
Aunque ya hayan pasado tres días desde que todo aquello sucedió, creedme que todo lo que relato lo hago desde el más puro y transparente de los recuerdos, y podría hacer lo mismo aunque hubiese pasado todo un año… o decenas de ellos. Porque, aunque ya sea la undécima vez que les veo, fue un concierto que me marcó de una forma trascendental, incluso tratándose de ellos. Supongo que también influyó el hecho de que se celebrase en estas tierras, algo que, desde hace unos años, ya creía imposible. Tenía tantas ganas, y unas expectativas tan elevadas, que cuando las vi cumplidas, desde el primer tema, todos mis sentidos se volvieron completamente locos. Y no solo cumplidas, sino ampliamente rebasadas.
Allí tuvimos el placer de encontrarnos a muchos colegas y caras conocidas, también fans de la banda. Fue una lástima que no pudiésemos saludarles a todos, pero también era lógico. El recinto estaba petado hasta la bandera, tanto en gradas como en pista, ya casi desde la actuación de Freedom Call. Compartimos gran parte del festival con nuestros amigos Pablo, Ángela y Mauro, y eventualmente, me encontré con peña muy grande, como mi amigo Popi, Anna, o David, Vanessa y Enrique, pero como digo, eché de menos coincidir con muchos otros.
Continuemos donde lo dejamos en la primera parte de la crónica. Cientos, miles de personas completamente apelotonadas ante un escenario que, desde el principio, ya un frontón con el guerrero de MANOWAR, y esas columnas de las cuales harían un buen uso más tarde. Porque no creáis que lo de este concierto quedó solo en temazos, un setlist de ensueño para los auténticos fans de toda su carrera, un sonido que nos transportó de pleno al Valhalla por su perfección, o unos músicos de nivel estratosférico. El espectáculo audiovisual también estuvo servido, y a una altura como pocas veces he visto en mi vida. Por eso he pensado que algo tan aplastantemente superior merecía una crónica aparte. Y el que quiera entender, que entienda.
Se retrasaron 13 minutos respecto a la hora convenida. Muchos silbidos del público conminaban ya su presencia. Los nervios estaban a flor de piel. La impaciencia, tras once largos años esperando a disfrutar de ellos en la península, apremiaba la urgencia de su salida a escena. Impaciencia, también, por ver todo el montaje escénico que nos tenían preparado. Y de repente, apagándose las luces, cayendo el telón, y tras sonar la intro, y ese consabido …’All Hail MANOWAR’… toda la tensión acumulada y comprimida estalló como un obús de destrucción masiva, tal como lo hizo el escenario entre fuegos, humo y truenos. Así, Manowar fue el primer puñetazo sobre la mesa. Un puñetazo violento y estridente, que se escuchó en toda Navarra, a un volumen digno de los Dioses, exageradamente avasallador e insultante. Ya con la presencia de Joey DeMaio señalando a su público, y posteriormente, Michael Angelo Batio centrándose en el escenario para ejecutar su solo, aparecía el Rey Eric Adams, absorbiendo todas las miradas. Se adelantaba, y miraba a los ojos a sus fans, cantando de una forma absolutamente irracional para un hombre de su edad, abandonaba el escenario, y volvía para la traca final, mientras Joey zarandeaba su bajo… y la tierra temblaba, literalmente, como azotada por el más letal de los seísmos. No daba crédito a lo que estaban viendo mis ojos y escuchando mis oídos, pero tampoco tuve demasiado tiempo para pensar, ya que en un segundo disparo a matar, Kings of Metal arrasaba el Navarra Arena. La reacción de los fans no se hizo de esperar.
Todo, absolutamente todo el recinto se puso a dar botes al mismo tiempo, lo que provocó que el suelo se curvase ligeramente una y otra vez (y eso es algo que cualquiera que estuviese allí puede corroborar). El humo, las deslumbrantes luces, y las escenas se adueñaban del escenario, los petardazos del tema nos dejaban patidifusos, y los constantes guiños y poses entre Eric y Batio, animaban el cotarro hasta la locura. La gente cantaba con un ahínco ensordecedor, y no paró ni un segundo de hacerlo en este primer tramo, ya que empalmaron la anterior con otro hito de su historia llamado Fighting the World, iniciada a porrazo limpio por el batería Dave Chedrick. Solo estos tres temas, este inicio demoledor, ya fue más que suficiente para callar la bocaza a más de uno. DeMaio, más activo de lo habitual, y visiblemente contento, recorría su zona de escenario, regalándonos frecuentes virguerías con su instrumento y mirando constantemente al público y a sus compañeros. Ahora, junto a estos últimos, se sentaba en la tarima de la batería unos segundos, antes de volver a desplegarse. Mucho ojo con ese solo de M.A. Batio, recorriendo el mástil por delante y por detrás a una velocidad vertiginosa. ¡Ver para creer! Aunque el concierto era en conmemoración de dos de sus mejores discos, como son “Sign of the Hammer”, y el siguiente “Fighting the World”, también tocaron muchos otros palos de su discografía, como el imponente “Louder Than Hell”. Y pocas más representativas de este que Brothers of Metal Pt. 1. Eric se reveló como un portento vocal, con una resistencia casi ilimitada, metiendo gritos y líneas altas por doquier, y Batio, por su parte, ostentando un solo velocísimo, despatarrado en medio del escenario, como ha de ser.
Los efectos sonoros, como el disparo, restallaban con una potencia monstruosa. Pero en este sentido, lo mejor estaba por llegar. Primer saludo de Eric Adams a sus entusiasmados fans, recordando que era la primera vez que pisaban Pamplona, donde desde luego, dejaron una huella indeleble. Army of Immortals es, en sí misma, toda una reverencia de la banda a sus seguidores, y por supuesto, otra oportunidad de Eric para demostrar que está a un nivel inigualable, especialmente en ese frenético festival de alaridos. Las luces en el escenario no dejaban de cambiar, con bandas de leds que corrían hacia un lado y al otro, y las pantallas mostrando imágenes tremendamente grandilocuentes. Dos solos, en los que Batio quedó como un grande, y esos mamporrazos a la batería, nos llevaron hasta otra del “Hail to England”, una de mis favoritas, como es Blood of my Enemies. Y si en la anterior Adams estuvo deslumbrante, en esta se salió de madre a lo bestia, con una resistencia fuera de lo normal, mientras tras él, DeMaio y Batio ejecutaban coreografías con sus mástiles. Para esta etapa dedicada a su tercer disco de estudio, proseguían con la infalible Kill With Power, cuyo título es una verdad irrefutable, tratándose de ellos. Prácticamente iban empalmando un tema tras otro, sin dejarnos asimilar el torbellino de emociones y decibelios con los que estaban castigando el Navarra Arena. Y el suelo, volvió a temblar con el doble pedal de Dave Chedrick galopando a toda hostia, sin dar tregua. Eric se desató en movimientos, de un lado al otro del escenario, pisoteando el monitor, y encarándose a la peña, mientras soltaba unos gritos que no menguaban ni un gramo en fuerza, sosteniéndolos durante varios segundos sin ningún problema, y poniéndonos los pelos como escarpias.
A ello también contribuía el espectáculo escénico que estábamos presenciando, las luces, los colores, las imágenes… y esas bestiales erupciones de fuego que nos quemaban la piel incluso sin estar delante del todo. Y eso, por no hablar de las imparables voces de pura euforia por parte del público. Llegó el temido, para algunos, momento del solo de Joey DeMaio, basado en el corte Black Arrows, pero bastante improvisado, empleando todo tipo de técnicas, cejillas, tapping, y cien notas por segundo. Tres o cuatro minutitos de virtuosismo (o como algún soplapollas dirá luego, media hora), con voces demoníacas, y una columna de luz alumbrando al bajista. Y punto. Unos segundos después… el escenario se oscureció casi por completo, cuando DeMaio iniciaba uno de los momentos que me marcaron para siempre. Mountains fue una avalancha desmesurada de emociones incontenibles. Los focos alumbraban a Eric y a Joey, el escenario se cubrió de noche y estrellas… y mis ojos de lágrimas, al escuchar la soberana grandeza de este tema, rodeado de tantísimo esplendor. Bajos limpios y crujientes, imágenes de una belleza extraordinaria, esa pista ambiental que le daba más vida aún, Eric cantándole a los mismísimos padres del Olimpo… y los truenos del estribillo… hostia santa… esos truenos con los que parecía que el cielo se iba a resquebrajar y desmoronarse sobre nuestras cabezas. Los pelos como escarpias, pero a lo bestia, solo con recordarlo. Uno de los momentos más mágicos que he vivido en mi vida en un concierto… o fuera de él. A su vez, el tema inició un recorrido por el “Sign of the Hammer”, con temas que no suelen faltar, y otros mucho más escondidos, como All Men Play on 10, testosterona y energía a raudales.
Con algunos cambios rítmicos en la batería, pero manteniendo la esencia, hubo aquí un gran curro por parte de Dave, y también un acalorado duelo entre Michael Angelo Batio y DeMaio que dejó a las claras su excelente coordinación. No creo que nunca, en cuanto a velocidad, haya encontrado el bajista a alguien para medirse de igual a igual. Tampoco es nada habitual Thor (The Powerhead). Es cierto que fue bajada de revoluciones respecto al disco, pero para nada en contundencia. El Martillo de Thor golpeaba el suelo, que volvía a vibrar con una furia salvaje. Eric, al margen de clavar sus partes, incluso las más complicadas, se mostró especialmente teatral en ella, imprimiendo mucho énfasis a sus gestos. Otra bestialidad de corte, en el que cada golpe y nota retumbaron, hundiéndonos el pecho. Sin bajar un solo punto el volumen, parecía incluso que el sonido era cada vez mejor, más pulcro y cristalino, y menos embutido. Con Sign of the Hammer (esta sí, imprescindible), llegó la mía. Y es que jamás me he sentido tan orgulloso por llevar en mi piel el signo de LA VERDAD. Los cánticos volvieron a resonar a lo grande, y el vertiginoso punteo de M. Angelo, a desgarrar nuestros tímpanos, pero sin duda, Eric volvió a sobresalir sobre todo con impresionante su rango vocal, con un grito estremecedor de punta a punta que culminó aquel aluvión de puro Heavy Metal, llamaradas gigantescas incluidas. Sign of the Hammer, BE MY GUIDE!! Simplemente alucinante. Todavía quedaban muchas joyas por aparecer, pero indudablemente, Bridge of Death fue una de las más especiales, una que jamás pensé llegar a ver en directo.
Sigue sin caberme en la cabeza cómo cuatro papanatas a mi alrededor cuestionaban el setlist, cuando nos estaban regalando temas tan grandiosos e insólitos de ver. Fue un privilegio inmenso ver a Eric cantarla, haciendo gala de todos y cada uno de sus registros, agudos, voces limpias, tesituras extremadamente sentidas y partes rasgadas, y todo ello brillando con una luz cegadora. Muy bien también los pasajes a cargo de DeMaio, demostrando una precisión absoluta, destacando como en pocos otros momentos. Igualmente, se le sacó un gran partido al escenario, con imágenes infernales, el puente de la muerte, e incluso las columnas emitiendo luces y formas gracias a la técnica del mapeado. Un espectáculo increíblemente hipnótico en todos los sentidos. Las pantallas envolventes mostraban ahora imágenes de un cruento combate vikingo, perfectamente encajado para ambientar Sons of Odin, uno de los pocos exponentes que cayó de su “Gods of War”. Resaltó su sonoridad ultra contundente, sin el prólogo hablado, y con guitarras muy pesadas, en las que se podía apreciar cada mínimo detalle, tal era de nítida y pulida la ecualización. Los que solo valoran a MANOWAR por sus temas de tralla desbocada, creo que no entienden del todo su esencia… pero por supuesto, si alguien buscaba precisamente su faceta más desenfrenada, iba a tener una buena dosis, y de qué manera. Porque tras unas breves palabras de Eric, comenzó la vorágine de devastación. Tres cortes que nos dejaron las vértebras y el cerebro achicharrados, empezando por House of Death, que para mí, fue otro de los momentos más brutales del concierto, atendiendo sobre todo al planteamiento sonoro que tuvo.
Durante su mayor parte, tan solo el bajo de DeMaio y la voz de Eric predominaban. Pero cuando entraba el doble pedal a saco, y las guitarras de Batio rugían en el estribillo… era cuando el tema MATABA de verdad. Los alaridos de Eric, con efecto reverb, eran lacerantes y poderosos. No entiendo cómo puede poseer tanto aguante, y tanta fuerza vocal. ¡Y lo que le quedaba! Porque estrictamente enlazada, llegó otra tormenta del mismo calibre, llamada King of Kings, que la banda grabó como single para su “Gods of War” en 2005. Repaso de hostias sonoras que volvieron a hacer temblar el suelo bajo nuestros pies (insisto, de forma literal), sin tregua, sin respiro ni compasión, eliminando incluso la parte atmosférica del tema para ir más a piñón. En esta ocasión lo que más me flipó fue el solo de guitarra, idéntico nota por nota al del disco… y no es de los fáciles, precisamente. Para culminar con este trío de canciones asesinas, pocas más atronadoras que Fight Until we Die (aunque bien podría haber sido The Power, The Oath, Wheels of Steel, Outlaw, The Dawn of Battle…), con una sección rítmica perfectamente coordinada, que fue un atropello para nuestros tímpanos. Siendo bastante dura de cantar para Eric, por esos tonos limpios tan elevados, es encomiable el absoluto control que demostró sobre sus cuerdas vocales, después de varios minutos llevándolas al límite: cómo modula su voz, cómo respira, cómo afina…hay que verlo para entenderlo. Los años pasan para todos, y también para él. Pero se pueden contar con los dedos de una mano los cantantes que, estando dentro de su rango de edad, continúen mostrando unos alardes vocales tan asombrosos. Para mí, no tiene rival ¡Hail King Eric without end!
Con un ‘good night!’ por su parte, los músicos abandonaron el escenario, pero muy pronto Joey volvió a la palestra. Durante unos minutos, se volcó por completo con sus fans, pronunciando unas palabras en inglés, en español… ¡e incluso en euskera! Y si esto no es devoción e interés por su trabajo, que alguien me diga qué es. Aunque afirmaba que llevaban 14 años sin volver a España (‘solo’ habían sido 11), comenzó a atacar con el merecido desprecio a quienes jodieron su última actuación aquí, tildándolos de ‘cabrones, mentirosos e hijos de puta’ (vamos, lo mínimo que se merecen esos truhanes, cuyo nombre no voy a mencionar, pero todos sabemos cuál es). Por último, en un acto de hermandad, invitó a subir a los miembros de la organización, tomándose varios pacharanes con ellos, brindando, agradeciendo a todo el mundo, y posteriormente, despidiéndoles con una reverencia, lo que dio paso a la parte final del show. El momento de oscuridad fue roto por un foco que alumbró a Dave Chedrick, martilleando su batería para arrancar Warriors of the World. Y entre los chirridos de guitarra, el volumen disparatadamente agresivo, miles de papelitos surcando el aire, y las risas de complicidad por parte de Adams… mirar a tu alrededor en ese instante, y ver miles y miles de puños en el aire, vitoreando y cantando a coro el estribillo… me heló la sangre por completo. Desde que vio la luz, este tema se convirtió inmediatamente en un fijo de sus setlist, como también lo es, por supuesto, Hail and Kill.
No me gustó que se saltaran la parte introductoria, pero claramente, el objetivo era ir a destajo, y en ese sentido triunfaron, provocando mil y un botes que volvieron a arquear el suelo que teníamos debajo. En un momento dado, tanto DeMaio como Michael Angelo y Adams se juntaban y acercaban hacia nosotros con actitud altiva y desafiante, para escucharnos bien de cerca. Los cánticos de ¡¡Hail and Kill!! retumbaban en cada centímetro del recinto, incendiándolo, poniéndolo todo del revés, enardecidos por los brutales golpetazos de Dave a sus parches. A continuación, el bajo de DeMaio sacaba humo en solitario, a un volumen que nos dejó el cerebro frito, y en seguida, volvió a aparecer Eric, en lo que sería su última prueba de fuego, la demoledora Black Wind, Fire and Steel. No le vimos fallar una sola vez, y tampoco lo haríamos en esta. Estuvo a un nivel casi incomprensible a estas alturas del concierto, llevando sus cuerdas vocales de acero al límite. Pero no contento con ello, al terminar aquel diluvio bíblico de doble bombo, guitarras hirientes, saltos, puños al viento, y mil voces acompañándoles, todavía se quedó para regodearse con nuestros gritos, que culminó con uno de cosecha propia, a capela, para despedirse. Alzando a pulso los instrumentos de sus compañeros, los paseó por todo el escenario, antes de que DeMaio reventara las cuerdas de su bajo, montara un estruendo de mil demonios (mientras el humo, los fogonazos y los truenos ensordecedores no cesaban desde el escenario), y finalmente, rindiera armas ante miles de personas que, henchidas de orgullo, formábamos la Señal del Martillo para tributarles pleitesía eterna.
Durante la reproducción de Army of the Dead, Part II, muchos nos quedamos allí, parados, simplemente mirando el escenario, aun minutos después de haber culminado la actuación. Y lo hacíamos con un feeling difícilmente descriptible en el cuerpo, con electricidad corriendo por nuestras venas, y con la sensación de haber vivido algo mágico e irrepetible aquella noche. Dudo mucho que (al menos, en mi caso) llegue a ver algo en este 2025, incluso en años venideros, que pueda compararse ni remotamente a este mastodóntico espectáculo.
Por supuesto, habrá gente que no opine como yo, pero creo que es prácticamente imposible encontrarle pegas a algo de tal magnitud como lo que nos ofrecieron MANOWAR. Claro que… es un grupo cuyos actos siempre se miran con la más escrupulosa lupa. Opinar es libre y respetable siempre que se pongan encima de la mesa argumentos razonables. Por otra parte, a mí tampoco me dan de comer, y ya hace tiempo que paso de enzarzarme en discusiones inútiles de este tipo. Precisamente como fan acérrimo, yo soy el primero en criticarles cuando algo no me gusta (por ejemplo, el tramo de su carrera discográfica post-Gods of War). Pero en el lado opuesto del respeto, siempre ha habido mucho bocachancla, y mucho pintamonas mamarracho, que dedica su vacía y miserable vida a investigar con malicia cualquier desliz, o inventarse alguna patraña si es necesario, con el fin de desacreditarlos, cuando ni siquiera le gustan ni les ha visto en directo. Por supuesto, si dicho desliz lo cometen otras bandas, no pasa nada. Pero cuando hablamos de los de Joey y compañía, la cosa cambia radicalmente. Pero al final, este concierto, esta brutal y demoledora exhibición de PODER, es la mayor patada en la boca que estos últimos pueden recibir.
MANOWAR, tras una ausencia injustamente prolongada en nuestra península, han vuelto. Han descargado. Y han GANADO.
Gloria. Gloria. Gloria a los Dioses del Metal.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
Una crónica fantástica... Un placer leerla y así poder rememorar momentos que allí vivimos. 🤘
ResponderEliminarPersonalmente me pareció, ahora a toro pasado " unos días después ya habiendo asimilado el tema....un concierto fantástico el que dieron, es verdad que eche en falta temas" , pero quién no jajaja. Hubiera cambiado alguno de los épicos" por otros más movidos, del "fighting" ,
" louder" o " kings of metal" del que me faltaron (mejor dicho me hubiera gustado que tocarán)el "Crow and the ring"...por ejemplo... pero decidieron hacer otra puesta en escena y estuvieron ALUCINANTES. También he de decir que Miguel Angelo Batio cumple pero no me engancha...Al final cada uno tenemos nuestra propia percepción..todas respetables por supuesto. Un placer leerte y un verdadero Lujo presenciar un evento como fue el Kingdom of rock y los grupos que allí tocaron. A día de hoy un 1000/100 para todos . Larga vida al rock and rolllllll ⚡⚡⚡🤘🔥🤘⚡⚡🤘 stay heavy⚡🔥🔥⚡🤘⚡🔥⚡🤘🔥🔥⚡⚡🔥
Gracias de nuevo por tus palabras :)
EliminarYo todavía estoy asimilando la marabunta de sensaciones que me dejaron. Fue algo absolutamente mágico para mí, en el que todo salió prácticamente perfecto. Lo de los temas... es lo de siempre. Pero si hay algo que me gusta de Manowar, es que siempre van removiendo su repertorio, y nunca sabes qué sorpresa te pueden tocar. En este caso, el setlist es lógico, ya que, como la gira indica, está mayormente basado en el Sign of the Hammer y el Fighting the World. No se puede tener todo, pero a mí también me habría encantado ver, por ejemplo, Carry On, Guyana, Holy War o The Oath, de esos discos. The Crown and the Ring solo lo han tocado en una gira en toda su historia, y aquí la vimos en el concierto que dieron en el Metalway 2009, en Zaragoza. Otro de los mejores conciertos de mi vida, por cierto. A mí el setlist me encantó, por el hecho de haber podido escuchar canciones muy atípicas y relativamente escondidas, mezcladas con otras habituales. Fue la hostia, pero en mayúsculas. Michael Angelo Batio, es un hecho, nunca ha sido un buen compositor. Pero como guitarrista espectacular... desde luego le igualan pocos, hay que reconocerlo. A mí me chifla verle tocar. Me alegro mucho de que te haya gustado la crónica. Un saludo, y a seguir apostando por el Metal. Ojalá haya un buen cartel y podamos volver el año que viene.
Hola Javi, Rockberto al habla!!!!! :) Espectacular crónica del que se nota que es tu grupo favorito. La verdad es que tu descripción del show te transporta hasta allí, aunque no hayas estado físicamente. De hecho, al escribir esto está sonando The Oath en el tocata para ambientarlo. Estoy muy de acuerdo en que los que sólo buscan la caña se pierden muchas cosas, como por ejemplo la intensidad de "Bridge of death", temazo donde los haya. Y ya, de paso, decir que Eric es uno de los cantantes menos valorados sin razón, ya que tiene un nivelón estratosférico que muchos querrían a su edad. Me alegro mucho que fuese tan alucinante para tí. A los haters, que los hay y mucho... Pues que les den... Lo importante es que tú has vivido uno de los días de tu vida con tu banda. Un abrazo :)
ResponderEliminarEhhhh, ¡qué pasa Roberto! Se me había pasado contestarte a este comentario (gracias por dejarlo, y por tus amables palabras). Manowar nunca han dejado de sonar en mi casa, ni pasará por muchos años. Siempre fue la banda de mi vida, y nunca otra me ha transmitido lo mismo ni parecido. Cada concierto que he ido a verles (y con este, ya van 11), ha sido una bestialidad, un subidón de adrenalina a chorros, algo que no he sentido con ningún otro grupo. A mi los haters, francamente, me la sudan. Muchos hablan sin tener ni puta idea, otros se inventan historias falsas, pero eso a mi no me afecta, primera, porque no me dan de comer, y segundo, porque mi fe en ellos es inquebrantable por todo lo que me han dado, tanto con su música como con sus directos. Para mi son LEY, y seguirá siendo así hasta el fin de mis días. Ojalá coincidamos la próxima vez que vengan. Lo de Pamplona fue una jodida barbaridad. ¡¡Un abrazo tío!!
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