Por cuarto año consecutivo, el festival Rock Fest Barcelona representa el techo de los festivales de Metal hechos en España en muchos aspectos. Este año para mi gusto y para el de la gran mayoría de gente del Metal, suponía con diferencia el evento más esperado del año, con uno de los mejores carteles (si no el mejor, ojo) que se han visto en la historia de este país. De hecho, viendo los carteles de otros festivales europeos (Hellfest, Metaldays, etc.), bastante llenos de moderneo, en mi opinión era incluso superior al de estos. Este año teníamos en propia casa la ocasión de ver algo realmente grande, algo que nunca ha sucedido con tanta grandeza y difícilmente se volverá a repetir, y que deja en pañales (insisto, para mi gusto) a otros festivales españoles como Resurrection o Download (especialmente este último, bastante pobre). Por supuesto, no iba a permitir que nada ni nadie me parara los pies a la hora de ir a tan magno evento, para el que incluso me tuve que pillar dos días libres de curro. Y así, tan pronto terminé el jueves, y como siempre junto a mi chica, metimos la quinta directa en un laaargo viaje a Reus, donde pasamos esa misma noche, muy nerviosos y soñando con el día siguiente, un día que ha tardado muchísimo en llegar pero que por fin estaba al alcance de la mano. Echando la mirada atrás y recordando anteriores Rock Fest, las emociones se disparaban y las ganas se hacían casi insoportables, por lo que estaba claro que aquella noche iba a dormir bien poco, y no solo debido al calor que hacía, pensando en las bandas que quería ver, en las mejoras del festival, en no haberme olvidado nada de equipamiento… Lo que viene a continuación: ¡EL COMIENZO DE LA GRAN ODISEA!
Por la mañana, nos levantamos temprano para dejarlo todo dispuesto al 100% sin fallos, todo tenía que ser perfecto. Pero esta puta vida siempre te mete algun navajazo en cuanto menos te lo esperas, y aquella mañana me levanté, por alguna razón, con una ciática terrible, tanto que apenas podía caminar erguido. No iban a ser unos días fáciles, pero eso no me iba a amedrentar: prefiero morir a no darlo todo en un festival, pase lo que pase, pese a quien pese. Además, en cualquier caso, nadie dijo que estos eventos fuesen un camino de rosas.
Poco después de encontrarnos con Guille y el resto de colegas, que también se hospedaban en el mismo hotel (al igual que mi colega Jose de Valencia jeje) llegamos al recinto: algo raro sucedía. La cola casi inexistente de otros años se había transformado en una fila de gente que fácilmente superaba el medio kilómetro de longitud. Esto me dio muy mal rollo. Las cosas no iban como habíamos planeado, y peligraba enormemente el asistir al concierto de unos interesantísimos Pretty Maids que tenía muchas ganas de ver. Anteriormente habían tocado los locales Astral Valley. El concierto de los daneses dio comienzo con puntualidad, y pronto nos llegaron rumores de que la apertura de puertas se había producido mucho más tarde de la hora estipulada. Ya empezamos con las mierdas de Rock’n’Rock y las organizaciones made in Spain, pensé. Así, desde lejos, escuchamos los primeros temas de la banda, contando los minutos para poder acceder al recinto, algo que, por desgracia, no llegó a pasar cuando debía… y nos perdimos el concierto. Esto me produjo una rabia muy intensa, ya que no es justo. Al menos, en la cola conocimos a mucha gente interesante, unos grandes fans de Los Suaves, Nicolás, y su mujer, con quienes estuvimos casi todo el rato hablando, y Jesús, un mejicano con los suficientes cojones como para haberse venido desde su país casi explícitamente a ver a los Running Wild. La cola avanzaba con muchísima lentitud y, cuando por fin estuvimos dentro, vimos los últimos minutos de Pretty Maids, que obviamente, no supieron a nada :(.
Pronto me coloqué entre las primeras filas del escenario anexo, solo, ante el desinterés generalizado de mis acompañantes, para ver a una de mis 5 bandas imprescindibles de este festival (por suerte, aun llegué con tiempo de sobra). Me refiero a los ingleses Paradise Lost, auténtica devoción para mí, que aunque tocaron a horas poco amables, estuve allí dispuesto a darlo absolutamente todo y empezar, por fin, el festival con toda la ilusión y las fuerzas posibles. Para mi no pudo existir mejor apertura que esta. Silenciosamente, uno a uno fueron apareciendo en escena, con especial recibimiento del gran Nick Holmes, al que volveré a ver con Bloodbath en Agosto. Muchas ganas, en general, había para este concierto. Por mi parte, hace unos cuantos años que no les veo, y cuando empezaron con No hope no sight y especialmente Pity the sadness, empezaron también las sesiones de headbanging, y todo el mundo estaba contento de volver a verles. Sin pantalla, y con la mínima decoración de fondo, la actuación estuvo marcada por un enorme repertorio, lleno de clásicos y temas de su época más reciente, a cada cual más guapo. Incluso se atrevieron con One second, de su época pre-electrónica. Los temas más nuevos triunfaron igualmente, y es que Paradise Lost, en cuanto a discografía, viven una segunda juventud desde hace ya unos cuantos años, y la gente recibía uno tras otro, The Enemy y Faith Divides Us - Death Unites Us. Me encantó especialmente esta última, oscura, agónica, con ese feeling inmenso de Nick a la hora de interpretarla. Sin embargo, cuando nombró el “Draconian times” hubo una algarabía, un resurgimiento de la gente, al interpretar Halloweed Land, fantástica. Vi a Aaron mucho más animado que de costumbre, mientras su compañero Gregor, pie sobre el monitor, demostró un comportamiento auténtico. El propio Nick también estuvo muy comunicativo y casi amable con la peña. Lo único que no me gustó es que no tocaran nada del “Tragic Idol”, para mí uno de sus tres mejores discos, aunque su último trabajo no desmerece, con temas Return to the Sun. Vuelta a sus orígenes con As I die, con voces más orientadas a los guturales, que Nick conserva perfectamente y con el remarcado bajo de Stephen, que quizá obtuvo demasiado protagonismo por culpa del sonido. El único cambio de formación desde la última vez que les vi, es la entrada a la batería de Waltteri Väyrynen. Creo que con Embers fire, a todos se nos puso en algún momento la carne de gallina, aunque hay que decir que el sonido no era demasiado bueno, y muchos detalles quedaban enterrados entre tanto descontrol. El momento con el que me quedo es el que sonó Beneath broken earth. Cualquiera diría que un tema tan lento y agobiante no era apto para aquel calor que nos apretaba de lo lindo, pero lo cierto es que metió a la gente en una especie de trance con ese sonido tan Doom, y fue una de las más aplaudidas. Fue como una especie de interludio antes de The last line, broche de un gran concierto para levantar el puño bien alto y la melena al viento.
No tuvimos que correr mucho, ya que Queensryche, segundos del día para nosotros (ahora sí, toda la peña junta y disfrutando) todavía iban a tardar un rato en hacer el cambio. “Estos son los del Operation Mindcrime”, decían por ahí mientras esperábamos. Parece que, con el tiempo, la banda solo ha pasado a ser conocida por la gente por su gran obra maestra, pero servidor piensa que hay mucha más chicha que sacar a este grupo, uno de los más grandes y valorados en su día, que con tanto cambio de formación, historias chungas y actitudes negativas, han perdido muchísimo status. Pero lo que vimos aquel día fue una banda compacta, con muchas ganas y sobre todo, con una técnica instrumental absolutamente perfecta, envidiable, y es que el heavy metal progresivo nunca ha dejado de ser lo suyo. En cualquier caso, y como se esperaba, dieron muchísima cancha a su gran joya, ese “Operation Mindcrime”, y los primeros temas fueron unos disfrutadísimos Operation: Mindcrime y I don’t believe in love, que me trajeron muy buenas sensaciones y recuerdos, bajo el asfixiante calor de aquella mañana de verano. Tenía muchas ganas de ver a Todd La torre, que junto a Parker Lundgren son las incorporaciones más recientes a una banda que, por otra parte, conserva al resto de sus miembros originales, lo que casi garantiza un gran espectáculo en la parte técnica y sin duda es la versión más legítima que podemos ver hoy día de Queensryche (aun sin Tate ni DeGarmo. Temas muy exigentes para la voz como The mission pusieron a prueba a Todd, que a aparte de ser un gran frontman (no paraba de “asomarse” al público, pedir ánimos, o correr por el escenario), demostró que podía defender con creces los temas de cualquier época, aunque cierto es que esta última le costó más de lo esperado en las partes más altas. Cambio de tercio (y disco) con Empire, de mi segundo disco favorito de la banda, con esperanzas de que metieran bastante material de este, aunque finalmente no fue así, pero sí que nos tenían reservada más de una sorpresa de sus primeros álbumes, como Take hold of the flame y sobre todo Queen of the ryche, una de sus primeras composiciones, que animó cantidad el cotarro. Pero fue el gran final lo que hizo que su actuación fuese una de las más destacadas del día, con Revolution Calling (ahora sí, coreada por todo el mundo a grito “pelao”) y la esperadísima Eyes of a stranger. En este punto fue cuando la peña se animó de verdad. Hasta ahora, había bastante gente viendo el concierto pero muy pocos dándolo todo. De nuevo Todd defendió perfectamente el legado de la banda, mientras que Eddie Jackson o Parker no pararon ni un minuto, con una actitud fantástica. Por cierto, muy extraño y sospechoso que no tocasen Jet city woman, que no debería faltar en sus setlist, aunque tampoco Walk in the shadows.
Ahora, ya pasado el mal trago de la agónica y desesperante entrada, de haberme perdido a mis queridos Pretty Maids y de algún detalle de mal gusto, como que la mayoría de los seguratas fuesen unos auténticos gilipollas, me sentía pletórico (aunque con un dolor de espalda bastante molesto), vivo, con esa insuperable e inigualable sensación de estar ante el comienzo de algo muy grande, de uno de esos festivales que te deja un gran sabor de boca pese a sus carencias y que te lleva por mil y una emociones con sus actuaciones.
La tarde empezaba a caer pero seguía cayendo, salvo ratos ocasionales, un sol tremendo. Y una vez más, tengo que disculparme ante los Angelus Apatrida, ya que hace mucho tiempo que no disfruto de una de sus brutales descargas en directo por temas de horario y saturación de bandas. Son una gente a la que respeto muchísimo por llegar hasta donde han llegado, y doy fe que en acción son casi insuperables, pero el estómago rugía ya con hambre y tuvimos que elegir su hora para hacer un descansito y tomarnos algo refrescante en el coche.
Con Metal Church tenía que ir al trapo sí o sí por varias razones. La única vez que les había visto hasta ahora fue un poco extraña, y hace más de diez años; tenía que comprobar lo que podían dar de sí en directo al 100%. La cosa empezó de vicio con la introducción elegida: el tema principal de Terminator 2 (como siempre digo, sin duda la mejor película de acción de la historia). Esto motiva a un puto muerto, y mis ganas de que empezaran aumentaron. Nada más escuchar los primeros compases de batería, me di cuenta de que en este concierto el sonido iba a mejorar notablemente respecto a los anteriores. Los golpes se escuchaban con una claridad fabulosa, y el rugir de las guitarras llenaba el ambiente con mucha fuerza. Encontramos a Kurdt Vanderhoof como único miembro original de la formación, lo cual les hace perder valor en teoría, pero lo cierto es que, a raíz de lo visto, han sabido mantenerse en la línea, y su heavy metal con muchos toques de thrash sigue siendo avasallante. Sobre el escenario, todo eran carreras sin parar, los músicos ofrecieron un buen espectáculo físico desde el principio, y especialmente destacaba la actitud de Mike Howe, también de la vieja escuela, por quien parece que no pasan los años. Su voz continua siendo tan rasgada y gritona como siempre, y conserva mucha potencia, aunque en ciertos momentos me di cuenta de que forzaba mucho y en más de una ocasión se le escapó algún gallaco (cosas sin importancia, y compensadas de sobra por la energía que demostró). Con Start the fire la liaron parda. La peña de las primeras filas liándose a cabezazos al ritmo de un riff absolutamente magistral y ese sabor 100% ochentero que destilan aun hoy en día. Y es que esta banda, pese a llevar más de 30 años en escena, nunca han querido ascender a primera división, algo perfectamente respetable, pero esto no les ha impedido reclutar a un buen número de fans. Metal Church era uno de esos caramelitos que de vez en cuando ofrece el Rock Fest y que nadie debería haberse perdido. El ambiente estaba caldeado y no solo por el calor. Mike Howe contribuía a ello con sus estridentes gritos y sus perpetuas carreras de punta a punta del escenario. Los solos por parte de ambos guitarras, espectaculares. Badlands (si no recuerdo mal, fue esta) dio una tregua corta, para continuar con guitarras afiladísimas que sonaban de muerte. Parece que la fuerza del sonido iba aumentando conforme lo hacía la actuación. Por desgracia, y con una joyita a todo trapo de su más reciente álbum (Killing your time) nos tuvimos que despedir de ellos poco antes de que terminaran de sonar. Y es que he de decir que lo de la carpa a modo de tercer escenario… francamente, me sobraba del festival.
Meses antes, cuando me pasaba los días atento a las confirmaciones, me di cuenta de que se estaban pasando con el número de bandas, y me olía algo similar hasta que mis sospechas se hicieron realidad: un tercer escenario, por el que bandas que quería ver se iban a solapar entre ellas, y que seguramente sonaría fatal.
El siguiente concierto, al que tuvimos que acudir a paso ligerito para evitar aglomeraciones, me confirmaría todas las sospechas. 1º - solapados con Metal Church y Sociedad Alkoholika, dos bandas que no quería perderme por nada. 2º - Tan pronto salió la banda a escena, saludaron, y comenzaron los primeros guitarrazos de Vertigo, se confirmó que aquello iba a sonar mal, muy mal. De hecho, sonaba como el jodido CULO, para que vamos a engañarnos, a pesar de los esfuerzos de la banda. Eso por no hablar de la bestial aglomeración que nos encontramos (apenas pudimos coger un sitio empotrados con la valla del puesto de sonido), del nauseabundo olor a humano, de que a veces se escuchaba mejor el concierto de S.A. (desde el otro escenario)… en fin, una cagada tras otra. Ya sabía yo que esto no iba a ser una buena idea: poner un tercer escenario en la carpa resultó ser un zurullo de proporciones titánicas. En cualquier caso, pensé para mis adentros: Javi, intenta disfrutar del concierto como sea. Y bueno, al menos, puedo dar absoluta fe de que lo hice, porque al final estos suecos pueden con todo con sus grandísimos temas y su directazo, a pesar de que su nuevo “Monumentum” todavía no está completamente asimilado y del que cayeron unos cuantos temas aquella tarde, empezando por la citada Vertigo o Never look back que suenan 100% a Eclipse y que la banda interpretó con toda la energía del mundo a pesar del reducido espacio para moverse con el que contaban. Vamos, igual que nosotros, porque moverse al ritmo de los temas era casi una odisea. Pero con Wake me up era imposible contenerse, y si molestaba a alguien me la traía floja. La voz de Erik Martensson brillaba con luz propia, ya que el resto de instrumentos estaban mezclados en una indescifrable pelota sonora bastante molesta para el oído. De todas formas, chapeau por la actuación, desde el batería, muy simpático en todo momento, a los “cuerdas” del grupo. Hablando de guitarras, Erik se colgó la suya para interpretar, con mucha ayuda del público, Battlegroud en versión acústica, y le quedó de maravilla, muy coreada. Downfall of eden o Killing time fueron dos temas de nueva factura (Erik ya nos avisó de que sintiéndolo mucho caerían unos cuantos jeje) pero con lo buenas que son las melodías y con la capacidad de adicción que tienen, pronto formarán parte del setlist habitual. Ahora fue otro el que se colgó la segunda guitarra, pero no fue nadie del grupo, sino un invitado especial: un chico de la zona que por lo visto les ha seguido por todo el tour que han hecho. ¡¡Ese es el espíritu!! Como recompensa, le dejaron tocar Jaded con ellos y la verdad es que lo hizo de lujo, la gente le apoyó mucho y seguro que sería como un sueño hecho realidad para él. Lástima no poder haber apreciado más detalles, ya que por ejemplo el teclado estaba prácticamente ausente, una putada por el papel que juega en los temas. Dos de estos, grandes hits sin duda, anunciaban la recta final. Stand on your feet tiene uno de los ritmos más guapos de toda su carrera, acompañada por un riff magnífico, y un puente que se te queda a la primera. Gustó muchísimo, como no, todo el mundo participó en ella. El punto final lo puso I don’t wanna say I’m sorry, uno de sus temas bandera, con una melodía grandiosa, un clásico ya dentro de la new wave sueca de hard rock. Sin embargo, me decepcionó el hecho de que tocaran tantas nuevas y dejaran fuera Bleed and Scream o sobre todo Breaking my heart again, para mí su obra maestra.
Salimos de allí chorreando de sudor, y planteándonos seriamente si sería buena idea ver a muchas más bandas en aquella carpa, que por cierto, de noche ganaba puntos, pero de día la decoración parecía la de un jodido cumpleaños.
Pero… ya que estábamos tan cerca y que el concierto de Eclipse (a pesar de todo) nos había dejado extasiados… ¿por qué no arrimarse a ver a los brutales Soziedad Alkoholika? Una banda que, desde crío, me ha encantado, y que pese a lo que muchos digan, encajaba perfectamente en este festival. Sí, con un tono mucho más reivindicativo y menos apegada al Metal que la gran mayoría, pero con un directazo tan acojonante que haría palidecer a más de un grupo extranjero. Dicho y hecho, salimos corriendo de la carpa (y ya van unas cuantas carreritas jeje) y nos situamos entre la poca gente que estaba viendo a los de Vitoria. Muy poca gente, y también increíblemente poco movimiento para la caña que estaban metiendo, cuando llegamos, con Piedra contra tijera o Cuando nada vale nada, temas dignos de dejarse las cervicales, como hicimos mi chica y yo. Aun así, echamos muchísimo de menos el mogollón, pero no queríamos meternos en las primeras filas porque es mejor ver el concierto de lejos pero bien. Pero las ganas de hostias aumentaban, y es que cada vez que tocan Padre Black&Decker, contra los putos curas violadores de mierda, me hierve la sangre y apenas puedo abstenerme de hacer el cabra y dejarme la voz a gritos. Además, la tocan súper acelerada y con una mala virgen que ni os cuento. ¡¡La tensión al máximo!! Juan aguanta el tirón vocal con una planta y con una actuación escénica excepcional y además siempre muy agradecido y comunicativo. Y también es cierto que Alfred Berenjena no es Roberto (considerado por muchos el mejor batería de España), pero no se puede poner en duda su dedicación y su contundencia a la batería, siendo un elemento clave de la banda por sus contratiempos y su rapidez en cortes como S.H.A.K.T.A.L.E. Pero inexplicablemente, tan solo consiguieron unos tímidos moshpits entre las primeras filas ¿qué cojones le pasaba a la gente? Menudos sosainas… Tan solo se animó todo el mundo al unísono con la conocidísima Nos vimos en Berlín, que naturalmente a nosotros nos supo a gloria.
Fue el momento de transición entre el día y la noche. El cansancio empezaba a pesar ligeramente y los pies a doler, pero lo que más jodido me tenía era la puta espalda y los calambres. Pero no, no pensaba ceder ni por un solo minuto. Si me iba a destrozar, mejor hacerlo en un festival siendo feliz que amargado en el puto trabajo. De todas formas, nos permitimos un pequeño descansito sentados en la “hierba”, que por cierto, fue una de las mejoras más agradecidas de esta edición, el cubrir el 90% del recinto de los conciertos con una malla de césped artificial. Gracias a esto, uno se podía sentar en cualquier sitio sin ponerse perdido de tierra, y de esta forma se eliminaba la polvareda en los conciertos más agresivos. Lo malo es que el terreno no había sido allanado previamente, con lo que las protuberancias del suelo y las piedras seguían allí… En fin, que tampoco vaya a ser todo críticas negativas, bien por este detalle. Con el culo bien sentado para recuperar algo de fuerzas (y con el hambre llamando a la puerta de nuevo), vimos por las (benditas) pantallas a un artista cuyo nombre es sinónimo de Black Metal y de clásico: Abbath, el líder de la formación noruega Immortal, con su proyecto personal emprendido desde su separación definitiva de la banda (que ahora continúa solo con Demonath y Horgh. La curiosidad me hizo estar bastante atento. Esperaba un Black Metal rudo y frío, pero menos tradicional, y estaba en lo cierto pero solo en parte, ya que a veces los riffs repetitivos y cargantes, y las virtuosas baterías hablaban por si solas, por supuesto, siempre con el sello del bajista y cantante que otrora lideró Immortal. Su inconfundible voz retumbaba en todo el recinto gracias a un buen sonido, con un volumen algo pasado de rosca (pero que mola). Y por cierto, hasta llegado el momento de mover el culo, escuché, ya pasada la mitad del bolo, más de un tema de Immortal, concretamente y si no me equivoco, Tyrants, entre otras. El sonido iba por buen camino en los escenarios principales, aumentando en intensidad y claridad y si no me equivoco, fue en este concierto donde pudimos ver los primeros fuegos.
Quizá dejándome llevar por la nostalgia de los viejos tiempos, me acerqué a la carpa en donde en teoría estarían tocando unos viejos conocidos, los Reincidentes, banda consolidada en los circuitos del punk rock (cada vez menos punk y más rock desde ya hace muchos años) de casi toda una vida. Cual fue mi sorpresa al ver que, con media hora de retraso todavía no había ni rastro de la banda, debido sin duda a graves problemas con el sonido, que no estaban completamente solucionados cuando empezaron. Muy vacía quedó esa Rif-raf (con lo que mola para echar un bailoteo) o la cañera Vamos pal infierno, con un sonido muy empobrecido y un Fernando al que se le veía un poco cansado, seguramente mosqueado por los problemas. Hasta llegado El canto del alfajor no empezó a verse algo de movimiento, la gente parecía estar allí más por curiosidad que por otra cosa, pocos conocían los temas. Sin embargo, acabé pasándomelo bien con la vacilona Aprendiendo a luchar, un mensaje siempre necesario y una parte final siempre divertida. Con Otra vez y alguna otra conocida, me retiré para reunirme de nuevo con mi chica para ir a dar un bocado antes del “reinicio” de festival con una banda que, para muchos, era la más esperada de todo el evento.
Acudimos fuera del recinto, en donde había una especie de bar en el que hacían pizzas y bocatas bastante buenos y a un precio razonable (no como el puto robo que suponía tomarte algo dentro), quedando bastante bien y con las fuerzas casi recuperadas para la recta final de aquel primer día. De momento, entre unas cosas y otras, tenía la impresión de que el día podría haber cundido mucho más: nos perdimos a Pretty Maids, vimos muchos medios conciertos, el sonido fue bastante pobre en general. También es cierto que el cartel del primer día, aun conteniendo nombres de oro, era para mí el menos atractivo de los tres. Pero lo que venía ahora no me lo pensaba perder por nada del mundo. Y es que ya casi podía escuchar las gaviotas, el oleaje del mar, las gaitas y un grito de AAAAAAARRRRRRiad las velas!!!
Los piratas del Metal por excelencia, prácticamente creadores de un sub-genero, o mejor dicho de una temática / estética de la que han tomado parte bandas como Alestorm o Swashbuckle. Y es que ya no son tan valorados como en sus primeros años, pero Running Wild fueron (y siguen siendo, que cojones) una eminencia en cuanto al Heavy/Speed se refiere, y no solo por su estilo inconfundible (visual y sonoro), si no por sus grandes discos y temazos en toda su carrera, que decayeron un poco con la llegada del siglo 21. En cualquier caso, si no me falla la memoria y mis datos no son incorrectos, hacía la friolera de 12 años que no se pasaban por nuestro país (donde, por cierto, ahí estaba yo dando caña) para obsequiarnos con un buen concierto. Para muchos, de hecho, iba a ser la primera vez. La cantidad de gente a estas horas, como suele pasar, ya era enorme, todos querían ver los últimos conciertos y en especial el de los alemanes. A modo de introducción, escuchamos varios fragmentos de temas de toda su carrera (sospechosamente parecido a lo que luego harían otras bandas como Aerosmith o Gotthard. Pero por fin llegó la buena ¡Fistful of Dynamite! Como una horda de forajidos, salieron a la carrera todos los miembros de la banda, atronando ya de primeras con un gran sonido que se escuchaba muy bien desde donde estábamos, no demasiado lejos pero tampoco en las primeras filas. Bad to the bone fue… LA HOSTIA. De repente, escuchar ese riff después de tanto tiempo, en toda la cara, mientras el capitán Rolf se mostraba tan aguerrido y contento, no tiene absolutamente ningún precio. Puños en alto, todos empezamos a cantarla mientras movíamos el cuello a base de bien. Grandísima sensación inicial, al tiempo que seguía sonando Rapid Foray o la clásica Lead or Gold.
Llamaradas de fuego salían de repente del extremo del escenario, otro punto más para la actuación, cuyo calor se notaba incluso desde lejos. Las guitarras tenían un ritmo trepidante, tanto en los nuevos temas como en los viejos, se notaba la pasión en la banda, más incluso de la que recordaba. De momento habían metido joyitas de discos como “Death or Glory” (sin duda mi favorito), “Pile of Skulls” o “Rapid Foray”, pero el puntito para volverme loco del todo llegó con Riding the Storm, tema inmortal, sinónimo de rapidez y de puro Heavy Metal que asoló las costas de Barcelona como un vendaval inclemente, a ritmo fugaz de doble bombo y guitarras sin piedad. ¡Yeah! ¡Casi me dejo el cuello! Qué ganazas tenía de escucharla, pero quedaba mucho que ofrecer, a medida que las llamas continuaban saliendo, los músicos seguían disfrutando de la actuación, animados y demostrando porqué son tan grandes con esos solos y esa velocidad o, por ejemplo, con el genial solo de batería que nos regaló el gran fichaje de Rolf para sus directos, llamado Michael Wolpers, uno de esos largos y virtuosos, que saben conectar con la basca. Rolf nos provocaba de vez en cuando para picarnos, y lo hizo de perlas al poco tiempo de empezar a descargar Under jolly roger, que todos esperábamos como perros babosos. Un tema que ha marcado época sin duda, pero la lista de clásicos seguía con Stick to your guns del “Rapid Foray”. Con vistas a lo que se nos venía encima, nos movimos rápidamente, aprovechando la confusión, al escenario contiguo, en donde esperaba la actuación de Avantasia. Sin embargo, desde allí podíamos seguir con auténtico lujo de detalles la actuación de Rolf y compañía, que para colmo tiraron la casa por la ventana con Conquistadores, que se vivió con muchísima intensidad y muchos saltos en casi todo el espacio más cercano al escenario. Un setlist esta vez mucho mejor que en aquel Metalway del 2005, con la gira del flojete “Rogues en vogue”, repleto de clásicos y de mucha, mucha velocidad.
Por fin, el colofón de la noche. Fue una de las primeras bandas en anunciarse (si no la primera) y una de las principales culpables de que yo estuviese en Santa Coloma aquel finde. Y es que… ¿quién puede resistirse ante tal grandeza? Probablemente, a quienes no gusta el power metal o el rock melódico no puedan apreciarlo como es debido, pero una vez más lo digo: poder ver esto es casi un sueño y algo que todos deseamos que se repita, pero nadie sabe cuando puede ser la próxima vez. Y es que el esfuerzo de Tobias Sammet, genio y figura compositor de toda la obra de Avantasia, debió ser titánico para cuadrar las agendas de todos los músicos que han colaborado en todos los discos, y no hablemos ya de todos los participantes en los directos. El escenario lucía idéntico al que pudimos ver el año pasado en el Leyendas del Rock. Grandes ruinas de fondo, un telón fantástico, varios niveles para los coristas… todo un espectáculo. En principio, sobre el escenario estaba el propio Tobias, Oliver Hartmann a la guitarra, su compañero de instrumento Sascha Paeth (también productor de la ópera) Andre Neygenfind al bajo y Felix Bohnke de Edguy a la batería y por último Miro Rodenberg a las teclas. Como cantantes de apoyo, Amanda Somerville y Herbie Langhans a los coros y también protagonistas en varios temas. Gran formación hasta ahora, la misma que llevan desde el año pasado. Conforme fueron cayendo los temas, empezaron a salir los invitados. En cuanto dio comienzo el show, se noto el entusiasmo general, Mistery of a blood red rose transmite muy buenas vibraciones y es ideal para que Tobias vaya entrando en calor. Con Invoke the machine, se presentó a Ronnie Atkins (Pretty Maids) al que al menos pudimos ver más rato en este segundo intento, y se quedó también para un tema cuyo riff saltó todas las alarmas, porque es uno de los favoritos de mucha gente. Abría “The Scarecrow” y se llama Twisted mind, un tema que ya forma parte de los clásicos de la banda. En orden de disco, The Scarecrow le siguió, con Tobias al límite de sus posibilidades y con una colaboración que siempre acaba siendo de mis favoritas: el grandioso Jorn Lande, parte ya imprescindible de la familia Avantasia. Especialmente en la parte más cañera es cuando me dejó absolutamente anonadado con la potencia y el aguante de su voz, un verdadero torrente que deja en bragas a la mayoría de sus compañeros (especialmente si no está Michael Kiske, como fue el caso). Como él mismo dijo, Promised Land fue compuesta especialmente para él, y es que en concierto la borda, le queda como anillo al dedo.
Estábamos bastante aprisionados entre la gente, en una buena posición, muy cerca del escenario, pero en donde costaba moverse. Sin embargo, fue un gustazo poder observar con detalle a Sascha paeth, un talento absoluto, un guitarra maravilloso, que saca magia de sus seis cuerdas cuando le da la gana. Su forma de tocar solos es refinada y rápida, en definitiva, un auténtico privilegio para la formación. Casi lo mismo se puede decir de Oliver, un grande a las seis cuerdas y a la voz, aunque está última faceta está muy desaprovechada en los directos. Por suerte para los que somos fans suyos, tuvo la oportunidad de cantar varias frases en Dying for an angel, una de las más alabadas en esta primera mitad y que por si sola describe a la perfección el estilo musical actual de Avantasia. Mágico momento, como siempre que la he visto en directo, el que corresponde a The story ain’t over, con una melodía que hechiza, una cadencia guapísima y un invitado estrella como Bob Catley (más tarde repetiría), que otorga al tema un aire añejo y entrañable que lo hace único, sin duda una de las mejores baladas. De momento Tobias quedaba un poco a la sombra de sus invitados, pero llegado el momento de practicar auténtico power metal (del que, tristemente él mismo reniega a día de hoy) con Reach out for the light se notó que su voz ha perdido mucho y no es ya ni la sombra de lo que fue. Tuvo a Herbie como ayudante en las partes más jodidas (las de Kiske, principalmente) pero ni uno ni otro supieron acicalar el tema como es debido. A Sammet le faltaron unos cuantos tonos y bastante resistencia, y Herbie lo hizo muy bien, pero dudo que sea el tema adecuado para él. Voz bastante regulera en general, y otro detalle que no me gustó nada: el solo estaba totalmente cambiado. Odio que hagan eso, sea quien sea. En cualquier caso, también quedó demostrado que Kiske es imprescindible también en Avantasia, y su ausencia se notó. Bajando unas cuantas marchas de velocidad, Farewell siempre me pareció una maravilla, fantástica para relajarse un poco y cantar a pleno pulmón ayudando a la, por otra parte, alucinante Amanda Somerville, que hizo una gran pareja con Tobias.
Por cierto, otro detalle que me decepcionó ligeramente. El líder aseguró que, para el concierto de Barcelona en concreto, tendríamos muchas sorpresas, a nivel de invitados y sobre todo a nivel de temas que rara vez o nunca se habían interpretado en directo. Mentira cochina por parte de Sammet. El setlist fue 99% idéntico al del Leyendas 2016. Yo que me esperaba un Chalice of Agony o un Neverland… mi gozo en un pozo. Pero bueno, es justo decir que a nivel de cantantes sí que hubo una gran sorpresa que nos encantó a todos: la presencia del grandioso, incomparable, y genuino Geoff Tate, ex-Queensryche, una de las voces más influyentes de la historia del Metal. Seduction of Decay, tras un pequeño diálogo de admiración mutua entre Tobias y Geoff, sonó de puta madre con el vocalista americano (que también la canta en disco), viéndose claramente que continua teniendo una técnica asombrosa a la hora de modular su voz (el mismo Kiske dijo en una ocasión que fue una de sus principales influencias). Con sus pendientes, su traje elegante y su sombrero, todo un patriarca, el tío. Todavía con él sobre el escenario, sabíamos que había llegado la hora de saltar hasta dejarnos los tobillos con Avantasia, sobradamente conocida por todo el mundo, icónica y 100% power con esos teclados. Para los que queríamos algo más rápido (pequeña sorpresa, vaaaale, lo admito) tuvimos Shelter from the rain con la vuelta a escena del gran Bob Catley, cuya parte quedó de lujo, añadiendo ese histrionismo tan típico de él a su voz tan cálida y curtida. Lande se reincorporó junto a Catley (y Tobias, claro) para interpretar Runnaway train y la compenetración entre ambos fue total. Un gustazo inmenso verles cantar codo con codo, dos voces diametralmente opuestas conjugándose a las mil maravillas. Cuando Sammet habló de un tema largo y grandilocuente… soñé despierto con The Seven Angels… sabiendo que no sería real. Poco después, desveló que el tema era Let the storm descend upon you sin duda genial y que se me pasó como si durase 2 minutos en lugar de 12.
Me gusta bastante poco la actitud de Tobias cuando va de mentalidad súper mega abierta y súper happy flower, como cuando dijo: a los truemetaleros no les gustará porque es una canción pop, blablablabla… No me extraña de un hombre que dijo que ya no le gustaban sus propias raíces, las que le hicieron grande y a las que debe eterno respeto (a ellas y a sus fans). Pero bueno, oye, Lost in Space no está tan mal, sí que es extraña y marciana, y tengo en la cabeza unas 10 canciones que me hubiese gustado escuchar antes que esa, pero me trae buenos recuerdos y su melodía mola bastante. El problema es que si uno va con esa mentalidad, al final acaba haciendo technoheavypopgrunge, y eso para mí es contaminación infame. En cualquier caso, fue la antesala para el final al que nos tienen acostumbrados, con los teclados abriendo para Sign of the cross… ¡¡con la que todos nos volvimos jodidamente locos!! Una pasada poder liberar energía y saltar con esta obra maestra de canción, un estribillo genuino conocido por absolutamente todo el mundo. Lo mejor es que, al llegar a la parte que canta Kai Hansen en disco, el tema desembocó en el estribillo de The seven angels, de la que siempre me quedo con ganas (verla entera en directo es más que un sueño para mí) pero que puedo disfrutar infinitamente aunque solo sea por unos minutos, con el elenco de músicos al completo encima del escenario, brincando y haciéndose gestos unos a otros, es como el final del más grandioso de los musicales de teatro.
Sin duda alguna, lo de Avantasia aquella noche fue mágico. Ya esperaba que fuese el mejor concierto de la primera jornada, pero lo fue además con mucha diferencia. Es el día que más claro tengo quien me gustó más. Y es que cuando los astros se alinean y Avantasia sale una vez más de gira, uno debe prepararse para lo más grande. Un último detalle: la iluminación fue, sencillamente, espectacular, quizá la mejor de todo el festival.
Con muchísima emoción en el cuerpo, tan solo Saurom quedaban en la lista de bandas por tocar aquella noche, pero entre el hecho de que faltaban aun 2 horas y que no es una banda que me emocione especialmente (aunque las últimas veces que les he visto les he cogido bastante cariño) decidimos que era hora de retirarse. El día siguiente sería muy duro y desde bastante pronto. Además, el primer día de un festival tan intenso el cuerpo acaba bastante resentido. Piramos hacia el hotel, que quedaba a unos 15 minutos de Santa Coloma, en Barberà del Valles (el Eurostars EXECUTIVE, ojo al dato jejeje) que nos salió por una miseria y jugó un papel fundamental en nuestra recuperación diaria. Por cierto, y dicho para finalizar, no es que me haya vuelto más exquisito con el tiempo, es que prefiero mil veces pagarme un hotel que me la claven hasta el fondo con su bus y su zona de acampada de mierda con precios totalmente abusivos.
¡Nos leemos para el día siguiente!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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