En los últimos meses, por suerte, me encuentro con un buen número de conciertos sin tener que desplazarme realmente lejos de casa. No es el ritmo que a mí me gustaría, pero al menos es constante y no hay temporadas de excesiva abstinencia metalera. Eso sí, el tiempo para escribir ya es otra cosa, está bajo mínimos. Y es una lástima que haya pasado tanto tiempo desde el evento hasta la crónica que ahora mismo escribo, aunque una noche así, creedme, no se olvida tan fácilmente. Y es que no sucede todos los días que uno de tus grupos favoritos de siempre cumpla nada menos que 25 años. 25 añazos de Metal con relativamente pocos cambios de formación, con un buen puñado de discos que ya han pasado a la historia del Power Metal y al frente, el que fue el padre y creador del género, el grandísimo Kai Hansen. La que en su día no fue más que una especie de escisión de Helloween han continuado hasta estos días con unos trabajos ya algo más flojos y faltos de creatividad, pero siempre apostando por el verdadero Heavy Metal. Lo cierto es que ya me he hinchado a hablar de ellos en muchas ocasiones en este blog, pero cuando se trata de mis adorados Gamma Ray, todas las palabras dedicadas a ellos son pocas. Así y todo… he de admitir que al menos en los tres últimos conciertos suyos en los que he estado me dejaron bastante frío, hasta el punto de que, entre esto y la irregularidad de sus últimos trabajos, empezaba a llegar al punto de perder la fe en ellos. Pero… ¿sabéis esto de que, de repente, una noche, un concierto, haga que una de tus bandas favoritas vuelva a brillar con luz propia y te vuelva a enamorar? Seguid leyendo si queréis saber el porqué.
Sin embargo, es de justicia mencionar que, en este tour tan especial del 25 aniversario, no estaban ni mucho menos solos, y que venían acompañados por los londinenses Neonfly, que abrirían el bolo, y los ya más renombrados Serious Black. De la primera banda, desafortunadamente, no puedo contar nada, ya que llegamos un poco tarde a su actuación y decidimos meternos un bocata entre pecho y espalda para coger fuerzas y ya ver en toda su plenitud a los cabezas de cartel. A pesar de todo, sí que hubo tiempo de ver, aunque ya fuese en la recta final del concierto, a una joven banda que desde que nació no ha dejado de recibir elogios y girar con bandas tan importantes como Hammerfall o estos mismísimos Gamma Ray. Y es que la formación puede ser de reciente creación, pero en ella encontramos nombres como Tomen Stauch (ex-Blind Guardian) o Dominik Sebastián (Edenbridge), así como el paso del mismo Roland Grapow durante un breve periodo. También mención obligatoria para el vocalista Urban Breed, que también ha militado en un buen número de bandas. Su papel, no obstante, fue uno de los más destacados de lo que pudimos ver. Ahora que conozco mejor a la banda, no puedo dejar de recomendar el, por ahora, su único trabajo llamado “As Daylight Brakes”, un disco con un sonido y una capacidad de enganche que merecen la pena. Algunos de los temas que vimos, y que con solo una escucha recuerdo a la perfección, fueron High and Low (videoclip y single del disco), muy pegadiza, y la ferozmente rápida I Seek no Other Life, que puso fin a una actuación muy aplaudida, a pesar de faltar muchos de los miembros de la formación original. En cualquier caso, y a pesar del limitado espacio del que disponían, supieron moverse de lujo y lucirse musicalmente hablando, con unos teclados que sonaron de lo mejor, y un vocalista “comiéndose” todos los registros que hiciesen falta (el mejor de la noche sin duda) y demostrando tener grandes dotes como frontman y cantante de tonos altos. Quizá no han inventado nada realmente nuevo, pero soy de la idea de que esto no cuenta una mierda cuando hay calidad de verdad, y en este caso, es así. De momento, sigo con el disco a toda hostia.
Afrontaba el concierto de una de mis bandas estandarte con mucha alegría, ilusión, pero también recelos y algo de miedo a la decepción. Mucha gente, entre la que me incluyo, salió un tanto decepcionada de su concierto en Leyendas, por citar alguno de los últimos suyos en los que he estado. Pese al siempre reinante buen rollo de Hansen y los suyos, siempre había algo que no acababa de brillar, algo que provocaba que uno saliese de sus shows con un sabor un tanto agridulce y una sensación de: han estado bien, pero podrían haber dado mucho más de sí. Esta vez el tema era distinto. Para empezar, nos hallábamos en la sala Gamma, lugar entrañable y de grandes recuerdos para mí, que no pisaba desde hacía 4 años (y de hecho, llegaba a dudar si seguía en activo), y se suponía que la puesta en escena de la banda iba a ser más espectacular de lo normal al tratarse de una celebración tan especial. El hecho de presenciar un concierto de Gamma Ray en sala también (esperaba) que equilibrara la situación hacia el disfrute y la calidad del concierto. Pero así, en frío, ya puedo adelantar que el concierto fue un auténtico regalo para los oídos de todo fan que se precie de los alemanes, pulverizando mis mejores expectativas (para bien) y haciéndome vibrar como no lo hacía en mucho tiempo en un concierto. Una de las claves, sin duda, fue el setlist. Por una vez, y sin que sirva de precedentes, me pude abstener de ver por adelantado los temas que iban a tocar, lo que supuso grandes sorpresas y subidones casi constantes. Tendré que practicarlo más a menudo jeje.
Salimos, un ratito antes de que empezara el bolo, a saludar a mi siempre agradable colega Opi, a quien no suelo ver tanto como me gustaría, y tras la clásica y siempre interesante conversación, entramos de nuevo al meollo y cogimos un sitio bastante bueno del que no nos movimos en toda la noche. Allí, y una vez ya con el telón bajado, pudimos ver el magnífico escenario que los alemanes habían traído para conmemorar sus 25 años de existencia, tan oscuro y tétrico como siempre, y en todo momento respetando la iconografía de la banda. Bad Reputation, de Joan Jett and the Blackhearts dio la bienvenida a su personal recital de grandes temas, pero la verdadera introducción vino con la sagrada Welcome, uno de esas piezas que solo con escucharla se me ponen los pelos de punta y me trae a la cabeza cientos de sensaciones inigualables, seguida de la no menos increíble Heaven can Wait, un tema que por fin estaba en su sitio, encabezando el setlist. Su gran melodía, su luminoso estribillo… todos los músicos sonando espectaculares, Kai con sus arreglos de guitarra, Henjo con su solo absolutamente perfecto… y el público algo aletargado todavía pero respondiendo bien y avivando poco a poco el fuego. Pero el primer subidón realmente inesperado llegó con Last Before the Storm, un temazo que hacía muchos años que no vivía en directo y a la vez uno de mis preferidos de la banda que Kai Hansen, en un estado vocal bastante regulero, sacó adelante con bastante decencia. Y es que su voz probablemente está en el peor de los estados de los que le hemos visto, pero aun así tan característica que ciertos temas no serían lo mismo sin ella, aunque este tema y el siguiente, One with the World fueron originalmente grabadas con el gigantesco Ralf Scheepers. Esta última, por cierto, también rescatada de hace mucho tiempo, fue fantástico escucharla con todo ese flow que desprende. Fight además de uno de los temas que más gustó, fue el primer vistazo a su, digamos, segunda época, y una de las mejores, a un ritmo brutal de doble bombo y un trabajazo del sr. Michael Ehré, que demostró que de manco no tiene nada, que lleva ya 3 años con la banda y vino para quedarse. Algo de Helloween, por supuesto, tenía que llegar, pese a tratarse de su personal aniversario, así que Kai recordó (por primera y única vez en todo el concierto) a su primera banda con I Want Out, que no suele faltar en sus bolos, con el consiguiente desparrame de la peña, y yo por supuesto, dejándome la garganta. Pero si hubo otra cosa que marcó aun más el carácter interesante de este concierto, fue la presentación de su nuevo vocalista, quien por fin se hará cargo definitivamente de las voces del grupo ante la constante decadencia de Kai Hansen en este sentido. No es conocido, no proviene de ninguna banda de renombre… pero aun así, dio un concierto tremendo, con toda la responsabilidad que esto conlleva. Por ejemplo, y para empezar, bordó el tema anteriormente mencionado incluso las partes más altas, y esto solo para “calentar”. Fue muy bien recibido por todos, aunque mostrando algo de timidez inicial (se nota que le falta algo de rodaje escénico) y se fue alternando y complementando a Kai Hansen durante todo el show.
Siguieron las grandes sorpresas, pero esta si que fue del tamaño de un jodido castillo, nada menos que con Valley of the Kings, una de mis top 3 de Gamma Ray. Quizá fue el sonido del teclado o que no estuve muy centrado, pero casi no la reconocí cuando comenzó, pero al caer en cuenta casi toco el techo de un salto. Los coros de Dirk Schlächter, como siempre, geniales, hay que ver como domina esos falsetes y lo bien que le quedan, a parte de ser un verdadero maestro a las 4 cuerdas. Siempre me ha encantado su desparpajo encima del escenario, pero esa noche estuvo especialmente brillante, a la mínima se posicionaba sobre los bafles para repartirnos leña a diestro y siniestro y sin dejar atrás esa simpatía que le caracteriza.
Pero fue esa nota, una sola nota, la que convirtió aquel momento en el más especial del concierto. No es extraña de ver en sus directos, no hacía tanto que no la veía… pero no la esperaba. Kai sonreía mientras alargaba esa nota que daba comienzo a The Silence, sencillamente, una de las canciones más bonitas y emotivas que se han compuesto en la historia de la música. Esta vez fue Kai quien puso en solitario voz al tema, bajado de tono respecto a la original, obviamente, en los 6 minutos más intensos y emocionantes de toda la noche, incluso alguna lagrimilla se me escapó sin poder evitarlo. Esas melodías geniales, esos cambios constantes de intensidad… identifican perfectamente la genialidad infinita de la mejor época de los Gamma Ray. Aplausos a raudales, y ya que el ritmo frenético del concierto había bajado un poco, aprovecharon para echarse unos solos. El primero, a cargo de Michael Ehré, sin desentonar con la esencia divertida de la banda, fue tan virtuoso como simpático, basando sus golpes en gran parte en la melodía central de la BSO de Superman que sonaba de fondo. Por si había algún soso todavía, nos terminó de sacar una gran sonrisa a todos, dejando paso a un Dirk Schlächter que también quiso su momento, con un solo bastante “a la española” con guitarrazos secos y melodías más folkloricas (algo así como lo que nos brinda a veces el Sr. Joey Demaio), aunque mucho más corto.
Volvieron con otra introducción, otra que tal, Induction, que siguiendo el orden de su “No World Order!” enlazaron con Dethrone Tyranny, pura esencia Gamma Ray, valga la redundancia, de nuevo con la banda a pleno rendimiento (también la peña y el gran ambiente que se vivía en la Gamma). Frank Beck de nuevo saltando a escena para apoyar a su colega Kai, y brutal el solo de Henjo, uno de los músicos en que más me fijé durante toda la noche (¡y de quien me siento orgulloso de haber conseguido una púa!). Quienes conozcáis mi devoción por la banda, también sabréis que gran parte de ella viene por este impresionante y siempre infravalorado guitarrista que es capaz de tocar veloz como el trueno o mostrar toda su sensibilidad sin despeinarse con una técnica demencial. Y no solo eso, los arreglos, las partes limpias… su trabajo siempre es una delicia. De hecho, me quedé con muchas ganas de ver un solo suyo.
En esta segunda parte del concierto, se notaba que el rollo iba por otros derroteros, sacando a relucir composiciones más recientes, como Empathy, que abre su discreto “To the Metal!”. Un buen tema, aunque no genial, y es que se nota que en disco a mis Gamma Ray les falta el brillo y la creatividad tan pura que tuvieron antaño. Al menos en este sentido, no tocaron el tema To the Metal (ya empezaba a estar harto de él, sinceramente). Master of Confusion fue otro ejemplo de lo que digo, aunque en mejor sentido. Aunque recuerda a otros temas anteriores (particularmente al estilo del “Powerplant”), es de lo mejorcito que han hecho en los últimos años, y dio mucho juego en directo con los coros y tal. De hecho, fue uno de los temas en que más emocionado y orgulloso vi a Hansen. Otro regalito nos tenían preparado, tan especial como Rebellion in Dreamland, otro momento de “pelos de punta” con este himno (es que esos primeros arpegios… joder…) con el que se metieron de lleno en un medley que incluyó fragmentos de Heavy Metal Universe (¡¡Cuánto tiempoooo!!), Ride the Sky (podrían haberla tocado entera, al menos hasta la parte tras el solo) y que desembocó en una tremenda Somewhere out in Space que me puso absolutamente frenético y que Kai Hansen se atrevió a cantar casi toda él solo, y la verdad, muy bien incluso en las partes de falsete, que quedaron muy emotivas, en contraste con la fiereza del tema y el solazo frenético de Henjo.
Para casi ya el final, un auténtico lujazo de los de quitarse el sombrero, y esta vez sí, creo que nunca la había visto antes en directo: ¡¡Heading for Tomorrow!! Un gustazo ver a toda la peña con los puños en alto. Y aunque hay que decir que no la tocaron entera, si que pudimos disfrutar de un buen trozo (si la tocan entera ya me derrito jeje) dejando espacio para otro tema de su más reciente trabajo (“Empire of the Undead”), Avalon, quizá no la más apropiada, pero la voz de Frank le dio un nuevo color. Y esto es ley ya en Gamma Ray desde hace años. En cuanto escuchas las primeras notas (sean del bajo de Dirk, guitarra de Henjo, o coreados por Kai) del Send me a Sign significa solo una cosa: que hay que ponerse a saltar y a darle caña a las cervicales porque la cosa se termina con esta “marcianada” (y nunca mejor dicho jeje) que tanto sabe ganarse al público.
Salí, por muchas razones, pletórico de la Sala Gamma, pero sobre todo por una en particular: ver que mis Gamma Ray aun pueden dejarse el pellejo en cada concierto, con el aliciente de la entrada del nuevo vocalista Frank Beck (a quien todavía me cuesta encajar pero espero que se convierta en uno más con el tiempo, ya que lo merece) y devolverme la ilusión de aquellos días en los que cada concierto suyo era una pequeña maravilla en todos los aspectos, sin encasillarse en ciertos temas, sin abusar de material nuevo… y sobre todo, con muchas ganas y energía, cualidades que, siendo músicos tan carismáticos como son, les es bien fácil contagiarlo al público. Entiendo ahora que el setlist era una de las principales debilidades de sus últimos shows en directo, pero también contando que hacía mucho tiempo que no les veía en sala “como está mandao”. Las sensaciones y los recuerdos que me produce recordar aquella noche son inmejorables.
Esta misma noche espero tener también grandes sensaciones con otra de mis bandas favoritas, esta vez dentro del Doom Metal, los inmensos Candlemass, así que dentro de nada me pongo en camino y ¡nos leemos muy pronto!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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