente “Into the Great Unknown”), tuve algo de miedo de que el setlist se basara en exceso en este disco que no me gusta demasiado aunque tenga muy buenos detalles. ¡Cuánto tiempo sin ver Breaking the Silcente! Si el concierto continuaba con este ritmo, iba a ser demoledor. A partir de este punto (por los pelos jajaja) contamos con la imponente presencia de nuestra colega Elena de Girona, con quien pasamos grandes momentos aquella noche. Y no me equivoco si digo que la primera sorpresita de la noche vino con Danger road, ya que tienen bastante olvidados a sus dos primeros discos en directo y cualquier elección dentro de ellos es de agradecer, aunque yo hubiese preferido Late night lady por aquello de los recuerdos que me trae, y tal. No hubo casi tiempo para asimilar el comienzo de Emergency que para mí es su mejor canción… ¡¡BESTIAL!! Las voces del público también restallaron entusiasmadas con esta pequeña obra maestra llena de feeling y una melodía incomparable, por no hablar de las guitarras de Dave Dalone combinadas con la batería de Crash en la parte instrumental. Este último por cierto no estuvo tan dicharachero como en otras ocasiones, sin tanto protagonismo escénico aunque como músico desde luego lo bordó con grandes dosis de precisión y pegada.
La setentera Shit City, también de su último redondo, continuó con el rollo. La forma de cantar de Erik destacó una vez más, sin forzar excesivamente pero sin perder en ningún momento esa voz tan eléctrica y personal. Hay ciertos temas que nunca se van de sus setlist, como Downtown, sin embargo, hay otras como In and out of trouble que solamente vi en una ocasión y fue, sin duda, lo mejor de todo el concierto. En cuanto reconocí la melodía que Erik entonaba con la harmónica… el subidón fue casi indescriptible, pura adrenalina, aluvión de sensaciones sin fin a lo largo de sus casi cinco minutos… y es que es otro de sus highlights en su carrera, a mi entender. Cierto es que sin el saxo no suena igual, pero el feeling que tiene este tema AOR es para ponerse de rodillas. Vaya momentazo, señores… inolvidable. Además fue una de las más difíciles para el vocalista, que continuó imparable con el groove que tiene It’s all about tonight, uno de esos cortes que levanta a un jodido muerto, que puede motivarte el día entero y ponerte la sonrisa en la cara con su tono vacilón, y no es para menos uno de sus singles, Livin’ on the run, la más celebrada y coreada de esta parte del show, con saltos, voces, y un calor descomunal proveniente del propio público, encantadísimo con lo que llevábamos hasta el momento.
Para mí, de hecho, fue algo así como un recobramiento de fe en la banda, tras la decepción de “Into the great unknown”, en el que abusan en exceso del synth-pop. Y es que lo estábamos pasando de auténtico vicio, y no tardaron en aparecer unas tandas de ‘oes’ casi ensordecedores, ante los que la banda tuvo que parar y aplaudir a su gente. Erik sabía que llegaba otra parte difícil con Beg beg beg, que no logra sacar con la misma solidez que lo hacía Kenny Leckremo por el distinto registro vocal, pero suplió a base de bien con todo un desparrame de actitud. Ni corto ni perezoso, se tiró sobre el público (gritando ‘¡ey! ¡alguien me está tocando el pene!’), que le llevaron hasta la barra, donde de pie interpretó el tema mezclado con fragmentos del Whole Lotta Rosie (AC/DC) y el Piece of my heart de Erma Franklin, cerveza en mano y dejándonos flipando con la movida. No os podéis hacer una idea si no estuvisteis allí del buen rollo que se podía casi cortar. Para aportar más variedad, el bueno de Erik se sacó la… acústica (jajaja) para entonar con todo el cachondeo del mundo una parte de La bamba, el clásico de Ritchie Valens entonado y cantado en perfecto castellano. ¡¡Bravo por él!! Pero sin soltar la guitarra, cayó otro de los momentos más ensoñadores del concierto con Laughing at tomorrow, que para nada me esperaba. Puede que no sea el tema más cañero o rockero del mundo, pero para mí es muy especial, esa melodía me hace casi soñar despierto. Cantada e interpretada a la perfección, el cantante se metió a la peña todavía más en el bolsillo con ella. De nuevo, ‘oes’ abrumadores por toda la sala para aclamar a la banda, que rompió un poco la dinámica con Redefined (bastante floja… y que extraño que no tocaran Eye of the storm…), y pronto la recobró con otra de las mayores sorpresas de la noche en cuanto a setlist con There for you, que abre su opera prima “H.E.A.T.”. Otro subidón mayúsculo que se mantuvo ya casi hasta el final, pasando por la comercial Mannequin Show, que volvió locos a los asistentes (y sonó cristalina, por cierto, como todas las que cayeron en aquel concierto) o incluso en la balada Tearing down the walls, que fue tocada en formato completo más Erik y su guitarra, que minutos más tardes, no pararía de dar volteretas y piruetas varias mientras un par de niños se lo pasaban de miedo sobre la tarima, gritando y saltando, y todos estábamos emocionados entonando el Point of no return. Y siempre lo he pensado, que tienen temas mucho mejores para dar carpetazo a los conciertos, aunque también es cierto que A shot at redemption es muy coreable y apta para el directo, y con ella terminó aquella gran fiesta, sin duda uno de los mejores conciertos de todo el año, con unas sensaciones colosales, del que salí empapado en sudor, hecho polvo por la intensidad con la que lo viví, pero con unas ganas tremendas de continuar la fiesta.
Era el momento de despedirnos de Gorka pero también de reunirnos con Eddie de Barcelona, que se unió al equipo para el envite final de la noche, que al contrario de lo que pensábamos en un principio, no fue en el Hell Awaits, sino en el BB+, un garito que hacía unos cuantos años que no pisaba, amplio, con precios asequibles, una muy buena música (que puto gustazo ese Hard Rock creciendo en volumen) y un ambiente que se fue forjando lento pero inexorable. A los cuatro se nos unió más peña y al final hicimos una buena piña en lo que igualmente fue un fin de noche inolvidable, aunque demasiado corto para mi gusto. Al día siguiente tocaba volver a la rutina (aunque de vacaciones todavía, por suerte) y todo se presentaba más gris sin conciertos pendientes, aunque los recuerdos de aquellas dos noches mágicas en Barcelona me alegraron los días siguientes con grandes estampas y recuerdos musicales... y aun siguen haciéndolo.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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