Lo primero, saludar a tooooda esa peña con la que coincidí allí en Alicante a pesar de tener que hacerme el viaje desde el pueblo más solo que la una. A ese trío de gamberros que son Javi, Dani y Rodrigo de Alcoy, a mi viejo colega Julián y José Manuel, a Indio y Pakete, a Diego de Yecla (¡¡espero que coincidamos de nuevo tron!!), a Vicente, al gran jefe Rosillo, al Faraón, a Storm de Halo Metal Band (siempre metido en el ajo jeje) y en definitiva, a toda la gente que acudió a la Sala Babel contribuyendo a que el Metal en directo nunca decaiga, aunque obviamente esta noche fue un llenazo total gracias al gran nombre que se han labrado y ganado los Angelus Apátrida.
Pero antes de adentrarnos en lo que fue el fenómeno destructivo de la noche con los thrashers albaceteños, desde Yecla llegaban Infernale para hacer temblar la Babel hasta sus cimientos. Una banda que, es curioso, he pasado de no haber visto nunca a ver dos veces en muy poco tiempo, recordando su venida a Alcoy hace tan solo unos meses. En aquella ocasión me convencieron bastante, me gustó su estilo y ver en directo los temas que había escuchado, aunque francamente, ni el lugar ni el público eran los más apropiados para un concierto de esta índole. Pero en la Babel ya fue otra historia, aunque eso sí, entramos ya pasados unos cuantos temas, pero ya de primeras vimos a una banda que pisaba el escenario con mucho aplomo, con la misma solidez con la que se puede definir su música. Unos riffs muy oscuros, graves y protagonistas con un bajo un pelín por debajo pero bastante profundo y una batería muy espontanea, muy imprevisible. A diferencia del anterior concierto suyo que vi, esta vez venían con su recentísima obra “Alpha” casi acabada de sacar del horno, aunque ya habían presentado algún tema en vivo… y más que cayeron en esta ocasión, como The trail of blood, siguiendo esos ritmos lentorros, densos y oscurecidos en una mezcla de Groove y una pizca de Death, sobre todo en esas voces recargadas y llenas de lamento por parte de Ale Azorín, de quien no se puede decir que sea un frontman especialmente activo sobre las tablas pero eso sí, se nota al dedillo que sabe cuidar cada detalle en cada corte de cada actuación con mucha serenidad, aquella que esconden las pesadas melodías de, por ejemplo, la que da título a su segundo álbum, Echoes of Silence, para mí de lo mejorcito de aquella noche, aunque me dio la impresión de que en algún momento del bolo les falló alguna introducción. Salvo algún golpe cruzado en la batería o algun despiste muy puntual en el bombo, el concierto fue impecable y digno de que todos aquellos que lo estaban presenciando rebotaran sus cuellos al ritmo que marcaba F. J. Iniesta con sus palos, el músico que más me gustó de la actuación, una máquina de precisión. Destacaron también en este último tema los coros de Fer en el estribillo, aunque en general les faltó algo de cohesión en el sonido. Mucho más conocida, Face to face siguió marcando la actitud de la banda en cuanto a su sonido a veces cercano al sludge en ciertas partes, supongo que también les llega la inspiración desde este frente musical. Y es que lo de esta gente no es fruto de cuatro días precisamente. Con constancia se van ganando poco a poco un buen nombre y además no dejan de rodar por los escenarios de media España. Para despedirse y recalcar el buen trabajo con su nuevo “Alpha” (muy recomendable, bajo mi parecer, a pesar de que todavía me hace falta darle unas cuantas escuchas más) nos ofrecieron I was once a King, guardando un buen punto intermedio entre la caña de algunas de sus estructuras y la oscura aura que con gran personalidad saben imprimir a cada una de sus creaciones. Si no recuerdo mal, fue la última de un show que se me hizo terriblemente corto… aunque es cierto que, como digo, entramos tarde. Mea culpa.
Me fui a tomar algo fuera con Dani, Javi y Rodrigo, un rato con mucho cachondeo en donde ya empezaban a notarse las consecuencias alcohólicas jejeje, y poco después casi sin darnos cuenta ya estaban los Metralla a pleno rendimiento. Recomendados por el mismo Javi, tengo que reconocer que apenas les conocía de oídas y, salvo algún tema, les tenía un poco arrinconados. Pero para bien fueron sin duda la gran sorpresa de la noche, ¡atronadores en directo! (y es que siempre he dicho que hay que escuchar las recomendaciones de los que ya son perros viejos en esta movida jeje). Entramos los dos y ya estaba disparando la metralleta, nunca mejor dicho, con su AK47, a la que siguió La nevera, de su primer trabajo “La tortura de las muñecas” que data nada más y nada menos que de 1991. Ha llovido mucho, y salvo un paréntesis en su carrera, han tenido muchos años por delante para pulir y consolidar su estilo, y ya os puedo asegurar que en directo ha sido una de las grandes revelaciones nacionales para mí en lo que llevamos de año. Vienen de la ciudad casi vecina de Elche y como digo, están ya curtidos en mil batallas. Dicha experiencia tan dilatada la llevaron hasta sus últimas consecuencias en directo, siguiendo con La plaga, un temazo como la copa de un pino en el que destacó como elemento esencial la cantidad de solos que son capaces de meter en unos pocos minutos, todos ellos con una rapidez notable y puro Heavy Metal en cada una de las notas. Aunque lo suyo es más bien un Thrash Metal acelerado, cafre y muy agresivo, también les encontré trazas de rock urbano y algo de punk en su vena musical, incluso influencias (llamadme flipao si queréis) de unos Leize o los primeros Barricada. El ambiente que se vivía en la sala era de órdago, un verdadero gustazo en todos los sentidos.
El sonido, que petó en ciertos momentos en Infernale, era ahora casi glorioso, potente, permitiéndonos distinguir todos y cada uno de los instrumentos, y la sala estaba ya casi a rebosar incluso antes de que comenzaran los cabezas de cartel. La banda se hizo eco de esta gran fiesta del Metal con muchos agradecimientos y guiños al público, provocando y encabronándonos con la instrumental El terremoto o presentando a viva voz En compañía de lobos, estos dos extraídos de un disco increíblemente desconocido como su “Posesión”, del 1999, y como no cabía esperar de otra forma, la peña se entregó a saco. Nosotros nos arrimamos a las primeras filas para meter headbanging hasta que se nos desatornillara el cuello. Cada tema tenía sabor a himno, con unas letras increíblemente bestias, macabras y pesimistas y sin embargo con un toque divertido y canalla, de las que me molan a mí. Incluso en momento dado, se permitieron lanzar humo desde los costados para crear un ambiente más tenebroso. Me quedé especialmente sorprendido al ver tocar a Juan A. Mas (hermano, por cierto, del vocalista Pedro Mas), con una técnica reluciente y una forma muy sólida de pisar los trastes y manejar las cuerdas y lo mejor de todo es que se le escuchaba genial. Una buena pareja, sin dejar atrás a Alberto y Carlos (guitarrista y batería respectivamente) que fueron a piñón fijo cada uno en sus registros. Desde el primer hasta el último minuto, el concierto tuvo un ritmo cabalgante imparable, balas con nombre escrito en sus puntas como El rey de diamantes, con mucha energía, o La criatura, que cayó tras una presentación exprés de la banda, pero poco tardó Carlos en arrancar a golpe de bombo la siguiente El ataúd (2017), que da nombre a su último disco de estudio, para el que sus fans han tenido que esperar 18 años. Juan, además de con su base, contribuyó a los coros, y como último disparo dejaron a Rodando hacia el averno, también de su primerísimo trabajo, ¡que puso los pelos de punta a más de uno! Por última vez la banda nos agradeció el calor y tras la foto de rigor, se despidieron… esperemos que no hasta dentro de mucho tiempo.
Puesto que llevábamos el tema de los horarios de forma un tanto caótica (nosotros, ojo, no la sala, que cumplió a rajatabla), nos aseguramos esta vez de estar ya dentro y en buena posición dentro de la sala para el concierto final, el de los grandes Angelus Apátrida… algo harto difícil, ya que la Babel estaba llena hasta las putas trancas, creo que de hecho es una de las veces que más petada la he visto. Muy buena señal aunque esto solo suceda con bandas ya consagradas, pero menos da una piedra. Un ambientazo de miedo y muchas expectativas para ver cómo la podían liar esta vez estos chicos, tan grandes pero con un corazón siempre humilde que rebosa simpatía por los cuatro costados. Una corta intro… ¡y ahí estaban!
Mucho ha llovido desde la primera vez que les vi… en aquel Viña Rock 2005 en el que todavía poca gente les conocía, peleando por hacerse un hueco en la escena de festival en festival y de concierto en concierto con su primer “Evil Unleashed” al que tanto cariño guardo pero que tan poco representado está en directo. Pero como absolutamente TODOS los discos que han sacado a posteriori son brutalmente buenos, ninguna queja en este sentido, ya que toquen lo que toquen, estos cabrones lo bordan con oro. Con sus armas bien afiladas, comenzaba el fiestón con un tema que, a pesar de formar parte de su último disco, creo que se ha convertido ya (y con razón) en uno de sus estandartes. A pesar de apartarse un poco de su estilo habitual, incluyendo voces limpias y melodías que me recuerdan especialmente a bandas como Rage o Grave Digger, han creado una obra maestra llamada Sharpen the guillotine que lo tiene absolutamente todo, perfecta para abrir, cerrar, o repetir mil veces en medio del setlist. Un valor seguro, un principio prodigioso que puso las cosas claras sobre la mesa: habían venido a matar y nadie se lo iba a impedir. Con el segundo tema, One of us, ya estaban provocando al personal, sobrecalentando el ambiente para hacer aflorar las primeras hostias entre el público, y no dejaron tregua con una sarta de barbaridades tales como Immortal o Vomitive, recordando aquel bestial “Give’Em War” (que ahora mismo tengo a todo trapo sonando jeje). Entre unas cosas y otras, con el follón que se estaba montando, la adrenalina crecía exponencialmente y las cosas se iban de control. Los moshpits se sucedían por doquier, los circle pits abarcaban casi toda la superficie de la sala a un nivel terrorífico y al final entre tanta hostia, alguien salió tullido, dislocándose el hombro. La banda se preocupó por su salud, avisaron a un médico pero a partir de saber que ya estaba todo bien, hicieron un cachondeo brutal de la situación con jocosos comentarios que nos hicieron descojonarnos en varias ocasiones.
Fuera bromas… y entrando Of men and tyrants, otra que no suele faltar en sus directos, o The Hum, de nueva cosecha… ¡pero hay que ver cómo se alegró la peña cuando la presentaron! El frenético solazo de David (pero qué jodidamente bueno es… no me cansaré nunca de decirlo) empastó a la perfección con la imparable batería de Víctor y el bajo de José J. Izquierdo, quien también mostró una actitud digna de aplauso, todo el puto concierto dando cabezazos y desmelenándose como si no existiese el mañana. Pero esto ya no debería de sorprender, porque el propio Guillermo iniciaba todas las canciones maltratando su guitarra y destrozándose la nuca con ganas, como en Violent Dawn o Downfall of the nation, en la que recalcaron como ya han hecho muchas veces que se consideran una banda antifascista y en relación a ello iba este tema, algo que también se puede deducir de la camiseta anti-nazis de mierda que llevaba el vocalista. Su compañero David también rendía un homenaje, esta vez a Schuldiner, con la suya, un bonito detalle. Nos recordaron que estaba a la venta su último trabajo “Cabaret de la Guillotine” en su puesto de merchan. El setlist estuvo bien surtido de temas de este, pero no se olvidaron de otro de los discos que los llevó a un nivel todavía más superior, el “Hidden Evolution”, con End Man u otro clásico en directo como Serpents on parade, con una bonita “balada” entre medias como Farewell, uno de los temas más profundos y especiales que han compuesto en toda su carrera; siempre que la escucho me trae recuerdos del Fade to Black o el Cementery Gates y se la dedicaron a un colega suyo con un David de nuevo espléndido ejecutando el solo en primera fila de escenario.
El final era inevitable, pero como el propio Guillermo nos confesó ‘hombre, por lo menos dos o tres todos sabemos que quedan aun’. Y es que como siempre, el frontman mostró una comunión y una afinidad con el respetable que ya quisieran muchos. Y aparte de ser un excelente guitarrista, siempre he pensado que no hay que menospreciarlo en su faceta de cantante, ya que domina un montón de registros entre los que cambia sin despeinarse y sin perder un ápice de su fuerza. Y sí, quedaban aun unas cuantas… ¡¡pero menudas!! La primera del último sprint se trataba de Give’em war, que no necesita presentación pero sí requiere de una mala hostia extra para vivirla bajo el escenario. Si arriba todo eran melenas al viento y cuellos a punto de romperse, entre la gente se había contagiado una locura destructiva que solo están capacitados para crear los más grandes. Unos circle pits impresionantes, y con la bromita de “cuidado con los hombros” siempre presente. ¡¡Daba auténtico miedo el plan en el que se estaba poniendo la sala!! Y por supuesto no estuve exento de recibir alguna que otra hostia, pero ya se sabe, sarna con gusto… Y para gusto, escuchar después de un tiempo Versus the world, con unos agudos especialmente difíciles para Guillermo que sin embargo sacó de lujo. La banda se tomó unos minutos para agradecer al Brujo de TNT, a Rosillo, a la sala y a las bandas aquella acogida y la posibilidad de estar tocando allí aquella noche. Como digo, la humildad siempre por delante de todo, actitud que se ganó unas buenas rondas de aplausos. Tras la demoledora Thrash Attack pensábamos que todo había terminado.
David y José tirando púas, Víctor saludando y pidiendo ya el photofinish… pero nada más lejos de la realidad pues, tras unas palabras recordando el gran Ginetarock Festival, la emprendieron de nuevo con You are next (ya decía yo que faltaba alguna gorda…) para despertar de nuevo la ira del público entre empujones, pisotones y codazos en todas direcciones. La convivencia directamente ya había desaparecido y la ley marcial se había adueñado de la sala entera pero… por si esto fuera poco… aun reventaron más con su versión del Domination de Pantera (sin duda, una de sus principales influencias) completa e incluso acelerada un puntito, con un solo que se bordaron a medias entre David primero y Guillermo después, levantando las guitarras al final como señal de (ahora sí) despedida y agradecimiento. Y es que cuando ves a una banda que lleva ya casi 20 años en activo sin descanso, que se han comido España y parte del mundo, con esa humildad, esas ganas, esa técnica y calidad al tocar y sobre todo, esa capacidad de hacerlo todo a la vez mientras disfrutan como unos putos enanos desde el segundo uno… sabes que están hechos de otra pasta.
Y esto es todo señor@s, aunque me falta decir que una vez más intentaron liarme para que me fuese a continuar la fiesta por la ruta de la madera, por donde hace siglos que no paso para pillarme una buena sepia… pero mi objetivo de esa noche estaba cumplido y bien rematado, por lo que me volví para el pueblo sin remordimientos (jeje), con una sudada épica y todavía extasiado por tanta brutalidad en tan pocas horas tras despedirme de todos mis colegas que estuvieron allí. Y que no me jodan… ¡¡espero que no tarden otros 9 años a volver a Alicante!! ¡¡Que estamos al lado de vuestra tierra!! :D.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!