Aunque, como ya he repetido varias veces, este año está siendo absolutamente cojonudo en cuanto a conciertos (y no solo en número, también en calidad), este era sin duda el fin de semana más esperado por mi de este 2017 que casi llega a su fin. A parte de coincidir con el puente, las cosas no pudieron salir más rodadas, y nos metimos dos bolacos en dos días que nos dejaron temblando. Este que nos ocupa, el de Eclipse, llegó mucho después que el otro, pero surgió casi de la nada como una inmensa sorpresa y alegría que por supuesto no íbamos a desaprovechar. Esta coincidencia vino al pelo, pero también nos dimos el gustazo de pasar unos cuantos días en Madrid, en donde cada vez me siento más a gusto, lejos del trabajo y de la, a veces, agobiante rutina diaria. Las perspectivas no podían ser mejores, y ya os adelanto que la realidad superó con mucho a las expectativas. El miércoles salí de mi asqueroso trabajo como el puto Pedro Picapiedra, deseando disfrutar de la vida, del relax y del descanso… unas horas antes de la gran tormenta. Salimos sobre mediodía mi chica y yo hacia la capi, y salvo una panda de perros hijos de puta que decidieron tocarme los cojones (literalmente), el resto fue un placer, con muchísimas ganas de disfrutar y con lo ánimos hasta el techo, decididos a exprimir al máximo estas últimas semanas del año. Llegamos y tomamos el descanso justo en el hotel, tras zampar a lo bestia en el parking de un centro comercial, pero aunque tuviésemos unos cuantos días por delante, el tiempo iba bastante ajustado: mucha peña a la que visitar y muchas cosas que hacer. Un par de días más de puente no habrían estado nada mal jeje. ¡Allá vamos!
Una nueva oportunidad de conocer salas en las que nunca he estado se presentaba a las puertas de la Sala But. Nada más llegar, vimos a Erik Martensson en la acera de enfrente, encapuchado en plan incógnito, pero no quisimos molestarle. Nos sorprendió gratamente la enorme cola que se formaba a las puertas de la sala, que casi doblaba la manzana, pero al mismo tiempo me inquietó pensar que la sala pudiera ser pequeña y estar abarrotada hasta la asfixia. Decidimos esperar a que se vaciara un poco y nos tomamos un par de cubatas en el bar de enfrente, a donde por cierto no volveré jamás (16 euros por un par de cubatas, ¿estamos locos o qué?). Hicimos tiempo hablando y soltando paridas varias hasta que por fin abrieron puertas, muy pronto para mi biorritmo conciertero, pero qué se le va a hacer. En esos momentos, entramos a la sala para descubrir que esta tiene un aforo bastante decente, ideal para una banda como Eclipse, que ya desde hace algún tiempo es capaz de petar este tipo de sala sin ningún problema. De hecho, yo juraría que hubo sold out a última hora, porque el mogollón era impresionante. Lo primero que hicimos fue (a parte de pasar de la barra hasta el culo jeje) buscar a nuestro colega Pedro, con quien dimos en seguida. Y es que con gente así es un gustazo, ya no solamente pasar un concierto, sino cualquier momento. Creo que sin él el concierto no habría sido tan divertido, así que le mando un enorme saludo desde aquí.
Todavía no tenía demasiado claro si los únicos del cartel iban a ser Eclipse o por el contrario llevarían a alguna banda acompañándoles. Las dudas se disiparon rápidamente cuando un tipo nos dijo que estaban a punto de empezar los Bigfoot, una banda inglesa (extraño, ¿no?) que cayó como una gran sorpresa, pero mucho mejor así, ya que me gusta amortizar bien mis entradas jeje. Y es más, creo que la banda, lejos de limitarse a llenar el espacio anterior a los suecos, supo ganarse al público con creces, y lo hicieron en el bolo adecuado, ya que había muchísima gente viéndoles (al menos el 85% de la sala fijo). Por lo que he podido escuchar de ellos, sus inicios suenan más bien a una extraña mezcla entre rock clásico y hard rock de finales de los 70 / principios de los 80, pero curiosamente eso fue tras el concierto, ya que no les conocía de nada y el rollo que me transmitieron sobre el escenario fue más bien entre unos Tyketto y Skid Row. Un comienzo de puta madre, con un ambiente máximo y mucho desmelene sobre el escenario, con muchísimas ganas de comérselo, la simpatía de Anthony Ellis al micro, y feroz actitud de Sam y Mick a las guitarras fue su mejor carta de presentación, sus movimientos sobre el escenario eran enérgicos y vivos y su forma de tocar en seguida captó mi absoluta atención. Estuvimos viendo el concierto desde el círculo exterior de la sala, un poco más elevado que el resto, lo que nos dio una gran calidad de visión. Inevitable ponerse de lleno con el headbanging al ritmo de Uninvited, de lo más macarra de la noche, con un estribillo con mucho gancho y una actitud igualmente “tirada” de su bajista Matt, que no dejaba de darle vuelo a la melena medio rapada, siempre esgrimiendo su bajo con chulería y creando grandes combinaciones con sus compañeros. De nuevo guitarras rozando el rollo sureño al principio (herederas en parte, posiblemente, del estilo Pantera) con Freak Show, que sin embargo desembocaban en una melodía que resultó un soplo de aire fresco. Especialmente animado se vio a su vocalista, cuyo timbre recuerda bastante en ocasiones (sobre todo en los temas más limpios) a Danny Vaughn. Probablemente estos matices no sean casualidad, ya que también algunos temas recordaban bastante a los americanos Tyketto, pero ante todo aquí primaba la diversión y su ímpetu por hacernos saltar, que ya os digo que consiguieron con temas como Bitch Killer, de nuevo un riff con mucho feeling y una batería trepidante. Quizá esta y la cachonda Blame it on the dog fueron las que más me gustaron, casi a la parte del final, con el vocalista igual de fresco sobre el escenario jugando con las voces del público y un batería concentrado que no dejaba de castigar el cuello. Creo que no soy el único que piensa que esta jovencísima fue una gratísima sorpresa, mucho más que un primer plato, y que tienen futuro sin duda.
Hacía tanto calor dentro de la sala que casi se echaba de menos el cortante frío de la calle, aunque solo fuese por unos segundos, así que los tres salimos a echar un cigarrito aprovechando el cambio, que no duraría mucho. Por suerte, dejaban salir de la sala previo sello, así que no tuvimos problema. Un chico que había a nuestro lado nos guardó el sitio lo mejor que pudo, así que muy agradecidos recuperamos nuestra posición en la “palestra”. Decidimos que, con lo bien que se veía, y sobre todo, que se escuchaba el concierto desde aquel punto, sería buena idea ver a Eclipse desde allí, sin agobios ni cabezas de por medio. Sin muchos preámbulos, y tras un rato de expectación por verles salir, los suecos metieron duro de primeras con una de las mejores piezas de su último disco, esa Vertigo que nos puso a todos en llamas. Con Bleed and Scream, se notaba que iban a cuchillo, y no lo digo solamente por el espectacular inicio, sino por la actitud del grupo, tremendamente animados, motivados a saco, más incluso de lo que les he visto anteriormente, que ya es decir. Se notaban las ganas de arrasar, y para quien les haya visto, ya sabe que esto es pan comido para ellos. The Storm fue el primer gran subidón de la noche, ya metidos al 100% en el calor del meollo, ese estribillo comenzó como un guantazo en la jeta, con un Erik cantando a las mil maravillas, como siempre, pero incluso mejor, incitando a la gente a vociferar y a moverse con sus ademanes, cogiendo el micro, girándolo, corriendo, apoyándolo… un frontman increíble, capaz de calentar el ambiente con solo un par de segundos de temas como la poderosa Wake me up o Jaded, que como ya han dicho en otras ocasiones, es el tema favorito del “Monumentum” de Magnus Henriksson, muy complicada de cantar, pero en la que nuevamente Erik dio un repaso de cómo ser un excelente vocalista y frontman. Sus temas desprenden esa fuerza que casi te hace volverte loco, la mezcla perfecta entre melodía y fuerza, todo ello por supuesto aderezado con la potente pegada del batería Philip Crusner, el más reciente fichaje y uno de los mayores animadores en el seno de la banda con su particular forma de golpear. El vocalista, que ya llevaba la guitarra colgada desde hacía un tema, se unió a la instrumentación de la banda en el primer momento “lento” de la noche con Hurt, y prosiguió con To mend a broken heart, un temazo de su “Are you ready to rock?”, con ese halo tan guapo de 80’s que tiene casi todo el disco, y que no recuerdo haber visto antes en directo.
Y eso que hablamos de una banda a la que ya he tenido el inmenso placer de ver 4 veces en vivo (3 de ellas este mismo año). Y muchas más que les vería, y es que cada vez que les escucho y les veo tocar me gustan más, me atrapan con su buen rollo y con la calidad compositiva que atesoran. Cada vez son mejores dominando el arte de combinar riffs potentes con melodías adictivas. Su último disco “Monumentum” fue el más representado en el setlist, algo que por supuesto es de agradecer en un concierto en sala (quizá no tanto en festival para los que no les siguen en el día a día). Lo mismo que me pasa en general, contra más lo escucho, más me atrapa, aunque no por ello dejé de echar de menos algún exponente más de su “Are you ready to rock?”. A nuestra diestra, el mismo chico que nos guardó el sitio antes, venía acompañado por su hijo, que estuvo disfrutando tanto o más que él durante todo el concierto. Y la verdad es que ver estas cosas me motivan bastante (ojala mi viejo me hubiese llevado de crío a un bolo como este jeje), tener un cachorro no siempre significa forzosamente un Game Over en tu vida de conciertos, y así es como debe de ser. En cualquier caso, no me gustan los niños, así que de cualquier modo este no será mi caso jejeje.
Pero no quiero alejarme del tema principal, y es que los suecos seguían triunfando con cada tema, cada vez obtenían mejor respuesta y más aplausos de su público. Me encanta ver como una banda que va ya por su cuarta actuación en nuestro país en este año sigue llenando y emocionando de este modo. Y es que siempre lo he dicho, para ver a una banda en su mayor estado de gracia, hay que verla en sala. Suele pasar, incluso, que caigan sorpresones inesperados como SOS, (tras un solo de batería a lo Carmina Burana jeje) que con sus líneas melódicas nos hizo agitar el cuerpo a todos o la balada Live like I’m dying, que tampoco suena siempre en sus directos. La cosa se ponía distinta, un ligero bajón para unos o un aumento exponencial de feeling para otros como yo, que disfruté especialmente de este último tema, la verdad es que su interpretación me llegó a la sangre como nunca. Pero si para mí hubo un TEMA ganador en el concierto fue, aunque la tocaran en versión acústica y perdiera un poco de intensidad, esa pieza maestra llamada Wide Open (que tampoco había visto nunca en directo, con la consiguiente emoción extra). Incluso con Erik a la acústica y Crusner haciendo poco ruido, fue un momento magistral, en el que todo el mundo acompañó al vocalista en los agudos de su estribillo con las manos en alto, y demostrando que éramos un público cojonudo, participamos todavía más en la siempre deseada Battlegrounds (que bien le sienta el unplugged a este tema, cago en Dios), con toda la banda sonriendo y flipando con la respuesta. Ante tantas muestras de cariño, la banda se mostraba muy sorprendida y feliz, agradeciendo casi tras cada tema y recibiendo otros tantos oeoes y gritos. Tras otro glorioso comienzo semi-acústico entre Erik y su mano derecha Magnus, volvió la potencia a lo grande de la mano de Black Rain, y no pudo ser un tema mejor elegido… ¡Vaya pedazo de baterías que metió Crusner! Aquello sonaba de puto vicio, y más desde nuestra posición, con un sonido 100% directo a los tímpanos… y como colofón, un solazo de guitarra para mear y no echar gota. ¡Cómo me estaban poniendo!
Entre tema y tema, comentaba con Pedro que esta gente aun tiene mucho camino por recorrer y fans a los que seguir conquistando, porque son grandes de la hostia. Para mí, hoy por hoy y tras el horroroso nuevo disco de HEAT (una puta mierda impropia de ellos) son sin duda LA BANDA que mejor representa a la nueva ola de hard rock sueco. Parece que Erik cada vez disfruta más de llevar su guitarra, así que todos juntos se marcaron un entretenidísimo momento instrumental (también para permitirle descansar un poco sus cuerdas vocales). La peña no dejaba de pedir más, y las súplicas fueron escuchadas a base de un Blood enemies por aquí y un Stand on your feet por allá tremendamente animadas, con la banda sudando la gota gorda pero sin parar de exigirse al máximo. Posiblemente las más celebradas del show, con otro arranque espectacular de gritos y oes. Erik continuaba conservando toda su potencia vocal a pesar de lo difíciles que fueron algunos de los temas que interpretaron. ¡Es imparable! Estos temas, a su vez, indicaban que el concierto llegaba a su recta final, pero aun quedaban unos cuantos subidones de esos que se te meten en la quijotera durante días, por ejemplo, con I don’t wanna say I’m sorry. Menuda “panzá” a sudar y a saltar me metí con ella. Se nota que es uno de mis temas favoritos, aunque por otra parte, algo me decía que se volverían a pirar sin tocar Breaking my heart… Sin embargo, apenas noté su ausencia entre las comerciales melodías de Never look back, que me sonaron a gloria. Lejos de estar cansados, todo el mundo estaba eufórico tras una hora y media larga de concierto, que tendría su fulgurante guinda con Runaway, un temazo 100% ochentero (aunque nada que ver con Bon Jovi jeje) a la que esta vez le dieron gran protagonismo y nos hicieron partirnos las caderas a saltos. A veces cuesta asumir que un concierto llega a su fin, pero en esta ocasión me quedé con unas ganas de más irreprimibles. Un setlist que rozó la perfección, el mejor y más completo que les he visto hasta ahora, pero no tan perfecto como su interpretación. Difícilmente se puede ser más grande. ¡¡Larguísima vida a Eclipse!!
Salimos tan eufóricos de la Sala But que decidimos pirarnos a filtrarnos unos cuantos lingotazos, pero en un lugar que no nos atracaran con los precios, así que dimos una vueltecita por el Bastard (uno de los mejores garitos de todo Madrid) en donde tuvimos otra buena ración de Hard Rock a manos de Carlos, y unas cuantas copas y chupitos, más de las recomendadas si al día siguiente, como me pasó, uno no quiere levantarse con una potente resaca. De todas formas, aquello solo había sido una parte, un porcentaje respecto a lo que nos esperaba al día siguiente.
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si te ha gustado la crónica, estuviste allí o quieres sugerir alguna corrección, ¡comenta!