Evidentemente, lo primero que nos sedujo del festival, muy por encima del tema crucero, más que las excursiones programadas en Cococay y México, fue su impresionante cartel y el casi contradictorio hecho de que, en principio, la reserva de los camarotes ya estaba agotada. Decenas de bandas de Hard Rock americano que básicamente son muy difíciles o directamente imposibles de ver en España. Era algo arriesgado, brutalmente costoso y con muchos hándicaps por delante, pero nos decidimos a intentarlo por todos los medios. Conseguir una habitación no fue nada difícil (deduciendo que lo de “reservas agotadas” no era más que una estrategia de marketing como tantas otras), la comunicación con la organización fue bastante buena y todo fue sobre ruedas. Nuestra amiga Elena de Girona no se lo pensó ni un día para apuntarse a la fiesta (esa es la actitud) y fue una impagable compañía durante el viaje a quien ya echo de menos. Tan pronto como aterrizó, la esperamos en el aeropuerto y fuimos a la casa que teníamos alquilada en Miami, nuestro hogar durante los tres días anteriores al festival. Dedicamos la primera noche a pegarnos una buena fiesta entre bebidas exóticas, buena música y un karaoke donde hicimos el imbécil a un nivel superior. El segundo día fue mucho más productivo con varias excursiones programadas (entre ellas, la visita a los Everglades, no dejéis de ir si tenéis la ocasión).
Pero lo que verdaderamente latía en el corazón era la llegada del primer día del festival, o mejor dicho, la pre-party de iniciación, un evento aparte para ir calentando los motores a tope para el gran día, que por cierto, ya fue poca broma con bandazas del calibre de Vandenberg, Rhino Bucket, el combo Soto / Bieler o las mismísimas Vixen. Hasta entonces, todo salió a pedir de boca. Las caídas previas al viaje, Queensrÿche, Roxanne, Rose Tattoo y Y&T (sobre todo, los tres últimos) fueron bastante dolorosas, porque eran bandas que me moría por ver. Pero para esta primera tanda de cancelaciones, hubo unos repuestos de auténtico lujo: Buckcherry, Frank Hannon (Tesla), Geoff Tate, Richie Kotzen, Hardcore Superstar, Mark Slaughter… que todavía le dieron más valor a un cartel que seguía siendo un sueño hecho realidad… por el momento.
Hacernos un test de covid 48 horas antes de subir a bordo era requisito obligatorio para embarcar. Después de mucho follón, y en parte debido a los desastres climáticos que sufría parte del país, los test que habíamos pedido nunca llegaron principalmente por la incompetencia de FeDex (nunca más confiaré en ellos, ya es la segunda vez que me la juegan) y también al nulo caso que la compañía responsable hizo de nuestras indicaciones. Por suerte, encontramos y acudimos a un punto de test donde los hacían gratis, así que la jugada nos salió redonda.
Ya estaba todo al día. A la mañana siguiente, abandonamos el hogar provisional, no sin antes hacer los últimos preparativos, y nos dimos un buen rulo por Miami para terminar de ver aquello que nos quedó pendiente, darnos una buena comilona de las muchísimas que vendrían después (creo que he llegado a casa con 7 u 8 kilos más de los que me fui) y, al fin, plantarnos frente al ciclópeo barco todavía llenos de incredulidad y con una emoción casi incontenible, pero también muchos nervios y estrés por los controles y la presión y rapidez con que hubo que hacerlo todo para entrar.
Sin embargo, el primer día de crucero comenzó la debacle. Las caídas de L.A. Guns y Hardcore Superstar, de las que nos enteramos poco antes de embarcar, fueron absolutamente devastadoras para mi estado anímico, y redujeron considerablemente mi ilusión por el festival. Intentaba mantener las ganas y me decía a mí mismo que todavía quedaba mucho por ver… pero la verdad es que mi motivación había caído en picado. Posteriormente, y esto fue sin duda lo peor del festival y algo que me marcó demasiado, hubo todo un goteo de cancelaciones. Por supuesto, antes de eso yo me había hecho mi lista de grandes favoritos del festival, aquellos absolutamente imprescindibles sin los cuales, sencillamente, yo no hubiese movido un dedo para cruzarme medio mundo. Me acordé, con las primeras caídas clave, de ese capítulo de los Simpson del equipo de súper estrellas de béisbol en el que el Sr. Burns citaba: tres desgracias es posible. Siete desgracias es poco probable. Pero nueve desgracias… habría que verlo. Pues bien. Esta fue, exactamente, la realidad final del cartel. De mis bandas insustituibles, y salvando las excepciones de Kix y Winger, todas, absolutamente todas, desaparecieron del cartel. Hardcore Superstar, L.A. Guns, Great White, Y&T, Vixen (que al menos pude ver en la pre-party), Michael Monroe, Roxanne y por encima incluso de estas, Little Caesar. En la mayoría de casos, bandas que a nuestro país no se acercan ni en foto. Y en último momento, el último puto día, el mismísimo Tom Keifer de Cinderella se caía definitivamente, dejando en general un cartel mediocre y descafeinado a más no poder si lo comparamos con el inicial. Cada día, nada más levantarnos, recibíamos uno o varios bofetones en forma de cancelación, y eso me afectó más de lo que podáis pensar.
Todo lo que el personal de Royal Caribbean se portó de auténtico lujo y demostraron ser unos profesionales como la copa de un pino, la organización del MORC en este sentido (el de las caídas), por encima de muchos otros aspectos altamente cuestionables como el horrendo sonido de algunas actuaciones, dejó muchísimo que desear. No solo no dieron ningún motivo en absoluto ante tal chorreo de cancelaciones constantes, sino que además no fueron nada consecuentes con ellas, no añadieron ningún extra, y no ofrecieron ninguna indemnización o compensación de ningún tipo ante tal desastre (eso sí, la Super Bowl que nadie se la toque). Puedo entender que estamos en una situación complicada, y puedo asumir que algunas de las caídas fueron debido al covid, pero en total más de una quincena de caídas sin explicación es algo del todo incomprensible. Además, como digo, literalmente desaparecieron del cartel, de un día para otro ya no figuraban en el running order, y nadie en la organización tuvo el detalle, al menos, de explicar los motivos en la inmensa mayoría de los casos. Dejando a un lado todo esto, tan solo desvelaron dos días de horarios previos al festival. Del resto, nos enteramos una vez allí, teniendo que organizar el tiempo deprisa y corriendo… y por si fuese poco, no fueron pocas las modificaciones que se hicieron. Su página web fue una basura desde el principio. La última publicación es de Noviembre, y salvo uno de los carteles finales (que quedó brutalmente mutilado en última instancia) al que se puede acceder desde ahí, no merece la pena invertir ni un minuto en ella. Obviamente, no todo fue culpa de la organización. Parece que muchas bandas cayeron por motivos bastante absurdos. Por lo visto, mucha actitud rockera y rebelde per a la hora de jugarse el tipo… miembros que no se vacunaron, otros que tenían reparos por el covid, y alguno que otro al que seguramente le pesen demasiado los bolsillos como para pegarse la currada del crucero. Sin embargo, otras bandas hicieron el enorme esfuerzo de tocar sin algunos de sus miembros, siendo el caso más destacado el de los Quireboys, que se marcaron un señor conciertazo para caerse de rodillas incluso sin su vocalista. ¡Bravo por ellos!
Lo he dicho infinidad de veces. Para mí un festival son, exclusivamente, las bandas. Me la trae al fresco que haya jacuzzis, me la pela que haya sesiones de fotos o discursos chorra-humorísticos, no me importan las excursiones incluidas, e incluso me da igual el rollo super-happy-family que se vive allí y las noches temáticas. Por supuesto, se agradece el buen ambiente y magnífico rollo que existe entre la gente de allí. Pero yo no voy a un festival a eso. Yo voy por las BANDAS y los CONCIERTOS, ahí es exclusivamente donde yo invierto el dinero. Puedo valorar otros aspectos, por supuestísimo, pero si lo principal falla, para mí no merece la pena. Algunos pensaréis que soy un pesimista y un agorero, pero me da igual, es lo que hay y lo digo tal como lo pienso, porque para algo es a nivel personal. También es personal el hecho de que las caídas afectaran justo a las bandas por las que hice el esfuerzo de ir, obviamente, pero es algo que tengo que soltar o reviento. Pero lo que no se puede tolerar bajo ningún concepto es que el cartel final, respecto al anunciado inicialmente, no tenga ni una cuarta parte de su valor.
Definitivamente, si hubiese conocido de antemano la catástrofe, no habría ido ni borracho. No fue eso por lo que pagamos. Me da completamente igual que un festival se celebre en Valdecabras de la sierra, sobre un crucero en el Caribe, o en la jodida Patagonia. Solo voy si me interesa el cartel. Dicho toooodo esto, y aunque pueda sonar incoherente, la experiencia global fue bastante buena porque, por encima de todo, intentamos olvidar los malos tragos (aunque algunos fueron MUY duros) y divertirnos al 100% en plan “desmadre a la americana”, tanto en los bolos como fuera de ellos. He hablado de lo mucho que no hubo, y sin duda le quitó muchísimo caché e ilusión al cartel, pero lo que SÍ hubo fue cojonudo, ante cada uno de los conciertos que se celebraron me dejé la piel y disfruté a lo bestia, intenté y conseguí verles prácticamente a todos, y al final eso es lo más fundamental para mí, esa descarga de ansiedad y adrenalina a partes iguales con los muchos grupazos que quedaban. Concretamente, vi la friolera de 30 conciertos completos, y aproximadamente fragmentos sueltos de 5 o 6 más, en total 25 bandas distintas que gocé como un gorrino. Intenté empalmar todos los conciertos que pude y entregarme a ellos por completo, intentando pasar de los constantes disgustos, y en la gran mayoría lo logré. La mayoría de las bandas ofrecían dos actuaciones distintas en el festival, en distintos escenarios y con setlist no idénticos, lo cual fue una maravilla para poder crear un itinerario factible de escenario en escenario sin tener que perdernos nada de nada de lo que nos interesaba. Muchas de ellas, de hecho, las vimos por duplicado, tal fue la calidad de sus actuaciones.
Son seis los escenarios disponibles, aunque en dos de ellos tan solo se celebran sorteos, discursos, etc. En los cuatro principales es donde estuvo la acción de verdad:
- Studio B, una pista amplísima, con una visibilidad estupenda y sillas en gradas para quienes prefieran ver los bolos sentados (algo que he evitado a toda costa, pues ya estoy hasta los huevos de ver conciertos sentado). El sonido ha sido muy irregular, pero el escenario molaba bastante.
- Royal Theater, sin duda el mejor de todos. Un anfiteatro enorme con una cabida sobrada para muchísimos asistentes, con el mejor sonido de todos, un escenario enorme y además con la posibilidad de ver los bolos de pie.
- Pool Stage, el más lujoso pero uno de los que peor sonido tuvo. La distribución era bastante mala, poca cabida en la zona delante del escenario y difícil o alejado para ver los conciertos desde otros puntos. También era el que más pijadas ofrecía, lógicamente, como poder ver los bolos desde un jacuzzi, aunque a mí estas cosas ni fu ni fa.
- Star Lounge. Una especie de pub con escenario. Muy pequeño, tanto este como el local, y sobre todo, malísima visibilidad. Al no tener inclinación y estar el escenario prácticamente a nivel del suelo, o te metías en primera fila (literalmente) o no veías nada, y el sonido en general tirando a flojo. Aún así, vimos allí a los Stop Stop, que se salieron por todos los lados.
Estas son las bandas de cuyos directos disfrutamos. Ya que me hago el resumen para mí, lo comparto con vosotros.
Soto / Bieler, United Metal Coalition, Rhino Bucket, Vixen, Vandenberg, HEAT, Buckcherry (x2), Richie Kotzen, Tokyo Motor Fist (x3), Stop Stop (x2), Electric Boys, Crazy Lixx (x2), Nestor (x2), Eclipse (x2), Winger (x2), Slaughter (x2), Pat Travers, Dangerous Toys, Faster Pussycat, Tuff, Black’n’Blue, KIX, Beasto Blanco, John Corabi., The Quireboys.
Todas estas fueron las que en un momento u otro fueron canceladas del cartel…: Queensryche, Tom Keifer, Skid Row, L.A. Guns, Hardcore Superstar, Michael Monroe, Great White, Loudness, Y&T, Vixen, Rose Tattoo, Chris Holmes, Pink Cream 69, XYZ, Little Caesar, Roxanne, Frank Hannon.
Y para quien le pueda interesar, ahí va mi Top 5 de conciertos de todo el festival por orden de categoría bajo mi punto de vista:
1 – KIX (2º show, sábado)
2 – Tokyo Motor Fist (2º show, jueves)
3 – Buckcherry (1er show miércoles)
4 – Winger (1er show, jueves)
5 – Alice Cooper (Blue pass show, domingo)
Ahora, si me permitís, tengo que dedicar muchas horas a ordenar sensaciones, estampas y momentos, conciertos, ideas y cientos de líneas de texto en apuntes para ponerme con las crónicas en profundidad. Porque hubo muchísimo de todo, esperado y sorprendente, positivo y negativo, un millón de risas, contacto directo con un montón de artistas, cientos de fotos, situaciones surrealistas pero nunca de mal rollo, encuentros desternillantes en los ascensores (como cuando los de Crazy Lixx pulsaron los botones de todos los pisos y posteriormente le echaron la culpa a nuestra colega Elena), alguna que otra conversación más seria, coleguillas aquí y allá (grandes saludos a toda esa gente madrileña, David y Mary, y al donostiarra Alberto (batería de La Fase), y en particular a los Stop Stop que tan amigables fueron con nosotros), una experiencia global enorme que vivimos con total intensidad y que, seguramente, quede para siempre marcada en nuestras vidas.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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