Un año más y como ya es habitual en la misma zona de siempre (casi al lado del río), se celebraba en la localidad casi vecina de Alcoy el festival anteriormente llamado La Nit del Llop y este año rebautizado para la ocasión como Senyals de Fum en honor al programa de radio en el que militaba Toni Jordà, personalidad a quien se pretende rendir homenaje todos los años con este festival, sea cual sea el nombre. Un motivo triste se convierte así en una gran fiesta donde amigos, músicos y todo el buen rollo del mundo conviven durante una velada que este año fue especialmente intensa y recargada de buenas bandas, sin desmerecer a anteriores ediciones, claro está. Además, por la cercanía, pude disfrutar de la compañía de grandes colegas a los que hacía cantidad de tiempo que no veía. Es obvio que el festival va subiendo cada año de nivel. Si hace dos años tuvimos a Mind Driller y el año pasado a un grande como Sherpa, este año eran cinco las bandas que formaban parte del cartel, un gran surtido de estilos formado por el guitarrista Juan Saurín, que abrió la velada, los clásicos Badana, V.I.L., Mind Driller repitiendo y por último, el grupo local de versiones Insohmnia. La nota de humor la puso, entre banda y banda, el colega Alan, amigo del homenajeado, presentando las actuaciones. Ya con el culo sentado en el coche y de camino hacia allí, todo preparado para unas cuantas horas ininterrumpidas de disfrute hasta las tantas de la madrugada y, como siempre, entrada gratuita y cervezas artesanas. Y aun con eventos tan apetitosos (como siempre sucede) como este, hubo mucha gente que ni se dignó a acercarse. Un buen concierto para todos los gustos en un sábado que, de otra forma, hubiese sido un aburrimiento total.
Vamos allá pues. Llegamos al recinto, en donde todavía caía un sol de justicia, y esto se notaba en que la poca gente que había ya tomando algo estaban al cobijo de la sombre del escenario. Nosotros por nuestra parte, encontramos un sitio para aparcar (la zona en este sentido es lo peor) y, puntuales, acudimos para encontrarnos ya de primeras con unos cuantos colegas que estaban tomando algo. Con tanta cháchara no nos dimos casi cuenta, pero el primer concierto ya llevaba un retraso considerable, de más de una hora. Cuando el guitarrista yeclano subió al escenario, el sol ya se había escondido, lo cual fue un alivio en cierto modo. Con el sonido todavía muy por debajo de la calidad deseada, el músico comenzó con Atlas, si no recuerdo mal, de su último trabajo (Human, 2017), un disco que en general tiene unas guitarras bastante pesadas que no cogieron toda la fuerza que deberían en aquel directo, pero no porque el músico las interpretara sin pasión ni mucho menos, sino porque la ecualización de los instrumentos dejaba bastante que desear. Temas, obviamente, con una gran carga de solos virtuosos pero elegantes al mismo tiempo desfilaban sobre el escenario mientras Juan se regodeaba en sus habilidades, aunque por supuesto no vino solo, sino con un acompañamiento bien distinguido, nada menos que Ale, al bajo, el rubio Fer a la guitarra rítmica y F.J. Iniesta a los palos, o lo que es lo mismo, la formación íntegra de Infernale, que dieron buena cuenta de los temas del artista en solitario. Hablando de las baterías, y aunque al sonido le faltó fuelle, F.J. destacó por sus ritmos pesados y contundentes que animaron el cotarro por encima de todo. La guitarra de Fer apenas se escuchaba y el bajo, pese a la contundencia con la que siempre toca Ale, quedó bastante por debajo en la mezcla. A algunos colegas les pareció una actuación algo larga, y es que al ser temas instrumentales cuestan más de entrar, pero ambos trabajos de Saurín quedaron bien representados, entre Trust no more, Las horas e Ímpetus, con un trabajo de calidad. Yo al menos flipé viéndole tocar, ¡vaya flecha! y de técnica va sobrado (de hecho, el mismo da clases de guitarra). Ya pude verle no hace mucho junto al Tributo a Metallica, también en Alcoy, pero con esta actuación de temas propios me quedé más a gusto todavía.
Fuimos a tomar algo al coche (aunque yo no probé ni gota aquella noche jeje), y rapidito al recinto otra vez, porque llegaba lo que podría considerar mi principal reclamo de todo el festival, los clásicos ibenses... ¡Badana! ¡Cuántos años sin verles, rediós! Tenía muchas ganas de comprobar el nivel de energía que se gastan a día de hoy sobre el escenario y desde luego, se puede afirmar que quedé totalmente satisfecho. Además, tuve el gusto de compartir el concierto con un hermano más que amigo como Juanma, que se dejó caer por allí para ver a una de sus bandas favoritas (Mind Driller). La pesimista Romper el cascarón abrió la veda, a golpe de guitarra y batería contundentes. Tras la pertinente presentación y alguna broma que otra, cayeron a un ritmo apropiado Era Diciembre, la cañera Entre la espada y la pared y la archiconocida Un día me largo a Madrid que sí, alguna de ellas puede sonar algo carca hoy en día (sobre todo por las letras), pero siguen manteniendo su mordiente en directo, sobre todo con un sonido actualizado y las ganas que le pone el único componente que ha sobrevivido en el seno de la banda desde sus inicios allá a principios de los 80 (se dice pronto, joder): Luis Miguel Rico Garrigós, genio y figura, quien siempre se ha dejado ver tanto dentro como fuera de su banda (en conciertos y festis). Un tipo que destila autenticidad por los cuatro costados, y esa autenticidad le persiguió en directo ya que a pesar de ser el mayor con diferencia de todos los que actuaron aquella noche, no dejó de moverse ni un minuto al ritmo que marcaba su guitarra, por cierto, tocada con aplomo y elegancia.
Divagando, con su contagioso estribillo, era un éxito asegurado, al igual que El Dictador, de su “Rock de Cloaca,” un primer disco que sin duda marcó la escena levantina del Heavy/Rock. Muchos clásicos imprescindibles que, quien más y quien menos conoce, aunque solo sea de refilón, y eso mismo se plasmó en la gente cada vez más animada y cantando los temas sobre todo en las primeras filas. Sin embargo, al que vi algo falto de presencia escénica fue al bajista Erik, quien también se encargó de los coros. Su instrumento, además, solo destacaba en los tonos más agudos y la voz pasaba desapercibida. Maldiciendo al cáncer de nuestros días con Bendito, Maldito dinero y reivindicando en contra del maltrato de género con Animal, lo cierto es que en Badana podemos encontrar muchas melodías y detalles rítmicos que posteriormente influenciarían enormemente a otras bandas incluso de estilos distintos. Miguel estuvo de lo más simpático, introduciendo los temas con algún chascarrillo. Despierta y lo verás terminó con un guiño a Enter Sandman / Breaking the Law en su solo y Rebelde y fiel (“Irvandal") dio paso a uno de los hits más divertidos de su carrera, llamado Parecían tontas y...buaaah, que hartón de cantar y pasarlo en grande que nos dimos con ella, a parte de ese puntito nostálgico que me produjo escucharla tras tanto tiempo. A todo esto, no lo había escuchado hasta hace unos pocos días, pero menudo disco se sacaron de la manga con el citado “Irvandal” (2018), parece que no ha pasado el tiempo por ellos, y más diría: ¡parece que están más vivos que nunca! Acercándonos al final con la batería de Jordi marcando precisamente Tranquilo (del “Irvandal”) con otro estribillo inolvidable, Fantasmas del pasado y para rematar el trabajo, un tema de su primer EP “Tiempos duros”: Y nosotros aquí, algo calimochera para mi gusto, pero con la que más de uno soltaría una lagrimita. Luis animó al personal hasta el final y tuvo carisma de sobra para conseguirlo, y los que estábamos abajo pasamos casi una hora de diversión, guitarreo con mucha clase y estribillos a pleno pulmón.
Nos dio tiempo de sobra para ir hasta el coche y darnos un rulo con tranquilidad, mala señal por otra parte, ya que el desfase en los horarios se acercaba a las dos horas y, según me comentaron, a las 2:30 tenía que “chaparse el garito” sí o sí. Al final, ya bastante cocidos algunos jeje, nos situamos en primera línea de ataque (literalmente) Chely, Kurro, Kolega y yo dispuestos a reventarnos las vértebras con esta pandilla de salvajes llamados V.I.L., y no sería la primera ni la última vez que la lían guapa, aunque uno los haya visto varias veces ya en directo, cuando Kike enciende la mecha de su batería explosiva, Jorge le mete al bajo, Boix maltrata su guitarra y Juanmi se pone a hacer el gorrino, pocas bandas del panorama under extremo les plantan cara hoy por hoy. De momento aún siguen con “solo" su “Requiem for a prayer” en su discografía, pero su próximo disco ya está calentito en el horno y muchos estamos acechando a que salga por fin para poder escucharlo. De hecho – ya nos avisó el propio vocalista – su setlist se basó mayormente en temas de nueva huella, como por ejemplo las dos primeras (una de ellas Ancestral, ¿puede ser?), atronadoras y bestiales, que pusieron a cada uno en su sitio, eso sí, no sin antes lanzar unas cuantas bolsitas de marsh-mallows para demostrar lo “dulces” que son.
Se acabaron las tonterías, dijo mi colega Chely, y no le faltaba razón, porque esta gente no sabe quedarse a medias. Boix se acercaba continuamente a las primeras filas, se arrodillaba, vivía el momento e incluso en varias ocasiones, se lanzó sobre la gente, que lo llevó en alto con las manos mientras rugía su instrumento. ¡Con un par de huevos! Aunque no tuvieron tiempo apenas para ecualizar y probar, sus temas sonaron potentes y con ese toque extra guarro marca de la casa, aunque también es de ley decir que no es el mejor que les he visto. Por supuesto, esto no influyó en absoluto a la hora de entregarse, ya que junto a Boix, su colega bajista también le ponía un empeño enorme, tocando y desnucándose al tiempo. Nature for sale fue una de las primeras de su ópera prima, esta iba a ser más o menos la proporción en su setlist, seguida por un tema nuevo. Al presentar este último y dedicarlo a la memoria de su amigo Toni, el guitarrista apenas pudo contener la emoción, algo totalmente comprensible, que luego se convirtió en rabia desmesurada a la hora de interpretar temas como Fight in the shadows o Society (creo), del inminente disco. Como tales bailamos todos en Pride of monkeys, ahora sí con la peña bastante animada, dando calor a la banda y creciéndose poco a poco con los moshes. Y es que en verdad V.I.L. son la hostia de divertidos, temas que van directos al cuello, mandanga en estado puro que imposibilita el estarse quieto. Y por supuesto, metiendo alguna que otra puya como por ejemplo a la iglesia, con el tema estandarte de su primer disco, My Forgiveness, que sirvió para cerrar su actuación, bastante capada de tiempo, por desgracia, pero intensa de cojones, en la que tanto peña como músicos lo pasamos en grande.
De nuevo el turno de Alan de recitar los números del sorteo. Habría grandes sorpresas a lo largo de la noche, ya que se rifaban objetos como material de New Rock, un cuadro original, abono del Leyendas… etc. Tras el cachondeo, y ya muy mal de tiempo, salieron a escena los alicantinos Mind Driller, el que era el plato fuerte para muchos de los asistentes. Y es que bueno, ya sabéis que no me gusta demasiado el industrial, pero al Cesar lo que es del Cesar: esta gente se marcó un conciertazo digno de quitarse el sombrero y no tengo ningún problema en reconocerlo, de hecho, fue uno de los que más me gustó. Codo con codo con mis amigos Juanma, Kurro, Kolega… casi todos los conocidos (también saludé por allí a Gremlin y a Dani, ¡grandes!) nos sumergimos ya de primeras con el que sería el último concierto para mí de la noche. Abrieron fuego con Ritual, con toda la banda al completo y on fire sobre las tablas, dándolo todo a base de saltos, piruetas y headbanging, animando a la peña a bailar inmediatamente y más allá, se empezaron a ver los primeros saltos, y es que como digo era una actuación muy deseada. Pronto nombraron su nuevo y reciente disco, bien orgullosos de él, llamado “Involution”, del que nos presentaron un buen puñado de temas, como la siguiente The game. Tan solo hace unas semanas, lo petaron en la Sala Babel y aun así la gente les tenía muchas ganas. Si algo bien destacado posee esta banda es su capacidad para destacar en el aspecto escénico. Máscaras, vestimentas increíbles, artefactos extraños, luces… sin ir más lejos, en el primer tema, su bajista Pharaoh salió con una luz parpadeante en su boca. No hay duda que fue uno de los músicos que más empeño le puso para crear la ambientación a la que tienen acostumbrado a su público, moviéndose de forma robótica y con caras de lo más desconcertantes, aparte de tocar de lujo.
Con My own law y Zero (otra del “Involution”) continuaba la fiesta y su repertorio de disfraces se iba renovando sin parar… ¡vaya arsenal tienen! Incluso el cantante V, que se quedó a gusto entre guturales y gritos, sacó en cierto momento un megáfono para dirigirse a nosotros. Lástima que la iluminación no les hiciese toda la justicia que debería. El frenético ritmo del concierto me atrapaba poco a poco, aun sin ser un santo de mi devoción, supieron darle una consistencia a su setlist para que la fiesta no parase en ningún momento. En M4n1k1 (y en bastantes otras) la voz de Estefanía me recordó a la de Cristina Scabbia. Esta alternaba voces en inglés y en castellano, siendo una de las estrellas destacadas del show, siempre en primera línea y doblando la espalda que daba gusto, mientras que el tercer voceras en discordia, Dani N.Q., dominaba perfectamente el alemán, idioma en el que están narradas muchas de sus canciones. Lástima que no hiciera el numerito de ‘sacarse el miembro’ (jeje) según me contó mi colega, aun así Psycho fue un tema 100% disfrutable y muy acompañado por nuevas y estrambóticas máscaras. Pocas bandas actuales les ganan en cuanto a puesta en escena, y eso se nota en el sentido de que como grupo están creciendo como la espuma y su nombre ya es sinónimo de industrial nacional. Ahora las bases electrónicas ya sonaban mejor, como en The last drop o la desmadrada Rotten, ya que al principio los instrumentos se las comían casi por completo. El tiempo no daba para más, pero V nos dijo si queríamos la última y, a riesgo de que les cortaran por pasarse de horario, aun nos deleitaron con Ich Bin Anders!, sin duda una de las más bailables de todo el concierto, en la que la gente dio el callo cosa fina. Con grandes y merecidos aplausos, la banda fue despedida un año más en Alcoy, y lo cierto es que esta actuación me sirvió para poder apreciarles un poco más como grupo. La verdad es que se merecen estar donde están e ir subiendo un peldaño cada día en un estilo que en nuestro país no está demasiado valorado.
Aún quedaban Insohmnia, banda alcoyana de versiones pero, francamente… no me inspiraban ni el más mínimo interés. No dudo de que lo harían genial, como me comentaron después quienes se quedaron, pero creo que el mundillo de tributos / bandas de versiones se está yendo un poco de las manos en los últimos años, y no me apetecía nada quedarme. Así pues, me largué con el primer “autobús” que marchó de vuelta a casa (con mi colega Tere y toda su tropa) mientras sonaba el Breaking the Law de los Judas (originalidad 100%, vamos…). Por una parte me jodió, porque dejé allí a gente con la que siempre es un placer estar y no veo tan a menudo como me gustaría, pero por otra, no estaba motivado con el concierto y eso para mí es lo fundamental. Así que solo me queda mandar saludos y abrazos a toda la peña que estuvo allí apoyando la movida y dándole calor al asunto, por supuesto a mi amigo Kurro con el que compartí viaje, también al Kolega y al Chely (esos dos grandes MAESTROS del Metal), a Juanma, Jose, Tere, Pau, Gremlin, Dani, la gente de Banyeres (menos de los que deberíamos haber sido… pero en fin…) y un largo etc. Una de esas noches en las que la compañía es parte casi tan importante como los conciertos en sí. Espero que el año que viene, la historia se repita.
P.D. Esta vez no hay fotos, una lástima, se siente.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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