Siempre he sido partidario del calorcillo y el buen tiempo en los festivales, aunque visto lo visto era algo que no nos iba a acompañar durante el último día, referido en la mayoría de páginas de meteorología como el peor de los cuatro que pasamos en el pequeño pueblo de Clisson, en la mitad norte de Francia. Odio cuando el día sale nublado con bastante fresco, pero he de reconocer que el domingo me vino de perlas, ya que pude descansar hasta que me sacié. Cuando la peña de las tiendas de alrededor llevaba ya un rato por el mundo, habían ido a dar una vuelta por el mercadillo y se había tomado los primeros cubatitas del día, yo asomaba la cabeza por la tienda con las legañas aun por quitar bien entrado el mediodía. No voy a decir esa frase de “la edad no perdona” porque es una edad para viejos y acabados; lo que no perdonaba eran los 20 conciertos que llevaba ya a espaldas, pero por supuesto las ganas de acudir a más eran las mismas que cuando puse el primer pie allí. Quizá el día menos interesante de todos, es posible, pero aun así con grandes nombres como Krisiun, Riverside o Ihsahn, bandas que aun no había podido ver en directo o se me habían escapado por unas cosas u otras. Me arreglé el día de forma que tuviese espacios para comer sin tener que perderme nada serio (a Korpiklaani o Newsted por ejemplo ya les había visto recientemente y alguno tocaba dejar fuera…). La primera putada del día -aunque realmente fue cosa mía- fue perderme a los españoles Haemorrhage, aun sabiendo que tienen un directo demoledor y lleno de furia. Lo siento, pero las 11:05 es una hora DEMASIADO brutal para acudir a un concierto de grindcore… y no era la primera banda que me perdía por empezar a estas horas. Pero ya se sabe, los carteles de cada día son muy largos y algunas bandas han de pagar el pato y tocar a estas horas. De todas formas y sin duda alguna, me enfrentaba al día más extremo de todo el festival.
Krisiun. Cita ineludible de aquel frío domingo a pesar de que su concierto tenía lugar en un horario bastante cruel. Los brasileños venían a demostrar (sin hacerles falta realmente) su experiencia, reventando escenarios, tímpanos y cuellos desde principios de los 90, uno de los mayores exponentes del Death clásico en su país y para mí uno de los conciertos más deseados. De la tienda directos al escenario Altar donde tendría lugar la descarga. Y empezaron fuerte, vaya que sí, aunque con un sonido algo pobre como era habitual. Para los que nos acabábamos de levantar fue un verdadero ostiazo a la cabeza, un bastonazo de metal que atravesaba los oídos de punta a punta sin dejar tregua alguna. Con formación de trío, sin un segundo guitarra dejaron atónitos a seguidores y meros curiosos, soltándose una agresiva Kings of Killing al comienzo, seguida de Combustion Inferno, una de mis favoritas. Con unos pocos minutos, creo que todos flipamos con la potencia que desprenden y el ruido y la caña que pueden dar tan solo tres tíos juntos. Pero como digo, la experiencia es un grado y se notó. La iluminación fue algo cargante durante todo el concierto salvo al final que se aclaró un poco y pudimos ver mejor a los músicos, con lo que el disfrute máximo se materializó al ver tocar con claridad al salvaje que tienen por guitarrista. ¡¡Vaya solos!! ¡¡Que virtuosismo!! Técnica y velocidad unidas a la perfección, un deleite para vista y oídos. The Will to Potency (quizá la más conocida por todos) arrasó con todos aquellos que aun se encontraban medio dormidos, dura y contundente, al igual que la final Blood of Lions con su bajista / vocalista / líder Alex Camargo rugiendo como un auténtico león en nuestros acojonados oídos. Una vez más, el solo final impresionante. Pero si alguien rivalizó con el guitarrista Moyses a la hora de atraer la atención, ese fue el batería Max Kolesne, menuda bestia parda, prácticamente dueño y señor de la tormenta sonora que nos atravesó de buena mañana.
Si la primera gran putada del día fue el horario asignado a Haemorrhage, la segunda y más gorda vino causada por los frecuentes cambios de horarios, cancelaciones de última hora etc. Por lo visto es algo bastante frecuente en este festival, algo que deberían cambiar con urgencia dentro de su política ya que puedes encontrarte un running order en un momento determinado y 20 minutos después otro en el que ha habido intercambios entre grupos y sus horarios. Esto mismo fue lo que ocurrió entre Pig Destroyer y Cryptopsy, estos últimos una de mis prioridades del día. Y creedme, fue una auténtica patada en los cojones cuando el colega Haku vino durante Riverside comentando que finalmente habían tocado tal como les correspondía antes de ningún cambio. ¿Porqué coño cambian los horarios entonces si luego puede que no sirva para nada (o puede que sí)? Con las ganas que tenía de verles joder, fue una terrible decepción, aunque mucho me temía que esto iba a pasar de un momento a otro con alguna actuación… en fin…
Riverside. El siguiente movimiento fue otro ejemplo de los cambios de tesitura musical que se dieron durante los tres días de festival. Del Death más crudo, visceral y auténtico de Krisiun pasamos al rock sinfónico-progresivo de Riverside, mucho más relajado y que pudimos disfrutar mucho más a nuestras anchas debido a la discreta asistencia de público. Riverside crecieron desmesuradamente tan solo con la edición de unos pocos discos, pero especialmente con su “Rapid Eye Movement” con el que por cierto les conocí yo también y del que, si no recuerdo mal, no hicieron nada en directo. Aunque es normal… con el poco tiempo que tuvieron para actuar y con temas tan largos y elaborados, 40 minutos no dan para mucho más, con y tan solo 3 o 4 temas cubrieron el setlist completo. Unos temas con unas atmósferas realmente interesantes, como por ejemplo la última Escalator Shrine, que invitaba a la relajación y sencillamente a disfrutar de sus melodías, a perderte en su ambientación cargada de suaves guitarreos y teclados con un sonido que mama de la década de los 60 / 70. En realidad la banda coge mucho más de nombres ya casi míticos como Porcupine Tree y sobre todo Opeth; el estilo tanto musical como vocal recuerda muchísimo a los suecos, especialmente si los comparamos con la discografía posterior al Ghost Reveries. Sin embargo, Riverside también han tenido su propio periodo de evolución, y las diferencias musicales entre los temas que tocaron se podían apreciar, aunque las absorbentes atmósferas era algo presente en todos ellos, casi hipnóticas, invitando a cerrar los ojos y perderte en sus notas. Como ya digo, eligieron temas largos y bastante complejos para la ocasión, demostrando su calidad sobrada como músicos, y acompañados de un sonido bastante bueno al que quizá le faltaba algo de fuerza en las guitarras (aunque podría haber sido a propósito). La parte instrumental final fue para mí de lo mejor del concierto, absolutamente sublime para oídos que saben escuchar y ojos que saben apreciar las virguerías técnicas que esta gente es capaz de sacar.
Ihsahn. Me hubiese gustado ver a aquellos Spiritual Beggars. Rara vez se presenta la ocasión de verles en un festival. Pero la mala suerte con las coincidencias una vez más me hizo decidirme claramente por la banda el ahora ex-vocalista de los míticos y recordados Emperor, una de las primeras bandas de Black metal que escuché. Los discos de Ihsahn en solitario me cautivaron desde la primera escucha y nunca esperé que estuviesen tan rebosantes de técnica por parte de los músicos, por lo que la expectación a la hora de verles en directo era máxima (y más después de aquella decepción en Wacken 2010 en el que nos cerraron puertas y me los tuve que perder). En esta ocasión, de nuevo la carpa azul sobre el escenario Temple hizo de las suyas, distorsionó y emborronó en exceso el sonido que a su vez deslució bastante el concierto. Lo que no esperaba de ninguna manera es que tocaran tanto material del “After”, mi disco favorito, por lo que esto equilibró un poco las cosas, al estar casi seguro de que reconocería todos los temas. Al empezar ya me di cuenta, tres guitarristas sobre el escenario, incluyendo la del propio Ihsahn, maestro de ceremonias, líder del conjunto y portador de la clase suprema que unos pocos elegidos poseen, un GENIO, con mayúsculas, participante en un montón de proyectos paralelos y compositor principal en la mayoría de ellos, que es capaz de sacar discos de una complejidad técnica anonadante. A ambos lados de este, dos guitarristas, bajista y teclista, pero no el saxofonista que hubiese sido (como ya sucedió en Hellfest 2010 según lo visto) un acompañamiento fantástico a la hora de interpretar los temas del “After” en los cuales tienen gran presencia en la mayoría. La gente andaba algo descolocada y a la vez flipaba con los cambios de ritmo, y es que en lo que al sonido de la banda respecta, esto es una constante: ritmos agónicamente lentos, atmósferas agobiantes y de repente, tralla rompe cuellos y blast beat por un tubo (sin ir más lejos, en la inicial On The Shores). Una vez más el cutre sonido y la nefasta visibilidad del escenario Temple (otro de los grandes fallos, ya que va en pendiente ascendente de atrás a adelante) no me permitió disfrutar al 100% del concierto por no poder ver bien tocar a los músicos y poder apreciar la bestial técnica que demuestran en disco. Al final sonó algo mejor y de hecho la recta final con esa impresionante parte instrumental tan técnica tras la somanta de palos con A Grave Inversed fue lo que más me gustó del concierto No es que me decepcionaran, porque lo que vi fue fantástico, pero espero verles algún día más cerca con mayor visibilidad (en una sala por ejemplo).
El espíritu siempre está joven, pero las fuerzas flaqueaban poco a poco. Era momento de solucionar eso. Los dos grupos sacrificados fueron Korpiklaani (o Voivod, que coincidían) o Cockney Rejects con Newsted. En vez de acudir a la fiesta de los borrachos que es un concierto de Korpiklaani decidimos montar la nuestra por cuenta propia y ya en las tiendas nos encontramos con Haku, Elena, Raquel y Manel con quienes pasamos un buen rato charlando y también soltando paridas. Tras unos cubatitas y una sesión de sentar el culo las fuerzas habían vuelto de nuevo y estaba preparado para uno de los puntos fuertes de todo el festival, los escandinavos Wintersun, palabras mayores oiga.
Wintersun. Formados por el ultra perfeccionista Jari Maenpaa (me ahorro mejor poner todos los símbolos de su nombre) y con tan solo dos discos hasta la fecha, no es complicado para el metalero de nivel medio reconocer una calidad suprema en absolutamente todo lo que toca este hombre, ex guitarrista de Ensiferum y desde hace unos años totalmente centrado en su banda Wintersun que el mismo ha creado y compuesto la mayor parte de las líneas instrumentales de los dos discos (y un tercero por venir) tras muchísimos años de meticuloso trabajo. Los resultados no se hicieron esperar demasiado. Su primer disco es una incontestable OBRA MAESTRA de obligadísima escucha para todo aquel que le guste cualquier estilo de rock / metal, una oda a la perfección donde el virtuosismo más espectacular y virguerías musicales se van empalmando hasta sumir al oyente en un profundo éxtasis. Y su segundo trabajo, prácticamente más de lo mismo. Estaba ya que reventaba de ganas de verles, por lo que corriendo nos metimos bien delante antes de que comenzara. Sonó la larga introducción instrumental When Time Fades Away, de su reciente y aclamado “Time” (tiempo que quizá se podría haber llenado con un tema más en directo) para enlazar con esa pieza llena de épica vikinga de más de 13 minutos llamada Sons of Winter and Stars, en donde más se pueden apreciar las influencias de su anterior banda Ensiferum, sobre todo en los pasajes limpios y épicos, algo que se acentúa todavía más en Land of Snow and Sorrow, cuyo título habla por sí mismo. El recinto con razón estaba petadísimo: no es una banda que sea precisamente fácil de ver en festivales y la ocasión la pintan calva. De hecho, la gente disfrutaba muchísimo de este concierto casi exclusivo (aunque poco después les tendríamos en España de gira) cantando los temas, especialmente levantando las manos el las partes más grandilocuentes y épicas.
El sonido no precisamente, pero las sensaciones hasta el momento eran inmejorables, pero fue realmente cuando llegó la, digamos, segunda parte del concierto (dedicada a su primer disco homónimo) en cuanto entraros los teclados / blast beat / punteos de Winter Madness, en una compenetración perfecta entre sus músicos, casi me explota la cabeza de emoción. Jari y sus huestes también eran conscientes de lo que gusta esta pieza maestra y parecieron animarse muchísimo, con ocasionales acercamientos de Jari a los teclados y chuleadas varias (y excelentes coros) de su otro guitarrista Teemu. Lástima que la parte más progresiva del tema fallase un poco con el sonido, ¡¡pero aun así fantástica!! Time otra composición que supera los 10 minutos continuó haciendo las delicias de todos los que mirábamos incrédulos el show, llena de coros y melodías tan trabajadas como pegadizas. Además tocaron la versión integra, no la corta, con lo que iban apurando más y más el tiempo. Hubo momentos increíbles de molinillos simultáneos entre sus miembros cuando llegó la incomparable Beyond the Dark Sun, una de las más deseadas por mí, y esto si que fue adrenalina pura y desfase sin control, doble bombo a tope y riffs a la velocidad de la luz perfectamente interpretados, un subidón acojonante, babeo para todos los sentidos, para rematar la jugada con Starchild., otro de los mejores temas que han compuesto en donde más se nota la amalgama de influencias de Jari y la perfección a la hora de compactar todas esas ideas en un perfecto equilibrio entre tralla y melodía. Si no hubiese sido por su corta duración y por el sonido regulero, un 10 de concierto.
Symphony X. Enganchando ya, con cierta lástima solo de pensarlo, la recta finalísima del festival con los estadounidenses Symphony X. Hoy pegaba fuerte el rollo técnico (Riverside, Ihsahn, Wintersun) a lo que pongo un gigantesco ME GUSTA, que se complementaría en mi running order personal con estos maestros del metal progresivo con cierto aire power metal, combinación que nadie sabe hacer mejor. Josele y yo en las primeras filas esperando otro peso pesado del día y curiosamente Rusell y Michael asomándose y saludando tras el telón incluso antes de empezar. Curiosamente el setlist estuvo formado por solo tres discos, tirando mucho hacia los temas nuevos, hacia lo que no tengo ninguna queja ya que tanto “Paradise Lost” (especialmente) como el “Iconoclast” me parecen sublimes, piezas de arte maduradas por la experiencia de una banda que ya tiene no poca carrera a sus espaldas. A pesar de ser un tema larguísimo, siempre le vi grandes posibilidades de directo, y así la explosión inicial corrió a cargo de Iconoclast, más de 10 minutos de estribillo contundente, mucha tralla y pura técnica en el que los músicos salieron repletos de fuerza a escena y demostraron cada uno lo que saben hacer. Romeo, como principal portavoz de la banda (en cuanto a composición) en línea de ataque, con esa mezcla en la cara de sonrisa y pasión hacia su instrumento, Mike LePond, un bajista tremendo, quizá uno de los músicos más rodados de la banda, haciendo verdaderas locuras con las cuerdas y viéndole de cerca te das cuenta del monstruo que está hecho. Con el batería Jason Rullo pasa algo parecido, es una furia tocando y si te quedas con cada uno de los cientos de detalles que mete te puedes quedar loco. Michael Pinnella se complementaba perfectamente con Romeo a la hora de solear y me dejo lo mejor para el final, un Rusell Allen enorme, tanto físicamente como en la voz, sinónimo de voz sobrehumana, que canta como un auténtico Dios sobre la tierra, al que no le hace falta ni siquiera calentarse, y que hizo un show lo que se dice perfecto, sencillamente impresionante. Apostaron fuerte por su último trabajo como digo y seguidamente cayeron casi unidas The End Of Innocence, grandísimo trabajo de Allen, y Dehumanized, mucho más pesada y progresiva en el que se lució a lo grande el batería (al menos estuve mirándolo todo el rato sin poder parar).
Lo que ha mejorado la actitud de Allen sobre el escenario es algo desmesurado desde sus primeros tiempos en que se le veía más inseguro y con un comportamiento más aleatorio en general, ahora es una roca en cuanto a firmeza pero además se mueve muchísimo, y con esas carreras y esos saltos, realmente no se de donde saca esa voz tan sobrecogedora a veces, por ejemplo, en Of Sins and Shadows pasó casi todo el tema en continuo movimiento, sin parar, pero cantando como una bestia, los tonos altos te ponen la piel de gallina y eso que con el tiempo su voz se ha vuelto mucho más rasposa y dura, pero todavía demuestra ir sobrado en directo con una potencia casi ilimitada. También los pelos de gallina se me pusieron, pero al escuchar When All Is Lost, un tema que cayó de forma inesperada pero que nos tocó a todos la fibra sensible. Y es que Symphony X son increíbles a la hora de hacer baladas (Candlelight Fantasia sigue siendo una de mis favoritas de todos los tiempos). Sea of Lies la llevan ya hace muchísimo tiempo en lista, y es que es otro clásico imprescindible (espectaculares las líneas de bajo iniciales a cargo de LePond). Un concierto que se me hizo muy pero muy corto. Para la recta final, tres temas muy bien seleccionados de su anterior “Paradise Lost”: Serpent’s Kiss, la powermetalera Eve of Seduction (headbanging a saco y muchísima técnica instrumental, de nuevo) y otro que se ha convertido en un clásico intachable de la banda (incluso para cerrar los conciertos) la poderosísima Set the World on Fire (The Lie of Lies), la guinda final de este delicioso pastel, un TEMAZO brutal, contundencia en estado puro con muy buena instrumentalización (concretamente batería y guitarra) y un grito final tan increíble, que te hace tener dudas sobre los límites de Rusell Allen. De las tres veces que les he visto, todas ellas realmente buenas, esta ha sido sin duda la mejor.
The Toy Dolls. Para variar y cambiar de aires, en vez de la casi lógica elección de Moonspell nos acercamos al escenario Warzone donde no habíamos estado desde el primer concierto que fuimos (Berri Txarrak, el viernes) más que nada por curiosidad de ver esta clásica banda de punk inglés, conocida casi por todo el mundo con temas que han trascendido incluso su autoría en la cultura popular. Llegamos ya al rato de haber empezado y la gente llevaba allí ya una fiesta del carajo, ¡estaba todo tan abarrotado que no cabía ni un puto alfiler! A pesar de tener que ver el concierto entero desde la entrada del recinto (que espero que amplíen en futuras ediciones, ya que es muy angosto) lo pasamos teta bailando, saltando y haciendo pogos como muchos años atrás. La verdad es que fiesta es la palabra, un jolgorio generalizado de borrachos y no borrachos que saltan, se pisan, se caen… Hacia mitad del concierto sonó el tema clave Nellie the Elephant, su tema más conocido sin duda, es inevitable troncharte de risa solo de escucharla y fue el que más alborotó el clima, a pesar de que el bajista Tommy Goober, con peinado rubio estilo puercoespín estuvo más tiempo sentado que de pie. Eso no impidió que la gente hiciera lo propio, gritar y saltar como si se acabara el mundo. Olga, único miembro original de la banda (el resto es prácticamente imposible saber cuantas veces han cambiado) con su característico timbre hizo también todo lo que estuvo en sus manos por divertir a la gente. Sé que es una banda que no tiene demasiada cabida en este blog, pero nunca imaginé que fuesen a montar tanto lío. Divertidísimos también otros temas como Alec’s Gone, The Lambrusco Kid o algunas muy antiguas que nos comentó el amigo Uri que también estaba allí desfasando con la peña. También Johnny y Lyn se pasaron por allí y empezamos la gran reunión de final de festival. ¡¡Que grandes sois colegas!!
Lordi.Solo pongo este grupo en la lista porque fue el que sirvió de trasfondo para el gran desmadre de nuestra reunión, porque realmente les vimos de muy lejos y así es imposible hacer una crónica detallada, pero al mismo tiempo los temas, rebosantes de energía y fiesta fueron el marco perfecto para beber cerveza y ron a saco entre colegas de acampada. Además, el concierto se solapaba hacia el final con el de Hypocrisy, así que yo al menos tenía claro que hacia el final iba a emigrar al recinto Altar. Pero mientras, todo fue desparrame, Josele, Yoli, Johnny, Lyn, Elena, Raquel, Haku, Uri… ¡¡¡bruuuuuutaaaaal!! Cantando barbaridades de las que nunca pueden salir a la luz (y que sin embargo salen) y haciendo walls of death y moshpits de borrachos entre nosotros mientras los monstruos del fondo (me refiero a Lordi) se tocaban casi seguidas Who’s Your Daddy (adornada con unos vistosos fuegos artificiales) y Blood Red Sadman, siempre con los que disfruté muchísimo en medio de esta mini fiesta en la que uno no sabía si dar empujones a los colegas o mirar un rato al escenario, aunque fuese de lejos y con esas luces verdes tan oscuras que apenas dejaban distinguir a los miembros del grupo. Por lo que pude notar, le dieron bastante cancha a “The Arockalipse”, uno de sus trabajos más conocidos gracias a ese himno de eurovisión llamado Hard Rock Hallelujah y además It Snows in Hell con… sorpresa sorpresa… ¡¡Jay Jay French de Twisted Sister!! Que grandes, siempre tienen que hacer alguna invitación sorprendente al escenario (hace unos años en Wacken también subió Doro y Udo a cantar con ellos, por ejemplo). Mientras cantaba a viva voz Devil is a Loser y ante la respuesta positiva de irnos todo el mogollón a ver Hypocrisy con cierto alboroto mental por culpa del alcohol, volvimos a la carpa para afrontar en grupo lo que iba a ser la última movida de todo el festival.
Hypocrisy. Buf, cuanto tiempo hace ya que no veo a estos Hypocrisy… y que jodidamente buenos son, la ostia. Y para colmo, no es demasiado habitual que digamos verles formando parte de un cartel en un festival. Una vez más, una oportunidad que no podía dejar escapar, aunque ya les vi anteriormente, pero hace la friolera de 8 años (si salen bien las cuentas) en un mítico Atarfe Vega Rock (Granada). Desde entonces la banda ha mantenido una actividad más bien discreta, si bien nunca han dejado de estar en activo, ya hacía tiempo que no escribían nuevos temas, y este último disco en directo lo cogieron con ganas, desde luego. ¿Actitud? Toda la del mundo. Sin dejar ni un segundo esa obsesión que siempre les ha llevado a mezclar perfectamente algo de Black con mucho Death Metal, Peter Tärgtgren ha sido siempre un currante tanto en su banda madre como en otros proyectos como Pain (que no me gustan, por cierto). Y sobre el escenario, una máquina arrolladora, exactamente la misma impresión que me dio hace muchos años cuando apenas les conocía. De todas formas me falta aun por darle un buen repaso al último disco, así que muchos temas me eran desconocidos, aunque no por ello dejé de disfrutarlas a piñón fijo, castigando el cuello a muerte al mismo tiempo que los integrantes de la banda. El sonido, una vez más (esto ya suena casi repetitivo) bastante regulero, por una parte el sonido de la batería bastante alto y con mucho eco, y por otro, el bajo y la guitarra de Peter, demasiado mezclados y aun con ese mogollón sonoro, una tralla burra que tiraba para atrás. Estaba todo tan abarrotado que solo ese detalle ya hace saber las ganas que había de verles en los escenarios de nuevo. Mucho tiempo ha pasado para mí, pero como digo, las sensaciones no pudieron ser mejores, no han perdido ni un ápice de su contundencia ni de su brutalidad, siendo para mucha gente con la que hablé uno de los mejores conciertos del día. Cuando el cuello está tan hecho polvo y los pies ya te dan hasta pinchazos, dos estiazos sonoros como pueden ser Roswell 47 por una parte y sobre todo Eraser por otra, pueden ser letales. De hecho, con esta última todavía me metí para dentro para verla más de cerca aun a riesgo de caer abatido. Aunque de todas formas… mejor morir de festival que trabajando, ¿no?
Ya está, se acabó lo que se daba… vuelta a las tiendas, derrotados más por el final de Hellfest que por el cansancio. Y digo final pero para nosotros, porque todavía quedaban más bandas en el cartel. En el mío personal, Cradle of Filth no apetecían, me han decepcionado ya más de una vez en directo y precisamente a esas horas no eran plato de buen gusto para mí. A Napalm Death les hubiese echado un ojo (y algo más) si hubiesen tocado a continuación de Hypocrisy, pero con el tiempo de la salida del autobús pegado al culo no era plan de arriesgarse y dejarse la tienda por desmontar hasta última hora. Aun tuvimos tiempo de conversaciones interesantes en las tiendas y momentos de risas, ensalzando aquella botella de Countreau que tan buenos y malos momentos había hecho pasar jajaja. Ahora, mi único objetivo, a parte de llegar a Barcelona para ver a mi novia, era rezar a Odin para que el autobús llegase pronto y así, aunque fuese muy apurado, conseguir entradas para el concierto histórico que se celebraría allí nada más llegar. Y, señores, al día siguiente… (CONTINUARÁ).
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!