Suele pasar que, en una época con bastante movida en cuanto a bolos por la zona, siempre haya uno de ellos que pase desapercibido para mucha gente, pero que al final resulte tan sorprendente que nos deje más que sorprendidos a las pocas personas que vayamos a verlo y se convierta en algo difícil de superar en algún tiempo. Creo sinceramente que este fue uno de esos perfectos ejemplos en los que, aunque no llegamos a ser más de 40 o 50 personas en la sala durante toda la noche, arrimarse en un bote hasta la Paberse valió la pena por descontado, como siempre pocos pero bien avenidos y peleando hasta el final, y los que se perdieron esta noche, pues simplemente ya tienen bastante, porque fue espectacular, incluso dentro de las posibilidades de una sala tan limitada como esta. Para empezar, lo mejor de siempre: un ambiente genial con "cantidá" de colegas, mucha movida, palique y buenas perspectivas en cuanto a futuros bolos. Para rematar la jugada, señalar que la Paberse contó aquella noche con un sonido bastante superior a lo normal, con dos bandas que sonaron muy compactas y sin excesivo apelotonamiento sonoro. Lo cierto es que no merecieron menos, ya que ambas dieron todo lo que tuvieron en las manos, dejándonos muy satisfechos. Incluso Law Maker (a quienes ya no teníamos esperanzas de llegar a ver por lo tarde que salimos del pueblo) tuvieron un setlist fuera de lo común que me encantó por lo inesperado. Pero sin duda, fueron los gaditanos Snakeyes los que se llevaron el gato al agua, con un directo tan contundente que nos dejó a todos sudando la gota gorda. Una banda que, habiéndome repasado ya sus dos discos a conciencia, era el momento definitivo de comprobar sus tablas en vivo por primera vez.
Como digo, llegamos a la sala de Sedaví bastante “raspaos” de tiempo, habiendo retrasado la salida entre unas cosas y otras, pero todavía logramos pillar un buen cacho de Law Maker. Aunque ya les he presentado por aquí en una ocasión, vale la pena recordar que es una banda formada por los hermanos Vida (también integrantes de Prometheus) que hace tributo a algunas épocas de Rainbow, pasando por Dio en solitario o su trabajo en los míticos Black Sabbath (¡quizá alguna vez nos deleiten tocando también algo de Elf o the RJD and the Prophets!). De todas formas, quien les viera por primera vez el viernes pasado y sabiendo esto, quedaría muy descolocado, porque la banda no se cierra solamente a esto. En esta ocasión, y como parece que llevan haciendo desde hace un tiempo, dedicaron su show de forma prácticamente íntegra a una de las épocas más oscuras y menos conocidas de Black Sabbath. No sé si en algún momento del inicio lo anunciarían, pero desde luego no esperaba para nada esta sorpresa cuando llegamos. De hecho, y si no me fallan los oídos, lo primero que escuchamos al entrar a la sala fue su versión del Iron Man, y hasta ahí todo iba según lo esperado. Pero cuando empezaron a caer hitos un poco menos habituales, como la magnífica Headless Cross (que pedazo de recuerdos me trae, sin duda una de mis favoritas) o The Law Maker, ya empecé a deducir que la cosa esta noche iba a girar en torno a ese gran vocalista: Tony Martin, que aunque no es la época más recordada de la banda, tiene grandísimos temas con un espíritu 100% Black Sabbath, muy densos, oscuros, lentos y bastante satánicos. Puede que a Ricardo Cárcel este papel le quedase un poco grande en general, pues su voz da más a la interpretación de Dio, pero se acopló bastante bien a las canciones e incluso nos regaló algunas salidas de su tono habitual que al menos a mí me encantaron, con agudos sorprendentes y registros que no le había escuchado. La simpatía e implicación de Rafa Vida es siempre un hecho y su gran talento a la guitarra no deja ni una sola nota al azar. Además de una calidad sonora bastante superior a la media de conciertos que se realizan en esta sala, la banda ofreció un sonido muy propio, con un bajo muy cercano a lo que se puede escuchar en los discos de la banda que les inspira, y una batería oscura y con eco a cargo de José Manuel Vida. Todo esto quedaba patente en temas tan pesados como When Death Calls o The Shining, muy fieles a los originales pero a pesar de su lentitud, muy apreciados en su directo, que algunos encontraron demasiado soso por no sonar clásicos de otras épocas, pero que a mí me sorprendió muy gratamente. De hecho, tras una de las mejores como fue Devil and Daughter (ya veis que tuvieron especial predilección por el “Headless Cross”, con alguna escapada al “Tyr” y al “The Eternal Idol”) la banda rompió la seguidilla con Alter All (The Dead), que animó bastante el percal, recordando al incomparable Dio del “Dehumanizer”. El vocalista se las vio canutas en algunos momentos, y es que Tony (al menos en disco, que no en directo) destacaba por los tonos tan altos que era capaz de alcanzar, pero sorteó dichas dificultades con bastante habilidad. Un dulce postre para aquellos que vimos la actuación hasta el final, con versiones de Stargazer y cómo no, Long live Rock’n’Roll, dos clasicazos inmortales de los primeros Rainbow que hicieron las delicias de los pocos que quedábamos.
Salimos a tomar un respiro y de paso, algún “trompazo” en el bar, pero por desgracia ya estaba cerrado. La alternativa era mejor todavía, pasarse por el Darkness (que hacía ya un cojón que no lo visitaba), pero entre palique con colegas por aquí y por allá, cuando íbamos a pagar el cubata tuvimos que dar marcha atrás inmediatamente: el tiempo había pasado volando y ya tocaba ir a pelear en el directo de los Snakeyes que, como pudimos comprobar, fue potente y demoledor.
Estaba claro que la asistencia poco o nada iba a aumentar a estas alturas. Una vez más, la calidad de la banda en concierto no se reflejó para nada en la triste afluencia de peña que dejaba unos enormes huecos bajo el escenario, dando sensación de desinterés y vacío. Pero a buen seguro que los pocos que éramos íbamos a dejarnos el espinazo. La banda no iba a esperar ni un minuto más a nadie, y dispararon la intro presentando el concierto (¿estoy yo colgao o era la voz de Pepe Mediavilla?), a la que siguió, con la banda ya preparada y convenientemente despatarrada encima del escenario, la contundente Into the Unknown, que nos puso a todos a caldo rápidamente, especialmente por ver a un José Pineda tan entregado, tan sonriente en todo momento y por supuesto, haciendo gala de toda su técnica y experiencia. Fue el principal animador en los primeros compases, en los que también pudimos escuchar cortes como Evolution (evidente single del último trabajo) o Down with the Devil, gran alegría, ya que tiene un estribillo con muchísimo “punch” y es mi canción favorita de su “Ultimate Sin”, disco que por cierto ya lleva tres añitos en el mercado y que recibió unas críticas extraordinarias en el momento de su salida. No fueron muchas las que cayeron de su opera prima, y el “Metal Monster” tuvo casi todo el protagonismo. Estribillos muy pegadizos como el de Point of no Return se daban la mano con otros más rudos y puramente Heavys como el de Cyberkiller, recargada a saco de doble bombo.
En los temas de Snakeyes resalta claramente un instrumento como la batería, que no se detiene ni para coger aire, y el bueno de Carlos Delgado dio un conciertazo con todas las de la ley. Por suerte para él, su instrumento se lució con un sonido contundente y bastante claro, muy alejado del sonido “localero” que suele haber allí. Hicieron alguna incursión con temas históricos: Edge of the World, según nos la presentó el vocalista rumano Cosmin Aioniţă, habla de un general espartano, y ya tenían la base para otro gran tema que probablemente se convierta en una fija de sus directos a largo plazo por lo bien que suena. La peña iba animándose poco a poco y moviendo a gusto el pescuezo. A veces, con poca gente, se logra más ambiente, buen rollo y movimiento que con 2000 personas más estáticas que una tabla de planchar, como desgraciadamente también ocurre en otras salas mucho más grandes. El mismo Cosmin nos dijo: ¿queréis escucharme gritar? Y vaya si lo hicimos con Demon in your mind, al estilo de Rob Halford en sus buenos tiempos, alcanzando unos tonos altísimos y con una actitud que no daba tregua, también calentando la voz al ritmo que el público se iba envalentonando. Sign of Death terminó con un pequeño solo de guitarra y una parte instrumental a cargo de Justi Bala, a quien previamente se había encargado de presentar el cantante, al igual que hizo con Carlos Delgado, quien tuvo su propio momento de protagonismo (más, si cabe) al final de Facing the Darkness. ¡Al rojo vivo, señores! Menuda traca nos estaba metiendo en el cuerpo esta gente. Tuvimos la inmensa suerte de que sonaran como merecían, y eso siempre es un auténtico subidón, con un volumen muy alto, la guitarra de Justi super definida y una batería en primera línea pero sin comerse al resto de instrumentos. Era el bajo el que quedaba algo escondido, pero sin dejar de apreciarse, y dicha carencia quedaba suplida por la gran precisión y carisma de Jose Pineda, que incluso se arrancaría a bajar a tocar un rato entre el público. La potente Shadow Warrior, extraída de su primer EP (otra de las más destacadas de la noche) sonó igual o incluso más agresiva que en disco, y es que esos riffs son pura maestría: nada de melodías edulcoradas en exceso, nada de concesiones, aquí lo único que encontramos fue HEAVY METAL puro y duro, de ese que tanto se echa de menos pero de lo que nuevas bandas van siendo cada vez más conscientes.
Tanto Justi, como Carlos como José son ya de sobra conocidos en el mundo del Metal por haber formado parte durante muchos años de Sphinx, pero para mal esta banda tocó a su fin definitivamente. Sin embargo, Snakeyes, a pesar de tener la misma formación pero cambiando el vocalista, no tiene nada que ver con aquello. Y ojo, no digo que Sphinx no me gustase, todo lo contrario, lamenté su extinción, pero ahora han vuelto con aires más renovados, una perspectiva más amplia (entre otras cosas, gracias a las letras en inglés) y sobre todo un espíritu mucho más Heavy, menos centrado en las melodías y más puesto en riffs machacones y eléctricos. En cuanto a presentación escénica, a parte de los dos pilares decorativos con la portada de su último disco, en pantalla iban pasando imágenes con algunos de los temas, como otro de sus singles más esperados, Mask of Reality. La peña seguía respondiendo, y solo le hizo falta una buena versión del Metal Heart de los Accept para estallar, incluso un grupo de jovenzuelos se apiñaron para reventarse el cuello a base de bien. ¡Esa es la energía que se necesita tener en un concierto! Entre medias, el bueno de Cosmin le echó huevos para cantarse hasta la mitad el Painkiller (Judas Priest) y la verdad es que con una voz tan potente y gritona a ratos como la suya… ¡le quedó de vicio! Eso sí, no arriesgaron demasiado con los covers jejeje, pero el resultado fue indiscutible.
Y precisamente los dos temas que dan título a sus dos LP fueron las elegidas para cerrar el setlist, y no es para menos, porque son dos trallazos de aupa, que nos exprimieron hasta la última gota de sudor. Metal Monster puso la garganta de Cosmin, todavía con sus gafas de sol y su pañuelo en la cabeza, a sacar chispas, mientras José y Justi continuaban tan animados como al principio, siempre en primera fila del escenario, y es que da gusto ver como no siempre es el vocalista el único que se deja la piel moviéndose. Igualmente brutal Ultimate Sin, a saco, con un doble bombo arrollador, directo a la puta cara, y con el cantante poniendo todo lo que le quedaba, unos gritos agudos y desgarradores que hicieron temblar la Paberse por última vez en aquella noche. A ver si para la próxima nos meten algunos temas que eché de menos como The cross is a lie o Rise of the triad.
Así que bueno, a partir de ahora, ya tengo en mi lista otra de esas bandas nacionales que ya difícilmente me puedo permitir perderme en concierto, y por la que prefiero apostar cien veces antes que por las bandas de sota, caballo y rey, que ya me empiezan a aburrir en exceso. Creo que hay que dar más oportunidades a bandas nuevas y potentes como Snakeyes, que atesoran una calidad que ya quisieran algunas de las que ya estamos cansados de ver tantas veces y que apenas ofrecen ya nada nuevo.
Y por supuesto: a mi chica, y a Popi, Carlos, Félix, Mauricio… y toda esa peña de puta madre que no se pierde una y siempre está al pie del cañón, fue un placer como siempre mover la melena con vosotros y echarnos unas birras. ¡¡¡Por muchos más bolos que nos metamos entre pecho y espalda!!!
¡¡A MUEEEERTEEEEEEEEEEEEEEEEE!!
_|,,| JaviMetal (Is The Law) |,,|_
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