Dormí como una marmota hasta casi las 11 del mediodía. El primer día de conciertos en Hellfest me dejó hecho migas. 13 bandas seguidas, sin descanso, se dice pronto. Hoy el día se presentaba más relajado y un poco menos interesante para mi gusto, algo normal cuando las grandes bestias del cartel ya habían hecho su descarga salvo monstruos como KISS o ZZ Top, que meterían caña más tarde esta misma jornada. Ya en el autobús fui advertido de que los T.A.N.K. que figuraban al principio de mi running order del sábado no eran los que yo pensaba. Tenía muchísimas ganas de ver a la mítica banda londinense formada durante la NWOBHM, así que fue una gran decepción cuando me entere de que estos T.A.N.K. que actuaban en Hellfest era una joven banda de death core melódico cuyas siglas significan Think of a New Kind. Escuchando ahora unos cuantos temas, me doy cuenta de que no suenan mal del todo, son virtuosos y contundentes, pero también tienen demasiadas reminiscencias de bandas modernas como Ill Niño, por lo que no creo que me hubiesen gustado en directo, y menos pensando que fuese otra banda. Así, aprovechamos el tiempo que quedaba hasta la 1 y pico para descansar y recuperarnos del dolor de cuello y pies. A pesar de la confusión inicial, el día comenzaba con una banda muy clásica y grande, aunque no tanto en fama, pero con una carrera dilatadísima que nos remonta a mitad de los 70 nada menos, los suizos Krokus. El tiempo hacía de las suyas aquella mañana, como lo hizo durante todo el festival. Si había momentos en los que parecía que iba a llegar el gran diluvio universal, pasados 5 minutos nos encontrábamos con un gratificante sol, que daba paso a vientos huracanados que duraban otros 5 minutos… y así se creaba un bucle bastante molesto. Tampoco era demasiado agradable para las visitas al mercadillo, aunque este estaba cubierto. La gente se amontonaba en busca de ese tesoro a buen precio (como el Wheels of Steel en vinilo que se agenció el colega Josele) y había variedad para todos los gustos, desde música, ropa, complementos…
Krokus. En la ruleta de la fortuna en que se había convertido el clima esa mañana, nos tocó ver el concierto enterito de los Krokus con lluvia, que si bien no impedía en absoluto disfrutar del concierto, si que era molesta, ya que la dirección de esta cambiaba continuamente (lluvia random, que decíamos), pero había que verles sí o sí. El telón de fondo, muy guapo, con el perro fumando con gafas del último disco (“Dirty Dynamite”). Batería, bajo y los tres guitarrista salieron a escena, donde poco después se les unió el vocalista Marc Storace, cuyo aspecto ha cambiado mucho a lo largo del tiempo, pero no su voz, ni si quiera sus reservas de energías. Con su edad, es impresionante la caña que mete y como se mueve por todo el escenario. Conserva, como digo, ese timbre de voz tan gritón que mezcla precisamente (con quienes siempre se les ha comparado por estilo) toques tanto de Bon Scott y de Brian Johnson. El primero de los temas conocidos por mí no tardó demasiado en aparecer, Long Stick Goes Boom, aunque ya llevaban un buen rato comiéndose el escenario. Tener tres guitarras siempre puede ofrecer una buena dosis de espectáculo extra, sonido ultra rockero, setentero en su gran mayoría, de los que no puedes dejar de mover el pie al mismo ritmo del cuello, ritmos contundentes y riffs vibrantes sin descanso. Easy Rocker también puso las cosas en su sitio, un tema lleno de principios de lo que debe ser obligatoriamente sentir el rock en su máxima expresión. Las posibilidades de armonías y potencia con tres guitarristas se aprovecharon y sus instrumentos sonaron gordos y con potencia, pese a no utilizar demasiada distorsión. Y es que Krokus siempre se han mantenido fieles a su estilo desde mediados de los 70, sin atender a modas ni corrientes extrañas. Muy buenos los Krokus, ya lo creo, 100% recomendables para pasar un grandísimo rato en concierto.
Equilibrium. Uno de los pocos ratos que me quedé completamente solo en un concierto. Mientras la peña fue a dar una vuelta por los puestos de merchandising, yo tenía una cita casi ineludible con aquellos que tanto me hicieron disfrutar en Wacken 2010. Parece que, desde su nacimiento, han encontrado los ritmos adecuados, el estilo perfecto, las ambientaciones más explosivas para formar un estilo casi único, totalmente reconocible y que va creando nuevos adeptos. No digo que hayan inventado realmente nada, pero su consagración como músicos ya llegó con su segundo disco, “Sagas”, una pieza casi maestra, llena de la tralla más burra pero con unas melodías enormemente adictivas. Las dos veces que les he visto, contando esta, han sido sin el cantante ni batería original, aunque las guturales de Robse son casi tan potentes y oscuras como su antecesor en el puesto. Lo poco que he escuchado de su último trabajo, “ReKreatur”, no me parece tan extremadamente brillante como “Sagas”, pero aun así me ha enganchado de lo lindo, y en directo no se puede decir otra cosa que fueron un éxito entre la gente, que se puso ciega a saltar con esos toques folk tan alemanes, o a meterle al headbanging cuando les daba por ponerse cañeros. Cuando llegué, terminaba In Heiligen Hallen, fantástico tema que abre el ReKreatur, una lástima cogerlo en sus últimos acordes. Un placer ver como la gente apoyaba el concierto a lo grande. Muy poco tiempo de actuación pero lo supieron llenar hasta los topes repartiendo muy bien los temas de sus tres discos, y no se hizo esperar demasiado la que para muchos era la canción más esperada, Blut Im Auge. Se podrían utilizar muchas palabras para describir este tema en directo, pero la única que realmente lo representa es FIESTA, así, con mayúsculas, unos minutos de absoluto desfase, saltar, empujar, beber y soñar despierto con sus melodías tan épicas. Sin embargo, creedme, cualquier tema de aquel concierto costó una barbaridad de reconocer incluso estando atento. Los teclados que creaban las atmósferas apenas se escuchaban bajo un sonido atronador y rebotado de batería que enturbiaba el resto de instrumentos por el eco de la propia carpa. Ninguna banda llegó a sonar realmente bien en este escenario, pero de los que vi, los pobres Equilibrium se llevaron la palma. Una lástima, aunque eso no impidió vivir intensamente los últimos minutos con Unbesiegt, un bombazo con esas melodías tan exóticas y momentos para reventarse el cuello, sin duda mi favorita de la banda. Eso sí, a ver cuando consigo verles con buen sonido y una visibilidad decente…
Down. No era en absoluto una prioridad del día, así que nos los tomamos con bastante calma y no vimos todo el concierto, tan solo una parte de él. El simple hecho de ver en directo (por primera vez para mí) a una leyenda viva como Phillip Anselmo era suficiente reclamo para verles un rato aunque su música no me interese demasiado. Y con el cansancio acumulado, la verdad es que se me hicieron algo aburridos, no tocaron ni un solo tema que conociera, tan solo me quedé con algunas que llamaron mi atención por su pegada, como Ghosts Along the Mississippi pero poco más. No creo que esta banda sin la presencia de Anselmo hubiese llegado tan lejos, aunque sería injusto decir que los músicos son malos, aunque escénicamente es el vocalista quien se come casi todo el pastel. Vive los temas con una pasión al alcance de muy pocos. Se arrodilla, se encorva, salta y se da golpes en la cabeza con el micro como si le fuese la vida en ello, un auténtico salvaje, aunque también hay que decir que se le ve mucho más comedido que en los tiempos de Pantera, donde su adicción a las drogas le convertía en un animal descontrolado. Sigue cantando como Dios, con un control envidiable sobre su voz y sus posibilidades, a pesar de que los años han pasado por su voz (lógicamente) y en los tonos limpios le cuesta mantener el timbre sin romper en exceso su voz. Sin Rex Brown en la banda desde hace unos años, la actuación perdía algo más de interés. Los momentos que más tiraban hacia el Doom fueron los que más me gustaron del fragmento que vimos, y también el trabajo de Pepper Keenan (exCorrosion of Conformity) siempre en la línea de frente. Como curiosidad, decir que al día siguiente, sustituyendo (si no me equivoco) a Clutch, con los que también se produjo un extraño cambio de última hora, volvieron a actuar Down, pero con un setlist mayormente de versiones, incluyendo las de respectivas bandas de los miembros, como Corrosion of Conformity, Crowbar y por supuesto, Pantera. Quizá me hubiese interesado más este último concierto, pero Symphony X, con los que coincidían, pesaban demasiado en el cartel.
Rotting Christ. Camino de nuevo al escenario Altar (en la carpa azul) a riesgo de que, de nuevo, el sonido fuese una auténtica patata con los griegos Rotting Christ, una de esas bandas que siempre se me ha escapado por unas causas o por otras, pero que esta vez tenía que caer por fin de forma obligada. Y es que esta gente ha ido ganando interés; desde que les conocí con “Theogonia”, sus trabajos no han dejado de sorprenderme. Hablamos de un Black metal con muchos toques Death, pero siempre tendiendo hacia la innovación en sus temas, incluyendo detalles que son difíciles de clasificar. Pero no hablo de innovaciones demasiado complicadas y raras, yo mismo son bastante enemigo de estas, hablo de mantener la esencia de sus raíces pero sacándose de la manga, por ejemplo, pasajes más melódicos, coros guerrilleros o incluso momentos más góticos (por ejemplo en sus últimos discos) sin dejar atrás el estilo en ningún momento. Para poder apreciar esos detalles y cambios de dirección tan extraños y sorprendentes tan típicos de la banda, se agradeció especialmente que el sonido no fuese tan enmarañado y caótico como en otras bandas que tocaron aquí. Eso sí, los juegos de luces combinados con la oscuridad a medias de la carpa hacía casi imposible ver con claridad lo que sucedía en el escenario. En el centro siempre dando la cara su líder Sakis, manteniendo los guturales y atendiendo la guitarra solista (espectacular su trabajo durante el show) y detrás su hermano Themis, fundador a medias de la banda. Complicado quedarse con todos los detalles de su instrumento por el sonido, sin embargo, este no fue malo del todo, dejando distinguir al menos todos los instrumentos bastante bien. No hubo un momento de descanso en el setlist, los temas muy guapos todos, llegando a ese magnífico final con The Sign of Prime Creation (si no me falla la memoria) y sobre todo Noctis Era (de su “Aealo”) aunque reconozco que eché en falta muchos temas del “A Dead Poem”, un discazo como la copa de un pino al que no le prestaron ninguna atención.
Accept. En vista de que su actuación se iba a repetir meses después en el Leyendas del Rock, nos tomamos un pequeño descanso en Belphegor, pero por sangre y por ética, no pudimos hacerlo en una banda tan legendaria como Accept que dejó boquiabiertos a propios y extraños ofreciendo un auténtico cañonazo de concierto, uno de los mejores del sábado sin duda. Una señal inequívoca de que todo les va sobre ruedas, a parte de lo visto en este concierto de pura acción metalera, son los dos últimos discazos que se han marcado, en especial para mi gusto el “Stalingrad”. Precisamente con los dos primeros temas de este disco, Hung, Drawn And Quartered y Stalingrad. Un comienzo de infarto, ya sabéis a lo que me refiero, ¿no? Esto claramente es una declaración de intenciones, caña brutal con un enérgico batería Stefan Schwarzmann que repetía actuación (ya se estrenó aquel día con Krokus si no me equivoco) repartiendo cera para todos, y un Mark Tornillo que, ya lo sé de primera mano, literalmente se sale. Ahora entiendo claramente que quien más perdió con la negativa de UDO a unirse a la formación original fue el cantante y no la banda, porque Mark les ha dado un aire nuevo, un punto de fuerza del que antes carecían, y eso que yo mismo les vi en directo con la formación clásica en 2005, pero este concierto me pareció incluso superior. Al poco, retahíla de temas híper conocidos como Restless and Wild, muy coreada por todos, la movidísima Breaker, Losers and Winners y la imprescindible Princess of the Dawn en la que el público tuvo mucho peso en el estribillo. Con un repertorio así ya es para echarse a temblar, pero es que la propia actuación de la banda puso el resto. Su líder Wolf Hoffmann, a parte de mirar continuamente fuera del escenario con cara de bruto (como esperando que nadie se despistara) hacía, junto al bajista (también de formación original) los coros en los temas que más los requerían, una de ellas, la mítica Metal Heart que con su solo tan famoso encandiló a la vez que hizo gritar a tope a la peña, casi tanto como en Balls to the Walls, con un entregadísimo de nuevo Mark Tornillo que por alguna razón cae simpático solo con verle actuar. Un himno como Fast as a Shark ya tiene suficiente peso por si mismo como para ser el plato fuerte del concierto, pero hubo un sorpresón del tamaño de una catedral; de repente por detrás asoma la calva Phil Anselmo que se une a cantarla con la banda. Esto es algo que seguro no ocurrirá en Leyendas, así que me alegro por partida doble de haberles disfrutado en tierras francesas.
ZZ Top. Sí, los mismísimos ZZ Top, los que han escrito con letras de oro su nombre en la historia del rock’n’roll gracias a discos y temas irrepetibles. Una oportunidad exclusiva para verles este verano y de paso ir acercándonos a primeras filas para ver lo más cerca posible a Kiss. Con ZZ Top no hubo tanta suerte. Llegamos y el escenario principal donde tocaban estaba totalmente abarrotado de gente hasta los topes, incluso verles desde lejos suponía un gran esfuerzo, así que poco a poco fuimos haciéndonos hueco entre las multitudes y conseguimos situarnos más o menos donde se veía bastante bien. El principio fue especialmente bueno, con un sonido casi perfecto incluso desde tan lejos, con dos de sus temas que más saben a blues, llenos de feeling como Waitin’ for the Bus y Jesus Just Left Chicago. Ver a esa legendaria pareja formada por Bill Gibbons y Dusty Hill es algo que no siempre se tiene el privilegio de hacer, con sus barbas, sus gafas de sol y ante todo, su tremenda clase a la hora de mostrarse ante el público, un saber estar de vieja escuela. El batería original (Frank Beard) completa la formación clásica que no ha cambiado en 40 años, algo casi inimaginable… pero que bien lo siguen haciendo, joder, son puro sentimiento. El blues / rock sureño supura por cada uno de sus poros. Tanto gente que conocía todos y cada una de sus letras hasta aquellos que les veían por mera curiosidad, estoy seguro de que cada cual disfrutó a su manera, porque un concierto tan vibrante no se ve todos los días, si no que se lo pregunten a Yolanda jejeje. No escatimaron a la hora de tocar temas conocidísimos; llegaría pronto ese Gimme All Your Lovin’ con la gente enloquecida, que no paraba de saltar, una de las más esperadas. El concierto tuvo un ritmo imparable, amenizado por unas gogos que en una plataforma alejada bailaban para ponernos a tono mientras estos tres jefes se atrevían con una versión del conocido Lady Fox de Jimmi Hendrix. Moverse no se mueven demasiado (salvo lógicamente el batería) pero saben crear un verdadero ambientazo solo con la clase y el saber estar que desprenden, y como disfrutan entre ellos, con esa complicidad que tienen ya a lo largo de casi toda una vida. Esa planta, esa chulería te da ganas de estar con un buen copazo de bourbon mientras fumas un buen cañón para meterte todavía más en situación. Concierto que pese a su duración decente se me hizo muy corto, ya que entre tema y tema no te dejan descansar. Quizá se les puede acusar de ser un poco sosos con el público, pero mientras suene La Grange (alargada con una parte instrumental) como colofón final… es algo que se perdona fácilmente.
Kiss. El premio final para este sábado lleno de conciertos más que interesantes. Si veníamos recientemente de ver a unas leyendas como ZZ Top, lo que nos esperaba en el Main 1 igualmente se puede calificar como tal. Otra de las confirmaciones que me hizo cambiar de festival veraniego radicalmente, y es que Kiss es una asignatura que tengo pendiente desde que me gusta el rock (o sea, prácticamente desde toda la vida) y un espectáculo como el suyo es algo que todo el mundo debería ver en vivo. Realmente no llega a ser una de mis bandas favoritas dentro del glam / hard rock aunque conozco bastante bien su discografía, hubo bastantes omisiones pero también algunas sorpresas en su setlist. Ya la colosal araña metálica del techo, que pudimos ver desde el principio del día, auguraba un espectáculo solo a la altura de los más grandes, de esos que ya cuesta ver si no hablamos de grupos consagrados. Realmente la espera mereció la pena, aunque fue uno de los momentos más tortuosos de todo el festival, no por la gente cruelmente amontonada, no por el cansancio de los pies, si no por tener que aguantar en el otro escenario a ese bodrio (para mi gusto) llamado Bullet for my Valentine, donde chiquillos y emos se agolpaban para poder ver a estos lloriquear como nenas. Les odio, y menos mal que pudimos estar sentados durante la espera y al menos no tuvimos que verles. Pero cuando cayó el telón de Kiss, se fueron todos los males. ¡¡Por fin, la ostia!! Sus caras pintadas, su vestuario intacto… ¡¡que ganas tenía ya!! Decir que no me gustó demasiado el comienzo con Psycho Circus, aunque con el público da bastante de sí, pero me animé muchísimo con Shout it out Loud (con la que esperaba que comenzaran) gritando el estribillo a plena garganta. En realidad, pocos de los temas nuevos me gustaron incluso con el espectacular montaje (es otra historia ya) y eso que se empeñaron más de una vez en presentar discos como “Monster” o “Sonic Boom”. Como no quise mirar setlist pasados, tuve muchas sorpresas, pero una de las que más me hizo saltar fue I Love it Loud, pura energía, ROCK con dos pelotas del que ya tocaba. Poco después el inquieto Gene Simmons escupió fuego sacando su vena más circense, así como más tarde, en God of Thunder haría su clásica exhibición de echar sangre por la boca mientras aporreaba su bajo hacha rodeado de luz verde. Paul Stanley, por su parte, estuvo especialmente simpático y chistoso durante todo el concierto. Serán todo lo peseteros que quieras y como personas pueden gustar más o menos, pero no se puede dudar de si se vuelcan o no con su gente a la hora de proporcionar el mejor espectáculo y seguir tocando de auténtico lujo temas de todas sus épocas, desde las añejas Deuce o Shock Me (cantadas íntegramente por Gene Simmons) hasta alguna aparición ochentena como Lick It Up, que particularmente me encendió (siempre he adorado ese tema) una de las pocas que Stanley cantó enteras (y bastante bien, por cierto). La otra fue Love Gun, y para esta nos tenían preparada otra sorpresa. El propio Paul nos hizo gritar fuerte su nombre y cuando consiguió que nos desgañitáramos, empezaron sus primeros acordes y este ni corto ni perezoso se desplazo volando por encima de nuestras cabezas (con una larga tirolina) a otro mini escenario especialmente montada para que tocara allí el tema íntegro. Hubo solos de guitarra, particularmente por parte de Tommy con su oportunidad para ganarse al público, incluso uno corto de batería a cargo del gran Eric Singer, algo que mucha gente criticó al faltar tanto clásico en su setlist. Pero lógicamente… Kiss tiene discografía como para llenar 5 horas de clásicos, y no todo se puede tener.
Eso sí, I Was Made For Lovin’ You no debió faltar, más por clásico que por temazo, con la que podrían haber sacado más partido a esa bola discotequera que colgaba sobre sus cabezas (y por pedir, ya se podrían haber tocado de paso el Sure Know Something del mismo palo jeje). La iluminación fue casi perfecta durante todo el concierto, además, la propia luz de la pantalla gigantesca del fondo del escenario ya daba una luz excepcional para ver a la banda. En lo que tampoco escatimaron fue en el uso de fuegos artificiales desde el principio, con truenos, espirales de fuego incluso, agárrense, un bazooka lanzacohetes que Eric disparó hacia el cielo. Uno de los grandes momentos llegó casi al final, quizá el tema más cantado fue Rock’n’Roll All Nite, pero cuando se despidieron con esta no engañaban a nadie. Es imposible que Kiss abandonen el escenario definitivamente sin tocar Detroit Rock City, algo que sucedió poco después, y que también fue una auténtica fiesta; ¡la gente coreaba hasta el solo a grito pelado! Y la banda sin parar de regodearse en la ostentosidad de su gran montaje de escenario, con Gene Simmons y Paul Stanley de nuevo subidos a gran altura sobre nuestras cabezas gracias a dos plataformas elevadoras a los lados del escenario y millones de papelitos cuadrados cayendo desde el cielo en un espectáculo difícilmente superable. De hecho, junto con Rammstein y AC/DC podría decir que es lo más espectacular que he visto nunca. Con una corta intro por parte de Paul Stanley comenzó Black Diamond, que marcaría el final del concierto no sin antes disfrutar esos últimos acordes como si no hubiese mañana. Su voz, superada ya la barrera de los 60 años, se mantiene más que digna, salvando algún que otro gallo incontrolado, mantiene gran parte de esa fuerza inconfundible. El tema terminó con Paul y Gene moviéndose al unísono y Thayer de rodillas tocando un último solo, mientras una bandera con dos enormes tigres emergía del suelo del escenario y la batería de Eric Singer se elevaba en lo alto con otra plataforma. Bonito detalle también la despedida, con un gran rótulo en la pantalla que ponía: KISS LOVES YOU HELLFEST.
Mi idea tras esta esperadísima actuación era decidir si ver a Morbid Angel o Bad Religion. Pero solo el hecho de salir de entre el mogollón de gente que se había formado fue terrible, más de veinte minutos aprisionados sin poder apenas movernos, y ya que nos íbamos a encontrar ambos conciertos empezados, la retirada a las tiendas fue la opción más sensata para afrontar con garantías físicas la recta final del festival que nos depararía aun muchos momentos interesantes.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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