domingo, 18 de agosto de 2024

Leyendas del Rock 2024. Conclusiones (muy) personales.

------ CONCLUSIONES GENERALES, FINALES, PERSONALES, E INTRANSFERIBLES ------


Comencemos por aquello más a nivel de opinión personal y gustos propios. Y vaya por delante que esta entrada, insisto, se basa en mi propia opinión, y no busca el conflicto ni la ofensa, tan solo la exposición pura y dura de mi forma de ver las cosas.

22 conciertos completos vistos, 2 a mitad, y un pedacito de Crisix. Desde luego, nadie podrá decirme que no he exprimido a muerte este Leyendas. Ya descansado, y haciendo acopio y valoración de sensaciones, en general, podría decir que este Leyendas del Rock ha resultado vibrante, divertido y apasionante, pero me ha dejado un regusto bastante extraño en muchos aspectos. Para empezar, en lo que respecta al cartel, y a la dirección que claramente va a tomar este a partir de ahora. Voy a ir directo al grano: ya de primeras, lo que hay desvelado para el del año que viene, no me resulta nada atractivo. Absolutamente nada, salvo quizá por Beast in Black, que les tenemos hasta en la sopa cada dos por tres. La tendencia al moderneo ha sido una de las principales señas de identidad este año. Y me parece genial que aumenten la diversidad de estilos, pero para mi gusto, están ganando demasiado terreno. No voy a criticar al festival por ello, porque si eso es lo que pide la gente, eso es lo que le van a dar. Pero yo, personalmente, si continúan por ese camino, más pronto que tarde dejaré de asistir. Siempre encontraré otros festivales que me satisfagan musicalmente, en lugar de quedarme lloriqueando a las puertas de uno que no lo haga. Y lo haré porque soy completamente libre de escoger y mantener mis gustos musicales, y esto es algo que nadie le puede reprobar a nadie. Cosa que, por cierto, sí he visto hacer a muchos.

Y digo esto último, porque por desgracia, existe otra tendencia que he observado, tanto en conversaciones personales, como en otras por redes. Parece ser que actualmente, si no te mola el metalcore, deathcore, industrial y demás, caes dentro de un saco en el que todos parecen tener el derecho a llamarte metalpaco, cerrado, intransigente, casposo, trve de mierda… Pues sí, ODIO el metalcore y sucedáneos modernos de pseudo-metal, y lo digo a viva voz, porque habiéndolos escuchado (incluidas las bandas que tocaron en este Leyendas), e incluso habiendo visto a varias bandas de este estilo en directo, tengo muy claro que disgusta su sonido, su actitud, sus pintas y sus voces. Parece, también, que a día de hoy ha pasado a ser imprescindible el ser súper mega abierto de mente, y que uno tenga que forzarse obligatoriamente a que le guste absolutamente todo. Pero a mí no me sale de los cojones que nadie, ni ninguna tendencia ni moda, me diga lo que tengo que pensar o lo que me tiene que gustar, y más cuando escucho y disfruto otros 50 géneros diferentes de Rock y Metal, de viejas y nuevas bandas. ¿Aun así soy una persona cerrada? Estoy seguro de que a muchos amantes del metalcore tampoco les gusta el funk, o el rock’n’roll de los 50, o la copla española. ¿Son ellos también cerrados por este motivo? Pues desde luego, siguiendo su propia regla de tres, sí. La cosa es que a algunos parece darles incluso rabia que otros detestemos los grupos modernos, y eso es algo con lo que he llegado incluso a divertirme este año, por lo surrealista e hilarantemente estúpido que me parece.

Creo que hay muchas opciones, miles de ellas, para renovar un cartel de presupuesto medio como el del Leyendas sin tener que recurrir a la masificación de dilataciones y a gorritas del revés. Sin ir más lejos, ahí han estado este año Royal Hunt, Dimmu Borgir, All For Metal, Kissin’ Dynamite, Obscure, Evil Invaders, Týr, Unto Others… y un largo etcétera, que nunca antes habían pasado por el festival. Bandas de estilos clásicos que han demostrado su calidad y talento sobradamente en directo. ¿Renovar bandas dentro de dichos géneros? ¿O substituirlas cada vez más por bandas de rollo moderno? Ambas opciones son perfectamente posibles y viables, y eso es algo que decidirá la organización. Pero por supuesto, los amantes del Rock clásico también somos perfectamente libres de poder obrar como nos plazca, faltaría más, sin tener que ser objeto de desaprobaciones ajenas por nuestros gustos.

Pasando ya de este tema, que como digo, es puramente personal, y atendiendo a aspectos más generales, todavía hay muchos, muchos de ellos en los que el Leyendas sigue siendo un macro-festival de segunda fila. Y no lo digo con ánimo de faltar al respeto: es algo más que evidente que ellos mismos reconocerán. Entrar al recinto con el primer grupo, y verte unos hoyos enormes por todo el terreno, llenos de barro y agua, y con un césped ya moribundo, no creo que sea de recibo. El camping, por una parte, debemos agradecer que exista, ya que muchos otros festivales ni eso, pero sus instalaciones son paupérrimas e inhumanas. La idea de tener que pagar por ‘wc premium’ (mas formas de sacarnos la pasta) me parece una aberración, si bien los wc públicos solían estar medianamente limpios. Y digo medianamente porque me encontré con varias escenas muy desagradables que en ningún momento vi en otros festivales grandes actuales. ¿Y papel? Eso mejor te lo traes de casa, o vas listo.

Hasta hace muy pocos años, el Leyendas era el ‘festival asequible’, pero eso ya se acabó. Ahora, los precios de las bebidas son exactamente los mismos que en festivales con muchísimo más caché, la cerveza sale desbravada en algunos casos, y los bocadillos llenos de polvo y caros. Por no hablar de los precios del merchan, ridículos, o de los foodtrucks, cobrándote 9 euros por una hamburguesita que te caben 2 en la mano. Ni se me ocurriría gastarme un céntimo en ellos, ni aunque pudiera permitírmelo. De las barras y de su personal, no puedo opinar nada, porque no saqué la cartera en todo el festival (no con esos precios). Y el importe de la entrada, respecto al de otros grandes festivales que ofrecen unas prestaciones muchísimo mayores… bueno, digamos que la diferencia es bastante poca.

Muy bien por mantener las fuentes de agua, las duchas del camping, y esos aspersores de la cuesta hacia el escenario pequeño. Muy bien por los nuevos váteres ‘de verdad’. Muy bien por dejar entrar comida y agua con tapones. Y muy bien por las gradas (aunque no poner sombra en la plataforma de los minusválidos, tiene delito). Lo de las actividades extra-festivaleras como batallitas vikingas y demás… pues bueno. Sinceramente, a mí me sobran, pero ahí están bien. Y para no desentonar con otras ediciones, el ambiente festivo, de hermandad y colegueo, fue una rotunda maravilla. Es algo ya intrínseco al Leyendas, y uno de sus mejores valores añadidos.

Muchos de los aspectos negativos, al final, son relativamente tolerables. Es decir, si no quieres gastar allí en comida, te puedes entrar en la mochila, y beber alcohol, seamos sinceros, tampoco es obligatorio, al igual que no lo es comprar merchan. Lo de la dejadez del terreno… bueno, por suerte no causó incidentes. Y lo del camping, pues todos sabemos a lo que vamos, y al final la mayoría de gente, o pilla zona de sombra, o acaba durmiendo bajo techo de una forma u otra. Por decirlo así, algunos (no todos) de los fallos del festival se pueden ‘sortear’ de algún modo. Pero si hay una cosa que es absolutamente imprescindible en un festival, y que condiciona muy seriamente los conciertos a cualquiera que tenga un mínimo de criterio sobre lo que es la música en directo… ese es el sonido. Y este es, sin duda, el peor y más sangrante problema del Leyendas del Rock. Parecía que durante unos años, 2016 / 17 / 18…, el problema se había suavizado, pero de esos años a esta parte, vuelve a ser muy alarmante. En los escenarios principales, hubo un poco de todo. Bandas que sonaron realmente bien, otras regular, y otras bastante chabacanas. Pero nada comparable a lo que escuchamos en el escenario pequeño, que fue sencillamente esperpéntico en el 90% de los casos. Pura chatarra. Y eso es algo que se tienen que hacer mirar seriamente, muy de cerca, y a corto plazo. O cambiar los técnicos, o cambiar equipos, o directamente eliminarlo, porque aquello ha sido insoportable. Y para que no quede en palabras vacías, hago un mini resumen de todas las bandas que vi allí, centrándome exclusivamente en el tema sonido.

- Opera Magna: Instrumentos deslucidos y desequilibrados, subidas y bajadas de intensidad.
- Royal Hunt: Horroroso. Cuando algo sonaba bien, se perdía otra cosa. Bajito y sin garra.
- Obscure: Con diferencia, los que mejor sonaron de todos los que vi allí, en ocasiones puntuales algo rebotado, pero realmente bien.
- Zarpa: Pelotón sonoro indistinguible que fue mejorando ligerísimamente al final. Me dice alguien cercano a ellos que ni siquiera tuvieron ocasión de probar antes del bolo.
- Temperance: Las voces se escuchaban con un barullo terrible, casi como el resto de instrumentos, en los que se perdieron todos los detalles.
- Vhäldemar: Demasiado fuerte, saturado, rebotado y agresivo para los oídos. Instrumentos subiendo y bajando de volumen continuamente. Al final se agravó aún más el problema.
- Unto Others: Sonido decente, pero un volumen espantoso y mal calibrado que casi me deja sordo para el resto del festival.
- Ankhara: No fue el peor, pero faltó mucho brillo y contundencia en la mezcla.
- Ignea: Terrible. Volumen desequilibrado, mezcla pésima y voces indistinguibles, para mi desgracia. La guitarra tardó un tema entero en sonar.
- Bloodhunter. También fueron de los que mejor sonaron, pero excesivamente saturados y emborronados.
- Evil Invaders: De auténtico terror. Sonido a lata y a cuchitril de ensayo, indigno de su conciertazo.

No fueron casos precisamente aislados, y aparte, varias personas me hablaron de otros conciertos allí celebrados con similares conclusiones, como los de Oceans Ate Alaska, Fuck Off o Eihwar. Parece que solo Atrocity y Brian Downey se salvaron de la quema. Y esto, como digo, me parece algo que no deberíamos tolerar bajo ningún concepto cuando pagamos nuestra entrada. Casi prefiero no ver a una banda que sufrirles con un sonido de pesadilla, quedarme con un recuerdo agridulce, e incluso llegar a poner en peligro mi salud auditiva. Si esto no mejora considerablemente en la próxima edición, será otro motivo por el que me pensaré muy mucho si volver.

Y finalmente, algunos pensarán, ¿por qué te quejas cuando tienes el festival a 20 minutos de casa? La respuesta es bien sencilla: porque yo no me caso con ningún festival en absoluto, independientemente de si se celebra a 20 minutos, o a la otra punta del país. Y por otra parte, yo a un festival voy casi exclusivamente a disfrutar de los conciertos, de su puesta en escena, y de su sonido. En su día, adoraba al Viña Rock, hasta que gastaron ciertas jugarretas intolerables, y no volví nunca más. El Rock Fest me pareció, durante muchas ediciones (2014 a 2019), el mejor festival de Rock y Metal celebrado en este país, y como tal lo defendí, hasta que empezaron a cagarse ellos mismos la cara en el 2022, y tampoco he vuelto más. Y no pasa nada. Creo que hay que ser críticos cuando fallan las cosas más básicas y fundamentales, y creo que siempre que se haga con el debido respeto, también puede ser una valiosa fuente de inspiración e ideas para que dichos festivales mejoren estas cosas. Eso sí, siempre y cuando ellos estén dispuestos a escucharnos…

_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!

2