Porque a lo tonto, ya ha pasado más de una semana desde que terminó toda esta movida, algo que llevas meses esperando, deseando cada minuto del día, y que cuando llega desaparece el tiempo, o mejor dicho, se invierte. Las horas pasan como minutos, los momentos clave y los conciertos te saben a poco porque desearías que algunos durasen 5 horas más… Y en cuanto despiertas del sueño, te das cuenta de que hay que ordenar el caos reinante en la tienda, hacer las mochilas y volver a casa con mucha amargura. Por suerte, la intensidad con la que todo se recuerda hace que la fuerza del momento se prolongue hasta que, pasado un año más, vuelva a venir la temporada festivalera a lo grande. De hecho, siempre hay recuerdos que durarán toda la vida. Menos mal que se aprovecha todo al máximo desde el "día 0". Este es el día en que los conciertos son lo de menos (al menos yo no conocía una sola banda) y es la toma de contacto con la tierra que nos acogerá durante 4 días, con la gente del autobús ya liberada del autobús, con el pueblo y con el recinto.
Y claro, los litros de alcohol fluyen y la alegría de haber llegado se convierte en locura. En nuestro caso, montamos una especie de “inner circle” en el que convivimos Josele, Yolanda, Haku, Elena, Raquel, María, Sara, Oriol, David, Helena… buena gente para liarla parda. Tras pasar por el supermercado de Clisson y hacer acopio de víveres, lo justo para sobrevivir (siempre en plan bastante miserable debido a la economía) y alguna que otra botella de rico vodka, volvimos al camping donde empinar el codo y decir barbaridades a cada cual más gorda era el único objetivo de la tarde / noche, que no está nada mal. Anécdotas hay para contar a decenas, pero la más brutal fue la de la competición estilo humor amarillo con el carro de la compra, en el que participamos Josele, yo y unos locos alemanes, quedando uno de ellos tullido por la caída, y mi dedo pulgar hecho polvo hasta el día de hoy. ¡Fue la ostia! Tampoco puedo olvidarme de la gran historia del sifón (a cuyos protagonistas no voy a nombrar xD) que recorrió de punta a punta el festival llegando incluso a gente ajena a la organización, entrando directamente en una de las posiciones más altas en la lista de historias podidamente divertidas / humillantes de todos los festivales europeos a los que he asistido. Una noche de esas en donde no sabes ni cuando te acuestas, pero si cuando te vas a levantar, porque al día siguiente había que ponerse serios, comenzaba la gran batalla en el infierno francés.
Viernes 21 de Enero del 2013
Y es que poca broma con este día… menos mal que fue el primero de los tres y que, a pesar de la resaca residual de la noche anterior, estábamos pletóricos de fuerzas, porque fue un auténtico no parar, una sucesión de bandas a cada cual más espectacular e imprescindible. Uno de estos días en los que el problema es decidir cuando parar para echarse algo al maltrecho estómago, cuya dieta durante 4 días se va a basar prácticamente en paté y pan de molde y algún insólito lujo de comer en los puestos del festival, que tenían gran variedad de comidas incluso para vegetarianos, pero que por supuesto había que pagarlas bien (algo más caras que en el resto de festivales europeos, por desgracia). Por suerte su acceso era rápido desde la zona de los conciertos y había personal de sobra para que no se crearan atascos.
Berri Txarrak. De hecho los, digamos, menos imprescindibles fueron los primeros del día en mi running order (que no en el general, ya que en este empezaban Dr. Living Dead a las 10:30, una hora totalmente intolerable para una noche alcohólica) pero ante el detalle de que eran españoles y nunca les había visto, llegamos al escenario Warzone en un suspiro, con unas ganas inimaginables de concierto que ya se salían de la piel. He de decir que no es precisamente mi estilo, ni soy demasiado aficionado a su discografía, pero fue una forma perfectamente gradual para entrar en calor, ya que dieron un recital correcto y competente, lleno de temas cañeros ante los cuales la mayoría de los espectadores eran españoles (y vascos, imagino, aquellos de las primeras filas que cantaban todos los temas.) Algún miembro del grupo, concretamente el cantante, parecía bastante nervioso al principio, cogiendo el micro un poco tarde o titubeando un poco a la hora de coger su guitarra (quizá sea su estilo natural) pero esto fueron los primeros minutos, ya que al poco parecían sentirse como en casa. De hecho, tanto el bajista como el batería estuvieron en su salsa desde el segundo 1, empezando con temas ya de sus dos últimos discos (que apenas conozco de un par de escuchas), aunque sí disfrute muchísimo de la energía que desprendía el grupo en Denak ez du Bailo, batería muy animado, bajista con posturas retorcidas y al frente Gorka siempre meneando los pelos. A horas un tanto inclementes pero dando un buen concierto, bien por ellos, ya que no perdieron nada de tiempo en presentaciones ni discursos y fueron directos al trapo.
Hate. Cambiamos radicalmente de estilo y nos desplazamos de una de las pocas incursiones que haríamos en el escenario Warzone a las carpas en donde, de forma más habitual, acudiríamos a los escenarios Temple y Altar, dedicados ambos a acoger los estilos Black y Death Metal. Hate fue una de las confirmaciones de última hora, debido a la caída de otras bandas que más alborotó mi agenda, y eso que no era todavía ni la 1 de la tarde, estos salvajes debían ser de obligada visión para terminar de poner a caldo los tímpanos y despejar totalmente cualquier retazo de empanamiento que quedase todavía. Banda polaca que mezcla con mucho esmero algo de Black y Death Metal llevando esta ensalada de sonidos extremos a su máxima potencia. Y es que los polacos de esto saben un rato… convertir su nacionalidad en coletilla del estilo musical indica que va a ser un valor seguro, y así lo demostraron en directo, pese a que el sonido no fue bueno en ningún momento, arrasaron, apisonaron y prendieron fuego a todo. Recientemente recuperados (en formación, que no en lo personal, imagino) del fallecimiento de su bajista Mortifer, han seguido al trapo sin desmoronarse, y sin perder un ápice de su potencia y fuerza asesina, algo que les honra. Voz desgarradora y baterías espectaculares fueron algunos detalles que destacaron en directo, especialmente este último Hexen (batera), un trabajazo impresionante, lleno de matices y un doble bombo incendiario. Hice bien en empaparme de su último trabajo tal como me recomendó mi colega Lobo (que desafortunadamente no pudo venir al final) porque de este fueron sus dos últimos temas, quizá los más desgarradores de todo el concierto, Festival ov Slaves y Alchemy ov Blood.
Hardcore Superstar. Si por algo me gustaba especialmente el cartel de esta edición del Hellfest, aparte de por los grandes nombres que se daban cita en él y por los sueños que iba a cumplir allá, era por la enorme variedad en cuanto a estilos musicales. Si empezamos la mañana con algo de punk rock, seguimos con una contundente fusión de Black / Death, ahora tocaba uno de mis géneros predilectos, algo de hard / glam que prometía convertirse en uno de los mayores momentos de fiesta con los suecos Hardcore Superstar, banda que vi allí por primera vez y que me encantaron, en un concierto cortísimo a todas luces pero de esos que se viven a saco, sin importar que todavía queda muchísimo festival y hay que repartir bien las fuerzas. No voy a engañar a nadie, tenía unas ganas enfermizas de ver a estos suecos en directo de una vez y... ¡hay que ver como se las gastan! Especialmente el amigo Jocke, que además de cantar de fábula con esa voz tan desgarrada y versátil se mueve que da gusto, se arrodilla, corre y frena… macarrería en estado puro cosida a tatuajes que no permite que su público se aburra. Sabe ahorrar lo necesario en temas con partes más difíciles (la coreada Bag on your Head fue un ejemplo de dominio vocal). A pesar de que pueda parecer que en directo una sola guitarra va a ser poca cosa, lo cierto es que Vic Zino (en la banda desde 2008) resulta bastante solvente tanto en riffs como en solos, y la figura de Martin Sandvik, miembro original, acaba de llenar el escenario de fiesta. El setlist estuvo de auténtico lujo, mucho protagonismo del que a mi entender es su mejor disco, el homónimo “Hardcore Superstar”, un verdadero canto al alcohol con Last Call for Alcohol y… ¡¡menuda fiestaza con Kick on the Upper Class!! Luego llegaron los singles y arrasaron, Dreamin’ in a Casket (recordando ese terrorífico videoclip) y como no, el premio de fin de fiesta, cantado hasta la afonía, ese espectacular We Don’t Celebrate Sundays. Tampoco me hubiese sentado nada mal escuchar algo de material actual.
Heathen. El estómago empezaba a rugir con fuerza, y es que se queman muchas energías que es obligado recuperar. Mala pata que fuese hora de una de las bandas que esperaba con más ganas y no desde hace cuatro días digamos, ya que a estos Heathen hace mucho tiempo ya que les sigo la pista y por fin conseguí verles en directo y poder apreciar que no son precisamente una banda del montón, si no que técnicamente saben impresionar tanto o más que en disco. Rápida pasada por las tiendas de papeo para posicionarnos bien en el concierto ya empezado, pero que pillamos justo a tiempo para uno de los grandes temas de la actuación, Hypnotized, que no por esperada fue peor recibida, oportunidad para la banda de demostrar su estilo ligeramente melódico pero con una técnica superior, influidos en su día por bandas como Anthrax pero que desarrollaron un estilo bastante personal. No hubo demasiada gente en su bolo, algo que me extrañó bastante, aunque en el otro escenario simultaneo tenían unos rivales de peso que no se dejan ver demasiado (los vikingos Tyr). Hay que ver como aguanta el vocalista, apoyado por esos musicazos que son los que desmarcan a Heathen de muchas otras bandas de
Saxon. Por supuesto que sí. ¿Cómo podía ser de otra forma? Si Saxon siempre aparece a las mínimas de cambio en cualquier cartel medianamente importante… en este pedazo de Hellfest tenían que figurar. Les he visto… incontables veces. Pero me encantan. Me enganchan. Y les volvería a ver incontables veces más porque en lo que a espectáculo y buen hacer sobre el escenario, Saxon tienen pocos, muy pocos rivales dentro del Heavy Metal clásico. Y en experiencia, muy pocos también. Porque ver al señor Byford, que lleva media vida ofreciendo espectáculo a sus fieles seguidores es un placer descomunal, tanto casi como su voz, que sigue sorprendiéndome después de tanto tiempo, y más viendo como se mueve este hombre. 50 minutos no hacen justicia a una banda de este calibre, pero aun así fueron capaces de comprimir su show deleitándonos con una decena de temas entre los que hubo de todo, concesiones a su último trabajo empezando con la homónima Sacrifice y Wheels of Terror, puro heavy metal, representación de un discazo que, se mire por donde se mire, se sale, y la que más me enamoró en directo con su estribillo, Stand up and Fight, que sonó casi en la recta final, antes de la cual cayeron uno tras otro irremisiblemente los grandes clásicos de la banda, entre los que se echó de menos algún intocable como Crusader o Strong Arm of the Law (esta última me pesó especialmente) pero exprimieron su tiempo con cañonazos como una de mis favoritas, Power and the Glory, muy temprana, o sus canciones más moteras, Wheels of Steel o Motorcycle Man, ambas bestiales, de hecho, hay que recalcar que la banda tuvo muy buen sonido, destacando las guitarras del dúo fantástico Quinn / Scarratt. Concierto en el que la frialdad del público duró un suspiro, y el ambiente terminó literalmente ardiendo entre el potente sonido de batería y ese trueno de Heavy Metal llamado (Heavy Metal Thunder) que saben que tanto nos gusta o las clásicas Denim and Leather y Princess of the Night, que cobran una especial fuerza en directo. Sí, esta vez también arrasaron con un conciertazo que fue de lo mejor del festival, el que espere a leer lo contrario, me parece que puede sentarse y tener paciencia.
Europe. 45 minutos de descanso, los ÚNICOS que tuvimos en todo el día entero desde que nos levantamos hasta que nos acostáramos. Hellyeah no me interesaban para nada, ni siquiera por ver a Vinnie Paul tras la batería, y Aura Noir… me hubiese gustado, pero siempre caen en malas horas. Tampoco es que esperara el concierto de Europe con una emoción insoportable (como ocurrió por ejemplo en aquel mítico show del Lorcarock 2004) ya que las dos veces que les he visto han sido una de cal y otra de arena. No es culpa suya, me parece muy loable que desde su vuelta (desde la cual ya ha llovido un trecho…) hayan intentado darle un lavado de cara a su música y no vivir de rentas, pero sintiéndolo mucho, y que conste que lo he intentado, sus nuevos discos solo me suscitan curiosidad para unas cuantas escuchas y poco más. Y precisamente de los temas que realmente me llegan a gustar de esta nueva época no tocaron ni una, ni Start from the Dark, ni Forever Traveling ni Always the Pretenders... Quizá Last Look at Eden, sugestionada por los clásicos entre los que la metieron, me pareció más consistente y la disfruté bastante, pero el comienzo me pareció demasiado soso, pese a los grandes esfuerzos de Joey Tempest por encender el fuego volteando su palo blanco del micro igual que lo hacía en los olvidados 80. Por supuesto, lo que sí llegué a disfrutar con ansia fueron los grandes clásicos, empezando por Scream of Anger, que tras dos temas que no me llamaron la atención cayó como un bombazo, rápida y con un gran trabajo de Joey y del incomparable John Norum., que pisó fuerte durante todo el concierto. Otro ejemplo: Superstitious y Girl From Lebanon. Me parecen muy buenos temas, pero con tan poco espacio para los clásicos yo sin duda hubiese elegido otros, que los tienen a patadas. Rock The Night triunfó, ya lo creo y además fue bien solventada por Tempest. Y con The Final Countdown, la reacción de saltar y gritar a lo grande fue inevitable, es un tema con el que prácticamente me crié y que a buen seguro sigue proporcionándoles cuantiosos beneficios. Aquí Mic Michaeli cobró el 100% del protagonismo con su famosa melodía mientras la gente saltaba tanto como podía.
Testament. Sin duda, concierto a repetir obligatoriamente en Leyendas. Parece que esta gente en lo que a repartir caña se refiere no tiene límite, de hecho, han ido creciendo en brutalidad con el paso del tiempo. Y no solo los musicazos que integran la banda son “los culpables”. No es solo porque Alex y Eric formen una de las parejas de guitarristas más sólidas que podamos encontrar a día de hoy o cuenten con una base rítmica realmente demoledora (tanto bajista como batería). Es porque ha sido siempre una banda con una de las trayectorias más limpias del thrash metal. Donde otros se han desviado, estos solamente endurecieron su sonido en discos como "Demonic" o "The Gathering" que generaron desconfianza pero que particularmente me encantan. Y precisamente de este segundo salpicaron con mandanga de la buena reservada para el final como D.N.R o el inesperado trallazo 3 Days in Darkness. De cerca es como mejor se disfruta un concierto de Testament, y esto es porque suelen contar con un sonido clarísimo y limpio pero con una potencia capaz de reventarle la cabeza al más pintado. Y esto me encanta, la sangre arde más cuando el sonido es aterradoramente alto, aunque no lo fue tanto como en Wacken / Metalcamp de 2012. Nadie les puede toser cuando escucha los dos últimos discos. ¡¡Brutales!! Especialmente el último "Dark Roots of Earth" tuvo gran cabida. True American Hate dio paso al desmelene absoluto, velocidad y desenfreno máximo con Practice what you Preach y Into the Pit, que siempre arman un jaleo casi preocupante, con Chuck Billy continuamente sonriendo y disfrutando el caos que ellos mismos han creado. Este, como siempre, no dejó de usar su palo de micro (recortado, como siempre) a modo de guitarra, mientras la sección de cuerda se regocijaba, juntándose a veces los tres para ofrecer poses mientras sonoramente destruyen. Grandes Testament ahora y siempre, ejemplo claro de una banda que ha luchado contra viento y marea y nunca ha tenido las cosas fáciles. Pero ahí están, abriendo un boquete en la cabeza de aquellos que vamos a verles con total énfasis.
Twisted Sister. El primer y principal aspecto que no me gustó del Hellfest (aunque ya iba sobre aviso): los cambios repentinos de ultimísima hora del orden de las actuaciones. Cuando ya terminando los Testament eché un vistazo al escenario contiguo, cual fue mi sorpresa que, ignorando lo que ponía en el running order oficial, Twisted Sister iban a coger el lugar de Whitesnake intercambiando tanto su posición como su tiempo de actuación. Para mí esto último estuvo bien, tenía más ganas de ver a los ingleses, aunque he de repetir una vez más que una actuación de Twisted Sister no deja nunca indiferente a nadie desde el primer momento en que, con You Can’t Stop Rock’n’Roll, su frontman, el tremendamente carismático Dee Snider, sale hecho una auténtica furia al escenario, sacando fuego por la garganta y desprendiendo energía vital a cada uno de sus pasos. ¡GUAU!. ¡¡Que pedazo de animal!! Y los coros del bajista le daban un extra de fuerza a su voz. Además nos dieron una ligera pista de lo que iban a hacer, y es que aparte de la nombrada, Shoot’em Down y The Kids are Back son temas de sus discos más antiguos, con lo que no íbamos a tener un "Stay Hungry" en exclusiva (como ya pasó en Zaragoza 2009) algo que se agradece ya que tienen muy buenos discos aparte de este, aunque obviamente es el más conocido. Esto no quiere decir que lo ignorasen en el repertorio, de hecho cayeron nada menos que seis temas de este, la mayoría elegidos con mucho gusto, desde las imprescindibles Stay Hungry o Burn in Hell o alguna más inesperada como The Beast y ese baladón llamado The Price, con mecheros en el aire incluidos y todo el mundo moviendo las manos a un lado y a otro cantando el estribillo en hermandad. Como podéis imaginar… el momento más fulgurante de la actuación llegó con We’re not Gonna Take it, más que un himno del Metal, un verdadero acto de rebelión en sí mismo. Tal fue su éxito, que tras ella la banda intentó decir unas palabras y la gente NO PARABA de cantar, así que repitieron el estribillo no una, ¡¡si no tres veces más!! La sobriedad de Jay Jay French contrastaba con la más alocada personalidad de Eddie Ojeda, alternando cada cual sus solos. ¿Y que nos quedaba para el final? ¡I Wanna Rock! ¡ROCK! Ese temón que tanto juego da con el público, seguida de una sorprendente cover de los Rolling llamada It’s Only Rock’n’Roll (But I Like it). Cambiad Like por LOVE y así nos lo hizo cantar Snider durante un bueeeen rato.
Kreator. El cansancio iba haciéndose notar ya, y es que el ritmo que llevábamos desde las 12 del mediodía era imparable y agotador, sobre todo el de esta recta final del primer día, cambiando sin un segundo de respiro entre los dos escenarios principales. En estos momentos, nos dirigíamos a toda prisa al primero de ellos, donde estas auténticas bestias alemanas iban a devastar el infierno francés, nuestros oídos y nuestras vértebras. Valor seguro 100%. Y a pesar de que, en general, la gente estuvo relativamente parada durante todo el festival, Kreator consiguieron romper, como ya lo hicieron unas horas antes Testament, la pasividad reinante, eligiendo de entre su discografía los temas más selectos para romperse el espinazo. No lo tuvieron demasiado difícil, son expertos en esto. Con uno de los decorados escénicos más cuidados de todo Hellfest, se presentaron, tras la intro correspondiente, con el primer trallazo de su último disco, Phantom Antichrist. A parte de esta, cayeron unas cuantas, muy bien elegidas, de este trabajo que es de lo mejorcito que han hecho en toda su carrera (para mí, el mejor desde "Violent Revolution"). Y es que con el tiempo, a base de haberles visto una barbaridad de veces en concierto, Kreator enganchan de tal forma que basta con ver su nombre en un cartel para decidirse a ir. Una de las mayores sorpresas fue el empalme de Coma of Souls con Endless Pain de su primer trabajo, un medley arrollador con el que apenas se podía respirar, a pesar de que no las tocaron completas. La presencia de Mille Petrozza impone y su voz se ha ido volviendo si cabe más salvaje con el tiempo, al igual que su actitud, totalmente destructiva y violenta sobre el escenario. Su comunicación con el público fue en crescendo, pero tampoco era excesivamente necesaria, ya que temas clásicos como Pleasure to Kill o Phobia (que no siempre tocan) son suficientes para crear el estado de alarma entre la peña. Al igual que con Phantom Antichrist, hicieron lo propio con otros discos, tocando la primera de cada uno de ellos. Y es que, como si de AC/DC se tratara, los temas que abren los discos se convierten inmediatamente en clásicos imprescindibles en directo. Así, intercaladas con temazos como From Flood Into Fire o Death to the World (ambas también pertenecientes a "Phanton Antichrist") fueron cayendo una a una Enemy of God, con una batería absolutamente aplastante, Hordes of Chaos, que lo creó y de que forma, y ya para los bises no fue difícil adivinar que íbamos a tener una dosis de Violent Revolution a todo volumen, junto con esa pareja de ases bajo la manga que la banda siempre guarda para el final, Flag of Hate + Tormentor, seguiditas, durísimas… bestiales.
Whitesnake. Puesto que intercambiaron su lugar en el running order con los americanos Twisted Sister, ahora era el turno de los de Coverdale, uno de los momentos más esperados por mí de todo el festival, ya que desde 2007 no había vuelto a tener la oportunidad de verles en acción. Muchísimas ganas y tensión por verles aparecer y de momento, ¡ahí están! Empezando sobre seguro con un fantástico Give Me All Your Love de su época más comercial que sin demasiada dilación pasaría a juntarse con Ready an’ Willing, impactante, inesperada, material añejo puramente setentero (aunque el disco es del 80 el sonido lo delata). Y ahí estaba el maestro de ceremonias, ese seductor nato contorneándose y mirando fijamente al público, el mismo que viste y calza, David Coverdale, impresionante la clase y la planta que sigue teniendo este hombre. De su voz, lamentablemente no se puede decir que conserve el 100% ni mucho menos. Cuando pasa su registro natural, ha perdido todo el color de la voz, suena carrasposa y destrozada, pero en los tonos medios y bajos… es inconfundible, inigualable por los siglos de los siglos, cálida y aterciopelada como siempre, demasiado moñas dicen algunos, pero para mí es irresistible, porque el mismo feeling que uno puede sentir escuchando Is This Love en disco, se traslada al directo intacto gracias a este hombre. Gambler creó uno de los momentos más chulescos del concierto, de aires muy “deep purplianos”, y con gran presencia de teclados, al igual que Don’t Break My Heart Again, que quedaron en su punto gracias a Brian Ruedy. "Forevermore", último trabajo de la banda hasta la fecha, no es un disco, es un jodido DISCAZO incluso a estas alturas de la carrera de Whitesnake. El que no me crea, que escuche Steal Your Heart Away o Love Will Set You Free y luego me comente, especialmente esta última para mi gusto arrasó en concierto, con un Coverdale cada vez más chulo, a pecho descubierto, seduciendo a cada paso. Instrumentalmente el concierto fue una auténtica pasada, aunque puede que perdiese algo de ritmo, pero no se puede negar que esos duelos / solos entre ambos guitarristas fue para quitarse el sombrero. Doug Aldrich es un guitarra consagradísimo ya, pero es que su colega Reb Beach no le va a la zaga, ambos apoyándose mutuamente uno contra el otro y sacando humo de las cuerdas. Lo mejor se acercaba para el final. Bad Boys fue acojonante, ese grandísimo estribillo puede causarte un pasmo en directo y lo mejor es dejarse llevar, además como detalle intercalaron el riff de Children of the Night. Y también tuvimos una balada muy bien acogida, Forevermore. Y por supuesto, esa bestia parda tras la batería también tuvo que lucirse con un solazo memorable, desprendiendo como siempre una clase que te hace caer de rodillas. La ya conocida de sobra Fool for your Loving fue cantada por todo el mundo, apoyando a David C. que parece que fue uno de los temas con los que más padeció, aunque aun así nada que ver con Here I Go, esta la cantó absolutamente TODO el mundo, tan fuerte que la algarabía general apagaba el sonido de la banda, un momentazo de los que no se olvidan nunca. Cuando llega el primer golpe de guitarra / batería de In the Still of the Night, uno cierra los ojos, levanta bien la cabeza y se deja llevar por la fuerza imparable de este tema, sencillamente no hay más que se pueda hacer. Aunque Coverdale estuvo muy ahorrativo vocalmente, también se soltó unos gritos de aupa y le puso todo el sentimiento del mundo, especialmente en la parte más atmosférica del tema. Sin duda hasta el momento el mejor concierto (en mi opinión) del Hellfest.
Helloween. Ni 5 putos minutos para cenar. Nada de nada. ¡¡A muerte!! Al mismo tiempo que nos zampábamos unos sándwiches cutres (pero necesarios para sobrevivir) los Helloween empezaron a desgranar su repertorio ante nosotros, que nos encontrábamos bastante cerca del escenario. Tenía muchísima expectación por escuchar los temas del último disco en directo, ya que la última vez que los vi fue con el "7 Sinners" (del que, por supuesto, también cayó algún tema). Y la verdad es que no me decepcionaron en absoluto. De nuevo y para variar, Josele, Yolanda y yo al pie del cañón cuando empezó a sonar la mítica intro donde la gente canta “Happy Halloween” hasta que llegó Eagle Fly Free, pura caña para evitar tener aunque sea un instante de relax, que resulta tan buena al principio como al final. Y pronto empezaron a tocar material reciente, la primera de ellas Straight Out to Hell, rápida y potente, enorme, llena de alegría y melodías pegadizas. Puede que sea por el largo tiempo que llevan sin dejar de girar, pero Andi Deris no tuvo su mejor concierto, o también sencillamente puede ser porque los años no pasan en balde. Ya desde el inicio le noté algo cascadete en los tonos altos, que alcanzaba con cierta dificultad (aunque el grito de Where the Sinners Go fue espectacular). Waiting for the Thunder, otra gran canción del último disco, uno de esos temas de Helloween en tonos menores que tan poco explotan pero que tan bien saben componer. Menos me gustó la elección de Live Now!, por ejemplo, pero la sorpresa, el MOMENTO del concierto llegó para mí con una sorpresa mayúscula llamada I’m Alive, un tema que no es nada habitual en sus repertorios y espero que recuperen para siempre. Fue pura adrenalina, ¡¡uno de los temas de mi adolescencia por fin en directo!! Acabó con la poca voz que me quedaba. Otro momento cañerísimo fue Power, otro tema imprescindible, aunque de vez en cuando yo la cambiaría por Steel Tormentor del mismo disco. Esta gente no pierde la simpatía en directo. Ver como Markus, por ejemplo, alterna sus sonrisas y dedicaciones a la gente con esas increíbles filigranas al bajo te contagia su buen rollo, o como Weikath, todo serio a veces, se vena y empieza a moverse de un lado a otro mientras fuma un cigarro es algo que es parte de Helloween. Y Deris, por supuesto, atentísimo, fomentando la participación en todo momento y divertidísimo con la chistera cantando Dr. Stein, probablemente el tema más divertido de la historia del power metal. De hecho, el momento más participativo llegó con I Want Out ya a muerte, Deris haciéndonos cantar y saltar al mismo tiempo como si estuviésemos frescos cual lechuga. Aunque la verdad, en un concierto de Helloween todo vale la pena.
Def Leppard. Pues sí, gente. Momento clave del festival. La confirmación de Def Leppard para este año en Hellfest destrozó literalmente mi agenda conciertera y me hicieron apostar el 100% por este festival. En parte, se podría llamar a esto cumplir un sueño, ya que ha sido siempre una de mis bandas hardrockeras favoritas y llevo escuchándoles desde que tengo uso de memoria (gracias en parte al vinilo del “Pyromania” de mi padre que ya ponía de pequeño). Y lo cumplí por partida doble, de hecho. Pero ambas ocasiones (Clisson y Barcelona) fueron muy distintas. Conseguí, no con pocos esfuerzos, colocarme entre las primeras filas junto con mis colegas, amontonados como sardinas al principio, pero con los ojos bien abiertos para ver a Joe Elliot aparecer sobre el escenario a la par que sus compadres de grupo, vestido de forma bastante estrafalaria, con sombrero de copa y gafas de sol, desbordante de glamour, con lo que para los que hemos seguido en Internet la gira era fácil adivinar que iban a hacer de forma especial un último concierto de su gira Viva Hysteria!. ¡¡Esto prometía ser algo fuera de serie!! Me frotaba las manos incluso antes de empezar, pensando en lo que iba a disfrutar de esta hora y tres cuartos de los que disponían para tocar. Y lo cierto es que así fue, conciertazo impresionante, pero que contra todo pronóstico costó bastante de entrar, principalmente debido a los temas elegidos. El inicial fue Good Morning Freedom, toda una auténtica rareza, una cara B que muy poca gente conocería, de hecho, me costó mucho reconocerla. El sonido era excelente ya de principio, pero aun mejoraría poco a poco, y el montaje sobre escenario, una auténtica maravilla, con pasarelas tras la batería y esta elevada, por donde los músicos se pasearon a sus anchas. Algo totalmente lujoso, con una pantalla gigantesca detrás por donde se emitieron imágenes durante toda la noche. Wasted, de su PRIMER disco, ojo, ya colocó a la peña en su lugar, muy movidita, y desmontó mi teoría de que casi todos los temas que no fuesen del “Hysteria” iban a ser de los discos más recientes. Pero el primer bombazo de la noche cayó con una simple pregunta Do You Wanna Get Rocked? Sencillamente impresionante Let’s Get Rocked y llena de fuerza, el despertar absoluto de banda y público, que cada vez se iba moviendo un poco más, al mismo tiempo que Phil Collen y Vivian Campbell se acercaban más a primera línea. A este último, después de tanto tiempo sin verle en fotos recientes, le noté muy desmejorado de cara (probablemente debido a su enfermedad, a parte de a su edad), y pelado no ofrecía demasiada buena imagen. Justo todo lo contrario que a Collen, por el que no pasan los años, luciendo el palmito incluso untado en aceite (algo ya excesivo me pareció) pero no se puede negar que está en una forma física envidiable.
Todo el mundo esperaba algo del Pyromania (entre ellos yo, claro) antes de empezar con lo que sería el Hysteria, así que nos leyeron las mentes y Foolin’ sació esas ansias temporalmente. Gran sorpresa también con Bringin’ on the Heartbreak, de estribillo épico e intenso, que tampoco parecía conocer mucha gente pese a ser una de sus mejores baladas. También del mismo disco ("High’n’Dry") tuvimos la instrumental Switch 625 a modo de “hasta luego”, cuando de repente, desaparecen del escenario y ponen por las pantallas una especie de documental resumido de la historia de la banda, que quizá se hizo algo largo y restó tiempo de canciones. Pero tras este paréntesis atacaron de nuevo con Women, que marcó el inicio del disco entero interpretado tal cual, en orden, como han hecho durante toda la gira. Un guiño para ellas y un placer inmenso para mí poder disfrutarla en directo, cantando el estribillo a puño cerrado y pulmones llenos, algo parecido a Rocket, otra de las más coreadas. Los Leppard, de nuevo, a pleno rendimiento. Puede desde mediados de los 90 se hayan ido acercando peligrosamente al pop más meloso, que sus pintas ya no sean las que deberían ser o que la voz de Elliot haya perdido muchísima fuerza (que no entonación) pero siguen siendo ellos, grandes, ¡¡GRANDÍSIMOS joder!! Inolvidable las palmas de el mismo Elliot para complementar el puente de Animal junto a los toques de batería de Rick Allen. Este último por cierto, salió con lo que parecía ser una máscara de oxígeno, algo bastante extraño y que desconozco a qué se debe, pero la cuestión es que cumplió su cometido sobradamente, siempre arropado por un sonido de percusión contundente y limpísimo, seguramente el concierto que mejor sonó en todo Hellfest. Segunda gran balada de la noche con Love Bites (otra de mis favoritas) muy sentida y emocionante, es imposible no reblandecerse escuchando esto en directo. Y claro, de otra forma hubiese sonado de las últimas, pero al ser la quinta canción del Hysteria, tuvimos la mítica Pour Some Sugar On Me (uno de los mayores hits de la historia del grupo) por adelantado, con toda la peña saltando sin parar, tanto en las primeras filas como más atrás, pero fue realmente Armageddon It la que cobró para mí un nuevo color en directo, tan llena de energía positiva me puso a 100%. No hubo nada extra a nivel instrumental (si no recuerdo mal) así que el concierto siguió su ritmo (Gods of War, Don’t Shoot Shotgun y Run Riot), sonando extraordinariamente bien y con unos músicos entregados, Elliot que no dejaba de pedir más y más de nosotros, Collen luciendo todas sus habilidades y su chulería, Campbell, pese a todo, sonriente y sorprendente Rick Savage, que es el único que conserva imagen y actitud más rockera, casi como en los viejos tiempos, con su bajo con dibujo psicodélico.
Hysteria, mítica y esperada, marcó otro puntazo en el show, imprescindible sentirla al 100%, y como siempre, los coros perfectos, a nivel sonoro y a nivel de ejecución por todos los miembros. Love and Affection, de mensaje bastante hippie y tesitura muy divertida (o a mí siempre me lo ha parecido cierra el “Hysteria”, por lo que el final se iba acercando lamentablemente, y yo seguía casi sin creerme que, por fin, les estaba viendo. Pero cuando ya pasó un tiempo razonable y nos acercábamos al otro escenario principal para la traca final de Avantasia (que fue realmente sonada), empezaron a sonar los acordes de Rock of Ages para mi alegría, de hecho, me extrañaba mucho que fuesen a irse de forma tan sosa sin apenas haberse despedido. Aun quedaban, pues, unos minutos de disfrute, que alcanzaron su intensidad máxima con ese otro gran hit de la banda llamado Photograph, que estuvo GENIAL, aunque para Elliot supuso un gran esfuerzo en el estribillo. De todas formas, los coros le daban mucho apoyo y fuerza y clavaron el tema de principio a fin. El espectáculo visual también siguió su curso, mostrando imágenes de la carrera de la banda en blanco y negro, donde antes hubo decenas de bombillas que se iban apagando o muchas pantallas parpadeantes.
Avantasia. De obligada visión a pesar de la reventada que llevábamos encima, y es que 12 conciertos seguidos sin parar son poca broma. Pero Avantasia es siempre algo tan especial que cualquier aficionado al rock, le guste el estilo que le guste, debería presenciar al menos una sola vez en su vida, un show único con invitados de auténtico lujo y una presentación escénica muy por encima de otros conciertos “normales”. A pesar de que hacía escasas semanas que les había visto en Barcelona, la ilusión y curiosidad era la misma, y no andaba desencaminado, ya que al final el setlist fue distinto en temas y orden respecto al concierto de hacía unas semanas, algo que me alegró bastante (pese a faltar Breaking Away, un fastidio…) porque iba a ver más variedad. Spectres fue el pistoletazo de salida, ideal para calentar la voz de Sammet que salió animadísimo pese a las horas que eran (más de la 1 y media de la madrugada) y por supuesto animando. Esta vez se animó a presentar más temas de su última obra (una genialidad llamada “The Mystery of Time”) con, por ejemplo, Invoke the Machine, la segunda en caer, presentando ya a Ronnie Atkins que lo hizo realmente bien, pero que tuvo especial ocasión de lucirse en la difícil tarea de cantar las partes de Jorn Lande en The Scarecrow, de la que salió bastante bien parado salvo en la parte final donde parecía faltarle el aire (algo casi normal, por otra parte…). Este tema ganó incluso varios premios en su día por su calidad y no es de extrañar, pero para quien echara de menos ya algo de su gran obra maestra (el "Metal Opera Part 1", por supuesto), a cargo de Miro Rodenberg empezó a sonar el Prelude, que dio paso con una explosión de luz (excelente iluminación en todo el escenario) a una de las mejores canciones que se han compuesto jamás en la historia del power metal: Reach Out For The Light, que a pesar de la falta de voz, viví con muchísima alegría, porque siempre es un placer poder ver a Kiske y Sammet cantarla codo con codo, una bendición para los ojos y los oídos en un momento que podría ser irrepetible. A diferencia de Barcelona, colaron en el repertorio una imprescindible como Avantasia que también interpretó parcialmente Kiske con esa mágica voz tan dulce y versátil. Incluso me pareció que hizo mejor trabajo que en Sonisphere. Turno ahora de Bob Catley, otro que desprende magia a raudales en su voz. A sus 65 años, sigue cargado de soul y pasión, y lo demostró en una canción muy especial y felizmente escogida para el setlist: The Story Ain’t Over, destacando también la participación de Amanda Somerville (y Sammet, claro).
Otra totalmente inesperada, la propia The Great Mystery (aunque puestos a elegir una larga del último yo hubiese elegido Savior in the Clockwork) que sonó épica y emocionada de principio a fin. Salida por todo lo alto del grandísimo Eric Martin al escenario y aplauso hasta que me dolieron las manos. Y es que ya he dicho varias veces que adoro a este hombre y no lo puedo evitar. Dying for an Angel le vino como un guante, me encantó de verdad la personalidad que otorgó al tema, ya excelente de por sí. También aprovechó la ocasión para cantarse el Twisted Mind con Ronnie Atkins. Cuando empezó el riff, de sobra conocido ya, se produjo un buen griterío entre la peña, siempre dispuesta a disfrutar a las tantas de la madrugada. Ya temía que no cayera, pero Farewell vino ya casi para el final, contrastando con la veloz Shelter from the Rain, con la salida de Kiske de nuevo. Tras una pequeña explicación de Sammet sobre la corta duración del concierto y lo que nos estábamos perdiendo al no ver un show completo (una lástima… la verdad…) Lost in Space (que parece ser una imprescindible en directo) dejó paso a la gran despedida final, tal como han hecho siempre en festivales, con Sign of the Cross (que más de uno no esperaba) hasta la parte en que entra Kai Hansen, en donde se empalma con el estribillo de esa grandeza incomparable llamada The Seven Angels, que lamentaré si no puedo ver nunca completa. Pese al demoledor cansancio, hay que ser objetivos, y mentiría si dijese que este no fue uno de los tres mejores conciertos de aquel día (y prácticamente de todo el festival).
A esas horas, con tanto concierto seguido sin tiempo casi ni para respirar y con la currada que me metí en la gran mayoría, parecía que llevase una semana entera de festival, así que con los pies muy doloridos me recorrí el trecho hasta la tienda y creo que antes de tocar el cojín ya estaba durmiendo totalmente rendido. No iban a ser tan extremadamente salvajes en cuanto a número o intensidad, pero aun quedaban dos días muy largos y con mucho por disfrutar después de este día mágico con cientos de imágenes y momentos para no olvidar.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!